Hormiguero
Hormiguero Xitlally Rivero Romero
Universidad Aut贸noma de Nuevo Le贸n
Jesús Ancer Rodríguez RECTOR
Rogelio Garza Rivera SECRETARIO GENERAL
Rogelio Villarreal Elizondo SECRETARIO DE EXTENSIÓN Y CULTURA
Celso José Garza Acuña DIRECTOR DE PUBLICACIONES
Casa Universitaria del Libro. Padre Mier 909 pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000. Teléfono: + 52 81 83294111. Fax: + 52 81 83294095.
Verónica Rodríguez DISEÑO EDITORIAL
Jessica Nieto CUIDADO DE LA EDICIÓN
Rodrigo Navarro IMÁGENES
Primera edición, 2012 © Universidad Autónoma de Nuevo León © Xitlally Rivero Romero ISBN ----------------------------------IMPRESO Y HECHO EN MONTERREY, MÉXICO PRINTED AND MADE IN MONTERREY, MEXICO
A mi madre.
Gracias, Felipe Montes, por tanto. Gracias, Zaira Espinosa. Gracias: PapĂĄ, Ere, Juan Pablo. Gracias, Rodrigo: por estar aquĂ.
He encontrado un dios entre la tierra y he crecido. Uno crece. Uno crece.
Soy heredera del huapango de la lluvia de lagartijas. Nací en el son del viento que llora la plata entre empedradas y cerros. Mi voz falsete guitarra barroca sueños bordados al cuello y a los pies. Me arrullaba el pespunteo en noches frías que abrían conejos. Agua miel nostalgias de un pastor y cantos rojos pintados de octosílabos que hablan de manos curtidas por el sol polvo de minas y atlantes anónimos.
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Anoche Soñé el incendio la tenue certidumbre del recuerdo el eco traicionero de montar la huída la espera de la lluvia. Tiemblan mis manos —es sólo un sueño— Desintegra en estrépito el deseo: Húmeda sentencia en la espiral.
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giro esta marea de luna este rumbo sin rumbo y andar, andar. Es que el viento se cansa y me enamora. Rompo. Tumbo. (desvarĂo) La luna llena de espuma la costa suave el arrullo. Esta casualidad de encerrarme en una concha enredar con estrellas y corales. Duermo, gimo. (extravĂo) Giro. Esta marea de luna este rumbo sin rumbo de andar y andar este encerrarme a solas perder el grito en caracolas.
(desatino) Y giro. Esta marea de luna. este rumbo sin rumbo por andar, andar. Es que el rĂo siempre lleva al mar.
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hiere la boca del eStómago se hunde un algo agudo. Las manos duelen se adelgazan y recorre en los nervios un ácido que contrae y retuerce. A veces el dolor se hace náusea y se escapa en hormigas que anidan el cerebro.
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Repentino Entonces, sencillamente, me respiro a cuentagotas y a cuentamares, el golpeteo, el susurro, el grito y todo aquello que se dice a oscuras sencillamente. Ya luego vendrån las olas‌
Felipe Montes
Transparencias I Dame tu boca (En la sábana del estrépito ocurrente —de ola, tal vez— es que se desliza en mis labios, yo no sé, que desgarra y se deshace y se derrite única brisa o brisa única que no está ahí y sin embargo y luego irrumpe del naufragio
—de náufrago, tal vez— es que se desgarra en mis labios, yo lo sé, que derrite y se desliza y se deshace cuerpo exánime en la orilla en mi orilla. Hay que cerrar los ojos.) II Pero en la noche sube la marea y se reseca la garganta a cada entrada de la noche y viene el frío de fuera y sopla adentro.
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El grito de carne en cada peso de la almohada y vuelve y arremete y hace entrada para vestir rocĂo y galopar el sueĂąo. Remota oscuridad que huele a mares que se descubre en movimiento en falsas noches que me remite en giros insaciables para rendirme abismo en cada vuelta o con la oscuridad de la sala.
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Estoica Me llega a las manos un rumor de marcha: son mis hormigas. HacĂa tanto. Y les abro caminos: que pasen a mis ojos, que penetren mi ombligo. Que invadan mi vientre. Que entren. Que entren. Que me coman. Que se arrastren. Asesinas. Que muerdan y se agolpen en la entrada. Que rocĂen el vino.
Que entren. Hay una boca infatigable que habrá de reducirlas a cecinas.
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en la nada en la sequĂa en un pozo de mar desgarra y adormece de fatiga deshidratante agobiada. Pesa en las uĂąas. Disecciona. Y la nĂĄusea arrogante niega la creciente, suprime el hueco de costilla a costilla.
Te abandona en la noche con los ojos abiertos, respirando un encuentro sin saber. De pronto el calor se cuela en la ventana y llega el dĂa.
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Catarsis Que la duda me abochorne y adelgace en la brisa frágil e incisiva incursiona en la tarea navegante de las horas en la luz que se cuela de los árboles.
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Momento Bajo el caudal de luz: una madeja oscura de gruesas notas, un asomo de calma entre tenues pestañas, un ritmo palpitante que desvanece en ecos; el abandono grácil de una arena inquietante, el calor envolvente que se traduce en guiño,
Esta noche hay una alfombra de albor en cada orilla del mundo, un caminar incierto en apuradas señas, un asombro profético en el racimo de tu vientre.
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Los nombres I Te llamé mar, pero tus límites se hicieron inhóspitos y, siendo ola, me ahogaba. Te llamé río, Pero tu juguetona inconstancia me quebró entre rocas y terminé confusa. Te llamé arena, y por buscarte me hice a la orilla hasta secarme. Pero no bastó. II Mar extendido a cuestas en la marea taciturna y vespertina. Río sin nombre, escurridizo, que llora a veces.
Arena. Y, por buscarte, me hice a la orilla hasta secarme. Pero no basta. III Hoy te llamo desierto (alguna vez fuiste mar, dices) y te llamo ráfaga, torbellino, borrasca (¿cómo llegarías hasta mí? ¿cómo llegaste?). Pero ninguno basta.
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Ondulante Un mont贸n de algas en mi cama estira un dedo, agita otro, se ondulea en las peque帽as aguas incendiadas.
Hombre rodeado de silencio Puedo sentir el silencio que rodea tus pasos cuando llegas, cuando bajas del carro y cuando abres mi puerta. Te rodea el silencio, amado. Puedo sentirlo.
que no temes. Te acompaña el silencio, amado, puedo sentirlo.
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noche nocturna que deSborda a gritoS un palpitar de grietas enjauladas en la cima profunda de esta noche (un niño corre a saltos por mis brazos). Noche que vierte en suaves accidentes para que nazca luz en la prisa de calmarme en claros (un niño corre a saltos por mis brazos).
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ya no miré máS tu cara ni tu roStro. No quise verlo. Eran demasiadas líneas oscuras, demasiados océanos, demasiados hilachos. Y no quise. No quise. * Se me cruzó la rama en la garganta. No alcancé a mirar que ya estabas en la cama agigantada. Me avisaron entonces. Pero había mucho sol y mucho espacio y yo no quise.
* No quise ir a verte, amigo. No hay banderas ni escondrijos. Y he aquí la vieja idea del árbol que se asoma a verme. Y he aquí otra vez eso de que el viento y que las hojas. Pero yo no quise ir a verte, amigo. No quise. Se acabaron los días. Se me acabaron los días. Y no quise.
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En secreto Humíllate. En mi tibieza de muslo hay caracolas que añoran un castigo de tirano. Humíllame: Traga mi carne. Quiebra mis uñas. Embarra de lujuria mis temblores. Quiero humedad de canto.
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ola que eScarba laS orillaS. Agua de mar. Gotea. Surco en la arena. Espasmo. Lagrimeo. Bramidos de animal que van y llegan, llegan y van. Coraza. Lluvia que cae. Beso pasión de playa. Ola que escarba las orillas, agua de mar: gotea.
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el otro Acoso a la mañana. Me revuelco. Castañeo los cabellos en la almohada. En mi almohada. La cúspide de todo lo irremediablemente huraño. El estrepitoso margen del rocío.
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Se abre, en el cielo esta ciudad que inunda, este caminar de pasos en la orilla, esta dádiva limpia de caramelos y arrullos. Se abre, en el cielo, esta ciudad que inunda, que desquebraja, que aglutina, que desparrama hasta el hastío del perro que se va a otra habitación a mirar las aspas. Se abre, en el aire, esta humedad deprisa, este anhelo brillante de moldura que se queda en ascuas y amenaza, rutilante, hacia el paso de abril.
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cuando era niña todavía existía el sol, y sol lo llamábamos.
lo confieSo: Me da miedo la gente. la náusea, la cosquilla y lo confuso. Me dan miedo los ojos y las bocas. Sobre todo los ojos, y las manos de los ojos, y las bocas de los ojos.
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tantoS añoS de mirarnoS uno al otro. De medir la distancia entre los ojos. De medir la distancia entre las manos. De sabernos distintos. De querernos distintos. De mirarnos las pecas y las manchas del rostro. De oler, hasta el cansancio, dulce, agridulce, el uno, sal y corteza, el otro. Tantos años de hablar lenguas extrañas, Tanta insistencia, tanta. Tanto darnos la espalda. Siempre distintos, agazapados, tirantes.
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Los desaparecidos Eran muchos rostros incrustadados, y era un olor cenizo y agrietante. Yo me senté en medio: Una mujer callosa, labios rotos. Un hombre, sus esposas y el custodio. Eran muchos rostros incrustados. No recuerdo ninguno. Los miré uno a uno. Uno a uno. Pero el olor era cenizo y agrietante. Y ya no recuerdo ninguno.
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me da miedo la gente y, ante el miedo, mi boca se desboca y atraganta, remolinos, polvo y tierra en la demora, cubro y me descubro en la cubierta. A la cubierta. Me da miedo la gente. Ya doy cuenta. Me da miedo mi boca.
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no habrá otra tarde iluminada y roja ni andarán más mis pasos por tu calle. No más encuentros asoleados, taciturnos, ni pasillos estrechos. Un buen día, cualquiera, un día de estos, se acaba la tonada y calla el tordo. Y hasta aquí el patio sembrado de mezquites. Y hasta aquí el hormiguero, cúmulo de tierra que todo lo comprende. No más caminos.
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Pluma
Xitlally Rivero Romero (Tizayuca, Hidalgo, 1985) Licenciada en letras españolas por el Tecnológico de Monterrey. Es autora de De (ALPHA Editores, 2007) y (Editorial Acero, 2008). En 2003 recibió el premio de Literatura Instantánea “A vuelo de pájaro” organizado por la Casa de la Cultura de Nuevo León.
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Pincel
Rodrigo Navarro (México, D.F., 1983)
Licenciado en letras españolas por el Tecnológico de Monterrey. Es editor, corrector y diseñador de publicaciones. Entre otros, ha diseñado cursos para Grupo Milenio y el Gobierno del Estado de Nuevo León. Coordinador de diseño editorial en Editorial Acero desde 2008.
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ÍNDICE / 7 Soy heredera del huapango… / 8 Anoche / 9 Giro / 10 Hiere la boca del estómago / 11 Repentino / 12 Transparencias / 14 Estoica / 16 En la nada… / 17 Catarsis / 18 Momento /19 Los nombres / 20 Ondulante / 21 Hombre rodeado de silencio / 22
Noche nocturna… / 23 Ya no miré más tu cara ni tu rostro… / 24 En secreto / 25 Ola que escarba las orillas / 26 El otro / 27 Se abre, en el cielo… / 28 Cuando era niña… / 29 / 30 Tantos años de mirarnos uno al otro… / 31 Los desaparecidos… / 32 Me da miedo la gente… / 33 No habrá otra tarde iluminada y roja… / 34 Pluma / 35 Pincel / 36
de Xitlally Rivero Romero, termin贸 de imprimirse en agosto de 2012, en Serna Impresos S.A. En su composici贸n se utilizaron los tipos Century (9.5); Century Gothic (8:12) y Century School Book (8).