Barrios Costa Rica

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De Turrujal a Barrio Luján ¡Al Barrio México!



De Turrujal a Barrio Luján ¡Al Barrio México!


Institución Ministerio de Cultura y Juventud Institución administradora del proyecto Barrios, Costa Rica Museo de Arte Costarricense Edición Marianela Camacho Alfaro Diagramación y diseño de portada Sebastián Mello

Derechos reservados conforme a la Ley de Derechos de Autor y Derechos Conexos. D. R. Prohibida la reproducción total o parcial. Todos los derechos reservados. Hecho el depósito de ley.

Diseño logotipo de proyecto Priscila Coto Diseño de isotipos de cada barrio Vega Cortés Diseño

712 P969p

Coordinadora de proyecto Virginia Vargas M.

Proyecto Barrios Costa Rica: Barrio Luján y Barrio México / Rosa Elena Malavassi, Virginia Vargas Mora y otros. -- San José, Costa Rica: Ministerio de Cultura y Juventud, Museo de Arte Costarricense: Imprenta GEDI, ICE, 2010. 200 p.: il. ; 22 x 22 cm. – (Colección Proyecto Barrios Costa Rica ; 1)

Revisión y corrección de estilo Álvaro Zamora Textos Arq. Rosa Elena Malavassi Virginia Vargas M. Fotografías Arq. Rosa Elena Malavassi Leonardo Malavassi Impresión y pre-prensa digital GEDI - Gestión, Documentación e Información-, Presidencia Ejecutiva, ICE Edición de 1.000 ejemplares 4

ISBN: 978-9977-59-226-8 1. URBANISMO - SAN JOSE (COSTA RICA). 2. ARQUITECTURA DEL PAISAJE – SAN JOSE (COSTA RICA). 3. BARRIO LUJAN – (SAN JOSE, COSTA RICA). 4. BARRIO MEXICO - (SAN JOSE, COSTA RICA). I. Vargas Mora, Virginia. II. Malavassi, Rosa Elena. III. Título. VI. Serie. MCJ//ehc.2010


Presentación ......................................................... 6 Introducción general ........................................

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Reseña histórica .................................................. 12 i. Origen ..................................................................

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ii. Límites .................................................................

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iii.Primeras familias ............................................

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Actividades económicas .....................................

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Servicios, instituciones, infraestructura....... 37 i. Servicios de electricidad, agua, salud .........

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ii. Educación ..........................................................

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Tradición, cultura y recreación ..................... 42 i. Tradición religiosa ........................................... 42 ii. Recreación .........................................................

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iii. El bésibol ........................................................... 47


En su famoso poema “Fundación Mítica de Buenos Aires”, Jorge Luis Borges se pregunta: ¿Y fue por este río de sueñera y de barro que las proas vinieron a fundarme la patria?

Al evocar en su imaginación cómo pudo haber sido aquel momento, como fueron aquellos hombres que dieron perfil y nombre a lo que hoy llamamos Argentina, Borges dice: Prendieron unos ranchos trémulos en la costa, durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo, pero son embelecos fraguados en la Boca. Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

Para el poeta, como para todos nosotros, la patria nace en el barrio. No puede ser de otra manera. Las calles y aceras, la casa nuestra y las de los vecinos, los pequeños comercios, el parquecito de juegos, cada rincón se fija en nuestra memoria y nuestro espíritu y va formando la idea que nos hacemos del lugar del mundo donde nos tocó vivir. El barrio es nuestra primera patria. Allí aprendemos algunos de los valores inherentes a la vida en democracia: solidaridad, tolerancia, respeto al 6

derecho ajeno y a la diversidad. En los viejos barrios de Costa Rica se forjó una sociedad integrada, inclusiva, que reconoce y respeta la dignidad de cada cual, independientemente de su circunstancia. Los años pasan y muchos de nosotros nos alejamos del barrio que nos vio nacer. Sin embargo, cuando nos acercamos para visitar a viejos vecinos, o incluso cuando lo recordamos desde lejos, el barrio despierta nuevamente en nosotros las sensaciones vívidas e intensas que poblaron la infancia; los afectos, los juegos, las penas y alegrías que construyeron nuestra inicial visión del mundo y de la vida. Todo eso es demasiado valioso como para que se pierda en la destrucción y en el olvido. Ante lo inevitable del progreso y los cambios urbanos, es urgente que conservemos el registro, la memoria y la devoción de los viejos barrios. El Ministerio de Cultura y Juventud quiso poner en marcha ese proceso de recuperación, mediante el proyecto que da origen a este libro. Este ha incluido numerosas actividades en las que participaron funcionarios y profesionales, pero también, muy activamente, vecinos de los distintos barrios, y muy en especial sus niños. Eso nos hace pensar que tendrá frutos perdurables. Hemos dado los primeros pasos, pero el trabajo apenas se inicia. Quedan muchos barrios que investigar y valorizar en Costa Rica. Barrios que no son menos entrañables que los que aquí reseñamos, y que merecen igual interés y cuidado de parte de las autoridades públicas y la ciudadanía. María Elena Carballo

Ministra de Cultura y Juventud


“…si de pensar la ciudad que queremos mañana se trata, hemos de pensarla también en función de sus barrios de hoy, no solo como las sobrevivencias de antaño que son, sino como partes vivas e integrales de su existencia histórica que deben volver a ser…”

Andrés Fernández

El Proyecto Barrios, Costa Rica del Ministerio de Cultura y Juventud, administrado en el Museo de Arte Costarricense, procura el estudio y la puesta en valor del patrimonio tangible e intangible de nuestros barrios, tanto en la ciudad de San José como en cabeceras de provincia, con especial interés en el rescate de los valores que han conformado nuestra identidad. El proyecto se enmarca dentro del Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno en la acción estratégica que procura bienestar para las comunidades. Un legado intangible acompaña, ciertamente, al patrimonio edificado con casas, parques y carreteras. El barrio es un lugar para vivir, un esfuerzo colectivo, un complejo entramado de relaciones que puede atesorarse en la oralidad y en la escritura.

Cada vecindario alienta una identidad y ciertas características particulares. Pero quizá todos ellos expresan, a su manera, el espíritu de solidaridad, participación y tolerancia característico de nuestros pueblos. Recordar el lugar de donde procedemos nos ubica, nos permite reconocemos en ese particular universo de recuerdos y nos afirma en la temprana construcción de valores. En esta iniciativa se ha procurado incluir a la comunidad, a los habitantes de cada barrio. La labor ha contado con el entusiasmo y sustento de personas y grupos de todas las edades. Mediante esta modalidad de inclusión, se ha fomentado el trabajo interinstitucional, la articulación de sectores públicos y privados, la convergencia de profesionales de diferentes disciplinas. El proyecto ha generado productos diversos: reseñas históricas de los barrios, inventarios de sus inmuebles e imágenes, colecciones de arte, propuestas de intervención y rehabilitación de espacios urbanos, concursos de ensayos, tertulias de vecinos, todo esto desplegado en exposiciones y una colección libros. Nuestro agradecimiento abraza a todos los participantes y constructores del proyecto: los niños, los artistas, los vecinos, las instituciones, el equipo interdisciplinario. También a quienes aprecien su legado y procuren propuestas de conservación de la ciudad y sus inmuebles, de este paisaje urbano entrañable donde la memoria de sus habitantes promete enriquecer la vida ciudadana del futuro.

Virginia Vargas Mora

Coordinadora del Proyecto Barrios, Costa Rica 7


Barrios, Costa Rica asume la tarea de rescatar lo mejor del pasado para procurar su aprecio y caminar con firmeza en la construcción de futuro. La estructura del proyecto establece dos módulos: los seis primeros barrios constituyen el primer módulo del proyecto y contemplan: Luján, México, Pithaya, Otoya, Escalante y La Cruz, San Cayetano. En el segundo módulo se pretende considerar barrios emblemáticos en cada una de las cabeceras de provincia. Este libro abarca los dos primeros barrios: Luján y México, de entrañable presencia en el imaginario josefino, cada uno con su particular paisaje urbano y su identidad barrial.

Rodrigo Brenes El Cerrito Acrílico sobre tela 38 x 43 cm 2008

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El análisis abarca varios temas: la arquitectura, el espacio urbano y las vivencias. Se establece el origen del barrio, su delimitación perceptual según los vecinos, se identifican las primeras familias que llegaron al sitio, sus viviendas y actividades económicas, espacios de recreación, actividades culturales y también, la organización comunal, que es la que permite el desarrollo de un sitio. Igualmente, se realiza un balance de la arquitectura desde el punto de vista estético, se destacan los diversos lenguajes arquitectónicos presentes en el barrio con sus diversas tipologías y se suma el significado que tienen para los vecinos las distintas edificaciones estudiadas. Así valoramos viviendas, edificios comerciales e instituciones que representan hitos en la comunidad. Cada uno de estos temas combina el patrimonio tangible, es decir, la arquitectura con el pa-


trimonio intangible, referido a la memoria, a las vivencias, costumbres y tradiciones de esa particular comunidad barrial.

Fabrizio Arrieta Casa

Colecciones: Con la participación de artistas plásticos de prestigio, se han preparado colecciones de pinturas sobre los inmuebles representativos de distintos lenguajes arquitectónicos, tipologías e hitos por barrio. Los niños de las escuelas también han contribuido con su rescate de imágenes al participar en los talleres desarrollados con el propósito de inducirlos a observar el espacio barrial.

2008

# 10 Acrílico sobre tela 38 x 43 cm

Rehabilitación de espacios públicos: Estudiantes de la carrera de Arquitectura en varias universidades han realizado una labor de estudio y de identificación de espacios deteriorados en los barrios, con el fin de plantear soluciones de rehabilitación que procuren bienestar para la comunidad. Exposiciones: A partir del material de investigación: reseñas, inventarios de inmuebles y de las colecciones, se han preparado exposiciones. El itinerario de estas se inicia en el propio barrio, sea en escuelas o bibliotecas y luego se lleva a diversos sitios como las universidades participantes, recintos patrimoniales, centros comerciales, galerías, municipalidades. Concurso de ensayo: Se ha convocado a todos los ciudadanos que quieran participar en el concurso de ensayo sobre el tema de los barrios incluidos en el proyecto. Se seleccionó, mediante la calificación de un jurado compuesto por especialistas, un ensayo para ser incluido en el libro del barrio correspondiente.

Rodrigo Brenes casa verde Acrílico sobre tela 38 x 43 cm 2008

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Guillermo Porras la Cordillera Acrílico sobre tela

Tertulias: Alrededor de las exposiciones, se han llevado a cabo convocatorias de los vecinos para que acudan al sitio y compartan anécdotas, fotografías y cualquier material que aporte mayor aprecio por la historia barrial y sus habitantes. Publicaciones: En el módulo de barrios de San José, se ha contemplado la publicación de un libro para cada dos barrios: Luján y México, luego Otoya y Pitahaya y, finalmente, Escalante y La Cruz, San Cayetano. En el segundo módulo para los barrios de cabeceras de provincia se publicará un libro por barrio. Finalmente, tal y como lo señala la Arquitecta lleana Vives, “…los barrios son centros o conjuntos históricos por derecho propio, portadores de una memoria cultural cuya conservación contribuye con el significado de la existencia y su necesidad de identidad y arraigo, para cumplir una función integradora entre el pasado y el presente”. Así, el Proyecto Barrios, Costa Rica ha nacido con la finalidad de recuperar y reconstruir la memoria histórica de nuestros barrios, de apropiarse de ella con la esperanza de contribuir a delinear el desarrollo del país. 10

43 x 38 cm 2008


La presente memoria se asoma a la ciudad y al recuerdo de sus vecinos. Arquitectura y vivencias son los elementos fundamentales de esta reseña sobre Barrio Luján que, a partir del contexto de las transformaciones sociales que vive la capital costarricense en la primera mitad del siglo XX, permiten recorrer una parte de la historia de este barrio otrora obrero, que desarrolló una arquitectura y un espacio urbano propios. “¿Cómo asomarse a esta ciudad sin mostrar su presencia concreta? ¿Cómo vislumbrarla sólo con la confianza en la pura interioridad del recuerdo?”.

Arq. Roberto Villalobos

Es por este motivo que el primer acercamiento al actual Barrio Luján lo realizamos a través de sus edificaciones y su espacio urbano, en el cual precisamente por su carácter de barrio, domina la vivienda que muestra una amplia variedad de lenguajes y materiales. Como lo indica la arquitecta Ofelia Sanou en el proemio a la obra Imaginario. Un itinerario josefino, la San José de principios del siglo XX, al igual que otras ciudades, se vio favorecida con el mejoramiento de los servicios de abastecimiento de agua, alumbrado público, red de cloacas y la inauguración de un tranvía que comunicaba diversos sectores de la ciudad. En este contexto la vivienda desarrolla diversos lenguajes y los barrios enfrentan luchas por mejorar su entorno. Para comprender el desarrollo de Barrio Luján nos acercamos a su gente, sus habitantes que guardan en sus memorias las experiencias de lo que ha sido el desarrollo del barrio durante los siglos XX y XXI. Son los relatos de los habitantes del barrio y las fotografías de sus álbumes, sus tesoros familiares, los que dan vida a estas líneas.

Luciano Goizueta Verdulería Acrílico sobre tela 38 x 43 cm 2008

“En la actualidad la ciudad de San ]osé está asediada por numerosos problemas que sólo se podrán enfrentar si los josefinos toman conciencia de sus posibilidades y limitaciones. Sin embargo, tal proceso requiere una identificación con el lugar donde se vive. Para ello debemos hurgar en el pasado y descubrir los lazos comunales que caracterizaron al San José de antaño, ya que ese es el marco que nos permitirá relacionar sobre los problemas del presente y la reconstitución de la identidad Josefina”. Francisco Enríquez “Historias de mi barrio” Editorial Costa Rica, 1997 11


Barrio Luján se ubica al sureste de la ciudad de San José, pertenece al distrito Catedral del cantón Central de San José. Es parte de los llamados barrios obreros, pues su historia no escapa a las luchas de los trabajadores de inicios del siglo XX, situación que originó dicha denominación para estos barrios. Pero, ¿por qué hablar de barrios obreros cuando nos referimos a Barrio Luján y sus barrios vecinos? Para comprenderlo debemos ubicarnos en el San José de la década de 1920, una ciudad que si bien era la capital del país, tenía importantes problemas de pobreza en su periferia. Esta pobreza se manifestaba en la obtención de pocos ingresos económicos que impedían el acceso a alimentación, vestido y vivienda, entre otros aspectos.

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I. Origen Es en esta época cuando los trabajadores

realizan huelgas con el fin de reivindicar su derecho a una jornada laboral de ocho horas y un salario digno; a la vez, se vuelven evidentes las malas condiciones en que viven los obreros: falta de agua, ausencia de instalaciones sanitarias, basura en los solares, criaderos de zancudos, etc. Ante la falta de vivienda algunas personas alquilan casas que son llamadas en la época chinchorros, estos se caracterizaban por el hacinamiento y las malas condiciones de la edificación, eran lugares insalubres. Estos grupos de bajos recursos se ubicaron en lugares con condiciones geográficas difíciles, así a inicios del siglo XX se describe la zona sur de la capital como un lugar con suelo arcilloso y húmedo. Evidentemente


estas condiciones, entre otras que incluyen la falta de servicios básicos, hacen el lugar poco atractivo para vivir, y esto se ve reflejado en la ocupación del espacio: al norte de San José las clases altas, al sur los barrios populares. Estas condiciones insalubres son un problema al que se debe dar solución, por dicho motivo surgen varias iniciativas: el municipio josefino dona unos terrenos en Barrio Carit y en los alrededores del Liceo de Costa Rica; Minor Keith dona un millón de colones para que la Cruz Roja construya casas; Arturo Wolf adquiere los terrenos necesarios para desarrollar un plan de urbanización obrera barata, precisamente este es un punto clave en el desarrollo de Barrio Luján, pero antes de hablar sobre él, devolvámonos en el tiempo hasta el momento en que Turrujal era el nombre de este barrio. El actual Barrio Luján corresponde al ensanche de lo que originalmente se llamó Turrujal, o mejor dicho, Calle del Turrujal. Esta calle es la que actualmente se conoce con el nombre de José Martí y empieza en

la Plaza González Víquez, para finalizar en las cercanías del parque adyacente a la Escuela República de Chile (imagen 1). La palabra Turrujal proviene del vocablo indígena turrú, referido a un árbol frutal casi extinto. La Calle del Turrujal originalmente nació, según lo mencionan algunos autores, como una forma de unir la Estación del Ferrocarril al Pacífico, concluido en 1890, con la Estación del Ferrocarril al Atlántico, concluido en 1910; por su parte, lleana Vives menciona que también se argumenta que esta calle ya existía antes, y era utilizada a diario por los vecinos.

lmagen 1: La Calle Turrujal y su ensanche. Fuente: Abarca Zamora, Róger et al. San José- Ensanches 19001941. San José, Costa Rica: Tesis de Licenciatura en Arquitectura, Escuela de Arquitectura, Universidad de Costa Rica, 1990, p. 93.

Lo importante de esta calle es que da nombre al barrio que se genera en sus alrededores, el cual corresponde al actual Barrio Luján, por eso su antiguo nombre de Turrujal, o bien, también se le conoce como el ensanche de Turrujal. Pero, ¿qué es un ensanche? La historiadora Florencia Quesada explica que inicialmente el concepto ensanche se concibió como un crecimiento de la ciudad en forma cuadricu-

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lar, que era el trazado original de las ciudades desde la época colonial. No obstante, en la ciudad de San José el proceso de ensanche, que se desarrolla entre 1890 y 1920, se caracteriza por ser descoordinado, azaroso y estar ligado a los intereses privados, así la cuadrícula desaparece y en su lugar nacen las calles inclinadas que caracterizan el actual Barrio Luján. Pero Turrujal, antes de experimentar el proceso de ensanchamiento, aparece citado en documentos históricos del siglo XIX, algunos autores mencionan que en 1825 Turrujal es descrito como un sector aislado y alejado del centro de la ciudad, en el año 1841 aparece como cuartel del Barrio del Mojón. La descripción de los límites del Turrujal en el año 1841 es la siguiente: “Linda: al Oriente, con las haciendas dichas de los señores de Vars y Carranza; al Norte, la calle que baja del Zapote, aguas abajo del río de Ocloro hasta la calle que va a la hacienda del señor Antonio Castro, y por el Sur, la hacienda de dicho señor Castro, aguas arriba hasta la del señor de Vars, y por el Poniente desde la

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misma hacienda de Castro, calle recta para el Norte hasta la casa de Manuel Robles”. Otro aspecto a rescatar es que además del nombre Turrujal, también existía la denominación Chile de Perro; no obstante, es difícil discernir si ambos nombres efectivamente se refieren al mismo lugar geográfico, o si había alguna distinción. Tirza Bustamante indica que Chile de Perro se ubicaba en las cercanías de Plaza Víquez y Barrio Luján, y que entre 1900 y 1925: “Hacia el sureste, San José empezaba a unirse a los barrios Chile de Perro y Turrujal, para cuyo fin se crearon comités especiales que atendieron no sólo su ornato y el saneamiento sino una serie de cuestiones urbanísticas como la construcción de los Mercaditos de Plaza Víquez…”. Pero para los vecinos Turrujal y Chile de Perro eran el mismo lugar, así lo comenta don Manuel Mora Quirós, el sastre del barrio: “…siempre hemos sido de este sector, que aquí en Barrio Luján le llamaban Chile de Perro... y otros dicen… que le llamaban

Dibujo. Suzana Zúñiga Dibujo en grafito y acuarela Escuela República de Chile Sección 4-3 2008.


Turrujal también. Chile de Perro es por ese chilito que habían matitas…”. A inicios del siglo XX buena parte de las tierras donde hoy se ubica el barrio, que eran potreros y cafetales, pertenecían a don Pánfilo Valverde; posteriormente esas tierras fueron compradas por don Arturo Wolf, quien las segregó en lotes. En esos años Turrujal era un potrero dividido por cercas, en lugar de calles tenía trillos que en invierno eran difíciles de transitar. Inclusive don Manuel Mora cuenta que: “…esto era una laguna. Esto era muy húmedo… o sea, si usted está en una de estas casas y pasa un carro todo se mueve… casi todas las casas. Porque el suelo, aquí es muy húmedo”. Según la tradición oral, muchos de los primeros pobladores del ensanche de Turrujal llegaron a estas tierras después del terremoto de 1910, ya que debieron abandonar sus viviendas ubicadas en los sectores afectados por el sismo.19 Sin embargo, hay familias establecidas desde antes de esa fecha, tal es el caso de los

Esquivel. Doña Jeannette Ramírez comenta que su abuelita compró a inicios de la década de 1900 el terreno donde ella vive actualmente, en esa época el lote le costó tres mil colones.20 Así en el año 1911 el incipiente ensanche de Turrujal contaba con aproximadamente 20 viviendas, pero no había todavía actividad comercial importante. Otros llegaron buscando una vivienda a buen costo, ya que a mediados de la década de 1910 el señor Arturo Wolf inició la división de sus tierras, y las vendió a precios cómodos. Don Herberth Barboza, conocido ebanista de la comunidad, cuenta que su familia llegó a Turrujal en el año 1918: “La familia de mi papá vino en 1918, compraron aquí a la par 25 al norte de la Estación de los Bomberos, eran dos terrenos, vivía mi abuelita y las hijas”. El padre de don Herberth procedía del sector aledaño al Cementerio General, su madre era de Barrio México. El padre de don Herberth tomó la decisión de adquirir un lote y construir su casa en Turrujal por los cómodos precios que ofrecía Arturo Wolf: “Arturo Wolf vendía lotes muy baratos, entonces toda la gente compraba, ese señor tenía un aserradero y tenía terrenos muy, muy grandes aquí y los loteó, eran de 8 metros x 7.25 metros, y todo el mundo compró… Fíjese

Dibujo. Diego Rodriguez. Dibujo en grafito. Escuela República de Chile. 2008.

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que los vendía en abonos a 25 centavos la vara, entonces todo el mundo compró”.

su trabajo, en asocio del empresario y del capitalista”.

Las casas que se construían eran de madera, sencillas como lo menciona don Herberth. La materia prima venía del aserradero propiedad del mismo señor Wolf en las inmediaciones de la Estación al Pacífico. Y es que el señor Wolf junto con el Ingeniero Jaime Carranza, tuvieron un importante papel en la construcción de viviendas en los barrios obreros de San José, así lo expresan en un memorial presentado a la Secretaría del Congreso Constitucional el 30 de mayo de 1911:

Ellos defienden la construcción de las viviendas de madera pues consideran que es la mejor opción para las personas de bajos recursos, el señor Wolf se dirige en una nota al municipio defiendo su proceder a favor de las personas beneficiadas con las viviendas, alega que si el proyecto es detenido por la municipalidad “…vendrá a afectar directamente a doscientas y tantas familias pobres que no encuentran lugares baratos donde poder construir sus habitaciones, me han comprado terreno a mí a muy bajo precio y en condiciones de pago sumamente favorables”. Anteriormente mencionamos que en Costa Rica los ensanches no siguen el trazado reticular original de las ciudades principales, y el ensanche de Turrujal no es la excepción. Este trazado irregular generó problemas cuando el señor Wolf empezó a dividir los lotes y a urbanizar, un Regidor de apellidos Carvajal Mora presentó una

“Por las nuevas construcciones nos hemos preparado empleando fuertes sumas, comprometiendo así capital propio y ajeno, para ese mismo objeto se han instalado aserraderos del lado del Pacífico y del Atlántico, a un costo de sumas no despreciables; contando con el trabajo que se impone hase [sic] preparado también el comerciante; y ciertos gremios de obreros aguardan lo que les corresponderá por

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Luciano Goizueta

Florencia Madrigal

Sebastián Mello

La Última

Hotel Arrecifes Acrílico

Serie Barrio México # 2

Acrílico sobre tela

sobre tela

Tinta sobre tela

38 x 43 cm

43 x 38 cm

38 x 43 cm

2008.

2008

2009


queja ante el Municipio de San José porque consideraba que las tierras de Turrujal eran insalubres por ser pantanosas, que las viviendas que se estaban construyendo no eran de buena calidad, y que el trazado urbano irregular alteraba la imagen que tenía San José. Esta es la queja del señor Carvajal Mora: “Que en el Turrujal se han abierto unas cuantas calles y construido en ellas setenta casas al capricho, pues ni las calles obedecen al cuadrante de la ciudad, ni las casas reúnen las condiciones de Salubridad necesarias, máxime en aquel lugar tan mal sano por ser tan pantanoso. Que cree urgente que el Municipio dicte las disposiciones del caso, a fin de impedir que se continúen dichas construcciones, pues cuando se quiera continuar el cuadrante de la ciudad por aquel lado se tropezará con muchas dificultades”. Sin embargo, el cuadrante, aunque irregular, siguió creciendo, y las viviendas efectivamente se construyeron. Es interesante que en este contexto se desarrolló una discusión sobre la pertenencia o no de Barrio Luján al distrito de San José. Anteriormente se indicó que en 1841 se considera a Turrujal un cuartel del Barrio del Mojón, más de sesenta años después, a inicios del siglo XX, Turrujal es considerado parte del distrito Zapote, de esta situación se vale el señor Wolf para alegar que la Municipalidad de San José no tiene razón en prohibirle lotear y construir en Turrujal, ya que no forma parte del

distrito San José. Esta es la posición del señor Wolf:

Juan Carlos Camacho Escuela República de Argentina Acuarela adherida a Dibujo Maykel Torres. Lápices de color y dibujo en grafito. Escuela República de Chile Sección 1-2. 2008.

la tela 38 x 43 cm 2008

“Que el terreno que he dividido y vendido en lotes no pertenece a San José, lo pruebo con el plano Oficial levantado por la Municipalidad el cual señala la calle del Turrujal, como límite entre ciudad y el distrito de Zapote, y con la inscripción de la finca que es como sigue: terreno de café, situado en El Turrujal del Zapote distrito quinto cantón primero de esta provincia”. No obstante, el tema de fondo no era precisamente si Turrujal pertenecía o no al distrito San José. Lo importante es que la Municipalidad estaba preocupada por el ornato de la ciudad, y así era tan importante un barrio que perteneciera a San José, como uno que perteneciera a Zapote. El municipio se apoyó en el Reglamento de Construcciones del año 1906 que perseguía altos fines de estética e higiene, y expresa que: “…las prolongaciones de la ciudad son parte de esta y que por lo tanto, las reglas 17


de higiene y ornato son aplicables a ellas ya que solo así una reglamentación tan benéfica como la de construcciones puede dar los resultados que la misma busca”. Esta situación se explica porque en ese momento la ciudad de San José está inmersa en un proceso de modernización bajo la ideología liberal, expresada en sus ideales de “orden, progreso y civilización”. Así en la ciudad capital se dio una transformación en los campos del urbanismo, la higiene, los espacios públicos, entre otros aspectos. En el año 1924 sucedió otra serie de temblores que causaron daños en las casas, esto fomentó la construcción de nuevas viviendas para obreros en los barrios al sur de la capital. El aumento de vecinos implicó la aparición de actividad comercial, específicamente las primeras pulperías: La Cordillera y La Evangelina.30 Es en esta época cuando la avenida 14 adquirió importancia como vía principal del barrio que se componía de 13 cuadrantes (imagen 2). Hasta este momento el lugar que estamos estudiando todavía se llama Turrujal, es precisamente en la década de 1930 cuando se da el cambio de nombre a Barrio Luján en honor al Lic. José

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Luján Mata, Gobernador de San José en los períodos 1919-1924 y 1935-1936. Don José Luján nació en San José en 1875 y murió en la misma ciudad el 11 de abril de 1966, tenía el título de Licenciado en Leyes.31 El Lic. Luján es considerado el benefactor de Barrio Luján, como lo expresa doña María de Los Ángeles Cambronero: “…él hizo varias obras aquí. Él puso la cloaca y todas esas cosas. Cuando yo me vine aquí, todo esto era de piedra. Don ]osé Luján fue como el “ave buena” del barrio. Muchas cosas se pudieron hacer. Y le dio mucho auge al barrio”. El Lic. Luján realizó una importante labor en beneficio del barrio, por ese motivo Turrujal pasó a llamarse Barrio Luján a finales de la década de 1930 (imagen 3). Hacia el año 1945 el barrio tiene 15 cuadrantes debido al creci-


José Miguel Rojas Casa Art - Decó Óleo sobre tela 38 x 43 cm 2007

Florencia Madrigal Neocolonial Acrílico sobre tela 43 x 38 cm 2008

miento que experimentó el eje de la calle 21 hacia el sur, llegando inclusive al sector conocido hoy como Vasconia. En 1956 el crecimiento se da hacia el este de la calle 21, en el sector conocido como El Cerrito, que para esa época se definió como el límite sur de Barrio Luján debido a su quebrada topografía. La Evangelina. Es en esta época cuando la avenida 14 adquirió importancia como vía principal del barrio que se componía de 13 cuadrantes (imagen 2). Hasta este momento el lugar que estamos estudiando todavía se llama Turrujal, es precisamente en la década de 1930 cuando se da el cambio de nombre a Barrio Luján en honor al Lic. José Luján Mata, Gobernador de San José en los períodos 19191924 y 1935-1936. Don José Luján nació en San José en 1875 y murió en la misma ciudad el 11 de abril de 1966, tenía el título de Licenciado en Leyes.31 El Lic. Luján es considerado el benefactor de Barrio Luján, como lo expresa doña María de Los Ángeles Cambronero:

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“…él hizo varias obras aquí. Él puso la cloaca y todas esas cosas. Cuando yo me vine aquí, todo esto era de piedra. Don ]osé Luján fue como el “ave buena” del barrio. Muchas cosas se pudieron hacer. Y le dio mucho auge al barrio”.

Imagen 4: Ubicación de las edificaciones

El Lic. Luján realizó una importante labor en beneficio del barrio, por ese motivo Turrujal pasó a llamarse Barrio Luján a finales de la década de 1930 (imagen 3). Hacia el año 1945 el barrio tiene 15 cuadrantes debido al crecimiento que experimentó el eje de la calle 21 hacia el sur, llegando inclusive al sector conocido hoy como Vasconia.

Universidad de Costa Rica,

En 1956 el crecimiento se da hacia el este de la calle 21, en el sector conocido como El Cerrito, que para esa época se definió como el límite sur de Barrio Luján debido a su quebrada topografía. En el año 1975 se construye hacia el sur de Barrio Luján la Autopista Estado de Israel, que viene a convertirse en un elemento que divide el barrio, y que separa el sector que hoy se conoce como Vasconia. Doña María de Los Ángeles Cambronero recuerda cuan-

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existentes en el año 1980. Fuente: Abarca Zamora, Róger et al. San José- Ensanches 1900-1941. San José, Costa Rica: Tesis de Licenciatura en Arquitectura, Escuela de Arquitectura, 1990, p. 101. Dibujo: Arq. Yeimy Calvo Ramírez.


I Placa en honor al Lic.Luján ubicada en el barrio del mismo nombre. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

do Vasconia pertenecía a Barrio Luján, y sobre esto comentó que: “Este barrio ha perdido mucho y nadie ha dicho nada. Son cosas que la ciudad va cogiendo. Porque la carretera la dividieron, y quedó dividido Barrio Luján. Barrio Luján seguía hasta la Vasconia, hasta salir ahora la carretera que va a Desamparados”. Para el año 1980 el barrio está totalmente poblado, el mapa de la imagen 4 muestra que los espacios libres son los centros de cuadra donde se ubican los patios de las viviendas.

fotografía aérea de Barrio Luján, estado actual. Fuente:

Esta configuración se mantiene hasta el día de hoy. Este breve recorrido por los orígenes de Barrio Luján permitió identificar calles y avenidas que son claves en su desarrollo; por ejemplo, la Calle José Martí, la calle 21, la avenida 14 y la avenida 20 o Autopista Estado de Israel. Pero, considerando a Barrio Luján como parte de una trama urbana, ¿cuáles son los puntos que lo delimitan? Esa es la pregunta que tratamos de responder en el siguiente apartado.

Google Earth.

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Obtener una única respuesta a esta pregunta es difícil, casi imposible, porque cada vecino del barrio define su entorno de acuerdo con sus vivencias, así no cabe pensar en Barrio Luján desligado del barrio González Lahmann, de Vasconia y de Plaza González Víquez. No obstante, queda claro que para los vecinos de Barrio Luján existen puntos importantes al momento de definir los límites de su entorno, podemos citar la línea del tren, los palos de mango y la autopista. Doña Alicia Albertazzi y su hija doña Gabriela Echandi35 comentan que para ellas el barrio tiene su límite norte más allá de la antigua Dos Pinos, llegando a la Casa Matute Gómez, lo que evidencia una relación con el barrio González Lahmann.

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Al sur consideran como límite el sector donde se ubica su vivienda, cercana a la pista, al este el punto de referencia son los mangos, y al oeste la Plaza González Víquez. La mención a los González Lahmann es recurrente, así don Enrique Cabezas, fundador del antiguo Depósito Luján, cuenta que el lugar donde estaba la Dos Pinos (hoy instalaciones del Patronato Nacional de la Infancia), eran potreros pertenecientes a la familia González Lahmann. Este recuerdo marca su percepción de los límites del barrio: “…yo decía que Barrio Luján era de donde estaba la Dos Pinos, como un charral alre-

La Dos Pinos, año 1995, considerada por los vecinos como uno de los límites del barrio. Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica, fotografía nº 7326.


dedor de esto y hasta la carretera que va a Zapote por Plaza Víquez a Zapote, si todo esto era Barrio Luján y digo más o menos porque digo que nunca existió un lindero donde diga Barrio Luján es de aquí, hasta aquí hasta allá”. Doña María de los Ángeles Cambronero comenta que Barrio Luján llegaba hasta la Casa Matute Gómez en el sector norte, hacia el sur incluía lo que actualmente es Barrio Vasconia: “Barrio Luján seguía hasta la Vasconia, hasta salir ahora a la carretera que va a Desamparados. Eso era un potrero. Y no supe quien fue que le puso el nombre de Vasconia… Barrio Luján llegaba hasta casi Matute Gómez. Hasta la cuesta de la Tabacalera, que llamaban. Porque ahí había una tabacalera. Eso era lo que papá decía. Otros decían que era hasta la Avenida 10, pero es la misma de Matute”. Para limitar el barrio de este a oeste existen dos puntos importantes: El Cerrito y la calle por la que pasa la línea del tren y

que remata en Plaza González Víquez. Así lo describe doña María de Los Ángeles Cambronero: “La orilla de Plaza Víquez, por donde pasa la línea del tren, todo eso era Barrio Luján. Era un barrio muy grande. Y llegaba hasta lo que nosotros llamábamos El Cerrito. El Cerrito era una colinita que había ahí al final estaba el río Ocloro y a la par estaba la colinita” Más adelante vamos a ver que El Cerrito, además de ser un punto de referencia para delimitar el barrio, es sinónimo de un antiguo lugar de diversión donde muchos de los vecinos del lugar, y de otros barrios, se resbalaban en tablas de madera: “Y todo el mundo, hasta de Barrio México, venía a resbalarse en la colina, en el verano”. Pero antes, conozcamos un poco sobre las primeras familias que poblaron este barrio josefino.

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Las familias tradicionales de Barrio Luján son aquellas que han vivido en el lugar desde hace más de ochenta años, algunas son fundadoras puesto que cuando llegaron al lugar casi no había casas, les tocó poblar unas tierras que eran hasta ese momento potreros. Como lo indicamos anteriormente, ya desde el año 1825 se hace mención a Turrujal, y para el año 1834 encontramos una lista de contribuyentes de caminos, en la cual se indica cuáles son los vecinos que dan un monto económico para reparar los caminos. Este listado permite conocer cuáles son las familias que en ese momento vivían en Turrujal, sobresalen los siguientes apellidos:

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Badilla, Chacón, Cubero, Marín, Durán, Quesada, Cruz, Rivera, Madrigal y Fernández. En el año 1892 se encuentra otro nuevo listado de contribuyentes de caminos, en esta ocasión sobresalen los apellidos Chavarría, Echandi y Villalta.

Doña María de Los Ángeles Esquivel. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Anteriormente se indicó que la tierra y la vivienda a bajo costo fueron el estímulo para que muchas familias decidieran trasladarse de otras partes del país a lo que en ese momento era Turrujal. Doña Jeannette Ramírez cuenta que su abuelita compró,


en la década de 1900, por un costo de tres mil colones el lote que hasta el día de hoy han heredado las posteriores generaciones. ¿Y como era el lugar donde se ubicaba ese lote? Doña María de Los Ángeles Esquivel, la madre de doña Jeannette, cuenta que: “No había nada más que cordón de caño. Cuando ellos compraron, aquí solamente había cordón de caño. Después se empezó a poblar…”. Para recaudar el dinero para adquirir el lote en Turrujal, la familia Esquivel, y otras familias como los Vargas y los Abarca, se trasladaron a trabajar a las Minas del Aguacate, así fue como la abuelita de doña Jeannette pudo ajustar el dinero necesario para comprar la propiedad: “Mi abuelita servía comida, a 75 hombres. Y así reunió los 3500 colones para venir a comprar aquí. Esto era un retiro…”.

Doña Gabriela Echando y su madre doña Alicia Albertazzi. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Doña María Gutiérrez en su verdulería. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

La propiedad que adquirió la abuelita de doña Jeannette se ubica justamente sobre la avenida principal de Barrio Luján: la avenida 14. En ese momento esa avenida no estaba igual de poblada que hoy, al contrario, las familias que habitaban eran pocas, además de los Esquivel, doña María de Los Ángeles y doña Jeannette dicen que también vivían los Rodríguez, la familia de Francisco Calderón y la de Juan Díaz.

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En otro sector del barrio, donde se ubican los bomberos, encontramos también familias de tradición. Ya mencionamos un caso, el de don Herberth Barboza, descendiente de una familia que llegó a Turrujal en el año 1918. Inclusive don Herberth nació en el barrio pocos años después de que sus padres se establecieran ahí. Otras familias que tienen años de vivir en el sector de los bomberos son las de Víctor Fonseca, Berta Ramírez y Alejandro Chacón Meza. Al final de la calle 19 bis, al sur, encontramos otra de las familias tradicionales del barrio: los Albertazzi. Conversamos con doña Alicia Albertazzi y su hija doña Gabriela Echandi, contaron que casi toda la cuadra donde se ubican las casas donde ellas habitan era de su familia. Así, por ejemplo, la actual propiedad de la familia Perera era de don Atilio Albertazzi Avendaño, le seguía la propiedad de su hermano Héctor, ambos eran tíos de doña Alicia. La propiedad donde vive doña Alba Lila Madrigal, de quien trataremos más adelante, también perteneció a los Albertazzi. En la propiedad de los Albertazzi había cultivos

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como café, plátanos y árboles frutales, es interesante que a la entrada había un campo plano porque se jugaban bochas, diversión que es una remembranza del origen italiano de la familia, y así lo explica doña Gabriela: “…son unas bolas que mi bisabuelo trajo de Italia, unas bolas de madera pesada, y hay un boccino….cuando se inicia el juego se tira el bocina, y entonces de lo que se trata es de arrimar lo más posible las bochas de uno o de otro equipo al boccino…”. El recuerdo de este juego se mantiene hasta el día de hoy, por eso la entrada a la casa de doña Alicia se llama las bochas. Y siempre por el sector de los Albertazzi encontramos otra familia tradicional del barrio: la de doña María de Los Ángeles Cambronero, quien hace mención a su padre, don Abel Cambronero Hernández, como fundador del barrio. Inicialmente don Abel se estableció sobre la avenida 14, donde vivió junto a su familia y fundó la Panadería La Nueva América, una de las primeras del barrio. Finalmente, doña María Gutiérrez, la dueña


Imagen 12: Locomotora ensayándose después de salir de los talleres de reparación, calles 15 y 17. Década de 1930 aproximadamente. Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica, fotografía nº 9041

de la emblemática verdulería del barrio, cuenta de otras familias tradicionales del lugar, hace especial mención a don Francisco Solano quien tiene 100 años. También cuenta de las familias de Ricardo Sevilla y Ricardo Soto, y del Cerrito menciona a las familias Mena y a la familia de Raúl Arroyo. Y no podemos omitir que doña María Gutiérrez también tiene muchos años de vivir en Barrio Luján, sus recuerdos del barrio se remontan 50 años cuando empezó a trabajar junto a su padre en la verdulería, fue en esa época cuando dejó su natal Tres Ríos para trasladarse a Barrio Luján, lugar al que llegó para quedarse pues ahí conoció a su esposo. Doña María cuenta que: “…mi marido se vino a vivir aquí a Barrio Luján, yo me vine a la verdulería y él caminaba porque él vivía aquí, entonces… yo me quedé en Barrio Luján, crié la familia en Barrio Luján, en la escuela y kinder ]usto Facio, en la Escuela de Chile, el Liceo de Costa Rica, o sea esas instituciones son excelentes, calidad, porque mis hijos de esos lugares fueron al Instituto Tecnológico de Costa Rica”. Pero, ¿por qué decidir vivir en el Turrujal? Inicialmente uno de los motivos fue la cercanía a instalaciones y elementos urbanos importantes, por ejemplo, las líneas del tranvía y el ferrocarril (imagen 12), la Estación del Ferrocarril al Pacífico, el Liceo de Costa Rica, la Plaza González Víquez y los Mercaditos.Esta característica, unida a que se trata de una zona donde se ubicaron los grupos obreros y artesanales, definió una característica propia de la zona: la variedad de oficios que se heredaron de generación a generación, algunos de los cuales ya han desaparecido.

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Como lo mencionamos en el apartado sobre el origen de Barrio Luján, a finales del siglo XIX el sector de los barrios del sur empezó a urbanizarse y a adquirir la característica de barrio obrero artesanal, así en Turrujal aparecen comercios como la Jardinería Mil Flor, el aserradero de don Fernando Rudín y la zapatería El Esfuerzo. Actualmente, se mantienen varias actividades que podríamos llamar tradicionales, tal es el caso de la sastrería, la vulcanizadora y la verdulería. Otras han desaparecido y solamente queda el relato de quienes sacaron adelante a sus familias con el desempeño de algún oficio, un ejemplo es la antigua Mueblería y Ebanistería Carlos Barboza e hijos.

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Para conocer la historia de esta mueblería conversamos con don Herberth Barboza, hijo de don Carlos, y que se desempeñó en el oficio de ebanista hasta que el local cerró en el año 1992. Cuenta don Herberth que su padre llegó a Barrio Luján en 1918, un año después abrió la mueblería que se ubicaba frente a la actual Estación de Bomberos. “…era un galeroncito y nada más, los hermanos eran como tres o cuatro y era piso de tierra, cuando la corriente era medio caballo de fuerza por siete colones, era muy barato pero la corriente costaba mucho conseguirla o sea el país no tenía corriente sufciente hasta que después pusieron el ICE, nosotros conseguimos los transformadores...”.


Al tener acceso a la electricidad la mueblería se estabiliza, y así se encamina a una de sus mejores épocas ubicada entre los años 1961 y 1975, antes todo se trabajaba a mano. El acceso a la materia prima siempre era complicado, todo se compraba por aparte, las maderas, las telas, los espejos. Otro aspecto era la clientela, comenta don Herberth que fueron años difíciles tratando de abrir un mercado, pero esto le dio prestigio a la mueblería que llegó a tener alcance nacional: “Clientela de todo el país. Nosotros empezamos a hacer propaganda, todos hacían propaganda eran los hijos de los hijos, los hermanos de los hermanos de todos los que quedaban contentos, porque ahora hacen propaganda el que mejor la hace es el que vende antes era el que mejor trabajaba…”. Don Herberth enfatiza en la importancia que tenían los oficios heredados, los niños trabajaban con sus padres o con los dueños de los talleres, así aprendían el oficio desde pequeños. En el casode don Herberth él empezó a trabajar con su padre a

Guillermo Porras la Salud Acrílico sobre tela 43 x 38 cm

los 11 años, a los 17 abandonó el taller para formarse como Contador Mercantil, pero cuatro años después regresó a la ebanistería. De esta forma el oficio le proporcionó el sustento para hacerse cargo de la familia que formó cuando se casó hace 60 años. Otro negocio que tiene muchos años de haberse establecido en el barrio es la Vulcanizadora Luján, fundada en el año 1962 por don Salvador Cruz Mora, el padre de don Antonio Cruz Arias, su actual dueño. Don Antonio asumió su trabajo en la vulcanizadora en el año 1964 por insistencia de su padre, esto porque don Antonio estudió aviación en Argentina, donde estuvo entre 1954 y 1962. Al regresar de Argentina, don Salvador le sugirió a don Antonio que abandonara la aviación, profesión

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que consideraba insegura, y lo instó a insertarse en el mundo de los vehículos; si bien en ese momento no había una flota vehicular muy grande, don Salvador estaba convencido de que la cantidad de automotores iba a aumentar, y por eso le decía a don Antonio: “Esto va a ser el futuro de aquí de Costa Rica. Aquí van a haber muchos carros, muchos camiones, muchos buses y más bien yo le doy plata para que vaya a Estados Unidos compre maquinaria, agrande más esto”.52 Y efectivamente así sucedió, hoy 44 años después don Antonio cuenta con gran orgullo que: “…nosotros empezamos con una maquinita pequeñita y un compresor pequeño, ahí nada más. Pero al ver que esto estaba resultando, yo fui como dos o tres veces a Estados Unidos a comprar maquinaria y cada vez se me hacía más grande el negocio. Y hasta que inclusive llegamos a tener personal que trabajaba hasta las 10 de la noche”.

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Esas máquinas que don Antonio trajo de Estados Unidos son las mismas que están en uso en la actualidad. Máquinas que son testigos de las erupciones del volcán Irazú en la década de 1960; incluso cuenta don Antonio que fueron tiempos difíciles porque la ceniza dañaba el sistema eléctrico de la maquinaria, hasta los vehículos utilizados para recoger y repartir llantas se veían afectados. Pero al pasar la lluvia de ceniza la vulcanizadora entró en su mejor época, los años comprendidos en el período 1965 a 1980 fueron los mejores, inclusive en una época llegaron a tener de 6 a 7 empleados. Don Antonio fue a México a visitar recauchadoras y vulcanizadoras que tenían sistemas más avanzados, así su negocio fue creciendo. Muchos de sus empleados aprendieron de una forma tan completa el oficio que luego se independizaron y montaron su propio taller, otros fueron contratados por empresas como Quirós y Compañía y Reenfrío. En la década de 1980, la vulcanizadora experimenta una baja debido a la crisis económica de la época, a la aparición de nuevos talleres, pero principalmente a la llegada de grandes empresas. Sin embargo, esto no implicó el cierre del local, al contrario, fue la reafirmación de un negocio con tradi-


ción que se mantiene hasta hoy. Y decimos tradición porque al entrar a la Vulcanizadora Luján encontramos llantas que han sido llevadas a reparar por hijos y nietos de los que originalmente fueron clientes de don Salvador, el padre de don Antonio: “Han venido hasta nietos aquí. Y dicen “Yo me acuerdo cuando mi abuelo me traía aquí, a comprar llantas. ¿Todavía están aquí? ¡Qué barbaridad!” Nietos de camioneros o autobuseros”. Otro aspecto importante es que, al igual que la mueblería de la familia Barboza, la vulcanizadora tiene alcance nacional. Hoy al igual que hace muchos años, don Antonio recibe llantas que provienen de todo el país, el día que lo visitamos, don Norman, su hermano que trabaja en la vulcanizadora, estaba reparando una llanta proveniente de San Carlos, también habían otras traídas desde Limón y de Guanacaste. Y hablando de tradición, otro oficio que ha sido heredado en Barrio Luján es el de la sastrería. Don Manuel Mora Quirós es un conocido sastre del barrio, aprendió el oficio al lado de su padre también llamado Manuel Mora, quien tenía inicialmente la sastrería frente al cine Center City, pero en el año 1963 trasladó el negocio a su casa de habitación que se ubicaba en el sector donde estaba la bomba La Mil Flor.

Dibujo Jossette Naranjo. Dibujo en grafito y lápices de color. Escuela República de Chile. Sección 4-2. 2008.

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Don Norman y don Antonio Cruz en la Vulcanizadota Luján. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Don Manuel Mora en su sastrería.

Don Manuel hijo se inició al lado de su padre a la edad de 15 años, pero luego ingresó a trabajar al INA, en 1984 decidió retomar el oficio que le enseñó su padre, trabajo en el que se desempeña hoy día. Aunque el local donde actualmente tiene su taller lo ocupa hace apenas un año, las máquinas de coser y las reglas de costura hablan de tiempos pasados, son instrumentos que don Manuel heredó de su padre, los cuales conservan con el orgullo y, a la vez, con la nostalgia de saber que, al igual que sucede con la vulcanizadora, no hay quien herede su oficio.

Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

No obstante, la sastrería se mantiene vigente, y con una clientela que va más allá del barrio, don Manuel cuenta orgulloso que por sus manos han pasado vestidos para reinas de belleza y personajes destacados de la política nacional: “Le hicimos ropa a más de una Miss Costa Rica”. Y otros clientes fieles son algunos abogados que confían en las manos de don Manuel la elaboración de sus vestidos enteros.

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Y siempre tratando el tema del comercio en Barrio Luján, es imposible dejar de mencionar la verdulería de María, punto de encuentro del barrio. Doña María Gutiérrez cuenta que su padre, don Tobías Gutiérrez, compró la verdulería en el año 1950. Inicialmente el local tenía la verdulería y una carnicería, pero don Tobías mantuvo solamente la venta de verduras. Será en el año 1958 que doña María empiece a trabajar de lleno con su padre, oficio que mantiene hasta hoy. Pero más que verdulera, doña María es toda una institución en el barrio. Si alguien desea conocer la historia del lugar, la referencia obligada es ella. Además, la verdulería es más que un lugar donde adquirir lo necesario para preparar el almuerzo o la cena, es un punto de reunión y de información, así lo expresa la misma doña María: “…esas son las cosas lindas que uno ha aprovechado de este lugar y entonces hay anécdotas de que aquí se compartía con la socie-

dad como si esto fuera la casa de uno porque es muy importante porque no funciona como negocio, sino como centro de información, centro de socialización... centro de ubicación porque se le da respuesta positiva”. Además de la verdulería de María, en el barrio existen otros comercios con historia, tal es el caso de la otra verdulería que se ubica 100 metros al este de la esquina de María, o las famosas pulperías, conocidas por existir una en cada esquina, así lo relata María: “La Salud ha sido siempre pero ha cambiado de dueños, siempre ha estado, ha estado mínimo 60 años. La Bola Roja, funcionó por muchos años, dejó de funcionar hace 20 años. Luego la Reforma era del señor Adrián Pérez, la Milonga también como pulpería, que era pulpería y cantina y la vieja Milonga. Estos nombres son característicos de Barrio Luján”. Claro que muchas de estas pulperías también tenían la cantina incorporada, así lo cuenta don Mario Espinosa quien menciona las cantinas emblemáticas del barrio: “…el Mar Azul, frente a la Lujaneña. Y después de esa, el American Bar, que queda por la Escuela de Chile. El American, desde que yo era chiquillo, el due-

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ño era Fernando “Bigotes” Vázquez. Otro bar era El Piloto y La Última. El Piloto estaba por la Dos Pinos”.

Bar La Última. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Otras industrias representativas del barrio son las panaderías. Doña María de Los Ángeles Cambronero cuenta que su padre, don Abel Cambronero, fundó la primera panadería de Barrio Luján a inicios de la década de 1930, se llamaba La Nueva América.59 Luego aparecieron otras, de las cuales son especialmente recordadas Panaderías Unidas (imagen 18), la Tres Equis y Las Américas. Otro negocio que es mencionado por los vecinos del lugar es la antigua fábrica de refrescos La Navarra.

Pulpería La Salud. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Algunas vecinas de Barrio Luján trabajaban en oficios domésticos en el Barrio González Lahmann, también se prestaban servicios a otros barrios, tal es el caso de don Israel Araya que en el año 1945 laboraba como guarda del Teatro Líbano (ver imagen 19). A una escala mayor, una industria representativa del lugar es el Depósito Barrio Luján. Su dueño, el Ingeniero Enrique Cabezas, cuenta que al regresar de estudiar ingeniería en Estados Unidos, abrió el depósito en el año 1954, pero no se trataba del edificio que conocemos actualmente, al inicio se ubicaba en el patio de una casa, pero fue creciendo hasta llegar a tener alcance internacional, así lo explica don Enrique: 34

La verdulería de María. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.


“…la primera vez cuando comenzó esto era el patio de Antiguo edificio de una casa, es decir el patio del frente de una casa y lo al- Panaderías Unidas. quilamos y el primer día que abrí eso, conseguí un mu- Fotografía: Rosa Elena chacho que trabajara aquí directo, que se hiciera cargo Malavassi Aguilar. del Depósito y cuando llegué a las 6 de la tarde, le dije: “¿Como le fue?” Y me dijo: “Mire hoy vendimos una libra de cal.” Valía 15 céntimos, eso fue lo que vendimos cuando abrimos esto”. El alcance internacional se da con la idea de don Enrique de introducir en el mercado casas prefabricadas, estas se vendieron en el barrio, en el resto del país y en el extranjero, específicamente a Guatemala, Panamá y Nicaragua: “…el auge fue con la venta de casas modulares, esas casas las comenzamos hacer aquí, casas modulares, teníamos la empresa completa, los aserraderos los tenía en San Carlos, tenía los camiones para halar la madera, luego las armábamos en Zapote y las vendíamos en todo el país, la fábrica cuando la monté, tenía capacidad para cinco casas al día, nunca llegamos hacer las cinco al día, talvez cuatro y media algo así, pero vendimos casas en todo el país y fuera del país”. Al igual que le sucedió a don Antonio, el dueño de la vulcanizadora, don Enrique vio afectado su negocio con la crisis de inicios de la década de 1980, esta situación lo lleva a tomar la decisión, junto a sus hijos, de cerrar el aserradero ubicado en San Carlos, y quedarse con el Depósito Barrio Luján, que era el punto más conocido por la gente.

Imagen 19: Tarjeta de afiliación de Israel Araya Delgado al Frente Nacional Federico Volio. Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica, Fondo Frente Nacional Federico Volio, nº 1739.

Ingeniero Enrique Cabezas. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Actualmente, en las instalaciones del antiguo depósito funciona un centro de vitrales a cargo de doña Gabriela, la esposa de don Jimmy, hijo de don Enrique. Pero para muchos el Depósito Barrio Luján con35


La Dos Pinos, año 1995. Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica, fotografía nº 7338.

tinúa siendo un punto de referencia. Las líneas anteriores muestran que en Barrio Luján encontramos diversas actividades económicas, desde los pequeños negocios propiedad de vecinos de la comunidad, hasta industria de mayor escala, así una empresa emblemática fue durante mucho tiempo la Cooperativa de Productores de Leche R.L. Dos Pinos, conocida simplemente como la Dos Pinos.

Desarrollo de la infra- estructura de la empresa Dos Pinos. Fuente: Briones Fernández, Harold. Diseño del edificio administrativo para la Cooperativa de Productores de Leche R.L. Dos Pinos en Barrio Luján. San José, Costa Rica: Tesis de Licenciatura en Arquitectura, Escuela de Arquitectura, Universidad de Costa Rica, 1998, p. 14. Dibujo: Arq. Yeimy Calvo Ramírez.

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La Dos Pinos es fundada en agosto de 1947, cuatro años después se adquiere el lote en Barrio Luján, en avenida 12, calles 21 a 25, y se construyen las instalaciones que ocupó la empresa hasta el año 2000, cuando se traslada al Coyol de Alajuela. El traslado de las instalaciones se da en un contexto en el que la empresa crece, y no tiene posibilidades de extender su planta física ante el crecimiento urbano habitacional de Barrio Luján. Además de ser una fuente de empleos, la Dos Pinos se convirtió en todo un punto de referencia, cuenta don Enrique Cabezas que: “Hubo una época cuando estuvo la Dos Pinos que uno decía de la Dos Pinos para acá o por allá”. Inclusive, todavía se hace mención a la Dos Pinos, aunque sus antiguas instalaciones están ocupadas por el Patronato Nacional de la Infancia (PANI).


Como se explicó en el apartado anterior, el acceso a la electricidad fue fundamental para el desarrollo de la pequeña industria en Barrio Luján, pero también es necesaria para asegurar la seguridad en el barrio, así lo expresa en el año 1914 un grupo de vecinos conformado por Rafael Chacón, Víctor Staucari, José Ramírez E., Juana de Salazar, Ramón Monge, José M. Jaubert, Josefina de Calderón y Delfín Castillo. Ellos solicitan al municipio mediante la siguiente nota que se les dote de alumbrado en público:“Corporación Municipal de este cantón: Los que suscribimos, todos vecinos de El Turrujal de esta ciudad, a vos con todo respeto decimos:

Para vuestros intereses, para nuestra comodidad y para beneficio del ornato público en el lugar donde residimos, venimos a suplicaros nos deis alumbrado de arco La avenida 18, ya bastante poblada, en la cual tenemos ubicadas nuestras casas, carece por completo de dicho elemento indispensable para muchos fines entre ellos la moralidad; por cuyo motivo, creemos, como es natural, que no desoires nuestra petición. San ]osé, febrero 24 de 1914”. Pero una de las luchas más importantes en el barrio fue el acceso al agua potable, inclusive, de ahí se deriva el actual nombre de Barrio Luján. El 7 de diciembre de 1917 don Miguel Flores, vecino de Turrujal, presentó una nota al General don Federico Tinoco, presidente de la República, solicitándole 300 varas de tubo para construir una cañería en el sector.

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En su nota se deja ver un problema común en otras comunidades: la contaminación de las aguas por los desechos de las industrias procesadoras de café.

En general, se considera al señor Luján el benefactor del barrio, y se afirma que por ese motivo los vecinos solicitaron el cambio de nombre.

Finalmente, la nota es remitida al Ministro de Fomento, quien indica la imposibilidad de la Dirección General de Obras Públicas para proporcionar los tubos indicados. De esta forma, la construcción de la cañería se mantuvo pendiente hasta la década de 1920 cuando llega a la Municipalidad de San José el Lic. José Luján.

Ya mencionamos que antes de tener cañería, los vecinos de Turrujal consumían agua de los ríos, la cual estaba contaminada por los desechos del café de los beneficios cercanos.

En esos años los vecinos deciden constituir un comité, piden permiso a la municipalidad para hacer zanjas de drenaje en las calles, y luego toman una tubería que estaba sin uso, la instalan y construyen pilas públicas para que los vecinos tuvieran acceso al líquido. Cuando el Lic. Luján llega al barrio Turrujal a ver lo que sucede, la gente lo recibió con gran alegría y con pancartas que decían “Bienvenido a Barrio Luján”, así el barrio logró asegurar el acceso al agua, y de paso cambió su nombre.

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En esos años cuando los vecinos se enfermaban asistían al hospital San Juan de Dios, pero en 1966 cuando se funda la Clínica Carlos Durán, Barrio Luján tendrá acceso a la salud pública en un lugar ubicado a pocos metros del lugar. Los medios de transporte también son importantes en una comunidad. En Barrio Luján será cerca del año 1939 que inicie el servicio de buses. Cuentan doña María de Los Ángeles Esquivel y su hija Jeannette, que los primeros buses se llamaban majiros, eran buses de madera llamados también cazadoras.

Bus de Barrio Luján frente a la Escuela República de Chile en el año 1982. Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica, fotografía nº 7313.

Escuela República de Chile. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.


Otra institución representativa de la comunidad es la Escuela República de Chile. Este centro de educación empieza a impartir lecciones el 17 de marzo de 1927, en ese momento se llamaba Escuela de Barrio Luján, y funcionaba en un edificio construido en bahareque francés que se ubicaba en el mismo lugar donde está el edificio actual. Dicho terreno fue adquirido por la Junta de Educación de San José el 20 de octubre de 1924, el lote pertenecía a don Enrique García Solano. El edificio se construyó con ayuda del Gobierno. El 16 de octubre de 1927 se le cambia a la escuela el nombre original por el que lleva actualmente: Escuela República de Chile.

El motivo es la visita que realiza a Costa Rica el Buque Escuela General Baquedano, proveniente de Chile. En homenaje a la ayuda brindada por parte de la república chilena a nuestro país, se decide dar dicho nombre a la escuela de Barrio Luján. En el año 1931 los vecinos se preocupan porque el edificio escolar estaba en mal estado, así se decide construir uno nuevo en el mismo sitio, para ese fin en 1932 se destruye la edificación de bahareque para iniciar la construcción de la escuela que conocemos actualmente, diseño del arquitecto costarricense José María Barrantes. Este edificio, construido en cemento con estructura metálica, es inaugurado el 12 de diciembre de 1933. Desde su inauguración, y hasta el año 1974, la escuela funcionó como Escuela de Niñas y como Escuela de Varones, alternando horarios. En 1975 se unen las dos escuelas, funcionando como una escuela mixta hasta la actualidad. La Escuela República de Chile está llena de recuerdos tanto para los vecinos del barrio como algunos que, viviendo en comunidades vecinas, asistían a este centro de educación.

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Es el caso del Lic. Leonardo Crespi, él creció en Barrio Güell, pero su infancia está ligada a Barrio Luján al haber realizado la primaria en la Escuela República de Chile. Entre sus principales recuerdos figura la niña Zulema, quién le inculcó el sentido de la responsabilidad: “De la escuela recuerdo a la Niña Zulema. Fue un ciclo muy positivo para mí y la escuela, cosa que ahora carece la sociedad, de líderes. Era una especie de líder del barrio. Ella vivía detrás de los bomberos. Cuando yo entraba a las 12:30 m.d., a veces por este sector jugábamos mejenga en el parquecito, el que está a la par de la Policía Municipal…y recuerdo que media hora antes la niña Zulema antes me llamaba y me pegaba un grito: “¡Leonardo vaya báñese que ya paso por usted!” Y entonces yo me iba en carrera, me bañaba, y me agarraba de la mano y me llevaba para la escuela”. Otros recuerdan las actividades culturales que se realizaban, por ejemplo, don Antonio Cruz, el dueño de la vulcanizadora, rememora cuando se presentó en la escuela el cantante argentino Hugo del Carril a finales

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Detalles de la fachada de la escuela República de Chile. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.


de la década de 1940. Cuenta don Antonio que: “Ese era famosísimo porque en aquel entonces, en el 48 o 49 decían que este era el segundo de Carlos Gardel. Y lo presentaron ahí en la Chile”. Y no puede faltar la mención a los juegos, don Manuel Mora cuenta que se jugaba trompos, bolas de vidrio y las clásicas mejengas.75 Por su parte, don Mario Espinosa cuenta que cuando él estaba en primer grado, su grupo era el único que jugaba béisbol.

Actividad con participación de niños de la escuela República de Chile, década de 1960. Fotografía: cortesía de Jeannette Ramírez.

Al salir de la escuela, los vecinos que continuaban estudiando asistían al Liceo de Costa Rica en el caso de los varones, las mujeres asistían al Colegio Superior de Señoritas. Otra opción era el Liceo Anastasio Alfaro que se ubicaba en Barrio Escalante, en la casa que ocupa el Museo Calderón Guardia. Los edificios que albergan distintos servicios se convierten en puntos de referencia en una comunidad, o bien, lo que se llama hitos. El siguiente mapa sintetiza cuáles son los hitos de Barrio Luján.

Grupo de niños de la Escuela República de Chile. Fotografía: cortesía de Jeannette Ramírez.

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La historia de la iglesia católica en Barrio Luján está ligada a los esfuerzos de los vecinos por tener un edificio que la albergara, situación que conoceremos en el apartado sobre organización comunal. Pero también está llena de recuerdos, por ejemplo, lo sucedido el día que llegó la imagen de la Virgen de Luján, procedente de Luján, ciudad de Buenos Aires, Argentina. Doña María de Los Ángeles Esquivel, y su hija Jeannette Ramírez, relatan que la imagen llegó en un avión que aterrizó en el antiguo aeropuerto de La Sabana, luego la trasladaron en automóvil hasta el barrio, y ahí se le hizo una pequeña procesión. Luego cada 31 de mayo el Sacerdote Julio Fonseca, mejor conocido en el barrio como Padre Pipo, siguió realizando una procesión. Doña Jeannette cuenta como eran esas procesiones: “…el padre Pipo organizaba la procesión del 31 de mayo. Entonces todas las chiquillas bonitas del barrio salíamos de ángeles. Ya le conté que yo era el arcángel. Otras veces me acuerdo que hicieron un altar en una esquina y a mi me subieron a uno de esos altares. Otra vez, los bomberos sacaron una bomba. Y cuando la bomba pasó por ahí, era una alegría tan grande. Y en ese entonces, la gente arreglaba las calles como en Guatemala. La noche anterior no se dormía. A la mañana, a las chiquillas nos subían en los altares o salíamos de jardineras”.

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Para otras fechas también se realizaban procesiones importantes; por ejemplo, para el Corpus Christi, doña María de Los Ángeles cuenta que en una oportunidad. “Se hizo una procesión muy linda. Se hicieron dos altares. Ella [se refiere a la dueña de la Panadería Las América llamada doña Elena] hizo arco, mi papá hizo arco en las esquinas. A media cuadra unas palomas de cartón”

Vista interna de la Iglesia de Barrio Luján. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

Don Manuel Mora cuenta que estas procesiones pasaban por la avenida 14. Agrega don Manuel que en Semana Santa se realizaba la quema de ]udas en El Cerrito, actividad a la que asistían “un montón de chiquillos”. Una figura importante en el barrio es precisamente el Padre Pipo, capellán emérito de la Fuerza Pública e hijo del conocido compositor Julio Fonseca, este sacerdote tiene, literalmente, toda una vida de servir a Barrio Luján. Son tantos los años de estar en el barrio, que doña María Gutiérrez cuenta que casi todos los vecinos tienen alguna relación con él: “…toda la gente que lo saluda le dice ‘usted fue el que me casó, el que me bautizó, usted fue el de la primera comunión’, o sea todas las generaciones tienen relación con el padre.” Así el Padre Pipo es toda una institución en el barrio.

Iglesia de Barrio Luján. Fotografía: Rosa Elena Malavassi Aguilar.

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Como en todo barrio, los vecinos de Barrio Luján, desde los niños hasta los jóvenes y adultos, han tenido diferentes espacios de recreación, son lugares para jugar, para bailar, para conversar, y hasta incluyen una poza para darse un chapuzón o una colina donde resbalarse. Cuenta doña María Gutiérrez que donde hoy está la Clínica Carlos Durán era el lugar donde se hacían las fiestas de fin de año, luego se pasaron a Plaza Víquez. Otro lugar para la diversión de los vecinos era la poza del Ocloro. También los niños jugaban con ruedas en la calle, el juego consistía en llevar la rueda con un palito, y claro que no podían faltar los chumicos.

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Otros juegos eran los jackses, el cuartel inglés y los pases pelados. Sobre estos juegos explica doña María de los Ángeles Cambronero que el cuartel inglés se juega en “… grupos… uno de 5 y otro de 4. Usted va y le pega en la mano a uno y el otro se viene corriendo a ver si lo agarra”. Los pases pelados “Era parecido, uno también tenía equipo. Y uno le pasaba una bola, como de basquet, para echarla en una canasta”.84 Además: “…en la calle jugábamos las mujeres. Los chiquillos se iban a la plaza por la Corte…. Ahí estuvo la Universidad. O sino iban a Plaza Víquez. Ahí se jugaba de todo”.


Espacios de Barrio Luján para la recreación. Dibujo: Arq. Yeimy Calvo Ramírez.

Los niños también jugaban las tradicionales mejengas: “Todos jugaban bola, con pedazos de bola, con bolas que llamaban de coyunda, porque era una bola amarrada con un pedazo de cuero, pero todo el mundo jugaba porque por todo lado había potreros”. Y cuenta don Enrique Cabezas que los trompos no podían faltar: “Mire en aquella época, lo que más jugábamos era trompos, todos teníamos un trompo, era tirar los trompos en la calle, por cierto que las calles eran de tierra, no había pavimento por aquí”. Pero el lugar que mencionan prácticamente todos los vecinos es El Cerrito, colina a la que iban a resbalarse en tablas. En El Cerrito también se realizaban actividades para jóvenes, por ejemplo, el baile de las Melcochas Danzantes, que se hacía esporádicamente los domingos en las tardes. En estos bailes repartían melcochas en hojas de naranja. Y otro lugar donde hacían bailes se ubicaba al oeste de la actual estación de bomberos. Cuenta don Herberth Barboza que los bailes se realizaban de dos a seis de la tarde, la entrada costaba diez colones y se tenía derecho a estar las cuatro horas que duraba la actividad.

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Pero el baile que no faltaba cada año era el de los bomberos, doña Jeannette Ramírez relata que: “Antes aquí, el 4 de diciembre se hacía el baile de los bomberos, porque el 4 de diciembre es el día de la Patrona de los bomberos, Santa Bárbara. Entonces, era un baile donde ellos se ponían muy guapos…y traían a sus esposas, a sus madres, y a sus hermanas. Entonces ese día se cerraba la estación y se sacaban las bombas afuera y se hacía una calidad de baile. ¡Elegantísimo!”. Y los cines forman parte de las diversiones de los vecinos del barrio, principalmente los que estaban ubicados cerca de Plaza González Víquez; por ejemplo, el Lux, el Ideal y el Castro, auque también frecuentaban los cines ubicados en el centro de San José, como el Cine Variedades. Así lo cuenta don Herberth Barboza:

La Plaza González Víquez es un referente obligado para los vecinos de Barrio Luján, es un punto de encuentro, tanto la plaza en sí misma, como sus alrededores. Pero esta plaza también tiene estrecha relación con el desarrollo del deporte que representa a los barrios del sur, y que tratamos a continuación: el béisbol.

Chapete BBC, aparecen los short stops Hugo Hines A. y Bayardo Cordero Albertazzi, el pitcher Fernando Albertazzi Herrera y Yamil Sáenz A, año 1955. Fotografía: cortesía

“Al Teatro Castro ahí por los mercaditos, era el más popular, más barato, valía 10 centavos la preferencia y luneta, y el Moderno que era también más barato, el Raventós si era de lujo, y había que ir con chaqueta, bien vestido”. Pero uno de los cines más mencionados es el Reforma, relata don Manuel Mora que: “Quedaba en Avenida 10 y 12, calle 11. Era muy interesante ese cine, porque todos los domingos, en tanda de 2 p.m, costaba 75 céntimos, en 1963. Y no se me olvida que rifaban dos bolas de fútbol, marca Nike. Entonces uno, con poquita plata iba al cine”. 46

Gabriela Echandi Albertazzi

El Top, equipo del Ministerio de Obras Públicas, la madrina es Virginia Herrera Albertazzi, año 1938. Fotografía: cortesía de Gabriela Echandi Albertazzi.


Indiscutiblemente béisbol es sinónimo de barrios del sur, y Barrio Luján no se escapa a esta realidad. Este deporte caló tan hondo, que hoy encontramos vecinas que muestran orgullosas las fotografías de cuando fueron madrinas de los equipos locales, otros cuentan la experiencia de haber sido campeones y seleccionados nacionales. Por lo tanto, desde el juego callejero hasta el deporte a nivel profesional es imposible hablar de Barrio Luján sin mencionar el béisbol. Una de las familias que guarda gratos recuerdos asociados con este deporte es la de doña Alicia Albertazzi, en el año 1938 su hermana Virginia fue la madrina del Top, equipo del Ministerio de Obras Públicas.

Años después, en 1980, David Dumanni, nieto de doña Alicia, jugaba con el Club ICE-Arenal de la Asociación Nacional de Béisbol menor. Además otros miembros de la familia Albertazzi incursionaron en este deporte, por ejemplo don Fernando Albertazzi Herrera, lo que lo convierte en un juego de tradición familiar. Otras familias tienen historias similares; por ejemplo, los Espinosa, don Rodrigo Espinosa heredó a su hijo Mario la pasión por el béisbol. Con don Mario conversamos en el parque de La Sabana, donde cada miércoles se reúne a entrenar con el grupo de veteranos “La Polilla”. Don Rodrigo fue seleccionado nacional, y don Mario siguió sus pasos, inició con sus juegos de niño en la cochera de su casa, o cuando se enfrentaba a sus vecinos en los retos entre las huelgas, como los retos entre las huelgas de La Salud y El Turpial, o entre Barrio Luján y Vasconia. Las pulperías y cantinas dieron nombre a las huelgas de los niños del barrio, explica don Mario: “Nosotros le decíamos la huelga de La Salud, la huelga de la Chilena, la Reforma, el Mar Azul y la del Turpial, y jugábamos en la plaza de la escuela de Chile”.

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