Los símbolos del Islam

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SÍMBOLOS DEL ISLAM José Manuel Erbez Artículo publicado originalmente en: Banderas, boletín de la Sociedad Española de Vexilología, nº 99, 2005 www.vexilologia.org

Esta obra puede ser reproducida y/o modificada total o parcialmente siempre que se trate de un uso no comercial y se cite la procedencia.


Introducción La información de que disponemos sobre el uso de banderas a lo largo de la historia del Islam generalmente es incompleta y ambigua, y a menudo contradictoria, de forma que, por ejemplo, es difícil encontrar dos autores que coincidan sobre el color usado en sus estandartes por algunas dinastías. La información es especialmente confusa en el caso de las banderas usadas por Mahoma, ya que se basa en los hadith, narraciones orales de los hechos y dichos del Profeta, que no fueron recopilados por escrito hasta más de un siglo después de su muerte. Las banderas han tenido siempre una gran importancia en la civilización islámica, no sólo en el ámbito mi litar, sino también en las manifestaciones puramente religiosas, como las procesiones y festividades, como demuestra el que durante el servicio religioso del viernes se coloca una bandera a cada lado del púlpito (figs. 1 y 2) En la Arabia pre-islámica, cada tribu beduina tenía su propia bandera, de un color distinto del de las otras, aunque no se conocen detalles de las mismas. Al parecer, en La Meca el clan de los Kuraichíes, al que pertenecía Mahoma, habría tenido el privilegio de llevar a la batalla el estandarte tribal. Los poetas solían comparar a las flores del jardín con las banderas de las distintas tribus, y componían poemas en su honor. Por otra parte, uno de los cargos relacionados con la custodia de la Kaaba era el de siva o portaestandarte. Con respecto al uso de banderas por parte de Mahoma, la palabra que generalmente usan las fuentes es liwa, pero también aparece el término raya, sin que resulte claro si cada término corresponde a un tipo de bandera distinto o si son sinónimos. La tradición dice que Mahoma usaba una bandera denominada ukab (águila), que según unas fuentes sería negra y según otras blanca, y que habría tenido un fuerte valor simbólico, hasta el punto de que en la batalla de Muatah (629) tres de sus portadores habrían caído sucesivamente en combate por defenderla. Sin embargo, Mahoma respetó la tradición de que cada combatiente luchara bajo la bandera de su propia tribu o clan, por lo que las tropas musulmanas de los primeros tiempos ondeaban multitud de banderas de diversos colores (fig. 3).

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El color verde El verde es el color que generalmente se identifica con el Islam en la actualidad, siendo el color preponderante en muchas banderas de países y organizaciones islámicos. El caso extremo es el de Libia, cuya bandera consiste únicamente en ese color (fig. 4). Parece evidente que entre los árabes pre-islámicos, rodeados de desiertos, el verde era un color privilegiado, símbolo de la vegetación, fertilidad, la abundancia, la vida, etc. El Corán (suras 18 y 76) dice que en el Paraíso los bienaventurados llevarán vestiduras de color verde. Por otra parte, la tradición musulmana dice que ese era el color del manto de Mahoma, que extendía ante él para rezar. También se afirma que los límites del terreno de Medina que Mahoma eligió como lugar de oración de los primeros creyentes se señalaron con trozos de lienzo verde. Quizá por esta razón, en los primeros tiempos, cuando los árabes conquistaban una ciudad y convertían un edificio en mezquita, lo señalaban con un estandarte verde. Cuando el Islam se extendió y se crearon numerosas mezquitas en cada ciudad, un estandarte verde distinguía a la principal de las demás. De alguna forma, el verde era el color de la familia de Mahoma, y por ende el de su primo y yerno Alí, de modo que tras la batalla de Kerbala, en la que los hijos de Alí sufrieron martirio, el verde fue asumido por sus seguidores, a los que se les denominaría como chiíes. Por ello, en 815 el califa abásida Al Mamun (813-833) cambió el negro por el verde como color dinástico, como signo de reconciliación con los chiíes, aunque su sucesor regresó al negro y a la ortodoxia suní pocos años después. Una secta del chiísmo, los ismailíes, fundó en Egipto la dinastía Fatimida, que llegó a dominar desde Marruecos a Siria, y cuyos soberanos usaron banderas verdes como símbolo de su descendencia de Mahoma a través de su hija Fátima, aunque no falta quien afirma que el color fatimida era el rojo. El color negro Como hemos visto antes, según algunas fuentes la bandera "personal" de Mahoma (ukab) parece haber sido negra. Por otra parte, según los hadith, Mahoma iba vestido de negro cuando entró en La Meca, y llevaba un turbante negro durante el sermón de los viernes. Además, el objeto más sagrado del Islam es la Piedra Negra, cuyo santuario está velado permanentemente con cortinajes negros. En cualquier caso, lo que parece más documentado es que cuando los Abásidas se rebelaron contra los Omeyas, adoptaron el negro en sus banderas, por lo que se les conocía con el nombre de musawida (los que 3


llevan el negro) La elección de este color pudo tener un sentido de rebelión. por ser el más contrario al blanco, preferido por sus enemigos Omeyas, pero también se ha querido ver un sentido mesiánico, ya que en las creencias populares el negro estaba asociado a la llegada del Mahdi. De hecho, este es el significado que tienen actualmente las banderas negras que usan los chiíes. A ello se uniría un significado de duelo por el asesinato de los principales líderes rebeldes a manos de los Omeyas (fig. 5). Cuando, en 1250, los mamelucos se hicieron con el poder en Egipto, proclamaron a su dinastía continuadora de la Abásida (destruida poco después en Bagdad por los mongoles), y consecuentemente adoptaron el color negro. Probablemente por las connotaciones negativas de este color, en tiempos modernos son pocas las banderas en las que el negro es el color principal (fig. 6). El color blanco Aparte de lo dicho sobre el verde como color de la familia de Mahoma, parece que el blanco era el color distintivo de su clan, el de los Kuraichíes. Por otra parte, el blanco está vinculado en la tradición islámica con la pureza angelical. Una tradición dice que, antes de la decisiva Batalla de Badr, el Profeta ató un lienzo blanco a modo de estandarte a las lanzas de su yerno y primo Alí, de Musab, del clan de los Abd al-Dar, y de un jefe Ansar. Por este gesto, transmitió a los combatientes su baraka (bendición divina). El primer califa en adoptar el estandarte blanco fue Muawiya, fundador de la dinastía Omeya. Probablemente, el blanco era un color militar, y los Omeyas, de guarnición en la recién conquistada Siria, se consideraban una casta militar. Por otra parte, los Almorávides institucionalizaron en Marruecos la costumbre de usar banderas blancas. Asignaron una bandera blanca a cada unidad de 100 soldados, y las de los líderes llevaban inscrita la shahada. Las siguientes dinastías (Merinidas y Saadíes) continuaron este uso. Recientemente, los talibán afganos adoptaron la bandera blanca con la shahada como símbolo de su estado, aunque sus tropas la usaban completamente blanca y sin inscripción (figs. 7 y 8). El color rojo Aunque hay referencias al rojo como el color de distintos objetos propiedad de Mahoma, y al uso de este color en banderas y turbantes con claras connotaciones de guerra, sacrificio y martirio, el rojo no aparece vinculado a ninguna dinastía hasta tiempos relativamente recientes. Sin embargo, está relacionado con algunas de las sectas islámicas, y especialmente con la jariyí, 4


que llegó a extenderse por grandes zonas del mundo musulmán, y especialmente por el Maghreb, el Sur de Arabia y zonas de África Oriental, especialmente Zanzíbar. Por ello, los sultanes de Mascate y Omán, los emires del Golfo Pérsico y distintos estados del Océano Índico usaron banderas rojas. También este puede ser el origen de la bandera marroquí, usada por la dinastía Alauita desde mediados del siglo XVII (fig. 9). Los señores de La Meca, la dinastía Hachemita, usaban durante los siglos XVIII y XIX una bandera roja, de una tonalidad especial re lacionada con la fruta de la yoyoba. Cuando Hussein Ibn Ali proclamó la independencia de Hedjaz el 10 de junio de 1916 usó esta bandera, pero dadas las connotaciones revolucionarias y socialistas que tenía en el resto del mundo, la sustituyó el 30 de mayo de 1917 por los colores panárabes, añadiendo el rojo Hachemita (fig. 13). Por otra parte, el rojo fue un color muy frecuente en las banderas militares turcas durante toda su historia (fig. 10), por lo que es natural que fuera el elegido para la bandera "oficial" del Imperio a fines del siglo XVIII. Los colores panárabes En 1909 estudiantes e intelectuales árabes fundaron en Estambul el Club Literario Árabe, para el que adoptaron una bandera a franjas horizontales blanca, negra, verde y roja (fig. 11 ), reflejando los versos del poeta sufí Safi-alDin al-Hilli (1278- 1349): Blancas son nuestras acciones. Negras nuestras batallas, Verdes nues tras campañas, Rojas nuestras espadas. En 1914, la Sociedad de Jóvenes Árabes, fundada en Beirut, creó una bandera para toda la nación árabe, a franjas horizontales verde, blanca y negra (fig. 12), colores a los que se identificaba con los tres grandes momentos de poder árabe: Mahoma, Omeyas y Abásidas. Probablemente, la ausencia del rojo se deba a ser el color de la bandera de Turquía, la potencia contra cuya dominación se levantarían los árabes. Los cuatro colores reaparecieron en 1917 en la citada Bandera de la Revuelta Árabe de Hussein de Hedjaz (fig. 13), Y actualmente están presentes en multitud de banderas del mundo árabe (fig. 14). La media luna El Islam da una gran importancia a la luna, porque de ella depende su calendario de 354 días, y su posición determina la fecha de la peregrinación a La Meca y el comienzo y el fin del Ramadán. Sin embargo, la fase lunar 5


determinante es la luna nueva, no creciente ni menguante, de modo que no se puede decir que esta figura tenga un carácter especial dentro de la religión musulmana. La media luna aparece en múltiples representaciones a lo largo de la historia islámica, a menudo acompañada de una estrella. Aparece en monedas, en joyas, y, entre los persas sasánidas, en los arreos de los caballos, pero aunque también se representa en el remate de las mezquitas o sobre los relicarios, en general su uso parece estar influido por la astrología o la magia mucho más que por la religión. También se ha sugerido que algunas supuestas medias lunas son en realidad herraduras, reflejo del amor por los caballos de los diferentes pueblos islámicos (árabes, persas, turcos...) En cualquier caso, es indudable que fueron los turcos otomanos quienes convirtieron la media luna en un emblema de uso generalizado, especialmente tras la conquista de Constantinopla. En ello pudo influir, aparte de las razones apuntadas, el hecho de que la diosa Artemisa-Diana, identificada con la Luna, recibía un importante culto en la ciudad de Bizancio (más tarde Constantinopla), hasta el punto de que la media luna era una especie de emblema de la ciudad. Con el cristianismo, el culto a la diosa y su símbolo se transfirieron a la figura de la Virgen María, por lo que la luna siguió siendo una imagen vinculada con la ciudad, de modo que, cuando los turcos otomanos tomaron Constantinopla y la convirtieron en la capital de su imperio, encontraron este emblema repetido en diversas manifestaciones. Posteriormente, diversas leyendas han tratado de "islamizar" o "turquizar" este hecho, como la que pretende que la unión de la luna y la estrella simboliza la conjunción del satélite y el planeta Venus la noche en que Mahoma recibió la revelación, o que representa una visión de algún sultán otomano. A partir del s. XV, los turcos usaron la media luna en multitud de banderas, pero no fue hasta 1793 cuando la convirtieron en símbolo oficial, al crear el sultán Selim III una bandera imperial a imitación de las de los países europeos. La media luna ha sido adoptada como símbolo por países vinculados al Imperio Otomano, pero no directamente dependientes del mismo, como Túnez o Egipto, o por países alejados de Turquía, como Malaysia o Paquistán. Sin embargo, los países árabes surgidos de la rebelión contra la dominación turca han sido generalmente reacios al uso de este emblema (fig. 15). La espada La espada simboliza el aspecto militar de la Yihad y la fuerza del Islam, y es significativo el hadith "al·Aim" que dice: "El Paraíso está a la sombra de las espadas". Aparte de los sables que aparecen en banderas como la de Arabia

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Saudí o la del Reino de Yemen (fig. 16), existe una espada con unas características especiales y un nombre propio: Zulfikar. Zulfikar (Dhu l-Fakar) es una espada legendaria, botín de guerra de Mahoma tras la batalla de Badr, capturada al pagano Munabbih, y que el Profeta regaló a Alí. Después habría pasado a manos de los Abásidas, convertida en símbolo y atributo de Alí. Su nombre se explicaría por la presencia sobre su hoja de agujeros (fukra) o acanaladuras (mufakar) Originalmente era una espada de doble filo, pero su representación evolucionó a dos hojas separadas, probablemente para acentuar su carácter mágico, con capacidad para herir a dos enemigos a la vez. La imaginación popular explicó su peculiar forma con una historia según la cual un traidor clavó la hoja a la vaina, de modo que cuando Alí, héroe de fuerza prodigiosa, quiso desenvainarla, tiró de la empuñadura hasta hacer que el clavo rasgara longitudinalmente la hoja. Zulfikar es el arquetipo de todas las espadas, hasta el punto de que a menudo éstas llevaban grabada la inscripción "No hay más espada que Zulfikar". Fue el emblema preferido por los jenízaros turcos, en cuyas banderas aparece a menudo (fig. 17). También fue muy usada en países tan distantes como Persia y Túnez (fig. 18). La figura de Zulfikar fue erróneamente interpretada en la Europa medieval como dos sables cruzados o incluso como unas tijeras, especialmente en el caso de las banderas usadas por la dinastía Alauita de Marruecos, que se considera descendiente de Ali (fig. 19). El número cinco Entre los pueblos antiguos, el número cinco se asocia con los dedos de la mano, como medio de defensa contra la mala suerte. Levantar la mano derecha, con los dedos extendidos, protege del mal de ojo y lo devuelve a su origen. Los musulmanes islamizaron esta imagen denominándola "Mano de Fátima", según el nombre de la única hija de Mahoma, y algunas sectas, para evitar la representación de un miembro humano, la estilizaron hasta convertirlo en una especie de flor. Tanto en una como en otra forma aparece representada en multitud de objetos, entre ellos banderas (figs. 20 y 21). Por otra parte, cinco son los llamados "pilares del Islam": • Shahada (profesión de fe) • Salat (cinco rezos diarios) • Zakat (limosna) • Sawn (ayuno en el Ramadán) • Had (peregrinaje a La Meca) 7


Estos preceptos están representados en las cinco estrellas de la antigua bandera de Yemen (fig. 16) También cinco son las letras del nombre de Allah. Este simbolismo está expresado en el emblema de Irán, formado por cuatro lunas y una espada (fig. 22). Las inscripciones Aunque, contrariamente a lo que a menudo se afirma, el Corán no prohíbe las imágenes, está muy arraigada en el Islam la idea de que la representación mediante imágenes es ilusionista y engañosa y no ayuda al hombre en su comprensión de la realidad sino que, por el contrario, le añade confusión. Por ello, el arte islámico ha dado preferencia a las figuras abstractas, y de forma muy especial a la escritura como elemento artístico. Ello se ha reflejado en el ámbito de las banderas en la frecuente aparición de inscripciones como principal o incluso único elemento añadido al paño (fig. 23). Salvo raras excepciones, las inscripciones usadas son versículos del Corán, existiendo una serie de textos que son objeto de una especial preferencia: 32 • Shahada. Consiste en la frase La ilaha illa’llah, wa Muhammadun rasulu’ llah (No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta). Es la afirmación de fe islámica, el primero de los cinco pilares del Islam, la expresión simple y completa de la esencia de la religión musulmana. El hecho de pronunciarla en voz alta ante testigos se considera la fórmula mediante la que una persona se incorpora a la comunidad de creyentes. Aparece representada en multitud de banderas a lo largo de la historia, y en tiempos modernos en las de Arabia Saudí, Afganistán, Somalilandia, etc. (fig. 24) • Takbir. Es el nombre que designa el hecho de pronunciar la expresión Allah ul-Akbar (Dios es el más grande), lo que debe hacerse al comienzo de la oración y cinco veces a lo largo de la misma. Aparece en banderas como las de Irak, Irán (de forma muy estilizada) o Waziristán (fig. 25) • Tughra. Es un monograma caligráfico empleado por los soberanos turcos e imitado por otros gobernantes musulmanes (p. ej., Afganistán, fig. 26) Combina el nombre del sultán, el título de khan (recuerdo de los orígenes centroasiáticos de los turcos) y el epíteto Al Muzaffar Daima (siempre victorioso). Se ha querido ver en su forma el reflejo de un pájaro legendario, el tughri, que habría servido de emblema a uno de los primeros grandes khanes turcos. Otros ven la figura de un jinete al galope. Pero la leyenda más popular dice que el sultán Murad 1, analfabeto, firmaba estampando la mano derecha sobre el papel, y de ahí su aspecto de mano abierta. También se ha afirmado

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que los trazos verticales podrían representar las primitivas banderas turcas, llamadas tugh, y consistentes en colas de yak atadas al extremo de un mástil. • Wa-la Ghalib ill-Allah: Sólo Dios es vencedor. Fue el lema usado por los reyes nazaríes de Granada, entre 1232 y 1492. Se encuentra repetido en los estucos que adornan la Alhambra (fig. 27), Y también aparecía en las banderas militares de los nazaríes. Águilas y halcones El único emblema no geométrico que figura en las banderas islámicas actuales es la denominada "águila de Saladino", que actualmente aparece en la bandera de Egipto y además constituye el escudo de lrak y la Autoridad Palestina, así como el de la República Árabe Unida entre 1958 y 1961, y el de Yemen del Sur hasta 1990 (fig. 28). Saladino, de origen kurdo, derribó a la dinastía fatimida en 1171, restableció el sunismo y se proclamó sultán de Egipto. Extendió su poder por Siria e Irak, y en 1187 arrebató Jerusalén a los cruzados. Es considerado por los musulmanes como uno de sus gobernantes más gloriosos y un auténtico héroe del Islam. Según diversas informaciones, el diseño del águila se basa en un relieve de las murallas de la antigua ciudadela del Cairo, mandada a construir por Saladino. Previamente, la bandera egipcia llevaba la figura de otra ave, un halcón identificado con el tótem o emblema de la tribu Kuraichí, a la que pertenecía Mahoma. Actualmente sigue siendo el escudo de Libia y Siria (fig.29). Águilas y halcones también aparecen en los escudos de varios estados musulmanes: Yemen, Kuwait, Jordania, etc., probablemente como referencia a la cetrería, una de las actividades preferidas por los árabes de todos los tiempos (fig. 30). Bibliografía • ALEXANDER, David. The black f1ags of the Abbasids. En: Gladius. Estudios sobre Armas Antiguas, Armamento, Arte Militar y Vida Cultural en Oriente y Occidente, 2000, n° 20, p. 221-238 • Encyclopédie de l' lslam. Leiden: E.J. Brill, 1960-1965 • Flags of the World: <http://www.crwflags.com/fotw/flags/> • LUX-WURM, Pierre C. Les drapeaux de l'Islam, de Mahomet à nos jours. Paris: Buchet-Chastel, 2001 • The Ismaili Flag:http://www.ismaili.net/Source/myflag/contents.html

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Fig. 24 Fig. 23

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Fig. 27 Fig. 30

Fig. 28

Fig. 29

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