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VENTANITAS
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- Sección infantil y familiar -
Pandemia
Cuando murió el abuelo, el niño estuvo tres días llorando. Sus padres no dejaban de explicarle que el abuelo se había ido al cielo y que allí estaba muy bien, pero esto no le consolaba. Él quería verlo, lo necesitaba muchísimo. Al quinto día aún lloraba, pero había momentos en los que jugaba y sonreía. A las dos semanas dejó de hablar del abuelo. A ratos se encerraba en su cuarto y al cabo de una hora, salía con el rostro resplandeciente y sonriendo. Al principio sus padres se alegraron de este cambio pero una vez pasados los dos meses, el niño pasaba más tiempo en su cuarto y se enfadaba mucho cuando alguien entraba allí sin avisar. En una de estas intromisiones, su madre vio que tenía encendida la tablet y le escuchó hablar en voz alta: –No te preocupes abuelo, ahora mismo te ayudo a pintar la puerta del garaje. ¿De qué color la pintamos? Sin hacer ruido, la mujer salió de la habitación y, preocupada, le contó al esposo lo sucedido. Este la tranquilizó. –No te preocupes mujer, será solo un juego. Pasaron más días y poco a poco la madre fue olvidando lo sucedido aquella tarde. El niño seguía jugando en su cuarto y seguía teniendo el rostro resplandeciente cuando salía de él. Una tarde, el niño salió de la habitación con la tablet encendida entre sus manos y la dejó junto a su madre, sobre la mesa. Ella la cogió con delicadeza, mientras el niño entraba en el baño. En la pantalla, a todo color, la aplicación de un juego: «Crea tu aldea». En la aldea que el pequeño estaba creando, podía leerse un letrero sobre varias casitas. En una decía: «Casa de la tía Luisa», en otra: «Casita de mi perrito Toby» y en la más bonita: «Casa de mi abuelito». En un rótulo más grande, el niño había escrito el nombre de su aldea: «El cielo».
Aitor Defaz, 11 años Ainhoa Casas, 11años
Aitor y Giselle. Todas somos madre de todos
Paula y Dylan
Historia del juego de mesa Jenga
Soy Leslie Scott, nací en Tanganica, África en el año de 1955, les voy a contar mi historia, como me volví diseñadora de juguetes e inventé unos de los juegos de mesa más divertido del mundo ¡el Jenga! Mis padres eran británicos, por esa razón aprendí a hablar inglés. En mi infancia siempre íbamos a visitar a los abuelos a Inglaterra; viajamos en barco (el SS Uganda, a través del Canal de Suez) para visitar a mi «granny Scott», que vivía en Londres. Como nací en África, también aprendí a hablar suajili (swahili), una lengua nativa. Siempre vivimos en el continente africano; en mi adolescencia vivimos en Tanganica y luego a los 18 años nos trasladamos a Ghana. Un día mis padres viajaron a Takoradi, una ciudad en Ghana y decidieron comprar unos bloques de madera, en un aserradero. Con esos bloques jugábamos Takaradi; era un pasatiempo de la época, se originó en ese sitio (aún en estos días lo juegan). Con el tiempo inventé nuevas formas de jugar con los bloques. Hasta que un día en el año de 1982 se me ocurrió el Jenga. A los 20 años ya vivía en Oxford, Inglaterra y el juego les encantaba a mis amigos. En el año de 1983 lo presenté en la Feria de Juguetes en Londres, Inglaterra. En este lugar las personas o empresas exhiben los juguetes que han inventado para que las jugueterías los vendan por todo el mundo. Me sentí muy alegre cuando un empresario se interesó en mi juguete. Ese año empecé mi propia empresa, se llamó Leslie Scott Associates; como yo no tenía las máquinas para hacer el juego, contacté con la fábrica Camphill Village Trust en Botton, Yorkshire en Inglaterra para que me ayudaran a fabricarlo; y así vendí mi invento al señor Robert Grebler. Él tenía una compañía llamada Prokonobe y los repartió por toda Canadá; luego de algún tiempo la compañía Irwing Toys también quiso comercializarlo; y en la actualidad la compañía Hasbro es la que produce y comercializa el juego. ¡El juego se hizo tan popular, que se vende por todo el mundo! Y por eso tiene muchos nombres: lo llaman Torre de Babel, Torre de Hanoi, Sidan. Si eres curioso podrías averiguar cómo se llama en tu país. Como siempre me gustó inventar juegos, conversé con una amiga, Sara Finch, ella es diseñadora industrial y comenzamos nuestra propia compañía para poder fabricar y repartir los juguetes. La empresa se llama Oxford Games Ltd, una compañía que se dedica a diseñar e inventar juegos de mesa. Han pasado 20 años y seguimos creando y distribuyendo juguetes de mesa.
Priscilla Zerega (Guayaquil, Ecuador)
Reseña bibliográfica
Meraki. Ángela Bonilla Cuarta obra literaria de la joven escritora sevillana, que fue Premio Clara Campoamor en 2019 por su defensa de la igualdad de las mujeres. Un libro de poesía con nítidos referentes feministas.
GENTE QUE INSPIRA «Necesitamos un nuevo paradigma donde hombres y mujeres puedan avanzar hacia una sociedad sin venganza e igualitaria»
«En la búsqueda de conectar en lo profundo de sí misma y desde la inspiración que le produjeron las diosas madre antiguas, Beatriz García, militante del Movimiento Humanista, comenzó una investigación sobre el matriarcado» que se materializó en el libro El aporte femenino en la historia.
¿Dirías que la espiritualidad nace con el acercamiento de los humanos al fuego?
En realidad, creo que nació antes. Lo que explico en el libro es que, antes de acercarse al fuego, vivían en unas condiciones terribles, a merced de todo: inclemencias del tiempo, las fieras, sin ninguna protección y en riesgo de extinguirse, ante esa necesidad, las mujeres, que veían peligrar su prole, buscando la respuesta a esa situación, conectaron adentro de ellas mismas, ahí encontraron una espiritualidad muy incipiente que, al ver el fuego, pudieron sentir aquellos registros y es lo que les llevó a acercarse en vez de salir huyendo como todos los animales. En el momento en que se aproximaron al fuego produjeron un salto de cualidad, pasaron de animales a seres humanos.
¿Qué papel crees que tuvo la mujer en la domesticación del fuego?
De la misma manera que se acercaron a recogerlo, las mujeres también conservaron el fuego y poco a poco fueron poniendo en marcha una tecnología para conseguir mantenerlo vivo, que llevó después a que pudieran producirlo, a la vez que iban profundizando en la espiritualidad mientras estaban en contacto con el fuego.
¿Qué nos dicen las «venus» sobre las creencias de las sociedades paleolíticas?
La producción del fuego, implicó un salto en el que consiguieron generar un bien que les permitía no depender de que no se apagara, se sintieron diosas, porque habían creado algo de la nada, esto llevó a conectar aquella espiritualidad en imágenes, aparecieron las «venus», eran estatuillas (de hueso, madera, barro, etc.) donde se ponía muy en evidencia el sexo femenino y la maternidad. Estaban en la entrada de las cuevas, dentro de ellas donde hacían sus ritos y hay numerosas en toda Europa. En esta cultura se puede apreciar, una religión muy extendida abierta a todas las personas donde había mucha hermandad y colaboración entre ellos.
En tu libro hablas de una brecha entre hombres y mujeres, ¿cuándo comienza y por qué?
La creencia fundamental de esa sociedad, era que los muertos se reencarnaban en la diosa, volvían a nacer a través de la diosa. Ponían a la entrada de los lugares de culto, diferentes piedras que representaba a los muertos que la diosa traería de vuelta al mundo, era una transcendencia: nos morimos, pero luego volvemos a vivir. Seguramente, esta creencia tenía que ver con ciertas experiencias transcendentes que debieron tener y tradujeron así. Porque hay que comentar, que en aquellos tiempos todavía no se sabía cómo se producía la reproducción. En el momento en que se afincan en un lugar y pueden observar los ciclos de los animales y las plantas con detenimiento, descubren, como se produce la reproducción, caen en cuenta, que no es a través de la diosa, se produce una fuerte crisis donde se quedan sin transcendencia y ahí los hombres se enfadan muchísimo, les echan la culpa a ellas y a partir de ahí empieza el patriarcado, que era su momento, pero empieza desde la venganza con el sometimiento del hombre hacia la mujer, que dura hasta nuestros días. Para avanzar es necesario resolver esta brecha, es necesario verlo y reconciliarse con ello, para poder cambiarlo, generando una nueva condición en igualdad para la siguiente etapa.
Beatriz García
¿Cómo fue el paso del matriarcado al patriarcado? ¿Qué creencias se caen en esa crisis?
En ese paso tan abrupto del matriarcado al patriarcado, se borra todo lo que tuvo que ver con la mujer, creencias, historia, religión, todo, y ellos se apropian de lo que hicieron ellas, la conservación, la producción del fuego, se obvia a la diosa y aparecen los dioses, la domesticación animal, la agricultura, reescriben la historia para que quede como que fueron ellos los que lo generaron. Comienzan las guerras dirigidas a conquistar las tierras, a acabar con la diosa y sus seguidoras, degradando y sometiendo a las mujeres para quedarse con sus recursos. Básicamente pasamos del cuidado hacia otros que imperaba en el matriarcado, la búsqueda de la armonía, el
beneficio para todos, el trabajo en equipo y la inmortalidad representada en la diosa, a la ley del más fuerte, la propiedad privada, el sometimiento a través de las armas de otros pueblos, el beneficio propio, etc. que surgió con el patriarcado, los valores que ahora mismo están a la base de nuestra sociedad.
Hay que decir que esto fue así, no por la «maldad» de los hombres, sino por la condición de origen del patriarcado que llegó movido por la venganza, era el tiempo de los hombres que podían haber hecho un gran aporte, como lo hicieron las mujeres, pero ese error convirtió esa nueva etapa en una gran injusticia hacia las mujeres que nos acompaña hasta el día de hoy.
¿Qué valores del matriarcado perduraron en las sociedades posteriores?
Perdura la valentía, la protección, que, contrariamente a lo que se cree, son cualidades femeninas de las que se apropiaron los hombres y, en general, las virtudes femeninas han ido perdurando, más o menos ocultas o degradadas. Cualidades como alegría, humildad, cuidado hacia el otro, solidaridad, paciencia, siguen estando y son la otra cara del sistema, las que hacen la vida más llevadera pese a toda la crueldad que vivimos cada día
¿Cómo superamos la brecha y que necesitan las mujeres para avanzar?
Creo que el título del último libro de Alicia Domínguez, La culpa la tuvo Eva, publicado por Olé Libros, es toda una declaración de intenciones. Aunque me temo que esa culpabilidad es más bien digna de agradecer. Porque, ¿cuál ha sido la culpa de Eva? ¿El pecado de probar el fruto prohibido y la consiguiente expulsión del paraíso? Gracias, Eva, por ofrecernos la oportunidad del libre albedrío. El libro se compone de veintiún relatos, todos diferentes, pero con un nexo común: tomar decisiones. Unas veces son acertadas, otras no tanto. Pero lo importante es poder ser libres para elegir, independientemente del resultado final. Lo primero reconocerla, entender cómo ocurrió, trans- En este libro hay cabida para todo: amor, frustración, resigferirla sin buscar culpables, eso sucedió hace mucho nación, culpa, y hasta humor. Cada relato tiene un fondo tiempo, fueron problemas de crecimiento que no se y una forma distintos, pero todos tienen algo en común: supieron solventar, nadie es culpable de aquello y rezuman sentimiento por doquier. después crear un nuevo paradigma donde hombres y Alicia intercala en sus relatos la voz del narrador que, a mujeres puedan avanzar hacia una nueva sociedad sin veces, está en primera persona y otras en tercera. Incluso, venganza e igualitaria para todos. se arriesga (y con maestría) cambiando la forma de narrar, Las mujeres necesitan conocer su historia, salen al mundo a reivindicar sus derechos y no conocen el origen de esta situación, lo que les impide ver cómo dan respuesta a los conflictos y desde ahí armar su estrateentremezclando dos narradores sin apenas tregua entre ellos, llegando a dudar por momentos sobre quién está hablando. Algo realmente sorprendente que podemos apreciar en «Piezas de caza», un relato impactante. gia de cambio, luchando, no callando ante las injusticias, Algunos de los relatos (por no decir la mayoría) son desgaconectando con sus cualidades y desplegándolas en el rradores. Todos tocan la fibra. Y he de confesar que más mundo, que está muy necesitado de ellas. de uno ha hecho que asomasen las lágrimas a mis ojos. Pero también tengo que agradecer a Alicia esos retazos de Las mujeres, cuando se lo propongan pueden hacer un humor que hacen sacar una sonrisa, como en «Hoy tenía muy buen aporte acabando con las guerras. el cenizo». Como decía mi amigo Silo: a las mujeres no nos gustan Sobre muchos de los textos pulula ese olor rancio del papel las guerras, porque en ellas mueren nuestros hijos y los que ha desempeñado la mujer desde antaño, bajo el yugo hijos de otras madres. por OLGA PARDO del hombre, a su merced. Esa culpabilidad que, supuestamente, nos hizo sentir el comportamiento de Eva y que tan arraigada llevamos. Pero el mundo también está lleno de mujeres coraje que han sabido tomar las riendas de su vida y elegir su camino, sin estar supeditadas a lo que diga una sociedad aún demasiado machista. La cuidada prosa de Alicia Domínguez, cercana y a veces poética, hace que su lectura sea un placer. Y, aunque uno devoraría sus páginas en un santiamén, es maravilloso también leerlo a sorbos, disfrutando de cada uno. Porque, sin duda, cada uno de estos relatos remueve algo por dentro. Mención especial a «La primavera llegará», porque en estos momentos siento más que nunca que hace mucha falta que llegue una nueva primavera.
La culpa la tuvo Eva
Alicia Domínguez, con su último libro: La culpa la tuvo Eva