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LA DIPLOMACIA DE LAS VACUNAS CHINAS EN EL SUDESTE ASIÁTICO
Por Ana Jasid López Arroyo y Ximena Itandehui Hernández Ramales
La crisis sanitaria ocasionada por la pandemia del Covid-19 ha posicionado a la vacuna contra el coronavirus como la nueva moneda de cambio para la diplomacia internacional y como la principal fuente de oportunidades para que las potencias del momento puedan ejercer el poder blando (capacidad de un Estado para influenciar en el comportamiento de otros y obtener los resultados deseados) dentro de sus regiones de interés
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Es así como, en medio de una competencia geopolítica y económica entre países industrializados, surge la llamada “diplomacia de las vacunas”, la cual puede considerarse como una de las herramientas actuales de política exterior utilizada por algunos Estados para promover sus intereses y adquirir beneficios alrededor del mundo.
Si bien la pandemia ha dejado en evidencia la importancia de una distribución rápida, barata y justa de vacunas, la decisión por parte los países occidentales por almacenarlas y ocuparse primeramente de sus propias necesidades internas, ha precipitado una crisis de suministro para el resto del mundo en la primera mitad de 2021. Sin embargo, este acontecimiento le ha dado la oportunidad a países como Rusia, China e India en ser los primeros en exportar sus respectivas vacunas hacia los países con los que desean reforzar alianzas políticas y comerciales.
China ha sido uno de los proveedores de vacunas más destacados y uno de los primeros en utilizar la diplomacia de las vacunas para ayudar a países que no han tenido acceso a ellas o bien, no pueden costearlas Beijing, tiene la intención de promover la accesibilidad y la distribución justa de vacunas en todo el mundo, proporcionando alrededor de 2 000 millones de dosis contra la COVID-19 a lo largo del 2021 y ofreciendo 100 millones de dólares al Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (COVAX por sus siglas en inglés). Demostrando así su íntegro compromiso de convertir las vacunas en un “bien público global” y de construir una comunidad cooperativa y equitativa para el futuro (Xinhua Español, 2021).
En cuanto al destino de las vacunas chinas, las empresas de biotecnología Sinopharm y Sinovac han vendido y recibido pedidos internacionales por más de 800 millones de dosis, cuyo principal destino son países de África, Oriente Medio, América Latina y el Sudeste Asiático Este último, se ha convertido en un objetivo clave para el gobierno chino debido a que la región ha obtenido “el 29% de las donaciones totales de las vacunas chinas y el 25,6% de sus ventas en todo el mundo” (Zaini, 2021). Sin embargo, los intereses del gobierno chino en la región asiática van más allá del papel que ésta representa para el mercado de las vacunas chinas.
El gigante asiático espera, a través del suministro de las dosis desarrolladas por sus farmacéuticas, ganar mayor presencia en el Sudeste Asiático así como obtener más aliados, ya sea acercándose a países que durante las últimas décadas han tenido cierta desconfianza u hostilidad hacia éste, como es el caso de Vietnam; asegurando a sus aliados como Filipinas; o bien, obteniendo ventaja frente a Estados Unidos en países como Tailandia, Myanmar, Malasia e Indonesia (Dunst, 2020).
Del mismo modo, el gobierno chino quiere aprovechar sus vacunas para sacar ventaja frente a uno de sus principales rivales regionales; su vecino India. China, a través de una combinación de ayuda, préstamos e inversión en infraestructura en el Sudeste tiene la intención de aumentar su influencia en dicha zona, así como mostrar que siempre está listo para ayudar cuando otros se ven impedidos, como lo demostró otorgando sus suministros a quienes tuvieron retrasos en la entrega de las dosis indias durante la crisis que sufrió el país debido a las nuevas variantes del SARSCoV-2 (Hua y Mandhana, 2021)
Otro objetivo del país asiático para acercarse a la región es la Iniciativa de la Franja y de la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), ya que por medio de sus vacunas busca suavizar la posición de estos países en las disputas territoriales y marítimas (como es el caso del Mar de China Meridional); y cimentar los lazos económicos y diplomáticos que faciliten el desarrollo de la BRI (Iftikhar, 2021). Para ello, el gobierno chino ha diseñado la “Ruta de la Seda de la Salud” a partir de la que declaró que, las naciones BRI participantes eran una prioridad máxima para el suministro de vacunas, tanto gratuitas como subvencionadas (Heydarian, 2021).
Por otro lado, de manera general, aspira a reparar la imagen del país tras ser señalado como el responsable del brote del SARS-CoV-2 y, en su lugar, ser percibido como un actor clave en el suministro de vacunas. Además, la visión de Beijing no sólo se centra en conseguir ventajas a corto plazo, sino también a largo. Con la venta de sus vacunas, espera contribuir a su economía, pulir su reputación como líder regional y global, así como aumentar la participación del país en la industria farmacéutica mundial.
Fuente: bit.ly/2YqXZoR
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Durante el primer semestre del año, China ha vendido y donado cientos de millones de dosis al Sudeste Asiático. A la vez que, en términos de eficacia y en comparación con otros países, las vacunas del gigante asiático han sido entregadas de manera constante a sus destinatarios, liderando así sus farmacéuticas el abastecimiento de éstas en la región A pesar de los millones de vacunas que los países de dicha región han adquirido (ya sea a través de compras o donaciones) durante el primer semestre de 2021 y de las entregas en tiempo por parte de Beijing, el país enfrenta diferentes retos en la región que pueden hacer que los esfuerzos hechos hasta ahora no tengan los resultados deseados.
Primero, existe una preocupación generalizada sobre la efectividad de las vacunas chinas, que se deriva de las constantes críticas internacionales cuestionando la falta de transparencia de las farmacéuticas sobre los resultados de la fase final de los ensayos clínicos de sus vacunas y sobre la efectividad de éstas frente a las nuevas variantes del coronavirus. Al igual que, se fundamenta en los ensayos clínicos extranjeros que han demostrado una tasa de efectividad superior al 50% en una de las principales vacunas del país; CoronaVac, cifra que está muy por debajo de sus competidores que han alcanzado tasas hasta del 90% de efectividad (Heydarian, 2021)
Asimismo, las dos principales vacunas chinas contra la covid-19 desarrolladas por Sinovac y Sinopharm, han estado recientemente en medio de algunas noticias negativas que reportaron un aumento de infecciones e incluso algunas muertes entre las poblaciones vacunadas con las dosis de dichas farmacéuticas (Uchoa, 2021) A la vez que, países como
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Reino Unido, así como han apostado a COVAX como una alternativa crucial (Anh, 2021) como Arabia Saudita, Chile y Bahrein anunciaron que aplicarán una tercera dosis “de refuerzo” a todos aquellos ciudadanos vacunados con CoronaVac.
En el caso del Sudeste Asiático, Tailandia decidió administrar la vacuna AstraZeneca como segunda dosis para aquellos que recibieron la de Sinovac como primera, Singapur por su parte no incluirá a las personas que recibieron inyecciones de ésta en su grupo vacunado, mientras que el Ministerio de Salud de Malasia dijo el pasado 15 de julio que el gobierno dejará de administrar CoronaVac una vez que se agoten los suministros actuales (Mazrieva, 2021)
Por su parte, Indonesia y Malasia, que si bien poseen una considerable cantidad de vacunas chinas para abastecerse, han preferido agregar a su repertorio otras farmacéuticas (Zaini, 2021). Al respecto, es inevitable suponer que entre las causas que han provocado la decisión de ambos países por diversificar las fuentes de suministro -y así evitar depender completamente de la generosidad del gigante asiático-, se encuentren, la ya mencionada mala reputación de sus vacunas y la creciente desconfianza que está generado con el ejercicio de su poder duro
Es así que, de manera general, los países del Sudeste Asiático han buscado diversificar su portafolio de vacunas o incluso, como ya se mencionó, completar las dosis chinas con alguna otra vacuna de mayor efectividad Hasta el momento han apostado por una combinación de vacunas, entre las que destacan, en general, Sinovac y Sinopharm de China (aunque cada vez con menor demanda); Sputnik V de Rusia; Pfizer, Moderna de los EE. UU.; o AstraZeneca del Reino
Aunado a lo anterior, existe una desconfianza regional hacia China debido a la falta de voluntad de ésta para reconocer la integridad territorial y los derechos de exploración marítima de los países del Sudeste Asiático en el Mar de China Meridional. Y, mientras Beijing se niegue a acatar las leyes internacionales que regulan la propiedad marina, las naciones que conforman esta zona parecen decididas a no ceder ante las “buenas intenciones'' que ha intentado mostrar el gigante asiático a través de sus vacunas Además de que, el gobierno chino tendrá que superar la desconfianza que se ha generado en torno a sus vacunas de la mejor manera si no quiere ser superado ahora que Estados Unidos ha entrado en la diplomacia de las vacunas
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Si bien el Sudeste Asiático parece estar dispuesto a poner un alto a las vacunas chinas, es importante recalcar que, hasta el momento, las alternativas a las que ha apostado la región no han resultado como se esperaba; las entregas de COVAX (principalmente de AstraZeneca) están aumentando ligeramente después de retrasos de meses. Y, a pesar del compromiso de la administración Biden de entregar millones de dosis en el extranjero, las primeras entregas para el Sudeste apenas están comenzando a llegar y no representan cantidades significativas: 2 millones de dosis de Moderna a Vietnam, 1 millón de dosis de Pfizer a Malasia, poco más de 3 millones de dosis de Johnson & Johnson a Filipinas y 1 millón a Laos (CSIS, 2021)
Por el lado contrario, China ha suministrado (o planea hacerlo) a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés) 120 millones de dosis contra el SARS-CoV-2, lo que supera casi cinco veces la cantidad asignada para la región a través del mecanismo COVAX (The Jakarta Post, 2021) Y, hasta el momento y a pesar del rechazo que se ha generado a sus vacunas, se posiciona como el principal actor en el suministro de éstas para el Sudeste Asiático, aunque sigue sin poder obtener el monopolio d dentro de ella.
Sin duda, China tiene numerosos retos que enfrentar conforme la efectividad de sus vacunas es puesta en duda alrededor del mundo, la desconfianza por las dosis de Sinovac y Sinopharm aumenta ante las nuevas variantes del coronavirus en el Sudeste Asiático y Estados Unidos comienza a desplegar su diplomacia de las vacunas con fuerza.
Si bien en un inicio el país asiático parecía ir al frente de la carrera diplomática, hoy tiene diversas
Ana Jasid López Arroyo
Estudiante de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM barreras que superar y que, de no saber manejar correctamente, podría hacer que todos sus esfuerzos por posicionarse como un actor clave en la inmunización del mundo terminen fracasando Sin embargo, el gigante asiático no parece dispuesto a perder su puesto en la carrera diplomática, por lo que, probablemente durante la segunda mitad del año, Beijing continuará trabajando y esforzándose (a pesar de la hostilidad de Occidente) por ganar presencia a través de sus vacunas en el Sudeste Asiático y el mundo.
Sus principales temas de interés giran en torno a la cultura, historia, cooperación internacional y soft power en la región de Asia Pacífico Actualmente efectúa su servicio social en el proyecto PAPIME “Elaboración de Recursos didácticos sobre Temas Contemporáneos de Asia Pacífico”, bajo la responsabilidad del Dr. Alejandro Carlos Uscanga Prieto. También se encuentra realizando su tesina de titulación bajo la supervisión de la doctora Virginia Valdivia Caballero, en la cual se aborda el tema del soft power y la mercantilización de la cultura tomando como ejemplo la llegada del anime en México.
Ximena Itandehui Hernández Ramales
Estudiante de la licenciatura de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en la región de Asia Pacífico, específicamente en la parte del Sudeste Asiático, de la República Popular China y de la República de Corea, especialmente en los temas de género, política exterior y diplomacia.
Aceptada por la Beijing Foreign Studies University para realizar una estancia semestral. Actualmente trabaja en su tesis sobre "La aplicación de la tecnología durante la pandemia del COVID-19: El caso de la República Popular China" y participa en el Proyecto PAPIIT sobre “Las relaciones económicas transpacíficas y México en el marco de los efectos de la pandemia COVID-19 (2020-2022)”.