VALPO MAGAZINE > AGOSTO-SEPTIEMBRE 2015
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EDITORIAL
DE CORRIENTES, VUELTAS, AL BOMBO Y AL CHINCHÍN
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odo parte con las sutiles vueltas de una manivela, el organillo comienza a trabajar y sus miles de pequeñas notas dan paso a un tradicional vals, el llamado de atención para niños y adultos de todas las épocas. Los pies del chinchinero comienzan a marcar el paso, el loro sale de su pequeña jaula para saludar, el hombre mezclado con el bombo se sumergen en su propio ritual, un baile que ha dejado su marca en las calles de nuestro puerto. En este nuevo número quisimos rendirle tributo a parte de nuestro patrimonio vivo, como lo es la imagen del chinchinero y el organillero, un trabajo que ha perdurado en el tiempo gracias al incansable esfuerzo de familias porteñas, legado a sus propios hijos y los hijos de sus hijos. Artesanos de su propio arte, estandartes de las tradiciones locales y profetas de antiguas canciones es lo que se esconde tras sus trajes e historias, hombres sencillos y humildes que sólo buscan un espacio para continuar con lo que mejor saben hacer. En Valparaíso necesitamos proteger y rescatar no solamente la arquitectura que nos hace únicos, sino también la gente que está detrás de esas murallas, las anécdotas, sonrisas, llantos y poesías detrás de cada color pintado en los cerros. Cada personaje en la región es parte de lo que nos hace llamarnos porteños, son recuerdos de nuestra infancia, es nuestra conexión con una tierra y tiempo pasado, pero que logran perdurar a través del arte, singularidad, rareza y carisma de cada uno de ellos. En esta nueva versión de Valpo Magazine continuamos dando espacio a artistas locales de gran trayectoria como algunos totalmente desconocidos, siguiendo nuestra lógica de generar una amplia amalgama entre lo conocido y lo desconocido, lo que creían conocer y lo que realmente conocen, redescubriendo una ciudad inagotable desde los muelles del puerto hasta las cumbres de los cerros. Agradecemos una vez más todo el apoyo a nuestra revista y todo el trabajo que hay detrás de ella, esperamos seguir en este camino de mostrar una región única, con ciudades y lugares que guardan secretos que esperamos develar en cada nueva edición. Ayúdanos a difundir nuestro trabajo y todas las historias que hay detrás de estas páginas. No te quedes fuera.
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Directores: Gabriel Cerda Tomás Moggia Director de Arte: Carlos Pavez Ilustración de Portada: Gabriel Maragaño Periodistas: Gabriel Cerda Tomás Moggia Gonzalo Rojas Colaboradores: Daniela Badilla, Carolina Castro, Sebastián Lago, José Mogrol, Christian Gallardo, Rodolfo Jofré, Camila Fuenzalida, Mauricio Genskowsky, Paulina Rojas, Julián Moggia, Camila Olmos, Sebastián Cisternas, Dominique Wainstein Suscripción: suscripcion@valpomagazine.cl Publicidad: valpomagazine@gmail.com Queda totalmente prohibida la reproducción de cualquier parte de esta pieza editorial y sus contenidos sin previa autorización de Valpo Magazine y sus directores. Las opiniones expresadas en la revista y sus columnas no reflejan necesariamente la línea editorial de Valpo Magazine. © Valpo Magazine 2015 Distribución: La edición impresa de Valpo Magazine es distribuida en el Gran Valparaíso y Santiago, a través de un sistema de suscripción. Impresión: Esta edición de Valpo Magazine se imprimió en Viña del Mar, Chile, por Orgraf Impresores. Patrocinado por:
ÍNDICE
AGOSTO - SEPTIEMBRE 2015 CULTURA 4 Ilustrador del Mes
Gabriel Maragaño Altocontrastes, líneas y atmósferas oscuras cargan de movimiento las obras de este ilustrador sureño.
8 Fotografía
Eduardo Vargas El lente de este fotógrafo porteño se inmiscuye en medio de manifestaciones y protestas.
16 Artes Plásticas
Iván Cabezón Escultor porteño capaz de darle una nueva vida a la chatarra para expresar sentimientos y emociones.
22 Arte Urbano
Charquipunk Inspirado en la naturaleza y la cultura latinoamericana, este artista se ha convertido en un reconocido exponente del spray.
38 Literatura
Enrique Moro Este poeta porteño nos presenta su última obra, un libro trágico que nace del fuego y el viento.
28 Patrimonio
Parque Magnolio Un armónico proyecto que se inserta en el Cerro Alegre con un fuerte énfasis en el rescate patrimonial.
32 Música Chinoy
Irreverente y divo: la historia y personalidad de un miembro de la nueva camada de jóvenes músicos chilenos.
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TURISMO 42 Gastronomía
50 Destinos
46 Hotelería
58 Deporte Outdoor
Puerto Loco Una cocina inspirada en Neruda y pensada exclusivamente para paladares exigentes y bolsillos ajustados. Mercado Moderno Destacado hotel boutique que busca convertirse en una verdadera extensión del hogar.
Quintay Manteniendo viva la memoria de la exballenera, esta caleta de pescadores se proyecta a un futuro en armonía con el entorno. Cerro Alto del Peñón Hermoso recorrido entre cascadas y altas cumbres de la cordillera de Los Andes, hábitat de una creciente población de guanacos.
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SOCIEDAD 64 Reportaje del Mes
La principal causa de muerte en Chile en los últimos años ha generado un alto impacto en la salud de nuestro país, pero pese a ello sigue siendo una enfermedad poco conocida y que no ha sido tomada en serio por las autoridades.
68 Personaje
Familia Castro: chinchineros y organilleros
Por más de cuatro décadas, esta familia porteña ha recorrido las calles de la zona para mostrar y mantener viva una parte importante de la cultura nacional.
74 Antes y Después
Hotel Royal Esplendoroso hotel de fines del siglo XIX de lujosa tapicería francesa y un estilo arquitectónico ecléctico.
80 Moda
El Palacio de las Nostalgias La moda y el diseño se conjugan en atuendos que buscan mantener viva la elegancia de antaño.
78 Innovación y Desarrollo La Tregua Un grupo interdisciplinario de jóvenes busca darle un respiro al arte y la cultura regional.
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88 Reseñas
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Cultura > Ilustrador del Mes
Gabriel Maragaño
Obras En
MOVIMIENTO En constante fase de experimentación, los trabajos de este ilustrador proveniente de tierras australes están cargados de altocontrastes, líneas y atmósferas oscuras. Influenciado por su interés en los grabados y en la expresividad propia de los comics, Gabriel Maragaño ha ido poco a poco puliendo su técnica intentando encontrar el equilibrio idóneo entre la estabilidad económica y su interés por el diseño y la ilustración. Por Tomás Moggia / Ilustraciones: Gabriel Maragaño
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esde que tiene memoria, Gabriel Maragaño siempre ha tenido un particular interés y habilidad para dibujar, aunque reconoce que es un talento que todos tenemos, pero el problema radica principalmente en la falta de práctica. Su camino para dedicarse al diseño y la ilustración no fue nada de fácil, y de hecho, en un principio estaba en la seria disyuntiva entre estudiar arte y música, sus mayores pasiones. Sin embargo, según él mismo reconoce, el tiempo y el ambiente lo comenzaron a regularizar y encuadrar con el sistema más tradicional. “Unas cuantas charlas ‘motivantes’ bastaron para que el arte y la música fueran eliminadas de mi lista”, recuerda. Oriundo de Hornopirén, en las puertas de la carretera austral en la región de Los Lagos, partió en 2003 rumbo a Valparaíso a estudiar diseño, una carrera donde creía poder explotar su atracción por el arte y el dibujo. Claro que la llegada de Gabriel a Valparaíso se dio casi por casualidad, porque lo cierto es que dentro de sus planes no estaba venirse
al puerto. No obstante, su hermano mayor decidió estudiar acá y para su familia era más conveniente que estuvieran todos en el mismo lugar. “No conocía mucho la región y pienso que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado”, afirma hoy en día. ¿Encuentras que Valparaíso tiene alguna mística que inspira? Por supuesto. Más allá de toda esa imagen física que inspira siempre a más de algún artista local o internacional, para mí Valparaíso tiene una identidad particular y se encuentra arraigada en su gente. Podría decir incluso que se mantiene en los lugares menos concurridos y conocidos, donde ese afán por satisfacer al turista de alguna manera no ha llegado. De cierta forma, esos rasgos distintivos donde se mantiene esa calidez de lo popular personalmente me inspiran. No necesariamente esa “inspiración” de Valparaíso queda explícitamente en la obra, uno va construyendo conceptos a través de las vivencias, conversaciones y hasta encuentros casuales que van quedando para luego representarlas.
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que más o menos plasmo, y que continuaré perfeccionando o cambiando a medida que siga ilustrando. ¿Qué tanto influye tu formación académica en técnicas de grabado dentro de tus obras? Dentro de los referentes que tengo está sin duda el grabado. En la universidad recuerdo haber tenido cursos de xilografía y aguafuerte. Estas técnicas y los resultados obtenidos siempre se quedan, especialmente cuando quedas con gusto a poco y con ganas de seguir en eso. No sé si de alguna manera eso repercute en mis ilustraciones. ¿Qué tan inspirador es el ambiente y paisaje del sur dentro de tu obra?
¿Cuál es el sello que te define como ilustrador? Siempre trato de representar una idea en la obra, no sólo como presencia estética, sino que también entregar un mensaje, ya sea un tanto directo en algunas ocasiones o un poco implícito, apelando a que la imagen se descubra, siempre enfocándome en la contingencia nacional o internacional. ¿Cómo definirías tu estilo en el diseño y la ilustración? No sé si tengo un estilo particular en cuanto al diseño, no me gusta mucho encasillarme en ese sentido, aunque claramente uno mantiene ciertos lenguajes formales. En cuanto a la ilustración uno siempre tiene referentes, lógicamente hablando de lo técnico. Me gusta mucho el grabado, la xilografía, y trato de conservar algunos rasgos característicos, los altocontrastes, la definición de líneas. Siempre me ha gustado además la expresividad de los comics, el croquis en tiralíneas y esa atmósfera un tanto oscura que rodean ciertas obras, recordando un poco la prolija técnica de Charles Burns. De alguna forma, todos estos estilos fueron confluyendo a lo
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Bien poco, hasta ahora. Creo que para hacer diferentes obras respecto a ese sur querido debo enfocarme en ello y reconocer una temática particular. Siempre que realizo una ilustración trato de darle un enfoque, ya sea sobre una problemática social, local o nacional, en algunas ocasiones algo directas y otras con un significado especial. Últimamente, en torno al ambiente político y social de Chile hay mucho cuento, mucho que analizar y plasmar. Siempre he pensado que se torna un poco más retenible una imagen que puede decir más que muchas palabras, especialmente en esta sociedad en que tenemos de protagonistas lo efímero, lo cortoplacista y la memoria frágil. Por eso me he enfocado actualmente a relatar un poco esa historia en la obra. ¿Qué fue lo que quisiste representar en tu ilustración de la próxima portada de Valpo Magazine? El chinchinero representa un oficio particular y tradicional de nuestro país. Cada vez se torna más escaso ver este tipo de personajes. Con los años, los espacios públicos como las plazas ya no están siendo frecuentadas como antes y las personas ya no se relacionan de la misma manera. Todo se ha tornado más impersonal, por lo que personajes populares como este pasan a un segundo plano, hasta invisibilizados en algunas ocasiones. El chinchinero ya no logra convocar a la misma cantidad de gente que antes. Esto de ninguna forma es responsabilidad del chinchinero, sino que de una época que ha logrado poner en primera línea lo impersonal, en vez de una relación cara a cara con el otro. Mi intención es volver a situarlo como protagonista en esta época, devolverle el puesto que de alguna forma le fue arrebatado. ¿Por qué ese fondo y esas ondas en la ilustración del chinchinero?
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Dentro del tema compositivo, me importa mucho que la obra no sea rígida y estática, siempre trato que tenga movimiento. Creo que el fondo en la composición dice mucho y se debe conectar con el contenido principal, no ser ajeno a éste. Dependiendo de la obra, el fondo tendrá un significado particular, en otros un complemento al llamado de atención. Siempre un fondo, o la carencia de este, tendrá una justificación.
CONTRA LA RUTINA Hoy en día, Gabriel se ha enfocado principalmente en el diseño de productos como una manera de encontrar cierta estabilidad económica. Pese a ello, no duda en criticar duramente la mezquindad con la que la innovación y desarrollo son aplicadas a nivel nacional dentro de su rubro, donde la gran mayoría de las veces prevalece un mercado que solamente busca la rentabilidad, un aspecto que le resulta sumamente desmotivante y que a su juicio no permite la exploración de nuevas alternativas para el impulso social. Como una manera de escapar de la rutina laboral y encontrar nuevos desafíos, tomó la decisión de dejar Puerto Montt y partir rumbo a Santiago. “El hecho de saber con certeza que al día siguiente realizarás lo mismo y que entregas a diario tu tiempo para cumplir las expectativas y sueños ajenos me tenía un poco saturado. Hay un minuto en que se debe sopesar en qué van tus aficiones”, comenta Gabriel, quien dejó el sur para vivir nuevas experiencias, y siempre arreglándoselas para dedicarle tiempo al dibujo y la ilustración, que a pesar de todo siguen siendo sus mayores intereses.
valor y el impulso que le dan a la obra y al artista. Por otro lado, también vemos ejemplos de artistas locales que han emigrado porque claramente acá se les retiene. Esto a causa además del desconocimiento del significado de la ilustración en comparación con otras obras plásticas. Recién hasta ahora se está viendo un empuje o una consideración respecto a la ilustración nacional. ¿Cuáles son tus próximos desafíos en términos de ilustración y diseño? En términos de ilustración siempre estoy en fases de experimentación. Dentro del estilo que se va armando, perfeccionando y cambiando, continúo encontrando nuevos detalles y aplicaciones que de alguna forma van enriqueciendo la obra, esto igual entre ensayo y error. Puede que hasta sea imperceptible para algunos, sin embargo, son avances que a uno en lo personal lo motivan. En cuanto a nuevos desafíos a mostrar, las mismas condiciones “ambientales” de nuestro país irán dando pauta para nuevas ideas. Ya que hace rato me preguntaban por el sur, no sería malo continuar con algunas obras en relación a esto. Veremos cómo continúa todo en el gallinero de Chile.
¿Hay pocos espacios para la ilustración a nivel nacional? Si tomamos en cuenta que por espacio ya no entendemos solo el espectro palpable, sino que también el digital, puedo decir que hay muchas buenas plataformas que sirven de vitrina para mostrar tus trabajos. Ahora claro, casi todas son internacionales, por acá no existe mucho el valor a este tipo de obras. En ese mismo sentido, ¿cómo se diferencia de la valoración que parece tener en el extranjero? Encuentro que hay una gran diferencia. El hecho de ver que existen plataformas extranjeras de calidad que reciben sin cargos a artistas profesionales - y no tanto - para subir sus trabajos y mostrarlos, me parecen una buena iniciativa, y eso habla mucho del
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Cultura > Fotografía
Eduardo Vargas
“QUIERO DARLE UN ROL MAS ACTIVO A LA FOTOGRAFIA” Los gases del “zorrillo” y el agua del “guanaco” no detienen a Eduardo Vargas, un joven fotógrafo que descubrió su vocación al calor del movimiento estudiantil. En todas las manifestaciones de Valparaíso está con su cámara, pero también explorando cada rincón del puerto. Sus fotos buscan expresar opinión a través de un estilo marcado por la cercanía a los escenarios y personas que capta con su lente. Por Gonzalo Rojas Misle / Fotografía: Eduardo Vargas Donoso
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ojado y agitado, así llega Eduardo Vargas a nuestro encuentro. Y no precisamente por caminar bajo la lluvia sin paraguas, ya que el día tiene un sol radiante. Estuvo toda la mañana fotografiando en Valparaíso la marcha de los profesores, desde una ubicación preferencial: bajo el carro lanza agua de Carabineros. Es que para Eduardo las manifestaciones no son algo nuevo. Fue gracias a ellas que descubrió su pasión por la cámara. No siempre asistió a las protestas en calidad de fotógrafo. Hace tan solo 4 años era un estudiante más que demandaba por una educación gratuita y de calidad. Sin embargo, tras ser detenido y luego de recibir una advertencia de Carabineros por su mala conducta en las marchas, tomó la determinación de cambiar de rol para convertirse en un testigo clave de las manifestaciones a través de su lente.
Eduardo Vargas era estudiante de Diseño de la Universidad de Valparaíso cuando tuvo sus primeros coqueteos con la cámara, pero su desinterés por su carrera lo impulsó a querer meterse de lleno en la fotografía. Es así como el 2012 decide dedicarse por completo al mundo de las imágenes, y un año más tarde ingresa a estudiar fotografía para “llevar un cartón a la casa”. ¿Qué te motivó a ser fotógrafo? Yo quería seguir yendo a las marchas. Tenía una cámara, y dije: “para seguir asistiendo, y que sea más piola, voy a empezar a hacer fotos”. De ahí comencé a fotografiar, en la calle más que nada. Me metí de golpe en la fotografía. Comencé a leer en Internet y en libros, y a pedir consejos de fotógrafos con más experiencia
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¿Recuerdas alguna anécdota fotografiando en las marchas? Hartas veces me han mojado, pintado la cámara y querido pegar por hacer fotos. Pero es una cuestión que al final se termina normalizando, porque es parte de la desconfianza que se genera con el fotógrafo porque no sabes qué va a hacer después con las fotos. ¿Pero por parte de quién existe esa desconfianza, encapuchados o Carabineros? De ambas partes, porque el Carabinero puede decir: “él va a hacer la foto cuando yo le esté pegando a alguien, y la va a usar para defenderlo”, y el encapuchado va a decir: “me va a sacar fotos a la cara y se las va a entregar a Carabineros”. Entonces, siempre hay una tensión permanente con el fotógrafo, que se encuentra entre las dos partes. ¿Te han roto alguna vez tu cámara? Con el agua ha muerto un par de veces, pero por suerte nunca ha sido nada serio. Es típico llegar a la casa y sacarle todo a la cámara para secarla. Cuando trabajas entre los encapuchados, ¿te has ido muchas veces detenido? No, nunca como fotógrafo. Al principio hacia fotos más tranquilas, como para documentar las manifestaciones, y después terminé metido entre medio de todo haciendo las fotos.
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POR AMOR AL ARTE Este joven estudiante de fotografía, que comenzó de la práctica a la teoría, no vende las imágenes que capta en las marchas. “Me sentiría mal vendiendo una foto de una manifestación”, asegura sentado en una banca ubicada en el patio del Instituto Arcos de Viña del Mar. Su trabajo remunerado es principalmente en productoras gráficas, porque lo que hace en las marchas es para él un tema de convicción personal. Eduardo cuenta que “la fotografía en sí es una herramienta súper poderosa a nivel de manifestación. No es tanto por un tema de sentir la adrenalina, no va por ese lado, es para ser un aporte al tema que se está desarrollando en la manifestación”. Sus ganas por contribuir a la sociedad lo llevaron a fundar un colectivo fotográfico llamado Contracultura Gráfica, donde la principal preocupación es documentar las protestas a través de fotos. El objetivo es que las imágenes sean un testimonio al momento en que se enfrente la palabra de Carabineros contra la de los manifestantes. ¿Cuál es la idea de Contracultura Gráfica? Darle espacio a actividades que los medios grandes no visibilizan, esa es la base de Contracultura Gráfica. Cubrimos marchas, tocatas y actividades de contra información, es un espacio súper amplio. Lo fundamos con dos fotógrafos más y ahora somos siete de Valparaíso y Santiago.
Cultura > Fotografía
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Eduardo asegura que en Contracultura Gráfica “la fotografía toma un rol más activo. Es una especia de activismo, más allá de hacer el recorrido de la marcha e irse a la casa”. Por lo tanto, es una organización sin fines de lucro y autogestionada, para contar con una mayor libertad al momento de publicar, según explica el joven fotógrafo.
VALPARAÍSO EN PIXELES El puerto de Valparaíso ha sido testigo de talentosos artistas, muchos de los cuales ven a la ciudad como una fuente de inspiración. Es que todos los porteños coinciden en una cosa: el paisaje atrapa. Sus colores y misticismo hacen de Valparaíso un lugar irresistible para cualquier fotógrafo. ¿Qué significa Valparaíso para ti? Todo el entorno donde me muevo en la ciudad es súper interesante de explorar, no sólo a nivel turístico. Conocer a los personajes, el patrimonio y los locales, esa es una parte del trabajo que realizo, la fotografía callejera en Valparaíso.
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¿Cuál es tu escenario favorito? El plan de Valparaíso es lo más interesante, donde está el mercado. Es súper característico, sobre todo de noche y tiene mucho potencial para hacer fotos. Dentro del Gran Valparaíso, ¿dónde recomiendas ir a sacar fotos? Hay muchos puntos interesantes para partir, no solamente por un tema fotográfico, sino que por la experiencia que se puede tener en cada lugar. Está Caleta Portales, el Sporting, que son los sitios donde yo empecé. Aparte de ser atractivos para fotografiar, son bacanes para ir a conversar con la gente, y esa conversación termina afectando en la foto. No es lo mismo ir a sacarle una foto a un pescador vendiéndole a una señora, a quedarte un rato conversando con él, el resultado es totalmente distinto, logras captar una cosa que de otro modo no se puede.
ROMPIENDO LOS PREJUICIOS Eduardo es el único artista de su familia y viene de un círculo social donde la fotografía no es una opción
a seguir después del colegio. No le importa el título, cree que para esta disciplina no es fundamental pasar por la academia. “Todos podemos ser fotógrafos, están las herramientas. Hoy más que nunca, por un tema de tecnología, es súper fácil tener una cámara decente, ya sea del celular, una compacta o una réflex”, asegura. En tanto, Internet ha sido un aliado fundamental para su carrera. Un espacio que le ha permitido difundir sus trabajos, algo así como su único centro de exposiciones y donde recibe una buena retroalimentación. ¿Cuáles son las mayores dificultades que has enfrentado en tu corta trayectoria? Los prejuicios, sobre todo cuando recién empiezas a estudiar foto. Dicen que no hay campo laboral y que no es una carrera. ¿Qué opinas de esos prejuicios? Hay que romperlos con hechos. Cuando me decían que no iba a tener trabajo y conseguía pega, ellos mismos se daban cuenta. Además, hay un prejuicio donde el fotógrafo tiene un rol más pasivo, metido en
un estudio, haciendo fotos de productos, matrimonios y modelos. Me quiero desmarcar de eso y empezar a darle a la fotografía un rol más activo. No eres un fotógrafo neutral, tomas una postura en cada trabajo o temática... Eso lo hacen constantemente todas las personas. Siempre tomas una postura frente a algo. A veces la gente trata de neutralizarlo, pero encuentro que en la fotografía no es necesario. Soy de izquierda y vegano, con una postura de cuestionar todo, y en base a eso, armo la foto. Para Eduardo, no hay separación entre la persona y el fotógrafo: lo que piensa lo intenta reflejar en la imagen, y no duda en expresar su opinión a través de ellas. Uno de sus mayores sueños es escribir un libro para que sus ideas puedan trascender, como la de aquel concepto que afirma que un fotógrafo debe involucrarse con los escenarios y personas que capta. Para este fotógrafo en formación, lograr esa conexión con la situación y el entorno es clave para lograr un resultado único y totalmente distinto.
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Iv谩n Cabez贸n, escultor
Sentimientos en metales 16
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Expresar emociones a través de viejas y oxidadas chatarras para transformarse en un bondadoso mago que da vida a todo lo que alguna vez fue considerado como un desperdicio. Ese es el sello de este escultor porteño, un artista capaz de convertir un montón de metales fríos en una cálida obra de arte. Por Gonzalo Rojas Misle / Fotografía: Gabriel Cerda
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xplora Valparaíso y sus quebradas acompañado de sus fieles quiltros. El artista recolecta cuanto desecho se le cruza por delante, para él son piezas únicas: los engranajes perfectos que fusionados serán una bella escultura. Iván Cabezón Cofré es uno de los escultores más importantes del Gran Valparaíso. Su vínculo con objetos abandonados comienza desde la infancia. Recuerda su niñez jugando con barro y greda, que juntaba con cosas que para todos eran inservibles, pero que a sus ojos eran algo especial. Con un camino ya recorrido en la escultura, que partió naturalmente desde sus primeros años de vida, decide entrar en 1977, durante su juventud, a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso. Estuvo cinco años, pero lo expulsaron por desordenado y conflictivo, a pesar de sus buenas notas y de su talento innato. Sentado entre esculturas y jugando con un clavo oxidado, cuenta: “Nos echaron a nueve alumnos. Fue al término de año y mis compañeros se subieron arriba de los profesores. Justo iba saliendo y una vecina vio a los que estaban. Dijo que yo participé. Después con el tiempo me fui a estudiar a la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, ahí también tuve problemas con el profesor y me echaron”. ¿Tenía discrepancias técnicas con los profesores? Sí, no entendía sus propuestas. Yo estaba ya con un camino en la chatarra. Ellos querían cambiarme de estilo, yo no estaba por ahí. Era muy difícil cambiar la ruta. Entonces, ¿fue un error entrar a estudiar? No tanto un error. Me interesaba aprender el dibujo, que es importante. Sin el dibujo no puedes hacer nada. Sin embargo, su destacada trayectoria hizo a la Escuela de Bellas Artes retractar la decisión de expulsarlo. Comenta que después de haber estudiado becado en la Universidad Católica de Chile, “la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso reconoció que había cometido un error y me entregó los títulos sin que yo lo hubiese solicitado”. Pero sin duda, ganar el premio de Honor del prestigioso concurso Arte Joven de la Universidad de Valparaíso, en 1985, con su obra “Elephantes Dionicos”, fue el gran hito de su vida. El galardón le abrió el camino a ser un reconocido escultor a nivel nacional.
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Hoy está en el rol que alguna vez criticó, de profesor, ¿qué quiere entregarle a sus alumnos? Todo el conocimiento, aunque me siento más como un amigo de ellos. De repente me siento perdido en el rol de profesor. Creo que soy alumno, compañero de ellos, pero siempre con un respeto. ¿Les da la libertad de estilos? Sí, totalmente. Uno de los cabros me dice “profesor, sabe, quiero hacer esto”, yo le digo, “hazlo”. ¿No les impone una técnica? Les entrego una técnica, pero lo demás lo tienen que poner ellos. Les hago un taller que se llama tecnología de los materiales. Les enseño a ensamblar madera y después esa madera la tienen que tallar. Durante el segundo semestre les enseño metal y a soldar. Tienen que traerme un boceto, una maqueta, luego viene el trabajo final. ¿Cómo ve a estas nuevas generaciones de escultores? Está más o menos difícil, es poco rentable la escultura. ¿Siempre fue así? Siempre ha sido así, pero en la pintura no. Si tú tienes un departamento, aunque sea chiquito, siempre vas a tener un cuadro, pero la escultura necesita un espacio. Yo noté en la escuela este año que entraron siete alumnos a escultura, eso ya es mucho. Entonces, eso también es bueno, hay interés todavía.
DE CHATARRAS A OBRA DE ARTE En términos generales, ¿qué busca comunicar con sus obras? La problemática del hombre, siempre lo he trabajado así. Desde que comencé, en plena dictadura, intenté reflejar todo el dolor, la violación, la tortura, todo eso se veía en mis trabajos. Cuerpos mutilados, rostros con expresiones de terror y sufrimiento, todo eso. Después pase a la etapa más sensual y erótica, cuando se terminó la dictadura. Siempre ha sido la problemática del ser humano, que ha ido evolucionando. ¿Qué técnicas utiliza? Tengo dos formas. Una, pienso en la obra y hago los bocetos, los dibujos, y empiezo a recolectar los desechos, metales, toda esa onda, ya con la idea preconcebida. La otra, es que si me encuentro un
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elemento, algo, eso me da una idea, y de ahí empiezo a construir la obra. Entonces, las dos son válidas, me gustan, una es más espontánea que la otra. Iván Cabezón dice que vende sus obras a personas que realmente estén interesadas en su trabajo. “Mis amigos me echan talla y todo, que no vendo, que no me quiero deshacer de las esculturas, y en cierto sentido es verdad. Pero cuando hay realmente una persona interesada, le entrego la escultura”, relata el porteño. Crea lazos sentimentales con sus obras, le cuesta despegarse… Exacto, sí. Me interesa que quede en buenas manos, me cuesta entregar. La entrego a una persona que realmente la aprecie. Me pasó con Cristián Boza, que se enamoró de una escultura. Estuvo enero, febrero y marzo llamándome casi todos los días para que le vendiera la escultura. ¿Qué escultura era? Era un hombre que estaba con los brazos extendidos en tamaño natural, era la pareja. Era una mujer y un hombre, pero a él le gustó el hombre. Separó a la pareja… Claro, quedé con la mujer, “La Flaca” la tiene un
amigo, se la presté. Entonces, estuvimos como tres meses conversando, hasta que se la vendí. Quedó súper contento, me dijo: “yo la voy a cuidar”. ¿Qué clientes conocidos ha tenido? Siempre he tenido críticos de arte. Pedro Labowitz, Ricardo Jure. Le vendí a este que también vino a Valparaíso, Luciano Benetton, a gente así. La otra vez vino un tipo que tiene mucha plata, el dueño de las alfombras en Viña. De las alfombras Dib debe ser… Sí. Vino con su forma desfachatada, y me dijo: “oye, huevón, a mí no me vengai a cobrar como a Luciano Benetton”, ahí ya me cayó mal. Quería que le vendiera un globo terráqueo, porque se había hecho una oficina. Se construyó unos galpones en El Salto y le quedaba ideal. Le dije que no lo iba a vender, porque a mí me gusta ese globo, lo hice para mí, es mi juguete. Siempre quise tener un globo terráqueo, pero no fue posible porque mi viejo no nos compraba, porque somos 5 hermanos hombres, y yo soy el menor. Entonces, no alcanzaba para comprarme un globo terráqueo. ¿Qué año hizo ese globo terráqueo? Lo hice el 94, y me lo han querido comprar muchas veces, pero no, es mío.
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VALPARAÍSO EN SUS ESCULTURAS Porteño de toda la vida y vecino del Cerro Yungay de nacimiento, Iván ha vivido siempre en la misma casa, en la que desde su patio descubrió su talento para el arte y su afición por la chatarra. Valparaíso está siempre presente en sus esculturas. Son la esencia de éstas. Es su fuente inagotable de materiales, un yacimiento de tesoros para Cabezón. Recuerda haber estado alguna vez explorando las quebradas del Cerro Yungay y encontrar un matadero clandestino de caballos. Desenterró los esqueletos y utilizó sus cabezas para hacer algunas esculturas. ¿Qué significa el Puerto para usted? Valparaíso a mí me lo ha entregado todo, de hecho, salía a recolectar la chatarra en Valparaíso. Las casas están forradas en chatarra. Me gusta el óxido, el paso del tiempo que entrega el óxido por el aire marino, los colores, los ocres, los magentas que se pliegan en las latas. Así fui recolectando material, todo lo que yo utilizo es de Valparaíso. El Puerto está presente siempre. Yo me podría haber quedado en Santiago, pero no quise. Llegaba el día viernes y me venía a Valparaíso. Sentía una necesidad de respirar el aire marino, y mis compañeros decían: “quédate poh, Cabezón”, yo les decía: “me voy a Valparaíso, necesito estar en contacto con Valparaíso”. El Puerto facilita su proceso creativo… Sí, mucho. Valparaíso es mágico. Siempre está entregando situaciones distintas. Tiene tantas subidas, bajadas, escaleras y siempre estás encontrando algo nuevo. No piensa moverse de Valparaíso, ni menos del hogar que lo vio crecer como artista. Cuando mue-
ra, le gustaría que su casa se transforme en museo, que sus esculturas sean un legado a la cultura del Puerto. Iván Cabezón ha dedicado su vida al arte, hoy, con 60 años, asegura que “no podría hacer otra cosa. Sino, moriría”. Recuerda que alguna vez trabajó como cajero en el almacén de su madre, pero se enfermó. Estar lejos de sus chatarras oxidadas y darles vida fue nadar contra la corriente. Terminó en el hospital y el médico le “recetó” dedicarse a lo suyo. Recorremos las habitaciones de su casa, pero una es la más especial. Aquella que luce un artesanal bar destinado para el ocio y celebraciones con sus amigos. Es que son ellos su vía de escape cuando se encuentra encerrado en procesos creativos. El artista reconoce que durante esos días no se acuerda de comer, la ansiedad y adrenalina lo anulan, vierte todos sus sentimientos hacia los escombros y restos de desperdicios olvidados. Me muestra sus esculturas, me llama la atención una en particular: la cabeza de un hombre siendo torturado por una máquina, algo bien parecido a la lobotomía. “Me gusta hacer esas máquinas triturando”, dice Cabezón. Durante estos días, aparte de estar enseñando en diversas escuelas de arte, ocupa su mente en su próxima obra: un caballo tamaño real, construido con piezas de vehículos abandonados. Los bocetos ya están listos, ahora la tarea es recolectar. Me muestra los amortiguadores que serán las piernas del caballo y espera que pronto un amigo le entregue unas llantas de su taller automotriz, con las cuales planea hacer las ancas del animal. Y así el proceso creativo sigue su curso indeleble, en una búsqueda constante por volcar sus sentimientos entre metales y chatarra.
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Charquipunk y su revolución indígena con el spray
Su inspiración es la naturaleza, las aves, el sentimiento latinoamericano y las tradiciones culturales, mientras que su estilo es la experimentación constante en la búsqueda de raíces indígenas. Porque para un artista que se mueve por el mundo descubriendo la historia, encasillarse en un estilo es estancar su proceso creativo y su lucha reivindicatoria. Por Daniela Badilla / Fotografía: Sebastián Navarro
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ebo confesar que cuando supe que Charquipunk estaba en el puerto, que podía entrevistarlo y que además estaría “graffiteando” algún muro en la ciudad, tuve una mezcla de emoción y curiosidad por conocer a uno de los más importantes referentes y precursores del graffiti porteño, quien junto a Inti y La Robot de Madera (LRM) conforman la trilogía perfecta de embajadores del spray chileno en el mundo. Sebastián Navarro nació en Concón, pero fueron las murallas de Valparaíso, cuando estudiaba diseño industrial, las que lo vieron incursionar en el arte callejero. En un comienzo, simplemente dibujaba gatos, porque eran -y siguen siendo- uno de los elementos característicos de nuestra ciudad. Hoy, después de 15 años, dejó a un lado aquellos felinos domésticos para centrarse en los colibríes. Tampoco sigue enfocado en el diseño al considerarla una carrera elitista y generadora de un arte accesible sólo para aquellos que pueden pagarlo. Ahora sus inquietudes son otras. Sus obras son públicas y han evolucionado y revolucionado la escena muralista, con una mezcla de vívidos colores y técnicas que llenan de expresividad enormes murallas que no discriminan razas, clases sociales, edades ni
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mucho menos gustos. Después de haber hecho casi toda su carrera en Valparaíso, ahora se pasea entre Europa, Latinoamérica o cualquier otro lugar del mundo investigando las vinculaciones entre los pueblos indígenas y el territorio como principal motor de inspiración para dar vida a su creatividad y talento. ¿Cómo ha sido el proceso en la búsqueda de un estilo? En la primera época, cuando empecé en Valparaíso por el año 99, pintaba gatos que luego se transformaron en una especie de ícono. De alguna manera, estaba pensando en una imagen que representara a Valparaíso. Parecido al proceso de los gatos, el último tiempo he estado dibujando colibríes, sin embargo, creo que no tengo un estilo, las imágenes me van naciendo solas. ¿La inspiración de lo que estás haciendo la encontraste en Latinoamérica? Voy pintando lo que me mueve y llama la atención en los lugares que visito. Cuando empecé a viajar por Bolivia o Perú, mi inspiración era lo indígena y lo tradicional, los textiles me interesaron mucho y se transformaron en los elementos a pintar en ese momento, aunque todavía creo que conservo mucho de eso.
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También has viajado por Europa, ¿cómo es “graffitear” allá? Tienes más oportunidades y más recursos. Está la posibilidad de experimentar más con tu trabajo. En Latinoamérica es súper difícil pintar con materiales buenos porque son caros y tienes que medirte, no puedes estar gastando mucho porque hay que ocupar lo justo y necesario. En cambio, en Europa vas aprendiendo y practicando mucho más en el muro porque tienes más posibilidades de materiales. ¿Cómo está el nivel del arte urbano en Valparaíso en relación a Europa o Centroamérica? ¿Podemos ser capital cultural del graffiti? Valparaíso tiene una tradición y una historia que hace que venga gente de otros lados a pintar, pero el buen nivel y la buena aceptación que tiene la gente de la pintura, se contradice con el escaso apoyo económico que existe. En Chile hay muchos artistas buenos, pero muy poco trabajo para tanta cantidad de pintores de excelente nivel. Recién este año salieron nuevas oportunidades económicas, pero sigue siendo complicado. Hay tanta gente que pinta, que si alguien necesita un mural, no está dispuesto a pagar porque otro lo puede hacer gratis. Valparaíso es un lugar que recibe muchos graffiteros, y para tener la denominación de capital cultural del graffiti se requiere del apoyo económico para hacer proyectos grandes. Pero existen los Fondart, por ejemplo. Eso no es tan real. Es una plataforma que tiene criterios de evaluación muy raros y dentro de esas pautas, les cuesta entender disciplinas como esta. Postulamos un proyecto muy bueno, eran ocho murales en un cerro, pero no salió porque entre los aspectos negativos que evaluaron estaba el tiempo. Era
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un trabajo de dos meses y no estaba dentro de su lógica que hiciéramos ocho murales en ese periodo, dudaban de la sistematización. La verdad es que a estas alturas ya no se trata sólo de postular a proyectos, ahora pasa porque la gente invierta en este arte. Poco a poco se está transformando, pero en una ciudad que está pintada de esta forma, la gente podría pensar que hay mucho trabajo y no es así, es una contradicción. Las personas que llegan aquí y creen que la van a hacer, están equivocadas, hay que trabajar fuerte porque hay mucha competencia.
APROPIACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO El significado de Charquipunk es la composición de dos palabras. Charqui, que viene del quechua y es como los Incas llamaban a la carne deshidratada que se cubre con sal y se expone al sol. Y la terminación “punk” es porque para Sebastián ese concepto tiene una connotación de rebelión contra la civilización moderna y lo establecido para apropiarse de los espacios públicos. Para él, al igual que la publicidad, que se adueña y contamina el ambiente con letreros que llaman a consumir, los graffiteros también se toman esos espacios, pero respetando a la gente, y con objetivos que generalmente buscan generar mayor conciencia en las personas. ¿Para ti el graffiti es arte o manifestación política? El graffiti y el muralismo es un medio de expresión social que pone al alcance de todos historias y temáticas que por mucho tiempo pueden haber estado escondidas o perdidas, las que hoy desde mi trabajo, por ejemplo, están vinculadas a lo latinoamericano e indígena. Asimismo, como no me gusta que me impongan la publicidad con mensajes consumistas,
Cultura > Arte Urbano
tampoco me puedo arrojar el derecho a imponerles a las personas cualquier cosa. Al pintar en la calle tengo la responsabilidad de dejar algo que sea para los demás, puede ser decorativo, educativo, transgresor, pero siempre consciente y con respeto para transmitir un mensaje de reivindicación. ¿Lo tuyo es graffiti o muralismo? Siempre lo he catalogado como un arte que mezcla ambas cosas. Es un muralismo porque haces dibujos, pero al mismo tiempo viene de la escuela del graffiti, de la celeridad que nace pintando clandestinamente. Uno no está meses haciendo un mural, pintamos un muro de ocho cuadras y la gente se sorprende de la rapidez porque lo hacemos desde la lógica del graffiti. Los graffiteros pintan con spray y los muralistas con brocha, ahora hay graffiteros que pintan con brocha y muralistas con spray. No se puede ser tan categórico para dividirla.
VALPARAISO EN FRANCIA Gracias a esta entrevista, aprovechamos de presenciar su última creación en Chile, en la calle Salvador Donoso, frente a la emblemática Panadería Guria. Es que luego de una rápida pasada por el puerto, Sebastián se fue a Europa para participar de diversos festivales veraniegos, entre ellos, el famoso Les Escales de Saint Nazarie de Francia, que se realizó en agosto. En esta oportunidad, Valparaíso mágicamente fue la ciudad invitada, así Charquipunk, Inti y LRM, junto a otros exponentes musicales, dieron a conocer la cultura porteña para dejar en alto el nombre de la ciudad. ¿Qué estás expresando en este mural? Por lo general, siempre busco escenas que se relacionen con conceptos latinos. Esta pintura tiene
que ver con un estudio que vengo haciendo de la figura humana, que está inspirado en un cuadro de El Greco y éste en Modigliani, cada muro va teniendo su inspiración diferente. Cuando voy a un viaje, todos mis trabajos tienen que ver con aves o con culturas precolombinas, depende del momento. No puedes reconocer mi estilo porque trabajo con muchos estilos y temáticas diferentes. Cada temática tiene un estilo diferente, quería hacer un rostro más caricaturesco, pero otras veces hago más realismo. Dependiendo de cada dibujo es el estilo que elijo. ¿Qué viene ahora, por qué dejas Valparaíso nuevamente? El lunes me voy a Europa, voy a participar en unos festivales, a uno de ellos va La Robot de Madera, Inti y yo, vamos a hacer tres muros diferentes. Van LaSmala, La Isla de la Fantasía, Poder Guadaña, La Floripondio, Chico Trujillo, Pascuala Ilabaca, o sea, todo el arte de Valparaíso. Va una delegación grande a representar Valparaíso. Cuál fue la motivación por escoger Valparaíso, no lo sé. ¿Qué harás tú? Yo voy a pintar una casita donde estará el sonido del festival. Las mismas cosas que pinto acá estarán representadas allá. ¿Cuándo vuelves? Me voy por cuatro meses, dos en Europa, uno en Asia y otro en Europa nuevamente. Voy a Asia y Turquía pintando y estudiando las culturas locales, buscando la relación con los pueblos originarios de acá y allá. Hay muchos vínculos en común entre todos ellos y nosotros, porque ambos hemos sido colonizados por otros imperios.
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PARQUE MAGNOLIO Arquitectura en armonía Por Gabriel Cerda
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ablar de arquitectura contemporánea en Valparaíso siempre será un reto. Emplazada en una ciudad reconocida por el valor patrimonial detrás de los muros que aún subsisten de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, donde primaron estilos como el victoriano y el barroco, se torna una tarea difícil para los arquitectos plantearse proyectos que respeten la esencia del puerto.
La conservación de lo que ha sido declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un trabajo que se remonta al terremoto de 1906, donde los arquitectos de la época comprendieron que debían adaptar sus construcciones en torno a la compleja topografía que les ofrecía el entorno. Los
elaborados estilos arquitectónicos provenientes de Europa, legado principalmente por los inmigrantes ingleses, no perdurarían sin dar paso a los materiales pesados dentro de la construcción. Hoy en Valparaíso podemos disfrutar de una constante búsqueda y evolución de estilos arquitectónicos, que se mezclan con las improvisadas casas que colorean hasta lo más alto de cada cerro. Por su cercanía a la capital y su borde costero, Valparaíso y Viña del Mar han experimentado un auge inmobiliario en la última década, ampliando la oferta y parte del mapa visual en gran medida en ambas ciudades.
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EN BÚSQUEDA DE LA ARMONÍA Sin embargo, no todos estos proyectos logran congeniar sus propuestas al entorno que los rodea, muchas veces rompiendo bruscamente el esquema de los cerros y atentando contra la identidad de una ciudad con historia. Una propuesta diferente y de alto nivel es la realizada por la Inmobiliaria Desco a través de su proyecto “Parque Magnolio”, emplazado en el corazón del Cerro Alegre. En el inicio se había concebido la obra como un modelo tradicional, lo que se fue adaptando luego de escuchar los alcances de la comunidad y de las autoridades respecto de temas como la altura y el impacto en el sector. Mauricio Zamora, gerente del proyecto, destaca que “comenzamos a desarrollar un modelo que fuera viable para la comunidad, entendiendo que no era posible replicar ni tampoco
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queríamos generar un falso histórico en la construcción, dando pie a lo que hoy conocemos”. El arquitecto a cargo de la obra fue Joaquín Velasco Rubio, reconocido en la zona por obras como el Hotel Cirilo Armstrong y Dinamarca 399. Velasco reconoce el valor agregado de realizar una obra de baja altura, dando espacio a la discusión en torno a si Valparaíso va a abrazar el desarrollo inmobiliario con grandes torres en sus cerros o si se va a respetar el anfiteatro natural de la ciudad. De aquí nace entonces el concepto de condominio en baja altura, contemplando lofts y departamentos en una fusión de arquitectura moderna con un estilo tradicional. La estructura cuenta con un revestimiento de latón microacanalado en su fachada, junto a los colores en tonos grises, negros y blancos con maderas expuestas, que dan paso a los grandes vidrios que permiten disfrutar del entorno.
Cultura > Patrimonio
Otra de las inusuales decisiones fue contar con amplios espacios verdes comunes, integrando una verdadera plaza al interior de condominio, lo cual pretende convertirse en la recuperación y revitalización de la vida de barrio en el sector, según señala el propio Mauricio Zamora. Los departamentos fueron construidos con cielos de hormigón a la vista, pisos de porcelanato, gradas de roble reciclado de la demolición, pino oregón en marcos de ventanas seleccionadas y fierro reforzado en barandas, dando pie a la combinación de espacios tradicionales junto al moderno diseño, el urbanismo y paisajismo.
EL RESCATE DEL PATRIMONIO El peso histórico donde hoy se emplaza Parque Magnolio es innegable, debido a que por más de 100 años funcionó en ese mismo espacio el Hospital Alemán de Valparaíso, que fue reconocido en sus años de servicio por la excelente calidad de sus médicos y la vanguardia que propuso en Chile en el ámbito de la salud. Sin embargo, a pesar de existir hoy en día una construcción de gran envergadura, se realizó un importante trabajo de rescate patrimonial impulsado por Desco, donde se restauró la casona principal del ex hospital, trabajo que estuvo a cargo de la museóloga Julia Koppetsch junto a otros profesionales de la conservación. Este espacio fue abierto al público como museo, donde se encuentran algunas piezas clave rescatadas del antiguo inmueble, además de otras pertenecientes a la Botica La Unión. Es así como en la sala se pueden apreciar instrumentos de medición, jeringas, probetas y otros insumos utilizados en los siglos XIX y XX.
Pero el rescate no fue solamente patrimonial, ya que también existió un trabajo importante en torno al cuidado del entorno natural del ex hospital. Se le solicitó asistencia técnica al Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso para realizar un informe sobre las especies arbóreas que habitaban en el lugar y debían ser protegidas. De esta manera, se edificó en relación a dos especies arbóreas presentes, adaptando los espacios disponibles en torno al patrimonio natural del lugar. Una de ellas es la especie denominada Magnolio, de nombre científico Ficus Macrophylia y la otra es el Pimiento, este último nativo de América del Sur. Ambas especies poseen una altura superior a los 15 metros y tienen más de 130 años de edad, acorde al estudio realizado por la PUCV. De esta forma, “Parque Magnolio” se ha transformado en un proyecto inmobiliario sin precedentes en Valparaíso, capaz de respetar el entorno y preservar el patrimonio cultural y natural presente. Una propuesta armónica y de gran valor acorde a la realidad de una ciudad que busca constantemente respetar y hacer valer su condición histórica. Para el gerente del proyecto, Mauricio Zamora, esto se logra principalmente teniendo la capacidad y el deseo de escuchar a la comunidad, comprendiendo que los habitantes de ciertos sectores conocen y aprecian de mejor manera su barrio. Saber congeniar una construcción contemporánea con características tradicionales es parte importante de lo que ha convertido a Parque Magnolio en un éxito, entregando a los mismos porteños un nuevo y mejor espacio para vivir.
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Cultura > Música
Chinoy
En un viaje
sin rumbo Su despegue comienza en Valparaíso, pero su vuelo no tiene una dirección definida. Es así como de tocar en pubs de la bohemia la porteña, de un momento a otro arranca con su guitarra de palo y particular voz a los escenarios europeos. Una forma de ser y un talento que lo hacen integrar parte de una generación de jóvenes músicos chilenos con gran proyección internacional. Por Gonzalo Rojas Misle / Fotografía: Paulina Rojas y José Mogrol
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¿Te podí correr más atrás? Te hai reído todo el rato y me desconcentrai caleta”, le pide Chinoy a un joven del público. Me hace recordar la irreverencia del ex prisionero Jorge González. Eso fue lo único que dijo en todo el concierto, lo demás fueron canciones plagadas de metáforas y acompañadas de su andrógina voz. El artista es frío y de carácter fuerte sobre el escenario.
estadio, luego de haber trabajado toda tu vida en él, y haber cortado los boletos en el equipo de tu vida. Al final, es una cosa muy infantil esto de ser o no ser famoso. La gente se lo toma como una gran cosa, cuando hay mucho por demoler. Soportar la utopía de que en algún momento todos vamos a tener una vida sobrenatural, algo que no tenga nada que ver con esto.
No mira al público, sus ojos están permanentemente cerrados. Es que cuando canta su trova y toca la guitarra hace un viaje espiritual y se conecta con su interior. El gesto no es un desaire con los asistentes de “La Piedra Feliz”. Para él, la música es entrar en un estado de catarsis.
El arte quiere llegar a eso, una sensación donde el hombre no quiere ser humano, ya no quiere los derechos humanos, porque quiere romper al humano, quiere ser un poco más que el humano. De alguna manera, el arte cumple con el asunto de que en algún momento vamos a tener las orejas puntiagudas, o vamos a tener unos ojos gigantes, porque viviremos en unos hoyos infernales debajo de la tierra.
Su particular temperamento no es consecuencia de la incipiente fama que hoy tiene. Chinoy asegura seguir siendo el mismo joven que creció en San Antonio. “Nunca me voy a poder sacar la personalidad con la que me crié. Sería muy raro que ahora empezara con una personalidad nueva”, cuenta, mientras acaricia la botella de cerveza que sostiene en sus manos. Le robó el apodo a su abuelo carpintero. El joven trovador se llama Mauricio Castillo Moya y se crió en Placilla, una población cercana a San Antonio. Comenzó tocando en bares porteños y hoy piensa en internacionalizar su carrera.
UNA CANCIÓN LIBRE Su primer encuentro con Valparaíso fue el año 2000, cuando tenía 18 años. Dejó San Antonio para estudiar música en la Universidad de Playa Ancha, pero las malas juntas y su inmadurez lo hicieron desertar al año y medio de la carrera, antes que lo expulsaran por rendimiento. Tuvo que retornar a su ciudad natal para reformular su camino, y ya con las cosas más claras, el 2005 vuelve para cantar en la bohemia porteña.
¿Cómo fue pasar de ser de una persona de bajo perfil a un referente de la música nacional?
¿Qué quieres comunicar con tu música? En términos generales, porque cada canción debe tener su propia historia.
No pasa nada, no tengo la sensación de eso. Me junto con las mismas personas, creo la misma conversación. Cuando me miro al espejo veo al mismo tipo, nada más. Entonces, no es cierto, es un fenómeno del humano y de lo moderno también. Picasso, el año 20, era el artista más grande del mundo, pero al tipo nadie lo conocía. Se miraba al espejo y probablemente tenía una sensación, a través de sus cuadros y de su arte. Además, tenía una ambición de romper todos los límites de la pintura.
Ese querer está muy alejado del cariño, está como pensado. No hay un querer, así como del pensamiento. El pensamiento se mueve muy en combinaciones, que olvidan lo que el momento quiso. O sea, el pensamiento es hambriento y se quiere alimentar de todo. Ese querer comunicar para mí es tener algún tipo de cariño, o bien, un tipo de conocimiento. Es algo que agarras, una idea, es querer que la canción sea libre. No es ni siquiera emular lo que hay en la canción, saber que algo te salió mejor que otra cosa.
¿Pero te sientes famoso? Tengo una pequeña fama, claro. No me siento famoso, pero soy famoso. ¿Te piden fotos y autógrafos? Claro. Pero eso no tiene nada, es lo mismo que firmar cualquier cosa. Es como reunir los boletos en el
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¿Y comunicar mensajes políticos? No, sería un arte menor. El artista tiene un proceso de contención y de almacenamiento. Es como una esponja, y finalmente lo que sale es algo espontáneo, eso es una obra de arte verdadera. Porque de lo contrario, es algo pensado y repensando, algo que le cuesta al artista, entonces, no es muy buen artista.
Cultura > Música
“NO LE DEBO NADA A MANUEL GARCIA” Hay una nueva generación de artistas chilenos que están teniendo gran éxito, como Gepe, Nano Stern, Camila Moreno, entre otros. ¿Te sientes parte de ellos? De alguna manera hay un tipo de generación, lo que no me queda claro es que si todos hacemos lo mismo, si todos tenemos la misma idea acerca del arte. Han salidos buenos hacedores de canciones, gente que ha tenido sus momentos de lucidez y de entrega en el arte. Han logrado canciones, que a mí por lo menos no se me van a olvidar. Estaré hablando de canciones como “De lo cierto”, de Camila Moreno, y “Hablar de ti”, de Manuel García, canciones sueltas. A uno lo van a recordar por cinco o siete canciones y con eso va a bastar. ¿Manuel García qué significó para tu carrera? Manuel García fue un gran espaldarazo porque se llevó el rumor de que había otro cantante. Me ponía en sus recitales, me hizo subir con él varias veces al escenario, me llevó muchas veces a su casa. Conocí a su hijo y a su señora, de alguna forma me apadrinó. Soy un amigo de la casa.
¿Lo que tú eres hoy, se lo debes a él, de alguna forma? Eso no creo que sea tan así. Pero te ayudó… Me ayudó a ponerme donde debía. Si tú pones a Manuel García conmigo, aquí, tocando la guitarra, y yo te digo, ya, ¿a quién le salió mejor? ¿Una cosa así me estay preguntando? No le debo nada a Manuel García como pituto, está claro que cuando yo lo conocí no era nadie. Ahora está mucho mejor posicionado. Pero en ese momento los que estábamos partiendo en la música no éramos nada. Manuel García llevaba 10 años tratando de ser conocido. Lo conocí en una casita chiquitita. Nano Stern estuvo en el Festival de Viña del Mar, también Gepe, ¿te gustaría estar? Sí, me gustaría.
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VALPO LO HIZO Chinoy no se siente parte de ningún lugar, para él es una casualidad estar hoy en Chile. Piensa irse del país a probar suerte, y ya estuvo recorriendo escenarios en Europa. Ahora le tienta cruzar la cordillera y radicarse un tiempo en Argentina. No es de los que tenga una agenda programada, si le dan ganas de arrancar a un nuevo lugar, lo hace. Su primer escape fue desde su casa, y reconoce que San Antonio reforzó sus ganas de huir y conocer el mundo. ¿Cómo afectó en tu carrera el paso por Europa? Para mí no significa mucho. El mundo es súper chico y puedes estar en una esquina y te va a pasar lo mismo que en otro lugar. La misma relación la puedes hacer en muchos lugares. Una persona puede ir a muchas partes con un mismo problema. Podrías estar en tu pieza y no conocer el mundo, como también la persona que está completamente plena puede tener el mundo en su pieza. Escribiste una canción dedicada a Valparaíso, “Valpolohizo”, ¿qué significó para ti? Valparaíso significó mucho para mí, llegar a la libertad y dedicarme a lo que me gustaba. Tenía al-
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gunas canciones, me enamoré de una chica en Valparaíso y sabía que de alguna manera iba a resultar. Fue un lugar importante por las puertas abiertas que me entregó, aun cuando podría haber sido otra ciudad. No es tan fantástico pensar que lo que haces, la representación de uno, la búsqueda del interior hacia afuera, genere lo mismo que lo que tienes adentro. Entonces, podría haber sucedido aquí o en Buenos Aires. Todo es como accidente. Esto de ser chileno es un accidente, nacer aquí o nacer en España. Pero hay algo que hacer, estoy aquí para terminar un puzle, pero para eso hay que empezar a juntarse con la palabra “misterioso”, que es una palabra horrible. Me decías que nacer en Chile es un accidente, pero ¿te sientes chileno? ¿Gritas los goles de la selección? ¿Por la selección chilena? No. ¿No eres patriota? No, patriota no. Un patriota es un idiota, decía la Polla Records. Patriota nada, ese cariño por el país está muy en función de la masa, como algo atómico, como que todos tuviéramos que ser iguales. Eso aboga a algo muy simiesco, una cosa como que la naturaleza nos da a todos una cara distinta y, de pronto, todos tenemos que andar con una camiseta igual.
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KLARA EXISTE Chinoy canta “Klara”, una de sus canciones más conocidas. Todos en “La Piedra Feliz” corean el melancólico tema. Los versos son parte de su historia, en realidad como toda su música. “Klara fue una polola, en Valparaíso. Es de verdad, existe”, reconoce, esbozando por primera vez una sonrisa en nuestra entrevista. ¿Cuál es tu mayor sueño? Mi mayor sueño son unas alegres canciones sobre nubes doradas. Bajémoslo un poco… Mi sueño es, como el de cualquiera yo creo, dormirme contento como hombre o como mujer y despertar contento como hombre o como mujer. Frente al escenario político actual del país, el cantante opina que los cambios deben hacerse desde el “underground”. Además, dice “sentir asco al status quo y que el engaño a la gente se repite incesantemente”. Comenta que es fundamental conectarse con los espacios sagrados, buscar la alegría olvidada y enterrada por el materialismo. A su juicio, “ya no vivimos en un país, vivimos en bancos llenos de demonios”. Todos en el pub “La Piedra Feliz” están convencidos que asisten al concierto de despedida de Chinoy, antes que parta nuevamente a Europa. No saben que el cantante es impredecible y arrebatado. Antes de salir a escena, Chinoy suspendió su viaje.
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De Ceniza nuestra sábana Enrique Moro
A poco más de un año del incendio que consumió gran parte de los cerros de Valparaíso, conocimos a Enrique Moro, autor del libro “De ceniza nuestra sábana”, poesía que revive aquel difícil momento, que nos sitúa entre las llamas y nos hace sentir el viento y la desesperación que desencadenó aquella catástrofe.
Por Camila Olmos / Fotografía: Christian Gallardo
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“Nace de una tragedia. Es un libro trágico, es un solo poema donde predomina el viento; es el elemento que más está en el libro, que mueve las palabras, va y vuelve, es un libro hecho por el viento y por el fuego”. Así describe el autor esta obra que se instala dentro del dolor de una comunidad, porque no solo es la casa la que se quema, sino también los recuerdos, las fotografías, las personas, las mascotas, y también una parte de la historia de aquellas familias. Un mes después del incendio, Enrique Morro comenzó a escribir. Fueron cuatro versiones hasta llegar a la definitiva, un proceso que duró cerca de cinco meses. El escritor porteño recuerda que al momento del incendio “estaba fuera de Chile y volví justo el día que terminó. Esa distancia me permitió ver más el horror y la magnitud de lo que estaba sucediendo. Estaba en comunicación permanente y escuchaba en la voz de la gente la desesperación, la pena, la tragedia, el ahogo y el miedo”. En cerca de treinta y cinco páginas, “De ceniza nuestra sábana” capta la amenaza y el dolor de la ciudad y sus habitantes. Es volver a sentir el viento ardiente, abrazar las llamas y oler la ceniza. Aquí no hay metáforas ni adornos, porque es un libro honesto, tosco y muy directo; es como dejar un testimonio, es como una suerte de fotografía de lo que estaba sucediendo.
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alparaíso besa la llama que lo abraza / Desde las alturas el rojo viento / El violento llamear / Sobre los techos y las casas /Arde este beso en la frente de los humildes / Arde y calcina este abrazo… Así comienzan los primeros versos del libro “De ceniza nuestra sábana”, que además dibuja en su portada un Valparaíso con el alma en llamas, atravesado por la esperanzadora frase “Levántate Valparaíso”. En los versos que conforman esta obra, Enrique Moro, poeta oriundo de esta ciudad, refleja una de las peores tragedias que ha vivido la Joya del Pacífico: el 12 de abril del 2014, infernales llamas consumieron las viviendas de más de tres mil familias porteñas, que habían levantado historias en los cerros que miran hacia el mar. Hoy sus hogares, construidos a pulso, pala y picota, son cenizas desplazadas por el viento y a más de un año de aquel encendido fin de semana hay quienes todavía no tienen una solución definitiva. 40
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Enrique Moro es porteño, nació en Valparaíso y volvió a él no solo para escribir este libro, sino también para sumarse a las manos que fueron de ayuda cuando cesaron las llamas. Así fue como nacieron los personajes que se dejan ver en el poema, él los conoció y estuvo con ellos, no fueron simplemente creaciones ficticias. “Es un libro muy emotivo, porque está siempre presente el otro, la víctima, la gente que realmente sufrió y el poeta sufre con ellos en alguna medida”, confiesa.
EL POETA Enrique Moro nace en abril del año 1956 en el cerro Bellavista. Proviene de una familia proletaria donde se leía y se discutía mucho, sin embargo, muy joven decidió dejar su hogar y comenzó a entrar en el mundo de la poesía. En un contexto político muy encendido en nuestro país, Enrique sintió la necesidad de tener que enfrentar la dictadura militar, entendía que algo había que hacer, “yo consideré que mi deber era escribir, porque en alguna medida siempre había estado cercano a la literatura. Ahí entendí que la poesía tenía un sentido y que escribirla era importante, que podía ayudar”, recuerda el poeta.
Cultura > Literatura
De esta manera, comenzó a reconstruir la esperanza y la fe de que se podía luchar desde diferentes posiciones y la suya era con una pluma como su única arma. “Para mí fue importante asumir la escritura como un arma de lucha, una forma de batallar contra la dictadura. Muchos artistas hicieron eso y creo que la cultura, en ese sentido, tuvo poder contra la dictadura”.
POESÍA PARA SER ESCUCHADA En los años 80, la prohibición de los libros estaba latente. Difícil era conseguir papel y más aún encontrar una imprenta que hiciera la otra parte importante del trabajo. En este contexto, los artistas optaron por hacer una poesía ligada a la oralidad, una poesía para ser escuchada. Enrique Moro recuerda que “era un elemento muy desafiante, porque tenías que hacer un tipo de poesía muy rápida, con pocas palabras y conceptos que pudiera captar el oyente, entonces eso fue muy notorio y en alguna medida hizo que nuestra poesía estuviera más cerca del espectáculo”. “Mi poesía es política, social y tiene un contenido muy claro. Una poesía que está contra la injusticia, que nace desde la necesidad del cambio y que apela a la igualdad entre los seres humanos, donde el yo se diluye un poco, pero donde el colectivo y el otro está mucho más presente”, agrega. Para Enrique Moro, la poesía, más que embellecer, es una forma de plantear muchas preguntas, aunque tiene pocas respuestas. Sin embargo, la considera como una expresión que hace reflexionar mucho, en términos propios y colectivos. Una forma de preguntarle al otro en qué está, qué es lo que su-
cede; y esto es lo que hace a través de la obra “De ceniza nuestra sábana”, donde además de revivir la tragedia que enlutó a Valparaíso, refleja un problema político y social que está viviendo la ciudad. En cuanto a la poesía en general, el escritor considera que actualmente se está viviendo una crisis de audiencia en todo el mundo, “los poetas nos hemos ido quedando sin público, la crisis que hay de lectores y oyentes es muy grande y creo que es porque ha sido una generación que se ha perdido un poco. No es lo mismo estar escribiendo contra la dictadura que estar en democracia. Son nuevos problemas, nuevas dinámicas, nuevas realidades y nuevas formas de escritura. Además, los nuevos soportes y plataformas, como Internet, ha significado una nueva instantaneidad y eso significa replantearse muchas cosas, te obligan a estar atento.
VALPARAÍSO AL MUNDO “De ceniza nuestra sábana” llegó hasta Francia y, en menos de un año, Waldo Rojas lo tradujo al francés, lo que ayudó a que el público lector se ampliara y que personas de otros lugares pudieran darse cuenta de lo que significa la tragedia en una ciudad como ésta. Además, fue musicalizado para que ninguna persona se quede sin sentir esta poesía. Enrique dice que escribir este libro significó una gran experiencia y lo sigue siendo porque aún no termina, “es una cuestión que recién comienza, el poema no tiene un año y ya mucha gente me pregunta sobre él. Yo tomo cierta distancia, porque no me es muy cómodo, es un texto íntimo que toca a seres humanos en su dolor, no me gusta eso de decir – ¡qué gran libro!-, no fue para eso que lo escribí”.
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Puerto Loco, restaurant
Comida Gourmet a un precio popular
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Turismo > GastronomĂa
Pensado para aquellas personas con gustos delicados y de exigente paladar, pero sobre todo para quienes cuentan con un presupuesto escaso, este restaurant invita a degustar de refinadas y atractivas recetas, todas ellas hechas con productos caseros y de buena calidad que no buscan otra cosa que cautivar a los visitantes de este puerto loco. Por Gonzalo Rojas Misle / FotografĂa: Dago Ulloa y Paulina Rojas
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ncantados por el puerto de Valparaíso, Dagoberto Ulloa y Daniel Carrasco decidieron dejarlo todo: escapar de Santiago y emprender una nueva vida, al alero de la gastronomía. Es así como nace, hace poco menos de 1 año, el restaurante Puerto Loco, definido por sus dueños como una “picada”, donde la esencia es ofrecer todo tipo de comidas con un toque gourmet, pero a un precio popular.
Para Dagoberto siempre fue un sueño vivir en Valparaíso, la mística que envuelve al Puerto para él es única en el mundo. “He viajado mucho y no hay un lugar con esta energía. Como dicen algunas canciones: Valparaíso te atrapa, y a mí me atrapó”, comenta mientras observa la colorida subida de Yerbas Buenas desde la ventana de su acogedor restaurant. En la semana el menú está a tan solo $2900, y se caracteriza por tener exclusivamente productos caseros. El cliente nunca sabe con qué se va a encontrar, y así es como todos los días hay algo nuevo. “La oferta puede ser desde lentejas hasta risotto de mariscos”, cuenta Daniel, quien es chef profesional y posee años de experiencia en la gastronomía europea. Dagoberto está convencido que la propuesta de su restaurant es incomparable en el mercado gastronómico de la ciudad. Por ejemplo, asegura que son “los únicos en la zona que ofrecen pejerrey en el menú, imponiendo el tema de llevar productos exclusivos a la cocina diaria”. Por su parte, Daniel piensa que el distintivo está en “ser un lugar original, con una variedad de menús y sándwich, todo con un toque gourmet y a un precio económico y popular”. En Puerto Loco se cocinan dos platos diarios, uno típico y otro gourmet. Un día, por ejemplo, los clientes pueden optar por degustar un característico charquicán o un elaborado ají de gallina. Además, también está la opción de platos para veganos y sándwiches gourmet. Durante las tardes, Puerto Loco sintoniza con la hora del té y preparan mermeladas, pasteles, tradicionales pailas de huevos, chocolate caliente y café a grano, entre otros. Todo cocinado con la intención de convertir lo casero en gourmet. En tanto, los fines de semana el menú sube de precio hasta alcanzar los $3500, debido a que el foco está en hacer platos un poco más elegantes.
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SABOREAR Y SENTIR EL PUERTO Pero el sello de este restaurant no está solamente en la cocina, también hay una especial preocupación en la experiencia que entregan, y es así como las coloridas paredes y la delicada música invita al cliente a sentir la bohemia porteña. Los murales son todos dibujados por artistas porteños, destacando uno hecho a tiza con el rostro del poeta Pablo Neruda. Es que el premio Nobel es un referente para Dagoberto y Daniel, quienes precisamente se inspiraron en su poema “Oda a Valparaíso” para el nombre del restaurante. Un lugar que está ubicado en el corazón de Valparaíso, exactamente en la tradicional subida de Yerbas Buenas, n°12, en las faldas del Cerro Bellavista. Un sector imperdible para quienes visitan la ciudad patrimonial y buscan sentir la esencia de Valparaíso.
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En Puerto Loco están contentos con la crítica de los clientes, incluso algunos ya son fieles seguidores de las recetas de Daniel. “A pesar que llevamos poco tiempo, hemos tenido una súper buena respuesta del público, sobre todo del extranjero. El europeo busca comer rico y a un precio justo”, asegura Dagoberto. En internet los clientes también han expresado sus buenos comentarios, así en TripAdvisor Puerto Loco está calificado como un restaurante “excelente”. Allí el público recomienda el local por sus platos de calidad a convenientes precios, acompañado siempre de una buena atención. Con miras al futuro, los dueños del restaurante, junto a otros locatarios, están haciendo esfuerzos para potenciar el sector, buscando que con el co-
rrer del tiempo pueda llegar a transformarse en un barrio gastronómico que de paso pueda darle una nueva cara a la subida Ecuador. “En la zona hay una propuesta interesante y que está creciendo”, agregan. Estos emprendedores están deseosos de seguir fortaleciéndose, y es por ello que recientemente el local fue ampliado. Si bien actualmente el restaurante cierra a las 20.00 horas, pronto esperan extender el horario de atención, para ser también el after office de los porteños, ofreciendo cervezas artesanales y delicadas tablas. Con su especial mística, Valparaíso atrapó a Dagoberto y Daniel. Ahora ellos esperan que Puerto Loco atrape a sus clientes a través de sabrosos y sofisticados platos a precios económicos.
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MM 450, hotel boutique
Un segundo hogar en Valparaíso Mercado Moderno es tradición y vanguardia. Ubicado en Cerro Alegre, uno de los barrios patrimoniales más representativos de Valparaíso, cuenta con exclusivos diseños que dan vida a la imponente casona construida a principios del siglo XX. Pero la esencia de este hotel boutique también está en la calidad del servicio: buscan ser una extensión del hogar. Por Gonzalo Rojas Misle / Fotografía: Hotel MM 450
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n la colorida calle Lautaro Rosas de Cerro Alegre está MM, que no es otra cosa que la abreviación de Mercado Moderno, un hotel boutique, restaurante y tienda perteneciente a la viñamarina Margarita Avsolomovich. El diseño es la impronta de este lugar: su estilo minimalista y preocupación por los detalles están por todos lados. Todo partió con la tienda boutique, cuando en el 2008, Avsolomovich, diseñadora de profesión, decide comenzar a vender sus creaciones exclusivas y hechas con materiales únicamente chilenos. Pero desde que compró la casona de Lautaro Rosas 450 tenía la inquietud de abrir un hotel boutique. Es así como el 2011 parte con una hostal, la cual fue el inicio de lo que hoy es el elegante MM 450. Recién en octubre del año pasado se formalizó su clasificación como “Hotel Boutique”.
TRADICIONAL CASONA PORTEÑA Si hay algo que ha crecido en los cerros de Valparaíso es la oferta de hoteles boutique, caracterizados por sus estilos propios y por brindar un servicio personalizado. Pero hay algo que distingue a MM 450 de todos los demás: la estructura de la
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casona no ha sido nunca intervenida. Es así como los visitantes pueden vivir la experiencia de verse inmersos una autentica casa porteña de comienzos de 1900. El hotel cuenta con nueve habitaciones, donde los precios varían de acuerdo al tamaño. Todas poseen camas matrimoniales, televisión a cable y baño privado, y las más amplias tiene algunas comodidades extras, como por ejemplo, un área de estar con sofá y su propia cafetera. Mery Quintana, administradora del hotel, cuenta que los precios son muy accesibles, ya que “según la categoría de habitación, van desde $70.000 hasta $110.000”. Para Quintana, la clave de un hotel boutique no está sólo en el número reducido de habitaciones, ya que también es trascendental la forma de entregar el servicio, más personalizado y menos protocolar. “Los pasajeros se van abrazándonos”, asegura la administradora de MM 450. Así, Mercado Moderno tiene “la idea de generar un lugar que sea la extensión del hogar, no simplemente donde van a hospedarse”, cuenta Quintana,
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mientras observa el tornasol paisaje de Cerro Alegre desde balcón del hotel. La ambientación está inspirada en un estilo minimalista, donde hasta los mínimos detalles fueron confeccionados por Margarita Avsolomovich. “Todo lo que se ve en las habitaciones son diseños creador por la tienda Mercado Moderno y con materiales locales”, comenta la encargada de la casona. La tienda ya está consolidada en Cerro Alegre. Mercado Moderno propone vestuarios diseñados a mano a través de productos nacionales, como el cobre o la lana, donde las prendas se caracterizan por un estilo vanguardista y contemporáneo. Destaca un rincón especial, el jardín secreto de MM 450, un espacio con una mística particular, que solamente Valparaíso conoce. Ideal para compartir junto a los compañeros de viaje la panorámica vista de las coloridas casas porteñas. Por medio de clásicos canales de venta, así como también por como booking.com, los turistas llegan confiados en la calidad que encontrarán en MM 450. En este sitio, especializado en reserva de hospedajes, se evidencia la conformidad general de los clientes con el hotel, logrando una puntuación de 8,2 de 10 puntos.
LO NUEVO: RESTAURANTE En Octubre de 2014, MM 450 inaugurará su restaurante. “La espacialidad es el ceviche, hay 6 tipos distintos. Estamos patentando MM la cevichería. Igual la carta tiene otras opciones: pescados y maricos frescos, sándwiches y carnes como costillas de cerdo”, explica Mery Quintana. Pero aparte de ser un hotel boutique, tienda y restaurante, Mercado Moderno también presta servicios completos para eventos y reuniones. Desde simples cócteles, hasta pomposos matrimonios, siempre buscando adaptarse a las exigencias de cada cliente. “Hemos hechos eventos baratos, de 12 mil pesos por personas, y que incluye unas tablas con un sour. Pero también hemos hecho otros que cuestan millones. Si las personas nos dicen tenemos 8 mil pesos, el chef se las arregla para ver qué puede hacer”, explica Quintana. Con el correr de los años, Mercado Moderno se ha ido transformando en una marca porteña donde los visitantes disfrutan de cada detalle en el servicio y sienten el patrimonio de Valparaíso impregnado en sus escaleras de pino Oregón, largos pacillos y diseños propios. VALPO MAGAZINE > AGOSTO-SEPTIEMBRE 2015 49
QUINTAY: Vida después de la muerte
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Con una historia marcada a fuego por la antigua ballenera, Quintay poco a poco se ha ido convirtiendo en un atractivo pueblo costero poseedor de una interesante oferta gastronómica a pasos del mar y una amplia gama de clubes de buceo que dan cuenta de la rica biodiversidad submarina que es posible encontrar en este lugar. Rodeada por acantilados escarpados y una linda playa de arena blanca, esta pintoresca caleta de pescadores ha sabido mantener viva la memoria de aquellos años de cazadores de ballenas para apuntar a un futuro en armonía con un entorno único en la región. Por Tomás Moggia / Fotografía: Tomás Moggia
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ños atrás, Quintay era sinónimo de muerte y pestilencia. Cuentan que el olor a putrefacción era perceptible en todo el pueblo durante los poco más de 20 años que operó la antigua ballenera, que en su momento fue la mayor industria dedicada a la caza de ballenas en el país. Más de 13 mil ballenas fueron aniquiladas y procesadas por la empresa Indus. Hoy en día, ese periodo de exterminio permanece latente gracias a los esfuerzos de la Fundación Quintay, que con mucho esfuerzo ha recuperado y restaurado la exballenera con la intención sensibilizar y promocionar dentro de la comunidad y los visitantes una cultura de respeto al mar. Ubicado a poco menos de 50 kilómetros de Valparaíso, Quintay es un panorama perfecto para un fin de semana. El camino que lleva a este pequeño poblado costero parte desde la ruta 68, a un costado del embalse Peñuelas, en dirección hacia la costa. Atraviesa grandes extensiones de plantaciones de pinos, donde sin duda la parte más atractiva de la ruta se encuentra ya cerca del final, desde el momento en que comienza el descenso propiamente tal hacia el pueblo, en un tramo donde es posible apreciar la magnitud y belleza del océano, además de algunas quebradas que todavía mantienen parte del bosque nativo que antes dominaba estas tierras.
Una vez en el poblado, lo más recomendable es recorrerlo a pie hasta la caleta. En caso de ir en auto, evitar bajar a la costa en vehículo, ya que generalmente hay poco espacio para estacionar y los cobros asociados son bastante altos, incluso prohibitivos. En la parte alta de Quintay, pero por sobre todo en la línea del mar, existe una amplia variedad gastronómica que posee un fuerte énfasis en productos y delicias del mar. Asimismo, también es posible encontrar una serie de escuelas de buceo, en las cuales se pueden hacer distintas actividades, desde arrendar un kayak hasta hacer bautismos submarinos, ideal para aquellos que quieren aventurarse a las profundidades del Océano Pacífico para ser testigos de la biodiversidad y la historia que es posible admirar en las aguas de Quintay.
DEL EXTERMINIO A LA ARMONÍA Sin lugar a dudas, las instalaciones de la exballenera son el ícono de esta caleta de pescadores de la región de Valparaíso. Desde 1993, parte de ella pertenece al Centro de Investigación Marina Quintay, perteneciente a la Universidad Andrés Bello, que aprovechó de manera respetuosa y armoniosa las estructuras, teniendo cuidado en mantener su identidad, para utilizarlas como espacios para el desarrollo de investigación marítima de primer nivel.
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Por su parte, el resto de las instalaciones de la exfaenadora fueron entregadas en 1999 a concesión a la Fundación Quintay, institución que desde entonces se ha preocupado por mantener viva la memoria de un periodo en que este poblado fue reconocido mundialmente por la caza de ballenas, buscando así proyectar un futuro de respeto con el mar. Corría el año 1943 cuando la Ballenera de Quintay fue inaugurada por la empresa Indus, lugar donde trabajaban entre 700 y 1.000 empleados, en tres turnos, durante todo el año. Pese a su ubicación, pocos eran los habitantes de Quintay que se involucraron en las faenas de esta industria, pero aun así convivían diariamente con el olor pestilente del lugar y de muchos de los trabajadores de la ballenera, que poco podían hacer para sacarse el mal olor. Se cuenta que en los fines de semana, la mayoría de los obreros se arrancaba a Valparaíso y Viña del Mar a distraerse, más aun considerando que el empleo era bien pagado para aquella época. Ocho barcos llegaron a operar en forma simultánea en Quintay, y cada uno podía cazar hasta 16 ballenas cada día. Una vez cazada la ballena mediante arpones, el animal era amarrado y remolcado a un costado del buque. Se estima que más de 13 mil ballenas fueron exterminadas y procesadas por la empresa Indus, y se calcula que más de mil de ellas fueron ballenas azules, la especie más grande que ha habitado la Tierra, llegando a medir unos 33 metros de largo, pesando hasta 160 toneladas y viviendo hasta los 90 años. Aceites, sebo, jabones, detergentes, carnes y otros productos eran elaborados a partir de las ballenas. En muchas ocasiones la cantidad de ejemplares cazados superaba la capacidad de faenación de la industria, lo que era resuelto inyectándoles aire comprimido a los especímenes muertos para que flotaran atados al muelle o en boyas, hasta que luego de unos días eran arrastrados hasta la rampa para ser utilizados. Este procedimiento era el gran culpable de la enorme pestilencia que se sentía fuertemente en todo Quintay. Hoy en día, los estudios afirman que la población de ballenas azules del Hemisferio Sur no sobrepasa los 1.500 ejemplares. Y casos parecidos es posible mencionar con otras especies de ballenas o cetáceos. La caza indiscriminada, la codicia y la ambición de los humanos, estuvo a punto de llevar a la extinción a varias especies de estos bellos y enig-
máticos animales, que desde tiempos inmemoriales han despertado un profundo interés en las personas, generando un imaginario que se ve reflejado en leyendas e historias que es posible encontrar a través de los distintos mares del mundo. La ballenera de Quintay operó desde 1943 hasta 1961 a máxima capacidad, y tras un paréntesis, volvió a reanudar sus trabajos bajo administración japonesa desde 1964 a 1967, año donde cerró sus actividades en forma definitiva. En 1979, Chile ratificó un acuerdo internacional para prohibir toda caza de ballena, pero países como Noruega, Japón e Islandia se negaron a firmarlo, los cuales incluso hasta estos días merodean con sus barcos por las aguas nacionales en busca de estos majestuosos animales. Actualmente, el costo de la entrada para ingresar a la exballenera asciende a $800. El recorrido cuenta con paneles informativos en sus distintos sectores. La primera estación está enfocada en una exposición denominada “La ballena: mitos y realidades”, donde se hace un pequeño homenaje a los mitos y la fascinación que este animal ha ejercido en las diferentes culturas alrededor del mundo, entre ellas la mapuche, tehuelche y la chilena, esta última mediante un texto del poeta Pablo Neruda. La muestra cuenta con una serie de escritos e ilustraciones que enriquecen el recorrido por una antigua bodega. Siguiendo con la visita, una segunda estación cuenta la historia propiamente tal de la ballenera de Quintay. Posee impactantes y perturbadoras fotografías, objetos que pertenecieron a la empresa y una reproducción a escala de uno de los barcos que perteneció a la faenadora. Por otra parte, una última estación pertenece a la WWF, lugar donde se busca sensibilizar en torno a la importancia del cuidado de los mares de nuestro país. Posteriormente, se puede seguir recorriendo otras instalaciones de la ballenera, entre ellas el muelle y el faro que se encuentra sobre una pequeña colina que posee una buena vista al pueblo, a la playa de arena blanca ubicada a unos kilómetros, y por supuesto a toda la bahía de Quintay. Un lugar idóneo para imaginarse -ante el incesante romper de las olas- aquella fatídica época de exterminio y comenzar a visualizar un futuro de armonía y respeto por el mar.
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Cerro Alto del Pe帽贸n
Entre
cumbres y cascadas
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Pese a ofrecer grandes vistas a cerros importantes de la zona, Alto del Peñón es una montaña que pasa inadvertida debido a la presencia de un vecino de mayor atractivo y altitud como el Gloria. No obstante, esta cima merece ser conocida porque permite avistar no sólo a hermanos mayores como el Aconcagua o Juncal, sino que también ofrece la posibilidad de observar una gran variedad de fauna local como guanacos, cururos y aves que coexisten en este ecosistema alto andino. Por Mauricio Genskowsky / Fotografía: Tomás Moggia y Mauricio Genskowsky
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on gran entusiasmo partimos en busca de una nueva cumbre por coronar, donde el Alto del Peñón – 3.882 metros sobre el nivel del mar- se nos presentaba como una alternativa ideal al tratarse de una cumbre de baja dificultad técnica y fácil acceso. Ubicado a menos de una hora desde la ciudad de Los Andes, la manera de llegar a esta montaña es por la ruta 60 CH, la cual conduce al hermano país de Argentina -se recomiendo a quienes visiten el lugar en esta época se informen de los horarios en que se encuentra abierta la ruta-. El simple hecho de recorrer este camino de alta montaña ya es una enorme recompensa, dado que se trata de un entorno sobrecogedor, rodeado de un sinfín de cumbres que se yerguen imponiendo su majestuosidad. Luego de unos quince kilómetros de la localidad de Río Blanco, entre el primer y segundo cobertizo de piedra, nos topamos con un puente, el cual pasa sobre el estero del Peñón, lugar al cual nos dirigimos y que se encuentra en dirección norte. Poco ante del puente, un pequeño camino de tierra nos hará aún más fácil la tarea de aproximación, ya que en unos diez minutos nos permite ascender unos trescientos metros de desnivel. Este camino de ripio generalmente se encuentra en buenas condiciones y es apto para cualquier tipo de vehículo, el cual se puede dejar al final del camino sin mayores inconvenientes. Una vez preparados y a la vez maravillados por el cajón, emprendemos rumbo en dirección norte. Se debe seguir una huella que en algunas partes es poco clara y que transcurre por la ribera oeste del estero. Tras unos 50 minutos de marcha estaremos frente al primer farellón, que nos deja maravillados con varias cascadas, donde la más grande y alta proviene del cerro Gloria, el verdadero guardián de este cajón con sus 4.479 metros de altitud. Alcanzado este farellón adornado por cascadas, es necesario buscar la manera de cruzar a la ribera este del estero, teniendo siempre cuidado de no hacerlo muy cerca de las caídas de agua, ya que se complica mucho en esa zona y nos veremos obligados a sacarnos los zapatos. Para evitar hacer esto, es recomendable realizar el cruce unos 100 metros antes de las cascadas. También es ideal atravesar el curso de agua lo más temprano posible para así no enfrentarse a un caudal mayor. Una vez al otro lado del estero, debemos continuar en dirección norte bordeando algunas cascadas más bien pequeñas hasta donde el sendero gira al este ganando rápidamente altura, justo al costado derecho del salto de agua más grande. Esta parte se vuelve un poco más pesada, ya que el grado de inclinación
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aumenta fuertemente y el estado del terreno no es muy bueno, por lo que se sugiere tener precaución para evitar resbalones y pequeños derrumbes. Superada la altura de la cascada principal, es necesario avanzar nuevamente en dirección norte a través de un sendero que se torna difuso para finalmente volver a alcanzar el estero, que en algún momento es recomendable volver a cruzar para seguir por su ribera oeste, puesto que por allí existe una huella mucho más marcada y expedita. Pasadas unas tres a cuatro horas de marcha, nos encontramos con una impactante pared que da fin al valle, y sobre la cual sobresale el cerro Gloria. Este será un buen lugar para ubicar el campamento base, si es que nuestro itinerario busca ser más relajado, ya que el ascenso perfectamente se puede realizar en una ardua jornada, siempre y cuando se cuente con un estado físico acorde. Ya en este sector es posible ver los primeros ejemplares de guanacos, que por esta área abundan en gran número debido a las restricciones que en los últimos años ha habido para ingresar al aledaño cajón del río Colorado, lugar que concentra una de las mayores poblaciones de estos camélidos en los Andes Centrales. Casi sin quererlo, esto ha permitido que
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esta especie se propague hacia sectores como el estero del Peñón y cajones y valles adyacentes, donde durante mucho tiempo estuvieron ausentes debido a la caza indiscriminada y a la presión ganadera, pero que gracias a ese aislamiento forzado han comenzado lentamente a repoblar el área circundante. Frente a nosotros también tendremos las cascadas que bajan directamente del cerro Gloria, las cuales nos abastecerán de agua. La noche será un espectáculo que nos vislumbrará con la vastedad del universo. Si tenemos suerte podremos ver incluso nebulosas y uno que otro satélite, que se distinguen por su paso veloz a través del cielo estrellado.
HACIA LA CUMBRE Como tenemos un itinerario bastante holgado, podremos darnos el lujo de salir un poco tarde. Esto nos permitirá tener una mejor visión del lugar, generando mayores chances de avistar guanacos, los que actualmente se pueden apreciar hasta en grupos de veinte ejemplares en las partes más altas del cajón. Además, es posible identificar las huellas que ellos mismos han dejado con sus recorridos, así como también los lugares donde suelen recostarse y revolcarse.
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Saliendo desde el campamento base, nuestra marcha deberá dirigirse hacia el oeste, en una pendiente que tiene una inclinación algo pesada, que luego de dos horas nos deja a la misma altura de las cascadas y farellones que veíamos desde nuestras carpas, permitiéndonos apreciar casi la totalidad del cajón y el cerro Gloria, con sus neveros y pendientes. Desde este punto, son cerca de dos horas más en las que tendremos que recorrer por una pendiente con poca inclinación y que hace bastante agradable la marcha. Una vez alcanzada la cumbre, esta nos revelará parte de la cima más alta de América: el Aconcagua. La vista del macizo es espectacular, un monte inconfundible que gracias a su altura sobresale por mucho a la mayoría de las cumbres que lo rodean, demostrando así por qué es el techo de América. En la cima también es posible apreciar otras cumbres como el Juncal, el Gemelos y el Bastión, incluso algunas montañas de acceso restringido ubicadas hacia el sur, en las inmediaciones de la División Andina de Codelco. En esa misma dirección, el Alto del Peñón presenta un acantilado impresionante hacia las profundidades del valle por donde transcurre la ruta 60 CH.
Para el retorno, nos tomará alrededor de dos horas volver hasta el campamento base, y desde este otras dos horas más hasta el estacionamiento, siempre tratando de rehacer el sendero que hicimos durante el ascenso. A fin de cuentas, se trata de una caminata que no presenta mayores dificultades técnicas y puede ser recomendada para todo tipo de personas en busca de cumbres de poca exigencia y cercanas a los cuatro mil metros de altitud, allí donde es posible admirar los ecosistemas propios de las montañas de la región. Aquellos interesados en cimas como el Alto del Peñón sin duda serán privilegiados y podrán observar las fuerzas que han moldeado el paisaje a través de millones de años. Serán testigos de las poderosas fuerzas geológicas y la amplia de gama de colores de las montañas que nos rodean, allí donde también es posible observar especies como el guanaco, que poco a poco comienzan a recuperar un espacio que les pertenece y donde siempre han sabido vivir en armonía.
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Sociedad > Reportaje del Mes
Del corazón al cerebro: Una epidemia que
no se ha logrado controlar Pareciera ser que los chilenos no logramos llevarnos bien con nuestro cuerpo. A lo largo de los años vamos acumulando un sinfín de pequeñas degeneraciones en nuestros órganos, provocados únicamente por nuestro estilo de vida. Cigarrillos, alcohol, sedentarismo, obesidad y ausencia de interés por una vida saludable, han llevado a que sigamos en un círculo vicioso que se traduce en muerte tras 30 o 40 años de despreocupación. El corazón hoy es reemplazado por el cerebro, pero no de la forma que quisiéramos. Por Gabriel Cerda / Ilustración: Rodolfo Jofré
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i le preguntaran cuál es la primera causa de muerte en Chile, ¿qué respondería? ¿Ataque cardíaco, cáncer, accidentes vehiculares? Todas esas respuestas serían incorrectas, puesto que desde el año 2010 el Ataque Vascular Encefácilo (AVE), conocido como ataque cerebro vascular, ha encabezado esta temible lista en el país. A pesar de su alto impacto en la salud de nuestro país, lo que más preocupa es qué tanto sabemos sobre ella. Existen dos tipos de enfermedades cerebro vascular. La primera de ellas y la más común es la isquémica, correspondiente al proceso que se vive cuando se tapa un vaso sanguíneo, interrumpiendo el flujo de sangre al cerebro y produciendo un infarto cerebral, presente entre un 70% y 80% de los casos. El resto corresponde a hemorragias, las cuales suceden cuando un vaso sanguíneo se rompe, ya sea por una aneurisma cerebral u otra malformación vascular, o en algunos casos por razones indeterminadas, ambos con resultados graves. Irving Santos, médico neurólogo del Hospital Carlos Van Buren y encargado del plan de acción de ataques cerebrales en dicho centro de salud, insta a no llamar a estas afecciones como “accidentes”, puesto que la mayoría de ellas son provocadas por los mismos pacientes a lo largo de los años debido a hipertensión arterial, obesidad, diabetes mellitus, lipidemia, tabaquismo y alcohol. La falta de auto-cuidado puede llegar a provocar uno de estos ataques, los cuales por cada minuto de isquemia (donde el vaso sanguíneo del cerebro está tapado y no circula la sangre) generan la muerte de dos millones de neuronas y 20 millones de sinapsis. En Chile, cada año hay entre 25.000 y 30.000 casos de AVE, donde mueren aproximadamente 9.000 de las personas afectadas, siendo la tasa de mortalidad muy cercana a un tercio. Sin embargo, las personas que padecen un AVE no fallecen inmediatamente, ya que al tratarse de una afección cerebral se miden las muertes a los 6 meses, llegando de todos modos a la triste realidad de que cada una hora fallece un chileno por infarto cerebral. A esto debemos sumarle que 1 de cada 5 afectados que logra sobrevivir queda totalmente inválido, pasando a ser un paciente dependiente de cuidados por terceros. La realidad en nuestra región tampoco
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es muy alentadora. A nivel país se calculan 52 muertes por cada 100.000 habitantes, pero en Valparaíso esa cifra sube a 60, superando la tasa de letalidad de los ataques cerebrales en relación al promedio nacional.
SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO Acorde al médico del Hospital Carlos Van Buren, uno de los principales problemas con los AVE es la detección de sus síntomas y la importancia de acudir de inmediato a la asistencia médica correspondiente. A diferencia de los ataques cardíacos, los ataques cerebro vasculares no presentan dolor en la persona afectada, cometiendo muchos de ellos el error fatal de no dirigirse lo antes posible a un hospital. Se puede detectar un Ataque Vascular Encefálico de la siguiente manera: 1.- Parálisis facial: Si usted presenta una parálisis severa y repentina de parte de su rostro. 2.- Pérdida de fuerza: Si usted presenta una pérdida brusca de fuerza en uno de sus brazos o de un lado completo de su cuerpo. 3.- Afección del habla: Si usted presenta de forma repentina dificultad para comprender lo que le están hablando, o la incapacidad de comunicarse correctamente mediante el balbuceo de palabras sin sentido. Según las declaraciones de Irving Santos, cualquiera de estos síntomas representa afecciones graves a nivel neuronal. Existe un tiempo de “ventana terapéutica” para la atención de este tipo de casos clínicos. Desde que se detecta el ataque, se estima que hasta las 4 horas y media se puede sacar el coágulo con fármacos (Trombolisis Intravenosa) y un rango de 6 horas para tratar de sacar el coágulo a través de un catéter (Trombectomía Mecánica). A partir de este punto es donde comienzan a surgir las complicaciones. En primer lugar, está el tiempo en que el paciente demora en identificar el ataque (si es que lo logra identificar como tal), llegar a un centro asistencial y que en el establecimiento lo registren como Ataque Cerebro Vascular con una atención inmediata. Lo segundo es dónde dirigirse, ya que actualmente sólo el Hospital Van Buren, el Hospital Naval y la Clínica Reñaca son los centros que están realizando trombolisis en toda la región, lo cual complejiza mucho el escenario para quienes viven en zonas más alejadas o carecen de movilización particular.
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El Hospital Van Buren cuenta con neurólogo de lunes a viernes en horario de oficina, mientras que el Hospital Naval y la Clínica Reñaca cuentan sólo con especialistas de llamada, por lo que una vez que se presenta e identifica el caso se cita al neurólogo según su disponibilidad. Siendo que en la región se registran al año 3.000 casos, donde entre 600 y 900 de ellos son atendidos solamente en el Van Buren, esto delata la falta de manejo ante una situación que pareciera invisibilizada y ha tomado la cabecera de la lista más infame en temas de salud, la mortandad.
RESPONSABILIDADES Existe un programa por parte del Gobierno denominado “Plan de Acción Ataque Cerebro Vascular”, que tiene por meta de aquí al 2020 reducir la tasa de mortalidad por AVE de un 30% a un 10%. La solución recae en que todos los hospitales de alta complejidad de la región –Hospital Carlos Van Buren, Hospital Gustavo Fricke y Hospital San Camilo- cuenten con un neurólogo de turno las 24 horas del día, y que un 5% de todos los pacientes se trombolicen y el 100% sea atendido en una UTAC, contando con camas particulares para dichos fines. Pero la realidad es otra, éste es un programa que en teoría comenzó a implementarse hace dos años, pero aún no se han entregado recursos para comenzar a adquirir los insumos necesarios o para contratar al personal capacitado en la atención de esta enfermedad. Irving Santos, neurólogo del Van Buren, lamenta que algunos de estos procesos sean entorpecidos por cambios de gobierno, donde cada centro asistencial debe volver a armar sus postulaciones a fondos dentro del programa, aumentando de esta manera los tiempos de espera en la resolución de entrega de recursos, lo que afecta directamente en la calidad de asistencia que los servicios de salud públicos pueden ofrecer a sus pacientes. El cargo pertinente para dar respuestas sobre qué se está realizando en esta materia, corresponde al director del Servicio de Salud Valparaíso – San Antonio. Intentamos obtener respuesta de la autoridad por más de un mes sobre la realidad de estos casos en la zona, pero lo único que conseguimos fue acceso a la campaña realizada durante el 2014 por el Ministerio de Salud, donde se publicó un video en Youtube que explica los síntomas de un Ataque Cerebro Vascular. Sin embargo, que la ciudadanía sepa cómo identificar un infarto cerebral es sólo la punta del iceberg. El tema de la infraestructura y la capacidad de atención para este complejo tipo de situaciones es lo que
dificulta el escenario completo. Sin una unidad especializada para atender estos ataques, que cuente con los equipos adecuados, además del personal pertinente las 24 horas del día, es poco lo que se puede hacer en el reducido rango de tiempo que se maneja luego de un ataque cerebro vascular.
DESAFÍOS Uno de los principales problemas que se aborda a la hora de plantearse un plan de acción en torno a los Ataques Vasculares Encefálicos (AVE), es cómo llegar a toda la población en la región si sólo están considerados los hospitales de alta complejidad para atender estos casos. Como se ha recalcado antes, existe un periodo muy corto de “ventana terapéutica” para los tratamientos más efectivos, por lo que una persona de una localidad periférica se vería seriamente en desventaja frente a otra que vive en un sector más central. El doctor Irving Santos, acude con una solución a este problema con una práctica realizada en Europa, llamada teleasistencia, o para este caso en particular, teletrombolisis. Este procedimiento consiste en realizar una asistencia mediante teleconferencia a los centros médicos que no poseen especialistas en neurología, entrenando a un médico general con acceso a un escáner para realizar los exámenes pertinentes y estabilizar al paciente sin tener que trasladarlo de una ciudad a otra, ganando así todo ese tiempo. Quienes deberán ser trasladados de forma obligatoria serán los que requieran una Trombectomía Mecánica, puesto que el equipamiento requerido es de alta complejidad, realizado a través de una máquina llamada angiógrafo y operada por un endoradiólogo prevencionista, de los cuales actualmente existen sólo dos para toda la región. Poder acceder de cualquier manera a algunos de estos tratamientos “es un cambio de 160 grados en relación a la recuperación de los pacientes”, asegura Santos. El médico a cargo del programa en el Hospital Carlos Van Buren, comenta que Valparaíso es lamentablemente una ciudad pobre y con mucha gente adulta, por lo que el panorama no se ve favorable. Agrega además que los afectados por un ataque cerebro vascular no son gente que tenga voz de voto o alguna repercusión en los medios. Uno de cada tres muere y uno de cada cinco queda inválido, lo que torna más difícil la tarea de dar a conocer la importancia de exigir mejoras en torno a la asistencia de la causa número uno de muertes en Chile.
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Familia Castillo
Chinchineros y organilleros 68
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Sociedad > Personaje
Con bombos y platillos, cada fin de semana, durante cuatro generaciones, la familia Castillo ha salido a las calles de Valparaíso y el mundo a mostrar la cultura popular chilena. Hoy, dedicados también a la fabricación de organillos, continúan musicalizando nuestra historia al ritmo del foxtrot, el vals y la cueca. Por Daniela Badilla / Fotografía: Gabriel Cerda
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or diversas razones, los chinchineros se han transformado en una especie de personaje cada vez más escaso en nuestro país. Una tradición que suele pasar de generación a generación, pero que hoy en día a duras penas resiste al paso inexorable del tiempo. Sin embargo, todavía hay quienes luchan por mantener vivo todo un patrimonio que hay detrás de uno de los personajes más genuinos de la cultura chilena. Para aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerlo, el chinchinero es quien lleva un tambor de dos caras en su espalda y unas largas varas de mimbre que le permiten percutir este bombo, que además tiene dos platillos que hace sonar gracias a una cuerda sujeta a su zapato. Este músico danzante se caracteriza por dar movimientos enérgicos y circulares al compás de las inconfundibles melodías del organillo. En Valparaíso, es el colorido y emblemático Cerro Barón el que ha sido testigo del legado de la familia Castillo, quienes por más de 70 años se han esforzado por mantener este oficio. Pedro Castillo se inició en este arte gracias a su padre. Hoy, después de 50 años, las fuerzas ya no lo acompañan para bailar por horas y cargar durante todo el día un bombo que pesa 15 kilos, pero tal como él dice, quien nace como chinchinero, muere como organillero. Cuando su padre ya no pudo seguir bailando, también pasó a ser organillero, y así será sucesivamente. Hoy en día, en compañía de su hijo y su nieto, recorren las calles de Valparaíso y la región manteniendo intacta la alianza entre organilleros y chinchineros. El 2013, la UNESCO nombró al chinchinero como Tesoro Humano Vivo. Un reconocimiento a la labor y trayectoria de este personaje popular que no existe en otra parte del mundo. Las anécdotas, alegrías y esfuerzos de cuatro generaciones de chinchineros y organilleros como los Castillo cargan con una riqueza única. Y es que se trata de una cultura que representa una parte importante de nuestra cada vez más resquebrajada identidad nacional, una tradición que sin
duda merece ser reconocida y revalorizada para que permanezca latente sin importar el paso del tiempo. ¿Cómo nace en su familia este oficio y cómo se produce el traspaso del conocimiento? No tengo muy claro cómo y cuándo empezó todo. Sólo sé que mi papá partió en esto como a los 12 años y yo fui su acompañante desde los 4. Ahora él tendría 72 años. Mi padre trabajaba para otro organillero, pero quiso independizarse y arrendó un organillo, después compró uno y de ahí en adelante empezamos a formarnos en este arte. Nosotros con mi hijo y mi nieto mantenemos la tradición familiar. Mi hijo, César Castillo, también empezó a los 4 años, mientras que mi nieto a los 13 años, y ahora tiene 15. Nosotros somos la última familia que se dedica a esto en la Quinta Región. Hay otros organilleros que también son antiguos, de la misma edad de mi papá, pero ellos no tienen hijos que sigan con el oficio. Esto se aprende solo, va en la sangre. A mi nieto nunca le enseñamos porque queremos que estudie, pero un día teníamos un evento y nos quedamos sin el compañero y él me dijo: “pero ‘tata’, si yo sé bailar”. Nosotros no le creímos porque nunca lo habíamos visto, él se puso el chinchín y nos dimos cuenta que sí sabía tocar y bailar. Y para usted, ¿qué significa ser chinchinero? Yo nací siendo chinchinero, tengo 56 años y creo que aún tengo el chinchín marcado en la espalda y en el corazón. Al ver a mi papá me entusiasmé y empecé a tocarlo. Creo que las nuevas generaciones deben conocer esto que es único, es algo que debiera existir siempre porque trae alegría, nostalgia y diversión a quien lo escucha. El chinchinero, al complementarse con el organillo, debe tocar y bailar acorde a la música, no puede tocar solo porque no tiene coordinación. Por eso nosotros luchamos para que las costumbres se mantengan originales y no las confundan con ritmos que no son de nuestro país, por eso siempre debe ser acompañado por el sonido del organillo con ritmos de vals, foxtrot y, por supuesto, la cueca.
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¿De qué forma les favorece ser patrimonio y que hacen ustedes por preservar y potenciar la tradición? Recorremos ciudades y barrios para que la gente sepa que existimos. Al ser nombrados patrimonio podemos trabajar libremente sin pedir permiso ni pagar, pero igual sacamos permiso para estar más tranquilos. Nosotros fuimos uno de los iniciadores de la Corporación de Chinchineros y Organilleros, y en ese momento hubo un aporte a la Corporación, pero decidimos seguir por cuenta propia porque hay mucho monopolio. ¿Cómo reacciona la gente cuando los ve tocar? Este oficio trae melancolía y recuerdos de infancia. La gente me dice: “toque el organillo porque me acuerdo de mi papá o de mi mamá”. Incluso la gente adulta me compra remolinos, me pide que el loro le saque la tarjeta de la suerte. Eso me llena de satisfacción porque cuando coopera lo hace por voluntad propia y nos ayuda a mantener viva la tradición. Cuando recorremos los barrios, los papás sacan a sus hijos a ver al organillero, les cuentan historias, compran una pelota o una chicharra. Creo que hacemos felices a niños y adultos. Tuvimos la oportunidad de ir en una delegación chilena a Estocolmo y tocar para personas que llevaban años sin poder venir a Chile, los adultos se acordaban de nuestro país y lloraban como niños.
EL ARTE DE TRABAJAR EN LA CALLE La historia cuenta que el oficio de chinchinero nació a mediados del siglo XX cuando llegaron desde Europa alrededor de 300 organillos al Puerto de Valparaíso. Su misión, al comienzo, era acompañar el sonido nostálgico del organillero y darle un ambiente más festivo al espectáculo, pero sin quitarle el protagonismo a la atracción principal, que era el organillero que vendía chicharras, pelotas y remolinos con su mascota, que podía ser un mono o un loro. Por esa época, también se hacían acompañar de otros personajes, como el fotógrafo, el suplementero y el afilador de cuchillos. Todos fueron desapareciendo por distintas razones. Sin embargo, los únicos que se mantuvieron inseparables fueron el organillero y el chinchinero. Basado en la idea del “hombre orquesta”, este último comenzó a complejizar sus pasos de baile, adquiriendo una identidad y destreza propia, que hasta el día de hoy es objeto de aplausos y admiración.
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Sociedad > Personaje
“Tuvimos la oportunidad de ir en una delegación chilena a Estocolmo y tocar para personas que llevaban años sin poder venir a Chile, los adultos se acordaban de nuestro país y lloraban como niños”.
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Los Castillo han trabajado toda su vida de chinchineros. Don Pedro tuvo una experiencia fugaz en la construcción y como ayudante de cocina, pero no le gustó y volvió a aquello que mejor sabe hacer y más le apasiona. César, su hijo, estuvo en la Escuela Naval dos años y se retiró. Según ellos, la vida aventurera, el no tener jefes, la pasión por el baile y la música, y la posibilidad de mantener viva la costumbre familiar, es lo que los motiva a continuar. ¿Este oficio alcanza para ganarse la vida? Tenemos que recorrer distintas ciudades para ganarnos la vida. La temporada fuerte es para las Fiestas Patrias, también a fin de año en las celebraciones de las empresas y durante el verano. En invierno tocamos solo los organilleros, sin chinchín, porque hace mucho frío. Subsistimos gracias al público que coopera con su aporte voluntario, pero las agencias de turismo deberían hacerse cargo de potenciarnos,
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siento que no le dan mucha importancia al chinchinero y eso que somos patrimonio. Incluso, cuando llegan los turistas, los guías pasan y ni siquiera nos mencionan. En México y Alemania existe el organillero, pero el chinchinero es único y particular de Chile. ¿Qué es lo más difícil de ser chinchinero? Tener la fuerza y la energía para soportar todo un día tocando y bailando al sol o al frío. Andar con un bombo en la espalda que pesa 15 kilos es bastante sacrificado. Si vamos a trabajar a una plaza, por ejemplo, tocas entre 15 y 20 min, descansas media hora, y vuelta a trabajar. Cuando vas a las poblaciones también caminas todo el día, salimos a las 10 de la mañana hasta las 7 de la tarde cuando se oscurece. Para el organillero, tampoco es tan fácil, ya que haces fuerza cargando el instrumento y girando la manivela. Para todos este trabajo tiene su esfuerzo, pero también tiene la parte bonita, puesto que uno hace reír a la gente y eso es súper gratificante.
Sociedad > Personaje
FABRICANTES DE HISTORIA
“Subsistimos gracias al público que coopera con su aporte voluntario, pero las agencias de turismo deberían hacerse cargo de potenciarnos, siento que no le dan mucha importancia al chinchinero y eso que somos patrimonio”.
Desde el 2008, este grupo familiar empezó en el bello arte de la restauración y fabricación de organillos. Si bien no están plenamente concentrados en esta labor porque ha sido bastante complejo conseguir un músico que sepa traspasar las melodías de una partitura al rodillo, tampoco están dispuestos a abandonar el objetivo. Y es que sin este trabajo, este instrumento lentamente desaparecería en Chile debido a que ya no se fabrican más. Según Pedro Castillo, hace algunos años quedaban cerca de 15 organillos buenos en todo el país, ya que la otra mitad estaban malos. Antiguamente, un dueño podía tener hasta diez ejemplares, mientras que hoy con suerte consiguen tener dos. Así, gracias a todos estos esfuerzos, estos artistas continúan resistiendo al paso de tiempo y la irrupción de la modernidad. No obstante, gracias al sacrifico y perseverancia de familias como los Castillo, el chinchinero seguirá siendo el artista callejero por excelencia de la zona central de nuestro país, acompañado de su fiel amigo el organillero, mientras el característico sonido de esta caja musical seguirá encantando a niños y adultos de Chile y el mundo.
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EL SÍNTOMA HOTELERO DE VALPARAÍSO
La actividad portuaria marcó no sólo la identidad que asoma con los barcos poblando la bahía y los muelles, recibiendo el intercambio de productos y personas, sino que trepó la línea de la costa de Valparaíso, se extendió por la bohemia y trasciende en la herencia hotelera que cundió por el plan y los cerros. Por Carolina Castro / Fotografía: Samuel León
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Sociedad > Antes y Después
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acia 1907, Valparaíso era la ciudad con mayor densidad de habitantes del país, con 55,6 personas por kilómetro cuadrado y una población que llegaba a los 162.447 habitantes. La actividad comercial y financiera derivada del puerto marcaba el apogeo de la “Joya del Pacífico”, y con ello, la proliferación hotelera, necesaria para dar cabida a los pasajeros extranjeros traídos por los negocios, las finanzas y la mano de obra portuaria. Entre 1827 y 1927, la ciudad tuvo más de 100 hoteles, gran parte de ellos retratados por el valparaisólogo Samuel León Cáceres en su libro “Los Antiguos Hoteles del Puerto de Valparaíso”. De la variedad de hospedajes, 19 exhibieron su lujosa tapicería francesa y desbordaban en estilos arquitectónicos eclécticos, que mezclaban lo neoclásico, lo victoriano y lo barroco. Uno de ellos fue el esplendoroso Hotel Royal, cuya estructura se puede apreciar incluso por estos días al andar por las estrechas callejuelas del plan de Valparaíso. El terremoto de 1906 derribó varias edificaciones, pero entre los edificios que quedaron en pie estaba justamente el Hotel Royal, cuya construcción de alba-
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ñilería reforzada sobre los cimientos de las cenizas del Hotel France, supo perpetuar estos olvidados símbolos del apogeo porteño. El hotel se terminó de edificar en el año 1897, ocupando las numeraciones 1025 a 1099 de la calle Esmeralda y llegando a la esquina de Almirante Martínez. De la mano del arquitecto Esteban Orlando Harrington Arellano, quien le otorgó el marcado estilo clásico francés que predomina en la estructura de cuatro pisos, el Hotel Royal pasó a ser rápidamente reconocido como uno de los mejores hoteles de la costa del pacífico al sur de Panamá hasta entrada la década los años 30, con una capacidad para 300 pasajeros, atraídos por sus lujosas comodidades y fina gastronomía. Si bien la frágil economía chilena apenas pudo con la crisis de la bolsa de Nueva York de 1929, el Hotel Royal continuó recibiendo pasajeros, aunque con una capacidad reducida a 200 pasajeros hacia 1940, época donde la Segunda Guerra Mundial derivó en la caída de los capitales alemanes que se habían instalado en el puerto de Valparaíso, desapareciendo parte de la actividad bancaria, comercial y naviera que todavía persistía en el puerto.
Sociedad > Antes y Después
Aunque no se sabe en qué fecha cerró oficialmente sus puertas el Hotel Royal, hacia 1950 la drástica disminución de población flotante hacía insostenible el funcionamiento de los grandes hoteles de la ciudad, como fue también el ocaso del Hotel Palace. A pesar de ello, los locales comerciales continuaron infundiendo vida al edificio del arquitecto Esteban Harrington, destacando entre ellos el Café Vienés.
Pero la historia del ex Hotel Royal todavía continúa, y la Municipalidad de Valparaíso espera transformarlo en una Casa de la Cultura. El arquitecto Mauricio Solé Vaccarezza está trabajando por encargo del municipio en el diseño del anteproyecto que debe ser presentado al Consejo de Monumento Nacionales para autorizar el comodato por 20 años del inmueble que se emplaza en la Zona de Conservación Histórica.
El café de la familia Hucke congregó por muchos años a la socialité porteña, desde las damas que iban a la hora del té a escuchar la orquesta, los políticos que pasaban a tomarse un café en la barra de mármol, hasta los artistas de la época, como Renzo Pecchenino, Pablo Neruda o Camilo Mori, quienes eran atraídos al lugar, como muchos, por el olor de sus famosos berlines hasta el cierre del local en 1978.
El proyecto consiste en conservar la fachada y en el interior hacer una cirugía arquitectónica mayor para generar espacios adecuados para potenciar la cultura y las artes en la ciudad patrimonio, construyendo un museo de arte contemporáneo, un teatro, conservando las oficinas de la Dirección de Desarrollo Cultural y la UNCO, además de disponer de un Conservatorio de Música y trasladar el Archivo Histórico Patrimonial que hoy está en el Edificio Consistorial. Un largo trecho que aún le queda por recorrer al ex Hotel Royal, dejando a otros dirigir el renacer hotelero de Valparaíso, esta vez de la mano del turismo citadino.
Actualmente, en el edificio del ex Hotel Royal, está ubicada la Dirección de Desarrollo Cultural de la Municipalidad de Valparaíso, además de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos (UNCO) y una oficina de la Central Única de Trabajadores (CUT), además de locales comerciales que exponen sus vitrinas a la calle Esmeralda.
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facebook.com/latreguachile · Si quieres difundir un evento cultural, escribe a latregua.medios@gmail.com
LA TREGUA
UN RESPIRO AL ARTE Y LA CULTURA
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uizás ya te has topado en Facebook con algún sorteo de La Tregua. Apareció en la red social en marzo de este año, y ha crecido rápidamente. En el fanpage se encuentran contenidos diarios de todas las áreas artísticas: poemas, documentales, arquitectura, plástica, teatro, etc. El objetivo de este proyecto es acercar el arte y la cultura a las personas. Generar una plataforma web que reúna a todos los actores culturales, que sirva como espacio de intercambio y guía de programación artística/cultural. Actualmente, son 10 amigos que estudian diferentes disciplinas en la Universidad los que están detrás de La Tregua, lo que genera una nutrida amalgama que favorece un diálogo continuo.
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¿Cómo nació esta iniciativa? La Tregua nace por lo injusto que nos parece el alto costo de los libros y por el uso que tiene el ocio hoy en día. Comenzamos a pensar la forma de acercar estos espacios a la gente, tanto a través de los libros como del arte en general, y llegamos a dibujar esta plataforma virtual, que básicamente constará de dos espacios: uno de programación cultural, organizada en un mapa interactivo de todo el país, y otro espacio para el intercambio de artículos y trabajos/espacios del rubro del arte (compra, venta, o trueque). Es el ocio y el negocio.
Sociedad > I + D
Primero, pensamos que hace falta un lugar virtual que concentre toda esa información. Si bien hay mucha en Internet, no existe un gran canalizador. La Tregua va a lograr que sea fácil saber qué va a pasar en tu región o localidad, eso significa que estará en un mapa muy bien organizado. Y respecto al intercambio, creemos firmemente que esta es una forma real de acercar el arte a las personas, porque existirá una relación directa y de fácil acceso. Por ejemplo, en el caso de los libros habrá editoriales independientes, lo que significa que se podrán encontrar libros de autores locales que las grandes editoriales no publican, a precios más bajos. El acceso a un libro de editoriales locales y a uno de una transnacional es desigual, principalmente por la publicidad a la cual las grandes empresas pueden acceder. La creación local y el mall no están en las mismas condiciones para competir. La Tregua busca fomentar esa valoración de lo local y también colabora contra la descentralización. Somos conscientes que el proyecto va mutando, aunque nunca en su esencia: desde el comienzo la idea fue acercar las iniciativas artísticas y acelerar la emancipación cultural de las personas. Ahora estamos partiendo en Valparaíso, que es donde está nuestro origen, pero queremos elevarlo a la escala nacional. ¿Por qué regalar libros? Los libros son el símbolo del saber: existen libros de todo, no sólo de literatura, también hay de pinturas, de fotografía, de arquitectura, de cine, etc. No sólo hemos regalado libros, porque el proyecto abarca todas las manifestaciones culturales, entonces hemos sorteado también materiales, revistas, etc. Los sorteos son una forma muy tangible de regalar cultura; se entrega un libro y es seguro que ese libro será leído, y es muy probable que después pase a otras manos. ¿Por qué realizar este proyecto a través de la web? Internet es una herramienta muy potente. Existe un gran acceso, casi todas las personas están en alguna red social, y se puede hacer lo que sea al crear una plataforma o una aplicación, casi no hay límites. Los sitios web pueden ser muy interactivos y dinámicos, el éxito que tienen depende tanto de la acogida como de la simplicidad, y nosotros esperamos apuntar a ambas, sin dejar de considerar que lo trascendental es que sea gratuito. Ahora estamos solo en Facebook, pero el lanzamiento de la web oficial estará respaldado por todo este avance.
¿Cómo ha sido la recepción de la gente? En Facebook ha estado muy buena, hay interacción, han llegado muchos mensajes de apoyo, currículums, y a las personas les gusta por lo mismo que nos gusta a nosotros, es muy agradable convivir con espacios que fomenten la crítica a través del arte, de la escritura, de la apreciación en general. Por otro lado, todo el tiempo estamos conociendo actores culturales (editoriales, centros culturales, gestores, artistas, etc.) y les gusta mucho el proyecto, porque hace mucha falta, y porque les va a servir. Ahora también estamos haciendo videos para mostrar algunos artistas o iniciativas culturales, por ejemplo, el primero que hicimos fue una entrevista a Guillermo Galindo (Malaimagen). Editoriales como la Editorial UV nos han regalado libros para sortear, Insomnia entradas de cine, y practicamos alianzas con diferentes espacios de gestión. Hemos recibido y sentido el apoyo. La difusión cultural es difícil porque hay que dedicarse, y no todos tienen tiempo para generar contenido y además difundir. También hemos recibido muchas críticas constructivas, lo que es excelente porque asumimos que no somos expertos, al contrario, estamos recién introduciéndonos en este interesante mundo, y a esto se debe en gran medida que las estrategias del proyecto vayan transformándose. Esta versatilidad nos parece que ha sido un proceso muy enriquecedor para el proyecto mismo. En general, a todos les gusta porque es una ventana más. Este espacio va a contribuir a todas y todos. ¿Cómo se financia La Tregua? Por el momento estamos trabajando con capitales propios, pero hemos creado una organización sin fines de lucro, Fundación Vorágine, para recibir donaciones y poder postular a fondos. Esperamos que con la nueva Ley de Donaciones Culturales, no sólo las empresas, sino que todo individuo que se sienta identificado con el proyecto y sus objetivos para el arte y la cultura, puedan ayudarnos a construir este espacio de libre acceso para la sociedad. ¿Y ahora qué sigue? Seguir trabajando, tenemos mucho camino por delante y varios proyectos en mente. Estamos recién comenzando y esperamos seguir tomando fuerza para lograr lo que nos propusimos al inicio. Desde el lanzamiento del fanpage hasta ahora ya van poco más de cuatro meses, el tiempo pasa volando y con él se generan distintas oportunidades para aprender, fallar y seguir aprendiendo. Para nosotros lo importante es que las personas nos conozcan, se acerquen a La Tregua y hagan uso de ella, ya sea para recibir o entregar información. VALPO MAGAZINE > AGOSTO-SEPTIEMBRE 2015 79
“EL PALACIO DE LAS NOSTALGIAS” En un hermoso palacio de Valparaíso, se esconde el romance de una misteriosa Musa que encuentra en la Moda su máxima expresión. Piezas exclusivas de diseñadores de la región arman éstos enigmáticos atuendos que conmemoran la elegancia olvidada de Épocas pasadas. El Casimir, Cuero, Paño, Encaje ,Gasa y Seda visten siluetas rectas y triangulares que se desbordan en etéreas fantasías. La presencia del Marsala y Azul Violeta componen esta audaz escenografía de arquitectura historicista y ecléctica.
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Fotografía y Post Producción Digital: Lester Villarroel.
Modelo: Carol Fuller.
Dirección de Arte y Estilismo: Esteban Pérez.
Asistente de Fotografía: Paula Santana.
Maquillaje y Peinado: Jose Rosales.
Agradecimientos Especiales a: Palacio Consistorial (Municipalidad de Valparaíso).
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Diseñadores de Moda: Berlinda Cardenas. Gustavo Enpuro. Armando Vidal. Roccoí.
Sociedad > Moda
Falda de Armando Vidal, top y accesorio de Gustavo Enpuro.
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Vestido de Armando Vidal.
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Vestido print vintage de Gustavo Enpuro.
Accesorio de Berlinda Cรกrdenas. 84
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Vestido y pulsera de Berlinda Cรกrdenas, falda de Rocco.
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Jumpsuit azul marino Gustavo Enpuro.
Vestido sirena y collar de Gustavo Enpuro.
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VALPO MAGAZINE > AGOSTO-SEPTIEMBRE 2015
Capa y falda eco vintage de gustavo Enpuro.
Smoking y accesorios de Gustavo Enpuro.
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Reseña > MÚSICA
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Lancuyen: Revalorizando nuestras raíces
ara nadie es un misterio que la escena musical chilena no es la misma que hace 15 o 20 años atrás. Poco a poco las bandas de corte “popular” (Rock, metal, pop, etc.) se han ido abriendo paso a través de todos los canales de difusión posibles. Esta lenta apertura de mente en el mercado chileno ha traído consigo otro proceso -aún casi imperceptible para muchos-, la revaloración de la cultura folklórica chilena.
das, incorpora ciertos instrumentos folklóricos, como es el caso del ronroco en el tema que da nombre al disco. No obstante, Lancuyen (que significa eclipse de luna, en mapudungún) se presenta con una rítmica alejada del rock convencional y más cercano a propuestas folklóricas como la cueca, incluyendo harto groove en baterías y tomando una gran distancia del mal llamado virtuosismo o velocidad en los solos de guitarra.
Así es como finalmente son muchísimas las bandas, de los más diversos géneros, que se han lanzado con apuestas que buscan adaptar raíces culturales tradicionales con sonidos más modernos. Lo que en su momento hizo “Gato” Alquinta con Los Jaivas, hoy lo vemos en artistas tan disímiles entre sí como Camila Moreno o Los Tres, por la vereda más pop, y Erick Ávila y actualmente Húsar por la vertiente más rockera.
Para quienes no conocen a Gabriel, les puedo asegurar que es uno de los pocos artistas en la escena que ha sido capaz de dar un refresh a lo que entendemos por sonidos prístino-culturales, alejándose del cliché “guitarras + una zampoña”.
Hoy nos encontramos con Gabriel Hidalgo, un destacado músico de la escena de metal progresivo en Chile, donde ha participado con bandas insignes del género como Six Magics o Delta, y que actualmente presenta su tercer disco solista titulado “Lancuyen”, una íntima propuesta de rock, folklore y metal progresivo. Hidalgo – nombre del proyecto – nos presenta una especie de evolución de su anterior disco titulado “Yupaychay”, donde realiza un tributo a la nueva canción chilena en formato rock instrumental, la cual incluye covers a músicos como Víctor Jara y Quilapayún. La novedad ahora es que este nuevo disco es su propia versión de lo que significa la cultura y música latinoamericana. De esta forma, el disco, además de incluir poderosos riffs de la mano de guitarras de 6, 7 y hasta 8 cuer88
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Canciones como “Lancuyen”, “Trufken Mapu” o “Kelt” son acompañadas también por la agradable voz de Cler Canifrú, guitarrista de la banda y también compositora destacada en el medio. La banda cierra sus filas con la maestría de Mauricio Nader (bajo) y Pablo Stagnaro (batería). “Lancuyen” es una buena entrada para quienes buscan nuevos sonidos y para aquellos que pretenden eliminar ciertos prejuicios sobre el rock instrumental y la falsa dicotomía entre rock y raíces culturales. Finalmente, podemos hablar de una nueva tendencia en el rock latinoamericano, donde empíricamente podemos apreciar que es posible crear propuestas propias de rock y folklore autóctono, sin caer en técnicas y propuestas redundantes y poco novedosas. Lo más importante de este disco es precisamente ello, más que la ejecución, es la novedad y la seguridad con la que Hidalgo toma distancia del metal convencional y decide ser un punto de base en la revalorización de la cultura.
Por Sebastián Lago
Reseña > Libro
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De arpías y azotadoras
areciera que cada vez que una mujer se lanza al mundo a hablar sin tapaduras sobre sexo y calentura, se transforma en una arpía ardiente, una mujer on fire, una fantasía cumplida de chica en tacones aguja y labios rojos de zorrita dispuesta. Todas estas son imágenes exquisitas en el contexto de nuestra sociedad, donde lo erótico es profundamente machista y el universo de luces de neón busca complacer el imaginario mórbido y grotesco de un relato que se hace llamar Valporno. ¿Qué te imaginas con esa palabra?
Es inevitable comenzar la lectura de estos diecisiete cuentos sin esta imagen preconcebida, ávida de experiencias en la bohemia de Valparaíso y aves de paso que se transformen en amores lujuriosos de una noche alcoholizada. Sin embargo, la cachetada en la cara es fuerte: nada de eso. Bueno, está bien, un poco. Natalia Berbelagua es aguda, encuentra aquellos resquicios por los cuales filtrar la antítesis de lo erótico para alcanzar un pequeño triunfo dentro del desconsuelo de vivir, pues estas mujeres, con la máscara –o la excusa- de la sexualidad desatada, destapan una olla de presión que tienen a punto de explotar desde su estómago al corazón. Son las mujeres maltratadas no porque sus maridos o padres directamente las violenten, sino porque conviven con ellos en un mundo en el cual la alegría o el amor no tienen cabida, pues son miserables. Miserables porque son bestias, porque sus hombres son lacras de la sociedad, porque dependen de ellas y las culpan, porque se odian. Las historias no ocurren precisamente en Valparaíso; algunas se van desarrollando desde Santiago a Quintero, otras claramente en la capital. O bien, en lugares ficticios, un departamento, una cocina de un chef. La verdad es que nada de esto importa, pues todo acontece en un meta-lugar que trasciende a las vidas de infinitas mujeres de este país. Son esas historias secretas, esas obsesiones cotidianas, los rencores propios de una vida trunca, atrapadas sin salida. Favoritos hay varios, son breves y chistosos, un humor negro que no sabes si reírte o llorar luego del punto final. De lectura rápida porque es necesario
saber el desenlace, y porque todas las lectoras, en mayor o menor medida, han padecido alguna vez estos deseos oscuros, bizarros, de loca de mierda, construidos a partir de una sumatoria de frustraciones y venganzas que alcanzan a colmar el vaso llenito, bien llenito, de agua. El mejor, lejos, es “La Comunidad del Azote”, protagonizado por las Fundadoras del Movimiento de Azotadoras Radicales Armadas de Valparaíso. Exquisito de principio a fin, no se puede contar nada más porque sería arruinar la sorpresa. “Sonata del Odio”, “Hay alguien detrás de esa luz”, “Las Toledo” y “Ofrenda de luz”, son las antorchas de una erótica y desquiciada procesión por las historias de estas mujeres locas, insatisfechas, rebeldes y desbordadas. Hay que leerlo. Por Camila Fuenzalida P.
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Reseña > TELEVISIÓN
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Orange is the New Black: Entre la ficción y la vida real.
Orange is the new black” (también abreviada como OITNB), es otra apuesta de Netflix y que ya estrenó su tercera temporada el 12 de junio del presente año. Creada por Jenji Kohan y emitida por primera vez un 11 de julio de 2013, la serie se basa en el libro autobiográfico de Piper Kerman titulado “Orange is the new black: Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres”, que narra sus peripecias en la cárcel. Todo comienza con Piper Chapman (Taylor Schilling), quien llega a prisión por participar en un proceso de compra-venta de droga ligada a su ex pareja, Alex Vause (Laura Prepon). Chapman es una suerte de estereotipo de mujer de clase media exitosa, con una vida relativamente estable, que decide ingresar a prisión para no ser juzgada. Tras ser enviada a la cárcel de mujeres en Litchfield, New York, comienza la acción que dará vida a cada uno de los 13 capítulos que contienen sus temporadas. Lo interesante de esta serie es la forma en que va desarrollándose el argumento y las múltiples aristas que van apareciendo. La complejidad de cada capítulo no tarda en aparecer, cruzando, sin reparos, la intimidad de cada uno de los personajes que harán compañía a nuestra protagonista. Abusos, padres ausentes, drogas, racismo, homofobia; la imaginación queda chica ante la complejidad de cada una de las reclusas de Litchfield.
La serie también tiene una alta cuota de humor, por lo que es una gran oportunidad para relajarse después de una agotadora jornada laboral. Sus historias, adictivas en gran manera, nos hacen llegar a querer a los personajes y a reírnos a carcajadas con sus cuotas de humor negro, chistes ácidos y altas dosis de sarcasmo. Cada personaje de “Orange is the New Black” tiene su propia historia. Acá no hay villanos, ni héroes, pues cada mujer de Litchfield es única y tiene su propia versión de la vida, la cual debe utilizar como recurso moral para subsistir en la prisión y enfrentarse a la exclusión racial, a la homofobia, a la corrupción, a la ausencia de familia, amigos y, finalmente, a la supervivencia en un recinto cerrado, privado de libertad. La serie, por su parte, consolida el éxito de Netflix como formato de televisión digital por pago, uniéndose a grandes como Daredevil y House of Cards. Finalmente, la serie también ha sido reconocida por la crítica y la academia, convirtiéndose en ganadora de los AFI Awards como “Programa de televisión del año”, en los People’s Choice Awards como “Serie online favorita”, y ganadora de “mejor actriz de reparto”, “mejor serie de televisión de comedia” y “mejor elenco en serie” en los Premios Satellite. Además, ha sido nominada a los Globos de Oro, a los premios Emmy y a los premios Grammy, en diversas categorías. Por Sebastián Lago
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VALPO MAGAZINE > AGOSTO-SEPTIEMBRE 2015
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