Revista Bullying Septiembre 2014. U-ERRE

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El Bullying. Vol. III Acompa単e a sus hijos en los momentos importantes de su vida.


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n la tarea formativa de los hijos intervienen la familia, la escuela, los amigos, los grupos formales y todos los recursos de información que se tengan al alcance. El “ejercicio de formar” se puede realizar con mucha dedicación y entrega. Sin embargo, en ocasiones el resultado obtenido pareciera no ser el deseado al advertir que el comportamiento de los hijos se sale de principios sociales y morales aceptables, o de las expectativas de los padres. ¿Cómo asegurar que los modelos de comportamiento que los hijos siguen son los adecuados? ¿Hay criterios que ayuden a normar la tarea formativa? El acompañamiento, la comunicación y la manifestación del afecto, son las herramientas básicas para el ejercicio de ser padres y educadores. La responsabilidad con los hijos implica estar con ellos en las decisiones y momentos importantes de su vida. Esta toma de decisiones que de manera continua y constante se da, requiere de información y principios que los padres necesitan asegurarse que se tienen. Esta es la 3ª. entrega de la Serie: Acompañe a sus hijos en las decisiones importantes de vida; seleccionamos el tema del bullying por ser una problemática actual que demanda información y refleja la necesidad de estar en contacto afectivo con los hijos (as). Esperamos sirva de guía de apoyo.


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EL BULLYING 2.

¿Hay diferentes tipos de bullying?

En la literatura científica se consideran cuatro tipos de bullying: 1. El físico. Incluye básicamente todos los actos de agresión física. 2. El verbal. Tiene que ver con insultar, burlarse, referirse en modos hirientes a los demás. 3. El relacional que se identifica en la manera en que se trata a los que son víctimas de bullying, se les excluye socialmente. Por ejemplo los rumores, chismes acerca de las personas. 4. El cyberbullying que es el que se comete a partir de la actividad en los medios electrónicos.

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¿Qué es el bullying?

El bullying es un problema real y grave, que no distingue país, cultura, estrato socioeconómico, nivel educativo, ni tipo de escuela. De una manera simple, el bullying es una acción que atormenta, hostiga o molesta a otra persona. Se define como una forma específica de agresión, que tiene varias condiciones, es deliberada, las personas que incurren en hacer bullying a otros tienen la intención de hacer daño. Esto es algo repetitivo, que ocurre por periodos largos de tiempo. Otro elemento que está presente, es la disparidad o desbalance de poder entre quienes sufren y quienes hacen acto de bullying. Está relacionado con las conductas violentas de los escolares; se trata de un fenómeno que se presenta en el ámbito escolar, que abarca los grados académicos, que van de la primaria, pasando por la secundaria, hasta la preparatoria. Lo viven aquellos que están en un período de vida de formación, con procesos psicológicos de búsqueda y consolidación de la identidad y en forma paralela de maduración.

Son dos grandes tipos de agresiones que engloban a las anteriores: las físicas y las psicológicas. Las agresiones físicas son más detectables porque dejan marcas tangibles, observables y es probable que a causa de ello, sean consideradas las más frecuentes, pero también se debe destacar que toda agresión física también tiene un impacto psicológico. Las agresiones psicológicas dejan huella en la autoestima de la víctima, ya que se refieren a aspectos de la persona que no han terminado de acomodarse en su estructura psicológica, como lo es la imagen personal, la condición social o sexual.

Situación compleja actual, aunque no nueva. Constituye una manifestación temprana de la intolerancia, discriminación, prejuicios, trastornos emocionales y la violencia que se vive en la sociedad.


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¿Cómo se identifica?

Las señales pueden ser todas aquellas que hablen que un niño o un joven no están pudiendo insertarse correctamente en el contexto social en el que se desenvuelve. En casos más severos hay depresión, ansiedad, pérdida de la motivación, de energía. Empieza a haber ajustes de tipo psicosocial. Es decir, en formas diversas los niños y jóvenes muestran dificultades para hacer las cosas que se espera que ellos hagan en el contexto social en el que están inmersos; por ejemplo, comienzan a tener dificultades académicas, sociales; los niños que sufren el bullying, tienden a estar más aislados socialmente. Desafortunadamente el bullying sólo es posible reconocerlo cuando ya está ocurriendo; cuando la víctima empieza a manifestar sus efectos, es decir, si sufre agresiones físicas, con marcas inexplicables y visibles en el cuerpo, hematomas, o rasgaduras y manchas en la ropa que no tienen justificación; libros perdidos o rayados. O en el caso de agresiones psicológicas, que no están a la vista, pero que se traducen en un cambio en el comportamiento habitual de la víctima, llanto espontáneo o inexplicable, ansiedad, bajo rendimiento escolar, deseos manifiestos de no asistir a la escuela, cambio en la consulta de las redes sociales, irritabilidad, miedo, inseguridad, depresión, y en sus formas extremas, pensamientos suicidas. En ocasiones, sobre todo para quienes ejercen actos de bullying, se advierte propensión al uso de alcohol, tabaco o drogas.

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¿Qué lo causa?

Hay factores individuales y ambientales. En los individuales se identifican problemas psicosociales relacionados con malestar emocional. La víctima por lo general está en una posición de indefensión o de vulnerabilidad por la estructura de su personalidad, por poseer un carácter pusilánime o por debilidad física. Los agresores reúnen características de personalidades dominantes, insensibles al dolor ajeno, con deseos irrefrenables del reconocimiento de sus iguales. En los ambientales, se ubica la manera en que los adultos relevantes en el entorno de los niños y jóvenes, particularmente los maestros, los directores, los mismos padres, reaccionan a los actos de acoso; qué tanto son capaces de promover actitudes y tendencias positivas, para generar un ambiente de tranquilidad, de convivencia, de armonía. Se sostiene que el acoso escolar es un fenómeno que siempre ha existido, pero en todo caso es necesario diferenciar su manifestación actual. Porque si bien ha formado parte del ambiente escolar de toda la vida, los cambios en la cultura y en las sociedades, donde hoy en día se está bajo un incremento de la violencia en todo los órdenes del acontecer cotidiano, las actuales generaciones se están culturizando bajo este signo. La infancia y la adolescencia crecen y se forman en una exposición constante a la violencia, que naturaliza y normaliza su manifestación.


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Es decir, reciben del entorno todo tipo de mensajes que les hacen pensar y ver como algo natural el infringir dolor a otro, y mejor aún si eso proporciona reconocimiento. En las sociedades actuales permea una especie de sadismo no manifiesto como un valor que subyace en la idea del éxito individualista posmoderno. Para obtener reconocimiento social se cree que se debe tener valor para doblegar a otro. Se debe saber someter. Tener las habilidades para posicionarse por encima de otros. En los niños y adolescentes esta idea cobra viabilidad si ellos detectan a alguien que les brinde esta posibilidad.

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¿Cuál es el comportamiento de la víctima y del victimario?

Quien practica el bullying de forma regular, podría ser

alguien que proyecta gusto por el dolor ajeno, carencia de culpa y falta de empatía; busca el reconocimiento de sus iguales y con distorsión cognitiva (“la víctima se buscó el daño”). Se trata de niños y adolescentes que encuentran y usan la hostilidad como un elemento de comunicación. Faltaría profundizar en la dinámica psicológica del agresor para ver la relación con el círculo familiar, sus relaciones parentales, manejo de la frustración, relaciones afectivas, socialización grupal, entre otros elementos, y ver si hay constantes que se presenten en los agresores como para delimitar un perfil a través de estas variables.

Los chicos que tienen el rol más predominante de hacer el bullying, por lo general están involucrados en problemas de conducta, con uso de alcohol y tabaquismo. En algunos casos podría haber uso de drogas; hay un pobre ajuste escolar, les va mal académicamente, tienden a percibir el clima escolar como adverso, son chavos que creen que gran parte de la gente que está involucrada en los ambientes escolares está en contra de ellos, por lo que sienten necesidad de demostrar su dominancia para evitar ser sometidos. Son chicos sociales, no tienen tanta disfunción de habilidades sociales, no están aislados, tienden a ser niños y jóvenes que están rodeados de otros jóvenes que también son proclives a ser bullies. En cuanto a los niños que sufren el bullying, tienen menor eficacia en sus habilidades sociales, son más retraídos, les cuesta más trabajo relacionarse socialmente; son niños que cuando se les pregunta, por qué crees que batalles tanto con este tema, te responden “no encajo, no sé cómo encajar”, ése es uno de los principales factores que los pone a ellos en una situación de vulnerabilidad para ser agredidos. Hay menor incidencia en este grupo de vulnerabilidad para consumir alcohol, tabaco o drogas.


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El bullying en medios electrónicos ¿Cómo se presenta?

Se llama cyberbullying al acoso, hostigamiento o humillación psicológica frecuente entre iguales menores donde el agresor recurre a entornos tecnológicos como email, blogs, celulares, web u otro tipo de herramienta digital. Cuando el acoso es de un mayor contra un menor se llama cyberstalcking. Lo más común es el uso de imágenes falsas o reales que avergüencen a la víctima, crear un perfil falso de la víctima y realizar comportamiento que le perjudique en su imagen social. Otro método es promover rumores falsos de la víctima o acosarla con emails ofensivos. Se da de múltiples formas, lo más común es utilizar las redes sociales para ridiculizar, amenazar, coaccionar; también donde quizá ocurre más es en los chat en donde se coacciona, en contra de la voluntad, a tomarse fotos o videos o de hacer cosas que no se quieren hacer. Otro de los aspectos que se observa en las redes, es que muchos jóvenes suben material, videos o fotos, relacionados con actos de violencia de compañeros; los jóvenes no creen estar cometiendo delito o haciendo bullying al compartirlo en los medios electrónicos. Muchas veces ahí se inicia la violencia y luego se lleva al entorno escolar, o al revés, empieza en la escuela y luego se lleva a las redes sociales. Es fundamental la supervisión de los padres. Tolerancia cero a la violencia.

Para los niños y jóvenes: • Ignorar provocaciones. Responder puede agravar el problema. • Evitar sitios electrónicos donde hayan sido agredidos. Denunciar si es servicio online. Guardar pruebas. • Si el acoso es telefónico cambiar de número. • No dar datos personales por la red. • Identificar al agresor. • Si hay amenazas contactar a familiares o autoridades competentes. • Depurar listas de contactos. • Un inocente “me gusta” o el simple silencio es una forma de legitimar al agresor. • Negarse a participar en actos violentos. Denunciarlos y/o pedir ayuda cuando estén ocurriendo.

Cuando hablamos de bullying estamos hablando de un fenómeno que tiene aspectos sociales y aspectos interpersonales. Son conductas negativas dirigidas hacia otros en los que hay una diferencia de poder.


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¿Qué hacer cuando nos damos cuenta que nuestro (a) hijo (a) está siendo víctima o victimario?

Es importante, primero que nada, cuando se tiene el problema ya instaurado, no minimizarlo; al contrario, es necesario detenerlo y conducir una serie de evaluaciones en todos los niveles para detectar las causas. En el caso de los padres o maestros, hay que guardar la calma y no culpar a la víctima de la agresión. Es fundamental atender las necesidades emocionales del niño y posteriormente las cuestiones que están relacionadas con la escuela y denuncia, en su caso. No es recomendable que los familiares tomen represalias directas con el agresor, porque lo único que se conseguirá es potencializar el fenómeno y reciclarlo, atender la violencia con más violencia. Tampoco es recomendable no hacer nada, dejarlo pasar. Lo primero es crear un clima de confianza, cercanía y seguridad para lograr que la víctima hable sobre ello, y dimensionar bien el daño. Dependiendo de ello las medidas pueden variar.

El bloqueo social, cuando se excluye a los niños de las actividades del grupo, el hostigamiento la manipulación, las amenazas… son manifestaciones de bullying Desde acudir a la consejería escolar, hasta un tratamiento psicológico de largo alcance. En todos los casos hay que acudir con las autoridades escolares donde ocurre el fenómeno para hacer la denuncia e iniciar en conjunto medidas para castigar al agresor. En forma simultánea se debe estar al pendiente si se desarrolla estrés postraumático, baja autoestima, autoagresiones, bajo rendimiento escolar, entre otras consecuencias. A nivel de ambiente escolar, se debe hacer una evaluación y ver qué tanto ese ambiente escolar está promoviendo un entorno que sea favorable para el acoso escolar. Se debe identificar si hay otros niños o jóvenes qué están dentro de esa problemática e identificar lo que muchas veces pueden ser problemas de depresión, ansiedad, trastornos de conducta; no siempre son consecuencias, sino también detonantes. También los victimarios necesitan ayuda. Es necesario asimismo realizar una evaluación del entorno social. Ambientes de mucha violencia propician violencia.

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¿Se puede prevenir? ¿Cómo?

Podemos hablar de factores protectores, el más importante es el rol de los padres. Sobre todo en cuanto a la capacidad que pueden tener para promover una relación de confianza y de apoyo emocional a sus hijos, que les dé la fortaleza para no incurrir en estas vulnerabilidades, ya sea que cometan agresiones a otros niños o ser ellos los agredidos. Es importante que estos adultos relevantes puedan promover este clima de armonía, tranquilidad y que puedan ser capaces de intervenir apropiadamente cuando se está presentando una situación de bullying. Otro factor protector son los amigos, cuidar que los compañeros representen una relación positiva y no promuevan la violencia.


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En la escuela se puede prevenir cuando los maestros están atentos a las cosas que suceden dentro del aula y en los descansos o recreos. Observar cómo se comportan los niños en sus momentos de esparcimiento. Los niños y adolescentes viven procesos de socialización en el centro escolar y es importante hacerles ver que el reconocimiento social puede alcanzarse en un marco de solidaridad, apoyo mutuo y paz. Se deben impulsar campañas de prevención así como jornadas escolares para el manejo de la autoestima, los valores, y el combate a la violencia. La exposición a contenidos violentos, mediante programas televisivos, películas o videojuegos, puede estimular la imaginación para reproducir actos agresivos y/o tomar modelos de conducta equivocados de ahí que sea indispensable tener supervisión de horarios y material que los niños y jóvenes ven.

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¿A quién corresponde solucionarlo? ¿Qué podemos hacer?

No es un problema exclusivo del sistema educativo, es de la sociedad y necesitamos involucrarnos todos los agentes del sistema social para su solución. Debe haber acciones preventivas y correctivas. En el contexto escolar un primer paso sería realizar un diagnóstico de la escuela, colegio o instituto; debiera ser llevado a cabo por expertos en el tema, profesionales externos que tengan una visión más clara de la situación que se vive en la institución.

Ejemplos de bullying: críticas a la condición social, personal o familiar. Burlas centradas en los rasgos personales, apariencia física, religión, identidad sexual, entre otros. Al tener los resultados, se requerirá implementar numerosas tareas, diseñadas de acuerdo al centro educativo y al contexto particular que se vive. Se demanda un verdadero trabajo colaborativo no sólo al interior de la escuela, sino al que deben ser integrados los padres de familia, medios de comunicación, políticos y legisladores, en suma, la sociedad en su conjunto. La coordinación es la base. Al ser un fenómeno que principalmente se presenta en el ambiente escolar, le corresponde a la comunidad educativa su atención primaria.

Los padres pueden observar en los niños si hay lesiones inexplicables, ropa destruida o maltratada. Otra de las señales de alerta son dolores de cabeza o dolores de estómago, o sentirse mal para ir a la escuela, fingir una enfermedad. Si cambian los hábitos alimenticios o tienen dificultades para dormir. Tanto los maestros como los padres deben estar vigilantes de los grupos de jóvenes y niños que están en el plantel (en el sentido de bandas o pandillas), para identificar a los chicos dominantes, hombres y mujeres, hacerlos aliados e involucrarlos de manera tal que se sensibilicen sobre el fenómeno para que desde dentro del grupo de iguales, sean los detectores directos y tomar medidas a tiempo. A la vez se deben hacer campañas de comunicación para impulsar valores como la solidaridad y la amistad. La capacitación es indispensable; a los maestros enseñarles cómo fomentar un clima positivo, a los padres cómo identificar cuando sus hijos están teniendo problemas emocionales que los puedan llevar al bullying o a volverse víctimas.


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Como padres y madres es importante considerar los siguientes puntos: Lo que ayuda... •Ayuda a tu hijo(a) a crear tolerancia a la frustración. No le des todo, ni le des todo tan pronto como lo pida. Explícale que no todas sus demandas serán cubiertas, motívalo a trabajar, a ahorrar, a generar sus propios ingresos de forma creativa, moral y lícita, aprovechando sus talentos. Negocia que tú le comprarás lo que te pide, si él o ella aporta una parte. También dile que es posible que cubras lo que pide en un plazo mayor al que puedas hacerlo para ayudarle a desarrollar paciencia y a ti te servirá para saber si realmente lo necesita y qué tanto lo desea. •Conforme crece en edad, crecen sus derechos y a la par, deben crecer las obligaciones de tu hijo(a). Es tu tarea ser claro y preciso en eso. Por ejemplo, podrá llegar a las 12 de una fiesta, pero también será responsable de limpiar el patio de la casa y lavar el auto una vez al mes. •Exprésale el amor que sientes a tu hijo(a), pese a cualquier circunstancia por más negativa que sea. Nunca condiciones el amor a una calificación o a que haga lo que tú quieres. Eso no es sano para él o ella, para ti, ni para su relación. Ahora bien, es importante aclarar que expresar

el amor, no te exime de aplicar un castigo o consecuencia a una mala acción. •Escucha, escucha, escucha... Verdaderamente escucha. No estés preparando la respuesta que él o ella ya conocen mientras te habla. Realmente escucha. Y como prueba de que lo escuchas, formula preguntas abiertas o de confirmación de que realmente estás entendiendo su mensaje: “Entonces, déjame entender, lo que tú quieres decirme es...”. Escucha con todo tu cuerpo, apaga la TV y el celular. Escucha, escucha, escucha. •Corrige cuando sea necesario, es tu responsabilidad. Tienes la autoridad moral, legal y hasta espiritual para ayudarle a ver sus errores y enseñarle a aprender a ser responsable de las consecuencias de sus decisiones y acciones. •Habla de finanzas con tu hijo(a). Pídele que te acompañe al supermercado, que lea precios, que revise los recibos de servicios “por casualidad”, ayúdale a entender cómo opera esta empresa que se llama “familia”. •Ríe con tu hijo(a). Bromea, hazle cosquillas, abrázalo aunque crea que ya es grande. •Evita humillarlo delante de sus amigos.


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•Cultiva su vida espiritual con tu ejemplo. No lo mandes a los oficios religiosos si tú no acudes y respaldas esa religiosidad con hechos en la vida real. •Observa de forma cotidiana sus hábitos y rutinas: Alimentación, sueño, ejercicio, diversión. Tan pronto como notes alguna señal de alarma habla con él o ella. •No le permitas actos violentos. Platica con él o ella si notas acciones agresivas o irritabilidad excesiva. Busca ayuda profesional si lo consideras necesario. La práctica del deporte o cultura ayuda a canalizar la energía. •Vigila a sus amistades. Asegúrate que sus amigos (as) representan modelos de conducta positiva.

•Reconoce lo bueno que hay en tu hijo(a). Habla bien de él o ella, dile lo que piensas de él, cuando puedas de forma disimulada habla con otras personas de todo lo bueno que observas en él y permite que él escuche. •En los medios electrónicos: Navegación segura (antivirus, accesos controlados); identificar a contactos (la mayor parte de los agresores son conocidos); conocer la reputación online de tus hijos (¿qué dicen de él o ella?). •Disfruta a tu hijo(a). •En los medios de comunicación supervisa contenidos, limita horarios.


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Comentarios finales… Aunque múltiples esfuerzos han sido realizados con la finalidad de disminuir este grave problema, los resultados aún distan mucho de ser satisfactorios. La tarea pendiente respecto al bullying no es sencilla, es ardua y compleja, si bien en la actualidad ya existen numerosas investigaciones, los estudios deben continuar dando seguimiento a los diversos programas que se diseñen, implementen y evalúen para prevenir, intervenir y eventualmente erradicar este problema de salud sin fronteras. Hay voluntad y capacidad para hacerlo. Colaboradores: Mtra. Ana Laura Garza García MDH-CPSM Consejera Profesional y Coach. Catedrática de la Universidad Regiomontana. Directora de Sensibilización Social de Unidos. Dr. Manuel Yarto Wong Profesor-investigador de la Universidad Regiomontana. Periodista por más de 25 años en medios impresos y electrónicos en Nuevo León y Coahuila. Miembro de Líderes Ciudadanos en Pro de la Cultura de la Legalidad. Estudioso del impacto social de las tecnologías de la información. Dr. Dionicio Galarza Profesor del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario y de la Escuela de Psicología de la Universidad Regiomontana. Coordinador del Programa de Especialidad de Psicoterapia Clínica y Hospitalaria de la Facultad de Medicina de la UANL. Dra. María de los Ángeles Heftye Catedrática de la Universidad Regiomontana, licenciada en Psicología por la Universidad de Monterrey, maestra en Psicoterapia por el Instituto de Psicoterapia y en Educación Superior por la Universidad Regiomontana; obtuvo el doctorado en Educación por la Nova Southeastern University.

Mtra. Dalia Treviño Coordinadora de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Regiomontana, Psicóloga UDEM, Diplomado en Investigación ITESM, Certificado en Violencia de Género Colegio de Psicólogos de Madrid, 5 años como evaluadora CNEIP Consejo Nacional de Estudios e Investigación en Psicología. Lic. Gregorio Cruz Catedrático de la Escuela de Psicología de la Universidad Regiomontana, Magister en Pedagogía Social por la Universidad Autónoma de Barcelona, Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Dr. David Rico Es Doctor Cum Laude en Psicología Evolutiva y de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Due Cooperante Internacional spañol (AECID) en el programa de Cooperación Científica entre el Gobierno Mexicano y Español denominado Incorporación de Doctores Españoles en Universidades Mexicanas (2006-2008). También es profesor de la Escuela de Psicología de la U-ERRE. Dra. Leticia Treviño Doctora en Educación, Directora de Relaciones Institucionales U-ERRE.

*La Universidad Regiomontana cuenta con un programa que permite identificar el grado de violencia en las instituciones educativas.


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