Primer libro underground de Almü Colino

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He venido aquí a intentar plasmar algo. He venido aquí a intentar vivir un rato, abstrayéndome del asfalto.


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"A mis padres y a mi hermano por hacer de mi caos un paraĂ­so. A mi abuela, por ser eterna" AlmĂź Colino


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Prólogo intoxicado

Hay días en los que el desgaste generalizado es más evidente en la epidermis emocional interna. Días donde puedes notar el peso de cada minuto de todos los años de vida recorrida, esos años que, de forma intrínseca, te convierten en eso que se suele dar en llamar veteranía. Pero la experiencia, en ocasiones, es más lastre que aprendizaje. Es más cansancio que otra cosa. No llegas a eso de perder la ilusión ni dejar de emocionarte, pero notas como ese regusto a toxicidad, a canibalismo virtual, comienza a hacerse un hueco al lado de tu estómago para formar una especie de náusea invisible, que aguarda paciente su momento para salir impregnando tu boca de ese característico sabor a agrio. Y no, no es que ya lo haya visto todo y, evidentemente, no es que lo haya leído todo y las palabras me provoque hastío o indiferencia. No, no es eso. Pero, en ocasiones, el aroma a fraude, a estereotipo, a predecible… se hace demasiado patente. Sí, y cierto regusto a decepción en el alma que, quizá, sea debida a que las expectativas eran puro delirio o, al menos, una mala jugada de eso que se da en llamar enajenación mental transitoria, pero aplicada al ámbito de lo creativo. Sí, hay días de bajón espiritual y anímico, por llamar de alguna manera a esa sensación de que nada o casi nada puede provocar ondas expansivas en tu esfera emocional. Y te sumerges en el ciberespacio nuestro de cada día como alma errática, como zombi literario, como yonki del verso duro como puñetazo capaz de reventarte por dentro con su demoledora sinceridad. Y es ahí, en ese justo momento, en el preciso instante, segundo, fragmento de vida, cuando lo ibas a dar todo por perdido, cuando se obra el milagro, ese diamante en bruto, ese diamante puro creativo disfrazado de cotidiano. Es en ese preciso instante cuando un post de la intensa Laila Rota te lleva a un nuevo paraíso de emociones que convergen en el blog de A-grietada. El blog, en definitiva, de Almü Colino, que se hace llamar “la chica de la diéresis”. ES entonces, sólo en ese preciso instante de fuga psicógena,


Cenicienta desintoxicada cuando soy plenamente consciente de que esos versos escritos a borbotones de fiereza honesta configuran por sí mismos un libro digital al que, de forma instantánea, doy forma en mi cabeza. Luego, lo de siempre… las pruebas de portada, las charlas breves, fugaces, pero intensas con la autora. Y el título genérico que surge casi de forma natural: “Cenicienta desintoxicada”. Y hablamos, si. Hablamos de la rabia que siente, de la rabia que sentimos. Y de que escribir es como una especie de posesión, y de que es necesario para nuestra supervivencia. Entonces, hago mía esa rabia que dice sentir, a veces, hacia el mundo, y me la chuto en vena como vampiro adicto a la melancolía de fragmentos de vida que pertenecen a otros, pedazos de vida más frescos, más espontáneos, viscerales… y, tal vez, más auténticos. El blog de la chica de la diéresis tiene vida propia. Como un estallido fugaz de pura pulsión de vida. Y como ya parece señalar desde su título genérico parece respirar y nutrirse desde todas y cada una de las grietas que deja la fiereza pasional de sus versos en cada espacio en blanco que mancha con sus escupitajos de creatividad o con los charcos que deja tras masturbarse esperándote. Creatividad cotidiana, sexual, joven, sincera, adictiva, sin domesticar. En una entrevista que me hizo Raquel Delgado me preguntó: qué tipo de autores vamos a encontrar en Neurótika Books? Qué le pides a un autor para que despierte tu interés?. Yo le contesté: “Neurótika Books surge como una necesidad de encontrar un espacio donde confluyera mi estilo de escribir y la lectura y difusión de otros autores considerara que podrían forma parte de mi peculiar manera de ver el mundo. La palabra “Neurótika” ya en si es una definición intrínseca de lo que vamos a encontrar. La editorial, siempre underground y gratuito, tiene su precursora en papel a través del fanzine Atrocity Exhibition, que creé en el año 1996, y que ya tenía sus especiales en forma de suplementos literarios dedicados a autores concretos. Luego, en el 2006 lo recuperé en forma virtual. La nueva etapa digital de Neurótika Books creó que comenzó debido a mi atracción por el lado oscuro de la mente y mi experiencia como trabajador en el mundo de la salud mental. Autores diagnosticados con algún trastorno, temáticas underground, diferentes, alejadas del concepto tradicional de lo “real” y, sobre todo, de la

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Cenicienta desintoxicada “normalidad” y la moral vacía que nos intentan imponer. Autores con su propia personalidad y su propio universo particular. Escritores que creen en si mismos y en que este mundo debe cambiar, aunque sólo sea a nivel de imaginario creativo. Y creo que el camino elegido es sumamente atractivo para seguir en él, en la misma línea. Soy consciente de que Neurótika Books es para minorías, pero quizá eso es lo que le confiere un atractivo añadido, aparte de ser un compendio subjetivo de traumas propios y ajenos. Un orgullo personal, vamos”. En conclusión, aquí os dejo este nuevo libro para minorías. Un libro de Almü Colino que imaginé primero en mi cabeza al leer su blog. Un libro donde se pone en evidencia que ella no es ninguna heroína de cuentos infantiles. De hecho, Almü suele dar un giro al infierno y los deforma de tal modo que consigue que sea Blancanieves la que envenene a la bruja y que Alicia se chute cual yonki desesperada mientras el sombrerero le busca la vena. Sí, ella es esa que tiene un ADN que no es el suyo, debajo de las uñas con las que primero se masturba y luego puede escribir esos versos capaces de envenenar tus sueños como puta en las esquinas del delirio. Ese delirio donde convergemos cada noche que activamos el submundo de las redes sociales y donde descubrimos diamantes sin pulir cuyo verbo es tan puro como el abismo vital que habitamos cada día. Y que, en el fondo, nos obliga a continuar, a leer, a sentir, a emocionarnos con esas heroínas de cuentos inversos que llegaron para quedarse en nuestra memoria selectiva. En esa memoria, espacio creativo particular, donde aún somos libres y soñamos que hay universos paralelos más allá de nuestra pequeña parcela de mediocridad cotidiana. Donde, quizá, nos desintoxiquemos junto a Cenicienta embriagándonos de versos de pura locura cotidiana. Así sea.

José Manuel Vara 5 de junio del 2016

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Today.

Hoy. Hacía años que no me sentía como hoy. Hoy he brincado de la cama como una niña de cinco levantándose de la arena en la que se había caído tras saltar del columpio. Hoy he jugado a echarme la siesta, mientras me ponía el Canon Pachelbel y me he puesto a lamerme el rímel que se me ha corrido por cada poro de mi espalda, sin poder creerme que la felicidad lleva días invadiéndome la vida de mi cuerpo. O creyéndome culpable por ello.

Hoy. Hoy una de mis mejores cumple 30+1.Y parece una niña de 15 jugando con sus pulseras de pinchos a ver a quien es capaz de picar sin doler.

Hoy. Hoy me he ido con el terremoto personificado, su vestido de flores y sus zapatitos de ballet a tomarme una caña. O dos. Y a reírnos de la vida, de su puterío, de nuestras desdichas y de las ajenas.


Cenicienta desintoxicada Hoy. Hoy estoy a un pasito menos de llegar a ser lo que quiero empezar a ser. Hoy me voy a poner el vestido más corto que tenga de los tobillos para abajo y voy a lamer la aceras que forman la Gran Vía de mi Sweet Charra, empezando por la de la izquierda y siguiendo por la de el centro.

Hoy he decido que quiero irme a vivir a California. Y que mis padres se vengan conmigo. Que si algún día soy madre sólo será por inseminación. Y que esta noche bailaré desnuda en el balcón de mi casa mientras suena Sweet Home Alabama.

Hoy he decido que me voy a ir a vivir a las Bahamas. Y ahora... ahora voy a ponerme Los Fresones, mientras me fumo el verde de la vida y pienso cómo voy a ir a la fiesta de la risa.

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Un virginia sin filtros, por favor.

Le quería como quiere una puta a su decimonoveno cliente. Algo así como la trucha al trucho. Típica expresión para mofarse cuando te preguntan si quieres a alguien.

Yo follaba con él . Y con otros. Y él… El tenía una forma demasiado bonita de quererme. Y yo que soy más de saltar por las baldosas de la casa, que de quedarme frente a la luna viéndola vivir, hubo un día en el que le dije que se acercara al estanco de la esquina, que me había quedado sin rubio, y de paso que él se comprara otro. Mientras yo, escondía las llaves.

Minutos después, el timbre se quemó. Parecía que me habían quitado los ladrillos que llevaba en el pecho de mi mochila.

Y perdona, pero sigo sin sentirlo.


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Los collares, para mi ombligo.

Yo tengo días en los que me enfado con el mundo. Me enfado con el mundo porque a días me desgarra las uñas de las alas de la vida que intenta quitarme. Porque me arranca las pestañas con las que me hago heridas en las muñecas hasta el punto de sangrar azul y querer sangrar morado. Y otra vez, vuelvo a intentarlo. Me enfado con el mundo porque a días me rasga las encías sin que se me caigan los dientes con los que poder hacerme un collar y colgárselo a mi ombligo. O al tuyo. O al de las dos. Porque me machaca la cabeza como si fuera ajo de mortero y no lo combina con aceite para suavizarme los golpes. Me enfado con el mundo porque no soy ni peón ni reina. Que siempre fui caballo perdedor por no saber jugar bien el completo del partido. O la suerte. Que luego está ella. Y masturbarse en la cocina. Yo tengo días en los que me enfado con el mundo por no ser astilla que clavarse en la suela de goma de un zapato mal hecho, y una vez anclada, abrirme y luego irme como mi garantía de vida. O simplemente de reírme. Me enfado con el mundo por no tener cinco y por arrancarme las pestañas con las que no poder auto-lesionarme el orgullo miel de los luceros con los que a veces me da por mirar, como sinónimo de matar.


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Campeona empieza por A.

Llámame puta. Llámame puta con el “hija de” delante. Llámame puta. Y dime que vaya a la cocina, como sinónimo de esquina.

Llámame drogadicta, empollona, reina de la fiesta, poeta, y viciosa, con el puta delante.

Cuando esté rompiéndome la boca, con la primera chica preciosa que me ha dicho algo así como: Estaba mirándote desde la otra pu(n)ta del bar, y me has rozado con tu tercera pestaña. Y me has hecho una herida. Y tenemos que arreglarlo. Cuando esté en una tarima, rompiéndome las tapas de las botas, mientras levanto la mano y me vuelvo más pequeña del 163.


Cenicienta desintoxicada Y mi mejor amiga se ríe, por que al final voy a resultar se" adorable". Cuando esté bailando con las cuerdas del ring o las vocales que los domingos no tengo.

Cuando esté quemándome las medias en el bar más pijo de la ciudad, de esos en los que está prohibido fumar, donde el camarero tiene ganas de comerte los ojos y tú por ello tienes privilegios.

AHÍ SI. Ahí grítamelo joder. Enserio GRI-TA-ME-LO. Llámame puta.

No me llames prostituta. Por favor, llámame puta. Llámame puta, mientras yo, me masturbo encima del banco en el que hemos quedado y te dejo el charco.

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Descorchando.

Blancanieves envenenó a la bruja. Cenicienta arrojó su zapato al mar con la esperanza de la contestación a algo así como S.O.S. La Sirenita tenía la boca cosida. La Bella durmiente era sonámbula. Hansel se comió a Gretel. Peter violó a Wendy mientras Campanilla grababa. Romeo resultó tirarse a distintas Julietas. Bella sólo quería una vajilla parlante. Caperucita se folló a su lobo. Y después lo reventó. Alicia se pinchaba mientras el Sombrerero, le buscaba la vena. Y yo... yo tengo un ADN que no es el mío, debajo de las mismas uñas con las que me masturbo.


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Rojo teléfono.

Están rotos. Todos. Tu hermana. La mía. Tu pez. Mi perra. La casa de la playa. Y la que está situada a la derecha del sol. Y un poco más a la izquierda de la tierra.

Esta roto. Todo. Mis medias. Tu cara. Tus ansias. Mi calma.

Están rotas. Todas. Todas las páginas de aquel libro que me regalaste


Cenicienta desintoxicada que te recomendó mi mejor amigo por que tú después de muchos inviernos todavía seguías sin saber llevarme. En coche. O de la mano. Y es que a mí, no me gusta que me lleven a ninguno de los sitios de los que luego no me pueda marchar.

Está rota. Mi forma de gesticular al otro lado del teléfono. Teléfono rojo, como la sangre que te dejé el día que me fui. Y espero que la hayas limpiado al día siguiente. Que me dicen que como la dejes mucho, queda mancha. Y no creo que quieras acordarte de mi cada vez que follas en esas sábanas. Seguro que lo has hecho en cada orgasmo. Te lo perdono. Te perdono por que soy consciente de que nunca volverás a verme vestida de nada. Qué desilusión la tuya. Y qué prepotencia la mía. Y qué orgullosa estoy de ella.

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Cenicienta desintoxicada Volvamos a que te estaba recomendando que limpies el rojo con esas páginas del libro que te decía arriba, Que te lo he dejado en el buzón. Que ya no lo quiero.

Y en la última hoja, te he dejado escrito algo, para que lo cuelgues en algún corcho, de alguna de las paredes que tengas en tu próxima casa de la playa, o a la izquierda de la tierra. Lo he escrito en negrita, a ver si así lo entiendes más que en cursiva:

Estás roto. Y no voy a salvarte.

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Perdona que no lo sienta.

A mi es que la gente que habla de mariposas, unicornios y arcoiris, no se... Me provoca un cierto malestar en el estómago. Pero ella era tan bonita, que yo le permitía hasta que me deshojara el verde con el que aliñarme la vida. Y la nieve también. Incluso hizo que me saliera mi sonrisa azul. Hasta que le dio por rajarme el vientre con magnetismos como si yo fuera la cruz y ella la cara de la cama. Y me salieron mariposas del estómago. Y automáticamente el vientre se me llenó de pájaros y alas. Y vomité hojas y lirios y delirios. Estaba tan cansada de su bonita forma de quererme, que le dí la mano. Le dí la mano para que me devolviera las llaves de las piernas, que son mi casa. Y ella, me llamó poeta. Sin finalidad de halago, si no como sinónimo de zorra. Y perdona que no lo sienta.


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Astigmatismo sin jaqueca.

Descatalogar: Verbo que suelo llevar a cabo. Cuando me aburro de algo.

Como cuando un grupo de personas consideran, que un libro ya ha hecho su función en el mercado. Que se ha quedado completamente inútil. Y no va a llenar a ningún lector. Que no va a llamar a la puerta de nadie para contar nada nuevo. Y que a el público ha dejado de interesarle su repetitiva historia.

Que por no quemarlo, lo expulsan. Lo echan. Lo borran. Por que estorba. Por que se ha vuelto molesto. Algo irritable. Bastante pesado. Y que necesita pañales que nadie quiere comprarle. Y yo que tengo como virtud astigmatismo, no quiero que me de jaquecas.

Y soy más de abrirme las piernas.


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Mentón.

Acabo de romper un espejo. Estaba en la parte superior de mi mentón. Y debajo de la nariz. Era uno de mis ojos desde dónde te miraba con tanta ansia, del que a veces salía lo que algunos llamamos "babeo".

Que si. Que uno se corre con cualquiera. Bueno vale, no. Con un 60% de los que te entran. Cuando estás ahí. Jugando a comerse o matarse.

Pero el babeo...Joder, uno no no babea siempre. Uno no babea con cualquiera. Creo que tenemos un número establecido de personas con las que babeamos durante toda nuestra vida. Es esa sensación de cuando vas por la calle, y lo/la ves.

Y en ese momento, te preguntas si llevabas bragas. O es que están caladas.


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Baños guarros.

Voy a brindar.

Voy a brindar por ti. Por las veces que me empujaste a conseguirlo. Y por las que me decías algo que equivalía a una bofetada mal dada. Voy a brindar por las veces que me corte los dedos pasando las hojas de los libros. Y las que cogía del suelo cuando no era otoño. De rodillas y abriendo la boca. Voy a brindar por mí. Por las veces que he tenido que hacer las digestiones más pesadas de mi vida. Por las veces que me he atragantado y lo he tragado. Y por las veces que escandalicé a Cupido. Por ver amanecer, arrastrando las manos por Gran Vía y por vivir en baños llenos de cocaína. Voy a brindar por nosotros. Por las veces que nos hemos mandado a la mierda, de aquí a la derecha. Por las veces que no hemos tenido protección y por otras muchas rompiendo paredes y masticando cristales protegiéndonos. Que voy a brindar por ti. Por mí y por todos mis compañeros. Y voy a terminar bebiéndome la botella entera. Con los pies, de puntillas en la ventana y con la cabeza, puesta de mierda, en la almohada. Y luego ven a buscarme, que he pensado una coreografía con la que se van a morir todos los colchones.


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Tres respiraciones. Cinco años.

Y entonces, me besó con tanta hostia, que me volví una niña de cinco, con las manos de puntillas y los pies acariciándole la cara.

Y entonces, me besó con tanto tacto, gusto y ansia, que mi tercer pulmón se alarmó.

Y entonces yo...

Yo me fui.

Me fui corriendo. Me fui encharcada

Y huyendo.


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Mira(me)

Me has besado la punta de la tercera pestaña, empezando por la derecha del párpado. Y la mitad de la nariz, que estaba helada. Me has mordido la clavícula. El tercer poro de mi hombro. Y el gluteo derecho. Me has lamido la columna vertebral, in-vertebrándola. El rio que pasa por mi canalillo. Y los dos hoyuelos que tengo, donde termina la espalda. Te he tirado al suelo. Y luego encima del colchón más escandaloso de la historia, con las piernas. Y tú, me has empujado contra la pared. Me has roto semientera. Pero no del todo. He tenido la energía suficiente para romperte la cara con gemidos y partirte la boca


Cenicienta desintoxicada con mordiscos. Luego han llamado al timbre. Los vecinos. Que a quĂŠ venĂ­a tanto ruido.

Coge las llaves. Y sube. Que en la azotea, no tenemos timbres.

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Mordidas.

Joder y romper. Son dos verbos que siempre me han encantado. Valen para todo. El otro día estábamos jodiéndonos con tanta fuerza, que acabamos rompiendo las paredes de la calle.

Morder y correr. Son dos verbos que siempre me han maravillado. Creí que sólo te estaba lamiendo, pero acabaste sangrando por el cuello mientras yo salía corriendo después de correrme con las manos en el suelo y los pies en el hielo.

Ordenar y buscar. Son dos verbos con los que nunca me aclaro. Se trata de moverse en un continuo caos existente donde a veces te pierdes. Y muy pocas te encuentras. Y acabas rompiendo, jodiendo, mordiendo y corriendo. Joder y romper. Son dos verbos que siempre he idolatrado.


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Plano-Contra/plano.

Poesía de la guarra. Los versos que nos dimos. Los besos que no dijimos. Los abrazos impecables. Y qué más da, si esto es arte. Festejo. Y empezó siendo un mal recibimiento.

Poesía rollo macabra. Siniestros escondidos. Que son puro expresionismo.

Rubias ingeridas Y una sola sin heridas.

Bragas secas. Mojadas. Y sábanas empapadas.

Pies descalzos.


Cenicienta desintoxicada Voces rotas. Cuerpos muertos. Y quejidos. Planos fijos. Aspavientos. Y sobre todo, mucho sexo.

PoesĂ­a de la mala.

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Ambulancias.

Ruido. Ruido como el que hacen las ambulancias cuando alguien se está yendo. Ruido como el que hace un coche cuando pasa a toda velocidad sobre el charco que alguien dejó por no ponerse un babero. Ruido como el que hacen tus zapatos cuando te pierdes conmigo. O como cuando suena mi tercer pulmón cuando me juegas.

Ruido como cuando te quejas de la ilusión de la vida, que te sale por las retinas.

Ruido como un rayo de sol que se hiela, mientras la palabrería se encuentra al borde del primer puente de piedra , que construyó un no sé quién, para un “qué sé yo”.

Ruido como cuando me quedo en silencio mirando a la nada. Queriendo más. Y forzando el pedal de freno para que sea menos.

Ruido como la jodida poesía que se mete entre las bragas. Mientras de fondo suenan chirridos silenciosos. Que son ruido.


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Que comience el combate (I)

Primer (a)salto: Me jodería en la nada. Pero resulta que ella, hace tiempo se adelantó. Dio unas zancadas y ahora no puedo alcanzarla. Para cantarle las 39+1. O las 38+2. Encararme a ella. Y hacerle respuestas de interrogaciones. Y exclamaciones alzando la voz rota con la mano abierta. Y decirle que quemaría los hospitales. Con la inocencia de una niña de ocho que cree que así se acabarán las enfermedades. Y machacaría las patas de las camas. Y los muelles. Y los colchones cómodos. Para que nadie se enredara en ellos. Como la ropa en las cuerdas. O el boxeador en el ring. Y acariciaría la vida como el último, ama el saco de su entrenamiento. Y lloraría rabia roja en los puños. Y gritaría el odio por los ojos. A ver si así, la ramera de la vida, se percata a quién tiene que puntuar las "I(es)" y a quién sólo le hace falta un punto y seguido.


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Vértigo.

Que alguien le tire una cuerda. A ver si le da por cogerla Que aunque tenga vértigo, estoy dispuesta a caminar por ella.

Que lo he visto sufrir. Como cuando alguien se va. Y sabes que no vuelve. Por que no puede. Que lo he visto llorar siendo desierto. Que le he visto la rabia por dentro como la que tiene una jodida tormenta sin calma. Y luego... Le he visto reír. Hace mucho. Reír como si el mundo se fuera a la mierda y no pasara nada. Por que mientras, estamos mirando al miedo a la espalda y a la cara.

Y escuchar jazz. Y leer Machado. Y Unamuno. Y Pío Baroja.


Cenicienta desintoxicada E irse. Y volver a huirse. Y por favor. Vuelve. Que en seis días tengo una arruga más y un año menos de vida. Y quiero que la veas. Y no quiero tenerla. Que alguien le tire una cuerda. Que tengo ganas de llorar, porque no quiere cogerla.

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Bajar - Subir. Cerrar - Abrir .

A mí, es que se me da muy bien eso de mirar a los problemas a los ojos.

Bajarme la falda. Subirme las bragas. Abrir la boca. Y a la par cerrar las piernas. Y entonces, me da por reventar retinas. Y levantar la mano a lo "reina de la fiesta".

A mí, es que a veces me da por decirte cosas bonitas. Cosas como que tienes un corazón que no te cabe en el verso. Y luego lo acompaño subiéndome la falda. Y tú alucinas cuando me da por no llevar nada.

Y acabo descalza.


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Espuma.

Es todo tan bonito. Tan de verdad. Que no quieres decirlo en alto. Por si le da por acelerarse. Romperse. Y machacarse.

O por llover. Que no se nos mojen los pies. Y nunca tengamos fiebre. Y entonces, olvida el agosto. Que todo se ha convertido en diciembre. Y ya no hay flores en tu cama ni caos ni infiernos.

Sรณlo nada. Y de la nada, no se vuelve.


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Poesía, mueves tú.

Se me arrastraban las manos entre los dedos. La boca se me hizo hielo. Los ojos un limbo del que no quiero salir. Mientras escuchaba Los Planetas. Me he roto el vestido. Me han arañado el café. Me han quemado las bragas. Me he cosido las cuerdas vocales. Me he quedado sin maldades. Y sólo he podido arrodillarme en el suelo. En el suelo de un exilio de amapolas que es mi cuarto, donde me he puesto a beber de un charco.


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Despierta.

Todo se trata de suerte. Y de buscarla. Creo. Y espero. Pero nunca sentada en la mesa. Ni de pie encima de la silla. La vida. Qué de cosas se dicen sobre ella. Es lo único en este mundo que puede pasar de ser preciosa a puta en cuestión de segundos. Pero volvamos a la suerte. Con la suerte se nace. Yo creo que todos nacemos un hilo de ella entre los dedos de la mano, que nos llega hasta la nariz pasando por la frente y el ombligo. Para aquellos que están destinados a perderlo, sólo dura los dos primeros años de la infancia. Los que viven con ese hilo, no sabe que lo tienen. Y por mucho que tengas un hilo invisible, a la suerte, hay que ayudarla. Se trata de varias batallas. Y luego, al final, la guerra. La guerra de la vida. La guerra que hay que ganar. Siempre y cuando sea el final. Había una frase que decía algo así como, “al final todo sale bien, y si no es así, es que todavía no es el final”. Que a mi podéis tacharme de arisca, arrítmica, cabezota, apática, desfasada, con la vida descompensada y acelerada. Que juro que soy de todo menos optimista. Odio esa palabra. Es como demasiado bonito y óptimo todo. Y yo soy más de jugármela y salir del fango. Y simplemente por una cosa que mueve a cualquier español con un poquito de amor propio. La frase “por mis cojones”. Ponte las militares. Coge el petate. Que nos vamos a la guerra de la vida. Nos vamos a quemar nuestras banderas contra nuestro camino de piedra y gravilla. Que los muros también pueden ser de papel y con un simple cigarro mal apagado, puedes seguir hacia donde ibas. No es necesario tanto drama de que sean muros de piedra. Que no. Asi que venga. Levántate de una puta vez. Despierta. Y por favor, abre los ojos.


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Marea(s)

Si me vas a pegar un tiro, por favor, que sea uno por retina. Acierta a la primera. Porque no va a convertirse en rutina. Esto es como el Western. Diez pasos. Media vuelta. Y estas muerto. O eres el Ăşnico despierto. Mientras tanto, vamos a alterar las mareas. Te espero donde nunca. A la hora de a veces.


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Tierra MO-JA-DA.

Y luego estás tú. Tan primavera. Y yo. Tan alérgica a tus cielos de mayo. Pero prometo que una cosa no amarga a la otra. Es más bien dulzona. Le gusta que le haga pasar de cielo a infierno en segundos. Le encanta que le haga mojar las bragas. Nos ponemos intelectuales a leer las obras de la espalda. Y cuando volvemos a la tierra, abrimos la nevera. Y comemos en la cama gelatina de fresa. Cual niñas pequeñas. Poniendo los labios posición beso. Dejando un huequecito. Acercándonos el plato a la cara. Manchándonos las bragas. Las gafas. Y comiéndonos las ganas. Y luego, me da por llamarte guapa.


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Iglú de cristal.

Hemos perdido. Sí. Tú, yo, vosotros, ellos. Todos hemos perdido. Hemos perdido la paciencia de esperar a convertirnos en cera bajo el sol. Nadie está hablando de la Toscana. Ni de Salamanca. Hablo de cada minuto que hemos perdido en cualquier sitio. De la incoherencia. De la irracionalidad como máxima explosión de un conjunto maravilloso de barbaridades que hemos llegado a hacer con una esperanza que se ha convertido en "para nada".

Acabo de cerrar la última caja. Precintándola bien. No vaya a ser, que con el viento le dé por salir a alguna foto y vuelva a intentar hacer paraíso de esto tan bonito y caótico. Acabo de dejar las cajas sin oxígeno. Que las cosas sin oxígeno también pueden morirse. Que lo que se muere, se muere. Y no vuelve.

Me acaban de entrar por la puerta de la ventana. Que qué tal. Me preguntan. Estrangulando cajas, digo. Aquí, digo. Bien, digo. Como siempre, digo; haciendo un caos de en este Edén que de tan bonito, acabo calificándolo de aburrido. Aquí. Como siempre, digo.


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Balancear(se).

Ya vengo. Ya estoy aquí. Me he encontrado las paredes de mi cuarto pintadas de azul vado permanente. De verde miércoles. De marrón cielo. Debí de hacerlo turbia o sobria. Que no se. Acabo de venir. Ya estoy aquí.


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Querida luz hecha sombra.

Querida niña rubita, de ojos expresivos y pómulos de muñequita. O eso decía tu abuela.

Algún día, espero que no muy lejano, te tocará salir ahí fuera fiera. Probablemente por entonces, hayas roto más cadenas de las que te puedas imaginar. Seguramente hayas metido en el cubo de la basura muchas “cosas” , que intentaron reventar la planta de los pies mientras procurabas hacer tu pequeño camino. Y luego están esas otras “cosas” que simplemente las dejaste ahí, en la cuneta, sin ánimo de volver a pasar por el mismo camino.

No espero que tu vida sea un paraíso de arcoíris por que nunca has creído en ello. Siempre fuiste apocalíptica, temperamental, maniática del orden y para qué negarlo, eres una fanática del caos. Sé mejor que nadie, que odias cuando la novedad se convierte en rutina y es que, no sé como lo haces, pero tienes una gran facilidad brutal para aburrirte de ella. Que sé que te gusta lo difícil y te aburre lo que te regalan sin que te lo ganes.

Eres de las que el todo lo dice con la mirada, (o eso te dicen) y no necesitas articular palabra. Eres de las que te gusta la velocidad. Los precipicios. Las tensiones. El volar sin alas, que algunas veces deriva en catástrofe. Pero qué te voy a decir si te encantan las mareas y las tempestades. Que ansías que llegue el día de hacer maletas a las


Cenicienta desintoxicada tres de la mañana, porque has recibido una llamada a las dos y media para avisarte que te tienes que ir de viaje a dar una noticia o yo que sé que hostias.

Recuerda, que sólo tienes veinticuatro y que el ser humano no tiene alas, pero tú estás empeñada en que sí, que dices que con alas se nace y no se hacen.

Por eso, espero que cuando por fin salgas ahí fuera, hayas luchado para conseguir por lo menos, una cuarta parte de lo que algún día te propusiste. Que te sigas rodeando de esa gente que te ha querido toda la vida. Esos que siempre estuvieron ahí. Y que ahí siguen.

Alguien muy importante para ti se pasó la vida dándote consejos. Uno de ellos fue algo así como “Estamos aquí para conseguir lo importante. Y lo único importante es ser feliz o por lo menos, intentarlo, asique tenlo siempre presente”. Espero que nunca se te haya olvidado, niña rubita de ojos expresivos y pómulos de muñequita.

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Cenicienta desintoxicada 41

Apatía, qué bonito nombre tienes.

Ahora que ya nos hemos vuelto algo más poéticos, algo menos niños. Algo más intelectuales. Algo menos tranquilos. Algo más claustrofóbicos. Algo menos testimoniales. Algo más apáticos. Algo más caóticos. Menos clandestinos. Y más apocalípticos. Podemos forzar la nada. Después de habernos rasgado con cristales el alma. Digo. Después de haber quemado la piel con una lupa mirando a la luna. Digo. A ver que pasa. Y luego, luego nada.


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Tejados en portales.

Pájaros posándose en las chimeneas. Esas que cuelgan debajo de las casas. Desdoblarse. Partirse en dos, o en cinco mitades.

Que para qué bajar al cielo si en infierno es más placentero.


Cenicienta desintoxicada 43

Tú. Cenicienta desintoxicada.

Beber(se) la piel. Degustar el vaho que sale de una hoguera que es tu boca congelada, cuando ya no hay nada. Respirar el halago del verso más profundo de la subordinada más pésima y a su vez, exquisitamente redactada.

Querida energía frenética de delicia. De sensaciones, emociones y vibraciones.

Tienes derecho a gritar a los cuatro vientos, lo que te salga de los oídos. A mirarte al espejo, a quererte como nadie y quererte más que a nadie. A subirte en aviones que no te lleven a ninguna parte. O quizá sí. A viajar por autopistas sin que sea sinónimo de peaje. A coger trenes sin tener que esperar en andenes. A cruzar mares y océanos. A jugar en castillos de naipes. A tirarte desde la más alta de las azoteas sin que se rompa la cuerda. A danzar desde la misma.


Cenicienta desintoxicada Que no necesitas de ningún deus ex machina para resurgir cual ave fénix, de cenizas que realizaron tal arco de transformación por el que padeces amnesia.

A comerte la vida. Y las ganas. O a comerte la vida con ganas. A fumarte las flores.

Y de repente, diciembre. Unos tan pseudointelectuales. Otros tan brillantes. Y yo… yo, tan Cenicienta desintoxicada.

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Cenicienta desintoxicada 45

As.

Reina del caos. Capitana de barcos. Sirena del mar. Poeta de flores y a veces de amores. Torre de marfil. As de corazones con ganas de Apocalipsis. Perdedora de tus batallas y ganadora de grandes guerras. LĂ­der de un gran imperio de colores y emociones. Rubia caĂłtica del conjunto. Felina. Idiota. Eso es lo que has sido.


Cenicienta desintoxicada 46

¿Suponer?

A vosotros. A todos los que no vais a venir porque no os voy a estar esperando.

Nunca confundáis el verbo Ser, con el verso Estar.

No entendáis el significado del verbo “suponer”, que sólo vale para maquillar las excusas. Que los octubres acaban y llegan Noviembres. Y con ellos las calefacciones, las mantas y las narices rojas.

Y todo se vuelve invierno.

Los ojos de la gente parecen más cristalinos ¿no? La piel más seca. Y buscamos otro calor que no sea el de nuestro nórdico.

Y luego las afonías. Que volvemos a tener rota la voz, además de la vida.


Cenicienta desintoxicada Que… ¿Tenéis frío?

Acurrucaos entre las mantas. Drogaros de teína caliente. Escuchad la Primavera de Vivaldi. O la Obertura del 12. Que os invito a la Noruega que escribí con 2+1 de gin-tonic.

Reíd cojones, REÍD.

(Re)Construir casas en ruinas. Y acabad viviendo en ellas. Y sed felices. Y llorad, joder. Llorad con ganas. Sacadlo todo. Romped las paredes. Y cristales. Y gritad. Gritad hasta que os oigan los vecinos estando en guerra.

A vosotros. A todos los que no vais a venir porque no os voy a estar esperando.

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Cenicienta desintoxicada Desnudaos Quemad la ropa. Y follad. Haced un infierno en invierno y que se derrita hasta el último copo. Y Querer. Querer siempre a los que se lo merezcan. Y también a los que no se lo hayan ganado. Habréis marcado un merecido tanto.

A vosotros. A todos los que vais a venir porque os voy a estar añorando.

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Uno solo por favor. Y sin azúcar.

Entonces, esto consiste en abrir el cubo de la basura primero a algo, luego a alguien y seguir volando...

¿No?

Me empezaron a regalar mariposas que nunca quise. Y acabé haciendo un ejército con ellas, que luego disolví. Seguí bebiendo el agua de los charcos. Vomitando amargapolas. Degustando risa. Y ahogándome con ella. Queriendo frío más que humo. Y más diéresis rubias que puntos, comas y paréntesis.

Me estoy acostumbrando al café sin azúcar.

Y no sabéis lo que me gusta.


Cenicienta desintoxicada 50

¿Please?

Arriésgate Cómete las ganas Y vuelve a querer más A ser esa insaciable Que siempre tiene hambre Que siempre quiere carne.

Rómpete los botones de la camisa O deja que te los arranquen con la boca con las pupilas con las córneas. Con los paladares que te encuentras Que estremecen y lo sienten.

Tírate por un puente sujeto a una cuerda Despega las alas Y siéntete pájaro


Cenicienta desintoxicada Que nada puede atarte Y mucho menos dominarte.

Vive Ríe Corre Salta Baila Curra Fuma Bebe Quiere Muerde Y

sobretodo

Siente.

Como no sientas aunque sea el frío de los agostos.

Estás muerta.

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Cenicienta desintoxicada 52

Azar.

Desde que tengo memoria y comencé a descifrar las primeras letras del abecedario hasta la adolescencia, cada noche, abría un libro de poesía, en una página al azar. Tenía cinco minutos para aprenderme la poesía que el azar elegía por mí y de la que luego, me explicarían el por qué de aquellos versos. Mientras mi padre escuchaba la radio después de cenar, la princesita rubia –así me llamaba con el “mi” delante- tenía que recitarla de arriba abajo. De abajo arriba. Aprendí la definición de “exilio” antes de lo previsto. Lo que era una Saeta recitada por Serrat y escrita por un Caminante de Baeza. Que siempre fui muy preguntona. Sabía situar Orihuela en el mapa y aprendí a cantarle Nanas a una cebolla antes que saber cantar el corro de la patata. Que el Siglo de Oro estaba compuesto por un tal Quevedo y que existió una Edad de Plata donde podía encontrar al conocido Alberti. Y que cómo no, como buen galego-castellano, la sangre que me trajo aquí, hacía que cada verano visitara la casa de la autora de Adiós, ríos; adiós, fontes. Y que luego Dámaso Alonso, Juan Ramón Jiménez, Lorca y muchos de los infinitos y eternos. Que sí. Que ya lo sé. Que por culpa de mi padre, me enamoré de la poesía


Cenicienta desintoxicada 53

De rabia, de orgullo, de odio, de ganas.

Morirse. Morirse de rabia. Apretando las manos que una vez te cogieron en brazos. Las mismas que cuando te quedabas dormida en el sofá, mientras intentabas ver aquella película, te llevaban a la cama. Esas que te agarraban para cruzar los pasos de cebra. Aquellas que cuando tenías cinco años, empujaban ese columpio. Tan estrella cerca de la luna. Tan alta mirando hacia atrás, pensando que podrías llegar. Tan pequeña, tan niña rubita.

Morirse. Morirse de orgullo. Por haberme traído aquí. Por saber que seguimos Morirse. Morirse de odio.


Cenicienta desintoxicada De ganas de reventar ventanas en los ojos. A pedradas, ladrillazos. De forma elegante. Sin gritos ni retardos.

Morirse. Morirse de ganas, de fieras, de ferias, de fiestas, de fechas. De calendarios. De pasados. De futuros. De risas, de prisas, de carcajadas. De amapolas y amarguras. De melancolĂ­a.

Morirse.

Morirse de vida.

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Pésame.

Cuéntame. Cuéntame las veces que me agarraste del hombro. Y las que me cogiste la mano.

Cuéntame. Las putadas que pude hacerte. Las que no te hice. Y cuéntame las que te hice yo.

Cuéntame las pestañas de los párpados. Y los tipos de sonrisas que tenía. Que tengo.

Cuéntame las miradas de cariño, las de rencor, las de decepción.

Cuéntame los gritos,


Cenicienta desintoxicada las carcajadas. Y míde(me) los decibelios de todos y cada uno de mis gemidos.

Pésame. Pésame las lágrimas que malgasté. Y júntalas con las que tú derrochaste. Y haz un Atlántico.

Vive. Y crece. Crece mucho.

Y cuando hayas crecido: Cuéntame lo que has conseguido.

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Qué maleta. Qué anden. Qué bien.

Me ahogo Me ahogo en un jodido mar de clítoris. De papeles y papelas. De humo de chimeneas Y de humos de colores que salen de la primera sonrisa de cualquier gilipollas que te mira.

De hojas mojadas y pinturas que quieren mezclarse y hacerse colores secundarios. Cuando eso lo hacen varios.

Me atonto Me atonto en un bar de penes ensimismados en sí mismos.

Me hago Me hago a mi misma como quien se hace mueca


Cenicienta desintoxicada como quien sopla una vela o una sopa cuando quema y si esperas mucho se vuelve espesa.

Y se cansa, y te abandona y vuelve a ser ella.

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Cenicienta desintoxicada 59

Animals. Y más.

Lánzame a la vida del exilio desde la ventana de un noveno Y que cuando bese el suelo sea hierba. Que me gusta el frío. Y acurrucarme. Ser erizo y defenderme pinchando. Y gritando. Ser perra. Y gata. Que siempre sea Noviembre. Y que la vie sea en azul. Y no seas reflejo de lo que te quieren hacer. Sé poemario, que se te da bien. Sé éxito y acaba en fracasos varios. Pero. Que... ¿Qué? Los animales huelen el miedo, las alegrías, las alergias y los huesos.

Y yo, quiero ser uno de ellos.


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La creatividad mató al rato.

Con los ojos y los dedos, me contaban los lunares de mi cuerpo. Nunca he sido una chicalunares. Me contaban los antojos de nacimiento, las cicatrices de los piercings de hace años, esas que no puede ver cualquiera. Y los moratones de las noches-mañanas o de las mañanas noches, en las que acabas comiendo con las manos. Me encanta comer a dos manos. Y estirarme, que tengo complejo de gata. Y cuando vuelo, de águila. Que a mi eso de paloma o golondrina, me parece demasiado bonito. Y yo no he venido a hablar de cosas bonitas. Que me gusta más la velocidad que a un gato los ratoncitos. La acción más que a un tiburón la sangre. Y la cama, más que a un tonto un.... voy a decir boli, que lápiz ya está muy visto y no soy amiga de las expresiones desgastadas y mucho menos, malgastadas.


Cenicienta desintoxicada 61

Loquenotematatehace...¿Más fuerte?

Tenía razón aquél que decía algo así como.. La familia se puede elegir, que no es la sangre la que une. Este es nuestro caso: Yo te elegí a tí y tú lo hiciste conmigo. Sabes por qué no puedo estar ahí, ahora mismo cogiéndote la mano. Eso de que loquenotematatehacemásfuerte siempre pensé que era la mayor tontería que se le habia ocurrido a algún escritor dramático de estos. Hasta que, con once años, catorce o dieciocho, empecé a plantearme si de verdad era una bobada, o la boba era yo. Me di cuenta de que la segunda opción era la verdadera. Y tú también. Y los nuestros. Cada uno a su tiempo, pero ahora lo sabemos todos. Y que la vida en rosa no existe. Que engañados nos tienen. Nunca nos dijeron que la vida se componía de momentos y que casi nunca nada es perfecto. Si no que nos lo complican y al final lo tenemos que ir aprendiendo desde el momento en el que te tropiezas la primera vez, cuando eres pequeño y das los primeros pasos y te caes. Te haces una herida, (un rasguño de nada) y lloras como si se acabara el mundo. Pero está mamá para cogerte en brazos, curarte quererte y decirte: "Cariño. Mi amor, sólo es una pupa, mañana lo


Cenicienta desintoxicada volvemos a intentar, ya verás como al final aprendes a andar". Que la vida se compone de momentos divididos en colores: Unas pocas veces son blancos y rosas, otros grises y demasiadas veces negros. Y creo que por eso, los rosas y blancos nos hacen darles tanta importancia, porque no son muchos. Que puedo ser tu piel por un momento remontándome a un 2013. Que, si hubiera sido.. vamos a llamarlo con el término: deotraforma aunque tuviera que hacer autostop, quitándome las bragas, y con faringitis, volaría hacia allí. Y que yo no te hiero mucho como esa canción del amante guisante, que yo te adoro, y te quiero mucho Creo que demasiado, amiga, de ojos verdes y nariz pequeñita.

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Cenicienta desintoxicada 63

14 + Siete = Lluvia.

Querida E: He salido para liberarme de una primavera en invierno. De luces en penumbra. De una cรกrcel sin barrotes, ni cadenas. De una mierda unida a muchas hienas. Querida E: He salido a no encontrarme. Y es que, no he salido a buscarte. He salido a ver farolas que pueda encender un rato, con algo de magia, un poco de tacto, y mucho desparpajo. Que soy tormenta, furia y lujuria. Y si me escalas, o me escamas , puedo convertirme en lluvia. Ahora... No busco paredes compartidas, si no risas, y bobadas de esas que nos vienen innatas. He salido en busca de mecheros a los que darles gas, sรณlo si quiero y por supuesto, cuando yo, me quede sin fuego. A malgastarme Y si, He salido a liberarme.


Cenicienta desintoxicada 64

¿Y QUÉ?

Quiero un montón de rosas. Rojas, blancas y azules. Dejármelas en la puerta. Que voy a hacer una hoguera, donde al saltar poder quemarme las mierdas. Y luego las medias. Y no me mires, que me hartas. Y no me entres, que me cansas. Y no me busques un lugar en ninguno de los siete mundos. Que soy nómada de recuerdos y a veces me da por inventarme verbos con los que hago versos, que no son buenos, pero ¿Y qué? Que me retroalimento de ellos.


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Con intermitente. Sin remitente.

Devuélveme aquel zapato que me deje en tu casa, que no soy ninguna Cenicienta para ir perdiéndolos por ahí. Y mis pendientes, esos que cada vez que nos caíamos de la cama no volvían a aparecer en la mesilla. Devuélveme mis bonitos veinte años, y los veintiuno. Los dos patos puedes quedártelos, nunca me gustaron. Devuélveme todos los cristales que me salían de los luceros color miel. Que ya se me han acabado. Y algún día los necesitaré. Y mis medias azules. Esas que me rompí paseando justo antes de que pudieras darme la mano. Las quiero. Si fuera una película, hubiera sido una perfecta anticipación en celuloide. Las sonrisas y las risas, puedes quedártelas. Que no se me acabarán nunca. Las tengo ilimitadas. A cambio, puedo devolverte el anti detallismo El pasotismo ilustrado. El agua de los charcos que no hacía más que empaparme en las aceras cada vez que pasaba un coche por sorpresa. Que hacía que tardara días en reponerme. Y que como no voy a ir por segunda vez a Roma, prefiero Noruega.


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Música para mis piernas.

Des-anestesiarte. Desayunar con las manos y, mientras te vistes unas piernas bonitas te miran y sonríen desde la cama. Que las escales -dicen-. El móvil sonando. Música para las penas. Música para que se abran (las piernas). Que en el porno hay poesía. En los vestidos sexo. En las miradas exceso. En las articulaciones besos. En los labios, sin estar pintados, versos. Que lo fácil no es desaparecer, lo difícil es volver a aparecer. Y el móvil, que sigue sonando.


Cenicienta desintoxicada 67

Placeres. Arañazos.

Mi amiga la educada va a cumplir veinticuatro. Tiene los ojos verdes y la nariz pequeñita. Tuvo un novio demasiado seco algo gilipollas y bastante hijo de puta a veces que sólo se preocupaba de sí mismo. Un día me decía que le definiera la sensación que yo podía experimentar cuando llegaba al máximo orgasmo posible. Sólo le dije cuatro palabras por que no pude describirselo. Quería decir tanto que la boca se me llenaba de varias expresiones como si se me hiciera una bola, del estómago a la boca. Creo que puedo intentar describírtelo dentro de unos límites ya qué es imposible explicarlo de forma precisa. Es la sensación que todo el mundo utilizamos para decir que nos suben al cielo. Y otras veces nos bajan al infierno, por que parece que quema. Pero además de eso es como si el cielo y el infierno se juntaran y quisieras agarrarte a ellos con las manos sudadas. Mientras te quedas afónica en bandas sonoras de gemidos, ya sabes, de esos que oyen los vecinos. Es sudar agua y tener el cuerpo ardiendo y la espalda de arañada. Y abrir los ojos tanto, que a veces dicen que se ponen en blanco.


Cenicienta desintoxicada Es metamorfosearse en aire envuelto de sábanas y empaparse en nada. Y que a la vez te vuelves una muerta viviente del máximo placer existente. Es la cúspide de la montaña, del gozo absoluto del que no te quieres bajar. Precisamente por eso dura unos segundos, a veces un minuto. Y te juro que quien tienes debajo, que ya lo ha experimentado hace rato, ve tu rostro y piensa que te estás muriendo. Y cuando acaba, es como si (te) hubieras corrido una maratón en un cuerpo. Y empiezas a reírte con una risa tonta, a lo gilipollas. Es verdad eso de que lo bueno dura poco, por que te juro que al rato, quieres más. Y más. Mucho más.

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Cenicienta desintoxicada 69

Te invito a un baile. El baile de máscaras.

Muchos no saben lo que es llorar en una tormenta por que no habéis sentido calor, frío y dolor. Esas tres sensaciones a la vez. En medio del todo. Y de la nada.

Lo que es negar cuando te dicen una verdad que no quieres oír. La misma sensación como si fueras un niño que se cae por primera vez y comienza a sangrar su primera herida en la rodilla. Y se muere de dolor.

O como cuando te dicen que cambies de carta que ya se te has gastado más de lo que tienes en la última partida de poker.

Necesito sudar la rabia, desechar el rencor y llorar la nostalgia . Creo que este mes, me pondré los guantes de boxeo y empezará la fiesta.


Cenicienta desintoxicada 70

Encuentra..¿te?. Encuentra...¿me?

Me perdí. Me perdí en el andén, donde tenía que coger el tren. Aquel tren que me llevaría a cualquier lugar de ninguna parte. Sólo tenía un billete de ida. Pensaba irme a un no sé dónde. Allí donde siempre fuera primavera. Donde no hiciera mucho calor para poder conservar algo de ropa. Las bragas y una sábana blanca por ejemplo. Donde no hiciera mucho frío para no parecer una cebolla. Y pasearme así por la calle. Donde el viento me despeinara lo justo. Y donde pudiera hacer el amor en cualquier callejón entre edificios bonitos. Y la gente no se exclamara al oír gemidos que nacieran dentro de cualquier coche. Pero sin todo eso me quedé, cuando me perdí en aquel anden, donde terminé besando las vías esas que han visto tantas vidas.


Cenicienta desintoxicada 71

Etiquetas bonitas.

“Sublime”. Es un término que lleva gustándome toda la vida. Es como el máximo del óptimo, el insuperable posible. Es como si se me llenara la boca de placer cuando lo pronuncio. Sublime la película que fui a ver aquella vez, con la sala de cine para mí sola, como si estuviera en el salón de mi casa. "Sublime trabajo" es lo que me dijeron. Sublime el día que nos reunimos los de siempre como antes, como siempre. Sublime aquel campo de girasoles, en el que cuando tenias cinco años te tirabas sobre ellos y sin tirarte, seguían siendo más altos que tú. Sublime la nata con fresas. Sublime el estar aquí y el poder contarlo. Sublime el respirar, el suspirar el querer el poder de abrazar. Sublime que esté lloviendo y nosotros bailando, que nos da igual, que sólo es agua. Sublime ese preciso momento en el que aunque llueva te miran a los ojos y el tiempo se para y todo lo demás no existe. Y sobre todo, que sublime la vida.


Cenicienta desintoxicada 72

Sube(te).

Terrorífica dicen..

Terrorífica me vuelvo cuando me suben las piernas y me bajan el ombligo.

Terrorífica cual Hiroshima mon amour. Terrorífica como ese álbum de Mürfila. Como una noche de tormenta con el sol en candelabros.

Terrorífica me vuelvo cuando me entran en la madriguera arrastrándose por la autopista, que son mis piernas.

Terrorífica me vuelvo cuando me maullan en la curva de las caderas, cuando me acurrucan los dos hoyuelos que adornan el final de mi espalda contra la pared que ya no es goleté.

Terrorífica me pongo cuando me cuentan al oído que quieren escalarme la espalda y bombardearme el alma.


Cenicienta desintoxicada 73

Día 64 + 15.

Corazón. Que aparenta ser grueso. Flácido de debilidades. Lleno de tempestades. Repleto de alacranes. Rodeado de rayas. Y de rayos brillantes. De cristales de los que no hacen sangrar, de esos por los que sólo fluye agua. Agua que no es salada, ni dulce, ni hidrata. Que sólo destruye. Empeñados en cambiar el mundo, fue la bola cuadrada quien los cambió a ellos. Y mientras, yo estaba haciendo de Alicia, mirándolos a través del espejo en el que se reflejan mis ojeras cada vez que tengo insomnio.


Cenicienta desintoxicada 74

Por las primaveras que nos quedan.

Hace ocho años que no cojo un avión. Recuerdo que lo mío con las turbulencias era una relación amor odio. De esto que te dan algo de pánico. De esto que a su vez te ponen, te sube la adrenalina por todo el cuerpo y quieres más. Como cuando te tiras en paracaídas. Este año me he prometido volver a los aviones. Como cantaban Rubén y Leiva. A pesar de los aviones decía Diego. Y como me gustaría ser gato. Imagina tener siete vidas y en cada estación del año vivir en aquel lugar de ninguna parte. Coger mi cuaderno rojo, tabaco, algo de suerte y las ganas, que me sobran. Hacer una parada en la más preciosa de las plazas mayores y ver a los de siempre. Que tengo un amigo que me llama la rubia. Que me dice que soy su mejor guitarra. Cuando me lo dice, le miro intentando ponerme seria, pero enseguida las carcajadas de mi estómago me salen por los ojos y la boca. Hoy coges tú el avión. Por suerte para mí con billete de vuelta. Y amigo, qué ganas tengo de verte.


Cenicienta desintoxicada 75

Libros, una 550D y muchas perforaciones.

El verano en que me hice mayor, tenía once perforaciones. El pelo marrón chocolate, me acababan de poner ortodoncia y odiaba las lentejas. El verano que me hice mayor, descubrí lo bonito que podía ser el norte, aunque estuviera lloviendo y hablaran en otro dialecto y que en el sur de Francia existía el pueblo más bonito que había visto jamás. El verano que me hice mayor me quedé en el 1.63. Me pasé los meses viajando, riendo y a veces llorando. Pensando que era menos cuando en realidad era lo máximo. El verano en que me hice mayor, mis uñas sólo eran azules. El piercing del ombligo y el del frenillo que me había hecho a escondidas, me estaban acarreando algún que otro problema. El verano que me hice mayor hacía maletas para mudarme a una ciudad que no me gustaba. El verano que me hacía mayor volvía a hacer maletas con las ideas más claras. El verano que me he hecho mayor, lleva siendo desde hace cinco años. Ahora tengo mi pelo bronde tirando a rubio de siempre, ya como lentejas. Sigo riendo y muy pocas llorando. Estoy pensando en hacerme tres perforaciones más. Y creo que este verano también sigo haciéndome mayor.


Cenicienta desintoxicada 76

Donde las noches de Agostos son Noviembres. Pero que a nosotros, NOS GUSTA.

Siempre deseando que llegaran finales de Junio principios de Julio. Jugando al escondite en la puerta de casa, en la plaza del pueblo, al lado de uno de los bares jugando a hacer el pino y a correr unos detrás de otros. Las caídas con la bici que todavía recuerdan las cicatrices de mis rodillas. Que luego Galicia y Alicante. Después que si vamos a ver a los abuelos y a jugar con los primos. Y sabes que estás en casa cuando ves ese castillo, que para que negarlo, si es precioso. Es como si te subiera algo del estómago hasta la garganta, pero nunca vomitarlo y ya te empiezas a poner nerviosa. Que estás llegando. Y que vamos a tirarnos por la cuesta de la otra casa, cinco en un mismo patinete. Jugando, comiendo y durmiendo. Y sobretodo riendo. A pasar los días en lo que ahora es mi casa desde la que ya no lo es tanto. Tardes de lago, helados y tartas. Tardes de bici, futbito y pipas. Tardes de motos y coches. Y luego noches. Ahora noches que llegan a ser mañanas. Y no queremos bicis, ni motos. Queremos risas, alcohol, fiesta y ya no nos ponemos en la primera fila de la verbena de pueblo. Pero seguimos siendo nosotros.


Cenicienta desintoxicada Los de siempre. Y yo, sigo acabando con una afonĂ­a que me dura cinco dĂ­as. Rompiendo las tapas de las botas y tirando medio katxi encima de cualquiera, cada vez que pego un salto desequilibrado. Y todos con chupas de cuero en las noches de verano, que al fin y al cabo es lo que nos recuerda el dĂłnde estamos, lo que nos une y donde siempre nos veremos.

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Cenicienta desintoxicada 78

Salir a correr(se).

No es por cómo lo miras mientras buscas dejarlo en piel No es por sus ojos marrones, azules o verdes. Ni por cómo camina cada vez que tiene que bajar una cuesta y luego volver a subirla. Mientras lo acompaña de la banda sonora que son sus gemidos. Tampoco es por como come con ansia una hamburguesa pringándose entero, como cuando te abres las piernas, que lo hace con la misma ansia. Como si no hubiera comido en años. Es por el aire Por el septum que se quita a veces y otras muchas se lo pone mientras se pone. Es por las bragas en el cielo. Por los pantalones en el suelo. Y por el sur, que comienza a convertirse en norte.


Cenicienta desintoxicada 79

(M)Alicia.

Nunca lo digo y a veces me espabilo.

Me imagino en un estribillo, acariciando un saco de boxeo, que es mi corazón.

Llorando con brazos de rabia y ojos de un ave mal follada, que perdió las alas por el camino. Que no sabe si algún día las tuvo.

Unos dicen que es rabia. Otros que es poesía. Y los últimos, dicen que depende de quién lo escriba.


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Chupas de cuero y siempre un Katxi.

Estaba queriéndome como cada día de resaca, cuando ha saltado en el spoti Juniper Moon. He dejado de quererme justo cuando estaba en uno de los máximos auto clímax existentes que uno se puede dar y me he puesto a bailar, como si no fuera un día post-fiesta. Al terminar el estribillo como una hipnosis caótica, de esas que te dejan K.O. Perdida y nunca encontrada, he ido a una de las estanterías que adornan mi cuarto. Parecía una bailarina de ballet de puntillas por el cielo, intentando coger una de las cajas de la balda más alta. Como una niña pequeña. En máximas puntillas y con los brazos hacia arriba. Con una coleta mal hecha, en bragas, sin sujetador y con una camiseta de baloncesto que es tres veces mi ombligo. Me ha costado más que acostarme ayer por la noche. Pero la he cogido. Puta caja. Dentro me he encontrado una carta de la mejor de mis amigas. Diciéndome algo como : te quiero. Diciéndome algo como:

al final las cosas siempre salen bien y si no es así, es porque todavía no es el final. Luego me ha vuelto a decir lo mucho que me quiere.


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Teníamos dieciséis. Ella era decente y yo una maldita mezcla entre punk y macarra, con una cresta teñida y poca vergüenza de llevarla. Voy a tener que hacer más a menudo eso de jugar a ponerme de puntillas y estirar los brazos como si tuviera cuatro años y quisiera coger el cielo entre mis brazos. Tenemos veinticuatro. Y seguimos aquí. Riéndonos de la vida y la muy puta riéndose de nosotras.


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Miss utopía. Miss apatía.

Pasa el tiempo. Y siempre es la misma hora. Pero no el mismo día. Podemos ser tan dulces como el limón. Y más amargos que mil risas juntándose en una sola a punto de estallar en drama de trama. Más fríos que un agosto y más calurosos que el polo sur. O que los polvos con los que nos limpiamos. O ensuciamos. Que el norte hace mucho que lo perdimos, lo olvidamos, o no lo tuvimos nunca.

La letra pequeña siempre debería ser leída.


Cenicienta desintoxicada 83

Tres hielos. Dos cafés. Pero sobretodo, las ganas.

Playa, agua verdes los tuyos, verde cielo, verde huelo, verde cientocero. Dorian hablando de pastillas rosáceas, aliento en la nuca, toalla amarilla, bandera y abanderado a veces. O siempre. Intoxicaciones premeditadas de explosiones de bocas ombligos e infiernos que por un momento fueron cielos. Centros comerciales, terraceo. Pones Los Planetas y Los Piratas. Y me miras. Y te ríes. Quien inventó el retrovisor debió de pensar en gente como nosotros. O en nosotros.

Y ahora me voy en tren. En tren, a casa. Escuchando Ciudadano A. Mientras me papo unos conos de esos que venden en las estaciones. Me he acordado de cómo te ríes cada vez que mastico algo crujiente, y que hace menos de una hora me has comido el fondo de las piernas y me has hecho temblar hasta los hierros que llevo en el cuerpo. Que no son pocos.


Cenicienta desintoxicada 84

Luego les he hecho compañía a las cuatro pelusas que tienes debajo de la cama al oír la puerta. Me han contado muchas cosas. Y es que… ya sabía todas. Casa, te echo de menos.

Y que prepárate.

Que ya estoy aquí.


Cenicienta desintoxicada 85

Intento de intentarse.

Intenta buscarte. Intenta encontrarte. Corre como aquella puta que iba detrás de aquel coche desesperada, que era el que más le pagaba. Una vez lo hagas, súbete al edificio más alto de la ciudad. Y no... no te tires. La idea no es esa. Deja que la brisa te acaricie, como una madre lo hace con su pequeño, cuando por primera vez lo tiene entre sus brazos. Y mira qué pequeño se ve todo desde arriba, las personas, los taxis... Incluso los problemas.


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Ventanas abiertas y piernas cerradas.

Que ha Cenicienta no se le olvidó el zapato. Lo dejó ahí para que el otro idiota fuera detrás. Esperar con las piernas en la ventana. La cabeza... cuando consiga encontrarla te pongo un aviso: en facebook. En twitter. En insta. O una alarma en el móvil, rollo noventero. Que últimamente me he vuelto algo desorganizada. Y las bragas en el suelo. Mientras escucho a Robe su No me calientes que me hundo. Y todas esas cositas, que muchos tachan de guarrerías. Yo las tacho de bonitas. O que si quieres podemos ponernos a Poncho cuando habla de eso de correrse en barrigas, en manías, en libertades de mierda, en sudores secos y en primaveras de inviernos. Después podemos robar un coche. Subir a la primera montaña más alta que encontremos donde podamos ver esas luces de ciudad que atraparon a un tal loco de Loquillo.


Cenicienta desintoxicada 87

Respuestas a preguntas no realizadas.

La fortaleza se hereda. Se tensa. Se vierte. Se invierte.

Importa el ahora. Importa el mañana. Pero no el lunes pasado.

Al principio me sentí como un puto perro, al que abandonan en la primera salida antes de coger la autovía. Y luego tú. Y los nuestros también.

Mientras los demás hijosdeputacabronesparásitos.

Y que ¿A quién le importan los demás?. Me dices.


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Que hay que ser feliz con lo que uno tiene. Me dices. Que la vida se pasa y se trata de una lucha. Me dices. Que un besote a lo bestia. Me dices.

Esto es un continuo aprender a salvarse Como aquella de El Hombre Menguante.

Al final todos acabamos siendo náufragos. De tempestades, de tormentas, de tsunamis.

En medio del océano. O a kilómetros de la playa.

Y estas empezando a resurgir hacia el suelo. Y que, Ánimo valiente. Diría un tal León Benavente.

Que ya queda poco para alcanzar el cielo. Y que no es que los demás estemos en él


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Que tampoco estamos como para merecernos un azul tan celeste. Y luego están los que se creen que por utilizar el naranja (fosforito) van a ser más que los que se se valen con un beige discretito.

Que ya no tengo miedo Que me has hecho de hierro.

Que tengo la frente de metal. Y unas garras más afiladas que las de un lobo sin manada Que me he estado entrenando. Y que sé que no quieres que salga ese depredador. Por que al final esto acabaría siendo la gran masacre de un Django desencadenado Y que tu te estás desencadenando. Y nosotros nunca estuvimos encadenados a la mierda que nos rodeaba.

Coge la M-30 y vámonos a otro sitio donde no haya tanta hiedra. Antes de que siga convirtiéndome en un Russell, vistiéndome de Gladiator.

Y que no, que no te has quedado sin nada. Que hubo unos cuantos, que estuvieron en la nada.


Cenicienta desintoxicada 90

Rodeados de mucha mierda. Y que aunque el parรกsito se vista de tienda, ignorante se queda.


Cenicienta desintoxicada 91

Camareros, flores y ladrones.

Se entretienen en las terrazas, rodeadas de edificios, de esos, que han visto muchos vicios.

Llenas de farolas, de รกrboles, donde hay plantada alguna amapola, que no florece y se estremece y a veces si eso enloquece.

De sillas de hierro, rodeados de cierzos y de muy pocos cuerdos.

Ya estรกn servidos por el de la camisa blanca. Servidos de pasados surrealistas y espontรกneos.


Cenicienta desintoxicada 92

Y que ya no hay flor, ni veintitantos, que se empeñan en envidiar a los de cuarenta y tantos.

Sólo hay cerveza fresca y muy pocas estrechas.

Que no hacen más que echarse en cara mierda. Y que luego atienden a conversaciones amenas. Pero sólo de quienes les rodea. Y de repente comienzan a temblar las aceras.

Y que se les quitan las ganas de enfadarse como cualquier ladrón que ya ni se molesta en utilizar guante.


Cenicienta desintoxicada 93

V de ... ¿Vivencia?

Te pierde la poesía como ….

A un yonki su cocaína. Como a más de uno la anfetamina.

Como a un político su promesa de nunca contaminación. Que dícese que acaba siendo una colosal colonización de corrupción.

Como a una corona que se dedica a clavar su espada en cualquier roble que tenga un agujero hondo.

Como un libertario cuando pide a gritos un poco de honestidad para sus hijos. Que desde el parlamento le contestan con ladridos. Y no se… ¿por qué este primero no responde con ladrillos?.

Como una generación perdida. Generación de pérdidas. Que luego son quejas.


Cenicienta desintoxicada 94

¡Decídselo a los que placen escondidos! A esos que solo se les ven las manos con guantes y nunca el rostro.

Que te pierde la poesía como a esos… Que el ensayar el discursito de palabras bonitas. Y mentiras pulcras, delante del que dícese que te dice que eres el más hermoso del reino .....nos lo sabemos todos.

Y así es como a ti

te pierde la poesía y mientras, nadie lo hace con ironía.


Cenicienta desintoxicada 95

Vecinos. Auditorios. Y 1987.

Algún día entenderemos que nunca existe el siempre.

Que la dialéctica no tiene por que darse en un auditorio. Que siempre podemos quedarnos encerrados en un baño de azulejos blancos e inodoro de cisterna lateral. A lo Madrid 1987.

Y luego los vecinos. Cuanto se puede aprender de esos que llaman a los azules al mínimo ruidito… (poca cosa, al estilo concierto ACDC, ya me diréis si tenían motivo para quejarse…)

Tengo una vecina, que a la mínima que nos encontramos, intenta ser lo más agradable posible. Que el otro día me ofreció tarta y yo suspiré rezando el milagro nunca producido.. que tuviera hierba o alguna movida de esas.

La mujer sólo busca compañía o eso sus ojos me decían.

Tiene 78 y que quiere volver al número de la niña bonita.


Cenicienta desintoxicada 96

Algún día entenderemos que nunca existe el siempre.

Tengo un vecino pianista. Los días de resaca, me mata. Y cuando estoy en la ducha, me desata.

Cuando me pianea es como si bailaran mariposas en mi boca. Después me bombea el corazón en el estómago. Y me provoca un Vietnam Y mucha mierda de esa.

Algún día entenderemos que nunca existe el siempre.

Mientras, vamos a sacar la basura lo antes posible, antes de que huela, olvidarnos de la mierda, e intentar curarnos la alergia.


Cenicienta desintoxicada 97

Retrato de una resaca emotiva.

Ser magia de faldas.

De palabras. De poesías. De poetas. De planetas.

Acabo de acordarme que me gustaba hacer la compra mientras me llevaban la cesta. Que los días de resaca, eran menos ibuprofenos y más helado derretido; recién congelado. Y de ser gatos arañando cristales color piel.

Y luego esos otros días en los que te tumbabas en “el sofá de hablar o de pensar”, contándole tus movidas al desconocido que no para de escribir lo que le parece, para que te solucionara la vida pagándole por horas.

Como una prostituta cobra por sexo textos.

Como quien se da una ducha de dos horas y sale lleno de mierda.


Cenicienta desintoxicada 98

De esa que no se quita ni frotándose a cuatro manos.

Y luego desvivirte bailando en los bares (también llenos de mierda). Cantando, fingiendo que te sabes las canciones, solo por que mueves la boca al estilo “blablablá”. Pero que todos están demasiado borrachos como para notarlo.

Y que se te arrodillen para subirte las bragas y bajarte la falda.

Y que llegue el día post fiesta: que he pasado de combatir la resaca a base de pastillas a vivir con ella en compañía de ginebras baratas

y algo de hierba.

Y que creo que has conocido a una tal Lucía, que te juro por mis bragas, que si fuera tú,

la (a)pagaría.


Cenicienta desintoxicada 99

Mucho ruido, pocas camas.

Éranse una vez, que son muchas, bomberos que vienen para apagarme hielos.

Mientras rio. Mientras grito. Mientras lloro. Mientras gozo.

Mientras (me) corro. Mientras (te) bebo. Mientras (te) gimo. Mientras (te) hiero. Mientras (me) esnifo. Mientras (me) quiero.

Mientras agonizo, decĂ­a un tal Faulkner.


Cenicienta desintoxicada 100

Arrancándome la piel.

Mientras me derrito. Mientras me convierto en hueso, que termino siendo sexo.

Luego en polvo. Y que culmino siendo suelo.

Más atada que aireada.

Y luego otra vez Mientras.

Hasta

que algún día sea hiedra.

De paredes. De casas bonitas. O de esas que estén en ruinas.


Cenicienta desintoxicada 101

Convergentes.

Una de esas noches en las que acabas de llegar a casa mรกs pronto. Mรกs anormal que de costumbre, que normalmente amanecemos paseando.

Y que la tarde de cerveceo, se ha convertido en noche de charloteo.

Como casi siempre, como muy pocas veces.

Y hemos acabado en el Mcdonald's de la mรกs preciosa de las plazas mayores.

Y que la mejor de mis amigas se cambia de ciudad. Creo que si hubiera estado en casa al saberlo, hubiera derrochado cristales. pero que estรกbamos fuera y de la tragedia no es que hayamos hecho una comedia, es que hemos pasado


Cenicienta desintoxicada 102

y hemos concluido en antitrama, en antidrama.

Y no hemos parado de oír manifestaciones sin ruidos, ni gritos ni soluciones.

Que estamos llenos de rencores. Es casi mayo y a ratos ha parecido Noviembre o Diciembre o Enero. Que no se, que hacía mucho frío de palabras. Y de corazones que parecían hoces.

Pero luego hemos vuelto a Junios y Julios. De risas. De prisas. De vivencias. De cosas bonitas.

Creo que padecemos vértigos de nostalgia,


Cenicienta desintoxicada 103

de terrores de maletas, de inconformismos sin banderas.

Que necesitamos tener la mirada clara, y se nos han empaĂąado las gafas sin llevarlas.


Cenicienta desintoxicada 104

Tierra A-grietada.

En la piel queda muy bien, que hace formas y sombras. En tus pies, resbala como la nieve en tu cima. Puede ser masaje dulce, arte e incluso cúspide. Imagina como recorre el carmín de tus labios, antes dueño de mi cuerpo. Ahora siendo yo tu esclavo, que antes fui vasallo. Déjate de juegos, preliminares o gemidos, ¡Aráñame!

Prefiero gritar en ambos vientos y dormir en bares de besos pagados. Que luego me acompañes a buscar en vagones de deshechos, en cloacas o en el fondo de las fuentes que me secan con su agua. Goya plasmó bajo el fino hilo de los pinceles el DNI de los valientes. Y más tarde Pablo, corroboró la masacre de un Lunes de Mercado. Ver mentes crucificando en su cabeza millones de dientes pensando en Munch. O Dioses devorando primogénitos, que ya nos lo mostraron en aquel XIX, como anticipación de una país que se aceptaría una sumisión de desgracias y desgarras.

No quiero a Ariel plasmada con su príncipe, quiero verla real, ahogada por los celos y nadando entre los frutos de su esposa. Ni una Rapunzel con una excesiva trenza, que ya podían existir cuerdas. Tampoco quiero ver a una Cenicienta feliz ni a sus hermanas sin los pájaros dirigidos por un Gordo Perverso. Y luego, que como me hubiera gustado visualizar y gozar, del baile de zapatos de hierro ardiente al que sometió el príncipe a la bruja de blanca como la nieve. Quiero hablar de la muerte, y no incrementar el poder de los nombrado, puto viejo barbudo, lo que se aprende de tu saúco.


Cenicienta desintoxicada 105

Me viene dando igual madriguera que farola, que si los dos me dan disfrute, puedo gozar más que con un chute. No quiero cuevas inundadas, ni paraguas abiertos, quiero ver dos almas fundidas en un solo hielo. Que podemos hacerlo en el suelo, en un asiento trasero, en un carruaje o en un avión destino mi cuerpo. Que qué más da mujeres en celo, hombres dispuestos o cada uno de ellos mirando a su mismo sexo. Que siempre fuimos romanos, de fiesta, poligamia y exceso. Que solo somos personas que buscan consuelo en los ojos de algún rockero. Que no por llevar la falda de cuero me voy a abrir antes a un puerco. Quiero dedos surcando puertos, ser los mismo que fueron ellos, o simplemente un pájaro, que busca tu máximo esmero. Pero que no quiero marineros, quiero amantes farloperos, duques camperos o ya si eso, algún que otro puesto.

Este texto nace de aquella tarde nublada, en la que nos dio por escribir y compartir muchas vivencias de las nuestras. Colaboración con mi gran amigo, además de hermano http://tierraestrecha.blogspot.com.es/


Cenicienta desintoxicada 106

ADN- DNI.

Tengo 24 primaveras. Astigmatismo mixto. Y muchos vicios.

Tengo una obsesión preocupante de eficacia. Y de colocar el mando de la televisión en posición vertical cuando me lo encuentro en diagonal.

Un compañero de piso que ha terminado por ser mi hermano. Y también su perro, que cada vez que me ve se me acurruca en las rodillas. Otro hermano freelance. Y el más hermano superdotado y pequeño a kilómetros de aquí.

Un plan utópico que nunca se llevará a cabo. Un tren que está por venir y no se si cogerlo


Cenicienta desintoxicada 107

o hacer que lo pierdo.

Tengo ansias de aprender italiano aunque sĂłlo sea por intentar ser mafia. Ganas de conocer a Marwan. Y de ventilarme la filmografĂ­a de un tal Martin. De ponerme durante horas a Quique. O de excitarme simplemente.

Siento un amor por el claroscuro expresionista. Por la escala de planos. Por los contrapicados. Por lo bohemio. Por lo rockero. Por el Guernica. Por los ochenta. Por el azul. Y por el negro.

Pero no por el blanco, que la pureza es demasiado perfecta Y yo no quiero ser de esas.


Cenicienta desintoxicada 108

Ca(L)mas

Imagina ver nevar desde la ventana. Que sea invierno fuera, mientras que aquí estamos en agosto.

Salir y sentarte en un banco. Con la nariz rojo invierno un café para llevar y un abrigo que te cubra de la cabeza a los pies. Abrigadita, cual despertar enrollada en mantas.

Imagina que me quedan menos de siete vidas y más de una.

Y que sólo quieres fiestas de furia, de risas, de prisas

de cama

y resaca.


Cenicienta desintoxicada 109

Cueros, índices y calcetines

Cierra sesión en las redes sociales, Ampara las puertas, Corre las ventanas, Baja las persianas.

Haz que suene extremo. O platero. O ponte un poco de Jackson. Ya luego la combinareis con otra banda sonora Procurad que no haya nadie midiendo frecuencias, que las multas son muy caras, y vosotros vivís del aire.

Quítate los vaqueros. Los calcetines. Las bragas .

Y él los calzoncillos.


Cenicienta desintoxicada 110

Y ponedlos por ahí. A tender encima del escritorio. O debajo de la cama. O enredados en las sábanas. O en las mantas.

Cerrad los ojos, Abrid las puertas, Bajad en las sábanas, Y corretearos por las entrañas.


Cenicienta desintoxicada 111

Rompe paredes, cristales y cajas.

Así van las cosas… Debían de haberte sacado antes de esas entrañas, que según me contaron estaban podridas. Y que menuda paradoja, por que nunca hubo flores para que hubiera algo que pudiera pudrirse. A lo mejor es que nunca hubo nada que se pudiera marchitar. y siempre estuvo todo lleno de mierda.

Y que últimamente tocan demasiado los colores, los ardores y que también los cojones.

Que hijos de culpa no se hacen. Se nacen.

Y que cuando cierran cajas Da igual que sean de maderucha De mármol O de cristal Que todos vamos a nosedonde


Cenicienta desintoxicada 112

Y que os esperan con las piernas abiertas, A ver si os atragantáis. Que quien juega con fuego se hiela

Y que la cola del tigre (esa de la que hablan los chinos) una vez se pisa no intentes frenar a la fiera, que se te echa encima.

Que se coge antes a la mierda que a un cojo, que la primera va dejando olor en primavera.

Que como se nota que ahí no había mariposas Que me suena más: A genes repetitivos A violeta de violencia A que “Y de miren y vean” A que todo es pura apariencia. Y que acaba siendo mierda.

Algunos consideran bonito comer del plato ajeno. Teniendo el suyo lleno.


Cenicienta desintoxicada 113

Creo que el parasitismo dominará el mundo (ya lo está haciendo) pero yo no voy a quedarme aquí para verlo.

Y que menuda rabia eso de que te hayan salido torcidos ¿eh? Con genio Y sin lámpara (que no les hace falta) Con hostias sin curas ni monjas Pero con un par de flotas.

Pero ¡eh! Que ellos tienen flores y no están podridas. Quizá algún día se pudran,

En ese caso por lo menos podrán gritar a los 4, 5 o 6 vientos Que una vez, tuvieron putas flores.

Que esto es el comienzo de descoser algunas bocas y comenzar a callar otras.

Y que así van las cosas.


Cenicienta desintoxicada 114

Andenes llenos, trenes vacíos.

Viajas sola. Te fijas en la pareja de ancianos que tienes justo al lado. Él mira a través de la ventana el paisaje de molinos, montañas, reverte y verde y blabla. Y ella al frente. Como que quiere llegar a casa lo antes posible. Llevamos una hora de viaje y ni se han mirado. Parece que ya se han dicho todo lo que se tenían que decir hace ya mucho. Seguramente alguno de los dos se este cagando en el destino de los cojones, que les ha salido caprichoso. Acabamos de entrar en un túnel y el sigue mirando el paisaje.


Cenicienta desintoxicada 115

Feliz no cumpleaños. Feliz aniversario de los putos veinticuatro.

Siempre me recuerdan este día como el día que más jaleo había en el trabajo de mi padre. Un miércoles semana-santero de prima (vera) de un tal 1991. Que empecé a dar guerra a las 3 de la mañana y que no nací hasta las 18.30 de la tarde.

Según me cuentan, tuvieron que sacarme con mucha fuerza o furia, porque no quería salir, debía de estar muy agustito ahí dentro. Joder y quién no. Que debí de nacer con un collar en forma de asfixia, y que paradoja que siempre lleve alguno y que me gusten tanto.

Y que el que iba a ser un niño al que íbamos a llamar J.E, es una niña y que no llora. Me cuentan que cundió mucho el pánico y que tenía un tono morado mora en cubos de agua fría y caliente.

Valiente mi madre. Y valientes los que menos pintaban decidiendo que ya que es niña y no lo teníais pensado que si “Carlota” . Y valiente la incubadora que me tuvo que aguantar semanas. Decían que era una princesa con una mata de pelo negro y blanca como la nieve.


Cenicienta desintoxicada 116

Debí de suponer tal revolución que a las horas mi familia argentina estaba aquí, toqueteándome esas mini-manos a través del agujero de esos de los que hay en la incubadora. ¿Sabeis no?

Total, que mi madre hizo una lista con nombres que si María, Raquel, Pilar…(me llega a poner este último y os prometo que me hubiera negado a salir de la incubadora) y que “Mi niña será alguien grande” (de momento soy una mas, pero nunca es tarde) -Que siempre me gustaron los nombres árabes…y que ¿cuál es una de las catedrales más grandes de España? La Almudena. Y que además es árabe. Y que no es un nombre excesivamente común. Cuando no sea revoltosa se le puede acortar el nombre a Almu. Y que cuando sea mayor o le tenga que echar la bronca siempre podrá notarlo en que la llamaré Almudena. Que si, que siempre me decían que tenía una catedral (a lo que yo añadía con cierta picardía que también un cementerio).

Y que siempre me llamaban desobediente y seguramente seria por algo, la verdad es que me pasaba las normas por los pañales y mi madre puede corroborarlo.

Y que durante diez años prácticamente todas las noches obligarnos a leer un libro, un cuento y dependiendo del número de páginas, darnos 200 o 500 pts … Ay… Mamá lo que tuviste que inventarte para incitarnos a leer, nos hicimos de oro mi hermano y yo, menudos ilusos.


Cenicienta desintoxicada 117

O aprendernos fragmentos de Machado, Rosalía de Castro, Miguel Hernández mientras nos poníais de fondo tanto Sabina, Serrat como la novena sinfonía o a Vivaldi con sus cuatro estaciones … sí que ha servido para mucho Papá.

Creo que todo lo que no lloré cuando nací lo lloré meses y años después, porque joder, creo que los viajes mientras mi hermano cantaba, yo lloraba. Hasta que de repente un día deje de hacerlo y empecé a cantar con él. Que bendita mi madre, aguantar a dos niños cantando en el coche, pobres sus oídos y los de mi padre.

Mamá y papá gracias por hacer el amor o la guerra.

Y que gracias por traerme aquí.


Cenicienta desintoxicada 118

Espa(l)das creíbles y aguas guarras.

Tírate por el puente más cercano que tengas, pero sin la intención de hacer puenting, sino con la de mojarte. En el Tormes, en el Ebro, en el Tera, pero mójate con algo. O como dice #turistaentupelo cocínate las ganas, que llevan mucho en la nevera, y se van a terminar pasando, si ya no se han caducado. Cómprate una mochila a poder ser vaquera (mal)gastada; como la poca inocencia que te quedaba. Que te la debiste de dejar cuando intentaste saltar a la nada o hacerlo a algo. Cógete un cuaderno, el más cutre que tenga tu padre en esa oficina. En uno de esos cajones de "cosas que nunca necesito pero las guardo por si ..." Y dedícate a escribir orgía de palabras, de personas y de cosas. Pero primero, cuando te tires por ese puente del que hablamos, respira hondo, como si te fueran a estallar los pulmones, como si apuraras la última calada del cigarro que vas a tirar antes de entrar al primer bar, en el que sabes que vas a ganar gemidos y salir con las medias en las manos y el corazón entre las piernas.


Cenicienta desintoxicada 119

Calibres, especias y cosas bonitas.

Que si la curiosidad mató al gato, fue por que al gato le faltaban unas cuantas primaveras. Por que no supo ver el momento en el que tenía que haber salido corriendo sin mirar hacia atrás. Se quedó ahí. Ahí cual (gili)pollas. Esperando a que le apuntaran con un calibre 38. O esperando a la nada. Pero no me tachéis a la curiosidad de que f(I)/uera mala.


Cenicienta desintoxicada 120

P de Stanwyck.

Deja la puerta abierta a cualquiera.

Total

ya estamos muertos todos.


Cenicienta desintoxicada 121

La chica que perdió las botas.

Bái-lame encima y juéga(me) dentro. Deshidrátate conmigo. Que ya beberemos cerveza para recuperar(nos) después de lo que (nos) hemos perdido. Y luego muévete tanto hasta reír(me)te a carcajadas. Como cuando estás en un bar rompiéndote hasta las tapas de las botas, con una coleta mal hecha y vuelves a las tantas de la mañana a una casa que no es la tuya. Sin botas, sin coleta,

y sin muchas otras cosas.


Cenicienta desintoxicada 122

La "m" con la "a" MA de MAR(N)CHARSE.

Es-capa, sal fu/(i)era, rompe las cadenas y no des contra las cuerdas. Piérdete márchate huye(te). Que has acumulado mucha mierda estas últimas primaveras y es hora de sacar la basura SIN mancharse. Y marcharse.


Cenicienta desintoxicada 123

Saturno, Urano, Neptuno y P(l)utón.

Seguro que podemos seguir sentándonos en bancos y suelos fríos. Hasta las tantas de la mañana. Y dormirnos en portales, Y en estaciones, Y en canciones que son flores. Sin bragas

y

loco.

que con Wilder y a lo

Bebiéndonos latas de la cerveza más barata que encontramos. Pero ésta sin el 2 x 1. ¿por qué siempre de dos en dos? Con la genialidad que son los 3 X 1 y similares... Que yo no creo que tres sean multitud. Que no. Que tres son variedad. Y es que a mi esas ofertas, me tocan los colores. Seguimos en el banco o en el suelo helado, que ya no se. Riéndonos de los que ya están borrachos, sabiendo que esos seremos nosotros en un abrir y cerrar de porros. Mientras, jugamos al aquí te pillo aquí te falo. Con polen y sin flores. Intentando darse paz


Cenicienta desintoxicada y pidiendo juerga. Hiriéndo(nos) muchos y queriéndonos poco(s). Que le voyage dans la Lune solo se hace una vez y te das cuenta cuando ya no estás en ella. Y que no se como has hecho, para pasar de Neptuno a Putón tan rápidamente.

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Cenicienta desintoxicada 125

La dialéctica del tutú.

No tengas miedo a perder nada, por que nacimos siendo nada. Y que venía a decirte que hemos ganado mucho. Que no nacimos con una barra de pan bajo el brazo. Creo que a nosotras nos lo sustituyeron por un chupete rápidamente, para que nos calláramos. Que somos de las que damos guerra. De las inconformistas. De las ¿Revolucionarias? Que teníamos que haber sido de las que llevaban cardados horribles y pantalones por debajo del pecho. Y lo segundo si que nos lo marcamos. Que cuando todo esto sucedía nosotras no éramos ni proyecto. Y que no te estás perdiendo nada. Que estas ganando todo. Y que el mirar a la nada es el miedo. Miedo a perder, al fracaso...¿fracaso DE QUE? Que no hemos echado a volar y mira que, menudas alas tienes. Si no te lanzas ¿qué puedes perder? Y que mírate más a menudo al cristal de una ventana, al espejo que tienes en el armario de tu habitación o a cualquier charco de agua en el que te puedas ver reflejada. ¿Qué ves? PONTE EL TUTÚ Y SAL AHÍ FU/(I)ERA.


Cenicienta desintoxicada Para ganar, primero hay que saber perder(se) y prever(se) y correr(se). Y oye que... aĂşn habiendo bailado entre hogueras o perdiendo las bragas en tres batallas de mierda... Que el gusto que nos va a dar ganar la puta GUERRA, va a ser mejor que un orgasmo de AQUĂ? a Marbella y vuelta.

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Cenicienta desintoxicada 127

(Intro)(Extro) VERSIONES.

No os he contado una cosa.... No os he contado que me gusta el azúcar con un poco de café. Ni que mi estación preferida es la primavera que la lefa alter(N)a. Ni que me gusta que haga mucho frío y acurrucarme entre mantas. Y pies. Y manos. No os he contado que me encanta el azul. Azul ojos. Azul tormenta. Azul menta. Tampoco os he contado que me encanta fumar después de cada


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(auto)masturbación Ni que me gusta beber el agua del cielo. Y de los charcos. Y de los floreros. Y de la que fluye. Esta última es la que me da más sed. Sed de mal para los cinéfilos, sed de mar para los sentimentales, sed mierda para los míos. Que cuando algo me gusta tanto tanto y me extravía los nervios, me froto las manos entre ellas, o entre estrellas, o con lo que más a falo, o a mano tenga. Y que muevo los dedos de los pies muy rápido, como si por ello fuera a tener la respuesta antes. Y que pobres mis vecinos, que saben cuando me están entrando dentro, que no me gusta anunciarlo pero a veces.... MUY POCAS me olvido de dónde estoy y de que mi casa no está insonorizada. Como si fueras el invitado a mi concierto. Concierto privado. Y los demás tuvieran que escucharlo desde fuera. Eso es lo que más me gusta. Y es lo que no os había contado.


Cenicienta desintoxicada 129

(IN)Consciencia en (ES)Camas.

En el mundo de las risas, de las prisas y cómo no, de los calentones, un día me dio por prestar las llaves de mi portal, después de pasar una y mil noches de puertas para fuera. Sin fiarte. Sin dejarte. Congelándote. Helándote. De lo que no me di cuenta es que en ese llavero, también estaban las llaves de mi casa. Y aún sigues aquí.


Cenicienta desintoxicada 130

Cuando las cámaras eran analógicas. Cuando nuestras rodillas guardaban recuerdos.

Esto no es poesía, viene de mucho más (A)DENTRO. A ti, por hacer, por nacer, por que me pasé la vida contigo. Haciéndome rabiar. Haciéndome llorar. Haciéndome creer, en algo o en nada, pero haciéndome prever. Defendiéndome de la mierda y también metiéndome en ella. Diciéndome que la vida puede ser a veces azul pero casi siempre negra. Y NUNCA ROSA. A ti, que me hacías una ….¿montaña de arena? ¿muro de ladrillos? Vamos, que me ponías obstáculos y siempre me decias: Imagínate que es X, W o Y y tienes que saltar y reventar y explorar. A ti por esas “escaladas” que hacíamos cada domingo en unos “palos”, (por llamarlos de alguna manera) que teníamos en frente de lo que ahora también es mi casa. Pobre de mi mujerona luchadora, (que siempre lo fue y lo sigue siendo) que se pasó la vida comprándome lo que entonces eran "leotardos" . Que no había domingo en el que no estrenara unos, por que los anteriores no habían superado las seis de la tarde del domingo anterior. A ese patinete en el que íbamos 4, o 5 o 6 que ya no se; por una cuesta de las que entonces no era ni de cemento. Que menudos recuerdos más bonitos nos dejaba en las rodillas y a veces en los codos.


Cenicienta desintoxicada A ti, que te has pasado la vida haciendo de los imposibles, improbables hasta llegar a los posibles y al final tenerlos en las manos, como un niño sosteniendo un globo, sin dejarlo escapar. A ti que asesinabas con la mirada a cualquiera que mirara más que tocara. A ti que no hacía más que beber zumo, para ser tan alta como la luna, que decían de un tal "Primo de Zumosol" y al final me quede en 1.65. Pero que da igual, que yo bebía litros de zumo para ser como tú. O a ti, que no hacías más que mirar como si siempre quisieras llegar hasta donde estaba. Menuda admiración la tuya. Como yo a ellos. A esas nocheviejas en una cocina de leña ( como consecuencia de esa cocina, uno que yo me sé me dejaba a las barbies clavas, si. REIROS pero puedo demostrarlo.), donde el momento “bengalas” inofensivas eran la mayor ilusión con la que comenzábamos el año. A vosotros. A mi sangre, a mi niñez, a mis vidas.

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Cenicienta desintoxicada 132

Mucho de Pocos

Derrocha cristales que le mueren del alma. Cristales que no cortan, que a veces hieren pero que aquí no amargan si no que halagan. Se dedica a rasgarse las plantas de los labios con cualquier oído que le mira, a derretirse como fuego con cielo o con clero. Se dedica a arrastrarse como una puta golondrina sin compañía azul oruga azul tierra o azul mierda. Cría cuervos que te regalarán focos y ojos y locos.


Cenicienta desintoxicada Y que déjame que te cuente: Que cómo gozaba la liada entre mantas Entre rayas que no eran las de los pijamas Que nosotros íbamos de piel. Entre números como novenas sinfonías. Cómo el 69 que no sé quien lo bautizaría. Que te espero con los pies en la ventana y la cabeza en el suelo. Y tú espérame vestida. Vestida de resaca. Con alas, y sin saber como usarlas. Y mata a las putas golondrinas, que su felicidad es nuestra clandestinidad. Y compra unas cortinas para la ducha, que las de peces hiciste que las rompiera, cuando intenté agarrarme a nada, O aferrarme a algo. Y que arráncame la vida, muérdeme los ojos y quiéreme o hiéreme un poco Y no culpes a Pandora. Que su caja sólo fue el refugio de esta carta. Le dije que la cerrara para siempre. Pero como el para siempre nunca siempre, tuvo que abrir su caja para dártela.

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Cenicienta desintoxicada Sólo le puse una condición: Le dije que te la diera cuando yo ya no estuviera en la mierda, cuando estuviera un poco más abajo Y ya no necesitara rescate. Que empecé siendo Noruega Y acabé en el 29 de un 15 siendo Grecia Y nada, que sólo eso. Y que espero que estés bien.

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Cenicienta desintoxicada Acabo de encontrar los papeles.

Sangre. Anemia. Hierro. Sábanas. Retinas. María. Piedras. Alcohol. Mezclas. Cuerdas. De guitarra. De consonantes sin vocales. Sandalias rotas y pies cosidos. Ladridos. Bocas empapadas que segregan flujos vaginales y menstruales. Música. Caos. Latidos. Gemidos. No es frustración, imbécil, es la vida y correrse en las ganas de vivirla.

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Cenicienta desintoxicada Me encanta portarme fatal.

Yo un día había estado allí. Era un sitio lleno de espejos, para que no dejase de mirarme. Aunque cada vez que lo hiciese estallaran como una bomba atómica, en el centro de la retina de la boca. Para que no dejase de olvidarme de quién era. De porqué era. Para que me acordase de aquel día en el que con tres años mi frente se maquilló de estantería color metal, más duro que las bofetadas que me ha dado la resaca de quince días seguidos. Para que recordase a aquel primer chico que me metió la mano por debajo de las bragas. Y a el de aquel jueves, el viernes siguiente.Y así sucesivamente. Para que me concienciase de las veces que me han bajado las bragas, subido las piernas y a veces las penas. Y aquellas otras que me he puesto de rodillas mientras rompía las medias con la boca llena y la vida empapada. Para recordarme las veces que me dio por bailar en el medio de la gran vía haciendo equilibrios sobre los bordes de las aceras que van a fuego con mi chulería. Para que viese las veces que me follaban, o los follaba como si el mundo se fuese a acabar a partir de cada clímax. Y para recordarme las veces que me he portado mal. No me voy a engañar. Me encanta portarme fatal. Hay dos tipos de chicas, las buenas: tan delicadas, tan princesas, tan bonitas, preciosas, espectaculares, impresionantes que no se, cuando las veo se me caen las bragas pero no les veo las alas y a veces, me dan ciertas arcadas.

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Cenicienta desintoxicada Y luego el segundo tipo: las malas: las chicas malas son esas tías que fuman en verde y amarillo. Tratan la vida como una fiesta que celebran en la cama de su boca. Ariscas y prepotentes. Visten con faldas acampanadas y pantalones rotos, botas y converse. Se pintan los labios de granate y a veces de azul. Y el qué dirán se lo llevan desde el canalillo hasta los ovarios, pasando por el ombligo. Yo un día había estado allí. Era un sitio lleno de espejos, que querían recordarme un poco de esto.

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Cenicienta desintoxicada Olvídate de las tijeras.

Dame una cuerda. Sí, sí, tú; dame una cuerda. Y si me haces el favor, átala al primer árbol que encuentres. Y por favor, que no tenga flores. Ni musgo. Ni hostias de vida alguna. Sólo un árbol. Un árbol sólo. Con una cuerda. Dame una silla. Sí, si, tú; dame una silla. Y si me haces el favor que tenga una sóla pata, con la que pueda hacer equilibrios, para escribir lo mas nefasto que se me ocurra y escupirlo con algo de sangre, un poco de bilis y toda esa maravillosa mierda. Dame maría, para aliñarme la vida. Dame un papel con el que fumarme la alegría. Dame en vertical y transversal. Dame por delante y a ras del suelo empapado, de todo lo que no he llorado. Porque reina, no sabes lo frustrante que puede llegar a ser querer morir de dolor y no hacerlo. No por no querer si no por no poder. Dame una cuerda para poder enredarme el cuello a ella.

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Cenicienta desintoxicada Epílogo?: R de Nudillos

Reviento. Reviento vocales sin rima asonante. Reviento cristales para luego masticarlos, en versos malcriados. Reviento la vida, huyendo de la misma. Reviento la espalda mientras el rímel corretea por cada cinco de mis cuatro tobillos hasta los veinte dedos y tres pulmones. Me reviento el alma para que se vaya sin querer que vuelva. Me reviento los nudillos a voces y gritos contra el primer muro malgastado que me encuentro. Me reviento de rodillas y de espaldas al techo y a favor de la pared. Me reviento el hígado, el páncreas, la caja torácica y la que abren mis piernas por arte de rabia. Me reviento los de la nariz, el ombligo, las orejas, el frenillo y los que me faltan por hacerme. Que se trata de descargar, retraso, que reviento el saco de boxeo, le abro la puerta a la apatía y sigo durmiendo.

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Este libro digital sigue su vida aquí: http://lachicadeladieresis.blogspot.com.es/

Almü Colino “la chica de la diéresis” Todo lo que has leído es de su autoría. Nos encantaría que citaras su procedencia en el caso de que uses algo de lo que has encontrado en estas páginas. Editarla ha sido un placer y un honor.


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