Ventanitas - Sección infantil y familiar -
Pandemia Cuando murió el abuelo, el niño estuvo tres días llorando. Sus padres no dejaban de explicarle que el abuelo se había ido al cielo y que allí estaba muy bien, pero esto no le consolaba. Él quería verlo, lo necesitaba muchísimo. Al quinto día aún lloraba, pero había momentos en los que jugaba y sonreía. A las dos semanas dejó de hablar del abuelo.
Ainhoa Casas, 11años
A ratos se encerraba en su cuarto y al cabo de una hora, salía con el rostro resplandeciente y sonriendo. Al principio sus padres se alegraron de este cambio pero una vez pasados los dos meses, el niño pasaba más tiempo en su cuarto y se enfadaba mucho cuando alguien entraba allí sin avisar.
Aitor y Giselle. Todas somos madre de todos
En una de estas intromisiones, su madre vio que tenía encendida la tablet y le escuchó hablar en voz alta: –No te preocupes abuelo, ahora mismo te ayudo a pintar la puerta del garaje. ¿De qué color la pintamos? Sin hacer ruido, la mujer salió de la habitación y, preocupada, le contó al esposo lo sucedido. Este la tranquilizó. –No te preocupes mujer, será solo un juego. Pasaron más días y poco a poco la madre fue olvidando lo sucedido aquella tarde. El niño seguía jugando en su cuarto y seguía teniendo el rostro resplandeciente cuando salía de él.
Ventanas abiertas n.09 · marzo 2020
Una tarde, el niño salió de la habitación con la tablet encendida entre sus manos y la dejó junto a su madre, sobre la mesa.
Aitor Defaz, 11 años
Ella la cogió con delicadeza, mientras el niño entraba en el baño. En la pantalla, a todo color, la aplicación de un juego: «Crea tu aldea». En la aldea que el pequeño estaba creando, podía leerse un letrero sobre varias casitas. En una decía: «Casa de la tía Luisa», en otra: «Casita de mi perrito Toby» y en la más bonita: «Casa de mi abuelito».
Paula y Dylan
En un rótulo más grande, el niño había escrito el nombre de su aldea: «El cielo». Mª Jesús Pérez 20
Pa ul a Defaz, 8 añ os