Carlos Gabriel Salazar Cรกceres
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Ezequiel Rojas
Comité Editorial Pedro Gustavo Huertas Ramírez Gustavo Mateus Cortés Jesús Enrique Medina Flórez
EZEQUIEL ROJAS VIDA Y PENSAMIENTO
ISBN 958-97552-8-3 Primera Edición Junio de 2006 La información de esta obra puede ser reproducida parcialmente, sin ánimo de lucro, citando la fuente correspondiente.
Dirección Editorial Pedro Gustavo Huertas Ramírez La selección de ilustraciones y los textos de las mismas, fue hecha por la Dirección Editorial. Academia Boyacense de Historia Casa del Fundador - Plaza de Bolívar Telefax (098) 7423441 Tunja - Boyacá Impresión: Búhos Editores Diag. 57 No. 7-34 Barrio Santa Rita Tel. (098) 7442264 Tunja - Boyacá
Portada: Firma autógrafa y óleo / lienzo de Ezequiel Rojas. Galería de Personajes Ilustres de la Academia Boyacense de Historia. Contraportada: Panorámica de Miraflores - Boyacá, municipio donde nació José Ezequiel Rojas Ramírez. Diseño y Fotografía: Gustavo Mateus Cortés
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Dedicatoria A toda persona que por vocaci贸n ha optado el camino de la ense帽anza como ministerio de su vida
Biblioteca de la Academia Boyacense de Historia Colecci贸n Centenario No. 13 3
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Redactor del Primer Programa del Partido Liberal Colombiano Miraflores - Bogotรก Septiembre 13 /1804 - Agosto 21 /1873
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Principios del Partido Liberal Colombiano, como Programa de Gobierno, formulados por José Ezequiel Rojas Ramírez el 16 de Julio de 1848 - REPÚBLICA quiere el Partido Liberal: quiere sistema representativo... - Quiere que las libertades públicas y los atributos de la soberanía nacional se garanticen... - Quiere que los derechos individuales y sus garantías sean realidades... - Quiere que solo la voluntad de la Ley sea la que disponga de la suerte de los hombres... - Quiere que la ley sea la expresión de la voluntad del legislador, y no la expresión de la voluntad del Poder Ejecutivo... - Quiere que los llamados a exigir la responsabilidad de los funcionarios públicos nada tengan que temer ni qué esperar de ellos... - Quiere que haya recta y pronta administración de justicia... - Quiere leyes claras, precisas y terminantes... - Quiere el partido liberal que no se deje al Poder Ejecutivo la facultad dictatorial para remover a los empleados ... - Quiere muy especialmente el partido liberal que al conferir los destinos públicos solo se tenga en mira el buen servicio de la sociedad... - Quiere que se adopte una severa economía y que no se inviertan las rentas públicas, sino en las necesidades reales de la sociedad... - Quiere el partido liberal que las encinas no se alimenten ni crezcan con la sustancia de los pequeños arbustos, cuando su sombra ningún beneficio les reporta... - Quiere que se retire al Poder Ejecutivo la facultad dictatorial de disponer de las rentas públicas por medio de contratos celebrados a su arbitrio... - Quiere, con vehemencia, que la nación tenga crédito ... - Quiere que todos los granadinos sean ricos... - Quiere el partido liberal que no se adopte la religión como medio para gobernar... - Quiere que de preferencia se destine una parte considerable de las rentas públicas a facilitar las vías de comunicación por tierra y por agua... - Quiere que se haga justicia imparcial a todos los granadinos... - En resumen, quiere el partido liberal que se organice un gobierno en beneficio de los gobernados... Tales son y tales han sido siempre los principios y los deseos del partido liberal... Ezequiel Rojas ("La Razón de mi Voto". En: El Aviso, No. 26, Bogotá, julio 16 de 1848, pp. 3 y 4)
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C ONTENIDO Prólogo ........................................................................................ 11 1. Semblanza Biográfica ................................................................. 17 2. Filiación Filosófica ..................................................................... 73 3. Legado Intelectual ...................................................................... 87 Bibliografía ................................................................................. 120 Anexo No. 1: Decreto que señala los autores por los cuales deben estudiar los alumnos en las Cátedras de Derecho ......................................................... 123 Anexo No. 2: "La Razón de mi Voto", por Ezequiel Rojas...... 124
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E L C AFETAL Óleo /Lienzo por Jesús María Zamora, famoso pintor paisajista nacido en Miraflores en 1871, cuyo original de 56 x 41 cm. reposa en el Museo de Antioquia en Medellín. El famoso pintor centenarista Jesús María Zamora, nació dos años antes del fallecimiento de su coterráneo José Ezequiel Rojas Ramírez. Pinturas como "El Cafetal", plasman el paisaje de la región de Lengupá, de la que los dos fueron oriundos. (FAJARDO DE RUEDA, María, Jesús María Zamora: Discípulo de la Naturaleza, Bancafé – Fiducafé – Fondo Cultural Cafetero, Bogotá, 2003, pp. 16 y 17)
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P RÓLOGO La historia del pensamiento en la historiografía contemporánea tiene gran interés para el estudio de las ideas de aquellas personalidades que reflexionan sobre las sociedades, tanto en su pasado y presente, como en esas líneas tendenciales que proyectan el futuro en su devenir. Es significativo señalar que a través del pensamiento, los ideólogos reflejan las esencias históricas de la realidad que viven, por lo cual son de trascendencia para el análisis de lo histórico. Hoy existe gran interés por estudiar la realidad histórica de las ideas, porque tenemos en cuenta que las ideas siempre están en función de una realidad. No se estudian en forma abstracta, sino en función de una realidad. Ello significa que debemos tener en cuenta las circunstancias que generan esas ideas. Sólo en relación con determinadas circunstancias, las ideas adquieren su cabal sentido. El académico jurista, Dr. Carlos Gabriel Salazar Cáceres, miembro de número de la Academia Boyacense de Historia, ha escrito su obra Ezequiel Rojas. Vida y Pensamiento, en la cual nos refleja la esencia histórica e ideológica de este político, jurista, periodista y educador boyacense de gran dimensión en los orígenes ideológicos y republicanos del pueblo colombiano en el siglo XIX. Este ilustre boyacense, natural de Miraflores, es analizado en esta obra con gran estilo y profundidad. Su vida y obra adquieren gran trascendencia en la historia del pensamiento político de Colombia, pues sus ideas en su esencia histórica, se proyectaron en las ideas políticas del Liberalismo en el pueblo colombiano. Su vigencia social corresponde a la llamada Generación Romántica, cuyos coetáneos se enfrentaron a los primeros problemas de una nación recién independiente. Por ello, su misión fue buscar los modelos políticos más apropiados para el nuevo Estado Nacional, con el ejemplo de otras naciones del mundo, principalmente Inglaterra, Estados Unidos y Francia. Les correspondió la organización de los partidos políticos 11
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ideológicos y presentar soluciones a los problemas constitucionales, económicos, sociales y educativos. Ellos afrontaron la revolución socio-económica de 1850 que fue la continuación de la revolución de independencia. Los románticos hicieron vigencia en un momento histórico de enfrentamientos entre las libertades y la tradición. Corresponde a un período de Romanticismo en el Mundo Occidental, que se expandió por Hispanoamérica con fuerzas vitales de consolidación nacional. El académico Salazar Cáceres nos presenta en una primera parte de su obra, una biografía muy sucinta, sencilla, profunda y muy agradable para su lectura sobre la vida y obra del político, ideólogo, docente, periodista y gran escritor, el Dr. Ezequiel Rojas Ramírez, desde su nacimiento en Miraflores en 1804, hasta su muerte en Bogotá en 1873. Sus estudios en el Colegio Mayor de San Bartolomé; su participación directiva en la Sociedad Filológica y en la logia masónica que se difundió en los años de la Gran Colombia alrededor del ideario democrático y con claras tendencias de oposición al militarismo y a la dictadura. Analiza la Convención de Ocaña y la posición de Rojas como partidario de la Constitución y de las leyes contra todo intento dictatorial. Por ello su actuación en la conspiración septembrina de 1828 en su ataque contra la dictadura de Bolívar; y posteriormente su destierro a Europa, en compañía del General Francisco de Paula Santander. Allí conoció a los filósofos Juan Bautista Say y Jeremías Bentham, de quienes recibió la influencia del Utilitarismo que luego enseñó en el Colegio de San Bartolomé, en donde fue profesor de Derecho y Economía y uno de los más distinguidos maestros de la Generación Radical de la Nueva Granada. Uno de los principales aportes de esta obra de Salazar Cáceres, es su estudio profundo sobre el pensamiento filosófico del ideólogo Ezequiel Rojas. Y en especial, sus ideas sobre el Utilitarismo y su aplicación a las instituciones republicanas de Colombia. Corresponde a la influencia filosófico-política del Benthamismo o Radicalismo inglés, el cual se difundió en una época de transición entre la dependencia colonial española y la órbita neocolonial inglesa desde el punto de vista económico. El modelo económico inglés ofrecía a los hispanoamericanos el Liberalismo económico con los planteamientos del Utilitarismo, en esa búsqueda de lo útil y del mayor bienestar para las mayorías. En los años de la integración grancolombiana, irrumpió con gran vigor el pensamiento utilitarista del filósofo y economista inglés Jeremías Bentham, cuyas ideas se enseñaron en los Colegios y en las Universidades republicanas, e influyeron en el Dr. Ezequiel Rojas y en la juventud granadina partidaria del civilismo para la consolidación nacional de la República de Colombia.
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Con el Benthamismo se introdujo el Utilitarismo inglés en las Facultades de Jurisprudencia de Colombia, con el apoyo oficial del Gobierno del Vicepresidente Santander. Según sus ideas, “lo útil” debe convertirse en el principio de todos los valores. La búsqueda de un sistema racional en la legislación, una administración eficaz y la organización de la economía estatal. Buscar la mayor felicidad para el mayor número de gentes, debería convertirse en la nueva meta para los gobiernos. El principio de la utilidad y la reforma radical de la sociedad, se convirtieron en las ideas centrales del Benthamismo político. Según Bentham, el principio de utilidad debe extenderse siempre como todo aquello que asegura la felicidad para el mayor número de personas. El Benthamismo o Radicalismo inglés penetró en Colombia, influyendo en los civilistas como Ezequiel Rojas, principalmente por su carácter estatalista, pues considera que el hombre es verdaderamente libre solamente dentro del Estado. Su idea de que toda utilidad humana tiene como fin “la máxima felicidad compartida entre el mayor número de personas”, fue aceptada con fervor por los partidarios de la ilustración y la modernidad; pero a la vez, fue rechazada con grandes polémicas por los partidarios de la tradición, quienes encontraron en Bentham, la filosofía del libertinaje y el sensualismo, consideradas como doctrinas peligrosas para la formación de las nuevas generaciones colombianas. El académico Salazar Cáceres analiza las ideas utilitaristas con las tesis de Jeremías Bentham que fueron enseñadas por el Dr. Ezequiel Rojas a sus alumnos de la carrera de Jurisprudencia en el Colegio Mayor de San Bartolomé. Corresponde al capítulo de la “Filiación Filosófica” de la obra que presentamos, en la cual se estudian los planteamientos de Ezequiel Rojas, quien se convirtió en el Maestro del Benthamismo político en las generaciones colombianas. Con las ideas benthamistas, Rojas defendió el Liberalismo en todas sus dimensiones y atacó el fanatismo de los tradicionalistas, como productor de la ignorancia y la defensa ciega de la religión. En las aulas universitarias, Rojas consideró necesaria la formación científica sobre la legislación universal, como indispensable para poder organizar jurídicamente el Estado colombiano. El Dr. Ezequiel Rojas se convirtió en el ideólogo y fundador del Partido Liberal Colombiano, en un documento que presenta en su obra el académico Salazar Cáceres. Se trata de una nota pública "Razón de mi Voto" que apareció el 16 de julio de 1848 en el periódico El Aviso, en la que explicó la razón por la cual el país debía votar por el general José Hilario López para la Presidencia de la República. En este documento propuso unas ideas sobre lo que debe ser un 13
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gobierno liberal, el cual ha sido considerado como el primer programa del Partido Liberal Colombiano, que encierra las ideas de sus dos fundadores, Ezequiel Rojas y Vicente Azuero, este último fallecido algunos años antes. En el discurso del 1º de abril de 1849, el general José Hilario López repitió el programa que había redactado su ideólogo, el Dr. Ezequiel Rojas. Es muy importante la controversia que surgió en la Nueva Granada con las enseñanzas de Ezequiel Rojas sobre el Utilitarismo y el Benthamismo político. En el capítulo “Legado Intelectual” señala las polémicas del sogamoseño Ricardo de la Parra en contra de las tesis de Bentham. En la polémica se reflejan las ideas de los antibenthamistas, que se generalizaron en la lucha de la Iglesia contra las nuevas ideas, y en especial, contra el sensualismo y la laicidad. En el estudio de estas polémicas, el académico Salazar Cáceres culmina su obra con el legado político de las ideas de Ezequiel Rojas para su época y la posteridad. Su interés liberal en aumentar y difundir al máximo el bienestar humano, e inculcar en las gentes un gran respeto por la libertad individual de los ciudadanos. El Liberalismo se presenta como la expresión política de una concepción individualista del mundo, la cual parte del concepto del valor absoluto de la persona humana. La Libertad se concibe como el medio de hacer valer los atributos esenciales de la persona. El Estado es concebido como la creación consciente y voluntaria de los individuos, que pueden modificarlo racionalmente en búsqueda de la felicidad para las mayorías. Sobre estas ideas, el pensador boyacense Ezequiel Rojas luchó desde la cátedra de Jurisprudencia y Legislación en el Colegio Mayor de San Bartolomé, en el parlamento, en la prensa y a través de sus escritos que tuvieron gran influencia en los Liberales del Radicalismo. Esta obra, Ezequiel Rojas. Vida y Pensamiento, que ha escrito el académico Dr. Carlos Gabriel Salazar Cáceres y publicada por la Academia Boyacense de Historia, es un estudio significativo sobre las ideas políticas en Colombia, en el siglo de la consolidación nacional. Por su estilo literario, la selección y sistematización de las ideas del filósofo político boyacense y por su hermenéutica en la interpretación del Benthamismo político y el origen del Partido Liberal colombiano, es un aporte significativo para el conocimiento de estos temas en la historia del pensamiento colombiano en el siglo XIX.
DR. JAVIER OCAMPO LÓPEZ Presidente de la Academia Boyacense de Historia 14
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Estado actual de la Iglesia de San Joaquín de Miraflores, en la cual fue bautizado José Ezequiel Rojas Ramírez, quien nació en esta localidad el 13 de Septiembre de 1804. (Fotografía de P. Gustavo Huertas R. Dic. 30/1989)
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1 S EMBLANZA B IOGRÁFICA A la actual provincia de Lengupá, que en idioma chibcha significa "Frontera del Indio", llegaron en el año de 1639 los sacerdotes de la Compañía de Jesús, organizando allí una hacienda destinada a producir alimentos para abastecer el recién creado Colegio de Tunja, donde se impartía educación gratuita, hoy Colegio de Boyacá. En 1743 se erige la parroquia de San Joaquín de Miraflores a la cual arriban varios colonos entre ellos don Francisco Javier de Rojas, pariente del cura párroco Blas Ignacio de Rojas. En 1767 por la pragmática de Carlos III, son expulsados los jesuitas del territorio de la Nueva Granada y de todos los dominios del rey español y sus bienes rematados; correspondiéndole la Hacienda de Lengupá a Francisco Javier de Rojas, quien había casado con María Martha Ramírez, de cuyo matrimonio nació el 13 de septiembre de 1804 Ezequiel Rojas, aquien “hoy 21 de septiembre de 1804, bauticé, puse óleo y crisma a un niño a quien puse por nombre José Ezequiel, hijo legítimo de don Francisco Javier de Rojas y de doña María Martha Ramírez. Fueron padrinos don Juan Nepomuceno Ortega y Melo y doña Ana Lesmes. Advertí el parentesco espiritual y obligaciones cuyo 17
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niño tenía ocho días de nacido. Doy fe. Concepción Caicedo”1. Sus hermanos fueron Eleuterio muerto en 1863 y Concepción quien vivió y murió en Tunja y casó con Ignacio Galán.
1. VARGAS, Luis A. Ezequiel Rojas o el Padre de la Filosofía Liberal en América. Bogotá. Editorial Atenea S.A. 1941. p.12
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P ROVINCIA
DE
L ENGUPÁ
Perfiles Provinciales de Boyacá, 1997, Secretaría de Planeación, p. 103
Boyacá 7 Días: Así es mi Boyacá, p. 59
Miraflores - Boyacá Capital de la Provincia de Lengupá 19
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Carretera del Progreso
Tunja - Soracá - Boyacá - Ramiriquí - Zetaquira Miraflores - Páez - Campohermoso
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Por esa época la familia se traslada a la cabecera municipal de Miraflores; fundada el 12 de Diciembre de 1744 al antiguo asentamiento de San Fernando de Lengupá o San Fernando de Agua Blanca, según afirma Luis Antonio Vargas Pineda; pero que según el historiador Ramón C. Correa “... el Arzobispo de Santafé ordenó el 16 de diciembre de 1743 la división del Valle de Lengupá en dos parroquias, pero la verdadera fundación de Miraflores no se llevó a cabo sino hasta el 19 de enero de 1745”.2 A la edad de 7 años el niño ingresa a la escuela aprendiendo a leer y escribir en el Silabus, cartilla utilizada en las escuelas con tal fin, a inicios del siglo XIX. Durante la primaria fue un regular estudiante. Como anécdota se relata que un día, tras haberse escapado del colegio, es sorprendido por su padre en un árbol de naranjo; el muchacho asustado se deja caer, con tan mala fortuna que se rompe la cabeza, perdiendo el sentido, pero al igual que “Saulo se convirtió en Pablo”, al despertar se vuelve inteligente3. Al morir su padre, quien por demás se había desempeñado como Alcalde Pedáneo en Miraflores, su madre contrae nuevas nupcias con Roque Lesmes y la familia se traslada en febrero de 1816 a la ciudad de Bogotá, iniciando estudios de letras y filosofía en el Colegio Mayor de San Bartolomé, fundado por Bartolomé Lobo Guerrero y regentado durante muchas décadas por los seguidores de Ignacio de Loyola. Al titularse de bachiller, ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad Central, conociendo y haciendo amistad con Francisco de Paula Santander, Francisco Soto, Luis Vargas Tejada. Entre sus profesores cuenta con: José Ignacio de Márquez en Derecho Constitucional, Vicente Azuero en Filosofía, primero en utilizar la obra de Jeremías Bentham Tratados de Legislación Civil y Penal como texto de enseñanza, por lo cual fue atacado duramente por el capellán de las Nieves el teólogo doctor Francisco Margallo y Duquesne, desde los púlpitos de las iglesias de la Tercera y la Enseñanza. También fueron profesores José Félix de Restrepo, Francisco Soto y los sacerdotes José María Estévez, rector del colegio y Juan de la Cruz Gómez, posteriormente obispos de Santa Marta y Antioquia, respectivamente. Obtiene su grado de Doctor en Derecho en 1826 a la edad de 22 2. CORREA, Ramón C. Monografías de los Pueblos de Boyacá. Tomo II. Tunja. Academia Boyacense de Historia. 1989, p. 352 3. VARGAS, Luis A. Ob. Cit., p.15
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Plaza Mayor y Catedral de Santafé de Bogotá en día de mercado Acuarela por José del Castillo, 51 x 92 cm. Museo 20 de Julio, Bogotá.
Al morir en Miraflores don Francisco Javier de Rojas, padre de José Ezequiel Rojas Ramírez, su madre doña María Martha Ramírez, contrae nuevas nupcias con Roque Lesmes y la familia se traslada a la ciudad de Bogotá en febrero de 1816.
años, en plena fogosidad juvenil; al año siguiente remplaza al profesor Soto por renuncia de este en la cátedra de Economía Política. Durante este tiempo se ha forjado la emancipación patria, se ha lanzado el grito de la independencia en 1810, se han dado los primeros retozos independentistas, se ha pasado por el crisol del dolor y el sufrimiento de 1816 y se han librado las batallas libertarias del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá en 1819; y ya la nueva patria cuenta con una Constitución dictada en Cúcuta en 1821. En 1826 Simón Bolívar llega a Bogotá donde se conocía que había presentado al Congreso Constituyente de Bolivia un proyecto de constitución en el cual establecía la presidencia vitalicia y el derecho a nombrar sucesor, cual ocurría en Haití con Petión y Beyer; habiendo plasmado allí que: “...las elecciones... producen el gran azote de las repúblicas, la anarquía, que es el lujo de la tiranía y el peligro más inmediato y más terrible de los gobiernos populares”4. RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ezequiel Rojas y la Primera República Liberal. Bogotá. Universidad Externado de Colombia. 1984. p.46
4.
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Colegio Mayor de San Bartolomé en Bogotá Fundado por el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero e inaugurado solemnemente el 10 de octubre de 1605. En este claustro se tituló de bachiller José Ezequiel Rojas, ingresando luego a la Facultad de Derecho de la Universidad Central donde obtiene el grado de Doctor en Derecho en 1826, a la edad de 22 años. 23
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José Ignacio de Márquez
Vicente Azuero
Grabado por Collete y Lemercier Museo Nacional, Bogotá
Óleo por Francisco Montoya y Rubiano, Museo Nacional, Bogotá
José Félix de Restrepo
Francisco Soto
Óleo por Carlos Restrepo Canal
Grabado por Lemercier Museo Nacional, Bogotá
Profesores de José Ezequiel Rojas Ramírez En la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Bogotá. José Ignacio de Márquez, profesor de Derecho Constitucional y Vicente Azuero, profesor de Filosofía, primero en utilizar la obra del filósofo inglés Jeremías Bentham, Tratado de Legislación Civil y Penal, como texto de enseñanza. Vicente Azuero es considerado el primer ideólogo del Liberalismo en Colombia, al crear la primera Escuela Utilitarista en nuestro país y formar a los gestores del Partido Liberal Colombiano. Francisco Soto fue su profesor de Economía Política.
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Jeremías Bentham 1748 – 1832
Filósofo, economista y jurisconsulto inglés, autor de la obra Tratado de Legislación Civil y Penal, creador de la escuela utilitarista para la cual el interés es el móvil principal de las acciones humanas y la utilidad el principio rector de la moral, de la política y de la economía. (MOTTA VARGAS, Ricardo, Jeremías Bentham en el Origen del Conservatismo y del Liberalismo, Ecoe Ediciones, Bogotá, 1996).
Presbítero Pedro Francisco Margallo Y Duquesne Óleo por Celestino Figueroa, 1837 Museo Nacional, Bogotá
Quien desde los púlpitos de las iglesias de La Tercera y La Enseñanza, sostuvo una encendida diatriba contra Vicente Azuero por introducir en los claustros universitarios la doctrina utilitarista del Benthamismo.
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General Francisco de Paula Santander Retrato con la inscripción “El General Santander Vicepresidente de la República de Colombia”, publicado por R. ACKERMAN en su Repertorio de Artes, 101 Streend, Londres O.22.5 x 0.13. Colección Horacio Rodríguez Plata. (MORENO DE ÁNGEL, Pilar, y RODRÍGUEZ PLATA, Horacio, Santander, su Iconografía, Litografía Arco, Bogotá, 1984, p. 71)
El decreto que señala los autores por los cuales deben estudiar los alumnos en las cátedras de Derecho, fue sancionado en Bogotá por el general Santander como Vicepresidente de la República, Encargado del Poder Ejecutivo, el 8 de noviembre de 1825, cuyo Artículo 1º establece: “Los Catedráticos de Derecho Público enseñarán los principios de legislación por Bentham, los Principios de Derecho Político Constitucional por las obras de Constant o Lepage, y el Derecho Público Internacional por la obra de Wattel”. Véase Anexo 1 p. 123.
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José Ezequiel Rojas Ramírez
Oleo por Pantaleón Mendoza. Museo Nacional, Bogotá
Fiel a las enseñanzas de su maestro Vicente Azuero, se convirtió en el más grande representante del utilitarismo en nuestro país, cuya doctrina enseñó durante 45 años en las aulas universitarias.
Las tendencias políticas se polarizaron entre los “Serviles” que pugnaban por una nueva constitución, acaudillados por Bolívar y los “Liberales” o “Constituyentes” con Santander a la cabeza que pedían respeto a la Constitución de 1821, exigiéndole al Libertador Presidente acatar la Constitución de Cúcuta. Al año siguiente, las facciones políticas logran que se cite a elección de diputados para una convención a reunirse en Ocaña; por ello la 27
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Antiguo Templo de San Francisco en Ocaña Acuarela de la Comisión Corográfica
Aquí se reunió la famosa Convención instalada el 9 de abril de 1828, en la cual se enfrentaron irreconciliablemente las facciones de Bolivarianos y Santanderistas. Ezequiel Rojas, delegado a dicha convención por la Provincia de Tunja, contaba entonces con menos de 25 años, motivo por el cual fue anulada su elección como lo ordenaba la ley. Sin embargo, Rojas permaneció en Ocaña y asistió como observador a las deliberaciones sin participar en ellas.
Nueva Granada se divide en Asambleas Electorales, eligiéndose 108 diputados, la mayoría pertenecientes al sector santanderista, empezando así “a perfilarse y gestarse lo que fueron más tarde nuestros partidos políticos»5. No obstante, al instalarse la convención el 9 de abril de 1828, solo se presentan 64 delegados, siendo en ese momento la representación santanderista minoritaria porque “la intriga, la maniobra, la coacción y el temor habían obstruido el arribo de los Convencionistas”6. Es dable recordar que el 5 de noviembre del año anterior se había llevado a cabo un atentado contra la vida de Vicente Azuero, por parte del Coronel José Bolívar, por lo cual Azuero se queja ante el Libertador, quien junto con Herrán y Urdaneta guardan silencio (¿prudente o cómplice?). 5. 6.
RODRÍGUEZ. Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 51 Ibídem. p.51
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Para dicha Convención fue elegido Ezequiel Rojas como diputado por la Provincia de Tunja, junto con el presbítero Andrés M. Gallo y José M. Ramírez del Ferro. Contaba Rojas por esas calendas con menos de 25 años, por lo cual la junta anuló su elección, así como las de sus compañeros, porque no habían sido electos en una sesión continua como lo ordenaba la ley, sino en una segunda de la junta electoral: quedaba así la Provincia de Tunja sin representación en dicha convención. Rojas permaneció en Ocaña y asistió como observador a las deliberaciones sin participar en ellas, en las cuales comienza a surgir el germen de lo que sería años más tarde el Partido Liberal, que llegaría a fundar y cuyo programa desde ese incipiente inicio “ era el sostenimiento del Gobierno, de la Constitución de Cúcuta, de las instituciones allí consignadas y de los principios sobre los que ellos reposan”7. Pasados muchos años va a escribir: “Desde aquellos tiempos me enrolé en el Partido Liberal. Le he sido siempre fiel, jamás he desertado. He propagado su doctrina, he defendido su causa con mis armas y he contribuido a sus triunfos siempre que he tenido ocasión... Siempre he creído que únicamente a la sombra de la libertad es que los hombres pueden ser felices y que las naciones pueden progresar y llegar a ser civilizadas. Esta ha sido y es mi convicción, por eso he sido y soy liberal”8. Sobre este particular, el pensador Augusto Ramírez Moreno comenta: “...la actitud así descrita por Rojas y aceptada por Vargas es la doble actitud moral y mental de un conservador ante el gobierno y la ley. El revolucionario, el liberal era Bolívar, que venía a crear una revolución constitucional y administrativa, porque el gobierno y la constitución de Cúcuta resultaban deficientes, inoperantes para una república despoblada, ignorante, inmensa”9. La Convención deliberó durante sesenta y siete días para concluir solamente en declarar que la Constitución había de ser modificada, de resto solo fueron discursos, “debate dogmático y personalista... voracidad por el mando”10. El 10 de junio, diecinueve bolivarianos 7. 8. 9. 10.
VARGAS, Luis A. Ob.Cit., p. 28 Ibídem. p. 28 Ibídem. p. 6 Ibídem. p. 58
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renunciaron a las deliberaciones, de manera tal que los cuarenta y seis restantes quedaron imposibilitados para continuarlas y la convención vino a disolverse. Los diputados santanderistas (liberales les designa Rojas) se reúnen para estudiar un nuevo derrotero a seguir, gestándose una amistosa unión que se prolongaría por muchos años y que se Convertirá en elemento probatorio contra algunos de ellos, cuando se juzgó a los septembrinos, pues fue grave indicio en su contra el haber asistido a dicha Convención, según los jueces del caso: “...allí se había fraguado el horrendo atentado contra la vida del Libertador, porque allí se había hablado mal de Bolívar y de su gloria. La sospecha se tornó en prueba”11. En tanto, Pedro Alcántara Herrán y José María Córdoba reunieron a los padres de familia y el 13 de junio de 1828 obtuvieron un acta por la cual Bolívar era proclamado Dictador, pudiendo ejercer el gobierno con poderes discrecionales. No obstante, el Libertador exigió que se adhirieran otras municipalidades; al obtenerlo, el 27 de agosto dicta el Decreto Orgánico de la Dictadura, “para que consolide la unión del Estado, restablezca la paz interior y haga las reformas que se consideren necesarias”12. En dicho Decreto se estipulaba que el Jefe Supremo del Estado tendría las “funciones de jefe de la administración general de la República, de jefe de los ejércitos, de director de las relaciones diplomáticas, de nominador y de proveedor de todos los empleos de la república, con capacidad de aprobar y reformar las sentencias de los Consejos de Guerra y para conmutar las penas capitales”13. Pero las dictaduras nunca han sido buenas. Así lo entendía la mente preclara de Bolívar, por lo cual ordena y se ordena que su decreto tan solo rija hasta el 2 de enero de 1830, cuando deberá reunirse una nueva constituyente, acompañando la publicación de esta “Ley Constitución” con una proclama que finalizaba con esta sentencia: “Bajo la dictadura ¿quién puede hablar de libertad? ¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que padece y del hombre que manda solo!”14.¡Que grandeza y que magnanimidad la del RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto, Ob. Cit., p. 60 Ibídem. p. 67 13. Ibídem. p. 68 14. GALÁN, Ángel M. “Ezequiel Rojas”. En: El Liberal Ilustrado. Tomo III. Número 1164. noviembre 14 de 1914. Bogotá., p. 324 11. 12.
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Libertador! Entendía que la dictadura se la imponían las circustancias del momento, pero también comprendía claramente que esta no podía ser ilimitada, porque no se puede amordazar permanentemente al pueblo. No obstante, Ángel María Galán señalaría al particular: “Extravío fatal para la patria y para el nombre y la gloria de aquel grande hombre”15. El día en el cual se conoció el citado Decreto Orgánico, varios republicanos se reunieron en el almacén de Wenceslao Zuláibar y acordaron “destruir la dictadura y restablecer el gobierno institucional” (16). Santander, quien hasta ese momento se había desempeñado como Vicepresidente, había sido declarado cesante en sus funciones por Bolívar (ahora dictador); pero sus seguidores le reconocían como el depositario del poder legal y le encargarían del gobierno al ser derrocada la dictadura. Florentino González recuerda en sus Memorias que Rojas le manifestó que Santander había impedido que Bolívar fuera asesinado en Soacha el 21 de septiembre 17. En ese año de 1828 se creaba la Sociedad Filológica, logia masónica de la que fue su fundador y director Ezequiel Rojas, subdirector Mariano Ospina Rodríguez, y Secretario Eladio Manrique; como miembros se cuentan Luis Vargas Tejada, Pedro Celestino Azuero, Agustín Horment, Juan Francisco Argañil, Florentino González, Pedro Carujo. Por ese entonces, Ezequiel Rojas ya no era el mocetón de antaño, sino un hombre serio y maduro, de tez morena, cuerpo robusto, mediana estatura, faz severa, frente amplia, nariz larga y esponjada, labios gruesos, cabellos lacios y abundantes, peinados en raya a la izquierda, ojos cafés, expresivos, grandes y penetrantes, según lo describe su coterráneo Luis A. Vargas Pineda18. Es esta recia contextura la que le permitirá resistir las vejaciones y malos tratos que padecerá en los próximos meses. Si bien Bolívar había jurado cumplir la Constitución de 1821, sus cartas, sus agentes y auxiliadores decían cosa distinta. Por ello, tanto Rojas como muchos otros sospechaban que deseaba implantar otra Constitución, suya. Además, tras la conspiración de Páez en Venezuela, 15. 16. 17. 18.
GALÁN, Angel M. “Ezequiel Rojas”. Ob. Cit., p. 324 RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 79 Ibídem. p. 80 VARGAS, Luis A. Ob.Cit., p. 24
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no había hecho respetar y obedecer la Constitución, amén le acusaban de haber disuelto la convención de Ocaña. Por otro lado, se habían realizado una serie de desmanes por parte de seguidores del Libertador hacia los santanderistas, tales como las amenazas de latigazos que el Coronel Luque profirió contra Florentino González, o el empastelamiento que Férguson hizo sobre las imprentas; todo ello tenía enardecidos los ánimos. Además, había dejado un mal sabor el comportamiento de Manuela Sáenz el 24 de julio, día del aniversario del Libertador, cuando en medio de algazara en la Quinta de Bolívar, fusilara simbólicamente a Santander, por traidor, detalle aunque jocoso de muy mal gusto; pero eran las cosas de la “amable loca” que a la postre perjudicaban a Bolívar. Por todo ello se fragua y llevará a efecto la conspiración contra el Libertador, con un fallido atentado días antes en el teatro Colón, que se frustró gracias a Manuela Sáenz. El 25 de septiembre se lleva a cabo el otro atentado, en el cual intervienen Luis Vargas Tejada, Pedro Celestino Azuero, Pedro Carujo, Agustín Horment y Ezequiel Rojas, entre otros, “para dar muerte al dictador y establecer el imperio de la Constitución vilipendiada”19. Bolívar logró salvar su vida saltando por una ventana a instancias de Manuela. La intervención de Ezequiel Rojas en tal acontecimiento es menor. Se reduce a haber aceptado, como simpatizador del complot, el plan que le fuera expuesto por Florentino González. Su sobrino Ángel María Galán recuenta que esa noche a las siete llegó a casa de su tío Florentino González para indicarle que lo esperaba antes de la media noche en casa de Luis Vargas Tejada; en tanto llegaba la hora convenida, fue a casa del Coronel Briceño con algunos familiares, con el fin de visitar a Josefa Santander de Briceño, quien se encontraba enferma, y era acompañada por su hermano Francisco de Paula; terminaron la visita a las once de la noche, regresó a casa y en cuanto le fue posible, salió a donde Vargas Tejada, donde se enteró que los conjurados ya habían salido; por consiguiente, se quedó allí con Vargas vigilando la casa cercana del Coronel White, Comandante del Batallón Vargas y Jefe del Estado Mayor, a fin de impedirle la salida; por lo demás, dicho militar no se encontraba esa noche en su residencia. 19.
GALÁN, Ángel M. “Ezequiel Rojas”. Ob. Cit., p. 324
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Ventana del Palacio de San Carlos en Bogotá Por la cual el Libertador Simón Bolívar saltó a la calle, poniéndose a salvo de los conjurados del 25 de septiembre de 1828, en la llamada “nefasta noche septembrina”. Ezequiel Rojas fue acusado de participar en la conjuración y condenado al destierro el 10 de noviembre del mismo año.
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A las tres o cuatro de la madrugada pasó Francisco Torres Hinostroza informándoles sobre el fracaso de la conspiración, por lo cual Vargas Tejada exclamó: “Pensemos en el cadalso y familiaricémonos con él”. Debelada la conspiración, el gobierno considera que esta se incubó en el seno de la Sociedad Filológica, (no estaba desacertado, releamos páginas atrás quiénes eran sus integrantes), ordenando en forma inmediata apresar a su director, quien al fracasar la conjuración salió de su casa en compañía de Pedro Celestino Azuero, quien había resultado gravemente herido de un sablazo, propinado por un cabo. Nicolasa Ibáñez les oculta en la suya de la calle 4 número 110. Al día siguiente reciben el aviso que dicha casa será requisada y ellos, a fin de que Nicolasa no salga implicada, deciden huir, saliendo clandestinamente y disfrazados de mujer por la puerta que da al río San Francisco, con tan mala fortuna que es día de mercado y las gentes les reconocen, dan la voz de alarma y son apresados. Inmediatamente se les sigue juicio criminal aplicándoseles el procedimiento penal militar, (mala costumbre que se arraigó durante muchos decenios en nuestra patria, pues a los civiles no se les puede enjuiciar con un procedimiento que ha sido elaborado únicamente para los militares, por delitos cometidos como tales), originado en desarrollo del artículo 128 de la Constitución de Cúcuta, la misma que Bolívar había desconocido en su Decreto Orgánico de la Dictadura y que conllevaba juicios “breves y seguros para que sean castigados pronta e irremisiblemente todos los traidores y conspiradores contra el gobierno de la república, lo que no se puede conseguir si los procesos siguen el curso ordinario de las leyes conforme lo acredita la experiencia”, según reza el Decreto número 3 del 20 de febrero de 182820. Tal proceso se caracterizaba porque en él no se distinguía con claridad el testimonio de la indagatoria, a los procesados se les hacían imputaciones injuriosas, carecían de defensa real, el procedimiento era secreto, el procesado carecía del derecho a pedir pruebas, los dichos de los testigos y de los procesados no se vertían textualmente en las actas, sino que se hacían al arbitrio y amaño del escribano, los términos se violaban y las sentencias se proferían antes de concluir el proceso en forma precipitada y sin motivación alguna. La sospecha se convertía en regina probatorum. “El chantaje, la coacción y la mentira fueron las 20.
RODRÍGUEZ. Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 88
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normas directrices de estos nefandos procesos”21. Además, principios como el de la cosa juzgada que desde tiempo atrás hacía parte del patrimonio jurídico de la humanidad, fueron desconocidos como en el caso que se adelantó contra el Coronel Guerra. Capturado Ezequiel Rojas, es conducido ante Joaquín París, quien le interroga bajo juramento. Dada la negativa del acusado es enviado ante Manuela Sáenz (¿?). Ella y a solas, le insta para que delate a sus compañeros a cambio de su absolución: “declare usted todo y usted se salvará”, le decía. Rojas se niega a traicionar a sus compañeros, amigos y fraternos hermanos masones; por lo cual Manuela llama a Crobston y le ordena cumplir con su comisión; son llamados a declarar la esclava de Manuela Isabel Sáenz de 15 años de edad y Ramón Martínez asistente de la casa del Libertador y analfabeto, quienes a una como en Fuente Ovejuna, señalan que Rojas era uno de los conjurados, que le habían visto en la Biblioteca, que por demás se encontraba a oscuras (¿cómo lo vieron?), en tanto la niña afirma que se encontraba desarmado, mientras el asistente indica que portaba un puñal, (declaraciones absolutamente falsas, pues Rojas no se encontraba en la casa de San Carlos, sino vigilando la casa del jefe del Estado Mayor). Pasados unos días, el auditor Pareja le insta para que delate a Santander, a lo cual una vez más Rojas se niega. Concluida la fase sumarial, el auditor Coronel Tomás Barriga y Brito conceptúa que no hay pruebas contundentes en su contra, que el hecho de haberse encontrado disfrazado de mujer al momento de su captura no constituye sino solo una sospecha en su contra y las declaraciones vertidas al proceso por Sáenz y Martínez no son sino un mero indicio, ambas no constituyen “prueba perfecta” para condenarlo. No obstante, agrega “que por sus opiniones contrarias y aún ofensivas a la persona de su Excelencia el Libertador, aconseja desterrarlo” 22. Sus jueces habían sido el Coronel Crobston, Manuela Sáenz y el doctor Pareja. El día 10 de noviembre se dicta la correspondiente sentencia: “Su Excelencia el Libertador Presidente, oída la opinión del Consejo de Ministros, dispone que Ezequiel Rojas sea desterrado de Colombia, con prohibición de que vuelva al país sin licencia de la Suprema Autoridad. En cumplimiento de esta disposición se remitirá a Cartagena dentro de tres días con el 21. 22.
Ibídem. p. 91 Ibídem. p. 100
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objeto indicado” 23; el Secretario de Guerra es el General José María Córdoba. Así, Ezequiel Rojas era condenado por un delito de opinión, hablar mal del Presidente (¿la historia se repetirá?). El texto completo del proceso por los hechos del 25 de Septiembre de 1828 fue publicado por el Archivo Histórico Nacional, tan solo en 1942, bajo la dirección de Enrique Ortega Ricaurte. Años después, Ezequiel Rojas, recordando estos hechos, escribirá explicando el por qué de su obrar en ellos, que “ningún hombre tiene derecho a gobernar a los demás. Las naciones son las únicas que tienen el derecho... me acuso de lo que hice y me acuso aún de no haber hecho nada”24. Fueron condenados a muerte el Gran Almirante José Prudencio Padilla, quien al ser fusilado gritó: “Viva la República, Viva la libertad”; por fortuna su memoria ha sido reivindicada y hoy es orgullo de nuestra Armada Nacional y la Escuela Naval de Cadetes lleva su nombre, quien desde los mares a bordo del bergantín "Independencia", dio las primeras glorias navales a nuestra patria. También fueron llevados al cadalso: Horment, Zuláibar, Pedro Celestino Azuero, (contra quien tres sirvientes de Manuela Sáenz declararon que esa noche habían oído mencionar el apellido de Azuero), Silva, Galindo, Hinostroza, Ramón Nonato Guerra y otros. “Al estilo de la época del terror, las horcas permanecieron en exhibición durante varios días en la plaza de Bolívar”25. Amén de Ezequiel Rojas, saliendo de Bogotá el 15 de noviembre de 1828, fueron desterrados: Rafael Mendoza, Tomás Herrera, Florentino González, Diego Fernando Gómez, Juan Miguel Acevedo, Emigdio Briceño, Pablo Durán, Pedro Carujo, Vicente Azuero y Francisco Soto, (estos dos últimos se encontraban en Ocaña desde la Convención y parece ignoraban el plan). Fueron encarcelados en Cartagena: Mariano Escobar, Juan Nepomuceno Acero, Laurentino González, este último en San Fernando de Bocachica y en Puerto Cabello Francisco Argañil. "Aquellos días fueron macabros..., pero se habían cumplido las leyes de la dictadura militar" 26. 23. 24. 25. 26.
Ibídem. p. 102 VARGAS, Luis A. Ob.Cit., p. 32 RODRÍGUEZ. Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 102 Ibídem. p. 103
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"Rojas es víctima como muchos otros, de las arbitrariedades y castigos impuestos por el gobierno dictatorial y militarista a quienes fueron considerados con o sin causa partícipes en el hecho" 27. Con el fin de cortar por lo sano el Presidente, mediante Decreto el 8 de Noviembre de 1828, disolvía la Masonería y toda asociación y confraternidad secreta. Pareciera ser que olvidaba que en años pasados había sido admitido en dicha sociedad, a la cual se debía gran parte de la libertad de la Nueva Granada y de la América. Pero los hombres somos así, de no serlo seríamos ángeles o bestias; el hombre fluctúa entre ambos, en ello radica su grandiosidad. En ejecución de la sentencia, Ezequiel Rojas es llevado a Cartagena. En tanto se dispone su traslado al destierro, es encerrado en el fuerte de San Fernando de Bocachica, que se había destinado a prisión. A tiro de cañón de este, en el Fuerte-Batería de San José, años atrás había estado recluido, en similares condiciones, don Antonio Nariño y su defensor José Antonio Ricaurte Rigueiros (émulo de la abogacía), quien allí murió el 9 de mayo de 1804 por el delito de defender al Precursor de nuestra independencia y que unos años fue evocado por J. Barón Ortega en un opúsculo publicado por la Academia Boyacense de Historia. En Bocachica es sometido a vejámenes, encerrado en obscuras mazmorras infestadas de murciélagos; la vida es insufrible; además, el calor y la humedad hacen insoportables tanto los días como las noches, la sed es agobiante y el agua escasa. Después de un largo y horrendo mes en esa prisión, es conducido a Puerto Cabello a bordo de la fragata Colombia, ensartándosele en el entrepuente a una barra de hierro, con cinco compañeros más, sobre la cual se encontraba la bomba de agua, que estaba averiada, haciendo el líquido pestilente y que al caer les mojaba permanentemente. A los cinco días de viaje llegan al Puerto de Santa Marta pero no anclan en el malecón sino en la bahía, retirados del puerto; esa noche, un temporal deja el buque a la deriva, por fortuna no naufragan, pero la nave sufre múltiples averías, siendo preciso repararla, en lo cual se invierten veinte días, al término de los cuales zarpan nuevamente, enfrentándose a otro temporal; la barra le es trocada entonces por grillos, hecho que considera casi como libertario. GUSSONI, María V. “Un Vistazo Panorámico”. En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Biblioteca Luis Angel Arango. Volumen XXIII, número 6. 1986., p. 104
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Fuerte de San José de Bocachica
Cartagena de Indias – Departamento de Bolívar – Colombia El Fuerte–Bateria de San José de Bocachica fue construido en 1752, según proyecto del ingeniero militar Ignacio de Sala, Gobernador de Cartagena de Indias. Convertido en prisión por las autoridades españolas, siguió cumpliendo la misma función tras la fundación de la República de Colombia. En una de sus bóvedas, como la que aquí aparece, fue recluido y ofrendó su vida, el 9 de mayo de 1804, don José Antonio Ricaurte y Rigueiros, defensor de don Antonio Nariño y Álvarez, Precursor de nuestra Independencia Nacional. En similares condiciones, en el castillo opuesto de San Fernando, en la Bahía de Cartagena, estuvo preso José Ezequiel Rojas Ramírez, después de haber sido condenado al destierro por su participación en la frustrada conspiración del 25 de septiembre de 1828, en Bogotá, que estuvo a punto de cobrar la vida del Libertador Simón Bolívar. (Fotografías de P. Gustavo Huertas R., Mayo 25 / 1997)
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Fortín Solano
Puerto Cabello – Estado Carabobo – Venezuela Verdadero vigía de Puerto Cabello sobre la Costa Caribe, en sus mazmorras purgaron sus ánsias de libertad y su fogosidad política, próceres de la independencia y criollos de la naciente República de Colombia. En este sitio, a donde fue trasladado, Ezequiel Rojas encontró recluidos a los conjurados de la “nefasta noche septembrina” Tomás Herrera y Juan Acevedo, hijo del “Tributo del Pueblo” José Acevedo y Gómez. Al cabo de seis meses, Rojas fue embarcado rumbo a la ciudad de Hamburgo (Alemania), a donde llegó desterrado el 15 de octubre de 1829. (Fotografías de P. Gustavo Huertas R. Julio 30/2005)
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Puerto de Hamburgo – Alemania
Situado a orillas del Río Elba, fue importante metrópoli del gobierno Alemán desde la creación en el siglo XIII, de la Liga Anseática. A este puerto llegó Ezequiel Rojas en compañía del general Francisco de Paula Santander, quien corrió su misma suerte. Con él recorrió varias ciudades europeas, hasta su retorno al país el 15 de diciembre de 1830, cuando desembarcó en Santa Marta, dos días antes de la muerte del Libertador Simón Bolívar. (GARCÍA – PELAYO Y GROSS, Ramón, Pequeño Larousse, p. 1220)
Al llegar a Puerto Cabello es recluido en la prisión El Vigía. Allí se encuentran Tomás Herrera y Juan Acevedo, hijo del Tribuno del Pueblo. Al término de seis meses, el 27 de agosto de 1829, es embarcado junto con el general Francisco de Paula Santander y Juan Evangelista González en el bergantín María rumbo a Hamburgo, arribando allí el 15 de octubre. Ya en Europa la vida se torna distinta, si bien es cierto se encuentra desterrado y la tierra amada est÷a lejana y produce nostalgia, la situación y el diario vivir ya no son crueles y con el pasar de los días se tornan amables. El acompañar a Santander hace que su estadía de siete meses en Europa sea placentera. Al día siguiente de su llegada asisten, en compañía del joven Francisco González, al Teatro de la Opera donde presencian la representación de La Flauta Mágica de Mozart, que como es sabido, simboliza un rito de iniciación masónica; a ella le siguieron más operas como Oberón de Weber, conciertos, operas cómicas, representaciones teatrales. Además, asistió a muchos convites y cenas, bebiendo magníficos vinos como Lafitte, Chateaux-Margaux, Madeira, 40
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Jerez, Málaga, Rhin, Alicante, Borgoña, como minuciosamente lo anotara el Hombre de las Leyes en su Diario del Exilio. Viajan por varias ciudades europeas, y es en París donde conocen a Juan Bautista Say, reconocido filántropo y apasionado divulgador de las teorías de Adam Smith, quien alecciona a Ezequiel Rojas en economía política, pidiéndole que pregone esta nueva ciencia. “El conocimiento directo de sus teorías -y de sus autores-, le dieron estructura y solidez a su pensamiento y a través de Rojas, estos pensadores se proyectaron y realizaron en Colombia” 28. Say le dijo, recordará Rojas años después: “supuesto que usted es tan entusiasta por la libertad y que se le haya proscrito por esta causa, le recomiendo que cuando usted regrese a su país tome el mayor interés posible en propagar la ciencia de la economía política; cuando a los pueblos se les ilustra en el conocimiento de sus verdaderos intereses, su libertad no puede perecer ni pueden durar largo tiempo los gobiernos tiránicos o de privilegios que convierten las sociedades en patrimonio suyo o de alguna clase. Entre las ciencias, es aquella la que los instruye más útilmente y la que mina por sus fundamentos las malas instituciones y los malos gobiernos. Por ésto, en los países gobernados despóticamente o en que las clases privilegiadas andan explotando la ignorancia, no se permite su enseñanza, como no se permite la de otras ciencias políticas” 29. Sabias palabras que en Rojas se convirtieron en un fecundo mandato, que cumplirá religiosamente; pues su actividad docente que se había iniciado en la Universidad Central al remplazar a Francisco Soto en la cátedra de economía, tiempo atrás, se había truncado con el proceso que se le había adelantado y por el cual pagaba condena; pero en su interior la llama del educador no se había extinguido y se encendería muy brillante años después, convirtiéndose en su mayor valor y más caro legado. Encontrándose en París, llega la noticia que Bolívar había declinado la presidencia en mayo de 1830, y estaba encargado del gobierno Joaquín Mosquera; viaja entonces a Burdeos, donde hacía dos años había muerto don Francisco de Goya y Lucientes, también desterrado, este de España por haber denunciado los atropellos del gobierno y los 28. 29.
RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 125 Ibídem. p. 128
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Último retrato del Libertador Simón Bolívar, quien murió en la Quinta de San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. (Dibujo a lápiz de José María Espinosa, 1830, Colección Sylvia Boulton, Caracas)
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horrores de la guerra y aquel de la Nueva Granada, víctima de un delito de opinión y una sentencia injusta; también en dicha ciudad había estado otrora y en iguales circunstancias don Antonio Nariño. Decidido a regresar a la Nueva Granada, después de tres meses de navegación desembarca en Santa Marta el 15 de diciembre de 1830; el mando de la nación lo ocupa Rafael Urdaneta quien había derrocado a Joaquín Mosquera. Bolívar en tanto se halla en Santa Marta; prematuramente envejecido, triste y enfermo; dos días después morirá pobre y descamisado frente al celeste Atlántico. El gobernador de la ciudad le prohíbe desembarcar, pero obstinadamente pone pie en tierra, refugiándose en la residencia del Obispo Estévez, su antiguo profesor y rector en el Claustro de San Bartolomé, clérigo que cumpliendo con su sagrada misión había confesado y puesto en paz con su dios a Bolívar, habiéndole colaborado también en la redacción de su testamento y en esa soberbia página de desprendimiento y altruismo cual es la última proclama del Libertador. Noble gesto que no le fue justipreciado al mitrado, por el contrario le fue reclamada su acción y al morir años después, sus restos no fueron sepultados en San Pedro Alejandrino sino llevados al cementerio de la modesta aldea vecina de Mamatoco30. Por órdenes del gobierno la manzana es rodeada militarmente. Por ello, al día siguiente y a fin de evitar contratiempos al prelado, se entrega al General Luis Perú de la Croix; al mismo tiempo recibe la infausta noticia de la muerte de su madre. Es enviado, una vez más, al Fuerte de San Fernando, donde permanece tres días sin comer ni beber; siendo el hambre, la sed y el tormento su pan diario. En un ataque de desesperación, bebe el líquido grasiento del candil, lo cual le produce una laringitis y una afonía que le acompañará por el resto de sus días; la falta de alimentos y la insalubridad de la prisión le enferman gravemente; moribundo es trasladado al hospital; después de algunos días de recuperación es enviado a Nueva York donde permanecerá hasta mayo de 1831; en tanto, el poder que era detentado por Urdaneta pasa a manos de Caicedo, quien se encuentra en el municipio tolimense de Purificación a orillas del Río Grande de la Magdalena, dado que Joaquín Mosquera está ausente. 30.
Ibídem. p. 122
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Al regresar a la patria, abre en Bogotá su oficina de abogado, alternando el litigio y la política con la enseñanza. La herencia que le legara su padre en la hacienda de Lengupá, y sus honorarios profesionales como abogado, le permitieron amasar una gran fortuna, gracias a la cual vivió con holgura. Su rectitud como abogado y su acrisolada honestidad le llevaron a que Santander (tan meticuloso en las cuestiones de su dinero) colocara en sus manos, sus asuntos personales y en ausencia de Sixta Pontón fue designado albacea testamentario de todos sus bienes. Igual misión le fue encomendada por Santos Gutiérrez, “hechos que acreditan la reputación que como profesional y hombre honesto tenía Ezequiel Rojas”31; ejemplo que debiera ser seguido como imperativo categórico por nuestros abogados; lástima grande que algunos desprestigian la noble profesión de jurista, convirtiéndose tan solo en tinterillos, leguleyos, rábulas y cagatintas. El 7 de octubre de 1832, Santander toma posesión del cargo de Presidente de la República, concediendo gran importancia a la educación pública, máxime por el gran número de colegios que había ordenado fundar en los primeros años de la década del veinte y que hoy son conocidos como los Colegios Santanderinos, dado que en ellos se enseñaban las teorías de Bentham y Tracy, cuyas bases utilitaristas y sensualistas no eran del agrado de algunos miembros del clero regular, que, por demás, pedían al gobierno la derogatoria del decreto que ordenaba el cierre de conventos menores, que tuvieran menos de cinco novicios, (ley nada original, dado que en la España del siglo anterior, Carlos III había ordenado cosa igual; posteriormente sería retomada por Tomás Cipriano de Mosquera en decreto del 5 de noviembre de 1861); y algunos del clero secular, que se oponían a la prohibición de consagrar menores de veinticinco años. Estas medidas llevaron a los padres de familia al convencimiento que el gobierno; solo quería corromper a sus hijos, por lo cual elevaron voces de protesta contra Santander. Así, en este ambiente tenso y caldeado se empieza a urdir una conspiración contra su vida y gobierno. Se encuentran comprometidos en ella miembros del ejército dirigidos por el general José Sardá, español nacido en la Provincia de Navarra, (no obstante en su indagatoria ha de señalar ser oriundo de Barcelona); perteneció inicialmente al ejército del Rey, posteriormente a órdenes de Napoleón 31.
Ibídem, p. 184
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con quien estuvo en la campaña de Rusia; al caer el Emperador, se enrola en los ejércitos que luchan por la independencia de México, cae prisionero en manos de los españoles y es enviado a Marruecos de donde logra fugarse; después de viajar por Turquía, Francia y Estados Unidos, a finales de 1820 llega a la Nueva Granada; en carta a Santander, ofrece sus servicios e ingresa al ejército neogranadino, llegando al grado de General de Brigada. Por ser admirador de Bolívar y seguidor de Urdaneta es destituido de su rango el 23 de enero de 1832; lo cual le reciente y amarga y apoyándose en militares y civiles que se oponen al gobierno de Santander, inicia la conspiración, con el respaldo de otros ex militares, militares activos y padres de familia que habían apoyado la dictadura de Bolívar. “La conspiración de 1833 tuvo su cuartel general en algunos pueblos de la Sabana de Bogotá: Fontibón, Usaquén, Serrezuela, Tocancipá, Gachancipá, Chía, Sopó y Tenjo; su acción se dilató por el norte hasta Boyacá [donde Ignacio Amaya se tomaría a Tunja], el Socorro y Pamplona y cruzando el Magdalena su influencia alcanzó a la provincia de Antioquia. Los conjurados fueron tantos, al punto que cuando el General Domingo Caicedo le preguntó al presidente Santander quiénes eran los comprometidos en la conspiración, el Jefe del Estado contestó: "Lo único que sé decirle es que yo no estoy comprometido". Entre los conspiradores se encontraban José María de Laserna y Ricaurte, miembro de importantísima familia bogotana, su primo Mariano París Ricaurte (quien tomaría Cáqueza), el cual al ser apresado en su hacienda fue matado por la soldadesca y después trasportado semidesnudo en un caballo, pasado frente a su casa y arrojado en el atrio de la Iglesia de Santo Domingo; José Eulogio Menéndez de Arjona y sus hijos Juan, Manuel María, Alejo y Pedro [este último tomaría el batallón de Húsares junto con el joven Manuel Anguiano de escasos diecinueve años y cuyo padre había muerto en Cartagena por la libertad por órdenes de Morillo]. El plan de los conspiradores consistía en sustituir a toda costa el gobierno legítimo, aún asesinando a Santander, matar a los generales José María Obando y José Hilario López, sostener al clero, cambiar el gobierno libre, proteger los artesanos y colocar al frente del ejecutivo al viejo y débil general José Miguel Pey como un estafermo, con el objeto de que otros gobernaran en su nombre” 32. 32. MORENO DE ANGEL, Pilar. Santander, Biografía. Bogotá. Planeta Colombiana Editorial S.A. 1989, p. 590
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Al conocer Santander la conspiración, el 23 de julio de 1833 se dirigió a los cuarteles de Húsares y San Agustín, nombrando Jefe Militar de la provincia a José Hilario López, ordenándole perseguir a los culpables, quienes capturados fueron procesados breve y sumariamente - como es lugar común en estos casos (se olvidaba 1828). Bajo la ley de 31 de mayo de 1833, el proceso fue público. Intervinieron treinta defensores entre ellos Eladio Irrisari como defensor de Sardá. “Las represalias fueron odiosas, sobrepujaron en mucho a las venganzas del 25 de Septiembre, pues si entonces el rigor llegó hasta la repugnancia, colgando de horcas los cadáveres de Padilla y de Azuola, ahora se llegó al asesinato. A toda persona que se juzgó comprometida directa o indirectamente en la conjuración se le apresó y siguiéndose un proceso monstruoso resultaron cincuenta y seis personas condenadas a muerte y veinte a presidio por ocho años. Algunos fueron indultados pero siempre subieron al cadalso diecisiete desgraciados que fueron ejecutados a la vez en la plaza mayor... Desde la época del pacificador Morillo no se había dado un cuadro tan sangriento”33. Santander conmutó la pena de muerte a veintiocho condenados por la de presidio, a diez les negó el indulto. El juez de primera instancia fue Fortunato Gamboa, el Fiscal José Leyva Millán, la sentencia se dicto el 12 de octubre de 1833; interpuesta la correspondiente apelación los magistrados del Tribunal se declararon impedidos y fueron nombrados conjueces Vicente Azuero, Ezequiel Rojas (¿?) y Domingo Cipriano Cuenca, obrando como fiscal en esta segunda instancia Francisco López Aldana. Sentenciado a muerte, Sardá se fugó de la prisión el 22 de octubre ayudado por varios amigos entre ellos el canónico Antonio Herrán, más tarde Arzobispo de Bogotá, quien le cargó sobre sus espaldas, pues las heridas producidas por los grillos le impedía caminar. Se ofreció una recompensa de dos mil pesos a quien lo entregara a la justicia; denunciado el lugar donde se ocultaba; dos oficiales, fueron hasta allí el 22 de octubre de 1834, presentándose como amigos; al despedirse, uno de ellos, Pedro Ortiz, en forma aleve y cobarde, le disparó a quemarropa Santander le convenció que aquello nada tenía de malo ARTEAGA HERNÁNDEZ, Manuel, Arteaga Carvajal. Jaime. Historia Política de Colombia. Volumen I. Santa Fe de Bogotá. Intermedio Editores. 1993, p. 251 34. ARTEAGA HERNÁNDEZ, Manuel, Arteaga Carvajal. Jaime. Ob. Cit., p. 252 33.
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puesto que cumplía como militar las órdenes del Presidente y ejecutaba la sentencia de los tribunales que habían condenado a muerte a Sardá34; Su cadáver cubierto con un hábito de monje fue exhibido en la plaza mayor y posteriormente sepultado en San Agustín. Concluye así este macabro episodio de la historia, en la del Hombre de las Leyes u Hombre de Ley como le llamó Bolívar, término que por la década del treinta era peyorativo en Francia, como lo acotara Honorato de Balzac en una de las novelas de su Comedia Humana. En cuanto se refiere al quehacer político de Ezequiel Rojas, este se destacó como activo parlamentario durante muchos años. En 1834 es elegido diputado a la Cámara de Representantes por la Provincia de Tunja, junto con los boyacenses Judas Tadeo Landines, Miguel Larrota, Cayetano Camargo, Joaquín Larrarte, José María Niño y Nepomuceno Riaño; siendo reelegido para la misma dignidad en los años de 1836, 1839, 1844 y 1849. Ocupará la presidencia de dicha corporación en los años de 1835, 1845, 1847, 1848 y 1849. Recién iniciada su actividad política, participa en la elaboración del primer Código Penal Colombiano de 1837, sancionado por el Presidente José Ignacio de Márquez el 27 de junio de dicho año, basado en un proyecto elaborado por el Consejo de Estado en 1833 a instancias del citado Márquez y Vicente Azuero. Acorde “con la filosofía liberal moderada entonces triunfante”35 e inspirado en los códigos penal francés de 1810 y español de 1822, consagró el principio de legalidad (gran conquista lograda desde la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto de 1789, primer producto de la Revolución Francesa y hoy patrimonio jurídico de la humanidad): “Artículo 4º. Ningún delito o culpa pueden ser castigados con penas que no hayan sido señaladas por una ley publicada antes de su perpetración”. Presumía el dolo: “Artículo 3º. En toda violación de la ley se supone voluntad y malicia, mientras no se pruebe o resulte claramente lo contrario”. Definía el delito como: “la voluntaria y maliciosa violación de la ley por la cual se incurre en alguna pena”, según rezaba el primer artículo de dicho código del cual, enseña Rojas, “contiene el inventario de las acciones que el legislador leyó que 35. VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Derecho Penal - Parte General. Santa Fe de Bogotá. Editorial Temis S.A. 1994, p. 193
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debía prohibir: Él prohibió todas estas acciones porque son malas o porque las creyó tales. El código contiene pués, un inventario de acciones malas; pero no un inventario de delitos... las acciones malas no son delitos sino cuando se las ejecuta con voluntad y conocimiento”36; que coincide con los actuales componentes cognoscitivo y volitivo del dolo, conocer y querer. Dicho código se encontraba dividido en cuatro libros. El primero, “De los Delitos y las Penas en General”, distingue entre conductas dolosas y culposas, definiendo estas en el artículo 2º como “la violación imputable pero no maliciosa de la ley en cuanto el autor no la ha violado intencionalmente, pero ha podido y debido evitar el acto y se ha expuesto voluntariamente a dicha violación por lo cual se incurre en alguna pena”; con lo cual se adelanta al moderno concepto de violación al deber de cuidado. El libro segundo, dedicado a los delincuentes, establece diferencias entre autores, cómplices, auxiliadores y encubridores, todos merecedores de penas, excluyendo de responsabilidad a los dementes, a los privados de la razón, a quienes cometan el hecho contra su voluntad (vis maior, vis compulsiva), a los menores de siete años y a los ebrios voluntario, indicando la forma de dosificar la pena. En esta materia, “era sumamente drástico, incluyendo la de muerte que a su turno comprendía la de garrote, considerándola como pena corporal en oposición a las penas no corporales”37. El libro tercero consagraba los delitos y las culpas contra la sociedad, la salud colectiva, el Estado, la religión, la moral, el patrimonio público, etc. Y el cuarto, los delitos y culpas contra los particulares y bienes jurídicos individuales. Contaba con 919 artículos. Entró a regir el 1º de junio de 1838. “Semejante codificación, al contrario de lo que suele afirmarse, no se compadecía con los postulados entonces vigentes y con la época histórica, si se tiene en cuenta que como reproducción de los estatutos europeos mencionados, era un reflejo de las condiciones económicas, políticas y sociales imperantes en aquellos países más no en estos”38. Lo trascendental de este código, radica en que derogó la legislación española que regía en la materia, no obstante que habían transcurrido casi cuatro lustros de haberse consolidado la independencia de España; sufrió varias modificaciones, destacándose la abolición de la pena de muerte por ley del 26 de mayo de 1849 que rigió hasta 1873. 36. 37. 38.
ROJAS, Ezequiel. Obras. Bogotá. Imprenta Especial. 1881-1882, p. 187. VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ. Fernando. Ob. Cit., p. 194 Ibídem. p. 194
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En el año de 1839, Ezequiel Rojas obtiene que el Senado y Cámara aprueben su iniciativa de reforma al Poder Judicial, primera de las múltiples que se han hecho a este poder y que se han prolongado hasta el presente. A juicio del autor de estas líneas, la justicia material y real que se anhela no se logra reformando, en una cadena ininterrumpida, la jurisdicción y competencia de los jueces, sino reformando a estos para que en verdad administren justicia pronta y efectiva, como lo exige el respectivo derecho humano; siendo jueces y no tan solo permaneciendo como tales, que es lo que muchos hacen, dando así lugar a los permanentes y crónicos represamientos de expedientes; no es reformando las formas, sino a las personas; que se llegue al cargo por méritos personales e intelectuales y no por influencias y menos políticas, permaneciendo en el mismo por responsabilidad en el trabajo y no por mentirosas estadísticas o las mentadas influencias. El 8 de abril de 1846 toma parte activa en el debate sobre la expulsión de los jesuitas, de la cual es ferviente partidario. Por esas calendas se le postula para vicepresidente de la República, declinando tal honor; su interés es servir, no figurar, ejemplo de verdadero desprendimiento que debiera ser seguido por algunos – que no son pocos -. En similar forma, en 1847 rechaza la primera designatura. Al año siguiente, se le postula para Presidente de la República e igualmente rehusa a ello, “claro testimonio de la recta personalidad de Rojas, de su liderazgo combativo por las ideas liberales... conforme a su permanente e intransigente rechazo a las posiciones burocráticas”39; hecho decisivo para la candidatura y posterior triunfo de José Hilario López. Es este año de 1848, el que marca el hito culminante en la vida de Rojas como ideólogo y político, al publicar en el periódico bogotano El Aviso el 16 de julio de 1848, “La Razón de mi Voto”, que se ha considerado como el programa del Partido Liberal, escrito en el cual apoya la candidatura liberal de José Hilario López; y en el cual responde a las preguntas: ¿Qué es lo que quiere el partido liberal? ¿Cuáles son sus deseos? ¿Cuál la teoría que quiere ver realizada? 39.
RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 242
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Ezequiel Rojas
"República quiere el partido liberal: quiere sistema representativo, real y verdadero, y no apariencias como las que existen... Quiere que las libertades públicas y los atributos de la soberanía nacional se garanticen suficientemente y no se les deje expuestos a ser invadidos y usurpados... Quiere que los derechos individuales y sus garantías sean realidades y no engañosas promesas... Quiere que solo la voluntad de la ley sea la que disponga de la suerte de los hombres y que los funcionarios, tanto del orden ejecutivo como del judicial, se contraigan a ser un órgano fiel de ella... Quiere que la ley sea la expresión de la voluntad del legislador, y no la expresión de la voluntad del poder ejecutivo... porque cuando el José Hilario López Grabado por Lemercier. Museo Nacional, legislador no tiene voluntado propia y solo expresa la del Para impulsar Bogotá. su candidatura a la poder ejecutivo, el gobierno es presidencia de la República, Ezequiel absoluto... Quiere que los Rojas publica, el 16 de julio de 1848, “La llamados a exigir la Razón de Mi Voto” en el periódico responsabilidad de los bogotano El Aviso, escrito que se convertirá en el primer programa del funcionarios públicos nada Partido Liberal Colombiano. tengan que temer ni que esperar de ellos... Quiere que haya recta y pronta administración de justicia, y para ello quiere que los jueces sean completamente independientes del poder ejecutivo, que sean verdaderamente responsables... porque sin recta y pronta administración de justicia la sociedad es un tormento: no hay derecho alguno seguro, y más valdría vivir en los bosques... 50
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Facsímil de la primera página del periódico El Aviso, del 16 de julio de 1848, donde José Ezequiel Rojas Ramírez publicó el artículo “La Razón de mi Voto” que fijó los lineamientos programáticos del Partido Liberal Colombiano.
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Ezequiel Rojas
El Primer Programa del Partido Liberal Colombiano El manifiesto de Ezequiel Rojas le dio a la tendencia liberal colombiana el aglutinante ideológico de un programa político coherente que, a partir de entonces, transformó al Liberalismo en un partido político moderno, estructurado sobre sólidas bases ideológicas, superando así los faccionalismos que lo habían caracterizado desde el nacimiento de la República. Si, como lo define el Diccionario de la Lengua Española, Programa es “una exposición que fija la línea de conducta que ha de seguirse”, sin lugar a dudas, los lineamientos doctrinarios expuestos por Ezequiel Rojas en l escrito “La Razón de mi Voto” del periódico bogotano El Aviso, del 16 de julio de 1848, se constituyen en el primer programa político del Partido Liberal Colombiano, y en tal virtud, dicho programa convierte a José Ezequiel Rojas Ramírez en su verdadero fundador, así él explícitamente no se lo haya propuesto. P.G.H.R.
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Quiere leyes claras, precisas y terminantes para que con facilidad pueda el común de los hombres conocer sus deberes y derechos... Quiere el partido liberal que no se deje al poder ejecutivo la facultad dictatorial para remover sus empleados...Quiere muy especialmente el partido liberal que al conferir los destinos públicos solo se tenga en mira el buen servicio de la sociedad, que se atienda especialmente a las aptitudes, capacidades y probidad que se tengan para desempeñarlos... la sociedad paga a sus servidores: tiene derecho a que se le sirva bien, porque de ello depende su prosperidad y bienestar; debe, pues, emplearse a los hombres que puedan prestar buenos servicios con fidelidad, sea cual fuere el partido político al que hayan pertenecido o pertenezcan. Quiere que se adopte una severa y rigurosa economía y que no se inviertan las rentas públicas sino en las necesidades reales de la sociedad...Quiere el partido liberal que no se adopte la religión como medio de gobernar: las dos potestades deben girar independientemente, cada una dentro de su órbita, puesto que cada una tiene su objeto y fin distinto....Quiere que se haga justicia imparcial a todos los granadinos. En resumen, quiere el partido liberal que se organice un gobierno en beneficio de los gobernados; quiere república, sistema verdaderamente representativo, congreso independiente, poder ejecutivo que no pueda hacer sino lo que la ley le permite, responsabilidad positiva y para ello tribunales independientes, buenas leyes, una política en el poder ejecutivo eminentemente nacional y americana, justicia imparcial con todos, que en sus actos no se tenga en cuenta otra consideración que el bien público”40. Hasta ese momento no existían en nuestra patria, ni en país alguno, partidos políticos institucionales y organizados. Culminada la emancipación de España, “las ideas liberales vagaban errantes en las mentes de los criollos revolucionarios sin ubicación partidista, pero en 1812 en las Cortes españolas el vocablo ‘liberal’ tomaba forma partidista. En América, el único partido político existente era el de la libertad con que todos comulgaban. Emancipados se vieron muy pronto divididos por diversos criterios sobre los procedimientos, sobre ROJAS, Ezequiel. “La Razón de mi Voto”. En El Aviso, Año I Número 26. II Trimestre. 26 de julio de 1848. Bogotá, p. 3. Véase el texto completo en el anexo No. 2 de este libro, p. 124 y siguientes.
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la forma de organización institucional. Emerge entonces la lucha bobalicona que también esconde obscuros intereses de mando, apetitos de poder, centralismo o federalismo, la provincia o la nación”41. Los ciudadanos y en especial los políticos, tenían sus preferencias personales e institucionales y cuando se trató de transplantar a la Nueva Granada la Constitución boliviana, los neogranadinos se escinden en bolivarianos y santanderistas, pero sin organización, ni jerarquía, ni plataforma ideológica; en otras palabras, fueron dos facciones que no constituyeron partidos políticos. Con este manifiesto de Rojas se funda el Partido Liberal Colombiano. Al año siguiente, Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro con su “Ensayo sobre los Partidos Políticos en la Nueva Granada”, publicado el 23 de agosto de 1849 en el periódico La Civilización, dan origen al Partido Conservador Colombiano; siendo así nuestros ideólogos colombianos los primeros cimentadores de partidos políticos en el mundo, como acertadamente lo ha señalado el profesor Gustavo Humberto Rodríguez, refutando así la tesis del politólogo francés Maurice Duverger, quien afirma que antes de 1850 “ningún país del mundo (con excepción de los Estados Unidos) conocía partidos políticos en el sentido moderno de la palabra... con programas doctrinarios que delimitaban y precisaban sus filosofías políticas” 42. Entre los miembros del Partido Liberal se destacaron los integrantes del denominado “Olimpo Radical”, compuesto entre otros por Manuel Murillo Toro, Francisco Javier Zaldúa, Santiago Pérez, Aquileo Parra, Ezequiel Rojas, Felipe Pérez, Santos Acosta, Sergio Camargo, Francisco Álvarez, Teodoro Valenzuela, Medardo Rivas, Nicolás Esguerra; románticos liberales llamados también “Gólgotas”, nombre que se debe a la novela de Pérez Escrich El Mártir del Gólgota, al cual hacían referencia en sus discursos. José María Samper aludía al “Divino taumaturgo crucificado en el Gólgota, al que presentaba como el revolucionario más grande de la humanidad, por sus enseñanzas de ensalzamiento de los débiles, de humillación a los poderosos y por sus deseos de implantar una nueva ley de justicia y de amor”43. RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 204 Ibídem. p. 226 43. SALAZAR CÁCERES, Carlos Gabriel. Historia de los Derechos Humanos en las Constituciones Colombianas. Tunja. Academia Boyacense de Historia. 2002, p. 54. 41. 42.
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A LGUNOS M IEMBROS DEL P ARTIDO L IBERAL “O LIMPO R ADICAL ”
INTEGRANTES DEL
Manuel Murillo Toro
Francisco Javier Zaldúa
Santiago Pérez
Aquileo Parra Gómez
Grabado Froilán Gómez Museo Nacional, Bogotá
Grabado Anónimo Museo Nacional, Bogoá
Óleo Autor Anónimo Museo Nacional, Bogotá
Óleo Casa de la Cultura de Barichara (Sant.)
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Ezequiel Rojas
Ezequiel Rojas Ramírez
Felipe Pérez Manosalva
Grabado de Colombia Ilustrada 1842, Biblioteca Nacional, Bogotá
Sergio Camargo Pinzón
Santos Acosta Castillo
Oleo de autor desconocido Museo Nacional, Bogotá
Fotografía Demetrio Camargo Paredes Museo Nacional, Bogotá
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Si bien los planteamientos de ambos partidos, en el fondo, predican los mismos postulados, difieren: el uno por el irrestricto acatamiento a las doctrinas de la iglesia católica y el otro porque propugna por la libertad religiosa, punto de toque para que se hayan librado las más enconadas disputas entre nuestros partidos tradicionales. Desde sus inicios, “utilitarismo y sensualismo por una parte, el dogma católico y el Syllabus de Pio Noveno por el otro, constituyeron los iniciales programas ideológicos de nuestras parcialidades políticas. Ni Bentham, Say, Tracy, ni los pontífices imaginaron que acá, en el apartado rincón andino de la Nueva Granada, obcecados prosélitos harían de sus postulados la motivación de sus discordias y la problemática de las preocupaciones nacionales” 44. El nacimiento del liberalismo colombiano, a mediados del siglo XIX, se nutrió “en las canteras del utilitarismo que rompió las ataduras institucionales de la colonia y abrió las puertas de la democracia, dentro de la concepción burguesa de la época; tuvo pues nuestro radicalismo una profunda raigambre filosófica, políticamente respetable. Tal vez perdió el contacto con la tierra y por ello fue efímera su vigencia”45. Posesionado como presidente José Hilario López el 1º de abril de 1849, nombra como sus secretarios a: Francisco Javier Zaldúa para Gobierno, Manuel Murillo Toro para Relaciones Exteriores, Tomás Herrera para Guerra y a Ezequiel Rojas para Hacienda, de quien señala un anónimo periodista conservador: “Era la primera notabilidad política del partido que subía al poder, hombre de capacidad e instrucción, acatado en las cámaras, defensor constante de ciertos principios, moderado y entendido en los negocios de hacienda, su opinión y su influencia más que otra alguna había atraído al general López los votos de su partido; era indudablemente el hombre llamado a encabezar la política de la nueva administración” 46. Elogioso comentario de un contrincante político, que nos señala la figura enhiesta de Rojas, que incluso sus contrarios no omiten reconocerle sus virtudes. Como se había eliminado el impuesto al tabaco, las finanzas públicas se encontraban al borde del déficit y con el fin de dar solución al 44. 45. 46.
RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 127 Ibídem, p. 216 Ibídem, p. 251
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problema, presenta al parlamento proyecto para que se derogue la ley de libertad de cultivo y comercio del tabaco; al no obtener pronta respuesta – la paciencia no era propiamente su mejor virtud -, a los treinta y nueve días de posesionado, presenta renuncia al cargo; como el Presidente no la aceptó, la reitera al día siguiente, siéndole aceptada. También fue suya la iniciativa de un proyecto de ley para reformar la Hacienda Nacional, que dio origen a la actual Tesorería General de la República. Por ley 10 de 1849, se suprimen los privilegios y se ordena que al Presidente se le llame Ciudadano y a los demás empleados Señor. El 26 de mayo de 1849 se abolió la pena de muerte para los delitos políticos y la de vergüenza pública para los delitos comunes. Se estableció el jurado de conciencia y se decretó la libertad absoluta de los esclavos. Por esta misma época se abolieron los resguardos indígenas, por lo cual se enajenaron libremente – saliendo a la postre perjudicados los nativos - . El libre cambio (llámese apertura económica) abrió las puertas al capitalismo italo-judío, se aumentaron las importaciones, se propició la usura, se fomentó el comercio y la banca, se desprotegieron los ejidos que pasaron a engrosar latifundios. El 15 de mayo de 1850 la ley de Libre Enseñanza suprimió los títulos como requisito para el ejercicio profesional, cerrándose así las universidades: “los románticos liberales consideraban el título como una limitación a la libertad absoluta de trabajo que tiene todo individuo y el profesionalismo como un monopolio costoso y solo al alcance de ciertas clases” 47. En este mismo año se organiza la Comisión Corográfica, bajo la dirección del italiano Agustín Codazzi, quien con la colaboración de Manuel Ponce de León y Manuel María Paz levanta el primer mapa geográfico de Colombia. En el mismo 1850 el presidente López le nombra Cónsul General de Negocios en Inglaterra y posteriormente en Francia, viviendo por MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Benthamismo y Antibenthamismo en Colombia. Bogotá. Editorial El Búho. 1983, p. 29
47.
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ello en Marsella y París . Más tarde será nombrado embajador ante la Santa Sede en Roma; viaja en compañía de su esposa Zoila Gaitán, con quien había contraído matrimonio diez años atrás y su única hija: Josefina. Durante seis años representará diplomáticamente a Colombia en dichos países. En Roma es acogido con cortesía por el Papa Pío IX, quien le favoreció con su amistad; su principal cometido “consistió en dar auge a la inmigración de extranjeros a nuestro suelo patrio, creyendo que el hibridismo de las razas es un factor de mejoramiento y reprogreso dentro de las industrias al estilo de los Estados Unidos de América 48. En estos años su hija, ya en edad nubil, conoce y contrae matrimonio con el conde Guillermo M. V. Alberti, oriundo de Florencia, y perteneciente a una rancia familia de banqueros, hombre de amplísima cultura y dueño de una enorme biblioteca, famosa en Europa. Llegado el año de 1857 regresa al país movido por asuntos personales –consideramos que posibles conflictos conyugales, tal vez a raíz de sus concepciones areligiosas y librepensadoras, que tanto preocuparon a su esposa, quien además preferiría la comodidad de Florencia, cuna de la cultura renacentista, a las incomodidades y estrecheses de la fría, pacata y chismosa Bogotá, dado que volvió solo sin su mujer y su hija, quienes permanecieron en Italia y a quienes no volvió a ver jamás-. En los años subsiguientes se dedicará al periodismo, las cámaras legislativas y lo más importante, destacable y rescatable: la cátedra. Sobre este aspecto ha escrito el filósofo español contemporáneo, largo tiempo radicado en Colombia, Germán Marquinez Argote, en estudio preliminar a su obra reeditada en los últimos años por la Universidad Santo Tomás: “Entristecido, agobiado por enfermedades y con la universidad cerrada [ley de 15 de mayo de 1850], en estos difíciles años se dedica a la enseñanza privada". A propósito de su magisterio, escribía el Diario de Cundinamarca: "al poco tiempo de su arribo a Bogotá vimos por primera vez al doctor Rojas paseándose para allá y para acá, rodeado de algunos jóvenes en uno de los claustros de la Biblioteca Nacional: les estaba haciendo las clases de Principios de Legislación. Su rostro y su voz nos llamaron la atención: en sus facciones había delicia, fuego, patriotismo, angustia y esperanza, lucha y triunfo, bravura y generosidad... 48.
VARGAS, Luis A. Ob.Cit., p. 48
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D ISCÍPULOS
DE
J OSÉ E ZEQUIEL R OJAS R AMÍREZ
Miguel Samper
Salvador Camacho Roldán
Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá
Óleo por Ricardo Acevedo Bernal Museo Nacional, Bogotá
Manuel Murillo Toro
Ramón Gómez “El Sapo”
Fotografía por Demetrio Paredes Museo Nacional, Bogotá
Caricatura por Alberto Urdaneta Biblioteca Nacional, Bogotá
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Manuel María Madiedo
José María Rojas Garrido
Grabado por Aramburu, 1876 Biblioteca Nacional, Bogotá
Museo Nacional, Bogotá
Teodoro Valenzuela
José María Samper
Fotografías de Duperly e Hijo Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá
Museo Nacional, Bogotá
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Ezequiel Rojas
No tardamos en comprender que un filósofo hondamente convencido de la verdad, de las doctrinas que creía fecundas en bienes para su país, pero a la sazón miradas con algún disfavor, iniciaba una serie de esfuerzos abnegados para restablecer su difusión y su imperio”49. Allí, bajo su égida, se formaron los llamados benthamistas menores, que prosiguieron su obra hasta agotarla. La docencia era un imperativo de su espíritu. Amén de la Economía Política, enseña Pruebas Judiciales, Jurisprudencia, Moral y en especial Ciencia de la Legislación Civil y Penal, hoy conocida como Filosofía del Derecho, Jusfilosofía o Jurislogía; su labor, mejor su apostolado docente, fue permanente desde 1833 hasta su muerte, salvo los años que permaneció por segunda vez en Europa. Entre sus discípulos se cuentan José María Rojas Garrido, Carlos Martín, Manuel Murillo Toro, Salvador Camacho, Juan Manuel Rudas, Miguel y José María Samper, Gonzalo Tavera, Juan Uribe, Jacobo Sánchez, Manuel María Madiedo, Manuel Pombo, Teodoro Valenzuela, Januario Salgar, y los denominados benthamistas menores Francisco Eustaquio Álvarez, Medardo Ríos, Ramón Gómez y Ángel María Galán. Este último, en la biografía que hace de su maestro en la edición de sus obras de 1881, escribe: “Desde 1833 empezó el doctor Rojas su carrera de profesorado, sin abandonar por esto el ejercicio de la abogacía. Fue sucesivamente vicerrector del Colegio de San Bartolomé por tres años, rector del mismo colegio por seis meses, vicerrector de la universidad por un año, miembro de la Junta de Gobierno de la misma universidad por muchos años; en desempeño de este cargo redactó los proyectos de estatutos que rigieron en los colegios de San Bartolomé y de Boyacá; catedrático de Economía Política desde 1833 a 1837, sirviendo gratuitamente por algún tiempo, catedrático de Derecho Civil y de Ciencia de la Legislación Civil y Penal en 1838, pobremente remunerado; ...regentó en el mismo año la cátedra de Organización y Pruebas Judiciales sin remuneración alguna, porque en cumplimiento de la misión que se impuso desde antes, la enseñanza no era para el doctor Rojas un motivo de especulación, sino una ocupación en la cual creía que prestaba a su patria uno de los más importantes servicios...el profesorado de nuestro país no ha tenido un servidor que reúna en tan alto grado la consagración, la ciencia, y el desinterés” 50. ROJAS, Ezequiel. Escritos Éticos. Bogotá. Biblioteca Colombiana de Filosofía. Universidad Santo Tomás. 1988, p. 2 50. ROJAS, Ezequiel. Obras. Bogotá. Imprenta Especial. 1881-1882, p. 12 49.
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Empero, su labor didáctica no se limitó tan solo a la capital del País, sino que se extendió también a su Boyacá natal y como lo recuerda el profesor Armando Suescún en sus Apuntes para la Historia de la Universidad en Boyacá, la Cámara de la Provincia de Tunja, presidida en ese entonces por Ezequiel Rojas, dictó decreto el 22 de Octubre de 1832, por el cual se restablece y reorganiza el Colegio de Boyacá, que venía cerrado durante varios años, a raíz de los decretos proferidos por el gobierno central. En su funeral, Enrique Cortés, presidente de la Corporación Municipal de Bogotá, señalaba: “El profesorado colombiano guardará el nombre del señor Ezequiel Rojas como uno de los más constantes propagadores de las ciencias morales y políticas en nuestro país y bajo este punto de vista es que yo considero más digno del aprecio de la posteridad su nombre y su memoria”51. Recordando que durante cuarenta y cinco años fue maestro de juventudes tanto en el San Bartolomé como en el Rosario, en la Universidad Nacional e incluso en privado en su propia casa, cumpliendo esa misión que se había impuesto como el primero y más sagrado deber de su existencia. Porque para Ezequiel Rojas la educación y la enseñanza fueron una misión, un apostolado, un ministerio y no una empresa mercante, como actualmente la han convertido algunos. En 1862 Ezequiel Rojas elabora un proyecto de Constitución para el Estado Federal de Cundinamarca,"Documento de la mayor trascendencia puesto que recoge y sintetiza los postulados federalistas del liberalismo radical de la época y por cuanto guarda una asombrosa identidad con los que un año después los constituyentes consignaron en la Carta de Río Negro”52. Al cotejo de ambos documentos se encuentran muchas similitudes, no solo en las ideas, que por demás campeaban por la época, sino también en expresiones y redacción; por ello no es aventurado afirmar que en la Constitución de Río Negro, encontramos la mano y el pensamiento de Ezequiel Rojas. En 1867, mediante la Ley 16, el Presidente Santos Acosta funda la Universidad Nacional, nombrando como rector a Ezequiel Rojas, cargo 51. 52.
ROJAS, Ezequiel. Ob. Cit., p. 29 RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 284
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que no aceptó dadas sus dolencias físicas, por lo cual el nombramiento recae en Manuel Ancízar. Durante 1868 se dedica a la escritura de su principal obra Filosofía Moral, a la cual dedicaremos espacio especial. En 1870 es elegido senador de la República, época en la cual se debate lo pertinente al canal de Panamá, concediéndolo el Estado colombiano a los Estados Unidos por un lapso de cien años, el cual cobraría un emolumento por el tonelaje de cada buque entregando un tanto por ciento al colombiano. El canal se declaraba zona inmune. Por ende, las partes podrían pasar sus buques y armas libremente, no así los países que se encontraran en guerra con las partes contratantes. En dichos debates intervinieron entre otros Pedro Alcantara Herrán, Carlos Martín, Rojas Garrido, Manuel Quijano y Antonio Ferro. El 20 de abril de 1871 rinde “su informe sobre orden público” estampando allí la siguiente máxima: “Las buenas instituciones forman los buenos funcionarios y los buenos ciudadanos. Las malas instituciones depravan y pervierten a los unos y a los otros”53. He ahí un ejemplo de su estatura moral y lo enhiesto de su pensamiento. Igualmente, en asocio de Rojas Garrido, interviene en el debate sobre la denominada Cuestión de Textos Universitarios, que ocupó varias sesiones, durante las cuales hubo de intervenir sentado, dada su debilidad corporal, defendiendo con lógica, sin arrogancia ni desdén, sus convicciones. Como periodista plantea sus teorías, tanto políticas como jurídicas y económicas, que había legado de sus maestros, en escritos en los periódicos: El Liberal, La Bandera Nacional, El Constitucional de Cundinamarca, La Revista de Colombia y el Diario de Cundinamarca. En los años siguientes y hasta su muerte mantuvo fuerte polémica con Miguel Antonio Caro, “acerca del tema que se había constituido...en la polémica del siglo: El utilitarismo y el catolicismo, debate que llegó a invadirlo todo, la cátedra, el periódico, el púlpito y el parlamento” 54.
53. 54.
Ibídem, p. 288 Ibídem, p. 326
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En sus últimos años, su casa se veía frecuentemente visitada no solo por sus clientes, sino por muchos políticos. No abandonó nunca ni la cátedra ni el parlamento. Un mes antes de morir su estado se tornó crítico, sufre parálisis y pierde la voz. Se avisó a su esposa e hija, a quienes no veía hacía más de tres lustros. Ante la inminencia de la muerte su médico Nicolás Osorio, conservador y católico, le instó a que se pusiera en paz con Dios, a lo cual Rojas le contesto: “Doctor Osorio, yo lo he consultado a usted como médico y no como filósofo...[ así] hasta el último instante conservaba su posición anticlerical y aún antirreligiosa” 55. No obstante, sostenía muy buenas relaciones con representantes del clero y ya en su lecho de muerte fue visitado tanto por el arzobispo Arbeláez como por su Secretario Joaquín Pardo Vergara. Y así, el cronista Cordovez Moure relata que el arzobispo, quien había estado de paso en 1862 por Florencia, había recibido esmeradas atenciones de parte de Zoila Gaitán de Rojas y su hija Josefina Rojas condesa de Alberti, matronas piadosas y caritativas, quienes rogaron al prelado orara por su esposo y padre, dado que figuraba entre el gremio de los librepensadores. Al enfermarse de muerte, “inmediatamente que el señor Arbeláez tuvo noticia del accidente del doctor Rojas, se presentó ante el lecho del enfermo acompañado del doctor Joaquín Pardo Vergara, secretario del arzobispado. Dos motivos poderosos tenía el señor Arbeláez para encontrarse en ese puesto: salvar un alma que estaba a punto de perderse, y pagar la deuda de gratitud contraída en Florencia. Doctor Rojas –dijo el señor Arbeláez al enfermo, con dulzura y cariño manifiesto- he venido a ofrecerle mis servicios como amigo y como prelado. Si usted desea reconciliarse con la Iglesia, puede manifestarlo estrechándome la mano que tengo entre la suya. Por toda respuesta, el moribundo fijó una mirada inteligente en el señor Arbeláez y estrechó con efusivo ademán sobre el pecho la mano del prelado, en vista de lo cual el ministro de Dios, que perdona, le impartió la absolución acostumbrada in extremis”56. En la tarde del jueves 21 de agosto de 1873, expiraba “uno de los más prominentes forjadores espirituales de la nacionalidad colombiana Ibídem, p. 326 CORDOVEZ MOURE, José María. Reminiscencias de Santafé de Bogotá. Madrid. Aguilar. 1962, p. 296 55. 56.
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del siglo XIX” 57. Fue velado por sus alumnos de la Universidad Nacional y del Colegio de Nuestra señora del Rosario. A su muerte, el Presidente de la República Manuel Murillo Toro, antiguo discípulo, dictó decreto de honores y junto con los Secretarios del Despacho encabezó el funeral, que se desplazó por la primera calle de la carrera de Antioquia, la plaza de Bolívar, las cuatro primeras calles de la carrera del Norte, la carrera de Neira hasta la plaza de Capuchinos, la carrera de Boyacá y luego la alameda que conduce a la mansión de los muertos 58. Asistieron tres mil personas, los miembros de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, el Gobernador de Cundinamarca, el Procurador General de la Nación, el Cuerpo Diplomático y las logias masónicas ataviadas con las insignias que les son propias, porque en su funeral “no doblaron las campanas sino que su lecho se vio ataviado de liturgia y de rito masónico”59. En tanto el ataúd era escoltado por la guardia colombiana. La esposa e hija del difunto, protestaron enérgicamente ante sus allegados por haber consentido en lo que denominaron indigna farsa. Llevaron la palabra, pronunciando oraciones fúnebres, Santiago Pérez, Salvador Camacho Roldán, Jacobo Sánchez, Francisco E. Álvarez, Aníbal Galindo, Camilo A. Echeverri, Julio Barriga (Gobernador del Estado), Enrique Cortés (Presidente de la municipalidad) y José María Rojas Garrido, quien con voz atronadora exclamó: “Se ha desvanecido en la sombra de lo incomprensible la inteligencia más poderosa de nuestro país” 60. La prensa liberal, tanto de Bogotá como de provincia, escribió sentidas notas luctuosas, en tanto que en El Tradicionalista, Miguel Antonio Caro censura al secretario del arzobispado Monseñor Pardo Vergara el haber permitido que un notorio hereje hubiera sido enterrado en el Cementerio Central. Hoy puede visitarse su tumba, coronada con un busto de mármol, bajo el cual se encuentra la figura de una mujer inclinada, ensimismada, con los cabellos en desorden y las manos entrelazadas. 57. 58. 59. 60.
RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 11 ROJAS, Ezequiel. Obras, p. 16 RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 326 Ibídem, p. 32
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Tumba de José Ezequiel Rojas Ramírez Elipse del Cementerio Central de Bogotá Manzana A –14 Sector Norte
Una reja de hierro circunda la base de un pedestal coronado por el busto de Ezequiel Rojas (1804 – 1873), obra del escultor florentino Pietro Costa (1849 – 1901). En uno de los costados de este pedestal de mármol blanco se encuentra esculpida una figura femenina orando acompañada de guirnaldas. (Fotografía de P. Gustavo Huertas R. Mayo 1/2006).
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Dibujo del busto y pedestal de la tumba de José Ezequiel Rojas Ramírez en el Cementerio Central de Bogotá Por Beatriz Salazar Niño
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La lápida reza: “Ezequiel Rojas, publicista y gran ciudadano, propagador infatigable de las Ciencias Políticas. Su memoria es venerada por sus compatriotas. Murió el 21 de agosto de 1873”. Todo ello rematado por una cruz bajo la cual se lee la sentencia bíblica: “Bienaventurados los que lloran”. “Fue Rojas un hombre de carácter dulce, benévolo, bondadoso. Nada vanidoso y sí bastante caritativo, a través de donaciones a asilos de ambos sexos, especialmente su vida privada fue de un absoluto decoro. Nunca atacó gratuitamente a sus adversarios en el foro, en la prensa o en la cámara, pero se defendía siempre y a veces con rudeza”61; “fue regla suya invariable el no pretender triunfar en una discusión, cubriendo de improperios a sus contrarios, sino exponiendo razones en apoyo a sus ideas; y por eso los llamaba sin cesar al terreno de la cuestión, sin dejarse extraviar, ni por el resentimiento natural que debían producirle los insultos que, a falta de razones, le prodigaban sus adversarios en sus publicaciones” 62. “No fue más que un hombre, pero un hombre completo...un mortal, un hermano de penalidades, de sufrimientos [y] de esperanzas” 63. De él ha dicho con justo tino el profesor Restrepo Piedrahita : “Es uno de los grandes forjadores del carácter nacional, deplorablemente desconocido o ingratamente olvidado, especialmente por quienes con mayor obligación son deudores de su memoria: Los Liberales Colombianos” 64.
61. PLAZAS CASTAÑEDA, Hernando. "Breve Biografía de Ezequiel Rojas". En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Banco de la República. Volumen XII. Número 1. 1969, p. 97 62. ROJAS, Ezequiel. Obras, p. 14 63. VARGAS, Luis A. Ob.Cit., p. 23 64. RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto. Ob. Cit., p. 20
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Ezequiel Rojas
B usto
de J osé
E zequiel R ojas R amírez
1804 - 1873 En Miraflores – Boyacá, su tierra natal.
(Fotografía de P. Gustavo Huertas R. Dic. 30/1989)
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2 F ILIACIÓN F ILOSÓFICA Concluidas las luchas de emancipación, terminado el letargo colonial o mejor el Virreinato en estas provincias de ultramar y nacida así la nueva república, uno de sus primeros y lógicos balbuceos fue la reacción contra todo lo pasado, contra las tradiciones, las costumbres, y en el campo de las ideas, contra la filosofía escolástica que se había enseñado durante más de dos siglos en colegios y universidades, fundados y regentados por comunidades religiosas, buscándose por ende un nuevo soporte filosófico y siguiendo el derrotero imitativo que siempre nos ha caracterizado. Se miró hacia el país que había colaborado económica y militarmente con nuestra emancipación: Inglaterra y se entró a copiar lo anglosajón; la caligrafía remplaza la letra española por la inglesa, el periódico El Constitucional se edita tanto en castellano como en inglés, se organizan las carreras de caballos, destinándose para ello una calle que se bautiza con el nombre de “Calle de la Carrera”, hoy carrera 7 entre la Plaza de Bolívar y la Iglesia de San Francisco. Por ese entonces, en Inglaterra, el radicalismo filosófico pretendiendo reformas institucionales en todos los campos: Sociológicos, económicos, filosóficos, fundan la doctrina Utilitarista, 73
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Tomás Hobbes Filósofo inglés, nació en Wesport, Wiltshire, en 1588. Su obra más importante, el Leviathan, publicada en 1651, es una teoría sobre la soberanía en la que defiende el absolutismo. “Ningún orden se impone por sí mismo; su sola fuente es la fuerza”. Para Hobbes, sin un Estado o autoridad fuerte sobrevendrían el caos y la destrucción, convirtiéndose el hombre en un lobo para los otros hombres (“Homo Homini Lupus”). Murió en Hardwick Hall el 4 de diciembre de 1679. (PIRENNE, Jacques, Historia Universal, Vol. III, p. 359)
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con figuras como Hobbes, Hume, Mill, Bentham, cuyo pensamiento podemos resumir, en clave de larga duración: Tomás Hobbes plantea que el estado natural del hombre es el de guerra, de todos contra todos; por lo cual vive en constante temor del prójimo, siendo su único fin en la vida conservar esta y no perderla violentamente. Tal estado le arrastra, necesariamente, al total aislamiento. Si quiere vivir en paz, debe eliminar el peligro de la guerra que hace detestable su estado natural y su triste vida: solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve. Pero llega un día en el cual estos hombres aislados, celebran un acuerdo, sujetando sus vidas a un soberano que ejercerá el gobierno arbitrariamente, según sus deseos y preferencias; situación que será preferible a la de seguir viviendo en el estado de naturaleza. Tal decisión, sigue señalando Hobbes, se basa en el principio de utilidad, dado que la paz y el orden son útiles; por ello, estos hombres aceptan el derecho y obedecen sus órdenes. Pero si el soberano atenta contra el súbdito, éste puede resistírsele; pues el soberano no puede olvidar las leyes de la naturaleza humana, entre las cuales sobresale la prudencia, de validez universal. El derecho creado por el soberano, es un orden jurídico que los hombres respetan por su utilidad de ofrecer paz y seguridad. Refiriéndose al derecho civil, afirma que no difiere del natural, los dos constituyen distintas facetas de una misma entidad; el cumplimiento de los contratos es una de las reglas de la prudencia y la obediencia al derecho civil una regla del derecho natural. David Hume, por su parte , reconoce tres leyes fundamentales en la natura humana: 1.- La estabilidad de la posesión, 2.- Su transferencia por consentimiento y 3.- El cumplimiento de las promesas. Del cumplimiento cabal de éstas, dependen la paz y la seguridad, siendo reconocida su utilidad por la razón, pues la utilidad complace y todo aquello que contribuye a la felicidad de la sociedad se recomienda así mismo, mereciendo aprobación y buena voluntad. La utilidad es fuente de alabanza y aprobación, es base del mérito de las acciones y sirve de baremo para las decisiones morales, es característica inseparable de 75
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David Hume Filósofo inglés, nació en Edimburgo el 26 de abril de 1711. Publicó un Tratado sobre la Naturaleza Humana (1739), Ensayos sobre Moral y Política (1742), Investigación sobre el Entendimiento Humano (1751) y Discursos Políticos (1752), entre otras obras. Muere en su ciudad natal en 1776.
las virtudes sociales como son: la humanidad, la generosidad, la caridad, la afabilidad, la indulgencia, la misericordia y la moderación; constituyéndose es el basamento de la justicia, la fidelidad, el honor, la devoción y la castidad, en una palabra es base de la moral. James Mill, padre de Jhon Stuart Mill, es junto con Bentham, fundador del utilitarismo. Además de filósofo, fue historiador y sociólogo. Afirma en su Análisis de los Fenómenos de la Mente Humana que la realidad sicológica se reduce a la sensación y sus leyes se explican por el empirismo radical. El 5 de julio de 1830, escribe en su diario Francisco de Paula Santander, haber conocido en Londres a “un anciano de más de 76
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ochenta años, alegre, bajo de cuerpo, gordo, robusto, pelo enteramente cano, que le cae por las espaldas, vestido antiguo y sencillo, sin corbata, ni nada de afeite. Costumbres patriarcales , trato franco y ameno, cabeza despejada, aunque ya olvida el nombre de las personas, talentos vastísimos y algún tanto de vanidad”1, quien responde al nombre de Jeremías Bentham. Había nacido en dicha ciudad el 15 de febrero de 1748, de padres judios, con tradición de juristas, lo cual le mueve a estudiar derecho en la Universidad de Oxford. Por un tiempo ejerce la abogacía. Su padre, al morir, le legó una considerable fortuna que le permitió una vida confortable el resto de sus días. El 1776 publica Fragmentos sobre el Gobierno que se atribuyó a múltiples autores; en esta obra considera ficciones tanto el contrato social como el derecho natural, enunciando, por vez primera, el principio de utilidad, como “la mayor felicidad para el mayor número”. Durante tres años viaja por Europa, llegando hasta Rusia, gobernada, en ese entonces, por Catalina II “La Grande”; a su regreso en 1787, se consagra a la misión de reformar las leyes y la moral, editando en ese año, Principios de Moral y Legislación que logra gran divulgación en los primeros años del siglo XIX. En 1802 publica Tratado de Legislación Civil y Penal, adquiriendo fama en Europa y América, convirtiéndose su obra en lo que hoy se llamaría un éxito editorial, pués para 1830 se habían vendido cuarenta mil ejemplares; en 1821 fue vertida al castellano por el profesor salmantino Ramón Salas y al francés por Esteban Dumont; Francia le otorga la ciudadanía y el parlamento inglés se interesa por su Panóptico. En 1808 conoce a James Mill, con quien entabla larga y estrecha amistad, fundando el Partido Radical Inglés, que influyó en muchas reformas liberales; filosóficamente dan origen al Utilitarismo. Sostuvo correspondencia con muchas personalidades de América, entre ellas Francisco de Miranda, Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar, a quien le remitió una carta fechada el 13 de agosto de 1825, a la cual el Libertador dio respuesta el 15 de enero de 1828. 1. MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Benthamismo y Anthibenthamismo en Colombia. Bogotá. Editorial el Búho. 1983, p. 7
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Jeremías Bentham
1748 – Londres – 1832 Filósofo y jurisconsulto británico creador del utilitarismo. Autor de Introducción a los Principios de la Moral y la Legislación, Esbozo de un Nuevo Sistema de Lógica, Defensa de la Usura, etc. Sin lugar a dudas, fue el filósofo que más influyó en la conformación de los partidos políticos en Colombia. (Diccionario Hispánico Universal, Tomo II, W. M. Jackson, México, 1961, p. 69)
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Muere en su natal Londres el 6 de junio de 1832 dejando la estela de su fama de filántropo y sabio. Póstumamente, en 1834, se publica su Ciencia de la Moral o Deontología , como denominó a lo que hoy se conoce como Teoría de los Valores. Bentham conoció el principio de utilidad –así lo confiesa-, de la lectura de Hume y dado su ánimo de buscar reformas al sistema legal inglés del antiguo régimen y ponerlo a tono con las concepciones liberales, con profundo sentido crítico, se da a la tarea de enseñar el derecho, como debía ser y no como era. Basándose en el método experimental, trata de encontrar una ciencia objetiva del comportamiento humano y a la par desarrolla una crítica sin igual al orden jurídico, estableciendo que la base tanto de la moral como de la legislación es el principio de utilidad. La política –afirma- consiste en gobernar a las personas a través de sus intereses, puesto que cada persona se preocupa de sus propios placeres y sufrimientos. Con el fin de lograr la cooperación que se requiere para hacer posible la sociedad humana y llegar al anhelado y necesario bien común, es preciso que el soberano, por medio de leyes, identifique los intereses de las personas. Bentham hace uso de la palabra placer en un sentido lato; de bienestar, bien–estar, de felicidad: la mayor felicidad para el mayor número . “El hombre no está de por sí ‘condenado’ al dolor para ‘después’ obtener la felicidad (tesis montanista), sino que está llamado a la felicidad ya, desde aquí y ahora”2. Con el fin de superar el subjetivismo sobre lo que es placer para unos y dolor para otros, analiza los resultados de las acciones humanas en relación con la felicidad, discerniendo entre lo bueno y lo malo, no solo para la persona , sino en especial para la sociedad, dado que el hombre no nace aprendido, ni con ideas a priori; por el contrario debe aprender, ateniéndose a los hechos y a los datos de los sentidos, lo que le conviene y a posteriori, lentamente, diferenciando entre el bien y el mal; “en este sentido los benthamistas se muestran aristotélicos, frente al platonismo de los antibenthamistas que defienden la existencia de ideas morales innatas”3. A pesar del esfuerzo de sus planteamientos, no logra descifrar en qué consiste el dominio soberano del dolor y del placer. 2. 3.
MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Ob. Cit., p. 10 Idem, p. 11
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Bentham representa la, en ese tiempo, moderna doctrina del positivismo jurídico, que afirmaba que el derecho era creación exclusiva del Estado, y por ende, eminentemente positivo, negando la existencia de todo derecho natural en el sentido tradicional estoico-romano– cristiano. Por ello, no aceptó en un principio la democracia, ni la soberanía popular. El soberano, como tal, no podía tener limitaciones dadas por normas universales. Rechazaba así los derechos del hombre y no aceptaba que “la libertad pudiese ser el principio constitutivo de la ley fundamental del Estado”4. Igualmente, rechazó el pacto social. Fincó sus esperanzas en el Despotismo Ilustrado y esperó encontrar apoyo en Catalina “La Grande”. Al no ver cristalizados sus anhelos, viró posteriormente hacia la democracia y dejó de ser tory, pero no llegó a ser liberal del todo. Sus concepciones de “la legislación, no eran sino una de las expresiones de la racionalización del Estado moderno, en la medida en que todas las actuaciones de este se supeditan a estos tres principios: economía, simplicidad y eficacia. En otros términos, no era sino un aspecto de la tendencia de la vida moderna a llevar al Estado las formas y sistemas de operación propios de la economía capitalista que de parte del Estado exigen una burocracia técnica y un sistema racional del legislación, es decir, un sistema unitario y sencillo de normas jurídicas de fácil conexión entre unas y otras, o en otras palabras, un mundo de formas jurídicas que permitan la aplicación del método deductivo y formen un todo armónico y racional”5. Su objetivo fundamental fue “la reforma del antiguo régimen en una dirección liberal... En su obra hay un aliento social y humanitario que hace imposible la identificación del utilitarismo con un hedonismo individualista puro y craso”6. Tornando de allende los mares y nuevamente en nuestra Nueva Granada, encontramos que con la Expedición Botánica se inició una tendencia entre los estudiosos neogranadinos hacia la investigación de la naturaleza, la observación de los hechos y de la realidad empírica, que se contraponía cardinalmente a los métodos empleados por la filosofía escolástica. En este ambiente se conoce la obra de Bentham, 4. JARAMILLO URIBE, Jaime. El Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX. Bogotá. Planeta Colombia Editorial. 1996, p. 181 5. JARAMILLO URIBE, Jaime. Ob. Cit., p. 182 6. MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Ob. Cit., p. 10
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que dada la escasez de libros traducidos al castellano, se populariza rápidamente. Su lectura es recomendada primero por Vicente Azuero, después por Estanislao Vergara, Ezequiel Rojas y otros; amén, “por la defensa que hacía de la institución de la propiedad y de las virtudes burguesas, de las prácticas del homo economicus, había en el pesamiento benthamista un elemento de conservadurismo que no debía escapar a la inteligencia de hombres como Santander, Azuero, Rojas y demás benthamistas neogranadinos”7. La obra del filósofo inglés se conocía desde los albores de la revolución neogranadina, como lo afirma su primer gran divulgador Vicente Azuero, siendo “objeto de estudios y de las meditaciones secretas de los Camilos Torres, los Camachos, los Pombos y otros ilustres mártires y primeros fundadores de la independencia“8. La primera mención que de Bentham se hace, se encuentra en La Bagatela, periódico fundado y dirigido por Antonio Nariño, en la edición número 23 de 1811, con un texto inicialmente publicado por Blanco White en el periódico El Español de Londres; referido a los bienes que devienen de la libertad de imprenta, hoy denominada libertad de prensa. De lo cual podemos deducir, que Nariño conocía su Tratado de Legislación. Al consolidarse la República, en 1821, luego del triunfo militar y definitivo del Puente de Boyacá, se entró a legislar en casi todas las materias; dándose especial importancia a la educación, siendo Santander su abanderado, ejemplo que hoy por desgracia muchos de nuestros gobernantes olvidan con el pragmático y erróneo concepto que la cultura no es rentable. Desconociendo o ignorando -no invenciblemente- que la mayor fuente de riqueza es el conocimiento, porque como lo didactizara el mirafloreño Luis A. Vargas, “es el poder, la civilización y la grandeza de las naciones”; enfatizando ser un imperativo propagar la educación, difundir las ciencias y los conocimientos que son “motivo de orgullo de los pueblos”9. Ojalá al despejarse este oscurantismo en el cual estamos penetrando, brille nuevamente el sol de la cultura y la verdad. Post tenebras spero lucem, reza un lema rector universitario. JARAMILLO URIBE, Jaime. “Pensamiento Colombiano en el siglo XIX, Bentham y el Utilitarismo Colombiano en el siglo XIX”. En: Ideas y Valores. Enero-junio. 1962, p. 181 8. MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Ob. Cit., p. 12 9. VARGAS, Luis A. Ezequiel Rojas o el Padre de la Filosofía Liberal en América. Bogotá. Editorial Atenea S.A. 1941, p. 52 7.
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Es en este período, cuando el estudio del texto de Bentham se impone como obligatorio; tanto como rechazo a la escolástica colonial, como a la necesidad de remplazar el viejo orden jurídico por uno nuevo, así como por ser inglés el autor, dada la anglomanía que imperaba en la moda, la ya señalada escasez de libros traducidos a la lengua de Castilla, sin descontar la atractiva figura del autor. El 8 de noviembre de 1825 el Vicepresidente Francisco de Paula Santander, en ejercicio del cargo y autorizado por el Presidente Libertador Simón Bolívar y por el Congreso, introdujo el estudio de Bentham en la Escuela de Derecho y en el “Plan de Estudios” del 3 de octubre de 1826; plan que habría de regir en la Universidad Central, creada oficialmente el 18 de marzo anterior e inaugurada el 25 de diciembre siguiente en la Iglesia de San Carlos (hoy San Ignacio), para la cual se habían fusionado las Facultades de Jurisprudencia y Medicina del Colegio Mayor de San Bartolomé – fundado por Bartolomé Lobo Guerrero en los primeros años del siglo XVII-, las de Filosofía y Literatura del Colegio Mayor de Nuestra señora del Rosario –fundado a su vez por Fray Cristóbal de Torres- y la de Teología del Seminario10. Desde el momento en el cual Vicente Azuero en los claustros del San Bartolomé , inicia la enseñanza del benthamismo, se levanta la voz opositora del padre Francisco Margallo. Ahora, con estos nuevos decretos, aumenta la oposición y Bolívar ante el clamor de los padres de familia, suspende su enseñanza el 22 de marzo de 1828, motivando que la obra del inglés, “al lado de máximas luminosas contiene muchas opuestas a la moral y a la tranquilidad de los pueblos”11; llegándose incluso años más tarde, por parte del arzobispo de Bogotá, a prohibir la absolución a los estudiantes de Ezequiel Rojas en el Colegio del Rosario. Durante la segunda administración de Santander, la enseñanza del benthamismo es reestablecida y su influencia se prolongará hasta 1870 con figuras como Ezequiel Rojas, Medardo Rivas, Ángel María Galán, Francisco Eustaquio Álvarez, Ramón Gómez y Aníbal Galindo. Es pertinente aclarar aquí algunos aspectos: nuestros benthamistas recibieron la filosofía de su maestro con beneficio de inventario, nunca 10. OCAMPO LÓPEZ, Javier. "Los Orígenes Oficiales de las Universidades Republicanas en la Gran Colombia. 1826-1830". En: Revista Historia de la Educación Colombiana. Nos. 3 y 4. 2001. Tunja, p. 35 11. JARAMILLO URIBE, Jaime. “Pensamiento Colombiano en el siglo XIX, Bentham y el Utilitarismo Colombiano en el Siglo XIX”, p. 13
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renunciaron a sus concepciones cristianas; recordemos que se habían educado en los claustros bartolinos, rosaristas y tomasinos, regentados por religiosos, ya jesuitas, ya dominicos; además, practicaban la religión católica, razón por la cual, la ley de enseñanza pública de Santander, ordena a los profesores apartarse de aquellas doctrinas que no estén conformes con la moral católica; “si alguno o algunos [autores] tuvieren doctrinas contrarias a la religión, a la moral y a la tranquilidad pública o errores por algún motivo, los catedráticos deben omitir la enseñanza de tales doctrinas” 12. Aceptan la existencia tanto de leyes naturales como de una conciencia moral, pero corresponde a cada uno “aprender a posteriori dichas leyes morales y la conciencia debe ser formada mediante la experimentación y reflexión, para poder concluir qué es lo bueno y qué lo malo con relación al fin último del hombre: la felicidad...[el principio de utilidad es] un método de conocimiento y formación de la conciencia moral” 13. El término placer (que tanto escandalizó a los antibenthamistas -que lo tomaban análogo a la mera carnalidad-, afirmaban, era contrario a los principios cristianos, dado que el hombre viene al mundo a sufrir, cual Jesucristo lo hizo durante 33 años, según lo expresara don Ricardo de la Parra ), era tomado por nuestros benthamistas en el amplio sentido de felicidad; “como placer o bienestar alcanzable aquí en la tierra (aún admitiendo que la felicidad suma solo se da en el cielo), constituía el ideal profundo de la burguesía europea” 14; amén tal ideal no era egoísta, por el contrario contenía un sentido eminentemente social; “la mayor felicidad para el mayor número”. Los benthamistas neogranadinos no se plegaron ciegamente y en forma absoluta a lo planteado por Bentham en su obra. Por el contrario, la tomaron como ya lo señalamos, con beneficio de inventario, modificándola y adaptándola en ciertos aspectos. El utilitarismo, en la vertiente benthamista, no era inmoral, como lo sostenían tosudamente sus contradictores. Era una concepción de la 12. 13. 14.
MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Ob. Cit., p. 52 Idem, p. 23 Idem, p. 15
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vida según el espíritu burgués, que en algunos aspectos se oponía a la concepción que de la vida tenía el cristianismo y en especial el hispano. Aníbal Galindo afirmó que bajo sus luces se formaron una pléyade de funcionarios públicos, eficientes y honestos, que inicialmente se habían educado en las ideas reformistas de Carlos III y sus consejeros, en las postrimerías de la colonia, que buscaban modernizar la administración pública, darle eficacia a la economía, orden y simplicidad a la legislación y racionalizar la gestión gubernativa y el benthamismo se encontraba en ese orden de cosas. Además, sus contradictores se opusieron tan solo desde un punto de vista ético–religioso, más no plantearon soluciones que pudieran sustituirlo. Si atisbamos en los hombres más influyentes de la Nueva Granada en época de Santander, como Castillo y Rada, Francisco Soto, Lino de Pombo, José Ignacio de Márquez, Rufino José de Cuervo y otros más, reparamos que fueron: abogados, hombres de negocios y funcionarios públicos que acataron en su diario vivir los principios de la burguesía. Rufino Cuervo, nos recuerda el profesor Jaramillo Uribe, “poseía las virtudes típicas del hombre burgués, sobre todo del burgués inglés: honradez, sentido de cumplimiento, vida ordenada, tanto en la generalidad de hábitos como en las finanzas privadas, amor a la ley, religiosidad discreta y tolerante, cumplido padre de familia, transaccional en política, mundano y dotado de grandes condiciones para la política y la diplomacia”15. Además, sigue diciendo el profesor Jaramillo, “Bentham brindaba un código ético de virtudes burguesas también racionales, que se acomodaban muy bien a los impulsos e intereses de una clase formada por abogados, comerciantes y hombres de ciudad. Orden, sobriedad, parsimonia, sencillez, religiosidad individual, espíritu cívico y un concepto de bienestar y placer mantenido dentro de términos mundanos discretos (frugalidad en los gastos, equilibrio de las pasiones) que unidos a las necesidades y tendencias de la época, le aseguraron el favor de gran parte de las clases dirigentes neogranadinas, durante los cuatro lustros siguientes a nuestra independencia” 16. 15. 16.
JARAMILLO URIBE, Jaime. El Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX, p. 199 JARAMILLO URIBE, Jaime. Ob. Cit., p.185
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Detalle de la tumba de José Ezequiel Rojas Ramírez en el Cementerio Central de Bogotá (Fotografía de P. Gustavo Huertas R. Mayo 1/2006)
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3 L EGADO I NTELECTUAL Ricardo de la Parra, nacido en Iza el 20 de noviembre de 1815, bachiller en filosofía y letras de la Universidad del Rosario, médico, abogado, literato, filósofo, soldado, orador y maestro en el Colegio de Boyacá, muerto en Envigado (Antioquia ) el 9 de abril de 1873, autor del tratado La Elefantiasis en los Griegos en cuya obra invirtió casi cinco lustros de estudios, y en el cual discurre todo lo relacionado sobre la enfermedad esfinge, escribe durante los días 3, 7, y 15 de Septiembre de 1868 y 10, 20, 24 y 27 de julio del siguiente año sus “Cartas sobre Filosofía Moral”, dirigidas a Ezequiel Rojas y publicadas, en pequeños folletos. Señala –palabras más, palabras menos- en las mismas, que el fin del hombre no puede ser el sensualismo y la voluptuosidad, el objeto de la moral es el perfeccionamiento de la criatura moral, perfección que lleva a la vida con Dios. El único medio de la moral es la virtud que triunfa de la tentación que es deleite y placer. El bien moral es Dios y éste no implica el goce ni el placer, el fin de la moral es unirse a Dios que es su base y fundamento.
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La sensación es totalmente diferente de la impresión. La primera queda en el plano síquico, la segunda en el material. Entre una y otra existe una relación de concomitancia, las sensaciones no enaltecen las altas cualidades espirituales, los órganos tan solo nacen y mueren. El alma está dotada de tres distintos poderes a saber, la sensibilidad, elemento afectivo; la inteligencia, elemento pensante y la voluntad. Cada uno de ellos es uno y distinto a los otros que se complementan en un todo. La sensualidad se queda en el plano material, no se sublimiza. El utilitarismo lleva al ateismo, por su esencia que es la sensualidad se contrapone a la virtud; siguiendo sus doctrinas es imposible llegar al concepto de belleza, de bondad, de perfección; el sensualismo es incompatible con la nobleza de carácter, no ensalza, sino que degrada al hombre. Rebaja el alma humana a la mera sensibilidad, reduce todo a sensaciones destruyendo la virtud: reconoce solo una de las tres potencias del alma: la sensibilidad, esclavizando el alma humana al mundo exterior, al mundo de las pasiones, sin que exista un mundo ulterior. La felicidad predicada por el sensualismo está en contra de la verdad, ya que la felicidad no es solo placer, la verdad es de un orden más elevado a los placeres; igualmente la bondad es superior a la felicidad y la virtud, la belleza, la grandeza, la dignidad y la justicia son igualmente superiores a la felicidad. Aún cuando la moralidad y la utilidad en las más de las veces son armónicas, no lo son, y solo demuestran el orden del mundo; el error del utilitarismo consiste en hacerlas sinónimas. Las virtudes que predica el utilitarismo no son aceptables a la luz del mismo, ya que requiere un mal inmediato para buscar un bien mediato, por lo cual son pseudo inmorales, algo así como cuasi delito. Lo propio ocurre con los vicios que por tener sus felicidades inmediatas serían morales o permitidos” 1. 1. SALAZAR CÁCERES, Carlos Gabriel. Apuntes para una Historia de la Filosofía del Derecho en Colombia. Tesis de Grado. Universidad Santo Tomás. Bogotá, 1973, p. 64.
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Finalmente, desafía a Rojas, para que cada uno de ellos escriba un libro con sus tesis filosóficas y los sometan a la Academia de Ciencias Políticas y Morales del Instituto de Francia, a la Real Sociedad de Londres y a las veinte universidades de Alemania. Rojas acepta el reto y escribe su Filosofía Moral que envía a las citadas academias, con una extensa carta de presentación y justificación fechada el 20 de julio de 1869, en la cual afirma: “El hombre, cualquiera que sea el idioma que hable, el clima que habite, o la religión que profese, halla en el fondo de su corazón un impulso irresistible hacia la felicidad; que no se llama ni se considera feliz cuando sufre...cree sí haber logrado la felicidad...cuando sus sensaciones son agradables, lo que solo sucede cuando ni males físicos ni morales lo afectan: que este es el estado que anhelamos y este el fin que nos proponemos en todas nuestras operaciones”2... el hombre por sus acciones y únicamente por ellas, es que puede llegar al punto a donde lo conducen sus deseos, las acciones que le produzcan sufrimientos lo alejarán de su fin: las que le produzcan sensaciones agradables es decir bienes o le eviten males lo conducirán al centro de su gravitación, esto es a su felicidad”3. “Como los hombres tienen la natural propensión de improbar lo que les perjudica y aprobar lo que les aprovecha, formaron fácilmente un catálogo de acciones que llamaron buenas o virtuosas y otro de las que llamaron malas o viciosas...como los bienes de las primeras eran palpables y los males de las segundas igual, se creyó que este lo sabía desde antes de nacer y lo llamaron conciencia, derecho natural, sentido íntimo, razón eterna, etc.”4; “nuestras ideas acerca de la existencia de leyes naturales está reducida a lo siguiente: 1) Que no es infusa en los hombres la ciencia de lo bueno y de lo malo; 2) aplicando los medios de conocer al examen de las acciones humanas se ha conocido el enlace entre ellas y los efectos de que son causa que es a lo que damos el nombre de leyes naturales; 3) que por este proceder se ha conocido la influencia de las acciones sobre la felicidad de los hombres y se ha formado un catálogo de máximas cuya práctica es esencial para la dicha y conservación de nuestra especie y es esta colección de máximas la que se ha supuesto que tenemos grabadas"5. ROJAS, Ezequiel. Escritos Eticos. Biblioteca Colombiana de Filosofía. Universidad Santo Tomás. Bogotá, 1988. 3. ROJAS, Ezequiel. Ob. Cit., p. 7 4. Idem, p. 8 5. PLAZAS CASTAÑEDA, Hernando. "Breve Biografía de Ezequiel Rojas". En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Biblioteca Luis Ángel Arango. Volumen XII. No. 1. 1969. p. 27 2.
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Ante las diversas definiciones que se han dado de las leyes naturales que obran en el hombre, empezando por la de Ulpiano, quien afirma que son las enseñadas por la naturaleza a todos los animales, pasando por las que pregonan que son aquellas que Dios promulgó al género humano por medio de la recta razón, continuando con las que la eterna razón graba en todos los corazones, terminamos con Montesquieu para quien las leyes naturales son: las que inclinan al hombre hacia su Creador, las que lo inclinan hacia la paz, las que lo mueven a alimentarse y las que lo inclinan a vivir en sociedad. Ante las contradicciones e incoherencias de los jurisconsultos, Bentham señala que solo el método analítico es el único que “puede formar y perfeccionar las ciencias de la moral y la legislación” 6, análisis que solo es posible mediante el principio de utilidad. Si bien los gobiernos pueden valerse del móvil de la religión para reprimir los delitos y fomentar la virtud, por lo cual es aconsejable aumentar la fuerza del sentimiento religioso, la revelación no es principio universal de legislación; la base de las ciencias, la moral y la legislación está en la naturaleza de las cosas. “El robo, el asesinato, el perjurio, la venganza personal, etc., etc., son acciones opuestas a la felicidad de los hombres, en todos los puntos del globo, son malas por su naturaleza misma, independientemente de los preceptos de todas las religiones”7. “Las sociedades reciben la felicidad o la desgracia inmediatamente de las acciones de los hombres” 8. El legislador universal ha dejado en la naturaleza de los hombres “una propensión invariable a evitarse el mal y a proporcionarse el bien” 9. “El descubrimiento de las inclinaciones naturales del hombre ha suministrado el medio de dirigir su conducta y le ha establecido una base sólida a la ciencia legislativa” 10. Los actos humanos tienen como los cuerpos propiedades que le son inherentes, es decir que son leyes de su naturaleza: “estas propiedades afectan a los hombres, haciéndolos felices o desgraciados, buenos o malos, morales o inmorales, meritorios o dignos de castigo, 6. 7. 8. 9. 10.
PLAZAS Idem, p. Idem, p. Idem, p. Idem, p.
CASTAÑEDA, Hernando. Ob. Cit., p. 26 32 34 34 35
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justos o injustos, virtuosos o viciosos, rectos o torticeros. Cada una de estas propiedades tiene su razón de ser y esta razón de ser se halla en propiedades inherentes en el hombre y en las cosas, en otros términos, en las leyes de naturaleza” 11 . “La moral tiene por objeto dirigir la conducta de los hombres por el sendero que los conduzca a la felicidad y les evite la desgracia... la desgracia y la felicidad (el bien y el mal) consisten en el modo como siente el alma, las penas son las que hacen desgraciados a los hombres en esta vida y en la futura: la satisfacción de las necesidades del cuerpo y del alma es la que los hace felices; o lo que es lo mismo, las sensaciones penosas constituyen la desgracia, las agradables la felicidad"12. Como evidencias de lo anterior señala: 1) “El testimonio del linaje humano” que busca su bienestar y progreso, que anhela evitarse penas físicas y morales, que tiene distintas necesidades, que tiende a satisfacer; cuando sufre y es desgraciado desea salir de esa situación y gozar de bienestar y sentirse agradablemente y hallarse contento deseando permanecer así, considerándose feliz. 2) “La conducta de los individuos de la especie humana” cuya ocupación es asegurarse medios para satisfacer sus necesidades, evitarse penas y proporcionarse gozos, todos desean adquirir riquezas, conservarlas y aumentarlas, aún quienes predican contra ello; tales riquezas satisfacen necesidades, evitan penas y proporcionan goces, todos desean vivir sin sufrimiento y gozando. 3) “El motivo que mueve a los hombres a causarse penas”, cuando lo hacen, busca evitar otras mayores o proporcionarse goces superiores. 4) “Las leyes divinas naturales” dado que es ley de la naturaleza humana, como la gravitación universal “huir de las penas y buscar los goces. El autor de esta ley quiso, pues, que los hombres buscasen el placer y huyesen de las penas. Dios colocó, por medio de sus leyes, la felicidad y la desgracia en el modo de sentir del alma” 13. 11. 12. 13.
ROJAS, Ezequiel. Ob. Cit., p. 43 Idem, p. 45 Idem, p. 46
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5) “Las leyes divinas reveladas. Jesucristo... enseñó... que las almas de los que no cumpliesen su ley sufrirán penas eternas, y que las de aquellos que las cumplan tendrán goces eternos... es pues de fe, que las penas constituyen la desgracia y los goces la felicidad... Dios es autor de la felicidad, es su causa; él da el modo de ser que se llama felicidad... las sensaciones constituyen la felicidad y la desgracia; es decir el bien y el mal; pero ellas no son ni buenas ni malas... las penas son el mal; pero ellas no son ni buenas ni malas, y los goces son el bien, pero ellos no son ni buenos ni malos. Los actos humanos que producen las penas o los placeres, son los buenos o malos... decir que las penas son las que constituyen la desgracia no es decir que todo acto que produce pena sea malo, hay muchos actos que producen penas y que son buenos... Decir que el placer constituye la felicidad no es decir ni establecer que todo acto que produce placer sea bueno: hay muchos actos que producen placeres que son malos, los vicios por ejemplo” 14. Un acto es bueno cuando evita penas y proporciona goces; si causa penas e insatisfacciones es malo. La bondad o maldad de los actos no depende de la voluntad de los hombres sino de propiedades que le son inherentes; su bondad o maldad existe desde que existen los hombres, los malos han sido prohibidos por leyes divinas y humanas, por ser malos; la prohibición no los hizo tales. Los buenos han sido mandados por serlos, no son las leyes quienes los han hecho buenos. Aun sin leyes los actos han sido buenos o malos. Dios en el decálogo prohibió los actos que causan pena (robar, matar) y los calificó de malos, en tanto que aquellos que ejercitan la benevolencia, la beneficencia, la justicia, la virtud, son buenos. Las acciones producen a la par penas y goces; las que producen más penas son malas como los vicios, en tanto las que producen más goces son buenas como las virtudes; los actos malos lo son porque producen más penas que goces a la sociedad y serán buenos porque le producen más goces que penas. Así como las penas hacen la desgracia de los hombres y los goces su felicidad, los actos malos hacen la desgracia de la sociedad y los buenos su felicidad. Formar catálogos de los actos que producen más penas y de los que producen más goces es formar 14.
Idem, p. 47
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catálogos de actos que hacen desgraciadas o felices a las sociedades, es formar catálogos de actos buenos o malos, es decir de los que se deben prohibir o mandar, y ello es formar la moral universal. La facultad que puso Dios en el alma, de sentir, y la razón de ser buenas o malas las acciones constituyen el fundamento de la moral. Los actos por naturaleza son buenos o malos “y los hombres pueden ejecutarlos voluntaria o involuntariamente, con conocimiento o sin él. El hombre solo puede ser responsable de los actos que dependen de su voluntad y ejecuta con conciencia ... los legisladores no pueden castigar ni premiar actos involuntarios o ejecutados sin conocimiento: esto sería innecesario, estéril y por lo mismo injusto. La voluntad y conocimiento con que se ejecutan los actos es lo que constituye la responsabilidad de sus autores. El delito lo constituye el hecho de violar un precepto legal con voluntad y conocimiento. El código penal es un catálogo de actos prohibidos: si solo se han prohibido los actos malos es un catálogo de actos malos, pero no es un catálogo de delitos” 15. El mérito de los actos, lo que los hace dignos de aplauso o recompensa, está en su bondad, moralidad con que se ejecutan, motivos determinantes, dificultades vencidas, sacrificios, en tanto que lo contrario conlleva a su demérito. Estos fueron los planteamientos hechos por Rojas en la carta de presentación a su obra Filosofía Moral, que envió a la Sociedad de Londres, al Instituto de Francia y a varias universidades alemanas, dando así respuesta al reto que le propusiera don Ricardo de la Parra de someter sus obras a dichos jueces; no obstante, de la Parra jamás escribió su libro, y por ende nunca se realizó el juicio académico que se habían propuesto. Llama la atención que está carta esta fechada en 1869. En ella hace, como lo acabamos de destacar, importantes apreciaciones sobre el derecho penal, no solo afirmando los postulados de la escuela clásica del derecho penal, sino afirmándose con Francesco Carrara en la concepción del delito como ente jurídico, que plasma y desarrolla en su “Programa de Derecho Criminal” publicado en 1877, -parece que se inicia en 1859-. El delito, como ente jurídico, conlleva una 15.
Idem, p. 52
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contradicción entre la conducta de la persona y el derecho positivo, o Ley del Estado promulgada para proteger a los asociados. Para Rojas, el delito es el hecho de violar un precepto legal, es decir, el mismo derecho positivo, la misma ley del Estado a que aluden los clásicos y con ellos Carrara. Por otro lado, asevera que la persona solo puede responder de los actos que dependen de su voluntad ejecutados conscientemente; el delito es la violación consciente y voluntaria del precepto legal. Para el pensamiento carrariano, el delito es la violación del derecho por “un acto externo que hubiese provenido de una voluntad inteligente y libre”, siendo la resultante de dos fuerzas: una física y otra moral; cada una de las cuales debe considerarse en su causa y en su efecto; así, la fuerza física en su causa, es el comportamiento físico del hombre y en su efecto es el daño inmediato; la fuerza moral considerada en su causa es la voluntad inteligente y libre que precede, orienta y caracteriza la conducta y en su efecto es el daño mediato consistente en el temor para los buenos y el mal ejemplo para los malvados” 16. El hombre solo puede ser responsable de los actos que dependan de su voluntad y que realice conscientemente, señala Rojas, indicando que no se debe castigar el acto ejecutado sin voluntad o sin conocimiento, porque son éstos, la voluntad y el conocimiento, los que constituyen su responsabilidad, y los clásicos afincan la responsabilidad en el libre albedrío, postulado fundamental del iusnaturalismo: “el hombre es libre y por serlo es responsable penalmente de sus actos y en la medida que lo sea. [En el delito se necesita que] exista una fuerza psíquica, una voluntad que obre y esta voluntad debe ser libre: el grado de libertad con que se actúe determina la medida de la responsabilidad. "Suprimida del todo la libertad, no hay lugar a pena. Si el grado de libertad disminuye, proporcionalmente disminuirá la pena", dice Carrara17. Empero, no debemos olvidar, que el verdadero fundador de la denominada escuela clásica del derecho penal fue César Becaria, con su obra De los Delitos y de las Penas, escrita en 1764, a quien siguieron: 16. AGUDELO BETANCURT, Nodier. El Pensamiento Jurídico-penal de Carrara. Editorial Temis. Bogotá. 1988. p. 21 17. AGUDELO BETANCURT, Nodier. Ob. Cit., p. 23
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Romagnosi (1761-1835), Filangieri (1752-1788), Pagano (1749-1800), Rossi (1787-1848), Carnignani (1768-1847), Carrara (1805-1888),contemporáneo de Rojas (1804-1873) y Pesina (1828-1917). La razón es lógica, los planteamientos de la escuela clásica eran demoliberales y estos eran los mismos de nuestros libertadores y de los primeros organizadores de la república, que habían abrevado, repetimos, en las fuentes del iusnaturalismo. “Examinando la carta de Ezequiel Rojas -apuntó el filósofo hispanocolombiano Germán Marquinez-, encontramos una vez más la identificación del placer con la felicidad, la subordinación de los placeres inferiores a los superiores y el reconocimiento de que el hombre está llamado a la felicidad por instinto natural, impresa por Dios en su naturaleza. Reconoce la existencia de leyes naturales objetivas. Se opone en consecuencia al subjetivismo moral y al positivismo jurídico... Es verdad que hace depender el reconocimiento del bien y del mal de los placeres o de las penas que causan las acciones y que a este reconocimiento lo llama ‘sentir’; pero es claro que no se trata de un sentir meramente animal (los animales carecen de moralidad) sino de un sentir intelectivo, es decir, de la experiencia sensitiva –intelectiva que implica reflexión. En el fondo, pues, póstula el método analítico”18. Refiriéndonos ya al polémico libro Filosofía Moral, que se publicó inicialmente por entregas en la Revista de Colombia en 1862, y ya como volumen en 1868, en la Imprenta de la Nación por parte de la misma Revista, reeditado en 1881 por su sobrino Ángel María Galán, hijo de su hermana Concepción quien había casado con Ignacio Galán y vivido en Tunja donde murió. La obra fue publicada junto con las demás del autor en dos volúmenes, con un total de 470 páginas. Un siglo después, la Universidad Santo Tomás en su Biblioteca Colombiana de Filosofía, reeditó la obra de Rojas en edición facsimilar en 1988, bajo el título de Escritos Éticos; con un importante estudio del filósofo de la liberación Germán Marquinez, al cual aludiremos más adelante, en tanto pretendo resumir lo más breve y claro posible el pensamiento de Ezequiel Rojas, que tantos admiradores atrajo y denostadores le 18. MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Benthamismo y Antibenthamismo en Colombia. Bogotá. Editorial El Búho. 1983. p. 31
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atacaron ferozmente; la cual como él lo señala varias veces, no habían leído, e instaba a que lo hicieran, para que sus críticas fueran verdaderamente objetivas y académicas y no tan solo subjetivas, como lo fueron las más de las veces.
Expone el profesor Rojas: Todo se encuentra sometido a las leyes naturales, el conocimiento de las mismas conforma la ciencia. El hombre no escapa a ellas, siendo la sensibilidad una de éstas, que se le representa mediante el placer o la pena. La otra es la facultad de desear. Hay cosas que tienen la propiedad de proporcionarle bien y son deseadas y buscadas, son las buenas. Las contrarias son las malas. Es deseo constante del hombre no sufrir. La felicidad es el objeto tanto de la moral como de las leyes y unas y otras serán buenas en cuanto le aseguren la felicidad, malas en tanto le conlleven la desgracia. Desgracia y felicidad son modos de ser del hombre, en él reside lo bueno y lo malo, por ende en él reside el fundamento y base de la moral y la legislación. Las sensaciones penosas constituyen la desgracia en este y en el otro mundo, en tanto las agradables a la felicidad. Por ello la base fundamental de la moral y la legislación radica en la sensibilidad. Para que la moral y las leyes lleguen a su cometido, es preciso que prohíban las cosas malas, establezca los medios para que no se comentan pecados ni delitos, proporcionando así la felicidad de los hombres. Dios colocó la felicidad y la desgracia en la sensibilidad con que dotó su alma. Para exponer su pensamiento plantea siete proposiciones principales y algunas accesorias, que desarrolla en una forma no solo lógica, sino didáctica, ordenada y armoniosa, que hizo exclamar a su coterráneo Luis Vargas muchas décadas después: “sus obras son obras de doctrina. Rara vez se tropieza con un escritor tan lógico, tan preparado, tan tenaz y valeroso en la exposición del pensamiento profesado por convicción, acerca de los hechos y el derecho, tan lógico en los argumentos y en las conclusiones” 19. Esto lo afirmaba al escribir su tesis de grado para obtener 19. VARGAS, Luis A. Ezequiel Rojas o el Padre de la Filosofía Liberal en América. Bogotá. Editorial Atenea S.A. 1941. p. 51
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el título de doctor en derecho en la Universidad Externado de Colombia, en los albores de la década del cuarenta. Las proposiciones planteadas y el desarrollo de las mismas, son las siguientes: 1. ¿Qué es la moral, arte o ciencia? La moral es el conjunto de preceptos con fundamento en la naturaleza humana, que señalan al hombre lo mandado, prohibido o permitido. Conjunto de preceptos que no ha sido semejante en todas partes. 2. La ciencia de la moral tiene por fundamento la naturaleza del hombre y de las cosas. El hombre es compuesto de cuerpo y alma, la sensibilidad es un atributo de esta, de ella nacen sus acciones, hábitos y costumbres que producen efectos en sí mismo y en los demás, que les dañan o les aprovechan. La felicidad y la desgracia son modos de ser del hombre que son efectos de sus acciones. Como Dios le ha permitido al hombre el conocer, la moral es una ciencia que tiene por base la naturaleza humana. 3. ¿En qué consiste el bien y el mal, qué es la felicidad y la desgracia? El bien es la ausencia de sensaciones penosas y presencia de las agradables, la satisfacción de las necesidades de cuerpo y alma; en sentir agradablemente. Los hombres buscan evitar los sufrimientos y proporcionarse lo agradable, es decir el bien. Aspiran y dirigen sus esfuerzos en buscar el bien y evitar el mal. Las sensaciones agradables constituyen el bien, el sufrimiento es el mal. El bien es el goce acompañado de ausencia de pena. Dios sometió a leyes toda la creación y en ella se encuentra escrita su voluntad; una de esas leyes ordena que el hombre huya del dolor y busque el placer, que satisfaga sus necesidades por medios buenos y no malos. Los legisladores de todos los tiempos y lugares han reconocido las leyes naturales y de ellas se han servido para gobernar; el perfeccionamiento y progreso de los hombres radica en procurarse goces y evitarse penas. 98
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Las leyes divinas, tanto naturales como reveladas, prueban que las penas producen desgracias y los goces felicidad. “Jesucristo vino a redimir al hombre de las penas eternas y a asegurarle la bienaventuranza: por esto les trazó la conducta que debía seguir; confirió su ley; prohibió lo malo, mandó lo bueno y estableció sanciones para hacer cumplir sus leyes; Jesucristo, pues, reconoció las leyes de su padre, reconoció que la desgracia la constituyó él en el sufrimiento y la felicidad en la satisfacción de las necesidades del alma y del cuerpo, es decir en los goces; y por ésto, se valió de las penas y de los placeres para dirigir la conducta de los hombres, de manera que consigan su felicidad eterna. Esta es la filosofía de Jesucristo y la mía”20. El mal está constituido por las sensaciones penosas y el bien por las agradables. 4. ¿Cuál es la cualidad que caracteriza de buenas o malas las acciones humanas? Los adjetivos bueno y malo son signos que representan cualidades de los seres y que no existen sin un sujeto. Lo bueno es la cualidad de una cosa para obtener un fin. La propiedad de las acciones para conseguir la felicidad es lo bueno, lo que hace la desgracia es lo malo, tales propiedades son inherentes a la naturaleza. No es la voluntad de los hombres lo que constituye que las acciones sean buenas o malas. La bondad o la maldad es intrínseca en las acciones, en las leyes y en las instituciones. Son propiedades inherentes a su naturaleza. El que las acciones produzcan bienes o males, está en su naturaleza, pero el que sean morales o inmorales radica en la voluntad y conocimiento de quien las ejecute. Bueno o malo son propiedades existentes en las acciones que afectan a los hombres haciéndolos desgraciados o felices . La propiedad de una acción de hacer el bien o el mal no se destruye, porque circunstancias especiales le impidan producir sus resultados en un caso determinado.
20.
ROJAS, Ezequiel. Obras. Bogotá. Imprenta Especial. 1881-1882, p. 95.
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Los legisladores tienen por misión el deber de establecer los medios adecuados para impedir las acciones que hacen mal general y permitir o mandar las que hacen bien a la comunidad. Las leyes están así subordinadas al bien general. Las penas y los sufrimientos físicos y morales hacen desgraciados a los hombres. Lo que caracteriza las acciones malas es la propiedad que tienen de hacer la desgracia de los hombres. La razón por la cual las acciones son malas es porque causan penas y la razón porque las instituciones y las leyes sean buenas porque evitan penas. Pero, penas y sufrimientos son sensaciones, luego en la sensibilidad está la razón de lo bueno y lo malo. 5. ¿ Cuáles cualidades caracterizan las acciones de morales o de inmorales? La maldad de las acciones radica en la propiedad que tienen de hacer desgraciados a los hombres y su bondad en su felicidad, propiedades que son inherentes a su naturaleza; su conocimiento constituye la ciencia de la moral, que como toda ciencia describe las leyes de la naturaleza que son inmutables y universales. La ciencia de la moral estudia la fuerza motriz de las acciones humanas, que es la voluntad, es decir la facultad de escoger. Las penas y las recompensas son las palancas que Dios estableció para moverlas, y de esta ley se deben servir los gobernantes para castigar a quienes violan los preceptos y recompensar a quienes los cumplen. Los hombres pueden ejecutar acciones prohibidas con voluntad y conocimiento de violar los preceptos, estas acciones son inmorales o injustas; por el contrario, si el precepto se cumple con voluntad y conocimiento la acción será moral y justa. La característica de inmoralidad de un acto radica en ser contrario al precepto moral, ejecutado con voluntad y conocimiento; siendo así, el delito, es la voluntaria y maliciosa violación de la ley; por ende, el Código Penal no es un catálogo de delitos, sino de acciones malas, el delito se realiza cuando la acción mala se comete voluntaria y concientemente. 100
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La bondad o maldad de las acciones difiere de su moralidad, su fundamento está en la voluntad y el conocimiento con que se ejecutan. Hay hombres desgraciados por sufrimientos físicos o morales, que tratan de evitar, y cuando los buscan voluntariamente, es para eludir otro mayor. La tendencia a satisfacer la necesidad es ley natural a la cual Dios ha sometido al hombre. Si el hombre careciere de sensibilidad no tendría necesidades y las cosas no tendrían valor, no habría deseo, ni habría acciones buenas, ni malas, ni derechos, ni obligaciones; porque el hombre tiene necesidades, hay deseo de adquirir medios para satisfacerlas, hay necesidad de lo mío y lo tuyo y hay medios buenos y malos de adquirir; “hacer buenos a los hombres, es decir, hacer que no ejecutasen las acciones malas, que obedecieren la ley de Dios, que no se causasen penas de ningún género los unos a los otros y que se hiciesen bien ayudándose en la satisfacción de sus necesidades, fue la misión de Jesucristo” 21. El alma es sensible; en el modo como siente están la desgracia y la felicidad, el mal y el bien, los cuales radican en la sensibilidad, siendo esta el fundamento de lo bueno y lo malo; y al desprenderse del cuerpo mantiene esa sensibilidad encontrando en la otra vida penas o recompensas que harán su desgracia o su goce. Como es ley de la naturaleza de las acciones, que estas producen a la vez bienes y males, serán buenas las que produzcan muchos bienes y pocos males y viceversa; para descubrir cuales son las unas y cuales las otras, es preciso contabilizar y sopesar, tanto los bienes como los males que tienen la propiedad de producir. Son las acciones las que producen goces y penas; la riqueza, la seguridad, el orden, la paz, el buen gobierno; no son la felicidad, pero la proporcionan. 5.1 ¿Cuáles son las cualidades que constituyen el mérito y demérito de las acciones? Los cuerpos y las acciones tienen existencia y propiedades de distinta clase, el hombre no tiene conocimiento infuso de ellas, porque no hay 21.
ROJAS, Ezequiel. Ob. Cit., p. 133
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ideas innatas, todo el conocimiento es adquirido; entre estas propiedades está la bondad, maldad, moralidad, inmoralidad, mérito, demérito. La bondad o maldad consisten en la propiedad de hacer la felicidad o desgracia de los hombres; la inmoralidad, la violación de preceptos morales cometidos con voluntad y conocimiento. El mérito lo constituye las cualidades o circunstancias que las hace dignas de aprobación, aplauso o recompensa. El demérito las de reprobación o castigo. Tanto el mérito como el demérito son susceptibles de más o menos; las acciones son dignas de aprobación, recompensa y mérito, por su bondad, por los motivos que la determinan, por los obstáculos vencidos, por los sacrificios hechos y por su moralidad. Cuantos mayores bienes produzca la acción y a mayor número de personas, mayor es su bondad. Los motivos son los móviles de la voluntad. Los personales no dan honores, ni aplausos, los que conllevan mérito son los sociales y semi sociales. El bien de la comunidad lo constituye el de los individuos que la componen, no se debe sacrificar el bien general al particular. Los hombres no pueden proporcionarse su bien sacrificando el general y ante ello son precisas las sanciones morales, legales y religiosas, buscar el bien de la sociedad es el fin de las leyes morales y positivas. Los motivos que determinan las acciones humanas son elementos de su mérito; por ende deben ser más enaltecidos, cuanto más general es el bien que hacen y el mal que evitan. El sacrificio es la renuncia de un bien por amor a otra persona o por hacer el bien ajeno. Es digno de aplauso quien renuncia a su felicidad para conseguir la de otros; igualmente, el mérito crece a medida que los obstáculos a vencer son mayores. Las cualidades que constituyen el mérito de las acciones, tienen por base cardinal su bondad y su moralidad. El reverso del mérito, el demérito, se encuentra en los motivos egoístas o antisociales, en el mal que producen, en la facilidad de hacerlo, en el provecho personal obtenido a expensas de otro, en su inmoralidad. 6. ¿Qué es el derecho y cuál es su fuente? Las personas buscan la felicidad, a ese fin apuntan sus pensamientos, palabras y obras, a ella tienden a través de actos buenos rectos o derechos. En la naturaleza de las cosas los actos buenos son rectos y 102
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derechos y los malos torticeros, lo bueno o malo de los actos humanos nace de las leyes naturales y de ellas nacen los derechos. El hombre en todos sus actos se propone un fin y adopta los medios adecuados para ello. (En este aspecto el autor se adelantó casi siglo y medio en nuestro país a los planteamientos que hoy se acogen en nuestro medio, -como novísimos- de la teoría finalista del derecho penal). Todos desean evitarse penas, buscando la felicidad, tanto en este como en el otro mundo; este es su objetivo y a él le conducen las acciones buenas, los actos rectos, los derechos. Por ende, fijar y precisar los actos buenos, es fijar y precisar los actos rectos y fijar y precisar los actos rectos, es fijar y precisar los derechos. Cuando se prohíben los actos malos se reconocen los buenos, los cuales pueden ser ejecutados porque son los derechos. La bondad de las acciones buenas es propiedad que le es inherente, es ley de la naturaleza y por ello anterior a toda ley positiva, e independiente de la voluntad. Los derechos son anteriores a la ley positiva e independientes de la voluntad, por lo tanto el legislador para hacer la felicidad de la sociedad debe prohibir las acciones malas, mas no las buenas, dado que no se puede privar a los asociados del goce de sus derechos y este solo le es proporcionado a través de las leyes buenas, tanto morales como positivas. Que el hombre aspire a la felicidad y huya de la desgracia es un hecho, que de buena fe no puede ser negado; las penas constituyen su desgracia y la satisfacción de las necesidades su felicidad. 6.1 ¿Cuál es la fuente de los derechos individuales? Si los hombres siempre hubieran ejecutado actos buenos y nunca malos, no habrían leyes que prohibieran o mandaran, no habría pecados ni delitos; pero ello jamás ha ocurrido y los hombres siempre han hecho bien y mal, por tanto son necesarios los preceptos que manden lo primero y condenen lo segundo. Prohibir una acción es eregir en delito el acto de ejecutarla, es imponer la obligación de no realizarla, es dar derecho a exigir su 103
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cumplimiento. De la noción de malo, de los actos que hacen la desgracia de los hombres, nace la necesidad de prohibirlos, la noción de precepto, de ley. Y de la noción de bondad de las acciones buenas nace que no se les prohíba. Prohibidas las acciones malas, quedan los hombres en facultad de hacer las acciones buenas; facultad que gozan desde antes que el legislador hiciese la prohibición, facultad que no le ha sido dada, surge de leyes inherentes a su naturaleza, no es obra del legislador. Descubrir lo que es bueno, es descubrir el derecho. El método para ello es el mismo para adquirir conocimiento. Como el hombre nada sabe al nacer, adquiere el conocimiento por medio de sus sentidos y potencias. Aplicando los sentidos y facultades intelectuales al estudio de los actos humanos y de sus propiedades, descubre cuales son buenos y cuales malos. “Los derechos están en las leyes de la naturaleza del hombre" 22, en ella deben buscarse. El hombre por naturaleza, goza de facultades físicas e intelectivas y del poder de hacer uso de ellas; en aras a satisfacer sus necesidades, teniendo derecho sobre su persona y sus facultades. “Por sus frutos los conoceréis”, por los frutos se descubre cuales hombres son buenos y cuales malos, cuales sus actos buenos y cuales malos. Para descubrir estos frutos se ha de seguir el criterio del bien general, para calificar sus acciones es preciso sopesar en un platillo de balanza, todo el mal que puedan ocasionar y en el otro todo el bien. La tendencia del hombre a su bienestar y perfección es fuerte y constante, a ella se deben los bienes que goza la humanidad. Es un hecho que tiene la propiedad de hacer la felicidad del hombre, luego por naturaleza es un hecho bueno, recto y un derecho. La bondad de las acciones es la fuente de los derechos, nace de propiedades que le son inherentes, constituyendo las leyes de su naturaleza, de la cual emergen sus derechos. Dios es el autor de dichas leyes y por ende de los derechos de los hombres. Dios es la causa primera de todas las cosas, es su primera razón de ser y debe ser el fin 22.
Idem, p. 165
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de todos los actos del hombre. Descubrir las propiedades inherentes a los hechos del orden físico o moral, es descubrir las leyes de su naturaleza. Los preceptos del decálogo son un compendio de la moral universal, cada uno tiene su razón de ser en las leyes de la naturaleza. 6.2 ¿Cuáles son las fuentes de los derechos y de las obligaciones entre los soberanos y los asociados? La Soberanía es el poder de gobernar la sociedad, ningún hombre nace con derecho a gobernar a los demás hombres; la soberanía de derecho solo reside en la sociedad. El poder del soberano es limitado, no se puede revelar impunemente contra las instituciones y las leyes, ni puede atentar contra las personas y las propiedades, ni contra sus derechos. Los asociados necesitan para su bienestar de completa seguridad; de esta necesidad de seguridad, surge la necesidad de gobierno y de leyes positivas para prevenir los delitos y atentados contra la seguridad, que es la causa del bien de los hombres. La bondad de los gobiernos radica en la seguridad que den a los derechos de los gobernados. La bondad del gobierno se mide por la seguridad que ofrezca. Una Constitución será buena, si organiza los poderes de manera que ninguno pueda atentar contra los derechos individuales de las personas. La felicidad pública, señala Bentham, es el fin que debe proponerse el legislador y la utilidad general debe ser el principio de su razonamiento. Lo que tiene la propiedad de hacer el bien general de la sociedad es lo bueno y debe mandarse o permitirse y lo que tiene la propiedad de hacer el mal general es lo malo y debe prohibirse. 6.3 ¿Cuál es la fuente de los derechos de los soberanos y cuáles son estos derechos? La seguridad en personas y bienes es condición esencial para que las sociedades y sus miembros puedan conseguir su bienestar. La inseguridad produce malestar, miseria, ruina y atentados, y es mayor cuando las autoridades autorizan los atentados y no indemnizan a las víctimas. La tendencia de las personas es buscar su bienestar y progreso; los individuos al constituir las naciones persiguen su felicidad, por ende 105
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los soberanos tienen la misión de conseguir este fin a través de actos buenos, rectos, derechos. Hacer lo malo no puede ser derecho, lo malo es el límite del poder, incluso del poder de Dios. Malo es no respetar los derechos individuales. El poder del soberano tiene por límite los derechos individuales. Ningún poder es ilimitado, mas aún, el consentimiento de un pueblo no puede legitimar lo que es ilegítimo, pues no tiene la facultad de delegar en otro aquello de lo que carece. La bondad de los actos es la fuente de los derechos de los soberanos y dado que la moral enseña lo bueno y lo malo, ordenando lo primero, es a ella a quien debe recurrir el soberano para conocer sus derechos. Los soberanos no gozan de la virtud de convertir lo malo en bueno; tienen el deber de hacer la felicidad pública: dando seguridad, impidiendo los actos malos, permitiendo los buenos y castigando los delitos. Los gobiernos no pueden atentar contra las personas y sus propiedades; la seguridad es causa de bien, la inseguridad de mal, de todos los males. La seguridad en personas y bienes es el termómetro que mide el grado de civilización de las naciones. 6.4 ¿Cuál es la fuente de las facultades y de los derechos de los poderes constituidos? Las naciones ostentan el derecho de gobernarse, de darse leyes, de hacerlas cumplir y aplicarlas a casos particulares. La imperiosa necesidad de seguridad que tienen los hombres para ser felices, es el origen de los gobiernos; las naciones desean, buscan y necesitan felicidad y progreso; las Constituciones serán buenas si organizan gobiernos que aseguren los derechos y la felicidad de los asociados; el modo de asegurar tales derechos es dictando leyes que establezcan los medios para hacer cumplir las obligaciones. Los soberanos al organizar los gobiernos, deben prohibir a los poderes que constituyen, que ejerzan funciones que no les correspondan; y las que sí, las desempeñen bien y lealmente. Cuando los derechos de los asociados estén protegidos de los atentados de los gobiernos, de los gobernantes y de los particulares, las sociedades se desarrollan en armonía y sus miembros son felices. Es en las 106
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Constituciones donde se siembran las semillas de donde nace el bien y el mal que cosechan las sociedades, las buenas leyes son aquellas que forman buenos magistrados. Cuando las naciones dependen de la voluntad de una sola entidad irresponsable nada es seguro. El mejor gobierno es aquel que mejor asegure todos los derechos, aquel que establezca medios eficaces para hacer cumplir las obligaciones correlativas a los derechos, malo aquel que reúna los poderes en manos de una sola entidad. Todos los funcionarios deben ser responsables por los delitos, abuso de poder y mal desempeño de sus funciones; el poder absoluto es tan funesto, tan peligroso y tan temible cuando lo ejerce un hombre como cuando lo ejerce una entidad de muchos, pues la precipitación y la arbitrariedad son propiedades características de las asambleas únicas. El bienestar y el progreso de las personas y las naciones deben depender de las instituciones y las leyes y no de la voluntad de los hombres. El poder legislativo debe estar organizado de manera tal que no pueda atentar contra los derechos de la sociedad ni de sus miembros. Los gobiernos que dan completa seguridad son los buenos, su bondad nace del bien que hacen, de las penas que evitan y los goces que proporcionan. El poder de las naciones soberanas es limitado por los derechos individuales; no puede delegar facultades de las cuales carece, no puede despojar a nadie de ningún derecho. Los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, solo pueden ejercer las facultades que se les delegan; las facultades de los legisladores deben ser las de buscar el bien general de la sociedad, y la de los demás poderes, cumplir la ley fielmente “Los gobiernos son la garantía de los derechos”23 y así evitan infinidad de penas y proporcionan goces, produciendo bienestar, prosperidad y civilización. Las leyes positivas para ser buenas necesitan ser leyes morales, convertidas en preceptos legales; las penas o goces proporcionados son los medios para conocer si son buenas o malas. 23.
Idem, p. 210
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Los derechos no solo deben estar declarados en las Constituciones, sino también garantizados; sin garantías las declaraciones son vanas promesas, sin valor ni efecto, se requiere establecer medios eficaces para que se cumplan las obligaciones correlativas. Los gobiernos son entidades creadas para garantizar los derechos, lo cual se logra prohibiendo las acciones malas, mandando cumplir las obligaciones contraídas, estableciendo tribunales que las hagan cumplir recta y prontamente, castigando a los criminales, previniendo los delitos, impidiendo el abuso de autoridad. La tiranía está constituida por los actos de los gobiernos mediante los cuales disponen de las personas y bienes de los gobernados y atentan contra los derechos individuales. Nadie en la tierra tiene derecho a ser tirano. Los soberanos no pueden tiranizar las sociedades ni suspender sus garantías, porque su poder es limitado por los derechos individuales, y quienes los traspasan cometen un crimen de lesa nación y un abuso de poder. Es un acto de arbitrariedad y despotismo declarar suspendidas las garantías de los ciudadanos. 7. ¿Cuál es el criterio de lo bueno y lo malo? La razón de ser de los fenómenos y hechos físicos y morales no es de institución humana, lo es divina, no es el hombre quien crea las razones y por qués de las cosas, éstas radican en sus propiedades, en sus leyes naturales. Lo que es verdadero lo es por la naturaleza de las cosas y no como nos guste verlas o considerarlas. Los hombres pueden ser aduladores, pero las ciencias a nadie adulan. Es propiedad inherente a la naturaleza, la tendencia a huir de las penas que son su desgracia y satisfacer sus necesidades produciéndose goce y felicidad; así, penas y goces son criterios de lo bueno y de malo. Los actos humanos son buenos o malos intrínsecamente, su bondad o maldad nacen de las leyes de la naturaleza y no de los preceptos positivos que los prohíben o manden. Lo bueno hace la felicidad, lo malo la desgracia; porque lo bueno produce mayores goces que penas y lo malo, mayores penas que goces. Luego las penas y los goces son los criterios de lo bueno y de lo malo. La bondad o maldad nace de la facultad de sentir del alma; porque el hombre siente, la sensibilidad es el criterio de lo bueno o malo, sin sensibilidad no habría posesión, ni 108
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voluntad de adquirir, ni de retener; ni honra, ni deshonra, ni desgracia, ni felicidad, ni pena, ni goce. La satisfacción de las necesidades del cuerpo y el alma hacen la felicidad de las sociedades. Cuando las instituciones y las leyes aseguran la satisfacción de las necesidades hacen la felicidad de las naciones y son buenas, al evitar las penas y proporcionar los goces. Las penas y los goces dependen de propiedades inherentes a la naturaleza del hombre, de sus actos y de las cosas. Dios es autor de estas propiedades, él estableció como causas de lo bueno y de lo malo las penas y los goces y en ello constituye el fundamento de lo bueno y de lo malo. Luego las penas y los goces que producen las instituciones, leyes, costumbres y acciones, son el criterio que Dios concedió a los hombres para descubrir cuáles son malas y cuáles son buenas. Los actos humanos que tienen la propiedad de afectar a las sociedades haciéndolas sufrir mayores penas que goces, son los que deben prohibirse por malos; en tanto que los que tienen la propiedad de proporcionar bienestar o mayores goces que penas, son los que se deben mandar o permitir por ser buenos. Las propiedades que hacen buenos los actos humanos son aquellos en virtud de la cual se evitan penas y se proporcionan goces. Estas propiedades son absolutas, universales e invariables. Los vicios son malos, pues producen mayores males que goces, en tanto que los goces que producen las virtudes son inmensos, sólidos y permanentes y las penas producidas son pasajeras o de poca o ninguna trascendencia. Entre las virtudes se cuentan: la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza y la beneficencia. Estos actos producen bienestar, goce y felicidad en mayor escala que los demás actos buenos, en especial cuando se vuelven hábitos y son practicados todos y por todos. Si los hombres practicasen las virtudes y se abstuviesen de los vicios no se causarían penas los unos a los otros, ni a sí mismos, y se proporcionarían infinidad de goces, se evitarían su desgracia y se proporcionarían su felicidad. Dado que las acciones y los cuerpos tienen propiedades que les son inherentes por naturaleza, hay acciones que tienen la propiedad 109
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en sí de causar penas a los hombres, tales como la tiranía, la traición, la arbitrariedad, la perfidia, el robo, la espoliación, la violación de los derechos. Otras tienen la propiedad de proporcionar satisfacción a sus necesidades, tales como el respeto a las personas, a sus facultades, a sus bienes, cumplir las promesas, auxiliar a los necesitados. Todas estas propiedades pueden ser descubiertas, descritas y catalogadas como buenas o malas; formar estos catálogos es formar la ciencia de la moral. El objeto de toda moral es dirigir la conducta de los hombres, de manera que no ejecuten actos malos y sí buenos, a fin de evitar las penas y gozar de los placeres, lo que se consigue cuando se prohíbe lo malo y se manda y permite lo bueno. El cumplir estos preceptos hace de toda moral sea sensualista. La moral de Jesucristo busca la salvación que las almas, evitando penas eternas y proporcionando goces eternos; su moral es sensualista. Los preceptos del decálogo son el compendio de la moral universal –prohíben lo malo mandan lo bueno-; si los hombres cumplieran sus mandatos no se cometerían delitos ni pecados, no sufrirían penas y tendrían goces, serían felices. La sensibilidad es el fundamento de la moral universal, concluye categóricamente el autor. Esta obra hizo que el autor fuera tildado por el literato español José Amador de los Ríos como Príncipe de los pensadores colombianos y el doctor Caballero de la Cruz de Padre de la filosofía liberal en América. La obra es traducida al francés y publicada en París en 1870, para ser sometida al estudio y juicio del Instituto de Francia. Estos conceptos, nóveles en nuestro medio, que se encontraba marginado de las grandes corrientes ideológicas del mundo occidental, permitieron a los neogranadinos predicar la libertad de pensamiento, de cátedra, el librecambismo, los derechos liberales, individuales e inalienables, la propiedad, las libertades públicas, en una palabra, las bases del Estado Liberal y el consiguiente desarrollo económico e institucional. Entre sus contradictores amén de Joaquín Mosquera, Eustaquio Álvarez o José María Vergara y Vergara, encontramos a Manuel María Madiedo, discípulo suyo nacido en 1815 y muerto en 1888, quien 110
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publica en 1863 un extenso libro titulado La Ciencia Social o el Socialismo Filosófico, Derivaciones de las Grandes Armonías Morales del Cristianismo; el sacerdote Jesuita Mario Valenzuela nacido en 1836 y muerto en 1922, quien en agosto de 1857 publicó en el periódico El Porvenir, la obra Apuntamientos sobre el Principio de Utilidad en la cual señala que el fin del hombre no es ni gozar, ni ser feliz, su misión es la de glorificar a Dios, solo así encontrará la felicidad. En 1869, Miguel Antonio Caro publica su Estudio sobre el Utilitarismo, la obra más importante, seria y sesuda que se escribiera, refutando la de Rojas. He aquí en forma muy sucinta el pensamiento carista: El hombre en su infancia solo tiene sensaciones que le producen dolor o placer y por ellas se guía, tal “criterio sensual es común al hombre como al bruto”24. Pero tales sensaciones son más desarrolladas en el hombre, dado que pasan del plano externo al interno; al desarrollar el niño su razón encuentra que el placer es bueno y el dolor malo; este juicio emana de su razón, no de su sensibilidad, su inteligencia distingue entre placer y bien, dolor y mal, percibiendo que no son sinónimos, puesto que si todo placer es bien, no todo bien es placer, e igual debe predicarse del mal. El hombre conoce el bien y el mal al sentirlo, tal facultad le es innata, “la facultad de conocer el bien le es tan inherente como la de sentirlo” 25. El hombre no se limita a sentir el placer o el dolor, sino que los estudia e investiga; tanto el uno como el otro pueden ser buenos o malos, dado que hay placeres malos como la embriaguez alcohólica o dolores buenos como el producido por una enfermedad, para señalarla y exigir su cura. Tanto en el mundo moral como en el de la ciencia, amén de las ideas adquiridas por la experiencia, existen otras que son fundamentales y que se aceptan a priori, son las ideas innatas, una de ellas es la de bien que puede ser “suscitada por el placer pero nunca producida por ella” 26. 24. CARO, Miguel Antonio. Estudios sobre el Utilitarismo. Bogotá. Imprenta de F. Mantilla. 1869. p. 23 25. CARO, Miguel Antonio. Ob. Cit., p. 16 26. Idem, p. 39
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Por otra parte, ciertas ideas adquiridas chocan contra la razón, repugnando a esta, consecuencia de la existencia de ideas innatas. “La distinción del bien y el mal es producto inevitable de la inteligencia humana puesta en ejercicio, la conoce y la promulga con voz clara la razón. No todos los hombres poseen un igual número de conocimientos morales, pero todos tienen la facultad de adquirir los necesarios y aun los más ignorantes no carecen de la noción elemental del deber cuyos desarrollos forman el código o como vulgarmente se dice la ley natural”27. “Existe una revelación natural que ilustra al hombre el camino de la vida, este instinto no es común con el grupo, es un instinto racional, una luz que viene de lo alto, es la ley natural" 28. “No es verdad que los hombres esencialmente en su modo de ver el bien y el mal difieren en la aplicación de reglas que le son comunes...todo hombre juzga naturalmente sus actos y los ajenos, es decir los mide con la vara de lo bueno y de lo malo” 29. El desarrollo de la razón produce la voluntad, la cual puede seguir o no a los instintos, “la inteligencia delibera, la voluntad decide” 30 y ambas al unísono conforman el acto libre. El deber y su aceptación voluntaria caracterizan la esfera moral. El hombre moral se da cuenta de estar inmerso dentro de un orden exacto y preestablecido a él, y es su deber cumplir y seguir ese orden, el cual acepta voluntariamente a medida que amplía su razón: “todas las criaturas tienen señalado su destino en la naturaleza; cumpliendo sin darse cuenta de lo que hace... el hombre dotado de conciencia comprende el papel que desempeña y dotado de libertad puede eficazmente o cooperar con él o contrariarlo... cumplir por aceptación voluntaria ese destino es el primer horizonte moral”31. El hombre no solo debe limitarse a cumplir su fin moral, sino que ha de cumplir con algo más, ha de continuar con la creación del mundo, ha de crear sociedades, gobiernos, artes, etc. Todo dentro de postulados morales: “El fin del hombre en este mundo consiste en cumplir por aceptación voluntaria la ley impuesta por Dios y aún más en perfeccionar por 27. 28. 29. 30. 31.
Idem, Idem, Idem, Idem, Idem,
p. p. p. p. p.
50 53 54 65 106
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invención propia, su propio ser y los que por aquella misma ley le están subordinados. Cosas hay que el hombre debe inventar, adivinar, crear, cumplir, tal es su misión” 32. El utilitarismo reduce al hombre a su estado más egoísta, donde la razón no es independiente, sino que está al servicio de la sensación, y la voluntad deja de ser libre, para ser esclavizada por el placer. En cuanto al legislador, señala que está sujeto a una ley anterior y superior, que le señala sus derechos y deberes. Todos los seres del mundo, desde su nacimiento, están signados por una ley que le señala su derrotero, el hombre no escapa a ello, teniendo no solo la facultad de cumplirla sino de conocerla, es la ley natural y el legislador tiene el deber de proteger, promover y armonizar los derechos naturales: “debe procurar lo conducente al bien, es decir, lo útil y debilitar y prohibir lo conducente al mal, es decir, lo pernicioso; la ciencia de la utilidad es en cierto modo la ciencia del legislador” 33. Porque la utilidad es un concepto relativo que significa un camino, una dirección, buena o mala según a donde conduzca: “el legislador debe consultar la utilidad subordinada a los principios de la moral” 34. Estos principios morales se encuentran en casi todas las legislaciones del mundo, advirtiéndose que la ciencia de la legislación está subordinada a la ciencia de la moral. Lo útil, basado en el placer, es un concepto relativo, porque el placer en cada hombre es relativo; luego si a la legislación se le quita la moral y se le remplaza por la utilidad, se convierte la legislación en relativa. La razón no desplaza la utilidad, pero la utilidad, como un norte absoluto, desplaza a la razón y la legislación al quedar sin moral, se viene al traste. Para Caro, el utilitarismo es falso porque abandona la razón, dejando al hombre a sus ciegos instintos, negativo porque niega la razón y la distinción que esta hace del bien y del mal; y contradictorio porque en veces excluye la razón y en veces la admite.
32. 33. 34.
Idem, p. 109 Idem, p. 163 Idem, p. 168
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El profesor Carlos Valderrama Andrade señala que la crítica de Caro despoja al utilitarismo de todo valor positivo, lo reduce a la grotesca condición de un esqueleto con pretensiones vitales 35. La obra de Caro, fue a su vez rebatida por Juan Manuel Rudas, en un pequeño opúsculo publicado en 1871. Rudas nació el 8 de julio de 1849 en Remolinos, departamento del Magdalena. Concluidos sus estudios de jurisprudencia en el Colegio mayor de Nuestra Señora del Rosario, fue profesor de Filosofía y rector del claustro. Su refutación a la obra de Caro la realizó cuando aún era estudiante, afirmando que el utilitarismo no niega las leyes naturales que reposan en el plano natural del hombre y cuyo conocimiento le es innato, tan solo sostiene que las leyes morales no son de conocimiento innato. Quienes sostienen que el utilitarismo es materialista porque solo considera el placer físico, ignoran que Bentham establece que a más de los placeres físicos están los espirituales, como la amistad, la reputación, la benevolencia, etc. E ignorándolo tan solo hacen una falsa imputación a dicha doctrina. Finalmente acota que la verdad de una doctrina no se encuentra en refutar la contraria; si así fuere, la verdad del mahometanismo estaría en refutar el cristianismo. Igualmente los errores de quienes sostienen una teoría no son causa de su falsedad, de ser así todas las doctrinas serían falsas 36. Juan N. Solano escribe en 1868, el opúsculo titulado El Principio del Bien, manifestando que el hombre por ley natural tiende al bien, que Dios puso en él la facultad de conocer el bien y el mal, y que propende al bien libremente. (Este parece ser un concepto muy aceptado, además sus raíces se encuentran en el tomismo y en toda la filosofía escolástica, en la cual abrevaron nuestros libertadores y después los creadores de la República, incluso lo insertaron como norma constitucional en la Constitución del Estado de Cundinamarca de 1811, en el artículo 1º del título XII, sobre los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, el cual rezaba: “Los derechos del hombre en sociedad son la igualdad y libertad legales, la seguridad y la propiedad. La libertad ha sido concedida al hombre, no para obrar indistintamente el mal o el bien, sino para obrar el bien por elección” 37. 35. 36. 37.
SALAZAR CÁCERES, Carlos Gabriel. Ob. Cit., p. 75 Idem, p. 81 Idem, p. 19
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El bien –continúa diciendo Solano- es hacer todo lo que armonice con las leyes naturales. Dentro del concepto de bien se encuentra el placer. La ley natural puede ser conocida, mirando lo que es o no conveniente a la naturaleza; la ley natural que lleva a obrar bien es el amor: “el amor satisface la aspiración del bien, el amor que nos lleva a la perfección es la caridad” 38. El amor se resume en las enseñanzas de Jesús. El utilitarismo no es más que el principio del bien tomado en nuestras relaciones terrestres únicamente y este principio del bien es la base de las leyes positivas. Pero la doctrina del utilitarismo o Benthamismo, no se quedó tan solo en las universidades bogotanas, también salió de allí. Así encontramos la obra de Abelino Escobar en el Colegio Santa Librada de Cali, en la cual enseña que el fundamento de la ley se encuentra en los placeres y en las penas, debiendo el legislador tener en cuenta un catálogo de estos y aquellas al legislar; a fin de proporcionar los primeros y evitar las segundas. Su libro es una adaptación y una síntesis del pensamiento europeo del siglo XIX, sobre todo del pensamiento radical, tanto inglés como francés, que tanto influyó en nuestro medio 39. “La polémica que se libró en torno a Bentham alimentó la actividad intelectual colombiana durante cerca de cincuenta años y su historia es una muestra del ardor que pusieron nuestras primeras generaciones independientes en la controversia de las ideas. El número de opúsculos, artículos de prensa y libros que tal controversia produjo, es un indicio vehemente de la importancia que entonces adquirieron para la conciencia pública los problemas morales y jurídicos implicados en ella, importancia que quizás no han vuelto a tener en los años posteriores” 40. Nunca en Colombia se había dado, ni se ha vuelto a dar, una polémica tan basta como la del benthamismo y antibenthamismo; intervinieron en ella, como lo hemos reseñado, filósofos, profesores, 38. SOLANO, Juan N. El Principio del Bien. Opúsculo sobre Filosofía Moral dedicado a Ricardo de la Parra. Bogotá. M. Rivas. 1868. p. 8 39. SALAZAR CÁCERES, Carlos Gabriel. Ob. Cit. p. 58 40. JARAMILLO URIBE, Jaime. Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX. Bentham y el Utilitarismo Colombiano en el Siglo XIX. En: Ideas y Valores. EneroJunio. 1962. p. 13
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políticos, religiosos, periodistas. Un anónimo columnista de El Constitucional, escribía: “Las ideas de Bentham no eran sino un aspecto de la ciencia moderna basada en el método experimental...es ante todo la aplicación del método de las ciencias naturales, a un problema como el de la conducta moral o jurídica 41. En fin, todos los estamentos intelectuales ya a favor, ya en contra, pero todos aportando algo, unos con alto vuelo intelectual, otros con meras emociones, pero todos, interviniendo. Esta fecunda discusión nos permite apreciar, que el mundo de las ideas era tan importante en esa época, como lo eran el mundo de la política y de la guerra, porque esos años intermedios de nuestro siglo XIX fueron ricos en todo ello, como lo han demostrado nuestros historiadores, que hoy más que nunca han ahondado en ese período. En los últimos años la obra de Ezequiel Rojas ha sido revista por Jaime Jaramillo Uribe y Germán Marquinez Argote, este último también teólogo; miremos cuales son sus juicios al cabo de más de un siglo, sobre el pensamiento del más destacado benthamista colombiano. El profesor Jaramillo Uribe señala que Rojas agregó elementos y doctrinas liberales ajenos al pensamiento de su maestro. No obstante, inició “entre nosotros la tarea de vincular las ideas políticas a concepciones más amplias del mundo y estas a intereses, pasiones, e impulsos sociales, un intento que en forma más radical todavía haría en 1870 Francisco Eustaquio Álvarez discípulo suyo y último de los utilitaristas colombianos” 42. Rojas, afirma, no tenía preparación lingüística, por ello su estilo es confuso y difícil de leer. Tampoco era un filósofo profundo, no obstante tenía fama de tener una cabeza organizada y lógica. Cita a Camacho Roldán cuando éste sostiene que tenía poca imaginación, que sus armas eran la lógica y el análisis. Su obra –continúa Uribe- no tiene méritos estilísticos, no es clara, ordenada, ni coherente (apreciación no compartida por el autor de estas líneas, salvo que también sea obscuro, desordenado e incoherente, -el lector tiene la palabra-). JARAMILLO URIBE, Jaime. Ob. Cit., p. 15 JARAMILLO URIBE, Jaime. El Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX. Bogotá. Planeta Colombia Editorial. 1996. p. 187 41. 42.
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En el universo y por consiguiente en el hombre todo es naturaleza... en el seno de ésta, rigen leyes de origen divino, que todo lo abarcan, la materia, y el espíritu, lo bueno y lo malo. Si Rojas hubiera tenido una sólida cultura filosófica habría llegado en el desenvolvimiento de estas ideas a formular una doctrina de carácter panteísta muy cercana a Spinosa”43. Al afirmar el origen sensorial y empírico del conocimiento, negaba toda idea innata y universal, concluyendo con “ ciertas afirmaciones políticas que en realidad no todas eran derivables lógicamente del sensualismo, ni estaban implícitas en el pensamiento particular de Bentham” 44. El concepto de “la limitación del poder, no puede fundamentarse si no se acepta la existencia de una norma de validez universal, sea que se considere esta como una manifestación de Dios, como ocurre en la teoría tomista de la Ley y del Estado, o que se sitúe en el ámbito de un orden racional ‘existente aunque Dios no existiese’, según afirmaba Montesquieu... [ Y Rojas sostenía que] el poder de la soberanía de las naciones y el poder de todo soberano es limitado... su límite se halla en los principios de la justicia universal, o lo que es lo mismo en los derechos individuales de los hombres, derechos individuales que son anteriores a todas las leyes humanas. Como benthamista negaba lo que como liberal se veía obligado a aceptar” 45. “El poder debe servir... para lograr la vigencia de aquellos valores, costumbres o creencias que constituyen la razón de ser, el elemento cohesivo de un cuerpo social... como concepto de una ciencia política, el poder tiene que estar al servicio de una realidad diferente a él mismo y que al propio tiempo constituye su límite. Esa realidad no puede ser otra que la justicia, que es el valor social por excelencia, el único cuya realización se confunde con la permanencia en su ser de la sociedad y que por ello constituye el concepto central del pensamiento político cristiano-occidental 46. 43. 44. 45. 46.
JARAMILLO URIBE, Jaime. Ob. Cit. p. 188 Idem, p. 188 Idem, p.189 Idem, p.192
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Rojas rechazaba el poder ilimitado del gobernante, pero a la vez, rechazaba el derecho natural; aceptaba que el Estado crea el Derecho (base del absolutismo). “Bentham era lógico al ser utilitarista, positivista, jurídico y no demócrata. Pero en Rojas y en los utilitaristas colombianos que querían ser demócratas y exigían la limitación del poder y la vigencia universal del derecho, la adhesión al benthamismo, conducía a las más inextricables contradicciones e incoherencias”47. Rojas se percata que el gobierno de las mayorías puede llevar a la omnipotencia del Estado, por ello debe limitársele, pero como niega el derecho natural, señala como límite la moral, porque es la que señala lo bueno y lo malo, manda lo primero y prohíbe lo segundo; a ella “deben ocurrir los soberanos para saber qué es lo que les está prohibido y lo que les está permitido, es decir, para saber cuáles son sus derechos”48. Afirma que los déspotas y tiranos, para conseguir sus fines, apelan al derecho natural, “en el cual hallan todas las armas que necesitan para atacar todo lo que les conviene y para defender cuantas iniquidades cometen, cuando precisamente, la esencia de la teoría del derecho natural era la afirmación de la identidad entre derecho, moral y política y por eso, como lo demuestra la historia de las ideas, quienes han intentado construir una doctrina del absolutismo y del poder omnipotente habían comenzado por negarla”49. Hasta ahí, a groso modo, las críticas que a la obra de Rojas hace Jaramillo Uribe. Pasemos ahora a la visión que Marquinez Argote, discípulo de Xavier Zubiría, hace con su mirada euroamericanista del pensamiento de este colombiano del ochocientos: “Hoy estamos en condiciones de dar un juicio más positivo del mismo en muchos aspectos. Descartado el platonismo, como sistema de ideas innatas que sirven de fundamento a la realidad de hecho, solo queda el camino de un sano realismo, como punto de partida de nuestro conocimiento, que puede elevarse a principios objetivos, universalmente válidos, pero a través de las mediaciones de la experiencia y la reflexión” 50. 47. 48. 49. 50.
Idem, p. 202 Idem, p. 195 Idem, p. 196 MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Ob. Cit., p. 37
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El pensamiento de Rojas continuó unos pocos años más, siendo divulgado por sus seguidores, conocidos como los Benthamistas menores: Ángel María Galán, que con el ensayo "Las Sirenas" refuta en 1870 al antibenthamista José Joaquín Ortiz. Francisco Eustaquio Álvarez, quien sin haber leído a Marx, señala a los “sistemas filosóficos como instrumentos de grupos socialmente dominantes” 51. Medardo Rivas, quien publica Conversaciones Filosóficas y Ramón Gómez, nacido en el Valle de Tenza en 1832 y muerto el 16 de abril de 1890, acérrimo defensor de los principios fundamentales de la Constitución de 1853, quien en 1865 publicó El Principio de Utilidad. Y concluyamos con Marquinez: “Finalmente, no soy yo el que absuelva a los benthamistas de un cierto hedonismo; pero no fue el suyo un craso hedonismo individualista, sino un hedonismo social, benevolente, que pretendía construir una sociedad felicitaria. El placer era sinónimo de bienestar, hasta donde es posible y el bienestar era la felicidad. El Estado no podía regirse en ningún caso por el principio ascético sino por el principio del interés o utilidad pública. El principio ascético o religioso era rechazado como norma de moralidad y de política, en tanto que alejaba al hombre de este proyecto de bienestar mundano, individual y social, al predicar una felicidad escatológica que negaba al hombre una posible y deseable felicidad sobre la tierra, por mínima que se la supusiera. Los benthamistas consideraban esta forma de vivir el cristianismo de espalda a la vida, como montanista y por lo mismo como contraria al verdadero espíritu del evangelio. En cualquier caso, para la sensibilidad de hoy, muchas de las páginas de los antibenthamistas nos parecen letra muerta, mentalidad de un pasado con el cual no podemos identificarnos. Pese a todas las ambigüedades, el benthamismo ofrece hoy mayores posibilidades para una reflexión ética” 52.
51. JARAMILLO URIBE, Jaime. "Pensamiento Colombiano en el siglo XIX. Bentham y el Utilitarismo Colombiano en el Siglo XIX". En: Ideas y Valores. EneroJunio. 1962. p. 23 52. MARQUINEZ ARGOTE, Germán. Ob. Cit., p. 38
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Anexo No. 1
D ECRETO QUE S EÑALA LOS A UTORES POR LOS C UALES DEBEN E STUDIAR LOS A LUMNOS EN LAS C ÁTEDRAS DE D ERECHO Francisco de Paula Santander, general de división de los ejércitos de Colombia, vicepresidente de la República, encargado del poder ejecutivo, etc. No habiéndose designado en el plan provisorio de estudios de fecha 27 de octubre de 1820, mandado observar en varios colegios por decretos del poder ejecutivo de Colombia, en virtud de las facultades y que confiere al gobierno la ley de 6 de agosto del año undécimo, los autores por los cuales deben estudiar los jóvenes que asisten a las cátedras del derecho público, he venido en decretar lo que sigue: Artículo 1º. Los catedráticos de derecho público enseñarán los principios de legislación por Bentham, los principios del derecho político constitucional por las obras de Constant o Lepage, y el derecho público internacional por la obra de Wattel. Artículo 2º. Los rectores de las universidades y colegios cuidarán inmediatamente de que se cumpla esta disposición y también los gobernadores de las provincias donde se hallen situados los colegios. Ella se observará mientras que otra cosa disponga el congreso en el plan general de estudios. Artículo 3º. El secretario de Estado del despacho del interior queda encargado de la ejecución de este decreto. Dado en el palacio de gobierno, en Bogotá, a 8 de noviembre de 1825 Francisco de P. Santander. (Firmado)
(Obra Educativa de Santander 1819 - 1826, Tomo I, Compilación de Luis Horacio López Domínguez, Fundación Francisco de Paula Santander, Biblioteca Presidencia de la República, Bogotá, 1990, p. 293)
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Anexo No. 2
* Aunque el manifiesto de Ezequiel Rojas fue publicado el 16 de julio de 1848 por el peri贸dico capitalino El Aviso a tres columnas, en las p谩ginas 3 y 4, hemos optado por reproducirlo facsimilarmente a una sola columna, con el fin de facilitar la lectura del texto original. La Direcci贸n Editorial
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A CADEMIA B OYACENSE
DE H ISTORIA Cien Años de Labor Historiográfica Colección Centenario
1. CORSI OTÁLORA, Lucía Del Renacimiento Europeo al Barroco Tunjano, Agosto 2004, 128 p. 2. HUERTAS RAMÍREZ, Pedro Gustavo Boyacá Perfiles Históricos de Identidad Regional y Nacional, Noviembre 2004, 470 p. 3. ÁVILA MONGUÍ, Gilberto La Jasa y la Parva, Leyendas y Tradiciones Populares de Chivatá, Diciembre 2004, 200 p. 4. CORSI OTÁLORA, Luis Boyacá Atlántida Andina, ¿Cómo ha Vivido Socio–Económicamente en Colombia?, Marzo 2005, 268 p. 5. MONDRAGÓN CASTAÑEDA, Julio Las Ideas Políticas de los Radicales Boyacenses, 1850–1886, Abril 2005, 210 p. 6. MATEUS CORTÉS, Gustavo Eduardo Santos, Aproximación Genealógica y Entorno Afectivo, Septiembre 2005, 332 p.
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Ezequiel Rojas
7. SILVA CELIS, Eliécer Estudios sobre la Cultura Chibcha, Septiembre 2005, 410 p. 8. SOTO APARICIO, Fernando Testigo de Excepción, Noviembre 2005, 216 p. 9. MARCHENA F., Juan Desde las Tinieblas del Olvido, Los Universos Indígenas en los Infinitos Endecasílabos de Juan de Castellanos, Noviembre 2005, 524 p. 10. MAYA, Cristina Jorge Rojas y la Generación de Piedra y Cielo, Marzo 2006, 280 p. 11. PORRAS COLLANTES, Ernesto Corónica Colonial de Tunja y su Provincia, Abril 2006, 320 p. 12. MEDINA DE PACHECO, Mercedes Los Muiscas, Verdes Labranzas, Tunjos de Oro, Subyugación y Olvido, Abril 2006, 308 p. 13. SALAZAR CÁCERES, Carlos Gabriel Ezequiel Rojas, Vida y Pensamiento, Junio 2006, 140 p.
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Carlos Gabriel Salazar Cáceres
Se terminó de imprimir este libro, con una edición de 1.000 ejemplares, en los talleres gráficos de Búhos Editores de la histórica y culta ciudad de Tunja, el día viernes 9 de Junio de 2006; obra financiada con recursos del gobierno departamental de Boyacá presidido por el Dr. Jorge Eduardo Londoño Ulloa, y la financiación del Fondo Mixto de Cultura de Boyacá gerenciado por el gestor cultural Jorge Enrique Pinzón Mateus, siendo presidente de la Academia Boyacense de Historia el Dr. Javier Ocampo López y Director de Publicaciones el historiador Pedro Gustavo Huertas Ramírez.
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