usos y abusos de la historia
Ana Nuño
La batalla por la memoria y el olvido de la historia La “memoria histórica” no se debe concebir como instrumento de control político, pero todo indica que así es, y que con ello se persiguen objetivos nítidos y nefastos. Ana Nuño advierte sobre una perturbadora nacionalización de la historia.
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a aprobación de un conjunto de leyes “memoriales”, a las que recientemente se ha sumado un encendido debate parlamentario en torno a la proposición de ley de penalización de la negación del genocidio armenio, ha abierto en Francia un interesante y legítimo debate acerca de los límites que sería deseable trazar entre la libertad de investigación de los historiadores y la represión judicial de la divulgación de determinadas versiones de la historia. En diciembre de 2005, diecinueve historiadores de renombre (entre otros, Elisabeth Badinter, Marc Ferro, Mona Ozouf, Jean-Pierre Vernant, Pierre Nora, Pierre Vidal-Naquet y Michel Winock) publicaron en un popular diario1 un manifiesto, titulado “Libertad para la Historia”, 1 Libération, 13-12-2005. 14 Letras Libres septiembre 2006
“Es deseable que una nación sea lo bastante sólida en sus tradiciones y honor para tener la valentía de denunciar sus propios errores. Pero nunca ha de olvidar las razones que justifican la estimación de sí misma. Es peligroso exigirle que se reconozca culpable y sólo culpable y condenarla a una pena perpetua”. Albert Camus, Discursos y entrevistas
en el que declaraban su tajante rechazo de “las cada vez más frecuentes intervenciones políticas en la estimación de sucesos del pasado y los procesos judiciales contra historiadores y pensadores”. Más de cuatrocientos universitarios sumaron sus firmas a las de los promotores de esta iniciativa, en la que específicamente se definían como liberticidas artículos pertenecientes a cuatro leyes aprobadas: del 13 de julio de 1990, conducente a la represión de actos racistas, antisemitas y xenófobos (conocida como ley Gayssot); del 29 de enero de 2001, sobre el reconocimiento histórico del genocidio de los armenios de 1915; del 21 de mayo de 2001, mediante la que se reconoce que la trata y la esclavitud constituyen crímenes contra la humanidad (llamada ley Taubira), y del 23 de febrero de 2005, dedicada al reconocimiento del “papel positivo” de la colonización francesa en el Norte de África. Vale la pena citar extractos del manifiesto de los historiadores franceses, aunque sólo sea para tomar conciencia de la absurda situación en la que hoy se encuentran estos profesionales, obligados a desgranar el