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La Integración es el camino: mensaje de Cooperativas de las Américas

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Editorial

Acaban con el proceso de paz

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¿Las semillas no certificadas son ilegales en Colombia? La vida nos trae sorpresas, positivas algunas y negativas otras, pero hoy tenemos que aceptar que debemos escribir sobre las negativas, iniciando por la nefasta ola de asesinatos de líderes y liderezas comunitarias como también de los hombres y mujeres que creyeron en el proceso de la paz, pero que a la vuelta de los días vuelve a nuestras mentes la historia de los acuerdos que se han hecho entre el gobierno y los alzados en armas desde Guadalupe Salcedo en los años 50 en territorio del llano, pasando por el acuerdo con el M19 y hasta llegar al acuerdo con la UP que cada uno de ellos ha sido un total desastre para cada una de estas organizaciones políticas porque a sus integrantes los han asesinados a la mansalva y sin defensa alguna.

Hoy vivimos el mismo calvario que los demás acuerdos de paz a pesar que estamos en el siglo XXI y que el mundo se movió y aplaudió el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC que inició con su presentación oficial desde el año 2017 con promesas que el viento realmente se llevó, porque el resultado es el mismo de los anteriores acuerdos porque se pierden proyectos de vida muy importantes para la comunidad, entre estos el de las gallinas criollas que se venía desarrollando en el Municipio de Algeciras con el liderazgo de Esder Pineda Peña, un reincorporado de las Farc que amo y defendió el proceso de paz hasta el último instante de su vida, que la segaron un viernes iniciando la noche estando en su casa hasta donde le llegó la injustica del acuerdo de paz y acabaron con el Proyecto de Vida Personal, Familiar y Comunitario, dejando un vacío al interior del mercado campesino utrahuilqueño donde con su dinámica personalidad le daba una chispa de alegría a todos los demás campesinos. Hoy nos volvemos a preguntar ¿Por qué a la gente buena, le pasan cosas malas? “ ” Hoy vivimos el mismo calvario que los demás acuerdos de paz a pesar que estamos en el siglo XXI

Por: Mauricio García A. Coordinador Campaña Semillas de Identidad

Uno de los debates más intensos que existen actualmente sobre las semillas tiene que ver con la exigencia de la certificación como forma de garantizar la calidad de las semillas. Ese discurso ha servido a las empresas de semillas y en especial a su organización gremial

–ACOSEMILLAS, para presionar al gobierno y entidades del Estado como el Instituto Colombiano Agropecuario – ICA a declarar todas las semillas no certificadas con calificativos como “ilegales” o “de costal”, situación que se repite periódicamente y recientemente en un artículo publicado en la página web del ICA titulado: “Señor productor, sea legal, siembre semilla certificada y asegure su cosecha”.

Desde la Red de Semillas Libres de Colombia y las redes de custodios y guardianes de semillas nativas y criollas, consideramos que estas afirmaciones emitidas desde una institución del Estado, hacen más daño que beneficio. En primer lugar hay que aclarar a los agricultores y a la sociedad que las semillas no dejan de ser más

Adscrita a la Federación de Comunicación Solidaria de Colombia

DIRECTOR GENERAL Yael Garaviño Rodríguez

CONSEJO EDITORIAL Oficina de Comunicaciones Adriana María Gutiérrez Forero Coordinadora de Comunicaciones

EDITORES Adriana María Gutiérrez Forero Julián David Vargas Luis Alberto Pescador Solano Karla María Salas Cuéllar Viviana Vargas Suaza

DIAGRAMACIÓN Harold Ricardo Murcia Toloza

productivas o legales porque no sean certificadas. Una cosa es que hay semillas que se venden con registros o marbetes falsos o son de contrabando y otra es que la totalidad de semillas no certificadas sea ilegal, porque así se volverían ilegales las semillas nativas y criollas producidas por campesinos, indígenas y afros, asunto que aún está vigente en la discusión de la resolución 3168 de 2015. La condición de calidad de las semillas que quieren imponer las empresas a través de leyes y represión, corresponde a unos criterios de calidad establecidos por ellas mismas. Sin embargo, el criterio de calidad de las semillas tiene muchas más variables que las esgrimidas por las empresas y el ICA.

Sin duda el ICA debe velar por la calidad de las semillas que están en el mercado, los cultivos y por la sanidad de las mismas, nadie lo discute. El problema es que al poner por delante los intereses de las empresas, niega otras alternativas en la comprensión de un Sistema Nacional de Semillas, el cual debe incluir las semillas nativas y criollas, las cuales no tienen por qué cumplir con las exigencias de la certificación de las semillas de las empresas y así mismo las empresas deben responder por la contaminación transgénica.

Esta discusión se viene dando en varios espacios de encuentro de algunas organizaciones con el gobierno, el ICA y AGROSAVIA, pero que aún falta mucho camino por recorrer en los debates especialmente con gobierno e ICA. Un avance importante se logró en el gobierno anterior con la resolución 464 de 2017, en la cual se identifican algunos elementos diferenciadores y se establece un lineamiento sobre “Las Semillas del Agricultor”. En este lineamiento el Estado se compromete a promover las semillas nativas y criollas, los bancos comunitarios de semillas, la asistencia técnica a los agricultores, el control de la biopiratería, el control de las semillas transgénicas y el apoyo a declaratorias de territorios libres de transgénicos. Todo esto hace parte de avances logrados en el marco del proceso de negociación con la extinta guerrilla de las FARC y concretado a través de un proceso participativo con la Mesa Técnica de Agricultura Familiar y la Red Nacional de Agricultura Familiar - RENAF.

En conclusión las semillas nativas y criollas que circulan entre los agricultores son legales. En este sentido las redes de custodios y guardianes de semillas de Colombia estamos proponiendo a las entidades del Estado y el gobierno un diálogo para poder avanzar en el trabajo de calidad de las semillas nativas y criollas en varios aspectos a saber: adaptación de las semillas a las condiciones locales, adaptación al cambio climático, producción agroecológica, selección y mejoramiento participativo, sistema participativo de garantía, control de la contaminación transgénica del maíz, promoción y fomento de las redes y casas comunitarias de semillas nativas y criollas, entre otras.

La coyuntura de protesta social en América Latina: Política y violencia

Por: Arnulfo Hernández Parra Directivo UTRAHUILCA

Mientras en algunas ciudades del continente y otras grandes urbes en el mundo los pobladores urbanos se movilizan de manera masiva contra políticas impopulares, en Colombia luego de las últimas movilizaciones estudiantiles, se revive la iniciativa del gobierno nacional y los voceros de la oligarquía para “reglamentar la protesta social”.

Y es que nuestro país ha sido, lamentablemente, pionero de la política criminalizante, militarista y de represión contra la acción legítima del pueblo a rebelarse y protestar: la creación del ESMAD y propuestas como choques eléctricos (los más conservadores), marchar sólo por la acera de las vías (los más liberales), hacer una lista identificando a cada participante (los más oscuros), pedir permiso con un mes de anterioridad (la burocracia), no parar el transporte público (los desentendidos)… son solo algunas de las medidas que se han querido tomar, usando la máxima de “sus derechos acaban cuando empiezan los de los demás (los neoliberales de a pie)”.

Como colombiano, propongo algunas posturas sobre el debate que resurge públicamente en medio de la coyuntura: violencia y política.

1. Es mucho lo que el pueblo latinoamericano debe estar pensando, porque es un momento coyuntural; las movilizaciones en Ecuador y en Chile, el triunfo del Kishnerismo en Argentina y el escenario tambaleante que se vive en Colombia, invitan a reflexionar sobre los múltiples tipos de acción política que usa el pueblo para defenderse de la injusticia y sobre todo para construir propuestas alternativas de modelo de gobierno y de economía impuestos.

La movilización ecuatoriana fue un claro ejemplo de organización popular, liderada por los pueblos indígenas (agrupados en la CONAIE), al que pronto se sumaron muchos sectores populares contra las medidas que quiere imponer el FMI a través del gobierno de Lenín Moreno.

El Paro Nacional del 9 de Octubre, rechazó y exigió la derogación del decreto 883 (eliminación al subsidio a los combustibles), como primera medida del paquetazo económico que contiene disposiciones del organismo internacional y que incluyen entre otros, recorte a gastos sociales, reforma tributaria con aumento de impuestos indirectos, recortes en los derechos laborales del sector público, entre otros. El triunfo colectivo de la derogación del decreto, no es el fin de la movilización, lo que está planteando el movimiento social y la CONAIE en las mesas de diálogo, es la necesidad de plantear alternativas al modelo económico neoliberal.

Por otro lado, desde hace 30 años, Chile vive un proceso de privatización de los derechos fundamentales como la salud y la educación, un salario básico que no alcanza para llegar a fin de mes sin algún endeudamiento (cosas muy similares a las que vive nuestro país), la profundización de privilegios de las Fuerzas Militares Chilenas, que por ejemplo, tienen un sistema pensional distinto al resto del país (fondos privados), todo esto amparado bajo una constitución que se mantiene desde la dictadura pinochetista, que legitima la represión y militarización.

El 18 y 19 de octubre fue el inicio de una serie de movilizaciones que han despertado la unidad y solidaridad entre el pueblo chileno: trabajadores, jóvenes, estudiantes y niños han buscado la manera de romper con el toque de queda decretado por el gobierno de Piñera y en medio de fiestas y música han desafiado el terror militarista. Dos marchas históricas de más de un millón de personas, se suman a la lista de los grandes momentos de dignidad expresados a lo largo de la historia de ese país.

Las exigencias del pueblo chileno son tan profundas como su crisis y lo importante es que el movimiento es un verdadero movimiento de masas, al que organizaciones sociales y políticas han tenido que sumarse en la medida en que se ha ido extendiendo a lo largo y ancho del país. Un verdadero momento insurreccional podría estar viviendo el país de Cobre.

Finalmente, la pelea en las urnas ha sido la estrategia del bloque popular y de izquierda en Argentina para evitar otro gobierno neoliberal y recuperar así las políticas dirigidas al bienestar social conquistadas en los gobiernos del kishnerismo años atrás y buscando otra fórmula para salir de la crisis económica que se vive.

Es importante entonces reconocer las múltiples formas de lucha y peleas del pueblo latinoamericano, pueblo que quiere dignidad y persiste en la resistencia al neoliberalismo y los regímenes antipopulares.

2. No se llega a la violencia porque sí, y ese es el primer error al que nos quieren llevar. La violencia es una expresión política en el marco del conflicto de intereses entre dos clases, donde una de ellas (en estos casos la clase empresarial y oligarca) ve vulnerados sus intereses y no va a responder de otra forma que no sea usando la violencia del Estado; muestra de ello es la violencia usada por la Fuerza Pública, ampliamente documentada en redes y medios alternativos en Colombia, Chile (20 muertos) y Ecuador (5 muertos, todos manifestantes, ningún policía), lo que ha aumentado el descontento social y llevado a la población a organizarse y buscar una forma más cualificada de defensa.

Así mismo, la acción directa evidencia la profunda crisis y descontento social que tiene el pueblo y que necesita expresar de alguna manera para ser escuchado, porque lo que sí ha mostrado la historia, es que los gobiernos de las élites económicas solo se sientan a negociar, una vez ven tocados sus intereses y una vez ven en la magnitud su contrincante movilizado en la calle.

Lamentablemente son pocos, muy pocos, los ejemplos de movilizaciones pacíficas que han dejado alguna ganancia real para el bloque popular o la clase trabajadora en la historia, todo lo contrario son muchas las veces en que el pueblo ha tenido que pelear para concertar una mesa de diálogo con el gobierno.

3. En el debate que sin querer ponen en la palestra pública las declaraciones de la vicepresidenta colombiana, cuando con tanta seguridad culpó a migrantes venezolanos de la quema del ICETEX (cuando sabemos que al ICETEX lo aborrecemos los colombianos endeudados media vida para estudiar una carrera universitaria), o las palabras de Lenín Moreno cuando dice que el movimiento y la movilización estaba influenciada por el correismo e infiltrada por migrantes venezolanos, se evidencia un discurso que le quita poder a la movilización y capacidad de decisión al pueblo.

Lo que está de fondo acá es el interés que tienen las oligarquías latinoamericanas y los gobiernos empresariales, para estigmatizar la protesta social al punto de convertirla en el enemigo interno de cada país, invisibilizando las múltiples y variadas formas en las que el pueblo se ha movilizado y sacando de contexto la lucha de calle y la violencia estatal contra las comunidades.

Por supuesto que sí a la protesta, pero no así, dice la oligarquía latinoamericana escandalizada, mientras busca imponer el ritmo de las disposiciones del neoliberalismo mientras legitima el discurso de la violencia estatal y la política antipopular, fingiendo a través de sus porta voces que la violencia y la política no van de la mano.

4. El papel de los medios masivos ha sido fundamental en esta estrategia, han simplificado la protesta y muestran los actos de confrontación como meras acciones vandálicas, sacándolos de contexto e invisibilizando las razones de dichas acciones.

Se quiere sacralizar la relación entre política y violencia, cuando han sido las élites económicas y sus gobiernos las que han impuesto sus disposiciones (o las del imperialismo) con violencia estatal y paraestatal. Se han valido de la violencia, con dictaduras, paramilitares, represión, para excluir de la política al pueblo, la oposición, la izquierda y los movimientos alternativos. Entonces aquí opera el dicho popular del embudo, “lo más ancho pa´ellos y lo angosto pa´uno”.

Que se movilice el pueblo, que lo haga como quiera, porque ya no tiene nada que perder, porque debe despojarse de lo único que le queda: el Miedo.

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