Entre el PRD y el PLD: La Revolución Democrática Posible por Victor Manuel Grimaldi Céspedes El 16 de agosto de 1963 se celebraron los actos conmemorativos del Centenario del Grito de Capotillo que marcó el inicio de la Guerra por la Restauración de la soberanía de la República Dominicana. El Gobierno democrático y constitucional patrocinó aquellas fiestas patrióticas. El Presidente hace 45 años era Juan Bosch, un verdadero ícono humanista y dominicano universal que de ahora en adelante las presentes y futuras generaciones nacidas en esta tierra podrán valorar sin prejuicios. En 1865 tuvieron que retirarse del territorio dominicano las tropas españolas de ocupación que anularon la soberanía de la República a partir del mes de marzo de 1861. La Guerra Restauradora de 1863 movilizó las masas campesinas contra el invasor extranjero. Bosch inició su mandato el 27 de febrero de 1963 y fue derrocado el 25 de septiembre del mismo año. Le sustituyó un Triunvirato que fue depuesto por la Revolución Constitucionalista iniciada el 24 de abril de 1965 para restablecer el gobierno de Bosch y la Constitución de 1963. Cien años después de la Guerra Restauradora, la gesta de 1965 tuvo una gran participación popular en la zona urbana de Santo Domingo y fue motorizada por soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas Dominicanas que desde el día 28 de abril del mismo año combatieron con las armas la intervención de las fuerzas militares de los Estados Unidos. El Gobierno de los Estados Unidos enviaba sus tropas para impedir que fuese restablecido el gobierno democrático y constitucional de Bosch, quien había sido elegido con un 60 por ciento del voto popular en las elecciones nacionales del 20 de diciembre de 1962. Don Juan en algunas conversaciones trazó algunas similitudes entre la Guerra Restauradora de 1963 y la Guerra Patria de 1965, que fueron ambas grandes esfuerzos del pueblo dominicano en su lucha por alcanzar su libertad, la independencia política y la democracia que disfrutamos hoy. Cuando las pasiones político-partidistas se despejan descubrimos que el Presidente Bosch fue el primero en practicar y enseñar con su ejemplo los deberes y derechos democráticos en la sociedad dominicana contemporánea. El Maestro, fundador del PRD y el PLD, actuaba siguiendo lo que sus palabras enseñaban.
Él gobernó en tiempos muy difíciles. Dos meses antes de su elección, por una disputa entre los Estados Unidos de América y Rusia -hoy así llamada, antes la URSS-, en la región del Caribe y otras partes del globo terráqueo estuvo a punto de desatarse el fuego de las bombas atómicas. Ese peligro continuó por años, luego se apaciguó un poco y hoy se vuelve hablar de amenazas similares. Hay que destacar también que en 1963 apenas veinticuatro meses habían transcurrido desde la desaparición de la dictadura trujillista de 31 años. Un presidente democrático tenía que ser mago para convencer a tantos personajes e intereses dispares que le presionaban sin haber vivido antes en un verdadero clima de libertades. Sin que tuviéramos una sólida cultura de derechos y deberes. Algunos hechos notables del gobierno boschista de 1963 fueron la vigencia de un estado de derecho pleno, la Constitución más progresista que hemos tenido en medio siglo, el saneamiento de las finanzas públicas, el respeto a la vida humana y la conducta honesta y honrada del Primer Mandatario. Durante cada uno de los días del gobierno del Presidente Bosch el pueblo dominicano disfrutó de plenas libertades y por primera vez en la historia contemporánea del país operaron a plenitud las instituciones de la democracia política, económica y social con el sustento de una Constitución progresista. Por eso lo he considerado el verdadero padre de la imperfecta democracia que hoy tenemos. Él representa el ideal que aún no llegamos a alcanzar. El PRD Cuando el Partido de la Liberación Dominicana era fundado por Juan Bosch a finales de 1973, a la otra obra política del Maestro, el PRD, solo le faltaba un mes para cumplir sus 35 años de vida tumultuosa iniciada el 21 de enero de 1939 en La Habana. Del parto de la capital cubana había nacido un Partido Revolucionario Dominicano que ya en 1973 registraba la experiencia de 22 años de exilio y doce años de práctica política en el país después de la muerte del dictador Rafael Trujillo. El PRD era el estandarte de la libertad. El gobierno perredeísta que presidió Bosch entre el 27 de febrero y el 25 de septiembre de 1963 fue siempre el símbolo de la lucha por la justicia social, los derechos de las masas populares y el pleno ejercicio democrático. El partido del jacho prendío y la bandera blanca representaba la mística y el combate
contra el golpe de Estado, por la Revolución Constitucionalista, en la Guerra Patria contra el invasor extranjero y de la oposición tenaz al gobierno inaugurado por el doctor Joaquín Balaguer el 1ro. de julio de 1966. Era en 1973 el mito popular predilecto de las masas oposicionistas y mayoritarias dominicanas cuando Bosch decide abandonarlo el 18 de noviembre de 1973 para constituir el 15 de diciembre siguiente al partido morado que debía superar los vicios de la organización que dejaba atrás. La creación del PLD inicialmente pareció un parto de cesárea abortado en el vientre del perredeísmo, y algunos hasta advirtieron un carácter contranatura de la nueva organización frente a la conducta de las capas que forman el tejido nacional descrito por el Maestro Juan Bosch en sus obras histórico-sociológicas. Un hombre intelectualmente ágil, de 64 años de edad, renunciaba a continuar conduciendo el entonces más potente conglomerado de masas oposicionistas de la historia dominicana para dedicarse a educar a un grupito de seguidores y construir un nuevo tipo de partido político. Tal fue la percepción que la salida de Bosch produjo en quienes pronosticaban su fracaso. En los primeros años, el nuevo partido boschista era cuestionado por el carácter de secta cerrada que se le atribuía y se afirmaba que con sus principios y disciplina no llegaría a ninguna parte en términos de alcanzar el Poder Político. Cuando la organización creció y se posicionó como alternativa de mando estatal, aquellos críticos descalificaron sus alianzas tácticas. Cuando gobernó sus dos primeros períodos de cuatro años, el cuestionamiento tomó de referencia las prédicas y escritos del Maestro sobre lo diferente que debía ser el nuevo con relación al viejo partido. Pero lo cierto es que cuando se cumplan los 100 años del nacimiento de Bosch el PRD habrá contado sus 70 y el PLD ya habrá celebrado sus primeros 35. Ambas fuerzas políticas hoy son su tesis y su antítesis, o viceversa, dependiendo de si se es perredeísta o peledeísta. En su rejuego dialéctico dominan el escenario político dominicano del Siglo XXI. El PLD maduró durante sus primeros 34 años. Los primeros 17 le ayudaron a desarrollarse orgánicamente y adquirir experiencia de trabajo metódico en procesos electorales. Los segundos 17 años le sirvieron para masificarse y hacerse diestro en los manejos del Poder.
El PRD le lleva el doble de años al PLD. ¿Cuando el PLD cumpla sus 70 habrán materializado los ideales del fundador de los dos? ¿Existirá o no para entonces su antítesis? Después de tanto tiempo transcurrido y tantas experiencias acumuladas a partir de 1939 y 1973, ahora que Don Juan cumplirá 100 años, ¿podría hacerse la síntesis de lo mejor entre ambos? El PLD Al Partido de la Liberación Dominicana le tomó 17 años desarrollarse orgánicamente y adquirir experiencia de trabajo metódico en procesos electorales. Esa fue la etapa entre 1973 y 1990. Otros 17 años fueron necesarios para masificarse y hacerse diestro en los manejos del Poder, proceso que culmina a finales del año 2007 con la superación de la competencia electoral interna. Mucho esfuerzo, disciplina, estudio y trabajo costó el desarrollo detalle por detalle de la organización inspirada y dirigida por Juan Bosch. El periódico Vanguardia del Pueblo fue uno de sus maderos. Los métodos elementales de trabajo, la disciplina, el respeto horizontal entre compañeras y compañeros, el debate democrático y la obediencia a los valores jerárquicos fueron bases de la primera etapa. El crepúsculo del líder y fundador coincidió en abril de 1991 con la ascensión al Comité Político de varios de los jóvenes formados en la base partidaria de los inicios de 1973 y 1974. Leonel Fernández, Danilo Media, Temístocles Montás, Alejandrina Germán y otros jóvenes aunaban desde 1991 sus esfuerzos junto a la vieja guardia boschista que integraban Euclides Gutiérrez Félix, Norge Botello, Felucho Jiménez, José Joaquín Bidó Medina y Monchi Fadul, para señalar algunos. Al año siguiente, 1992, unificados con Juan Bosch, el ascenso de la nueva dirigencia produjo la purga más extraordinaria de la historia de la organización. Bosch en persona sirvió de vocero para decir que había sido un error haber aceptado a “izquierdistas y sindicalistas” que no se formaron conforme a los métodos de trabajo del PLD. El Líder brevemente “renunció” en marzo de 1991, pero retiró su renuncia al Partido la semana siguiente, y en el primer trimestre de 1992 hizo el anuncio de la expulsión de varios dirigentes de quienes dijo fue un error haberlos aceptado en el PLD a
finales de los decenios 70 y principios de los 80 del siglo pasado. Fue entonces cuando comenzó la nueva etapa del PLD que se extiende hasta hoy. Nuevas tácticas y una estrategia encaminada a alcanzar el poder tuvieron lugar después de la notable reducción de votos que experimentó el Partido en 1994. El 30 de junio de 1995, durante el 86 cumpleaños de Bosch, se abrió el camino para la alianza que le dió el triunfo al delfín Leonel Fernández justamente 365 días después que el Presidente Joaquín Balaguer declamara unos bellos versos a Doña Carmen Quidiello. Durante el cuatrenio iniciado en el año 1996, los errores del gobierno peledeísta en el manejo de las relaciones con Balaguer y muchos reformistas impidieron reconstruir el Pacto Patriótico y que Danilo Medina mantuviera la continuidad. Balaguer porcentualmente estuvo prácticamente parejo con Medina en los resultados electorales del 2000. Los cuatro años del gobierno del Partido Revolucionario Dominicano de Hipólito Mejía le demostraron a la dirigencia peledeísta la sabiduría que engendraba aquella frase atribuída a un antiguo senador reformista de San Cristóbal: “Quien gusta de disfrutar estando arriba tiene que aprender a coger gusto abajo”. Fueron esos cuatro años de oposición una de las mejores escuelas prácticas del PLD. Se aprendió que con los aliados no se juega, y que debe mantenérseles siempre satisfechos. El temor a que se repitiera la experiencia del año 2000 aglutinó a la mayoría del Partido alrededor del delfín del año 1996. Naturalmente, subyacen aún las aspiraciones que en la lucha interna expresó un sector que desea, para una próxima oportunidad, dirigir el Poder Ejecutivo del Estado dominicano. COLOFÓN El experimento gubernamental de Bosch en los siete meses de 1963 se malogró, pero su herencia política tiene aún en lo adelante el reto de acercarse al ejemplo del gobierno de 1963. Esa es la revolución democrática posible hoy. Es una buena meta para la gestión iniciada el 16 de agosto de 2008 por el presidente Leonel Fernández para el cuatrenio en curso.