lunes 20 de abril 2015 No. 472
Las ‘dueñas’ del pueblo
Se adueñan de espacios públicos y de la vida de la gente. Son las lideresas que han impuesto su ley en los barrios. Aquí la historia...
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Por Jesús Peña/Fotos de Jesús Peña
urgieron como parte de la obra social del Ayuntamiento de Saltillo en pasadas administraciones. Pero al cabo del tiempo se convirtieron en guaridas políticas, bodegas, nidos de malvivientes, basurales o, en el mejor de los casos, negocios particulares. Al menos eso es lo que dice la gente de las colonias sobre los centros comunitarios, que hoy se disputan las autoridades municipales y las líderesas que, por años, han tenido el control de estos espacios públicos al grado de ostentarse – sin papales - como dueñas absolutas de los mismos. “Realmente los centros comunitarios estaban en manos de lideresas que los usaban en su beneficio”, declara María de los Ángeles Salazar de Madrazo, a cargo de la Subdirección de Centros Comunitarios de la actual alcaldía.
Una historia de abusos y arbitrariedades que se repite en la totalidad de los salones, unos 45, diseminados por los más 800 sectores que conforman la ciudad. En enero del año pasado, un poco después de que el nuevo edil Isidro López Villarreal, tomara posesión comenzó el rescate, que algunos inconformes y acaso perjudicados llamaron cacería, de estos inmuebles y estalló la bomba. El día de la inauguración del Centro Comunitario de la colonia Emiliano Zapata, se presentó la lideresa, una tal doña Luz, que quería las llaves del centro, que porque era de ella y ella lo había hecho, dijo. “Estábamos en el patio, todavía no llegaban las autoridades y entró la señora diciendo que venía a esperar al alcalde, para que le diera sus llaves porque este era su centro comunitario, era su salón, ella lo había hecho y nos dijo en varias ocasiones que era de ella.
“Entonces le dije ‘tráiganos las escrituras, si nos las trae desalojamos el salón’, no pos se enojó, se dio la media vuelta y se fue. Ya no volvió”, cuenta María Elena López Jaime, la administradora del lugar. Porque para esto el municipio había designado a 10 administradoras de los 10 centros que hasta entonces se habían rescatado. Hoy son 22. La municipalidad armó un programa de actividades recreativas y, previo estudio del perfil y necesidades de los colonos, el proyecto arrancó. Pronto los salones, como el de la colonia Nogales 1, quizá el más grande y concurrido de la ciudad, que la mayor parte del tiempo se mantuvieron cerrados, comenzaron a atraer gente de los barrios aledaños que tomaron parte en talleres de manualidades, bisutería, piñatas, pintura, belleza, box, cocina, baile, eventos culturales y deportivos.
VANGUARDIA Lunes 20 de abril de 2015 / SEMANARIO 3
Lideresas se defienden Semanario buscó a algunos de los antiguos encargados de los centros comunitario, a fin de que dieran su versión sobre las acusaciones por el presunto mal manejo de estos espacios públicos. > Santiago Flores Falcón, quien durante casi una década estuvo al frente del salón Madero, insistió en que los recursos que se obtenían con el alquiler del centro eran utilizados en el mantenimiento del sitio y la compra de mobiliario.
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Dejamos mobiliario de primera, de primera”, sostuvo.
Cuando hacía sólo unos meses atrás que este lugar, como casi todos, era alquilado por la lideresa del sector, una señora llamada Chely, para la realización de eventos sociales, desde bodas, primeras comuniones, quinceaños, fiestas infantiles, graduaciones, despedidas de soltero, baby shower y algunos aseguran que hasta velorios. “Cuerpos fueron velados aquí”, dice María Isabel Reyna, la administradora del centro comunitario de la colonia Nueva Libertad. El costo de la renta, como en casi todos los centros, oscilaba entre 400 y mil 300 pesos, según el tipo del festejo y la facha de los contratantes. “Después que los salones se recuperaron, las lideresas nos mandaban gente para que les rentáramos los lugares que porque ya le habían dado un anticipo, llegaban y decían ‘es que yo ya pagué, présteme el salón, me lo tiene que prestar, ya di anticipo’”, “Que ya tenían sus invitaciones hechas, a lo mejor tenían razón, y que no podían cancelar el evento. En uno o dos
casos tuvimos que ceder…”, cuenta María de los Ángeles Salazar, de la Subdirección de Centros Comunitarios. Algo similar le ocurrió a María Isabel Reyna, la administradora del salón Nueva Libertad un día en que dos nenas llegaron a pedirle que les alquilara el centro para la celebración de unos quinceaños. “Les dije ‘no, es que este salón no es pera eso hija’, me dice una de las chicas ‘antes sí lo rentaban’, le digo ‘no, es que no es para eso’ y otra me dice ‘es que mi tía Paula, (la lideresa de esta colonia), era la dueña – o es la dueña – de aquí’, le dije ‘no, tu tía no es la dueña ni yo ni el alcalde, todas ustedes son las dueñas de aquí’”. Guadalupe de Contreras, quien a menudo acude al taller de cocina nutritiva, era una de las vecinas que acostumbraba celebrar los cumpleaños de sus hijos en el centro comunitario de la colonia Chapultepec, dice que por económico. “Yo tuve piñatas, siempre he tenido piñatas de mis hijos y aquí rentaba. El
beneficio que teníamos nosotros era, usted sabe que en otro salón cobran mucho, económico, lo rentaban barato, 250 ó 300 pesos”. La mañana que personal del Ayuntamiento de Saltillo llegó para tomar posesión del centro comunitario Nogales 1, se topó con la sorpresa de que el salón ya estaba comprometido por el resto año para fiestas particulares. “Entra municipio, le pide las llaves a la líder y no, no quería entregarlas. Hablaron con ella y le dijeron que regresara el dinero, porque el centro comunitario ya no se iba a rentar más”, narra Juanita Espinoza, la antigua administradora de este salón, que hoy cuenta con una chacha de usos múltiples, pista de zumba, juegos infantiles, áreas verdes y un teatro al aire libre. Pero ahí no paró la cosa, personas afines a la lideresa de Nogales se apostaron por varias semanas en la puerta del centro comunitario para impedir el acceso de las autoridades municipales, hasta que de tanto un día se fastidiaron y se fueron.
Lideresas se defienden
Por su parte Matilde Esquivel Salinas, la hija de la líder del mismo nombre y quien hasta hace algunos meses estuvo a cargo del salón de la colonia Landín, aseguró que este lugar, que fuera construido con apoyo del municipio y la mano de obra de los vecinos, se mantuvo siempre en actividad y en condiciones de funcionamiento óptimas.
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Siempre hubo actividades; aerobics, manualidades, cursos de belleza, hasta un albergue y una cocina económica”.
Sus vecinos insisten en que la mayor parte del tiempo este salón estaba cerrado y que aparte se goteaba.
“Cada que llegaba era de que ya estaba ahí la lideresa y Javier Fuentes, de la colonia Universidad Pueblo, que me iban a golpear, que iban a cerrar el centro comunitario. “Llegaba y ellos estaban en la puerta y yo les decía, ‘conpermiso, ¿me dejas abrir?, porque yo vengo a trabajar’. Todos los días era lo mismo. Yo les decía ‘pos si me quieres golpear, golpéame’. Hasta que se fastidiaron”, cuenta Juanita. Luego de que los nuevos encargados de los centros comunitarios ingresaron a los espacios para verificar su estado y condiciones, los encontraron saqueados y complementa vacíos de mobiliario. “Cuando ya se les anunció que se empezaría a remodelar cada centro, estas personas sacaron lo mejor del mobiliario que había y se lo llevaron para sus casas. “Cuando estaban los albañiles trabajando llegaban las lideresas y decían que iban de parte de no sé quién y que iban por sus cosas y saquearon los centros”, denuncia María de los Ángeles Salazar de Madrazo, de la Subdirección de
Centros Comunitarios. Es el caso del salón ubicado en la colonia Peñita, de donde su lideresa, una mujer de nombre Margarita Pérez, presuntamente sustrajo equipo diverso entre computadoras, máquinas de escribir, máquinas de coser, un refrigerador, una estufa, mesas, una televisión y sillas, que había donado el Club Sertoma a este centro. “A la hora que le dijimos que tenía que devolver las cosas devolvió objetos que no eran. Metió una estufa desbaratada, máquinas de coser que no eran, el refrigerador nunca lo regresó. Esa persona nos saqueó el centro, se llevó las cosas “Le dijimos que íbamos a denunciar, pero no denunciamos porque quisimos llevar la fiesta en paz. Si ya estaba recuperado el centro nos interesaba más que estuviera funcionando “, platica Salazar de Madrazo. Loida Gallegos Luna, una vecina que diariamente asiste al taller de manualidades que ofrece el centro comunitario de la Peñita lo confirma:
“Dijeron las compañeras que la antigua encargada de aquí se había llevado las cosas. Solicitamos que las devuelva para trabajar…”. Y eso no es todo, la mayoría de los inmuebles estaban en condiciones deplorables: sin luz, sin agua, sin vidrios en las ventanas, los sanitarios destruidos, la fachada grafiteada, las paredes interiores despintadas, las áreas de canchas y juegos infantiles reventadas y la malla perimetral, en el caso de los que contaban con malla perimetral, rota o tirada. Así consta en varias de las fotografías que el departamento de Comunicación Social y algunos colonos hicieron llegar al Semanario. Esto sin contar los adeudos de agua y luz que heredaron a la nueve administración las lideresas priistas responsables de los centros. “Cuando llegamos no había agua, no habías luz, estaban colgados, tuvimos que pagar 10 mil pesos del adeudo que había de agua y de luz”, detalla Virginia Hernández Torres, la administradora del salón de la colonia Oceanía.
Lideresas se defienden
Ana María Ramírez, la dirigente que tuvo bajo su responsabilidad el comunitario Chapultepec, destacó la forma arbitraria con la que el Ayuntamiento local los despojó de los centros comunitarios.
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“Me dijeron que todo iba a quedar igual, que iba a seguir sirviendo a la comunidad e iba a haber los mismo servicios que había. A la mera hora pusieron otros candados y otras cadenas y ya no me dejaron entrar.
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Lo hicieron arbitrariamente, con engaños, lo hicieron mal. Les dije ‘eh ¿qué pasó, por qué hicieron esto?’, y me dicen ‘no es que tenemos órdenes de no dejar a nadie y menos a usted’, porque después de que ellos se meten ya nadie puede entrar. Fue un atraco lo que hicieron”, dijo esta gestora social a quien sus vecinos acusan de haberse beneficiado del salón, además de saquearlo.
Por eso es que las autoridades de la reciente administración municipal no entienden por qué estos salones, convertidos en muladares, eran alquilados por la gente para hacer sus fiestas. “No había baños, horrible que estaba y así lo rentaban para fiestas, yo no sé la gente cómo lo rentaba…”, comenta Juanita Espinoza, la encargada del centro comunitario Nogales 1, en el que se invirtieron 3 millones 840 mil 738 pesos, en su remodelación. Remodelación que incluyó en la mayoría de los centros comunitarios la instalación de pisos, medidores de agua y luz, tinacos, luminarias, pintura, impermeabilizante, rehabilitación de sanitarios, restauración de canchas y juegos infantiles y reforestación, se sembraron árboles. Así como el equipamiento de estos espacios con sillas, mesas, hornos de microondas, refrigeradores y, en el caso del salón Chapultepec, un consultorio médico que atiende todos los días. “O sea que aquellos ingresos que recibían las lideresas por la renta de los salones no los utilizaban en beneficio del centro”, aclara Virginia Hernández Torres, la
administradora del salón Oceanía. Y algunos de los espacios como el ubicado en la colonia Gustavo Espinosa Mireles quedaron tan abandonados, tan en el olvido que en poco tiempo se transformaron en nidos oscuros de drogadictos. Francisca Hernández, una vecina de este sector, que habitualmente asiste a los talleres de elaboración piñatas que imparte el centro desde su reapertura el año pasado, dice de este salón que era utilizado como bodega por un líder del sector llamado Jesús López y quien por años se ostentó como dueño absoluto de este espacio público. “No había actividades, estaba abandonado el centro, estaba cerrado y se juntaban muchos pandillerillos, muchos malandrillos, mariguanillos. “Había puro pandillero, nadie se acercaba y menos en la noche. Con tanto pandillero no podíamos traer a los niños a que jugaran, a que entrenaran en las canchas de fútbol rápido ni en las de tierra”. Nadie que no fuera el encargado del centro, podría entrar y el acceso a los baños estaba prohibido. “El encargado traía la llave y aquí no
entraba nadie. Nosotros le pedíamos el baño, pero decía que no, que estaba muy sucio, incluso había un cuartito donde se metían a hacer sus necesidades los niños y los pandilleros, olía horrible”, relata Patricia Enríquez, otra vecina. Olga Hidrogo Cantú, una habitante de la Unidad Francisco I. Madero, situada al poniente de la ciudad, dice que el tema del mal uso de los centros comunitarios, no es nada nuevo. El 30 de septiembre de 2011 ella y otros vecinos de esta colonia de clase media, enviaron una carta, que obra en poder de Semanario, con 80 firmas al entonces alcalde, denunciando una serie de abusos cometidos por el que fuera encargado del centro, un tal profesor Santiago Flores Falcón. Según la versión de los vecinos de este sector, este hombre que es maestro jubilado y trabaja en el área de deportes de la presidencia municipal de Saltillo, alquilaba el comunitario los fines de semana, desde el jueves, para la realización de distintos eventos sociales en los que era permitido el consumo de alcohol y la música a todo volumen hasta altas horas de la noche.
La estrategia >Se calcula que en la ciudad hay cuando menos unos 45 centros comunitarios >Además de la recuperación del resto de los centros, hasta ahora van 22, se proyecta la construcción de otros 15 en sitios estratégicos de Saltillo >La meta es que finales de la actual administración operen 60 salones totalmente funcionales y al servicio de los saltillenses >Se calcula que a más de un año del rescate de estos espacios públicos más de 169 mil personas han sido beneficiadas
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Gente que no salía, gente depresiva, ahorita tienen el centro como su segunda casa. En los centros comunitarios toda la gente es bienvenida sin distingos, no hay colores” Alejandra Zamora, coordinadora de Centros comunitarios.
Sus vecinos insisten en que la mayor parte del tiempo este salón estaba cerrado y que aparte se goteaba.
“Era un salón que se utilizaba como un negocio particular, incluso aquí en tono de broma la gente le decía ‘Recepciones Santiago’. Había pleitos y a pesar de que el salón cuenta con sanitarios, la gente tomada salía a orinarse afuera, en las inmediaciones. “Los vecinos estaban como secuestrados, no podía entrar a sus cocheras porque se llenaba de muchos autos de las personas que venían a los eventos”, relata Olga Hodrogo. Y el domingo este salón se alquilaba a una iglesia cristiana para la realización del culto. El ruido de la batería se escuchaba a varias cuadras. Aparte de no rendir cuentas a la comunidad sobre los dineros que ingresaban como resultado del usufructo del salón, Flores Falcón mantenía ocupadas las instalaciones. “Él decía quién sí y quién no podía acceder al salón, era prácticamente el dueño y los muchachos de la colonia le tenían que pedir permiso para poder ocupar la cancha, si él no lo permitía no la podían utilizar”.
Sin embargo los moradores de la Francisco I. Madero, nunca recibieron respuesta alguna a su carta. Espacios, como el de La Peñita, eran usados incluso por las lideresas como punto de reunión para operar. María Esther Ortega era una de aquellas lideresas y aunque, dice sus vecinas de la colonia la miran feo, decidió integrase a las actividades de este centro comunitario, desde una mañana que llegó a comprar masa para tortillas en el molino de enfrente y vio que el salón estaba abierto. “Vi la actividad que había en el salón y me arrimé. Sí, antes se usaba este salón, para ponernos de acuerdo en lo qué íbamos a hacer durante las campañas”. Lourdes Gutiérrez, otra habitante de La Peñita, recuerda algunas de sus tardes en este salón, allá cuando asistía a tomar clases de belleza y no había agua ni electricidad. “No había en qué conectar las máquinas y cuando hacíamos los permanentes, los tintes, teníamos que andar pidiendo agua a los vecinos. Otra era
de que la lideresa no nos dejaba entrar con niños, decía ‘yo no quiero niños aquí’”. Y en la Emiliano Zapata pasaba lo mismo, el grupo de mujeres de zumba tenía que ejercitarse en plena calle, todo porque la lideresa, una mujer conocida como doña Luz, les negaba las llaves para acceder el salón comunitario. “Dicen que batallaban, que su clase era a las 5:30 y el salón estaba cerrado. Iban por la llave, no se las prestaban, hacían la zumba en la calle, pedían la luz en las casas para el sonido, bailaban en la calle, sobre el pavimento”, narra María Elena López Jaime, la administradora del centro comunitario de la colonia Emiliano Zapata. De acuerdo con los registros de la Subdirección de Centros Comunitarios en el último año, y desde que se recuperaron los primeros 10 inmuebles, más de 169 mil personas, entre niños, jóvenes, madres de familia y adultos mayores, han asistido a las diferentes actividades de recreación que ofrece la municipalidad.
“Gente que no salía, gente depresiva, ahorita tienen el centro como su segunda casa. En los centros comunitarios toda la gente es bienvenida sin distingos, no hay colores,”, explica Alejandra Zamora de la O, de apoyo a la coordinación de Centros Comunitarios. Sara Segura tiene 15 años viviendo en la colonia Nogales 1, pero conoció a sus vecinas hace apenas unos meses, cuando centro comunitario abrió sus puertas a la gente del barrio. “Años de vivir y sin conocernos. Conozco a muchas vecinas que no conocía después de 15 años”, dice. Sin embargo, lo que hoy preocupa al Ayuntamiento es, dicen, que las lideresas han amenazado a la gente de las colonias con retirarles las despensas y otros apoyos, si acuden a estos
centros impulsados por la administración actual. Tal y como sucede en el centro comunitario del ejido Agua Nueva, al sur de Saltillo. “El problema es que la gente no se arrima… Hay una promotora que ve a la gente que entra y sale. Ayer vinieron unas señoras y estuvieron comentando que ya no venían aquí porque les quitaban sus despensas y ya no les daban ningún tipo de ayuda. “Yo lo único que digo es que no se vale que amenacen a la gente. La gente es muy libre de andar donde ella quiera”, dice Saira Sánchez Tovar, administradora del salón. A Mayté Parra, una lideresa le llamó la atención cuando la vio regresar de la zumba en el centro comunitario del pueblo...
V I D EÓD R OM O
Cenicienta Kenneth Branagh
2015 P or Est eb a n S h er i da n
Hay quienes dirán que un clásico no debe de tocarse. Generaciones enteras crecieron con películas como la Cenicienta, y capturar la magia de una película animada tan importante con actores de carne y hueso es un reto monumental. A nivel crítica, Disney ya fracasó con su readaptación de Alicia en el País de las Maravillas (Tim Burton, 2010) y Maléfica, la versión de la Bella Durmiente protagonizada por la chocante Angelina Jolie. Ambas producciones enormes, pero con el encanto de Rápido y Furioso 18. Al parecer Disney decidió que va a rehacer todas sus películas animadas clásicas con actores reales. Los niños ven una película ochenta veces, y los estudios, para no arriesgarse con
productos nuevos, prefieren hacer o secuelas o “remakes”. A nivel mercadológico esto suena a una idea genial, como se ha comprobado por los ingresos en taquilla de las dos anteriores. A pesar de su
poca calidad, Alicia recaudó más de un billón de dólares a nivel mundial, y Maléfica se acercó a esta cifra. Seguida de la Cenicienta, el megaestudio anunció planes para rehacer El Libro de la Selva, la Bella y la Bestia
y Dumbo. Tras fracasar con las dos primeras, han corregido su error y ahora ponen en el timón a un director capaz, que sin mayor pretensión logra traducir el encanto de la Cenicienta sin tratar de volverla “cool”. Si las que siguen les salen como esta, tal vez quienes atesoramos estos clásicos por fin nos podríamos sentir en buenas manos. Si no está roto, no lo arregles. Kenneth Branagh es un gran director de cine, y queda perfecto para un proyecto como estos. El director inglés aborda el proyecto sin ironía, sin explosiones 3D, etcétera. Respeta el material de origen y nos entrega una película peculiar, pero acertada, que si bien no está a la altura de la original funciona bien como una especie de tributo no solo a esta cinta, sino a la época en que la original se produjo. Ser fiel a la historia original era el tratamiento más arriesgado y hay que celebrar a Branagh por tomar este rumbo. Si bien no venderá billones de macnugets (los pubertos no la van a soportar), es una película linda y simple. Y bueno, ver a Cate Blanchett como la villana vale el precio del boleto.
Ra dar
Una guía para navegar la nube Por Est eb a n Cá r d e na s
escardenas@vanguardia.com.mx
Carry and Lowell – Sufjan Stevens
Música
Mi disco favorito de Sufjan Stevens sigue y supongo seguirá siendo el gran Illinois (2005), un disco de pop barroco que homenajea aquel estado norteamericano. Musicalmente, en ese disco ocurre demasiado, pero resulta demasiado bueno. Como un buffet de comida gringo en el que todo sabe excelente. Tras Illinois lanzó Age of Adz (2010) con el que exploraba música electrónica y hasta hip-hop, igual de ambicioso pero más bien mediocre. Ahora con Carry and Lowell, el canta-autor originario de Michigan regresa al estilo de su seminal álbum Seven Swans (2004) un disco de folk minimalista que grabó en un estudio casero.
Safety Not Guaranteed
cine
En iTunes hay un apartado que lee “comedias románticas indie” o algo así. Ya se sabe más o menos qué esperar de este género tan gringo: películas de bajo presupuesto protagonizadas por actores de renombre (básicamente proyectos de vanidad) con los que aspiran a ser nominados a algo, todo acompañado por una banda sonora hipsterona. La mayoría son basura, pero de repente sale una joya como Safety Not Guaranteed. Se trata sobre un periodista amargado y su asistente “rarita” (Aubrey Plaza) que viajan a un pueblo olvidado para investigar al autor de un anuncio clasificado que busca un compañero para viajar en el tiempo. VANGUARDIA Lunes 20 de Abril de 2015/ SEMANARIO 13
Claro que ud. lo sabe Po r M ig u el A g ust í n P e r a l e s
1.- La ocupación del puerto de Veracruz por fuerzas norteamericanas se inició el 21 de abril de … a) 1912; b) 1913; c) 1914; d) 1916. 2.- Un … es un silogismo abreviado. a) sorites; b) epiquerema; c) polisilogismo; d) entimema. 3.- Encélado es un satélite de … a) Saturno; b) Neptuno; c) Urano; d) Júpiter. 4.- Uno de los puntos del Plan de Agua Prieta, proclamado el 23 de abril de 1920, fue desconocer a … como presidente de la República. a) Plutarco Elías Calles; b) Venustiano Carranza; c) Adolfo de la Huerta; d) Álvaro Obregón.
Por Alf redo G ar c í a
5.- Miguel de Cervantes murió el 22 (y fue sepultado el 23) de abril de … a) 1613; b) 1614; c) 1615; d) 1616. 6.- Suomi es el nombre autóctono de … a) Finlandia; c) Noruega; c) Suecia, d) Islandia. 7.- El emblema del evangelista San …, cuya festividad se celebra el 25 de abril, es un león. a) Juan; b Lucas; c) Marcos; d) Mateo. 8.- Los … eran, en la antigua Roma, gladiadores que, por llevar cubierto el rostro con una máscara desprovista de orificios para ver, luchaban a ciegas. a) reciarios; d) andábatas; c) présbitas; d) coribantes.
RESPUESTAS 1) c; 2) a; 3) d; 4) b; 5) d; 6) a; 7) b; 8) c.
superméndez
Los menesteres del ocio Sexo y política. La política de alcoba es tan eficaz y tan antigua como la que se practica en las plazas. La política de masas no es mejor ni más expedita que la política de los cuerpos. Sin embargo, se percibe siempre un dejo de clandestinidad y de pecado en las decisiones que provienen de la esfera íntima. Personajes como las romana Mesalina, Lucrecia Borgia, Paulina Bonaparte o la Güera Rodríguez fueron tachadas de prostitutas por la airada opinión pública, a pesar de que no estaban más desnudas o a medio vestir que las alegorías de la Justicia, de la Patria, de la Revolución. Cuando el sexo bello insinuaba el bulto tras bambalinas, la opinión pública de inmediato se volvía puritana y se declaraba lista para el linchamiento o la lapidacióan. El escándalo era mayúsculo si lo que se adueñaba del escenario eran las relaciones homosexuales. Los términos ‘perversión’, ‘degeneración’, ‘corrupción de costumbres’ sonaban no como pedradas en el oído de los ‘culpables’, sino como aerolitos en la capa más blande del aire. De hecho, si se discriminaba a los homosexuales en la vida familiar y privada, en la esfera pública teóricamente no tenían el más mínimo derecho a existir. Mejor dicho, en este campo la persecución y el denuesto se volvían acicates de sospecha, de hipocresía y de perversión al cubo, por cuanto la monstruosa falta se mantenía muy vigente pero oculta. Hoy por hoy, sólo la derecha holandesa ha confesado con franqueza y hasta con cierta ingenuidad sus
El único superhéroe de Saltillo y la región (incluyendo Ramos)
preferencias homosexuales, en un entorno global que tutela y ferozmente defiende los derechos de los gays, los transexuales, los drogadictos, pero nunca los de los zoofílicos ni los de los pederastas. Todavía hace cuatro años un gobernador de Massachussetts tuvo que dimitir cuando se supo que viajaba privadamente a Nueva York para tener encuentros con prostitutas. Por no recordar el escándalo mayúsculo que suscitó una becaria de la Casa Blanca –Mónica Lewinsky- en tiempos de Bill Clinton. Un personaje como Matta Hari fue denostada y admirada porque sustraía secretos militares en la molicie de la alcoba. Como dijimos en otra ocasión: ¿es necesario que nuestros gobernantes sean unos robots, unas máquinas, sin apetito sexual, sin afición a la bebida o a las corridas de toros, que tengan a lo mucho una tranquila inclinación al nintendo? Siempre fantaseamos sobre su vida privada, la que sospechamos sucia, exótica, superabundante. Y nos decepcionamos al saber que Porfirio Díaz y Lázaro Cárdenas, por ejemplo, no tenían una especial afición por el sexo, ni por el correcto ni por el pervertido (en un resbaladizo campo en el que la corrección sexual es más estimada y mejor guardada que la corrección política). De hecho, se afirma que la emoción del poder es más gratificante que cualquier otra, que está por encima de la comida, de las joyas, de los caballos pura sangre, de los autos de carreras, de los óleos y estatuas, que son sólo borrosas metáforas suyas.
Por J. Latapí