Mobbing, la nueva esclavitud

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| Claro que ud. lo sabe

| Los menesteres del ocio

|| Por Miguel Agustín Perales

|| Por Alfredo García

1.- ... era la diosa griega de la salud. ■ a) Higía ■ b) Salacia ■ c) Salus ■ d) Hestia.

2.- …era una frase que frecuentemente repetía el actor Jorge Arvizu.

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■ a) (C)Quiero evitar la fatiga(C) ■ b) el (C)Las traigo muertas(C) ■ c) el (C)¡Nunca me hagan eso!(C) ■ d) (C)¡Quiero mi cocol!(C)

■ a) Aleksandr Kaleri ■ b) Georgi Ivanov ■ c) Vladimir Remek ■ d) Yuri Gagarin.

la dipsomanía o la cleptomanía. Un vicio impune y hasta respetable, pero a final de cuentas un feo vicio. Transversal. El azar es un problema menor si lo comparamos con el problema del infinito.

6. De acuerdo con un muy difundido mito,el …,(C)muere en el fuego y renace del fuego(C) en un proceso si fin ni principio.

Vivacidad. Las ideas rondan al peripatético, ríen y se atropellan a su lado. Las musas huyen del hombre sentado.

Sobre un viejo refrán. Brilla: no es oro. Yo prefiero lo opaco. La vida es plomo.

■ a) roc ■ b) pelícano ■ c) fénix ■ d) grifo.

Cotidiano. La realidad es construida a diario por los prevaricadores. Ellos tiran los cimientos a cordel, elevan los muros, fijan los precios en el mercado, abarrotan los prostíbulos. Un aire irreal, perverso, atraviesa el entramado de la cotidianeidad.

Comunicaciones. La lectura es una forma de telepatía, una comunicación silenciosa a través del espacio y del tiempo, acaso superior a la que practican las abejas y las hormigas.

7.- Caborca es una ciudad del estado de …

■ a) Amecameca ■ b) Cobos ■ c) Chinameca ■ d) Huimanguillo.

■ a) Yucatán ■ b) Sonora ■ c) Guanajuato ■ d) Durango.

4.- … era la espada del legendario Rey Arturo.

8.- La suite (I)Los planetas (I) es una obra orquestal de …

■ a) Durandarte ■ b) Excalibur ■ c) Tizona ■ d) Necesitada.

■ a) Gustav Holst ■ b) Sofía Gubaidulina ■ c) Alma Mahler ■ d) Kurt Weill.

superméndez

Observación. La única manera de concluir un libro es empezar otro y esto aplica tanto para la lectura como para la escritura, lo mismo a las 80 que a las 200 páginas. Sinonimias. Poesía tiene un solo sinónimo: libertad.

RESPUESTAS 1) a; 2) d, 3) c, 4) b; 5) d; 6) c; 7) b; 8) a.

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3.- Emiliano Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919 en la hacienda de …

5.- El primer vuelo fuera de la atmósfera terrestre fue realizado, el 12 de abril de 1961, por …

Tórrida. En el café, por la mañana, la sirena adolescente pasó a la vera de la mesa de los tres viejos y les sonrió. Cada uno de ellos, por su cuenta, estaba dispuesto a perderse pero la sirena cantó para los tres, confundiéndolos. Posmoderno. No es un mérito menor de Hegel haber defendido a la religión de la barbarie ilustrada. Azar, libros, alcohol. La bibliomanía es un vicio como la ludopatía,

Costumbres. Cuando los hijos de C., alcohólico, lo veían sobrio, sufrían una fuerte conmoción. C. era él mismo sólo cuando estaba bebido. Ciudades. Nuestras ciudades, impregnadas por un océano de aire luminoso, necesitan cúpulas, o mejor dicho nichos subterráneos. Ciclos. El hombre vive demasiado, por eso se vuelve filósofo. El ciclo de los demás animales es más corto y se agota en la reproducción.

El único superhéroe de Saltillo y la región (incluyendo Ramos) Por J. Latapí


MOBBING, LA NUEVA ESCLAVITUD Un delito silencioso está perturbando la vida de muchos trabajadores de la zona industrial automotriz, aquí la historia...

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Los horarios de trabajo son irregulares y excesivos.

Por: Jesús Peña Fotos: de Luis Castrejón

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n grupo de profesionistas, especializados en tecnologías de la información (TI), levanta la voz para denunciar el acoso laboral o “mobbing” del que está siendo víctimas en empresas transnacionales, instaladas en Saltillo y Ramos Arizpe. Gritos, insultos, humillaciones, menosprecios, jornadas extenuantes, falta de respeto al horario laboral, amenazas de despido y otros abusos, son sólo algunas de las condiciones en que día con día trabajan estos empleados que hoy sufren los estragos físicos y psicológicos del maltrato. Se trata de licenciados e ingenieros en sistemas computacionales, varones todos y egresados de distintas escuelas públicas, que por miedo a ser corridos, boletinados o inscritos en la llamada lista negra empresarial, han preferido mantener en el anonimato sus nombres y señas particulares. “No sirves para nada”, “tú tienes la culpa”, “no estás haciendo tu trabajo”, “aquí el que manda soy yo”, “ se va a hacer lo que yo diga”, “vas a perder tu empleo”, “podemos remplazarte fácilmente”, “te vas a ir a la hora que yo quiera”, “quiero que lo hagas ya”, “esto tiene que quedar hoy”, son frases, en forma de violencia verbal, que escuchan cotidianamente estos profesionistas expertos en TI y algunos de ellos con doble carrera

universitaria. “Algo tenemos qué hacer, hay que levantar la voz…”, dice el trabajador de una firma automotriz, al que las frecuentes palabrotas que recibe de su jefe lo mantienen en constante tensión física y emocional. Sin embargo, aseguran especialistas en esta materia, el acoso laboral o mobbing no distingue sexos y se mueve a todos los niveles del organigrama empresarial, desde operarios, ayudantes, auxiliares hasta profesionistas, supervisores y jefes de área. “Si a nivel de ingenieros existen discriminaciones, imagínate con un operario, un albañil, un ayudante, entre más bajo esté el puesto más discriminado suele estar. Las empresas practican el lema de ‘nadie es indispensable aquí, si estás interesado en el trabajo tienes que hacer esto y lo otro’, sin goce de sueldo y trabajos inhumanos. “Y es tanta la necesidad del trabajador que no solamente acepta sino que tolera ese tipo de abusos. “Son tratados peor que animales”, dice Agustín Verástegui Valdés, abogado laboralista”. Estos trabajadores, relativamente jóvenes, advierten que el acoso de sus jefes inmediatos y directivos de estas compañías extranjeras, en su mayoría provenientes de Estados Unidos, Corea, Alemania y Japón, es tal que en varias ocasiones han sido liquidados u obligados a rescindir la relación laboral para quedarse sin empleo, incluso por meses, sin importar sus conocimientos, experiencia y capacidades. “Me han liquidado varias veces

injustamente, me han dejado sin chamba. Haces un buen trabajo y al día siguiente ‘pásele a recursos’, les digo ‘pero si me acaban de aplaudir los alemanes’, ‘sí, pero la compañía decidió que ya no estás’. Oye, ni las gracias ¿Y los fines de semana que estuve, y las horas extras que me quedé, y la friega que me metí?, y lo otro, ¿quién me lo va a pagar?”, refiere el ex coordinador de tecnologías de la información de una empresa manufacturera en Ramos Arizpe. No obstante que para estos trabajadores el “mobbing” o acoso laboral es cosa de todos los días, en los registros estadísticos de la Procuraduría de la Defensa del Trabajador no existen una sola denuncia por este delito que, por ciento, no está contemplado claramente por la Ley Federal del Trabajo. Tanto que en lo que va del año la Procuraduría de la Defensa del Trabajador, dependiente de la Secretaría del Trabajo de Coahuila, reporta sólo un caso de acoso sexual perpetrado sobre una víctima del sexo femenino, más otras dos quejas por este ilícito interpuestas durante 2013. “Sigue siendo un tema tabú porque a quien denuncias es tu superior, tu jefe, la gente debe sentir algo de temor de perder su empleo. No tienen conocimiento de que en realidad ellos tienen derecho de recibir un trato digno y respetuoso”, dice Silvia María Martínez Pérez, procuradora de la Defensa del Trabajo en Coahuila. Empero, una encuesta realizada en 2012 por la OCCMundial, la bolsa de trabajo más


Y es tanta la necesidad del trabajador que no solamente acepta sino que tolera ese tipo de abusos. Son tratados peor que animales�

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grande en internet, a dos mil personas para obtener cifras del mobbing en México, reveló que el 51 por ciento de los consultados han sido víctimas de acoso laboral en algún momento de su vida. “Es parte del capitalismo, del poco escrúpulo que tienen los empresarios que vienen a la ciudad a explotar al trabajador, bajo cualquier condición y con la anuencia de las autoridades federales y estatales del Trabajo. La Secretaría del Trabajo no está haciendo su trabajo”, declara Ricardo Torres Mendoza, abogado experto en derecho laboral, cuyo bufete no lleva en este momento un solo caso de acoso laboral. La razón por la que este fenómeno del “mobbing” se ha mantenido oculto, dicen estos profesionistas en TI, es que, en pleno siglo XXl es visto como “normal” por la generalidad de los trabajadores, que prefieren “aguantar callados” el maltrato de sus patrones antes que verse en la calle, sin empleo. “En las industrias el acoso laboral es grave, lo está sufriendo mucha gente y no se da cuenta, dicen es ‘normal…’”, comenta otro empelado de una empresa del ramo metalmecánico. Y hace notar cómo el acoso laboral o mobbing podría estar incidiendo además en el número de divorcios o separaciones que ocurren en las familias de Coahuila. “Dices ‘es que estaba jalando, 10 ó 12 horas diarias…’. No lo toman como acoso, lo toman como ‘mucho jale’, pero detrás de horas de trabajo en la industria, está el acoso laboral, es un tema que debemos abrir al mundo, hacer presión y decir ‘este es un delito’. “Decirles a los jefes y a los directores, a los dueños ‘la gente, los empleados tienen derechos, y pueden defenderse, y te pueden meter a la cárcel si empiezas a tratarlos como esclavos’, debes tratarlos como personas, como profesionales, como seres humanos”. De acuerdo con el Manual para Investigar y Sancionar el Acoso Laboral y Sexual, emitido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el mobbing “consiste en actos o comportamientos, en un evento o en una serie de ellos, en el entorno del trabajo o con motivo de éste, con independencia de la relación jerárquica de las personas involucradas, que atenten contra la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de las personas, entre otros: la provocación, presión, intimidación, exclusión, aislamiento, ridiculización, o ataques verbales o físicos, que puedan realizare de forma evidente, sutil o discreta, y que ocasionen humillación, frustración, ofensa, miedo, incomodidad o estrés en la persona a las que se dirigen o en quienes la presencian, con el resultado de

que interfieren en el rendimiento laboral o generan un ambiente negativo en el trabajo”. Lo cierto es que, contrario a lo que sucede en México, en países como Colombia el asunto del acoso laboral o mobbing tiene tanta relevancia que se han creado legislaciones específicas para combatir la violencia en ambientes de trabajo. Agustín Verástegui Valdés, abogado laboralista, habla al respecto: “En algunos países sí está legislado como ley antiacoso. En Colombia hay una ley que se llama 10 – 10 del acoso laboral, donde están cubiertos el maltrato, vejámenes, el ultraje que se hace contra quien realiza una actividad económica. En México no hay una ley. Yo no puedo demandar por mobbing, tengo que demandar por rescisión laboral, que es que ‘ya no me dieron las condiciones necesarias para seguir… y prefiero irme’. “Yo lo que siempre les comento a mis clientes es que si ellos sienten que lo están haciendo porque ya los quieren despedir mejor sálganse, que lo consideren como un despido y demandamos como un despido o como una rescisión laboral, que no es lo mismo que una renuncia porque tú no te estás yendo porque te quieres ir, te estás yendo porque no aguantas o no soportas la situación laboral que estás viviendo. A final de cuentas las personas terminan por reventar”. “Podemos remplazarlo fácilmente” Así le pasó al ingeniero de una empresa de manufactura, inyección de plástico y estampado de metales, a quien la violencia que vivió diariamente durante meses en su centro de trabajo, acabó por asfixiarlo. “Me quitan el puesto, me hacen subordinado de una persona que no sabía nada, ganaba más que yo, yo enseñándolo, él mandándome y metía tiempo extra en su oficina platicando, era lo que me incomodaba mucho, me daba mucha coraje. “Me cambió de turno, quería que fuera tiempo extra, obligatoriamente, y él irse con su familia, quería que fuera todos los días y presentar los trabajos profesionales que yo hacía como si fueran de él”. Con el tiempo el acoso se hizo más evidente, al grado de que sus jefes estaban encima de él prácticamente todo el día, cansándolo. “Mi jefe Iba y me checaba y me ponía tiempos, me decía ´este trabajo lo tienes que hacer tal día, tantas horas’, le digo ‘ni siquiera sabes qué herramienta utilizar, cómo le vas a poner tiempo a algo que no sabes’. “Todo el día me estaban vigilando por las cámaras de seguridad, hasta cuando iba al baño. A veces llegaban personas a saludarme


● La Organización Mundial de la Salud lo define como una situación de violencia o acoso recurrente, dirigido hacia una persona con el objetivo de aislarlo de un grupo laboral; se caracteriza por conductas crueles y hostiles que se convierten en una tortura psicológica para la víctima

¿Cómo se manifiesta?

● Rumores y calumnias ● Aislar o excluir a una persona ● Insultos o motes ● Ignorara o no dejar participar a

una persona ● Amenazar

Sus consecuencias

● Angustia ● Depresión ● Pérdida de peso ● Dolores de cabeza ● Insomnio ● Baja del rendimiento ● Ausentismo ● Problemas familiares ● Perdida de relaciones interper-

sonales. ● Rotación de personal en las empresas

También entre compañeros

● La agresividad o el hostigamiento laboral se da también entre compañeros del ambiente del trabajo y siempre hay una persona que sólo recibe agresiones, es decir hay un agresor activo y una víctima pasiva.

Almacén y Embarques, y le daba servicio a todo la empresa en cuestión de flujo de material, por eso no se me hizo justo…”. “No sirves para nada” Y por eso a otro ingeniero, que laboraba en una empresa trasnacional de electrodomésticos, se le hizo extraño que lo liquidaran, cuando llegó a cumplir jornadas de de trabajo de hasta 34 horas sin parar ni para ir a comer. El resultado fue que pronto sobresalió como el profesional de tecnologías de la información, que más reportes de usuarios resolvía por fallas en los sistemas de comunicación de la planta, incluso a nivel nacional, pero… “No te valoran, haces el trabajo, vas día y noche y sigues siendo el mismo de siempre, un tonto. El jefe no me quería, decía que no valía madre mi trabajo, ‘lo que haces tú, lo puede hacer cualquier otra persona’. Yo hacía el trabajo de tres empleados, me comparaban con la planta de Celaya, allá tenían tres personas y yo cerraba más reportes que ellos”. Pero eso contó muy poco el día que lo mandaron llamar de la oficina de recursos humanos para decirle que estaba despedido. No era la primera vez que se había enfrentado a una situación de acoso laboral, fue después que terminó la escuela y consiguió su primer empleo como auxiliar de sistemas en un hotel del norte de la ciudad.. “El dueño me decía no ‘sirves para nada y salte, sálteme a la chingada güey’, me corría de las juntas, ‘salte no te quiero ver’, me decía”. Su reacción, y la de sus compañeros, era únicamente bajar la vista, agachar la cabeza, porque “a ese señor” todos le tenían miedo, era bravo. Con un padre albañil y una madre que se dedicaba al hogar, él, como el hermano mayor que era tenía que sostener a la familia cuando las cosas se ponían color de hormiga en casa y por eso había que “aguantar callado”. Tiempo después vino lo de su empleo en la firma de electrodomésticos, donde desde el principio vivió una especie como de violencia cruzada, es decir, recíproca. “Ahí el gerente me decía ‘tienes que hacer las cosas porque yo te digo’, llegamos al punto de que ya no nos respetábamos ni él ni yo, nos gritábamos, él me gritaba y yo le gritaba”. Para el acoso no había fines de semana ni días festivos, él era el encargado de dar servicio a la planta y estaba obligado a traer encendido el teléfono sábados y domingos, por si había algún imprevisto. “Si me hablaban un fin de semana, que era de descanso para mí, porque una máquina de la línea de producción estaba parada, y no contestaba o no iba, me corrían.

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¿Qué es el Mobbing?

y una gerente de la empresa, que era muy déspota, me decía ‘tú no tienes por qué hablarle a nadie”’. Incluso algunas veces fue testigo del maltrato que jefes y directivos ejercían sobre los empleados operarios de la fábrica, a quienes no se les respetaban ni su hora de comida. “A un operador le tocaba su hora de comida y le dice al supervisor ‘ya me voy a comer’ y este le contesta ‘te vas a ir a la hora que yo quiera’. El chavo se molestó, le dice ‘es mi hora de comida’, le dice ‘no, no te vas a ir, hasta la hora que yo quiera”. Así fue con varias personas. A otro trabajador el mismo supervisor le gritaba en su oficina, que porque supuestamente hacía las cosas mal. Se aprovechan de la gente, nada más quieren tenerla como un objeto”. Los insultos y humillaciones en contra de este ingeniero por parte de la gerente de la empresa subieron de tono y se volvieron más hirientes. “Una vez hizo el comentario de que trabajaba mejor un sindicalizado que yo, le dije ‘oiga, ¿entonces ellos hacen los programas, ellos crean los software, las macros para poder hacer los trabajos?, yo hago todo eso y ellos nada más se encargan de darle clic para que salgan las impresiones’, “Hasta ese nivel llegó a ofenderme, de faltarme al respeto a mí como profesionista, decirme que puede más una persona que tenía secundaria que yo, que prácticamente tengo dos profesiones. Y luego me decía ‘es que te falta… como que algo. Venir impecable y nada más estar mandando gente, eso lo puede hacer cualquiera’, me ofendió de muchas maneras”. Hasta que llegó el día en que el hostigamiento era tal que el sólo pensar en que tenía que ir a trabajar se convirtió en un martirio. El estrés que le produjo laborar de 6:00 de la mañana a 11:00 de la noche, incluso los fines de semana, le ocasionó que con frecuencia se sintiera débil o se enfermara de gripa. Hasta que una mañana se presentó al departamento de recursos humanos para firmar su renuncia. “Hablé con el gerente, le dije ´le traigo una mala noticia: ya renuncié’, y dice ‘ a poco es mala’, le dije ‘es mala ¿no?, porque pierden a un recurso humano’, dice ‘no, hay muchos, podemos remplazarlo fácilmente’”. Al final ni una carta de recomendación le dieron y en cambio lo despidieron con la amenaza de que si demandaba, la empresa se iba a encargar de “quemarlo”. “Me dieron realmente muy poco por todo lo que estuve y no fue decisión propia irme, porque estaba muy a gusto en mi trabajo, yo manejaba prácticamente tres áreas; Recibo,

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“’Tienes que venir, si no vienes pues ya vemos cómo le hacemos’. Un domingo me tocó con la familia, yo andaba con mis tres niños en la Alameda y me hablaron; “necesitamos que te vayas a Monterrey, porque la planta está detenida, hay un problema’”. La presión y exceso de trabajo ocasionaron que su esposa abandonara la casa familiar para marcharse con sus críos, alegando descuido y falta de apoyo. “Te afecta porque te dedicas 100 por ciento a tu trabajo y no tienes vida para ti ni para tu familia. Estuve separado de mi esposa alrededor de un año. Ella se molestaba, decía ‘ya no vives aquí’. Sucedió un día por la mañana, cuando él se levantó desvelado después de un viaje de trabajo que había hecho a Monterey la noche anterior. “Me dijo mi señora ‘sabes qué, a lo mejor cuando regreses ya no me encuentras porque ya me cansé, de todas maneras no te veo, no estoy contigo, no te disfrutamos, así no quiero estar, necesito una persona que esté conmigo, que me apoye, que disfrute’. Cuando regresé del trabajo ya no estaba, ya no estaban sus cosas ni las de mis hijos”. A pocos meses de haber ingresado a la planta, y por efecto de las malpasadas, el profesionista paradójicamente había aumentado 40 kilos de peso.. “Y era porque en la noche que llegaba a mi casa comía el doble, lo que no había comido en todo el día, porque traía mucha hambre”. El estrés le había provocado además dolores de cabeza intensos y constantes, al grado que tuvo que tomar vitaminas para controlarlo. “Hubo ocasiones en que me quedé día y noche trabajando. Entraba un día a las 6:00 de la mañana, porque a las 6:00 de la mañana arrancaba la planta y tenía que estar

disponible por cualquier cosa y le seguía el siguiente día hasta las 4:00 de la tarde”. Hasta la mañana que lo mandaron llamar de recursos humanos para decirle que se iba, porque no estaba dando resultados y lo echaron a la calle con una liquidación de burla. Como si fuera un delincuente “Una burla”, pensó el proveedor externo de una compañía del ramo metalmecánico, el día que, sin razón, los directivos lo acusaron de haberse robado tres computadoras lap top y luego de haber acosado sexualmente a una compañera de trabajo Todo, dice, porque el contralor de la empresa le debía tres facturas por diversos servicios realizados y no encontraba la forma de evadir el pago. “Me empezaron a pedir una de las computadoras, me dicen ‘¿dónde está?’, les digo ‘no sé, vamos a buscarla’ y la empezamos a buscar y no salió. Dijeron que yo era el responsable, ´sí, - les dije - soy el responsable, pero yo no soy el único que entro aquí, no soy el único que tengo acceso a esta oficina’. Lo que pasa es que no me querían pagar varias facturas que estaban pendientes, querían cobrarse con las lap top que supuestamente me había robado y me fabricaron ese delito y otros”. La próxima vez le hablaron para que se presentara con carácter de urgente en el departamento de recursos humanos de la fábrica, debían tratar, le dijeron, un asunto grave. “Me dijeron ‘oye, queremos platicar una situación que está pasado con esta muchacha, la practicante, que se vino a quejar de que está sufriendo un acoso sexual de parte tuya”’. “Les digo ‘no sé a qué le llaman acoso sexual, yo he visto que otras personas hasta la están

No se respetan horarios ni dìas de descanso.

tocando en su cintura o en sus costillas y mi relación con ella es estrictamente laboral’”. La situación quedó sin aclararse. La próxima vez el empleado fue acusado por el contralor de haber contratado a otro proveedor que había instalado unos cables eléctricos encima de la tubería del gas. “Traje al proveedor y le digo ‘qué trabajo me hiciste’, pero no fue él, ¿por qué nos dimos cuenta?, porque el cable ya era muy viejo, ya era de años y efectivamente estaba sobre el tubo de gas, pero ese no fue el trabajo que realizó el proveedor”. Día tras día el acoso subía de intensidad, hasta que él convino con la empresa en terminar su relación laboral. A su salida fue tratado, denuncia, peor que un delincuente. “Cando ya me iba les digo ‘voy a sacar unos archivos personales de la computadora’ y me responden ‘no,no,no no puedes sacar nada, una persona del corporativo te los puede dar’, casi, casi diciendo ‘¡seguridad!, ven aquí y checa que no se lleve nada’. Me sentí humillado, denigrado. “Cuando terminé mi relación con ellos les dije ‘que les quede bien claro, a ti recursos humanos y a ti contralor, que por conocimientos no me voy’, y ellos dijeron ‘no, de acuerdo, por eso no, eres capaz, eficiente, sacaste los proyectos’”. El proveedor, que como en los demás casos, es ingeniero en sistemas computacionales, demandó a la empresa ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje y logró así que le pagaran las tres facturas pendientes. A siete meses de haber dejado la empresa, no ha conseguido colocarse en ningún otro trabajo. “He metido muchos currículos, seis o siete entrevistas, y a la fecha no estoy trabajando, no sé a qué se deba, no sé si esta empresa me boletinó en recursos humanos, lo desconozco, pero sí me llama la atención eso de que no estoy encontrando trabajo…”. “Vas a hacer lo que yo diga” Lo mismo se pregunta otro especialista en TI, que hace algún tiempo abandonó la compañía de electrodomésticos donde trabajaba, porque ya no soportó los malos tratos que recibía de parte de su jefe inmediato. El acoso comenzó, cuenta, por una llamada en su celular procedente de la empresa en la que laboraba, y que él no contestó porque era domingo y además se hallaba conviviendo con su esposa y sus hijas pequeñas en el culto religioso y después en una comida familiar. Un directivo le había marcado para que


El lunes por la mañana ya lo esperaba para reprenderlo: “Me arma un pleito fuerte y me empieza a atacar, a humillar delante de la demás gente. Decía que yo tenía que estar presente en la planta independientemente de si era o no día laboral… y que yo era un irresponsable por no haber estado ahí”. A partir de entonces su jefe, que empezó a demostrar coraje contra él, no le dejó en paz. “Cada día era estar sobre mí, has de cuenta que me traía marcando el paso, a ver qué estaba haciendo, si estaba atendiendo reportes, si trataba bien a las personas. Como veía que todo estaba a mi favor, buscaba otras maneras de atacarme o insultarme o hacerme sentir mal, al grado que empezaba a inventar que yo tenía una actitud muy negativa”. Parecía que a su jefe nada le satisfacía y las críticas que le hacían los demás empleados por su carácter prepotente sólo servían para alterarlo más. “Recuerdo que se concluyó un proyecto muy bueno, todo un site de comunicaciones nuevecito, muy padre que quedó, y uno de los últimos comentarios que hizo el jefe fue que el trabajo que habíamos hecho era pura basura, cuando a él sí lo felicitaron más arriba”. El ambiente de agresividad se tornó insostenible y el acoso laboral había comenzado a hacer estragos en la salud del trabajador. “Se me empezó a caer el cabello porque era mucho el estrés”. En la víspera de su despido su jefe le mandó llamar a una oficina de la empresa, quería hablar con él, le dijo. “Me dice ‘sabes qué, dime de una vez, ¿vas a estar aquí o te vas?, vas a hacer lo que yo diga, como yo quiero y me tienes que hacer caso’. Yo me distraje un poquito y volteé hacia otro de mis compañeros, entonces me dice ‘mírame a los ojos’, me estaba retando y yo volteo otra vez con otro de los que estaban allí y me dice ‘no te distraigas, hazme caso, mírame a los ojos’, quería casi, casi que no parpadeara, si parpadeaba empezaba otra vez: ‘mírame a los ojos’, así retándome como unos cinco minutos. Yo le dije ‘explícame en qué he fallado, qué te ha parecido mal’, no me quiso decir, nada más me decía ‘tu actitud es muy mala, así no vas a trabajar aquí’”. La profecía del jefe se cumplió a los pocos días. “Decidí salir por cuestión de salud, quería buscar algo más sano, porque sí, ya era mucho…”.

Hablé con el gerente, le dije ‘le traigo una mala noticia: ya renuncié’, y dice ‘ apoco es mala’, le dije ‘es mala ¿no?, porque pierden a un recurso humano’, dice ‘no, hay muchos, podemos remplazarlo fácilmente’”.

Es parte del capitalismo, del poco escrúpulo que tienen los empresarios que vienen a la ciudad a explotar al trabajador bajo cualquier condición y con la anuencia de las autoridades federales y estatales del Trabajo. La Secretaría del Trabajo no está haciendo su trabajo”, Ricardo Torres Mendoza, abogado experto en derecho laboral.

“Tú tienes la culpa” Eso estaba pensando un profesional de los sistemas computacionales, mientras escuchaba atemorizado los gritos de su jefe, el director de finanzas, en el área de producción de un corporativo automotriz. Algo había fallado en la instalación de un programa de control de asistencia para los operarios de la fábrica y el director de finanzas estaba furioso. “Se enoja y me empieza a gritar en frente de otras personas, me decía que no era posible, que por mi culpa les íbamos a dejar de pagar a los proveedores, a los operarios, que se iba a retrasar el proyecto y que yo era el culpable, ‘tú eres el culpable, por culpa tuya ¿sabes lo que hiciste?, ¡por culpa tuya no se les va a pagar a los operarios!’. Me quedé callado un rato por miedo y porque no quería que me gritara delante de la gente, la gente volteó a ver”. La verdad era que él ya estaba acostumbrado a los gritos de sus superiores, pero tenía un hogar y una familia que mantener y debía aguantarse. “‘Me insultaba el jefe ‘¿cómo chingados no puedes terminar esto?’, o ‘‘con una chingada, ese pinche sistema tiene que salir el domingo, no me vengas con chingaderas, ya me estás

cansando’, usaba maldiciones y yo ‘espérame, no se vale, me estás insultando’. Yo sentía que cuando esta persona me gritaba como que lo disfrutaba, como que se sentía poderoso, ‘yo soy el poderoso y tú eres el esclavo’”. Cuando llegaba a casa, después de una jornada extenuante, sentía ganas de echarse a llorar. “’No – dije - esto está cañón, es agresión’. Son situaciones muy pesadas que cada vez que te levantas dices ‘chingado, a ver cómo amaneció hoy el dólar, a ver quién se enojó, a ver qué pasa’ y que no suceda algo, porque te ven como si tú fueras el culpable. “Llega el jueves y ya andes cansado, dices pero por qué estoy cansado si apenas es miércoles’, es la fatiga del acoso laboral”. Y el acoso del director de finanzas había cobrado tintes personales y era ejercido con fuerza por todos los medios. “En los correos electrónicos me insultaba, ‘¿cómo es posible que no puedas acabar este trabajo?’, y a veces con copia a mucha gente. ‘Oye si me quieres llamar la atención tienes que hacerlo en persona’, penaba yo”. En otra ocasión, recuerda, lo había insultado por un retraso involuntario en la implementación de un software en las líneas de producción. “Estaba fúrico dijo ‘esas son chingaderas, quiero terminar este sistema ya y a ver cómo chingados le haces’, con maldiciones, humillándome, gritando para que otras personas escucharan”. Él se había convertido en el empleado incondicionalalquelellamabanenlasmadrigadas para que fuera a arreglar desperfectos en las líneas de producción o en la computadora de la casa del dueño coreano de la planta. “Loscoreanostienenfamadeserexplotadores, me gritaban ‘no quedó esta computadora, ven a arreglarla’. Me hablaban a las 7:00, las 8:00 de la noche a mi casa, no sé cómo conseguirían los teléfonos, por cualquier tontera: que el dueño no podía encender la computadora y que tenía que ir corriendo a la casa donde vivía a ayudarle, porque no podía meterse a una conferencia y que si no iba me corrían”. Era el empleado que no tenía derecho a estar presente en los alumbramientos de sus hijos, a domingos familiares ni a vacaciones completas con su familia, por estar atendiendo el arranque de algún proyecto en la fábrica. “No me dijeron ‘ve, tienes que estar con tu familia’, no ‘tienes que estar en la empresa’, a ellos les valían los momentos importantes de tu vida y es fecha que todavía mi esposa me reclama que por qué no estuve al 100 por ciento con ella y le digo ‘pos es que era el proyecto, era la empresa, era un arranque, estaban los clientes…’”.

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se presentara de inmediato en la fábrica y le acompañara a hacer una inspección de rutina por el interior de la planta.

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os hombres alimentan a la tierra de Coahuila con más hombres. Con la sangre caliente que se escurre en sus paredes, con el llanto frío que derraman sobre el piso. Ellos descienden vivos, con sus cuerpos de sombra, con sus pieles de polvo, por el vientre callado y apretado del planeta, una herida de siempre –oscura, que jala, que atrapa, que grita-, y los devora sin piedad, sin prisa, sin reproche, sin fin, sin fin, sin fin… Desde que el hombre es hombre, ha llamado minas, pozos y tajos, a estas heridas profundas; y a quienes bajan a sacarle a la tierra las entrañas preñadas de mineral los llaman mineros, trabajadores, incansables. Coahuila ha continuado este ritual, callado por el carbón, exaltado por la muerte, prolongado por el silencio, perpetuado por el silencio, siempre el silencio. Carbón, pobreza, muerte y silencio. Jueves 27 de marzo de 2014. Otras dos muertes. Supuestamente el malacate que bajaba el bote de acero y a los chicos se rompió. Otra vez en el camino que va de Barroterán a Aura, pasando La Florida. Más allá de las versiones oficiales, los motivos no son los que indignan, sino que esto ocurra de nuevo. Que ocurra en un sitio que operaba fuera de la ley, pues según el oficio número SE/421/08969/2012, desde el 5 de octubre de 2012 había sido suspendido por violar normas de seguridad e higiene. A las familias de la región, en Múzquiz, les duele pronunciarlo así, como otra perdida, como algo parece destinado a repetirse. Les duele que la tierra se siga tragando a sus hijos, esposos, hermanos, primos, amigos… También les cala hondo que fueran tan jóvenes. Apenas 19 y 20 años, se lamentan. Eran Leonardo Francisco Vargas García y Misael Ibarra Amaya. Dos jóvenes que heredaron un mundo donde todo lo que toca la luz, aunque arde por el calor despiadado del sol, está vivo, mientras la sombra es sinónimo de esa palabra tan recurrente por aquí: muerte. Un final que muchos saben, pero pocos ven. Se dice que cuando ocurrió el accidente, reportado después de las 7:20 horas, se dio la orden de que todos salieran de ahí. Cuentan que se fueron corriendo. “Nadie te va a decir nada, porque a todos aquí nos piden que nos cállemos. De veras. Siempre. Viene el patrón y amenaza. Que al que diga algo, no vuelve a trabajar”, cuenta el velador de un pozo cercano. De manera oficial, la empresa dueña del pocito fue identificada como Refacciones y Materiales de Sabinas S.A. de C.V, propiedad de Luis Alberto Ramírez Enriquez. Además, utilizaba el pozo como salida de emergencia, junto con Minera El progreso S.A. de C.V. De acuerdo con la organización Familia Pasta de Conchos, las empresas comparten la misma concesión, el mismo ingeniero, mismo encargado de operaciones, aunque la última pertenece a Federico Quintanilla, ex alcalde de Progreso (20062009), y delegado de Programas Social del ex gobernador Humberto Moreira (2010). Los muchachos sabían que la muerte los podía alcanzar en cualquier momento, se consuelan al decir sus familias. “Aquí sabemos que un día

¿Destino? Para los niños es cotidiano ver morir a sus tíos, hermanos, padres... mineros todos.


Coahuila, donde la tierra come hombres Esta vez, en esta historia de muerte que se ha convetido la Región Carbonífera, los mineros caídos se llaman Leonardo y Misael. ¿Quién sigue? Por César Gaytán Fotos: Luis Salcedo

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salen por la puerta, pero no sabemos si vayan a volver”. La frase la pronuncian los deudos de ambos muchachos, como si ya estuviera ensayada. Como para sanar un poco de haberse enterado que parte de sus hijos se hizo pedazos al caer en un pozo con cerca de 100 metros de hondura. San Juanita, tía de Panchito, dice que es mucho el asombro y cuando se enteró de la noticia, no supo cómo reaccionar. Sandra Patricia, mamá de Misael, no encuentra palabras para hablar; se le fueron con la vida de su hijo. El primero era el más chico, y su abuela es quién mas resiente su ausencia. “Es mi Pancho, es mi Pancho”, dicen los vecinos que gritó cuando vio que pasaban las ambulancias. De alguna forma lo supo. Se había criado con ella, y apenas hacía un mes que había bajado al pozo. Pero la verdad es que era la segunda vez que trabaja ahí, ahora sí como mayor de edad. Dicen que era atrabancado, que tenía mucha energía y anda todo el día para arriba y para abajo. A la mejor por eso le gustaba tanto bajar a la mina. Él mismo decía que el gustaba porque así se ganaba su dinero. Pero ya no está. Su presencia les hace falta no solo en la casa, sino en el equipo de béisbol los “Indios”, de la Florida, donde jugaba de filder con el número 11. Su camisa roja con letras blancas fue colocada junto al féretro donde lo velaron, mientras los niños de la cuadra juegan con los bates y pelotas

que le pertenecieron. “Tan buen muchacho que era”, dice su tía. Y es que el dinero que ganaba se lo repartía a toda la familia, porque ya había dejado de consumir droga, y a más tardar a las diez de la noche estaba en la casa, acostado. Adiós, Pancho. Tu nombre quedará pintado un tiempo en tu casa, ahí donde tú rayaste con lápiz sobre las paredes blancas. Para Misael, el día que murió era supuestamente el último que iba a la mina. Ya no quería, según dicen sus padres, entre palabras atropelladas, silencios inmensos, y llanto. “Ya se quería salir”, platica su padre Misael Ibarra Flores, “traía la inquietud”. Sabía que era peligroso, y por eso quería estar con su esposa, Norma Angélica y su hija Sandybelly, de 18 y 2 años y medio. Por todo esto resulta más difícil hablar de él. Porque deja mucho, a muchos. Los deja solos. A sus padres en Muzquiz, y a su recién formada familia en Palau, donde vivía. “Ni siquiera debió estar ahí”, piensa su abuelo Juan. Misael ya se había ido hacía una semana para Piedras Negras a ver a su otro abuelo porque estaba muy malito. En una de las acostumbradas visitas a su casa, el veinteañero le contó que como a la mejor tenía que cuidarlo, era probable que se fuera a trabajar para allá, lejos de la mina, lejos de la muerte por la sombra. Pero en Coahuila como en el resto de México no es fácil encontrar trabajo, y con una esposa y una hija, no se pudo dar el lujo de que darse sin

Papás de Misael, el minero de 20 años que se tragó la tierra.

Nadie te va a decir nada, porque a todos aquí nos piden que nos cállemos. De veras. Siempre. Viene el patrón y amenaza. Que al que diga algo, no vuelve a trabajar”, cuenta el velador de un pozo cercano”. Velador


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En el Pozo de La Florida donde han caĂ­do varios hombres.

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algo. Regresó, y regresó a eso, a ganarse unos pesos para la comida, la leche, los pañales. Mientras Palaú estalla en un calor insoportable, el corazón de la madre de Misael, Patricia, también se agita y grita. Grita por la boca que ya no tiene miedo de exigir justicia, y que si el gobierno no hace todo lo posible por cerrar los pocitos y traer mejores empleos, lo haría ella con sus manos, organizaría a otras madres y harían justicia por sí mismas. Representantes del gobierno estatal y federal acudieron con ambas familias. Les dieron las condolencias, dijeron que recibirían todo el apoyo posible para que salieran adelante, y tras responsabilizar directamente a la empresa, les ofrecieron asesoría jurídica. No obstante, en ningún caso precisaron qué apoyo llevaban, ni cuándo, cómo o dónde, les sería entregado. Para la menor de edad se ofreció una beca, pero no se dieron detalles ni fechas. Los gastos funerarios fueron cubiertos, se supone, por el dueño de la mina, quien no se presentó en persona con las familias para presentar sus respetos, ni su pésame, ni tampoco habló con ellos por teléfono. La tierra se ha comido a dos hombres más, y la pregunta que tienen en la región carbonífera es: ¿quién sigue?, ¿cuándo? El miedo es siempre el mismo, todos los días. La mayoría lo espera, pero no creen que realmente les vaya a ocurrir. Y cuando pasa –siempre pasa-, no lo creen, no lo aceptan, se niegan, y quieren deshacerlo todo, evitar que bajen a la sombra, deshacer el tiempo y volver en él, si es posible, si tan solo fuera posible, que este fuera el último, por favor el último, o aún mejor que nunca

un solo hombre hubiera bajado a las minas, a los pocitos. Evitar la muerte de esta manera. Deshacerlo todo. La tierra en Coahuila no se cansa de comer hombres. Y como si fuera su destino, los hombres siguen alimentado la tierra de hombres.Si alguien ha querido cambiarlo, no ha servido. Por eso todavía ser minero es un oficio enraizado en las familias, que viene desde los más lejanos parientes, hasta el abuelo, el padre, y el hijo, el nieto, y así hasta la más actual generación. El carbón que se extrae, que se vende, ese que se presume en los discursos de gobierno y que incluso ha nombrado a esta como una región dedicada a la minería, está manchado de sangre. Sangre de familias enteras. Son, de nuevo, palabras de los deudos de los dos jóvenes que cayeron y perdieron la vida, como lo son también de los más familiares que sobreviven a tantas tragedias. La ocurrida el 31 de marzo de 1969, donde 153 mineros fallecieron en una explosión de gas en las Minas de Guadalupe, Barroterán. Pasta de conchos, el 19 de febrero de 2006, con 63 mineros muertos.. En el primer caso, luego de un año, fue posible rescatar cada uno de los cuerpos. En el segundo, ni uno solo ha sido sacado del vientre de la tierra. No es difícil saber por qué esto continúa pasando cuando se mira que alrededor no hay otras fuentes de trabajo, y el salarios que va de los 800 a los mil 200 pesos en promedio, debe rendir para mantener a toda la familia. Y es que la única fuente de empleo en este lugar es, como una maldición girada por entes superiores, bajar a la mina, donde la

oscuridad lo abarca todo y devora, despedaza, arranca la vida de golpe y, casi siempre, la sepulta. Lo que no se entiende es por qué, cuando estas mismas personas piden al gobierno que haya empresas diferentes, que traigan empleo, que le den un giro a las cosas, las buenas intenciones parecen quedarse en el discurso. A este desierto casi de veras desierto, cuenta Dora Elsa Ortiz, nada más vienen los que andan “jugando” a ser acalde, diputado, o gobernador. Pero cuando quedan, cuando ganan, nomás nada. La mujer ha perdido a un primo, a un sobrino, y es esposa de un minero. Ella misma confirma lo que en muchos lugares se dice: cada familia aquí tiene un muerto. En el mismo lote minero donde murieron Francisco y Misael, hay una lista de nombres cuya muerte enlutó a más personas. Ramón Sánchez Arellano en 2010; Fidencio Sánchez Arellano, Daniel Iván y Omar Efraín Ramírez Almanza, Héctor y Ervey Alcalá Ramírez; Guillermo González Medina y César Jiménez Medina, en 2012. Fechados su último día el 25 de julio de 2012, los nombres de siete de ellos aparecen sobre unas cruces en ese lugar. Al verlos, un dejo de tristeza se atora en la memoria, y evidencia la impunidad. Pero nada cambia. Aquí persiste la muerte traducida en silencio y anonimato. Al caminar en esta región del estado da la impresión de que cualquier huella lleva a un pedazo de tierra que bien puede ser una tumba, que debajo de las pisadas haya quizá un hombre que fue comido por la tierra, como suele ocurrir en la región carbonífera de Coahuila.


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VANGUARDIA | LUNES 07 DE ABRIL DE 2014 | NO.419 | WWW.SEMANARIOCOAHUILA.COM

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

MOBBING, LA NUEVA ESCLAVITUD Un delito silencioso padecen miles de trabajadores de la Zona Industrial, aquí la historia...


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