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UNA NOCHE OBSCURA UN AHORCADO Y EL PARÁCLITO
Historia de la composicion del cuerpo humano Autor Valverde de Amusco, Juan, circa 1525-circa Grabador Beatrizet, Nicolás, circa 1507–circa 1570
Me levanto cada mañana, -tras pasar una larga y corta noche noctámbula- intentando buscar el fin de un ciclo, y las respuestas que
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puedan pulir la armadura de mi cuerpo indómito. Un cuerpo que entreno frente a un muro de hormigón, luchando contra su masa a la que robo su alma. Durante estos últimos treinta años, he recorrido más vidas, que pasos podría dar dentro mis botas. Tengo amigos a los que amo, con los que me abrazo en la distancia, y que no veo hace, tal vez, diez años. Pero, ¡qué más da! No es verdad, que de la distancia nace el olvido. Porque, yo, soy el tiempo y la distancia. El mal que llega caminando, a todo enemigo de mis amigos. Recuerdo con cariño, al Periodista Don Andrés Chaves, -fue el primero que avistó el Caballo de Troya de la Inmigración, y al que amenazaron dentro de un ascensor- al que calentaba con mis artículos, y del que me gustaba leer sus picarescas críticas sobre los pijos y los mentecatos. -Y en cuya colección solo le falta, el de los mal quedas que aparecen tarde a las reuniones importantes- Hoy, me supongo que quedarán pocos. Una vez, llamé por teléfono a Soria, un viejo conocido, al que presenté a una colega Alemana. En aquel tiempo, pensé que no me cogería el teléfono, y que el hecho de haberme dado su número, era una hipocresía de protocolo. Pero atendió mi llamada, y compárese su
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representación institucional, con el Señor Arenas. Entonces, creí, que se había salvado así mismo de la soberbia, que hace perder a todo hombre de política, su dignidad y compromiso para con el pueblo y los suyos. Pero, hoy, aún, sigo esperando el rescate, recordando el mes sin luz eléctrica, que nadie ayudó a soslayar, y salve de la ingesta de sapos y huevos robados, salvando de la inanición a un antiguo amigo suyo. Tal vez, nunca le anunciaron el nacimiento del fin de un ciclo. ¿Qué es el fin? Tal vez el espacio que te concedí y humillaste bajo tu aplastante soberbia. Intentando deslindar la fulgurante espada de Damocles, tentándola en la turbulenta atmósfera del hombre tirano, del burgués maltratador y del bufón degenerado. He acompañado celosamente en la pureza de mi alma, a distintos tiempos, promoviendo con mis manos esfuerzos de libertades constitucionales, justicia y paz. Mis manos han sido como las garras de un águila, aferradas a mentes retorcidas, calenturientas y tortuosas. Intentando enderezar ramas simbióticas y sin escrúpulos sobre el horizonte. Pero las zarpas desgarradas, hambrientas de incertidumbre, de avaricia y usura, se erigen de nuevo sobre sus frentes, que nuevamente toman, con el arrebato de un naufrago desahuciado, con la violencia de un ladrón, y el desprecio de usurero, el timón
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institucional de un país, de una patria naufraga, amalgamada de histéricos, insoportables y perennes perfumes de corrupción y miseria, que ahoga incontestablemente a un pueblo, que se revuelve junto a un ejército de ángeles, arcángeles, serafines y querubines, liberando al Paráclito de la Libertad, La justicia y la Dignidad. Un pueblo, criado, maltratado, y adoctrinado al dolor. Acostumbrado al hambre, que cae constantemente muerto de desaliento y decepción, frente a las urnas de la melancolía, la mentira y la corrupción. Ese pueblo, hoy, frente a urnas vacías y fuego cruzado, se bate en duelo por la libertad de un niño, de una niña, de una madre, de un padre, de un anciano, y de una anciana, de un pobre, de un muerto, de una familia… ¡De España! Lo más doloroso para un hombre, es tener que luchar en el campo de batalla, contra sus propios familiares y amigos, y por el contrario, junto a sus amigos y familiares. Pues en ambos casos, siempre existirán bajas. A cada paso que intentas dar en ese labrantío de terror y lágrimas, nos encontramos los luchadores por la libertad, con una dificultad que debemos vencer, y toda dificultad significa una oposición, y todo triunfo lucha, y toda lucha vencedores y vencidos.
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¿Cuántas formas de cautiverio pueden existir? Tantas como los hombres puedan imaginar. A veces las deportaciones y encarcelaciones son sufridas en espíritu y dignidad, una dignidad que intentamos buscar más allá de la sin razón humana, porque nos fue extirpada sin conciencia ni razón de ser. Nuestro pueblo, un pueblo que en un tiempo, fue un pueblo iluminado de dignidad, ha perdido muchas batallas. Batallas que en el libro de las caballerías, serían denunciadas como innobles y propio de maleantes y pendencieros. De vulgares carnicerías, hostigadas por ladrones de ancianos y pobres, y maquis de desiertos. En donde las últimas garantías constitucionales son la prenda a defender por un paladín desconocido y escudero, iluminado. ¡El último invitado a la casa de Salomón! Durante los últimos años pasados, no he hecho más que observar y aprender de aquello que conocemos como vida, y que no pueden ver los ciegos, ni escuchar los sordos. Pero cuando la vida te pregunta si estás dormido, mi respuesta es el silencio, porque la vida es tan antigua como el universo, y yo con mi edad, frente a la vida, ¡soy un niño!
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¿Quién visita en la cárcel a un refugiado político? Hay tantas cárceles como imaginación pueda tener un verdugo, cuyas botas le son robadas a un inocente tras su muerte. El verdugo, que es aquel a quien contrata la muerte, siempre se pone los zapatos de a quien juzga injustamente. Hoy, en nuestro país, existen cientos de españoles –refugiados políticos- convertidos en extranjeros en su propio país. Nuestro pueblo, el pueblo, se refugia en el dolor, en el alcohol, entre ruinas institucionales, entre edificios vacios, propiedades olvidadas por los banqueros – los usureros del estado español- se refugian entre escombros de viviendas expoliadas, en donde los ancianos lloran sus últimos días, y los niños intentan recomponer el puzle, que las urnas, siempre nos rompen. Mi pueblo, obligado a vivir en la indigencia, entre la movida okupa, -que no es más que un pueblo desguarnecido de sus derechosarrojados de sus casas y obligado a luchar o a rendirse, sin dar cuartel, no hace más que esperar al Paráclito de la Libertad. Las celdas se colman de obsequios, ¡las celdas de los corruptos! Y de sangre de lágrimas, las del pueblo.
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Las cajas de habanos se apilan bacías junto a paredes calientes, en cuyas celdas fuman puros y comen caliente. Mientras, que en las celdas donde yace mi pueblo, se escriben con uñas desgarradas, los días que tiene un año, y lo que falta para decir, ¡Basta ya! Gritad ¡Libertad! Esta noche, no quiero extenderme mucho, son las tres de la mañana, y junto a la Iglesia de San José Obrero y Sta. Teresa, hay un galgo que intenta trepar un laurel dulce, cuyas flores son altamente olorosas y no comestibles. ¿Por qué llora el galgo bajo el tronco del laurel? ¿Por qué intenta trepar a sus ramas? Son las tres de la mañana, esa imagen no me inquieta, pero si me interroga. Sólo pienso, que yo soy uno más entre mi pueblo. Perseguido y extorsionado, triste español, pobre entre ocho millones de pobres. Español y Canario, qué más da. Soy soldado y no perdono. Por mis venas corren bólidos obreros de muchas clases de ADN, y mis manos, sólo delatan una clase obrera, una lucha e igualdad. ¡Libertad y Obrero hasta el final! A veces, cuando pienso en mis amigos, los que ya se han ido, y los que en la distancia, abrazo de verdad. También pienso en la muerte, esa extraña amiga, a la que saludo y respeto.
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Para ella va esta última línea, de esta madrugada tan esperada. Amiga mía, si alguna vez me vienes a buscar, hazlo con respeto. Pues yo te fui a buscar y te miré a los ojos, como tú a mi debieras hacerlo. Primero, preséntate y pronuncia tu nombre, mirando la luz que de mi alma florece. Y después, invítame a seguirte, que mi espíritu sabe caminar, tanto como mi cuerpo y mente. Más soy libre, de hacerlo o no hacerlo.
En España a 11 de Noviembre del 2015 H2OX7 Fernando de Monreal Clavijo
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Fernando de Monreal Clavijo
https://www.facebook.com/fernando.demonrealclavijo
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