Con los añejos a aquellos restos. Laura Cáceres

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CON LOS AÑEJOS A AQUELLOS RESTOS

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Dedicado a todos aquellos que han aguantado mis ocurrencias

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INDICE “La ciudad de las fieras” ................................................................................................... 4 “Belleza pirómana”........................................................................................................... 9 “El cisne” ........................................................................................................................ 11 “Confesiones” ................................................................................................................. 13 “Desierto” ....................................................................................................................... 15 “Los tenis voladores”...................................................................................................... 16 “La rebelión de los demás” ............................................................................................. 23 “Disparatada travesura” .................................................................................................. 36 “Las estaciones de Yadira” ............................................................................................. 38 “Thunder” ....................................................................................................................... 41 “Interior de metal” .......................................................................................................... 45 “Sabiéndose hormiga” .................................................................................................... 47 “Su otro universo” .......................................................................................................... 50 “Alice, el comedor de cuentos” ...................................................................................... 53 “La puerta”...................................................................................................................... 58 “Normalidad”.................................................................................................................. 71 “Un primer y último beso”.............................................................................................. 74 “Humo en la cabeza” ...................................................................................................... 78 “El suéter carmesí” ......................................................................................................... 84

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“La ciudad de las fieras” ¿En donde estaba? ¿Acaso seguía soñando? No había aviones o helicópteros que cruzasen el cielo negro de la ciudad, tampoco había automóviles o mentadas de madre por conductores y peseros, no había luces eléctricas en lo que era la mañana, ni niños gritando inquietos o vendedores ambulantes... nada ¿qué pasó aquí?¿acaso mis tímpanos se han reventado? No creo porque oigo mi respiración aturdida,¡que graciosos! Nadie se escuchaba, si, a lo mejor estaba dormida. Decido no levantarme, aunque cualquier ruido lo hubiera hecho a estas alturas. Permanecí como una hora acostada y ese silencio casi absoluto me perturbaba. A lo lejos solamente un pájaro ¿y donde estaba la radio que solía prender el conserje quien a su vez comadreaba mucho con una de las vendedoras de dulces para los niños. ¡Que raro! ¡Ya ni en mi vieja ciudad se escucha tanto silencio y eso que la considero tranquila! Me levanto, curiosa, preguntona, ansiosa por saber porque tanto silencio ¿ya propusieron una ley para que todo el mundo este tan callado?. Miro por la ventana, puros trinos y colibríes a los que estoy acostumbrada, ahí estaba la higuera y el árbol de granadas, el arbusto de rosas y las enredaderas pegadas en las paredes ¿los demás? ¿Donde estaba mi familia o la vecina? Solamente sus cotorritos enjaulados pillaban de soledad y hambre. Me visto y el hecho de hacer ruido con el cajón me espantó, sentí cierta solemnidad con el silencio, por lo tanto no me puse zapatos para hacer ruido, aunque mi peso era inevitable y hacía crujir la madera de las escaleras ¿dónde estará ese transito que dirige el trafico o esas mamás dándole la bendición a sus hijos? ¿Dónde estarán los niños? —¡¡Señora!! Toqué varias veces con fuerza la puerta de metal. —¡¡Señora!!¡¡Sus cotorros tienen hambre!!¿no les va a dar de comer.

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La vecina no respondía, y nadie había en las calles para que me dijese que me miraba mal con un pantalón gris y una blusa fachosa, o que hacía mucho escándalo cuando bien podía tocar el timbre absolutamente nadie. Miraba los gorrioncitos de los árboles, parecían felices. —¡¡Señora!! No me hubiera atrevido de no haber sido por la ausencia de alguien que me juzgase por el hecho de hacerlo. Corro y aviento la puerta, bonito fue el golpe que me di en los hombros. —Buenos días ¿hay alguien? Perdón por entrar así, es que nadie me responde. Tres o cuatro perros se salen corriendo a la calle extasiados por aire, no los conté todos ¡chin, la seño me va a matar!. La casa estaba deshabitada, no había restos de comida en alacenas ni estaba amueblado ¿se habrían mudado? Voy hasta atrás del patio, ahí estaban canarios, cardenales y cotorros encerrados en sus jaulas. Habiendo irrumpido en una casa sin permiso y el no haber encontrado a nadie no me impidió que liberase a las aves e inmediatamente gustosas se fuesen volando, ¡vaya que desde niña soñé con hacer algo así! Salgo del lugar y realmente abunda un silencio humano, solo perros, gatos, pájaros y ratas estaban en las calles, probablemente encontraron como abrir las puertas ¡yo que sé! ¿por qué no había persona que controlase esa debacle? Parecía que los animales hubiesen aprovechado la ausencia de las personas para desquitarse de tanto encierro y tanta desdicha, hurgando entre basureros y jugando entre si, hasta que hubo peleas de territorios entre los animales. Decidí volver a encerrarme en casita. ¿por qué era la única que estaba en las calles?¿por qué nadie salió a controlar a esos perros? Agarro una mochila y empecé a pasear por toda la ciudad como si fuese un día normal solo que no había ni metro, ni peseras, ni taxis o transeúntes... absoluta soledad, solo el

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chillido de los pájaros y el murmullo de los árboles ¿qué habrá sido de todos? ¿a dónde se fueron?. Solo perros y gatos... arañas e insectos... solo los animales ¿qué se hizo de las personas? Caminé por Churubusco, era extraño ya no temerle al concreto y a los carros, caminar en medio de las calles con absoluta libertad. Caminé y caminé, el radio portátil no sirvió porque tampoco había señales, todas las estaciones habían desaparecido. Corrí por las calles con absoluta libertad gritando toda mi ira y euforia “¡¡¡chinga tu madre, pinche mundo!!!” Ni a quien le importase, ya estaba muchísimo mas sola que lo acostumbrado, necesitaba desquitarme. Reía, reía sin parar y era mucha mi euforia que corrí diez cuadras, cansada, sí, pero disfrutándola mucho, empecé a saltar como lo hacía en mi infancia. ¡Jamás me sentí volví a sentirme tan feliz en mi vida!. El día se despejó y tuve calor, no dudé en refrescarme en la fuente de un parque. A lo lejos vi a un perro blanco tomando agua de la misma fuente. Me le acerqué, le puse una mano en la cabeza, pareció no importarle y hasta se acercó y lamió mi cara, le dirigí la palabra como solía hacerlo con perros extraños pero que no eran bravos. —Hey, pequeño ¿dónde están tus dueños? ¿o eres libre y callejero? El perro bajó sus orejas y agitaba su cola, siseaba por el calor y su lengua era una corbata. —Lo siento, yo no te puedo cuidar, pequeñoSus ojos negros brillaron con la luz del sol. Me alejé de ahí y volvía a prender la radio para escuchar ese mismo silencio. Solo los animales sabrían que habría pasado en las cuatro horas que me dormí para despertar en terrible soledad, sin familia, sin amigos y solo con estos animales que parecían haber hecho la revolución cuando supieron que la ciudad era suya. Es su culpa.

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Semanas después me alejé de la casa porque una gata de alguna forma se metió a tener sus gatitos, un perro comenzó a morder las mesas y roer los muebles que había, también hubo una invasión de ratones que no pude controlar. Tuve que alejarme de ahí, hasta las palomas habían hecho ya su nido y no podía descansar debido a que era atacada por el hecho de respirar, es obvio que quieran defender a sus pequeños. Uno o dos perros trataron de ser mascotas mías al seguirme, estaban flacos y sin comer, terminaron alejándose y asilvestrándose, cazando su comida, recordando lo que era ser salvaje de montañas, gruñir y llegar al estado primigenio, algunos ya habían hecho sus manadas. En las noches se ponían a aullar. ¡¡Yo... yo... no se que ha sido!! ¡¡nunca encontré explicación a tanta ausencia!!¡Mi paciencia ya pasó su limite, esperaba encontrarme a alguien, quien fuese!. No había comida, tan solo agua de fuente estancada que sé que dentro de poco acabara. Han sido días de estar huyendo casa por casa de los animales, cada vez van apropiándose de todo, como si les perteneciera por derecho. Igual busco mi cuevita, un poco de resina de árbol y aprender a hacer fogatas con vidrios rotos y la luz del sol, andar agarrando mantas y ropas abandonadas para vestirme. A veces llovía toda una semana. Tuve que acostumbrarme. Perros y gatos eran lobos y tigres, cada día aumentaban mas los sonidos de gatos en celo y perros aullando en ese estado bestial del que alguna vez fueron, las peleas por territorio aumentaban y a veces se descuartizaban entre sí, temía ser la próxima victima.

Ya han pasado varios meses, no se bien cuantos, solo sé que mucho tiempo. He estado tratando de alejarme poco a poco, construyendo mis armas, temiendo dormir en un lugar despejado, parece que vienen por todos lados, no hay un alma humana en toda la ciudad, solo esos animales que parecen multiplicarse y dominarlo todo. Dormí a veces en suelo frío, oculta entre edificios, otras veces tuve que matar a los gatos que se

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dejaban matar por comer, pero a veces me descuidaba y tenía que seguir cazando o tenía que ser cazada. Ha pasado ya tiempo desde que un perro me arrancó parte de la mano izquierda cuando intenté acariciarlo para tratar de tener un poco de compañía. No se cuando, pero temo que la próxima vez vaya a ser un brazo entero o en la yugular para matarme, por defenderse, la humanidad que sus viejos dueños les dieron se ha alejado para siempre. Son bestias y reclaman por lo que fue suyo, como solían hacerlo en su vida primitiva. Esto se ha hecho un bosque maligno, una selva indomable, al final terminó siendo una ciudad de fieras...

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