La piedad sobre la espalda

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Rockeros, gruperas famosas, capos, prófugos, sicarios y hasta sacerdotes llevan sus trazos en la piel

CONFESIONES DE UN TATUADOR

VANGUARDIA | LUNES 11 DE MARZO DE 2013 | NO. 365 |

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN


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VANGUARDIA Lunes 11 de marzo de 2013 / VANGUARDIA Lunes 11 de marzo de 2013 /

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La Piedad sobre la espalda POR JESÚS PEÑA ILUSTRACIONES DE FERDÁN GÓMEZ


Confesiones de un tatuador SEMANARIO

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a verdá, la verdá andaba con el culo en la mano y estuvo a punto de pegar la carrera, cuando vio que los cuatro hombrones empistolados que lo llevaban custodiado desde la entrada de su estudio de tatuajes, le abrieron la puerta de una troca todo terreno, lo subieron, arrancaron con él dentro y, en un segundo, se perdieron todos en medio del denso tráfico de la ciudad. Por un momento, y mientras avanzaban entre la marabunta de carros y carros, pensó que quizá hubiera sido mejor haberse dedicado a la pintura, meterse a dibujante o beisbolista de grandes ligas, como cuando era un párvulo, seguir de gerente en aquella discoteca del Distrito Federal, aunque se hastiara de la música, el ambiente y la vida nocturna, o de plano, quedarse como administrador especializado en empresas en quiebra, pero ahora ya era tarde y no había salida.

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El reloj rodaba lento, se arrastraba, y cuando los tipos tomaron carretera, les preguntó, con el culo en la mano, que a dónde lo llevaban: ‘lo llevamos a (le dieron el nombre de un pueblo lejano que es mejor no decir)’, le respondieron sin titubear , ‘ay caray, es que eso no me habían dich…’, les medio reclamó, con el culo en la mano, ‘pero pos ya vienes aquí, ni modo que te regresemos’, reviraron. El tatuador se culeó más, guardó silencio y nomás se quedó pensando; ‘si me niego vamos a terminar mal, ya estoy aquí, ¿qué más hago?’. Después de todo los tipos esos no se miraban malandros, y hasta eso, que parecían gente de nivel, a no ser por las fuscas que llevaban al cinto y los sobacos, pero estaban de buen talante, no eran malhablados y platicaban de las broncas del país y de las noticias de los periódicos. El tataudor, que prefiere permanecer en las sombras, se acordó entonces de la chava guapa, que una mañana cayó por el estudio y le pidió que le hiciera un delineado permanente de cejas: que otro día regresó y se hizo pintar unos símbolos y otro, unas estrellitas. A fuerza de rayarla se hicieron bien cuates y conversaban a toda madre. Era una chava blanca, muy blanca, de ojos cafés claros, muy guapa la chamaca, bonita, cuidada. Dijo que estudiaba en una escuela de belleza, que su sueño era tener una estética, que ya

mero terminaba la carrera y que tenía que conseguir una muñeca para practicar los peinados y los cortes de pelo. ¿Pos quién chingaos se iba a oler que era la hija de un narco?, si no se veía que tuviera plata, vestía como la gente y no andaba enjoyada. Sino que uno de esos días la chava blanca, guapa, bien cuidada, ¡bonita la chamaca!, le habló por teléfono para pedirle un favor muy especial, quería que le hiciera un tatuaje a su papá. “Oye sabes qué – le dijo la muchacha - es que mi papá se quiere hacer un tatuaje, ¿cómo ves?, ¿lo tatúas?, ‘pos sí’, le contestó como si nada el tatuador, ‘lo que pasa es que mi papá es muy especial, no puede salir tanto de su casa, por su negocio…’, le advirtió la chica, el tatuador hizo como si nada. ‘Nada más – le avisó la chava blanca - que van a pasar por ti sus choferes para llevarte y ya. Nomás que a mi papá no le gustan la prisas, para que tomes tus previsiones de que, a lo mejor, te vas a pasar toda la noche ahí, pero es muy buena onda, te vas a llevar bien con él, tiene vino y de todo para que te la pases chido, mientras lo tatúas”, le dijo la chica. Fue cuando llegaron los cuatro gorilones de la 4 por 4, y mientras lo subían él sintió cómo el alma se le iba del cuerpo y sintió que traía el culo en la mano. El pedo fue que antes de llegar, los hombres aquellos le metieron una bolsa de tela negra en la cabeza, como un saco, una capucha, se desviaron de la carretera y, por

Ahora si jefe, esto es por necesidad, para su cuidado y para el de nosotros, le vamos a cubrir la cabeza... el zangoloteo, el tatuador adivinó que se internaban en un camino de terracería. Todo se tornó para el tatuador en impenetrable oscuridad: “Ahora sí jefe, esto es por necesidad, para su cuidado y para el de nosotros, le vamos a cubrir la cabeza, pero no se asuste, ya se dio cuenta de que nosotros no le vamos a hacer daño”, le dijeron y él, como manso cordero, se dejó cubrir. Por primera vez deseó no haber sido tatuador y hubiera preferido, mil veces, haberse convertido en un bailarín como John Travolta, pero pos ya qué, ya ni pedo “y así es la vida, te lleva por diferentes rumbos”, filosofó.


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La troca avanzaba como un bolido, los hombres estaban callados y lo unico que percibia el tatuador era la oscuridad y el ruido del motor de la camioneta... gos de la Universidad lo buscaron para preguntarle que cómo iba lo de sus cuadros para la subasta, que si ya estaban listos y que si podían llevárselos. No, él apenas y se acordaba, no había hecho nada y no hallaba nada qué hacer. Hasta que se acordó de la máquina de tatuar hechiza que les había quitado a unos mocosos cabrones a los que pilló rayándose sentados en una piedra, afuera de una tienda. Él iba a comprar un refresco o un botellín de agua, no se acuerda y “hey cabrones muchachos…”, los pinches lepes salieron disparados y él vio que a lo lejos le hacían con la mano que fuera a chingar su madre. Por fin se le ocurrió una mamada, tenía la máquina hechiza de tatuar que les había confiscado a los chiquillos, iría con el papá de un amigo que tenía una peletería para que le vendiera unos retazos viejos de piel. El señor le regaló unas zaleas de borrego curtido sobre las que tatuó un collage de símbolos universales, ya sabes, el Ying Yang, algunos trísqueles y cosas por el estilo. Y luego… ya sabes, su marquito

y toda la cosa. Entregó los cuadros y se olvidó del asunto. Hasta que una tarde recibió la noticia de que sus obras habían sido la sensación en aquella subasta. Y en eso estaba cuando sintió que la troca se detenía y alguien le arrancaba la bolsa de la cabeza de un jalón, en el instante en que cruzaban el portón de lo que parecía ser una casa campestre, con árboles frondosos, barda perimetral y hombres armados por todas partes. “Ora sí ya sé a lo que vengo”, se dijo... Y todo porque una de las gentes que habían comprado los cuadros de piel de borrego resultó ser la sobrina del director de la universidad esa privada, y ora venía a su taller de pintura pa’ que la tatuara. Le dijo que él no era tatuador, que estaba loca, que qué chido que lo buscara a él, pero que él no le hacía a eso y la mandó con otros cuates que tatuaban en el centro. Pero no, nada, la morra se agüevó ‘si lo hiciste ahí (en la piel de borrego), ¿por qué no me lo vas a hacer a mí?’, le dijo. Y la tatuó, después de un mes de darle largas y largas, le tatuó un símbolo celta, chirris, en la canilla,

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Con el culo en la mano, y mientras la troca iba devorando millas en la terracería, la mente del tatuador comenzó a repasar, cuadro por cuadro, como en una videocasetera, lo que había sido de su vida. Se acordó de la vez en que sus compañeros de generación, de una universidad privada a la que, hacía años, había accedido gracias a una beca deportiva, lo invitaron a participar como pintor expositor en una subasta de beneficencia. La verdá la verdá, ya estaba hasta la madre de la música a todo volumen y las trasnochadas en aquella discoteca del De Efe, donde trabajaba como gerente, y estaba hasta la madre de administrar negocios quebrados. De modo que había regresado a su ciudad, y en aras de volver a su antiguo oficio de pintor amateur, que había cultivado desde crío, allá cuando su familia no tenía dinero para mandarlo a estudiar a una escuela de arte y sus maestras le regalaban acuarelas para que pintara, montó un taller en un escondido local de la ciudad, hasta el que llegaron sus ex - compañeros de la universidad. Al flamante artista, le pidieron de favor, realizar dos lienzos, con temática libre, que serían exhibidos, junto con otras obras, durante la puja y a ver quién daba más. “Chingao, y tan fácil que hubiera sido decirles que no”, se recriminó. Chingao, y pensar que por esa maldita casualidad él se encontraba ahora yendo, sabría Dios a dónde, en una camioneta doble tracción, con la cabeza enfundada en una bolsa negra, cuatro desconocidos con pistolones al cinto y el culo en la mano. Y hasta eso, que no se miraban malandros y eran amables y muy correctos. La troca avanzaba como un bólido, los hombres estaban callados y lo único que percibía el tatuador era la oscuridad y el ruido del motor de la camioneta, yendo como un bólido por el camino de tierra. Estaba preocupado, preocupado como la tarde en que sus ami-

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Lo que siguio fue estar taladrando La Piedad de Miguel Angel, el culo en la mano, con la maquina de tatuar sobre el omoplato derecho de aquel hombre misterioso, en intervalos de 20 minutos, hasta la madrugada.

después rayó al novio, a los amigos del novio y de ái pal real su taller de pintura se metamorfoseó en un estudio de tatuajes. De pronto volvió, como en una disolvencia, a aquella casa de campo, “yo hubiera querido ser un bailarín como John Travolta””, dijo para sí cuando los cuatro empistolados lo hicieron bajar de la camioneta y lo pasaron a una gran sala repleta de trofeos, cabezas de animales disecadas, discos de oro, el traje de luces de un torero, con las banderillas a un costado, y armas esparcidas en sillones, mesas y hasta el baño. “Que rimbombante”, pensó el tatuador, y cuando volvió a mirar las cabezas de animales disecadas se acordó de aquellos dos mujerones que una mañana cayeron por el estudio para que las rayara.

Venían con un güey que medía como dos metros, güero, cabrón, así, pinches manotas, norteñote, que después regresó para tatuarse un San Judas. Las dos mujeres andaban forradas de mezclilla, pinches cadenotas en el pescuezo y anillos de oro en los dedos de las manos, el tatuador no hizo preguntas y mientras les rayaba unas mariposas en la espalda, escuchaba sin querer su plática: Hablaban, según entendió, de la fuga de una de ellas y de la sorpresa que se llevaría la policía cuando entrara a catear su lujosa residencia y se encontrara con un zoológico particular de tigres, panteras, jirafas y avestruces. Las mujeres estaban botadas de risa: - ¿Y tus mascotas? - No, pos ahí se quedaron.

- No mames, ya me imagino que vayan entrando (los policías), que pasen al patio y que les salga el pinche tigre, ¿qué van a hacer? - Se van a zurrar del susto - N’ombre… - Y eso no es todo, el güey que se encuentre con el pinche jaguar… se va a cagar. “Espere aquí”, la voz contundente de uno de los pistoleros lo sacó de sus cavilaciones. Se había quedado solo en aquella sala, donde habían dispuesto para él un escritorio de caoba. Le pareció que las agujas del reloj giraban pachorrudas, él quería escaparse de aquel lugar, salir corriendo, pero ¿y cómo?, ni siquiera sabía dónde estaba. De nuevo se puso a divagar para matar el tiempo, antes que el tiempo lo matara a él.

A fin de cuentas no todo había sido tan malo, tenía su colección de triunfos personales. En 12 años de oficio había dejado su firma en más de 56 mil cuerpos, de todas clases, formas y colores. Llevaba su récord de gente famosa que había caído a su estudio para tatuarse con él: Jayson Bass, el ex jardinero de los Saperos de Saltillo, el pitcher Luis Ignacio Ayala, el futbolista Matías Vuoso, Siña, el ¨Gato Ortiz¨, célebre futbolista y después secuestrador, y hasta un alto jerarca de la iglesia católica local que quería saber lo que sentían los chavos cuando se tatuaban y se hizo pintar una crucita roja en la espalda. Pero, chingao, qué chasco se había llevado con los de la 4 x 4. Como la noche de aquel sábado en que estaba a punto de


no se fueron. Desde la calle se miraba que platicaban. El tatuador decidió enfrentarlos, quería que se largaran: “¿qué pasó brother, quedamos pendientes de algo?”, soltó al aire. En eso se abrió una de las puertas de la camioneta y de ella bajó una chava chaparrita, rellenita, cachetitos colorados, brackets y trencitas rubias: era Alicia Villarreal. “No estoy acostumbrada a que me rechacen, a que me digan que no y tú me estás bateando”, le reprochó la cantante con su voz aflautada y el tataudor la tatuó esa noche, le tatuó una mariposita en la cadera. Su mente retornaba a la sala de la casa campestre, apareció un hombre de edad a quien es mejor no describir. Sólo queda decier que llevaba sombrero, una camisa con hombreras de piel de aves-

truz, pantalón de mezclilla y botas de piel de anguila. Lo saludó y se presentó como el dueño de la cabaña, el papá de la muchacha blanca, guapa y bien cuidada, que el tatuador había conocido en su estudio. El señor nunca dio su nombre y sólo dijo que quería que lo tatuara. “¿Te trataron bien mis chavos?”, quiso saber, “no pos sí”, contestó, con el culo en la mano, el tatuador. El hombre echó una mirada al catálogo de diseños y pidió que le rayara en la espalda “La Piedad”, de Miguel Ángel, esa imagen de la Virgen María en el sepulcro, cargando en el regazo a Jesucristo, recién bajado de la cruz. Al momento en que el hombre se quitaba la camisa, al tatuador le vino un recuerdo: el de otro hombre quitándose la playera en

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cerrar el changarro y afuera parqueó una camionetota, de la que se bajaron dos tipos con tipo de guaruras, y: “¿Quién es el dueño?”, preguntaron, los empleados del tatuador lo apuntaron con el dedo, ‘yo soy, pero ya vamos a cerrar’, contestó, ‘es que mi jefa quiere que la tatúes’, insistieron los hombres - No, discúlpame, pero ya no puedo. - Discúlpame. - No, discúlpame tú, pero ya no vamos a tatuar, ya no va a haber tatuajes, ya cerramos. - Es que ella nada más tiene tiempo… - Sí, todos dicen lo mismo, pero ahorita ya no. - ¿Entonces no? - No. - Bueno. Los hombres salieron del estudio, treparon a la troca, pero

el estudio y mostrando en su pecho desnudo una medalla grandota de oro macizo que tenía en el centro, formada con diamantes, la figura de una Zeta, estilo old english. El hombre tenía todo el aspecto de un militar, era moreno, de rasgos sureños y traía la cabeza rapada. Supuso que era de los chingones, de los acá, porque no cualquiera cargaba una medallota como esas. “¿Qué?, ¿tiene algún inconveniente?, dígame… ¿no me va a tatuar?¨, dijo el de la Zeta mirándolo a los ojos, el tatuador sintió escalofrío y fingió, con el culo en la mano, que estaría encantado de rayarlo. Al rato el de la Zeta salió del estudio acompañado de una Santa Muerte garabateada en el hombro izquierdo. La voz del señor del sombrero, la camisa con hombreras de piel de avestruz y las botas de anguila, trajo de vuelta al tatuador a la casa campestre. “Sabes qué – le dijo - tengo que arreglar unos asuntos, a cada rato, y no puedo estar hablando delante de ti. Entonces cuando me llamen voy a salir y así nos la vamos a pasar hasta que me termines, ¿cómo ves?”. “Como usted diga”, respondió el tatuador. Lo que siguió fue estar taladrando “La Piedad” de Miguel Ángel, el culo en la mano, con la máquina de tatuar sobre el omóplato derecho de aquel hombre misterioso, en intervalos de 20 minutos, hasta la madrugada. Aquella espalda conservaba aún los rastros de dos tatuajes que el hombre posiblemente se había mandado hacer en su juventud. Hablaron poco, el hombre sacó a cuento a su hija, le dijo que él la quería mucho y que deseaba que se mantuviera al margen de sus negocios. En la sala había botellas de whisky y cerveza, “es muy buena onda, te vas a llevar bien con él, tiene vino y de todo…”, recordó que le dijo la chava blanca, guapa, bien cuidada, que lo había metido en la broncota de tatuar a su papá narco.

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“¿Pos quién chingaos se las iba a oler?”, pensó mientras se empujaba un sorbo de cerveza, si lo más extremo que le había tocado tatuar había sido el nombre de un amante en un labio vaginal de una señorona bien vestida, con maquillaje y peinado de salón, enjoyada, bonita, bien guapa la señora, como de unos 40 ó 45 años que una mañana cayó por estudio; o el corazoncito con alitas a unos milímetros del ano que le tatuó a otra mujer, que traía un vestido a la cintura, taconcitos, bonita, muy propia la señora, que, más bien, parecía ser adicta al dolor. Tampoco se las había olido el día que un güey llegó al estudio pidiendo que le tatuara un cuerno de chivo y que después resultó ser, le dijo, un ex niño de la calle metido a sicario y entrenado en la sierra con tácticas militares y de supervivencia, que en sus días francos le gustaba tatuarse y comprar despensa para regalársela a la gente pobre, porque mañana se moría, dijo, y no tenía en qué gastar el dinero ni cómo expiar sus culpas. Y tampoco se las olió con aquel otro vato que vino para que le tapara, con un dragón chingonsote, unas letras tatuadas en el pecho que decían “Sinaloa”. “Oye, ¿por qué te las quieres tapar? si están bien bonitas, muy bien hechas”, le preguntó, “no las puedo traer, si se dan cuenta mis jefes me corren”, le respondió. El de Sinaloa se había estado tomando unos caballitos de tequila mientras se tatuaba, al final pagó espléndidamente y se fue. Una mañana el tatuador lo vio de nuevo, esta vez, en la televisión, posaba frente a los periodistas, iluminado por flashes de las cámaras, en medio de una banda profesional de secuestradores.

El hombre le paso un fajo de billetes y se despidio de mano, pero le advirtio, que no podria salir hasta que pasara el alboroto de los radiocomunicadores y los helicopteros alla afuera... Pero ahora era distinto, se hallaba en la casa de un capo, a muchos kilómetros de su ciudad, lejos de sus amigos y de su familia. A unas cuantas líneas de terminar el tatuaje de “La Piedad”, volvió a oír al hombre del sombrero que le decía: “Tengo que salir urgentemente, estás en tu casa, mañana nos vemos”, “no, pero cómo que mañana, tengo que terminar y regresar”, contestó el tatuador , ‘no, no te puedes regresar hoy, primero, porque no tengo quién te lleve y, segundo, porque ahorita no está seguro para que puedas salir”, contradijo el señor. El resto de la madrugada la pasó encerrado en un cuarto de aquella casa campestre. Afuera se escuchaba gran movimiento de gente, ruido de radiocomunicadores, claves en voz alta y algo que creyó era el motor de varios helicópteros. Amaneciendo fue conducido por los guaruras a la cocina, y después de almorzar unos huevos revueltos con salsa que le preparó un cocinero, lo llevaron a la oficina del dueño de la casa

para que diera los últimos toques al tatuaje. Cuando hubo terminado, el hombre del sombrero encendió un puro, se levantó, se puso de espalda a un espejo grande y rectangular que le devolvió la imagen de “La Piedad” plasmada en el omóplato. El señor se miró en todos los ángulos mientras chupaba su puro. Le gustó, dijo, y el tatuador, que andaba con el culo en la mano, respiró. El hombre le pasó un fajo de billetes y se despidió de mano, pero le advirtió, que no podría salir hasta que pasara el alboroto de los radiocomunicadores y los helicópteros allá afuera. El rayador temía que en una de esas llegaran las guachos, lo detuvieran, sin escuchar su versión del secuestro, y lo llevaran a rendir cuentas. No pasó mucho tiempo cuando el tatuador y los cuatro guaruras salieron casi corriendo de la casa de campo y subieron a la 4 x 4 que arrancó a toda velocidad. Si una laguna hay en su vida y no la quiere averiguar, es dónde estuvo esas 24 horas.


VIDEÓDROMO VIDEÓDROMO

ELTHE ASOMBROSO MASTER, SPIDERMAN TODO HOMBRE MARVEL COMICS DECIDIÓ “REVITALIZAR” LA FRANQUICIA DE ESTE POPULAR HÉROE NECESITA UN GUÍA ENMASCARADO, QUE HASTA EL HOMBRE ARAÑA 3 (2007) HABÍA SIDOSIDO MUYLA BIEN LLEVADA POR EL PUDO HABER MEJOR DEL AÑO GRANPERO SAM SE RAIMI. PERDIÓ…

Raimi-ciencia, trata sobre inicios del Por Esteban Cárdenas comolos si estuviera esperanPor Esteban Mark Paul enmascarado, su turno parainterpretaque lo atendieran Cárdenas héroe do Webb Thomas esta versión por Andrew Si bien la última do en en un centro Telcel. Su rostro gritaAnderson joven hizo era un poco débil, Garfield. “¡soy un actor, genio que incomprendido, Supongo que ba El 2012 2012 la primera “Todo un muy buen papel Lapremio, Red qué y sobre merezco ganaren ese un Hom-

Social flojera (2010), a Petodo la segunda Su hándicap nos obliga a poner culto disfrazado de “movimiento queinterpreta voy a perder!”. bre Necesita ter Parker, un chico adolescente parte me un parecen Alguien en twitter escribió: “¡no muy alto la vara, y en este caso filosófico”. Dodd lo adopta como Guía” suena provecho del 3D, de intodo una ellas, en la que medio es ñoño que que está enamorado de las mejores su buen protegido y/o conejillo sede queda abajo. Deatrapa hecho, can me muy justo Abraham Lincoln mejorpeque “Las sobre todo las tomas a un villano mientras se más burladébil, de él, y llega de Gwen Stacy (Emma lículas sobre súperdias, en encantado pordesupridevoción parece su cinta gane un premio porStone), interpretarse Locas Aventumera persona, dondepara vemos deja claro por qué su preparatoria. Al Lewis héroesras quede seun han hecho,“Un y ahora y por suen talento convertir un punto queloesescogieron. tanta intensidad a sí de mismo!”. Daniel Day Culto”, Profetauna en chica edificioslíquido desde en el punto Es un que digno heredero de Tobey pasar los visitar estuvo unos laboratorios MarvelApuros” decide ohacer, aparente cualquier delicioso lise vuelve monótona. magistral, científiintenso pero cualquiera que haya delavista deySpider-man y usa bienen laslos licras rojas de cos donde ella trabaja, Peter lo Maguire,Inspirado borrónsido y cuenta nueva, con resulcor, juntos haránmientras lo posible para orígenes matizado como ael dieciseisavo el nombre finalista para bause balancea, pero ¿dónde de El Hombre Araña.The Pero Master cuando cuenmuerdepresidente una araña,norteamericano. que le da sus Joatados mixtos. hacer crecer a “La quedó Causa” por cienciología, tizar la nueva de Paul Thomas la irreverencia y el cariño que le se tratatadelaalguien vestido así, tan Quell famosos súper-poderes. De niño,es pura Si bien no es terrible, El Asomtodo el país. historia de Freddie quin Phoenix, en cambio, Anderson. La única cinta nomihabía inyectado Raimitodo a la serie? naif y tan inocente,un quizá lo mejor su papá científiconada lo abandonó broso Spiderman me parece Hasta aquí va bien. La (Phoenix), veterano alcohóliintensidad, de moderación, nada a lossíOscar que inno había ¿por qué el personaje es una sería no tan Guerra en serio, y Peter creciólo deja. necesaria, sobre todo si consideras película hace ahora un gran planteaco tomárselo de la Segunda Mundial Anderson visto, y que, lamento decir, misteriosamente me y Paul Thomas especiemiento, de chicopero emo? La idea oriconvencido May actor, (Sally pero Field) que sale a menos deenormemente. diez años de la con sus después carece de que parece se encuentra sin que quehacer Estíos un gran enymi pero opi- Webb decepcionó ginal nodirección, tenía nada éste esdespués el mejorderumbo para suHuyenBen (Martin Sheen); una noche primera. A Lalapelícula y de se malo, quedapero ahí zumla guerra. nión debió de haberse contenido hora denolacontribuye entrega del preahora bando, decidieron que en “siempre personaje. la escena más matar (sí, igual primera), un toda con nada Es oportunista, girando círculos, prodo Además, tras accidentalmente un que pocoen enla esta cinta. Echa mionuevo. a mejor actor, quey obviaSpider-man creando no debería importante la bellade Emma maleante asesina a su tío,como y ahodefinitivamente, está a la altura digiosamente tensión, a un con compañero trabajo,no”; se que la carne al asador, decimos mente seno llevó Daniel Day Lewis de aser un ñoño sino un cuaStone no funciona, y elbarco, trasfondo ra Peter dedicará buscarlo, de las versiones de Raimi. pero sinfajado ningún lugar en donde esconde en un y conoce ense el norte, y esaesta sobreactua(¡Meryl Streep ni siquiera abrió que casi escuchaA vinilos de indie emocional tan bien Lancaster construido por columpiándose entre los edificios Quizá no existiera ese prececanalizarla. la mitad, The MasDodd te (un ción la que perjudica un poco el su capitán, elsisobre!) la cámara enfocó unos versión de Webb en la primera, la en su sala. de Manhattan, su Sam Raimi dente, segundos me hubieraagustado ter seLa vuelve cansada, y a mi me sobresaliente Phillipen Seymour ritmo de ylabalanceando película. Joaquinmás, Phoenix, parece perdió tener sus en estuque prácticamente las Dodd búsqueda conMaster la conquista de subuena, pero enprotagónico realidad me de la pasé pororígenes completo, como si se Hoffman). Elsentíamos carismático The me parece ThecomMaster y mercado, mientras la Una en la un panza junto confísico el dios romántico y la de amariposas parándolas. Hay que hacerlo, ya interés olvidado del que público. todólogo: nu- dehubiera no para losdefensa estándares los se cree “competencia” del intérprete de mas de Raimi viene del corazón, y esta protagonista, aquí no funciona tan líder ataca- el que son muy similares, y hasta la ciudad, lástima, porque tenía todo para y sobre todo, queque nos está tienesiendo acostumbrado vi- clear, filósofo, Lincoln. la gran diferencia entre bien. y fundador de “La Causa”,me da por sionario una lagartija comparten varios puntos clave ser de lo mejor del año. unparece Paulgigante. Thomas Anderson. Phoenix tenía una cara de impaLos efectos especiales son sen- ambas. Aunque la disfruté, yo me Garfield está muy bien, y tiene en la trama. El Asombroso Spiderman - como la parte uno de dos o tres grandes escenas, sobre sacionales, y hay escenas que sa- quedo con la versión original.

RADAR

Suena a…

Por Esteban Cárdenas

escardenas@vanguardia.com.mx

High on Fire De Vermiis Mysteriis 2012

Es un nuevo disco de High on Fire, y es brutal. Ni modo que no lo fuera. Ni modo que de repente Matt Pike y compañía hubieran decidido hacer baladas de enamorados, o reggaetón. Siguen haciendo música que seguro se trata sobre dragones comiéndose otros dragones. Si algo no está roto, no lo arregles. O en el caso de High on Fire, si algo no está roto, pégale hasta que se rompa. Estoy empezando a sospechar que le doy buenas reseñas a los discos de estos metaleros por la misma razón que de niños le decimos que sí a los bullies: porque me da terror que me vayan a pegar. En vivo, los riffs de

Sleep guitarra de Matt Pike son intimidantes, y la sección rítmica, con Des Kensel en la batería, es una verdadera amenaza. High on Fire siguen sonando como si fueran 15 vikingos borrachos, pero son un trío. De Vermiis Mysteriis (El Misterio del Gusano), es un álbum concepto que rompe madres (no se de qué otra forma decirlo), y que le sube al once a los amplificadores, en gran parte por la ayuda de Kurt Ballou, de la banda Converge, en la producción, quien le da un refresh al sonido monstruoso de High on Fire. Si les gusta la música pesada y el stoner rock, no busquen más. Salve High on Fire.

Sleep´s Holy Mountain 1993

Mastodon

Blood Mountain 2006

Baroness

Blue Record 2009

VANGUARDIA Lunes 11 de VANGUARDIA Lunes 23marzo de juliodede2013 2012/

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| Claro que ud. lo sabe

| Los menesteres del ocio

|| Por Miguel Agustín Perales

|| Por Alfredo García

1.- La cama de piedra es una canción de … ■ ■ ■ ■

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A) Cuco Sánchez; B) Tomás Méndez; C) Chava Flores; D) José Alfredo Jiménez.

2.- Los … sostenían que la Iglesia no podía perdonar ciertos pecados graves cometidos después del bautismo. ■ ■ ■ ■

A) iconoclastas; B) patricianos; C) novacianos; D) maniqueos.

3.- Nairobi es la capital de … ■ ■ ■ ■

A) Sudáfrica; B) Kenia; C) Níger; D) Marruecos.

VANGUARDIA Lunes 11 de marzo de 2013 /

A) Enrique Sienkieiwicz; B) Fulton J. Sheen; C) Paul Féval; D) Nicholas Wiseman.

5.- Hasta donde se sabe, la primera gramática de una

A) Apolonio Díscolo; B) Aristarco; C) Dionisio de Tracia; D) Luciano.

6.- … es el dios védico del fuego. ■ ■ ■ ■

A) Agni; B) Ganesa; C) Hanuman; D) Dharma.

7.- En … , Cantinflas (Mateo Melgarejo) vende su valiosa colección de estampillas para pagar los gastos de curación de una niña sordomuda. A) El bombero atómico; B) Sube y baja; C) El analfabeto: D) El ministro y yo.

8.- Diga en cuál de las siguientes novelas de Agatha Christie NO interviene Jane Marple: ■ A) Muerte en la vicaría; ■ B) Asesinato en

Mesopotamia; ■ C) Se anuncia un asesinato; ■ D) Un puñado de centeno.

Respuestas: 1) a; 2) c; 3) b; 4) d; 5) c; 6) a; 7) d; 8) b.

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4.- … es el autor de la novela Fabiola o la Iglesia de las catacumbas. ■ ■ ■ ■

lengua occidental fue la compuesta por el griego …

SUPERMÉNDEZ

Perplejidades. Por la calle de Lerdo, ponía un ojo en el garabato de las nubes y el otro en mi búsqueda perpetua: una muchacha de shorts azules que bajaba de un automóvil, una joven casada que salía a mediodía a comprar unas cervezas, con el pelo mojado. ¿Qué buscaba con tal impaciencia? En mi perplejidad, cada libro que leía era el mejor, cada mujer que encontraba era la más bella. El deseo estaba en marcha, no había aún cuerpo alguno que lo detuviese. Estatura. Sin dinero, leía de pie, gratuitamente, entre los estantes de las librerías y de las bibliotecas. Adquirí la manía de comparar mis poemas con las páginas de esos libros insignes, tal como hacen los adolescentes que rayan la pared para constatar su estatura. Primeras letras. Mi antipatía por la lengua inglesa comenzó en la infancia, cuando jugaba a deletrear palabras en unas cajas de cartón donde se envasaba detergente, apiladas contra la pared, y que entonces estaban ocupadas con sábanas y cobijas. La frase “manéjese con cuidado” daba algo a entender, pero la otra puesta debajo, “handle with care”, era incomprensible y ofensiva como un insulto. Nunca relacioné la una con la otra; son fechas que no consigo manejar ese idioma más que con diccionarios, nunca al oído: la pronunciación me resulta tan atrozmente incomprensible como esas primeras letras. La cuádruple raíz de la ficción insu-

ficiente. El pudor, los falsos recuerdos, la mitomanía, el subconsciente: he aquí los cuatro principales obstáculos para cualquier posible autobiografía. Macroeconomía del espectáculo. Los noticieros de televisión son entretenimiento duro. La política y el terrorismo se parangonan con el box y el american football; en ocasiones los desbancan. Las guerras internacionales se acercan cada día más peligrosamente a la violencia pueril de los dibujos animados. La industria del entretenimiento casero absorbe grandes proporciones del PIB de las naciones más poderosas, que lo destinan a armas químicas, a actividades antiterroristas, al sabotaje de instituciones de otras naciones, etc. Paulatinamente nos involucramos en una macroeconomía del espectáculo, del cual la Guerra de las Galaxias del profeta George Lucas y de su discípulo Ronald Reagan era apenas un morigerado esbozo. Probabilidades. Pasamos de la predicción de sequías, inundaciones, terremotos, ciclones a la previsión de inflaciones, depresiones, quiebras financieras: de la astrología a la meteorología y luego al cálculo de probabilidades. Dorando la píldora. Apenas al día siguiente del holocausto nuclear, repartirán a la gente la píldora de procrear.

El único superhéroe de Saltillo y la región (incluyendo Ramos)

Por J. Latapí


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