Cuando buscan una salida se descubren solas, muchas veces con hijos, ante un país de desempleo y nulas políticas públicas. Es en ese momento que regresar resulta ser la única opción. Sin embargo, las espera en casa un agresor a quien la ley difícilmente castiga y nunca obliga a que tome una terapia. Las consecuencias de este círuclo pueden ser fatales.