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CARLOS CORREDOR, 60 AÑOS AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA
CARLOS CORREDOR, 60 AÑOS AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA 13 DE ABRIL
Una silla de la Universidad Simón Bolívar amaneció vacía el 11 de abril de 2022. Carlos Corredor Pereira, a sus 85 años, era un hombre absolutamente lúcido. Con él, una conversación sobre cualquier tema daba anécdotas para rato. Al tomar el micrófono en los eventos institucionales, su mensaje iba cargado con una reflexión, un dato o un momento clave de la historia, como antesala del tema al que iba a dar apertura; era su noble aporte para que los espectadores se contextualizaran a la perfección con la información que proseguía.
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Su intelecto fue resultado de componer (con la precisión de un científico) una hoja de vida académica intachable, viajar por el mundo, devorar cientos de páginas de libros y proceder con una visión precisa, de esas con las que nacen los líderes.
ENTRE LA ACADEMIA Y LA CIENCIA
Bogotá lo vio nacer el 7 de octubre de 1936. Sus padres fueron Carlos Corredor Villafrades, comerciante de la industria textil y Graciela Pereira Tello, maestra. Realizó sus estudios secundarios en el Seminario San José de Miranda en Santander, donde adquirió las bases para el desarrollo de su pasión por la lectura, la investigación, la ciencia, la cultura y el arte.
Siendo muy joven, Corredor se hizo profesional en Estados Unidos. Logró un bachelor of science en Química en la Universidad Tennessee Wesleyan en 1958, un master of science en Bioquímica Médica en la Universidad de Missouri en 1961 y un doctorado en Bioquímica Médica en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) en 1968. Radicado en EE. UU. y prestando sus servicios como asistente de 35
enseñanza en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Misuri, un viaje a Nueva York representaría el inesperado regreso a Colombia y el inicio de la cúspide de su carrera. Al pasar por la sexta avenida, reconoció la bandera tricolor y con la curiosidad de un estudiante que camina por el mundo, pero tiene sus raíces aferradas a la espalda, preguntó por el cónsul; solo por saludar a su connacional. Al presentarse ante él y contarle la corta pero fructífera experiencia que estaba acumulando en el extranjero, el cónsul le dijo: “Colombia lo necesita” y sirvió de intermediario entre Carlos Corredor y la Universidad del Valle.
Fue el 2 de enero de 1962 el día que marcó el antes y después de su recorrido por la docencia, investigación y dirección universitaria, que lo llevaría a ser un conocedor profundo del sistema de Educación Superior de Colombia. Ese año y por 30 más, estuvo vinculado a la Universidad del Valle. Inició como auxiliar de cátedra, pasó a ser profesor, director de Posgrado de la Facultad de Medicina, jefe del Departamento de Ciencias Fisiológicas y vicerrector de Investigaciones, siendo la primera dependencia de esta categoría en el territorio nacional, convirtiéndose en el primer vicerrector de Investigaciones del país.
Junto con seis bioquímicos formados de esa época, en 1967 fundó en Colombia una asociación de investigadores en ciencias fisiológicas que posteriormente se convirtió en la actual Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas.
En los próximos 17 años, la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá) pasó a ser su casa de estudios, en la que se desempeñó como director de Posgrados y decano de la Facultad de Ciencias, cargo desde el cual contribuyó a formar en 1995, con un grupo de decanos de las Universidades de Antioquia, del Valle, la Nacional (sedes Bogotá y Medellín), la Industrial de Santander (UIS) y Los Andes, la Asociación Colombiana de Facultades de Ciencias (Acofacien), de la cual fue el primer presidente, director ejecutivo por 20 años y asesor permanente del Consejo Directivo.
En 2010 ingresó a la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de San Buenaventura, seccional Cartagena, institución en la cual estuvo vinculado hasta el 2012 como director de la Maestría en Bioquímica Clínica.
Su carrera profesional fue prolífica. Los colegas lo recuerdan por su sabiduría, dominio del insondable campo de la ciencia y una habilidad admirable para encontrar la respuesta a las situaciones actuales en retrospectiva con los hitos de la historia, fenómenos y conceptos teóricos que solía referir con nombres propios, autores y lugares, en español, portugués, inglés, alemán y hasta en latín.
De hecho, su desempeño le mereció ser honrado con varios reconocimientos, entre ellos la Medalla Simón Bolívar, otorgada por el Ministerio de Educación Nacional; la Orden Javeriana de Honor en el Grado de Comendador y el Premio a la Obra Integral de un Científico de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fue el primer recipiendario de la medalla Águila en la Ciencia, concedida por la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas; del reconocimiento como Servidor Meritorio de la Educación Superior de la Asociación de Instituciones de Educación Superior de Antioquia (Asiesda) y la Agencia de Educación Superior (Sapiencia); y el premio a la Vida y Obra de un Asociado, otorgado por la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas.
Fue miembro de varias instituciones académicas y científicas: la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Accefyn), la Real Academia de Ciencias de Madrid, la Academia de Medicina del Valle, la Academia Nacional de Medicina, la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas; la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (Avanciencia), la Asociación Colombiana de Facultades de Ciencias (Acofacien), la Sociedad Española de Bioquímica, la American Association for the Advancement of Science y la Pan-American Association of Biochemical Societies.
También fue elegido cuarto presidente de la Asociación Panamericana de Bioquímica; miembro y coordinador de la primera Comisión Nacional de Doctorados y Maestrías y posteriormente, fue miembro durante cinco años de la Sala de Salud de la Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Conaces).
Corredor no solo fue maestro, académico e investigador. Era un ser humano con una altísima vocación por la defensa de la justicia social, por ende, estuvo integrado a trabajar mancomunadamente con la noble intención de coadyuvar en la lucha por proteger en su gran mayoría, los derechos más fundamentales de los conciudadanos.
Participó activamente en la creación de varias instituciones solidarias, fue miembro fundador y miembro de junta directiva de algunas de ellas, que hoy día son entidades consolidadas y entregadas al bienestar de miles de familias, entre ellas la Cooperativa Médica del Valle, hoy Coomeva, el Fondo de Profesores de la Universidad del Valle (Fonvalle) y fue gestor y primer presidente del proyecto de vivienda Puente Palma en Cali.
EN LA FAMILIA UNISIMÓN
A la Universidad Simón Bolívar llegó el primero de abril de 2012 como asesor de la Vicerrectoría Académica. Fue director del departamento de Ciencias Básicas, director de la Maestría en Genética, fundador y primer decano de la Facultad de Ciencias Básicas y Biomédicas. Además, por sus sendas cualidades y extensa formación, años más tarde, el 16 de septiembre de 2014, fue seleccionado como miembro de Sala General.
Estando en Barranquilla, ofreció su nombre para tomar las riendas de la sede en Cúcuta y transformar sobre lo construido una institución más fortalecida en Norte de Santander; propuesta que fue aceptada por unanimidad por los miembros de la Sala General, quienes lo consideraron como el profesional idóneo para asumir tal responsabilidad. Por acuerdo No. 16 de 2017 (Julio 24) de la Sala General le ratificaron su traslado a Cúcuta para ser el vicerrector de sede de la Universidad
Simón Bolívar. Su cargo representó la máxima autoridad de la Institución Superior en la capital nortesantandereana.
Se trasladó a la ciudad fronteriza y rápidamente hizo de Cúcuta su hogar junto a su esposa, Cristina Inés Arbeláez Ospina, quien llegó meses después y con la cual se radicó e inició su propia historia en la Casa del Duende. A los dos se les veía felices descubriendo la cultura de esta calurosa ciudad, visitando pueblos cercanos en sus días libres y deleitando la gastronomía local, inclusive, siendo parte activa de causas filantrópicas y en beneficio de comunidades vulnerables, siempre de la mano, como aquel 17 de mayo de 1980, día en el que contrajeron nupcias. Tampoco hizo falta el contacto amoroso con sus hijos Carlos Eugenio Corredor Buckner, Carolyn Grace Corredor Buckner, Joyce Victoria Corredor Buckner, María Claudia Corredor Arbeláez y Andrés Felipe Corredor Arbeláez a los que siempre les apoyaba sus sueños y eran motivo de conversación en muchos de sus diálogos. Fue en la ciudad de Cali en donde se conocieron los novios Carlos y Cristina y desde ahí empezó su historia de amor de más de 40 años.
En la sede Cúcuta, de la mano con los jefes de departamento, los directores de los programas académicos, profesores y administrativos inició el camino hacia la consolidación de una Universidad líder en Educación Superior, más orientada al logro de investigación de los problemas locales y regionales, estructurada desde la excelencia y proyectada hacia el país y el mundo; valorando el talento humano, apoyando a los estudiantes y egresados, resolviendo las inquietudes de todos con una charla amena y atento a escuchar opiniones, por más descabelladas que parecieran. Tenía ese don de pensar en grande y confiar en su equipo de trabajo.
Algunos de los exitosos avances que logró dentro de la Universidad fueron, entre otros, el programa de radio Unisimón al aire, que suma cuatro años emitiendo la voz
de la academia; el espacio de reuniones Un Café con el Vicerrector, en el que en un diálogo abierto con estudiantes y directivos, escuchaba y tomaba apuntes sobre las mejoras por hacer; el proyecto Hombre Culto, una apuesta a la formación de una nueva generación de profesionales desde el área de Humanidades y la Cátedra Bolivariana; el aumento de la oferta educativa de posgrados, pues mantuvo en su mente convertir a la Universidad en una Institución líder en especializar a los profesionales, no solo del oriente colombiano sino del país y Latinoamérica; así como la gestión de importantes alianzas y convenios con instituciones públicas y privadas de Colombia, posicionando a la Universidad y fortaleciendo su reputación ante el sector empresarial, el Estado y la sociedad.
En cuanto a su interacción con la sociedad nortesantandereana, su trayectoria y habilidad para relacionarse con las autoridades civiles y el sector productivo, fue de admirar. Recibió el nombramiento de miembro de número y dos veces consecutivas, vocal de la junta directiva de la Academia de Historia de Norte de Santander y fue vicepresidente de la junta directiva de la Fundación Cultural el Cinco a las Cinco, entidad con la que lideró el Diplomado de la Nortesantandereanidad y participó en uno de sus proyectos bandera, el Parque Interactivo de Cultura, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Frontera Eureka en el que se desempeñó como coordinador de la Unidad de Salud y Vida Inteligente. Además, fue miembro honorario del Círculo de Periodistas de Colombia (Capítulo Norte de Santander).
Ante la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, enfrentó con gallardía los grandes retos que representó el cierre temporal de las instalaciones de la Universidad, orientando los procesos con tal maestría que el calendario académico continuó ininterrumpidamente con el apoyo de las herramientas tecnológicas que, desde casa, tanto administrativos, como profesores y estudiantes, aprendieron juntos a aprovechar.
Dada su facilidad para la escritura, en mayo de 2018 se convirtió en columnista del diario La Opinión, así como en colaborador de algunas páginas de la separata cultural Imágenes, compartiendo su perspectiva sobre temas de actualidad, ciencia, vida y el ser humano, con una particularidad y optimismo insistente sobre el papel de la academia sobre la incidencia en el desarrollo y progreso de la sociedad.
Entre su producción intelectual tuvo la dirección de 13 tesis de doctorado, 70 de maestría y 12 de pregrado y publicó en revistas indexadas más de 70 artículos científicos y cerca de 15, sobre política universitaria y docencia de las ciencias en la Universidad.
"Hagamos inmortal el legado de quien siempre creyó en múltiples posibilidades frente a una misma cuestión.” Doctor Adalberto Sánchez, exestudiante de Carlos Corredor Pereira de la Escuela de Ciencias Básicas.
Más letras estaban por escribirse para seguir contando la gran historia de Corredor, un hombre culto, lector incansable, apasionado por los viajes, amante de la música clásica, de cantar, de bailar y de pintar; un gran académico comprometido con la excelencia.
Su legado perdurará para siempre como un cúmulo de riquezas y su corazón estará palpitando eternamente en el alma mater del Portón de la Frontera, su Unisimón Cúcuta.