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Sanar es tener un impacto positivo en la relación

SANAR ES TENER UN IMPACTO POSITIVO EN LA RELACIÓN

Una palabra bien dicha en el momento justo, la escucha amorosa o una actitud limpia, son sanadoras. Sat Nam Rasayan es una técnica de sanación que proviene del yoga, cuyo único instrumento es la meditación. En Sat Nam Rasayan, cuando el practicante deja de usar la mente de modo autorreferencial, adquiere la capacidad de escuchar lo que sucede con total respeto y aceptación. La mente se muestra como un campo de movimiento e inteligencia que se desenvuelve y revela por sí mismo. Basta con ser consciente de lo que aparece para que aquello se dinamice y la energía circule. Esto parece simple, sin embargo requiere una atención profunda y estable. El sólo hecho de ser consciente de algo lo dinamiza, pero el secreto es hacerlo desde un estado de confianza total.

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Gurudev Singh, el maestro vivo de esta técnica, aprendió Sat Nam Rasayan en silencio, a la antigua, sin mediar palabra, sólo por la presencia de su maestro, Yogi Bhajan. Y éste, un gran día, le pidió que lo enseñara de modo abierto, usando palabras. Y así nació, en Italia, nuestra escuela.

El estado de silencio es la meta de muchos grupos de meditación, pero en Sat Nam Rasayan es el punto de partida. Lo que interesa es la relación con el otro, tener un impacto positivo en los demás, transformar las cosas. El otro no es sino un aspecto de nuestra experiencia, la cual se respeta y admira hasta las últimas consecuencias. Basta con ser consciente de dónde aparece la resistencia para que dicha relación se transforme.

Tener un espacio de silencio es muy importante en la vida cotidiana. Al no reaccionar de un modo predeterminado, todo cambia y el devenir adquiere otro curso totalmente diferente. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, captamos una solución en segundos.

¿Qué aprendemos en Sat Nam Rasayan? Entramos en silencio a través de una serie de ejercicios, prestando atención al campo de sensaciones. La percepción del espacio es gradual. Al principio aparece como experiencia en medio del ruido y el movimiento de la mente, que suele pasar desapercibida si se tienen expectativas de modelos místicos sacados de libros o charlas. Además, aunque la naturaleza del silencio sea la misma, cada vez se vive de un modo diferente, ya que lo que sucede alrededor cambia. El estudiante reconocerá ese pequeño silencio inicial y, al darle espacio, la experiencia se hará más intensa. Con el tiempo, el único modo de sostenerse establemente en silencio consiste en abandonar el control, confiar en el dios de cada uno, dejar que éste lleve los mandos y dedicarse relajadamente a escuchar lo que sucede.

Es característico de esta escuela aprender a relacionarnos con los demás a través del espacio silencioso. Ni el otro es lo que parece ser, ni yo soy quien creo ser. Todo se reduce a escuchar aquello que la mente nos quiera decir. La intuición y el conocimiento surgen desde ese lugar completamente nuevo. ¿Cómo transformar el evento la relación?, ¿Podemos hacer que el otro se sienta mejor? El practicante no decide hacia dónde cambia el evento: permite las resistencias y la relación se modifica.

Imaginemos que todo es mente: nuestras ideas, percepciones, emociones, impulsos, nuestro cuerpo, el entorno, todo lo que nos rodea, todo eso es mente. Hay que entender algo sutil y crucial: yo no soy la mente, ni la consciencia, ni el alma, ni el propietario, ni decido las reglas. Todo eso me sucede. Soy el observador vacío, el devoto admirador de la obra del dios, el siervo que obedece feliz. Si llegáramos a esta comprensión profundo, muchas puertas se abrirían .

Ambrosio, Amrit Nam Responsable de la Escuela de Sat Nam Rasayan en España.

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