Semanario: Dignifican a mascogos

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VANGUARDIA | LUNES 19 DE NOVIEMBRE DE 2012 | NO.350 |

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

DIGNIFICAN A MASCOGOS

Luego de 182 años, gracias a las gestiones de una descendiente llamada Gloria, el INAH los declara ‘Pueblo Indígena Mexicano’


Arte original para Pour la France! creado por Federico Jordán. Adquiera esta imagen en impresión giclée numerada y firmada por el artista en: www.fjordan.com/store

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#28:“Porque me atienden como reina”. Lourdes Narro Barragán

Periférico Luis Echeverria 1416. Zona Dorada. Saltillo, Coahuila. México


EN UN DOS POR TRES

LA FAUNA

Por Alfredo García

El caso Coahuila bien, como decimos, de un episodio de política inteligente y vivaz, a la altura de los tiempos turbulentos que vivimos. En un momento en que los jefes de los cárteles se desplazan velozmente de un pueblo a otro, de uno a otro estado, si hace falta de uno a otro país, en horas 24, los políticos no pueden moverse a paso de tortuga. La lectura de este momento político no puede ser pues una relectura de los sucesos de hace tres décadas. Inclusive una revista antañona como Proceso, que jamás dio en el clavo y cuyas predicciones charras jamás tuvieron cumplimiento (nunca adivinó esa publicación, por ejemplo, que el PAN llegaría al poder y que se mantendría en él por dos sexenios consecutivos) deben actualizarse y empezar a contemplar y juzgar los acontecimientos

con los ojos de este siglo, de este milenio. Fernando de las Fuentes no sucederá al gobernador, por ejemplo, tal como lo hiciera su padre después del interinato de Francisco José Madero. Después de dos sexenios de ruido vano, el poder de los medios de comunicación para alterar los escenarios políticos disminuirá de manera sostenida. El ciudadano común les hace cada día menos caso, ensordecido como está por el tableteo de las armas de alto poder y decepcionado como se siente por las campañas negras y las guerras sucias en que pretenden involucrarlo los políticos, los empresarios y los narco empresarios. Otras cosas se moverán en Coahuila, y de manera estrepitosa, pero no las que nuestros comentaristas locales, cortos de vista, se imaginan…

| Diccionario de autores

SEMANARIO

Ilustración: Diego Hernández

Mujer: La mujer es como la sombra: si le huyes, te sigue, si la sigues,

te huye (Chamfort).

SI YO FUERA PRESIDENTE

¿Se imagina sentado en la silla que ahora ocupa Felipe Calderón? Adriana Velasco, contadora.

1.

Impulsaría la educción para que ya no haya tantos maleantes causando destrozos en la ciudad. Haría que los maestros sindicalizados estudiaran más y ofrecieran un mejor servicio, que en realidad funcionaran las evaluaciones que les ponen.

2.

Impulsaría la agricultura y la ganadería, haciendo préstamos a los agricultores para que económicamente, el país pueda salir adelante.

3.

En cuestión de seguridad trataría de que la policía tenga elementos capacitados.

4. 5.

Promovería los valores en la familia, el respeto, la tolerancia en las escuelas y en la televisión. En relación al medio ambiente buscaría que las personas tengan conciencia de que nos estamos acabando el planeta. Con una campaña que fomente el reciclaje.

LA LICUADORA

Nadie es homogéneo, análogo, todos son una mezcla de… Una pizquita genética de fulanito, otra de menganito y una cucharadita de perenganito. Si no lo crees, ve cómo metes en una licuadora un tantito de éste, más del otro y un puñito de aquél, y luego verás quién sale:

Paulina Romero Deschamps

Cindy La Regia

Paris Hilton

Paulina Peña

VANGUARDIA Lunes 19 de noviembre de 2012 /

Vivimos en Coahuila un auténtico episodio de política del siglo 21. Se equivocan las mentalidades provincianas que temerosamente lo juzgan con cartabones procedentes de la década de 1970. El profesor Moreira no es el profesor Flores Tapia. No es un cadáver político ni, presumimos, un toro al que se le pueda clavar la espada del enriquecimiento inexplicable. En plena juventud, hiperactivo, echado para adelante, no parece que vaya a retirarse de la política, la pasión de su vida. Si ni siquiera Eliseo Mendoza ha intentado jubilarse y a sus años es el titular de uno de los tres poderes del estado… Se equivocan, repito, los santurrones y los persignados de la política que ven en esta hora crítica un peligro para el estado. Se trata más

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| Claro que ud. lo sabe

| Los menesteres del ocio

|| Por Miguel Agustín Perales

|| Por Alfredo García

1.- … es el arte de adivinar el porvenir observando los huesos de la espaldilla de los animales.

Apodos. Cuando terminó su Entomologion, ciclo de décimas sobre los insectos, en lugar de la gloria recibió un apodo: El Insecticida.

páginas, caudalosamente enciclopédicas, llenas de cifras, mapas y nombres indígenas, muchos de los cuales no he vuelto a encontrar posteriormente.

Sopa. A las dos de la tarde, el bar Placeres huele a sopa. “Esta cantina huele a hogar”, le digo a Blanca, la joven patrona, mientras me sirve la primera cerveza.

Observación de café. Lástima de mujer, es bella pero indefinida: ni rechaza ni acepta.

■ ■ ■ ■

SEMANARIO

A) uroscopia; B) espatulomancia; C) metoposcopia; D) necromancia.

2.- En su Plan de … Madero llama a los mexicanos a levantarse en armas contra el régimen porfirista. ■ ■ ■ ■

A) Casa Mata; B) Hermosillo; C) Tuxtepec; D) San Luis Potosí.

3.- El … de noviembre de 1959 la ONU proclamó los Derechos del Niño. ■ ■ ■ ■

A) 18; B) 19; C) 20; D) 21.

■ ■ ■ ■

A) argentina; B) chilena; C) brasileña; D) boliviana.

■ ■ ■ ■

A) Amaltea; B) Melisa; C) Amatea; D) Salmácide.

6.- La primera ceremonia de entrega de los Premios Nobel se efectuó en … ■ ■ ■ ■

A) 1903; B) 1902; C) 1901; D) 1900.

7.- Un anemómetro mide la … del viento. ■ ■ ■ ■

A) fuerza; B) densidad; C) humedad; D) velocidad.

8.- El … de noviembre es el Día de la Armada de México. ■ ■ ■ ■

A) 22; B) 23; C) 24; D) 25.

Respuestas: 1) b; 2) d; 3) c; 4) a; 5) a; 6) c; 7) d; 8) b.

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4.- El Aconcagua es una montaña …

5.- La cornucopia era, según algunas versiones de la mitología griega, el cuerno roto de la cabra …

SUPERMÉNDEZ

Costumbrismo. Tantos camaradas sumidos en la monotonía del vicio, en la cotidianeidad del miedo, en el aburrido horror. Si hubo revelaciones, deslumbramientos, ellos ya no lo recuerdan: siempre triunfa el costumbrismo. In the rocks. La tienda de abarrotes, regenteada por una pareja de homosexuales que escuchan, mañana y tarde, música de discotéque datada entre los años de 1978 y 1983: resulta nostálgico entrar a comprarles una coca cola bien fría. Acaso Sísifo. Gordo, de baja estatura, menos de treinta años de edad, sólo ligeramente amariconado: cada mañana debe pasar más de una hora afeitándose, a juzgar por el cerradísimo vello de los brazos. Al filo de las hojas. Ese anuario estadístico de México, que rescaté de un bote de basura y luego extravié, antes de cumplir los once años de edad: no he podido olvidar —de hecho reaparecen todavía en mis sueños— sus abundosas

El criminal del Destino. Como sabemos, los sillones del Colegio Nacional son vitalicios, y es menester aguardar al fallecimiento de uno de sus ilustres miembros para que pueda pensarse en la erección de un sucesor. Tal espera, como sabemos también, suele durar décadas. Se ha dicho, por ejemplo, que Juan José Arreola jamás pudo acceder a tan ilustre recinto debido a la animadversión que le profesaba Jaime García Terrés, erudito quince años menor que el acendrado prosista. Cuento la anécdota porque finalmente ambos nefelibatas del alfabeto están muertos: en una ocasión, un amigo y yo ideamos una novela policial, acerca de un refinado asesino a sueldo que trabajaba sólo en el medio intelectual, en el que abundan las envidias, los rencores y la ineptitud para el uso de las armas. Sus técnicas eran finas, dilatadas pero siempre eficaces. Si alguien le pedía un sillón del Colegio Nacional, podía tardar tres meses, cinco o diez años en conseguirlo, pero la presa caía al fin sin ruido y sin huellas. Su técnica —insisto— era limpia y tranquila como la del propio Destino.

El único superhéroe de Saltillo y la región (incluyendo Ramos)

Por J. Latapí



VIDEÓDROMO

RALPH EL DEMOLEDOR UNA DOSIS PRECISA DE NOSTALGIA RETRO, UN GUIÓN ÁGIL Y UNOS VISUALES DELICIOSOS, PUEDE SER LA MEJOR PELÍCULA ANIMADA DE 2012.

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SEMANARIO

Rich Moore 2012

Por Esteban Cárdenas

Entre el público de la sala habrá algunos papás que llevan a sus hijos al cine, pero que podrían ir solos, atraídos por los recuerdos de jugar videojuegos de niños. ¿Qué pasa con nuestros personajes favoritos cuando no los observamos? La propuesta de “Ralph el Destructor “ tiene algo de similitud con “Toy Story”, pero con videojuegos en lugar de juguetes. Sin embargo, “Ralph el Destructor” no es solo una buena idea mercadológica reciclada que capitaliza la nostalgia de los gamers ochenteros: es una película bien ejecutada con una historia divertida que trasciende su fórmula novedosa. Al cerrar el salón de “las maquinitas”, sus personajes descansan y se visitan los unos a los

otros. Ralph el Destructor (John C. Reily, en su versión en inglés) es el villano de un videojuego llamado Fix it Felix Jr. Durante una divertida sesión de grupo de apoyo para villanos de videojuegos, acepta que está harto de ser el malo siempre. Ralph quiere que los personajes de su videojuego lo idolatren como lo hacen con Félix, su némesis bonachón, quien recibe una fiesta cada que derrota a Ralph. Sus “compañeros de trabajo” no lo invitan al 30 aniversario de Fix it Felix Jr, diciéndole a Ralph que para hacerlo, tendría que ganar una medalla como Felix. Decepcionado, nuestro protagonista visita una cantina, en donde conoce a un soldado de Hero´s Duty (un videojuego inspirado en la popular serie “Halo”), quien le platica que en su juego, el ganador recibe una medalla cada que triunfa. Ralph decide visitar Hero´s Duty en busca de una medalla, y comienza una aventura inter-plataforma que lo llevará

por los diversos mundos pixeleados de las maquinitas en un intento de comprobar que es el bueno, y no el villano. Si tienes más de 20 años entenderás y disfrutarás las interminables referencias a décadas pasadas, en un buffet de cultura pop que además de verse increíble incluye más de 180 “cameos” por parte de personajes famosos de videojuegos: Hacen su aparición Bowser de Mario, Paperboy, Frogger, Pac-man y muchos otros, con sus predecibles chistes retro que caen bastante bien y que además avanzan la historia.

La película ha estado en desarrollo desde hace años, y por fin vio la luz de la mano de John Lasseter, director creativo de los estudios Disney y Pixar. Aunque los estudios creadores de Toy Story no la firman, Lasseter sí le da el toque especial característico de esta casa productora, un cariño casi artesanal por sus animaciones que la diferencia de otras películas inferiores, como la más reciente entrega de la serie “Madagascar”, que solo quiere vender juguetes y deja a un lado el desarrollo emocional de sus personajes. Podría parecer así, pero afortunadamente no es el caso.

RADAR

Por Esteban Cárdenas

escardenas@vanguardia.com.mx

Psychedelic Pill Neil Young and Crazy Horse 2012

Psychedelic Pill, el más reciente disco de Neil Young y Crazy Horse, está diseñado para escucharse en vivo, como queda evidenciado en cualquier video de youtube que documente su gira actual, y como prácticamente todos sus discos. Es una lástima que no vayan a venir a México en esta gira, porque están tocando tan bien que harían que el Popocatépetl se despertara y echara humo en señal de aprobación, pero lo bueno es que el disco captura muy bien la energía cruda de uno de sus conciertos. Psychedelic Pill es el disco número 35 de Neil Young, y el número 22 en colaboración con los Crazy Horse, una de las bandas de acompañamiento más sólidas que han existido jamás. Su versión en vivo de Hey

Hey, My My (Into the Black) incluida en Weld (1991) es uno de mis top 5 momentos del rock. Juntos son como una especie de Voltron rockero: cuando juntan sus súperpoderes son un imparable monstruo con pocos rivales dignos, los solos de guitarra de Young son los devastadores lásers que dispara por los ojos cuando se enoja. Para grabar Psychedelic Pill pasaron horas improvisando. De estas sesiones se desprenden los nueve temas del disco doble, entre las que destacan Ramada Inn y la monumental Walk Like a Giant, que se traduce como “Caminando Como un Gigante”: después de escucharla numerosas veces, con sus 16 enormes minutos me parece tan grande que no se me ocurre un título más apropiado.



SEMANARIO JESÚS CASTRO

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FOTOS: JOEL BARRERA

DIGN

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El INAH los acaba de d preservar sus tradicion

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odavía se camina p crujir la tierra y det vo con la piel al paso gunas ya empastad cemento o rudimen repintadas de color dan en el interior el más de cien años amasaron sus pad Es el Ejido El Nacimiento, un n dice mucho, y a cuyos poblado habitantes de la región reconoce cogos”, porque de aquella piel q sol tostó a sus antepasados, y p


NIFICAN A

ASCOGOS

declarar ‘Pueblo Indígena Mexicano’ luego de 182 años, la tarea de nes es ardua, aquí unos fragmentos de su historia...

por ahí haciendo teniendo el polo, sus chozas, aldas de moderno entario estuco, y ores vivos, guarl adobe que hace adres. nombre que no ores ya sólo los en como “masque una vez el por la cual les

llamaban “negros” ya poco queda. Mascogos es una tribu de hombres que alguna vez fueron esclavos provenientes originalmente de Africa, pero que se asentó en México allá por 1830 y que durante la guerra contra Estados Unidos logra obtener un territorio propio en el actual municipio de Muzquiz, Coahuila, tierra en la que aún viven. Hasta ese lugar se trasladaron hace dos meses autoridades federales mexicanas, a platicar con jóvenes que ya no saben la lengua que hablaban sus abuelos, mujeres que poco recuerdan de cómo batir el atole soske, muchachas que ya

no cantan el Capeyuye, ancianos que dejaron de asistir al templo y niños que han perdido casi todos los rasgos negroides, incluso el color. Llegaron de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas a declarar, por primera vez luego de 182 años, que los Negros Mascogos son una Pueblo indígena mexicano, el segundo asentado en Coahuila. Fue el 22 de septiembre, y los “negros mascogos”, como aun se llaman a sí mismos, celebraron casi como cuando sus padres se sintieron libres del yugo de la esclavitud, allá en el paraje de la entrada a El Nacimiento.

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En una de las fotos de ese día aparece una figura morena, que empuña un madero grande para moler maíz, y que no parece sobresalir en el festejo. Es Gloria Margarita Romo, una mascogo que ya no vive en el pueblo, pero que lleva diez años sumando a su espalda la carga de rescatar la cultura de sus antepasados. Fue Gloria quien comenzó a tocar puertas y recopilar documentos. Margarita sonríe y detrás de sus gruesos lentes apenas se ve el brillo de sus ojos y el defecto congénito en uno de ellos. Se puso el vestido rojo con puntos blancos y pañoleta en la cabeza para mostrarnos su pueblo, el Pueblo Mascogo que ahora puede llamarse oficialmente así, gracias a ella. Sin embargo, dice, “este papel no nos devuelve nada, lo que se perdió hay que rescatarlo”, manifiesta la mujer, comprometida a hacer valer el documento reviviendo la riqueza de su historia y la cultura heredada desde el tiempo en que Juan Caballo, el primer líder mascogo, les consiguió un terruño para vivir.

EL NACIMIENTO

Aunque a la orilla de la carretera MuzquizOcampo está un letrero señalando con una flecha un camino vecinal, e identificando que por allí se llega al ejido El Nacimiento, poco les dice eso a los viajantes. Tomarían ese rumbo solo por curiosidad, ya que en el mismo señalamiento está otra inscripción que dice: “Kikapoos”, y cualquier turista podría intentar llegar hasta donde está la reserva india esperando quizá verlos todavía con penachos y chaquetas de cuero, como en las películas de John Wayne. Pero los turistas se llevarán una sorpresa, pues difícilmente conseguirán entrar a la reserva Kikapoo. Son una tribu celosa de sus costumbres, “amigables, pero de lejitos”, dicen los originarios de Múzquiz. Por ese camino también se llega a uno de esos pueblos polvorientos y desolados que abundan a la orilla de toda carretera. Ese, como el territorio de los Kikapoos, también es El Nacimiento, y es donde desde hace años viven los Mascogos. Con dos capillas, una católica y otra cristia-

na, chozas aún de adobe, un largo molino de viento, escuela primaria y telesecundaria, amplios solares frente a sus casas, la mayor parte del tiempo vacíos porque los “chiquillos” le huyen al tremendo sol de 38 grados, los mayores ni se aparecen por estar trabajando y las mujeres, algunas, las más tradicionales, siguen en las tareas del hogar, otras, sobre cuyas casas ya adorna una antena de televisión satelital, gozan de la novela en turno. Son dos las calles principales que arman el trazo del pueblito, que extiende sus dominios a una serie de parcelas, ahora ya secas por falta de lluvia. De esas dos calles se desprende el enramado de caminos que atraviesa el terruño de los mascogos, con árboles aun centenarios y sombras bajo las que ya pocos amarran sus caballos. Allí se llega sin tocar la puerta. Son una tribu, como los Kikapoos, igual de antigua, pero menos celosa. Allí, don Gonzalo Palaú Salazar, comisario ejidal, incluso nos invitó a conocer la paredes que cobijaron su infancia y que aún conserva como recuerdo de sus an-


Esta es una copia, es una carta que escribió Juan Caballo, nuestro fundador, pero no sé lo que dice”.

DON GONZALO, descendiente, fue quien recibió el documento del INAH que los certifica como Pueblo Indígena Mexicano. tepasados. “Si, yo soy negro, somos mascogos”, dice al saludo este hombre levantando de vez en cuando la vista mientras limpia una carga de nueces en el patio de su casa, mientras su mujer, robusta y franca, exprime la segunda carga de la lavadora Easy, porque allá el tallador ya casi no se usa. Fue Don Gonzalo quien recibió el documento que los certifica como Pueblo Indígena Mexicano, de manos de Olaf Corro Labra y Liliana Garay Cartas, representantes de la CDI. Ahora cuenta con una casa más moderna, de ladrillo y cemento, pero junto a ella está otra, muy rústica, de dos aguas, adobe que dice, amasaron los abuelos de sus abuelos, esos que conocieron a Juan Caballo, y a quienes les heredaron esos tres por cuatro metros donde vivió de niño, apretujado. “Aquí en este cuartito era mi casa, éramos muy pobres”, dice del cuarto lleno de ollas viejas, trastes, cintos y monturas de caballo, herramienta y toda clase de “cachivaches”.

Aunque lo cuenta con naturalidad, es difícil imaginar que el estrecho cuarto se dividía en una cocina y el lugar donde dormían. Así es, diez eran los integrantes de la familia Palaú, diez comían en esos tres por cuatro metros, y luego, tras caer la noche, diez dormían en solo dos camas que acomodaban, “sabrá Dios cómo, ya no me acuerdo”, dice don Gonzalo. El comisario ya es de los mayores. Ha completado los 73 años, y a pesar de ello, desconoce casi por completo la lengua que hablaron los primeros pobladores mascogos. Eso sí, conoce bien su historia, y la cuenta como la mayoría de los aldeanos, con pasajes más, pasajes menos, pero siempre con la misma esencia. “Mi papá se llamaba Telésforo Palaú, ya nació aquí, pero su mamá si venía de Estados Unidos, doña Hilaria Nuñez, la viejita platicaba que cuando venían de allá, venían a pie, platicaba la señora, nomás que se venían de allá porque había una esclavitud

para ellos, era muy duro para su gente”, expresa don Gonzalo. Y es entonces que comienza a hablar de Juan Caballo, el héroe de la tribu, un indio negro de los que las enciclopedias llaman seminol, que lo mismo se “apalabró” con el presidente de los Estados Unidos, James Polk, que con sus homólogos mexicanos, Antonio López de Santa Ana, Benito Juárez, y, dice la tradición, también con Porfirio Díaz.

LA CARTA

Pocos escritos existen en México sobre el legendario Juan Caballo, del que habla don Gonzalo. Se dice que mucho hay sobre él en el Instituto Smithsoniano del país vecino. No obstante, la misma pérdida de la lengua original que hablaban sus padres, ha hecho que don Gonzalo guarde celosamente una carta que ni él mismo tiene idea lo que dice. “Esta es una copia, es una carta que escribió Juan Caballo, nuestro fundador, pero no

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DON GONZALO

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SERVANDO, juez auxiliar del pueblo, expone que ante la falta de agua muchos están buscando futuro en EU y el pueblo se está quedando solo. sé lo que dice”, declara el hombre mientras muestra las hojas, declarándose autoridad incompetente para revelar el secreto que su fundador dejó en ese tesoro escrito de su puño. Tendrían que pasar dos semanas para saber lo que dice esa carta. No porque encontráramos a algún mascogo que la tradujera, sino porque la lengua que hablaban y escribían sus antepasados es un tipo de variación fonética del idioma inglés, mezclado con palabras nativas kikapoos, e incluso rezagos del ancestral dialecto africano. Fue un traductor inglés-español quien desentrañó parte de esta historia mascoga, contada por Juan Caballo. La carta está fechada en 1873, y en ella, el indio que ya logró una tierra para los suyos en México, intenta negociar otro territorio en los Estados Unidos e indemnización, prometidos ambos por el presidente James Polk desde hacía 30 años, y que esperaba, las autoridades de Washington le hicieran válidos. “Nací en Florida, mi gente fue sacada de aquí y llevada a Arkansas. Todo fue robado de nosotros cuando dejamos Florida. Los hogares, el ganado, los caballos y todo lo que teníamos, y el gobierno prometió en ese entonces pagarnos por todas las pérdidas y que nosotros obtendríamos tierras para formar hogares y seríamos otorgados con todo lo necesario por ocho años”, escribe Juan Caballo a un tal general August. En efecto, la historia oficial dice que en épocas de la Colonia, cuando el territorio

estadounidense estaba dividido entre España e Inglaterra, esta última potencia trajo a América esclavos negros a quienes obligaban, en condiciones inhumanas, a trabajar sus plantaciones. Fue hasta finales de 1700 y principios de 1800, cuando en la Nueva España se decretó libertad de la esclavitud a tribus indias, y muchos negros esclavos de ingleses comenzaron a escapara rumbo al territorio español de la Florida. En Florida se mezclaron con los llamados indios seminoles, y vivieron, junto con la historia norteamericana, las guerras internas, también la que aquella nación le declaró al México ya independiente. Para ese entonces, dos caudillos, ambos de Florida, ya habían conducido a su tribu negra seminol hasta México, se trataba de Gato Salvaje y de Juan Caballo, a quienes originalmente se les pagó para acabar con la tribu Kikapoo, pero a la que finalmente terminó aliándose para lograr juntos ser acogidos por el Gobierno mexicano, que los declara libres. Es Gloria Romo quien complementa la historia declarando: “Llegamos en 1830 aquí a México, primero nos establecimos en un lugar de Villa de Fuente, en Piedras Negras, luego ya viendo que este era el lugar más elegible para vivir, Juan Caballo se trasladó con la gente a este lugar, llegamos aproximadamente 300 personas”. Aunque la historia y ellos mismos dicen

que el territorio de El Nacimiento le fue otorgado por Benito Juárez, la carta presuntamente escrita por Juan Caballo y cuya copia está en manos de don Gonzálo, manifiesta que el lugar fue otorgado originalmente por el presidente Santa Ana. “Tengo el título de la tierra que tenemos en propiedad en México conmigo y por favor, háganos saber si lo podemos registrar aquí para que no se pierda. “La tierra tiene el nombre de Nacimiento, tiene un precioso arroyo, hermoso de agua corriente, y cipreses grandes en la tierra, y tiene nueve millas cuadradas, esta tierra nos fue otorgada por Santana por luchar contra los indios”, dice la carta de Juan Caballo. Se trata del mismo ejido llamado Nacimiento, que continua quemando la piel con el intenso sol y empolvándola ininterrumpidamente. Todavía existe el arroyo, ahora ya casi sin agua, y el Gobierno mexicano les sigue respetando las siete mil 200 hectáreas donadas por Santa Ana, confirmadas por Benito Juárez, reafirmadas por Porfirio Díaz, y avaladas luego por Lázaro Cárdenas. “Dicen que el hombre negoció con varios presidentes mexicanos y gringos”, revela el director del museo de Muzquiz, Héctor Porras, quien tiene documentadas las correrías de este indio negro nacido en 1812 y fallecido en 1882, del que todavía hoy se sabe, se atrevió a declarar la guerra a los Estados Unidos. Existen documentos, afirma el director


Antes sí se hablaba el lenguaje, porque antes había maestro, pero ya se acabó la gente grande, y nadie hizo por buscar profesores”

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del museo, en los que William Dub, descendiente de Juan Caballo declara: “Somos la única tribu que nunca firmó un tratado de paz con Estados Unidos, así que técnicamente seguimos en guerra”. Declara Porras que Juan Caballo, un negro alto, gran guerrero y con dotes de negociador, logra el territorio de El Nacimiento a cambio de proteger a los mexicanos de las tribus bárbaras.Luego él mismo se adhiere al Ejército Mexicano con el grado de coronel, para luchar contra la Intervención francesa. Y muere, dice la historia, en camino de ir a visitar al presidente Porfirio Díaz, en la Ciudad de México, aunque el director del museo cuenta que en realidad pudo haber sido un asesinato.

DOBLE SEQUÍA

Era un 19 de junio cuando Juan Caballo les entregó la libertad en forma de tierra para sembrar y agua para regar. Todavía el pasado aniversario lo celebraron, pero no como en aquel entonces, porque sin agua, así como la tierra, la cultura mascogo se está secando. Platica el juez auxiliar Servando Cervantes que poco a poco el pueblo se ha ido quedando vacio, la mayoría de la fuerza laboral ha tenido que emigrar a Estados Unidos, o a otros lugares de México debido a la falta de empleo. “No se puede sembrar, aquí no hay agua,

la sequía hace que nos tengamos que ir, yo acabo de regresar, tengo poco que volví, y mis hijos allá están, se quedaron allá en Estados Unidos, a qué vienen, aquí no hay trabajo”, expresa Servando, de sombrero alto y piel tostada, aún con parte de los rasgos seminoles de sus padres. Él mismo declara que son cada vez menos los que aun conservan la piel negra de sus ancestros, y la que los distingue por el nombre, “negros mascogos”, pero que las nuevas generaciones que se han mezclado con mexicanos, han mudado de piel. Como ejemplo nos presenta a su sobrina Génesis Camila Cervantes, una pequeña de ojos vivarachos que como la mayor parte de los niños de Nacimiento, ya no es negra, sino morena clara, aunque todavía con el pelo ondulado, y algunos rasgos seminoles. “Y eso que ella es descendiente directa de la familia de la difunta Geshu, como tataranieta de su hermana Lucía”, platica Gloria Romo, aun vestida de rojo con puntos blancos, como ya no se visten por ahí, y quien trae en brazos a la pequeña Génesis, cuya sangre aún lleva algo de una de las últimas mujeres mascogo que cantaron y vivieron las tradiciones originales de su pueblo: Gertrudiz Vazquez. Ya murió, pero aún se le puede ver en el documental de la cineasta saltillense Patricia Carrillo, “Gertrudis Blues”, orgullosa de ser negra y cantando “Capeyuye” al aplauso de su hermana y el resto de las “grandes del

pueblo”, de las que ya quedan si acaso dos. Con Gertrudis, fallecida hace algunos años, se fue acabando la cultura mascogo. Aquellos cánticos de “Mai moder is go” del documental ya no se escuchan por la iglesita cristiana que presumen lleva en pie más de 150 años, porque la cultura se ha perdido entre los casi 300 habitantes que aún sobreviven en el Nacimiento. “Antes sí se hablaba la lengua, yo no la sé, la hablaba mi papá, pero entre ellos, los grandes, ya con nosotros no hablaban así, para nosotros puro español. Antes sí se hablaba el lenguaje, porque antes había maestro, pero ya se acabó la gente grande, y nadie hizo por buscar profesores”, comenta Gonzalo Palaú. Algo parecido pasó con las costumbres. La llegada de la primaria y la telesecundaria, sin clases que preservaran la cultura mascoga, y junto a ello, la muerte de los “mayores” que trasmitían solo oralmente las tradiciones, fueron acabando con la identidad como tribu, aunque no con su espíritu. Aunque en realidad el idioma mascogo es un ingles fonético, es decir, se habla y escribe prácticamente como suena, poco se había hecho por rescatarlo, y eso que gran parte de los mascogos que migraron, unos mil 1800 que viven en Brakesville, Florida o Monterrey, actualmente hablan el idioma inglés. Dice la documentalista Patricia Carrillo que ella tardó mucho tiempo de investigación para encontrar que el famoso “Cape-

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GONZALO PALAÚ, DESCENDIENTE.

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yuye” que cantaba mama Geshu, o Gertrudis Vázquez, no era otra cosa que la traducción fonética de Happy New Year, el festejo del año nuevo estilo norteamericano.

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Me preguntaban que de donde era, les decían que de Coahuila, y me preguntaban por qué nosotros no estábamos reconocidos como tribu, entonces fue donde empezó el trabajo a lo largo de diez años”,

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GLORIA, DESCENDIENTE.

AL RESCATE

De la silenciosa pérdida de la identidad mascogo se dio cuenta Gloria Romo. Una mujer que desde que fue abandonada por su esposo, y a cargo de cuatro hijos, tuvo que salir del Nacimiento e ir a trabajar en casas para sacar adelante a su familia. Aunque vivía en Muzquiz, nunca olvidó a la tribu. Como la mayoría de las mujeres migrantes, volvía constantemente a visitar el terruño, el panteón, las cenas, fiestas y otras costumbres. La más grande, cuenta, es la del 19 de junio, cuando llegan de todas partes a compartir la fiesta de la liberación de la esclavitud. Fue allí, en uno de esos convites, donde vestida de rojo con puntos blancos, junto a otras pocas mujeres que todavía conservaban su vestimenta original, que se dio cuenta que ya la mayoría de los asistentes no parecían mascogos, poco recordaban de su cultura. “Hace diez años fue eso, entonces dije, pues hay que rescatar esto, qué está pasando”, expresa Gloria, cuyo primer objetivo era reavivar el sentimiento y cultura de su tribu, pero que luego se convirtió en algo mucho más productivo. Comenzó buscando apoyos, incluso maestros especializados, pero ahí se dio cuenta que ni siquiera podía acceder a ellos debido a que, a pesar de pertenecerles oficialmente la tierra desde 1863, el gobierno mexicano no los tenía considerados como pueblo indígena. “Me preguntaban que de donde era, les decían que de Coahuila, y me preguntaban por qué nosotros no estábamos reconocidos como tribu, entonces fue donde empezó el trabajo a lo largo de diez años”, recuerda Gloria. Durante ese tiempo fue de viajar y enviar documentos, convencer gente y recabar información territorial, histórica y cultural de la tribu, así como realizar constantes gestiones con los distintos niveles de gobierno para autentificar su procedencia india. Papeleos, idas y vueltas a la CNI, encuentros y desencuentros hicieron prosperar el asunto hasta que el 24 de febrero de este año le informaron a Gloria que el Gobierno había aceptado reconocerlos como pueblo indígena mexicano. “Fue una alegría muy grande, luego luego me vine a contárselo a todos acá. Me acuerdo que me decían, ‘¿por qué no nos habían reconocido?’, pero les tenía que explicar que eran cuestiones de trámites y esas cosas”, recuerda la promotora, quien se encargó de que además de la fiesta que habían organizado en junio, se llevara a cabo otra, igual de grande, pero para el 22 de septiembre pasado. Fue ahí, justo a un lado del arroyo descrito casi 200 años antes por Juan Caballo, igual de hermoso el paisaje, pero ya casi sin agua, cuando acudieron a entregarles la cédula de identificación como pueblo indígena.

RENACER

LA FAMILIA DE GLORIA, descendientes mascogos, ya crecen en EU como muchos otros.

Pero ese no fue el final de la historia. Mientras Gloria nos nuestra parte de las casas antiguas, ya deshabitadas y casi cayéndose, señala que la labor que sigue es casi como levantar cada uno de esos adobes y hacerlos de nuevo funcionar. Comparte que con este logro, ella adquirió el compromiso, junto con las autoridades de la

tribu, de rescatar la cultura mascogo. Para empezar, la lengua. “Hemos tratado de levantar todavía las costumbres, la lengua es la que se perdió, serán unas 5 o 10 personas las que todavía hablan la lengua original, que es el cherokee con inglés y español, pero estamos trabajando para enseñárselas de nuevo a nuestros pequeños, a nuestros jóvenes”, señala. Para ello, ella misma está preparando un programa asesorada por la CNI para impartir en la primaria una clase de cultura, tradiciones e historia de los mascogos, pero además, incluir en un momento dado, incluso una clase de lengua, para enseñarles a los niños nuevamente el lenguaje que hablaban sus antepasados. Con algunas familias, como los Vázquez, de la difunta Gertrudis, dice que está negociando para que trasmitan los cánticos, los interpreten ante los más jóvenes y se vayan interesando en copiar el estilo, pues es la única manera de preservarlos. También están preparando cursos para rehabilitar el uso del tejido original, como se hacían las telas con anterioridad, y sobre todo, recabar algún tipo de recetario que puedan compartir para que continúen cocinando los alimentos tradicionales. “Tenemos que aprovechar que todavía hay mucha gente que sabe prepararlos, como el atole soske, que es un atole de maíz, el pan y empanadas de camote, el asado de puerco, la fritada, los tamales, el cortadillo, es parte de la comida que practicamos”, y muestra orgullosa la forma en que todavía, al menos una vez al año, muelen el maíz en el interior de un tronco ahuecado. Además, ha podido gestionar cursos y apoyos para la siembra de huertos en el hogar, para consumo familiar e incluso la venta, ella misma señala que ya ha conseguido quien compre en Múzquiz el producto que las amas de casa quieran vender en caso de que así lo decidan. Tienen la encomienda de llevar más de cien tinacos y gestionar al menos pavimentar una de las calles, aunque expresa, algunos mascogos prefieren continuar con la identidad terregosa de su pueblo. “A mi gente le han llegado bastantes beneficios, desde ampliaciones de vivienda, becas, más despensas, más campañas de salud, incluso nos han pedido a una niña de aquí de la tribu, para que la llevemos a México, con boleto de avión pagado y todo, y pueda comer con el Presidente de la República el Día del Niño”, cuenta alegre Gloria Romo. A pesar de ello, todavía, como sus antepasados, siguen sufriendo el racismo, aunque ya menos. Platica que ahora ya casi solo sufren del acoso de la policía municipal de Muzquiz, que detiene a los jóvenes mascogos para extorsionarlos, por eso algunos mejor se van a Estados Unidos, allá estudian, como los hijos de Gloria. Mientras camina por las veredas de El Nacimiento, brincando alambres de púas para pasar a ver la casa que habitó de niña, en la que aún se conserva el fogón con que su madre les preparaba la comida, la mujer declara que aún falta mucho por hacer con esa tribu que está dejando de ser negra. “Pero la gente no nos ve mal, no nos hace a un lado, hasta nos hemos mezclado con los mexicanos, hay muchos mascogos casados con mexicanos, por eso ya se está perdiendo el color de afuera, pero no el de adentro, de adentro siempre seremos negros, y eso es lo que hay que rescatar”.




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