Triana, rock andaluz en la transición

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Triana, rock andaluz en la Transici贸n. Por Fernando Aranda L贸pez el 10 abril, 2014 revista cultural Mito. http://revistamito.com/triana-rock-andaluz-en-la-transicion/

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Cuando aquel 13 de octubre de 1983 un accidente de tráfico sesgaba la vida de Jesús de la Rosa, una parte de los jóvenes andaluces se iba entre las paredes de la UCI de la Residencia General Yagüe de Burgos. Un infortunio como el de 10 años atrás y Nino Bravo, la voz valenciana que con sólo cuatro años de carrera dejó un legado hoy imborrable y un patrimonio musical incalculable. Esa generación nacida en los años 40 del siglo XX, durante la más dura posguerra, vivió a medio camino entre la dureza de la autarquía franquista y los aires de libertad que traían los turistas y las multinacionales extranjeras. Los 70’s fueron una década de profundo cambio; por una parte, la llegada del sonido beat en los 60’s en simbiosis con lo patrio y tradicional; por otra, las tensiones sociales agitadas por los mensajes de libertad e independencia personal que se colaban en las letras y que la censura no podía o no sabía cercenar. España, aunque el Régimen intentara evitarlo, tenía un coladero vía turismo y vía cultural dela ideología hippie y libertaria que movilizó a la juventud de la Francia del 68 y que se asimiló como un contrapoder ante las injusticias sociales, el nacionalcatolicismo que todo lo dominaba y ante un Estado paternalista y decadente.

En la foto, de izquierda a derecha, Jesús de la Rosa, ‘Tele’ y Eduardo Rodríguez

Y sí, en España se tiende a olvidar el contexto y quedarse con la 2


esencia y la belleza de lo artístico; será quizás porque desde siempre el estudio escolar de la Historia se ha centrado en los grandes hitos y hechos de gloria nacional en comparación con el resto de países, haciendo hincapié en las grandes figuras de la historia política como próceres de un patriotismo exacerbado por las gestas bélicas y diplomáticas, si acaso culturales y científicas; pareciese que el patriotismo se aprendiese a través de la Historia y la moral a través de la Religión. Poco o nada saben los españoles de los perdedores de la Historia, de la vida real de sus antepasados y de cuán grande realmente era la honra de quien decían serlo. La Música es, quizás, uno de los máximos exponentes de acervo cultural y tradicional de un pueblo; una manifestación de la realidad social que trasciende el tiempo como lo haría un texto poético. En el caso de Triana, no existen casualidades ni su brillante fusión de rock progresivo internacional y flamenco es fortuita. Los influjos exteriores se vendían en vinilo y en el barrio de Triana, en Sevilla, en las tabernas, en las fiestas populares y en todas las casas, lo flamenco estaba siempre presente. Algo tan genuino como el cante, idiosincrasia y arte popular, encontrará una vía de evolución en los sonidos innovadores de grupos como Pink Floyd, Caravan, King Crimson, Jefferson Airplane, The Doors o The Beatles. Resultaría imposible entender el sonido Triana sin atender detenidamente la ruptura que supuso la llegada de Enrique Morente, Camarón de la Isla o Paco de Lucía a la primera línea de la creatividad flamenca. Los puristas, aquellos anclados en el pasado cercano y glorioso de figuras irrepetibles como Antonio Mairena, Pepe Marchena o Manolo Caracol, no podrían impedir que la anquilosada estructura y el formalismo tradicional quebrara y dejara paso a un flamenco nuevo. En todos los ámbitos había cambios, por supuesto. Ya en 1971 el grupo Smash daría una estocada al stablishment inmutable con su ‘El garrotín, tangos de Ketama’, un precedente que fusiona beat y el flamenco ilerdense de origen asturiano. Pero sería la rumba flamenca, transmutada en rumba catalana, el primer germen que daría visibilidad a un cambio global de la 3


música tradicional. La comunidad de gitanos de Barcelona asimiló el Rock & roll ya a finales de los 50’s, incorporando la guitarra eléctrica, la batería, el bajo eléctrico y los teclados al flamenco; figuras como Peret o Antonio González ‘El pescailla’ removieron los cimientos y construyeron un edificio adosado que sustentaría desde entonces un género musical nuevo aunque vinculado al flamenco gitano catalán. Es importante recordar que la rumba catalana nació entre los castellanoparlantes, en los barrios obreros con altas tasas de inmigración andaluza y extremeña, lo que sin duda, contribuyó a aderezar, enriquecer y acelerar su evolución y disfusión. De vuelta a Sevilla, al barrio de Triana, vemos unas calles empobrecidas al otro lado del Guadalquivir. Sin duda, el barrio es enseña de la ciudad, junto a la Giralda, la Torre del Oro y la Plaza de España en el entorno de la Exposición Universal de 1929. Pero un trazado sinuoso y antiguo no es nada sin su gente; las calles no sienten, ni las fachadas de las casas cuentan ninguna historia. Lo saben sus patios de vecinos: la historia de su gente, su supervivencia y el día a día ha cristalizado en una forma de ser y de vivir entre la alegría de las noches de verano, la humildad y la prevalencia de lo comunitario y de la familia. Triana era un barrio histórico de casas vecinales que hacían vida en torno al patio. Allí se relacionaban las gentes y celebraban su hermanamiento; las comunidades siempre observaban tras el visillo y el rumor y el chisme animaba (y desanimaba) la convivencia. La juventud identificaba esa forma de vivir propia de una sociedad atrasada y controlada por la fuerza de la fe católica y el paternalismo sin límites del Estado; por el contrario, sentía sus raíces y su forma de vivir y entender el mundo una gracia sólo posible en aquél entorno. El empuje por evolucionar a una vida mejor y adoptar la actitud de los emigrados a Cataluña, al País Vasco, a Valencia o a Madrid, todo un paradigma de triunfo en cualquier familia, con sus rugientes y modernos coches Seat 600 y una más que digna solvencia económica, hacía creciente tal deseo. El filtro institucional era implacable, pero no podían controlarlo todo. Todo lo prohibido pasaba la frontera en el contrabando sin más problema; el turista demandaba más espacio de libertad y la 4


observación internacional en los últimos años del dictador Francisco Franco abría nuevas posibilidades. La mente joven estaba preparada para dar un salto de calidad y refundar desde la utopía una sociedad nueva sin perder lo que les hacía sentir orgullosos. El movimiento juvenil estaba en ciernes tras los ecos del Mayo del 68 francés; también la presión de las compañías multinacionales contra el control absoluto de un Régimen que se imponía sólo por la fuerza y había perdido gran parte de su autoridad. La imitación y la asimilación son conceptos que en Triana huyen del formalismo y de lo concreto. La voz aflamencada de Jesús de la Rosa se asemeja a un grito de libertad y de amor, con un texto que incorpora todo el sentir de una generación de forma brillante. Esa búsqueda constante por emocionar en cada nota y en cada acorde, por mover la conciencia y que cada segundo sea sublime, algo propio del carácter fermentador del cariño en el flamenco. Aunque la trayectoria profesional de los miembros del grupo no comienza en 1975 con el álbum ‘El Patio’. Antes, el guitarrista Eduardo Rodríguez había explorado el flamenco en ‘Los Payos’, donde conocería al gaditano y baterista Juan José Palacios ‘Tele’, los otros dos integrantes del grupo. La movilidad de músicos entre bandas en los 70’s es sorprendente: todos buscan el mejor lugar donde quedarse mediante ensayo/error. Todo se reorganiza contribuyendo al enriquecimiento musical del resto: las aportaciones y el intercambio de experiencias y de ‘sonidos’, de vinilos y de instrumentos, como un lienzo de múltiples pinceladas en el que se busca la obra de arte de forma cooperativa. Esa mentalidad dulce y cercana de hacer música sin esperar más que el justo reconocimiento, una forma holgada de ganarse la vida queda lejos de la búsqueda a toda costa de la fama y del poder económico; los músicos de hoy quizás olviden que lo importante es el Arte y no el márquetin que todo lo vuelve material de compraventa. En los 70’s, a pesar de perdurar los ecos del Arte Pop y de la llegada de la sociedad de consumo a través de la radio y de la televisión, los integrantes de Triana supieron, quizás de forma involuntaria, quizás por el escaso interés del extranjero que hubo 5


por el grupo, hacer del oficio su forma de vida y no desbarrancar alejándose de su natural esencia. Justo el año que muere el dictador no hay motivos para pensar que el nuevo Rey, Juan Carlos I, va a traicionar la voluntad de Democracia del Pueblo y de los poderes políticos españoles en el exilio; el Régimen se resiste a los cambios, pero éstos van llegando poco a poco en un proceso que ha sido llamado ‘Transición’ y que parece imposible entenderlo sin las presiones de la diplomacia internacional. Esa efervescencia en el panorama político también sería igualmente fervorosa en la música; muchos cantan a la libertad y al cambio, como el grupo onubense Jarcha, Ana Belén y Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat o el granadino Miguel Ríos. En ese ambiente, el sentimiento nacionalista andaluz aparece como de la nada, sorprendente, inesperado. Pero, a pesar de haberse gestado en el resto de la Nación un desdén hacia el pueblo andaluz y haberlo cargado de tópicos e injustas sentencias (quizás por un sistema social franquista que necesita enemigos y comparaciones negativas), lo tipical spanish son los símbolos más castizos de lo andaluz por excelencia. Hay una reivindicación social del orgullo de una Tierra, de la pobreza como arte y del Arte como expresión social. Al calor de la presión social se van traspasando límites no sólo desde lo político, sino sobre todo desde el Cine, desde la Prensa y la Literatura... ¿y quién podía ya parar la voluntad de Libertad? ¿Quién osaría negarle al Pueblo ese derecho? Quizás el Ejército, quizás los franquistas más acérrimos; pero para éstos, sin Francisco Franco y sin Luis Carrero Blanco, el movimiento había quedado huérfano y descafeinado; el nuevo Rey tenía otras ideas a pesar de haber sido educado por el recién fallecido sátrapa: el exilio de su familia tras asumir su abuelo Alfonso XVIII el gobierno del golpista Miguel Primo de Rivera entre 1923-1930, que le valió el odio y el descrédito del pueblo, le hacía no perder el punto final del viaje, también presionado por su padre, el Conde de Barcelona, y por los gobiernos capitalistas en una viva y caliente Guerra Fría. Una sociedad educada en el nacional-catolicismo que se resistía a la humillación sufrida de sus antepasados, pues, a pesar de todo, 6


en los patios vecinales, aunque no se decía ni palabra, podían verse las injusticias, la sinrazón y la crueldad con los perdedores de la Guerra Civil. En el patio también se lloraba y también se abrazaba el amor. Esa juventud lucharía con todas sus energías para no volver a escuchar más historias de vencidos, quizás su propias historias, la vida de sus padres y abuelos; no deseaban otra guerra, pero tampoco olvidar ni permanecer impávidos ante un devenir no querido para sus hijos. Esa esperanza vital, las ganas de vivir y superar el atraso, está presente en todas las canciones de Triana. Emocionan sus descripciones, sus letras, sus imágenes, sus solos de guitarra, su ritmo y los reiterativos guiños a lo étnico y folclórico. Es un paso entre el blanco y negro de la TV y de una época a un color vivo de la realidad y del futuro cercano. Las caricias de los sueños que abrazan largos abrazos en las noches de verano por la Calle Betis y por el puente San Telmo, con la Maestranza a lo lejos y el Guadalquivir quieto bajo las estrellas. Podemos sentir y ver el pensamiento de la juventud de la Transición entre canción y canción. Una generación que en parte vivía el destape con naturalidad y lo nuevo como necesario; ningún temor a toda la Libertad, porque había vivido en una cárcel emocional en el que lo bueno y lo malo estaba definido con precisión, aunque la ambigüedad y la hipocresía según la clase social ya no podía seguir ocultándose. Todo quedaba a la vista, todo el mundo veía que se estaba asistiendo a un cambio que no detendría ni nada ni nadie. El rock andaluz nace en este ambiente. Del rock progresivo y psicodélico toma la forma consciente, incorporando sus estructuras, sus melodías y su armonía; el fondo emocional llega de la tradición flamenca y el ideológico del andalucismo. Entre la tradición musical y el cambio social da lugar un sonido único e identificable cuyo máximo exponente es Triana, pero cuya terminología y conceptualización viene de la mano del productor madrileño Gonzalo García-Pelayo Segovia que, según Luis Clemente en su libro Rock Andaluz, una discografía, Ed. Ayuntamiento de Montilla (Sevilla, 2006), asegura que “en 7


Salamanca nació la idea de crear el rock andaluz. Lo cavilábamos Julio Matito y yo, pero Gualberto García (ambos integrantes de Smash) añadió que él no tenía nada que pensar, sino simplemente que sentir, y que él venía sintiendo desde hacía mucho tiempo”. La incorporación del flamenco a los distintos estilos musicales alcanzó diversos grados; aunque quiere englobarse como rock andaluz una amalgama de grupos que apenas dedicaron uno o varios temas a explorar esa fusión flamenco-rock, parece exagerada la lista que nos proporciona Luis Clemente; no obstante, también sería un error acotar un estilo a unos pocos nombres. Lejos del debate, que sería extenso, una limitación histórica sería quizás lo más conveniente. En ese sentido, la incorporación de lo islámico por el grupo cordobés Medina Azahara haya sido la única aportación significativa al estilo; de hecho, podemos considerar que apenas sobrevivió la muerte de Jesús de la Rosa unos pocos años. Y habría que preguntarse porqué. No han cesado los homenajes y su música no entiende de generaciones: lo genuino, auténtico y valioso traspasa la frontera de las modas y trasciende como Arte total en el futuro. Los admiradores imitan su música y su legado pervive para siempre en quienes escuchan sus discos. Paralela a la desaparición del vocalista dio su último aliento el franquismo y la Libertad triunfó; quizás después, ya no tuvo sentido continuar porque ni había motivos, ni había razón, ni sentimiento, ni posibilidad de igualar tanto talento.

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