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VANGUARDIa Lunes 17 de Marzo de 2014
Semanario
Adelante subió la mujer gruesa, piel quemada y brazos rayados, atrás otras dos morras y una niñita como de siete años. Se acordó de ellas cuando ya estaban arriba del carro. Unos compañeros del sitio le habían advertido de éstas moras, cierta vez que las habían visto deambulado por La Nogalera: “abusado con esas chavas, no las subas porque roban, son rateras”. De inmediato comenzó el pichoneo. Y el taxista que no, que la niña, que qué onda... Cuadras más allá la morra sacó un brasier de su bolso y “eh mira, el brasier”, dijo dirigiéndose a una de las mujeres que iban en el asiento de atrás, “¿y luego que traes?, ¿no traes nada?”. ‘”No”, respondió la aludida y todas siguieron el juego “ah, qué bárbara. Mire oiga…”, increparon al taxista “no trae brasier, a ver…”. Una de las rucas le enseñó los senos por el retrovisor, el ruletero apenas la ojeó, ‘”si volteo choco, no vayas distrayéndome”, le dijo y las morras que “¿a poco no te gustan las mujeres?”, y el chofer que “sí”, que sí le gustaban pero… que se esperaran, que iba manejando y ellas “no, ándale”, que sabe qué, que si “¿no quieres un trabajo?”, le agarraban la mano a fuerza y se la ponían en los senos, y él que no, no quería nada, ahorita andaba jalando y “bájenseme por favor”, porque ya sabía que los que aceptaban esa cosa, ese juego, se exponían a que les bajaran la cartera. En una esquina se bajaron sin pagar, llevándose, sin que el ruletero se diera color, la bolsa de la morralla, “ay hijas de su…”. Al cabo del tiempo los taxistas las volvieron a ver en los periódicos de los cruceros. “Caen ‘Las cariñosas’”, resaltaban los titulares rojos.
Al rato las habían soltado y andaban de nuevo por toda la ciudad, atracando conductores de carros particulares y taxistas incautos, si es que existe esta especie, a los que les bajaban la cartera, la morralla y encima no les pagaban las carreras”. Al rato las habían soltado y andaban de nuevo por toda la ciudad, atracando conductores de carros particulares y taxistas incautos, si es que existe esta especie, a los que les bajaban la cartera, la morralla y encima no les pagaban las carreras. Se bajaban el pants, se subían la blusita, se encueraban las morras en el taxi, en plena calle, “carnal”, la gente pasando y ellas “ándale ¿no quieres?”, como diciendo cóbrate la dejada y el ruletero que “no, cámara”. Pero en serio “carnal” que “no se las agarré”, en serio que ni sabía, ni las conocía… ¿En serio?