Ensayo oul

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RELECTURA, un diálogo con las imágenes Tercer Encuentro sobre Memoria Visual Taller “Para qué hacer videos documentales” Autor: Oscar Urrutia 10 de noviembre de 2009 Ponencia 19 de noviembre de 2009

“Estamos acercándonos rápidamente a la fase final de las prolongaciones del hombre, o sea la simulación técnica de la conciencia…” Marshall Mcluhan Resulta cada vez más evidente la premonición de Marshall Mcluhan sobre la fuerza que los medios electrónicos alcanzarían a tener para comunicarnos e intercambiar información, considerados como extensiones de nuestro propio sistema nervioso central, capaces de contener un enorme potencial de imágenes que parecieran conformar y, en algunos casos, sustituir nuestra realidad contemporánea. Desde esta perspectiva podríamos asumir, no sin establecer una importante distancia crítica, que las imágenes en movimiento se han convertido en una fuente primordial para construir nuestra percepción de la realidad. Si quisiéramos encontrar un marco teórico para definir el proceso cognitivo mediante el cual esta nueva realidad comienza a perfilarse, el paradigma constructivista no sería suficiente, ya que en éste el conocimiento no se recibe de forma pasiva, ni a través de los sentidos, ni por medio de la comunicación; sino que es construido activamente por el sujeto, quien no tiene otra alternativa que construir lo que conoce sobre la base de su propia experiencia. Es precisamente el sentido del término “experiencia” lo que comienza a modificarse sustancialmente a partir del desarrollo de las tecnologías mediáticas. Lo que antes se entendía como una experiencia vivencial, parece ser desplazada en la actualidad por una experiencia mediática o virtual. Es entonces así como el conocimiento comienza a ser construido a partir de la vivencia experimentada mediante vínculos y asociaciones generadas por un tercero. La experiencia deja de ser una acción vivencial de primera mano para convertirse en una interacción cognoscitiva propiciada por un medio previamente construido.


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Todos los tipos de experiencias –incluyendo las mediáticas o virtuales- son esencialmente subjetivas, es por ello que podemos aceptar que el conocimiento, sin importar cómo se defina, está en la mente de las personas. Es así como la realidad se convierte en una construcción hasta cierto punto "inventada" por quién la observa. En la actualidad nuestra concepción del cosmos personal o subjetivo está construido por una enorme cantidad de imágenes generadas por terceros y ello nos lleva a experimentar la realidad a través de las vivencias de los “otros”. La cámara se convierte en el observador y la realidad es intervenida por un mediador. Nuestro conocimiento es entonces mediatizado. En el mismo sentido el documental no se escapa de formar parte de esta nueva construcción de la realidad, propiciada a partir de imágenes generadas mediante la experiencia de los otros. Sin embargo, la posibilidad que nos ofrece el documental para poder estar en el lugar del “otro”, adoptando la perspectiva de aquel quien vive la experiencia, nos permite construir una realidad exponencialmente más amplia, de aquella que pudiéramos construir limitados exclusivamente a nuestra propia experiencia. Es claro que no podemos reducir el término “experiencia” a un montaje organizado de imágenes y sonidos; así como es evidente que la complejidad de la realidad difícilmente será sustituida mediante su reformulación a través de medios electrónicos. Pero lo que tampoco debemos dejar de observar es la poderosa influencia que dichos mecanismos han logrado propiciar en nuestra construcción de la realidad. Para aclarar el punto que pretendo exponer quisiera recurrir a un ejemplo que se ha vuelto mítico a través del tiempo, me refiero al fragmento documental filmado por los hermanos Lumière, La llegada del tren (L'Arrivée d'un train à La Ciotat,1895). En el contexto que ahora planteo me parece importante mencionarlo por diversas razones: • En primer término forma parte del inicio histórico de la creación de las imágenes en movimiento. • Es en esencia una escena documental con una clara visión en el uso del lenguaje naciente, como recurso de construcción narrativa. • Ha logrado propiciar en torno suyo toda una serie de leyendas e interpretaciones que van mucho más allá de la simplicidad cotidiana que se proponía capturar inicialmente. • Pero principalmente, porque se plantea retratar una realidad que pretende no ser afectada por los mecanismos del propio registro. Cuando se exhibió por primera vez en diciembre de 1895, el escritor y periodista científico Henri de Parville escribió “...es de una veracidad (vérité) inimaginable. El


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poder de la ilusión!...”. Con sus palabras no es difícil imaginar el impacto de ver reproducida la realidad de un modo incuestionable. Veamos el resultado de esta experiencia documental primigenia:

http://www.youtube.com/watch?v=1dgLEDdFddk

A la distancia nos cuesta mucho trabajo asombrarnos del resultado y nuestro vínculo con la experiencia es distante y dudoso. Desde nuestra perspectiva contemporánea no es sino un registro técnicamente deficiente de un momento efímero. Sin embargo, con la curiosidad propia de un arqueólogo, podemos observar la precisión de una puesta en cámara sincronizada con una muy efectiva puesta en escena. El ángulo del observador, el campo visual de la cámara, es protegido tanto por el controlador del pasaje como por un “casual viajero”, miembro del equipo de documentalistas, quién de forma calculada lleva fuera de cuadro a un pasajero que podría arruinar la toma. La realidad ha sido atrapada con enorme conciencia, desde la selección del emplazamiento de la cámara hasta el cálculo de la disposición espacial de los pasajeros descendiendo y abordando el tren. La realidad comienza a ser mediatizada para cumplir con un propósito. Pero que pasa 100 años más tarde, en 1995, cuando el cineasta francés Patrice Leconte es invitado a colaborar en el proyecto-homenaje a los hermanos cineastas, titulado Lumière y compañía (Lumière et Cie, 1995), utilizando la cámara original -el


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cinematógrafo Lumière- para registrar el mismo evento capturado por los pioneros del documental.

http://www.zappinternet.com/video/KiDpNumRig/Lumiere-amp-Company-Patrice-Leconte

El resultado de Leconte pone en evidencia la determinante participación del medio, en este caso la cámara cinematográfica, para conformar nuestra percepción de la realidad registrada. Que lejos nos encontramos de la entusiasta reacción del periodista francés; que lejos de aquella “veracidad inimaginable”. El documental contemporáneo de Leconte nos trae de vuelta el universo temporal de aquel primer registro de la llegada del tren. La cámara recrea la realidad a partir de su propio principio mecánico y la repite, cien años después, inalterable. Lo único que parece fuera de lugar es el veloz TGV, que surge como de una trama de cienciaficción. En esta ocasión el tren ya no se detiene en la estación secundaria. El constructivismo afirma que nunca se podrá llegar a conocer la realidad como lo que es, ya que al enfrentarse al objeto de conocimiento, no se hace sino ordenar los datos que el objeto ofrece en el marco teórico del que se dispone. El documental parecería poder describirse a través de la paráfrasis de dicha aseveración: El documental nunca podrá acercarse a la realidad como lo que es, ya


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que al registrar el objeto de conocimiento, no hace sino capturarlo a través de los mecanismos tecnológicos de los que dispone. Intentando lograr una construcción de la realidad, el documental se convierte en una versión de ella; versión particular y subjetiva de aquel que vive la experiencia de primera mano y que más tarde volverá a ser reinterpretada por el espectador, quien la experimenta mediatizada. Volvamos al ejemplo de los hermanos Lumière y observemos una versión apócrifa del director asiático John Woo, en donde hace un homenaje del fragmento documental aquí analizado.

http://www.youtube.com/watch?v=Ntyt87C1RZM

Resulta evidente el tono paródico del homenaje, al punto que puede ser fácilmente cuestionable la atribución del fragmento al autor chino, ya que se intuye como la intervención de algún admirador del cineasta quien, en su nombre, ofrece un “remake” del famoso documental. Introduzco aquí el término “remake” con el propósito de hacer énfasis en la paradoja que plantea cuando nos referimos al documental. ¿Es posible rehacer un documental? ¿No es el documental en esencia irrepetible?.


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Sin embargo, la versión de John Woo nos acerca aún más al tema que nos ocupa. En ella podemos observar un propósito distinto de construcción de la realidad. A través del propio medio, el autor busca re-contextualizar una acción registrada de modo documental, creando un marco temporal anacrónico, poniendo en duda la propia realidad. La pregunta obligada sería entonces ¿Quién construye la realidad que el documental pretende ofrecer? ¿Quien la experimenta; quien la reformula a través del medio; o quien la reinterpreta desde la perspectiva del espectador?. Si bien en la actualidad el documental se ha convertido en un elemento indispensable para entender y formular nuestra realidad, también es cierto que debemos cuestionar sus herramientas y explorar sus límites, con el fin de obtener mecanismos de construcción más eficaces para la comprensión de una realidad en perpetua transformación. Para finalizar quisiera incorporar a la exposición una variación contemporánea del mismo fragmento de los Lumière intitulada Lindsay, 2007 vs The Lumière Brothers, 1895, de un autor autodenominado en youtube, lindsmackay, cuyas características son pertinentes dentro de contexto aquí desarrollado.

http://www.youtube.com/watch?v=tklPxEbDdOo


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En esta nueva versión del documental de los hermanos Lumière es interesante observar la presencia de aquellos elementos de subjetividad que el constructivismo plantea como resultado de la construcción de la realidad. En primera instancia se hace un marcado énfasis en el punto de vista “subjetivo” de la toma. La llegada del tren a la estación es visto a través de la perspectiva creada por la lente de los anteojos de aquel que experimenta la realidad de primera mano. El lente de la cámara no ve la misma perspectiva del tren ya que apunta hacia el piso y no hacia el andén, como lo hace la cámara en su versión original. Hacia el final de la toma se lleva a cabo un juego de espejos generado por la aparición de la imagen de un sujeto grabando desde el interior del vagón que se detiene en primer plano, creando la ilusión de ser el reflejo de quien realiza el registro documental. De nuevo, 112 años después, nos encontramos con una sincrónica puesta en cámara y puesta en escena “documental”, que fue previamente planeada para lograr su correcta ejecución, moldeando la realidad según las propias necesidades subjetivas del observador. Así, como lo plantea el propio constructivismo, el documental no puede ofrecer una descripción exacta de cómo son las cosas, sino solamente una aproximación a la realidad, que sirve mientras no se disponga de una explicación subjetivamente más válida. Para el constructivismo una descripción exacta de cómo son las cosas no existe, porque la realidad no existe sin el sujeto. El documental nos permite convertirnos en el “sujeto”, otorgándonos la posibilidad de acercarnos a la realidad para ser partícipes de ella, sin necesidad de formar parte de la experiencia vivencial. Me gustaría cerrar la exposición del tema con una respuesta muy personal, y por ello subjetiva, sobre la problemática que aquí nos reúne: ¿Para qué hacer videos documentales?. Mi respuesta es simple y no tengo que meditar al respecto. En mi caso, hacer documentales me ofrece la posibilidad de experimentar la realidad de primera mano, sin mecanismos intermediarios, pero sobretodo, de experimentar ciertos aspectos de la realidad a los cuales no tendría acceso de otra forma, o que no me esforzaría en buscarlos si no fuera a través de la obsesiva necesidad de tratar de capturar la realidad.


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