El Caserío de Mafraque

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural.

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Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Agradecimientos. Isidro Marco Martínez - medición topográfica Eugenio Marco Tristán - información documental Angelita Cartagena - información documental María Cartagena - información documental Antonio Tristán Cutillas - información documental

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Introducción. No son pocas las veces que la casualidad ha sacado del olvido algún paraje o monumento o edificio arrinconado en un espacio alejado del trasiego cotidiano, o presente en ese mismo espacio cotidiano pero invisible a los ojos de los transeúntes diarios que pasan junto a él y lo ignoran como un ente incorpóreo. La casualidad fue la que me llevó a descubrir el caserío de Mafraque buscando información de las ermitas que se desperdigan por el término municipal de Abanilla, algunas de ellas ya desacralizadas, otras pocas ni siquiera se mantienen en pie. Consultando un libro de la historia de la parroquia, cayó una fotografía antigua de la ermita de Mafraque, derruida casi en su totalidad. La decisión de cambiar el objeto de estudio fueron varias pero principalmente sería el hecho de no saber nada de algo tan cercano. Por una parte, la pedanía de Mafraque, es una de las menos conocidas del municipio. Consultando los libros de Fiestas de Abanilla, que se publican anualmente y que contienen aportaciones de investigación relativas a diversos aspectos del término, prácticamente no se ha hallado información relativa a este paraje. La poca encontrada hace referencia de soslayo a dicha pedanía Por otra parte, el nombre de “Mafraque”, recordaría la acepción toponímica típica de la zona de Abanilla (esta misma) el pasado histórico de este pueblo y llamaron la atención sobre cuál podría haber sido su historia particular. Más adelante, como consecuencia de las investigaciones, averigüé que su pasado merecía la pena sacarlo a la luz. De hecho, uno de los aspectos destacables es la averiguación del topónimo, desconocido hasta ahora y que viene a demostrar la importancia que tuvo que tener esta pedanía en épocas remotas: Mafraque proviene del árabe y significa “cruce de caminos, encrucijada”. Esta referencia es de vital importancia para la comprensión de su evolución histórica y social, ya que revela su lugar preponderante entre los distintos parajes del término. Era el centro neurálgico de las vías de comunicación que unía Abanilla y los pueblos de los alrededores. De esos trabajos de investigación que se llevaron a cabo sobre el marco histórico de Mafraque, además, se entendería que éste había adquirido una relevancia muy significativa en la historia y en el desarrollo económico tanto de Abanilla como, en general, de las áreas circunvecinas tales como Fortuna u Orihuela, por ejemplo. Ya en algunos libros de Historia, se hace referencia a que en Mafraque ya hubo moradores en el neolítico. También hay presencia de ellos en la Edad del Bronce y en la época de los Íberos. De los romanos, sin embargo, apenas si se tiene constancia en esta pedanía, pero los que sí dejaron su huella y una evidente presencia fueron los árabes. El poblamiento del área de Mafraque continuó hasta casi nuestros días. Cuando me acerqué por primera vez al caserío a tomar notas del mismo para preparar el proyecto, sentí que no había errado en mi primera apreciación sobre lo que me iba a encontrar en esos escasos vestigios que quedaban. El conjunto se correspondía a la tipología propia del caserío mediterráneo, y no se trataba sólo de un elemento aislado sino de un conjunto disperso que se había constituido como un sistema organizado de agrupación característica de esta zona.

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Por último, y quizás el más explicativo de los motivos que me animaron a elegir este caserío fue la sensación que percibí al encontrarme en aquel lugar solitario. Probablemente se trate sólo de una razón particularmente subjetiva. Pero este punto de vista del trabajo desempeñó, con seguridad, un papel destacado en la elección del caserío de Mafraque para la realización de este trabajo. El caserío de Mafraque albergó y ocupó durante generaciones a familias enteras. No consistió sólo en una vivienda, sino que el caserío fue la vida misma de sus moradores. Vivieron, convivieron, trabajaron, disfrutaron -incluso de sus propias fiestas-, sufrieron, lloraron y murieron en ese caserío. En definitiva, ha albergado la vida de muchos que, aún hoy, lo recuerdan con la añoranza de los duros y laboriosos aunque hermosos días de su juventud. Y, todavía, recomponen en su memoria, algo ajada por el paso del tiempo, los cantos estridentes en las eras de trillar, los juegos infantiles y las carreras en torno a la vivienda principal, los patios escolares, su adolescencia, sus amores, sus trabajos duros… Mas, cuando se acercan al caserío, ahora desvencijado y abierto a la intemperie, desmoronados sus muros, desplomadas sus techumbres, un amargo regusto les recuerda que el caserío y su vida anda de la mano y que ambas se van descoloran y apagando como esa vieja fotografía en blanco y negro acartonada. Pero la esperanza de pervivir, aunque sea su impronta inmaterial, en esta construcción rehabilitada les devuelve una dulce tranquilidad: no morirán enteramente si el caserío vuelve a la vida. Ellos formarán parte de ese renacimiento. Ese, por tanto, era mi reto: intentar devolverle a Mafraque parte de esplendor pasado y rendir tributo a sus moradores.

"Necesitamos aprovechar lo poco que de tradición constructiva y, sobre todo, moral ha quedado en esta época en que las más hermosas palabras han perdido prácticamente su real y verdadera significación." Jose Antonio Coderch, Domus, noviembre, 1961.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Situación y emplazamiento.

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Abanilla

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Los caminos antiguos.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Los caminos nuevos.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Aspectos generales. El término municipal de Abanilla se localiza al Nordeste de la Región de Murcia y se encuentra a 29 km de la capital. Limita al Norte con los municipios de Pinoso (Alicante) y Jumilla (Murcia); al Sur con Orihuela y Benferri (ambos de Alicante); el Este con Orihuela y La Algueña (ambos de Alicante) y al Oeste con Fortuna (Murcia). El municipio se encuentra situado entre los 38° 08' 02" y 38° 20' 50” de latitud Norte y entre los 0° 58' 02” y 1° 08' 40” de longitud Oeste del meridiano de Greenwich. Su extensión es de 236,6 km², lo que representa el 2,1% del territorio de la Región de Murcia. Su superficie se acerca a la media de los municipios de la Comunidad Autónoma, que es de 251,4 km² En cuanto al relieve destacan la Sierra de Quibas (971 m), la de Barinas (855 m) y la de El Cantón (910 m) que forman un conjunto montañoso ubicado al Norte del municipio. Otra, la Sierra de Abanilla (623 m) se sitúa al Este del término y al NE del núcleo principal. De menor importancia que las sierras y con altitudes entre los 400 y 600 m son las lomas y los cabezos. Éstos se hallan en el área centro-occidental del término y son abundantes. Tienen formas alargadas (las lomas) o redondeados (los cabezos). 010

Sobresalen la Loma Larga (585 m), la llamada Las Lomas (561 m), la Loma de Martínez (449 m), la Loma de El Tale (242 m), el Cabezo Lenuscar (561 m), el Cabezo Redondo (552 m), el Cabezo de El Majadal (558 m) o el Cabezo Molina (512 m). De morfología más irregular cabe resaltar el Monte de El Tolo (505 m) y el Monte de Campules (467 m), que constituyen el borde montañoso de la zona denominada "Los Barrancos". El relieve decrece suavemente de Norte a Sur. Desde la perspectiva geológica, el territorio de Abanilla se incluye en el dominio morfoestructural de las Cordilleras Béticas. Su sector norte está formado por numerosos mantos de corrimiento correspondientes al Subbético Externo y se encuentran cabalgando al Prebético Meridional. El sector centro-sur forma parte de la cuenca neógeno cuaternaria de Fortuna-Abanilla. Los relieves más destacados del territorio están situados al Norte (Sierras de Quibas, Barinas y El Cantón) y crean relieves aislados unos de otros. Son elementos alóctonos de Edad Secundaria, que se han superpuesto a materiales más recientes de Edad Terciaria. La litología de estos relieves es resistente y predominan las calizas y dolomías, por lo que, a menudo, han formado relieves escarpados.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Con posterioridad a la individualización de estos conjuntos estructurales, durante el Mioceno y Plioceno, se sucedieron episodios de sedimentación de distinta facies (marina y continental), que originaron la formación de la actual cuenca sedimentaria de Abanilla-Fortuna. La mayoría de los depósitos lo componen margas del Tortoniense Superior, que han estado sometidas a una erosión hídrica muy activa. Esto ha generado uno de los paisajes de "badlands" más característicos y extensos de Murcia. Desde la perspectiva estratigráfica, los materiales más antiguos se corresponden con el Trías de facies germánica. Sobre todo están constituidos por margas abigarradas, arcillas rojas y verdes, yesos blancos o coloreados del "Keuper". También encontramos escamas carbonatadas formadas por dolomías oscuras estratificadas, que componen pitones resistentes y que se alzan sobre el conjunto más blando. El Trías se presenta, casi siempre, en la base de los elementos corridos subbéticos. Amplios afloramientos triásicos se localizan al Sur de los relieves de "El Tolo" y "Campules", en el paraje de "Los Castillejos" (al Sur de Macisvenda) y al Este de la Sierra de Abanilla, prolongándose con gran extensión en la provincia de Alicante. Encerradas en las formaciones triásicas, surgen a menudo afloramientos de rocas eruptivas básicas (ofitas, doleritas o andesitas). El Jurásico aflora en el sector norte del municipio y ha configurado los relieves más relevantes. Lo forman principalmente dolomías masivas grises en la base e importantes masas de calizas colocadas encima. En general, las calizas suelen ser masivas blancas y grises, con la excepción de las calizas rojas de la sierra de El Cantón, que son explotadas en canteras. Abanilla es el municipio de mayor densidad de canteras de la región de Murcia, puesto que las condiciones climáticas de extrema aridez y la escasa vegetación hace que la roca madre aflore con facilidad, predominando los suelos calizos en el reborde montañoso del municipio, con excelentes propiedades para la explotación de los áridos y roca ornamental.

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El Cretásico está poco representado. El afloramiento más significativo se localiza entre el Puerto de Barinas y Macisvenda, y lo constituyen margas y margocalizas (en la base) y calizas con sílex. Ya en el Terciario, el Paleógeno, está formado por calizas, margas y areniscas, y el Mioceno Inferior, compuesto por calizas y margas que afloran al Sur de las sierras de Quibas, de Barinas y de El Cantón. El Neógeno configura la Cuenca de Abanilla y ocupa más del 50% del territorio municipal. Su relleno sedimentario se extiende desde el Tortoniense al Plio-Cuaternario. Los mayores depósitos corresponden al Tortoniense Superior y lo componen margas grises. En ciertos lugares aparecen niveles de yesos y de calizas arenosas bioclásticas y conglomerados, que constituyen los límites paleogeográficos del mar Tortoniense. Estos últimos depósitos se localizan en el extremo norte de la depresión Neógena, en el paraje de "Cantaelgallo", al Oeste, "Lomas de Los Martínez", al Norte, "El Cajer", al Este, y borde meridional de la Sierra de Abanilla. Por último, los depósitos Pleistocenos y Cuaternarios, muy representados en el territorio, se corresponden con depósitos de coluviones en los bordes de los relieves montañosos que forman conos de deyección y glacis. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Cabe resaltar la existencia de intrusiones volcánicas básicas (fortunitas), depositadas en las series margosas del Mioceno Superior. Se localizan en el linde norte del paraje de "El Tale", al sureste del término. Responsable de la tectónica sufrida en esta zona es la presencia de pliegues cerrados e incluso volcados, así como la formación de escamas. Esto se observa en la ventana tectónica de Barinas-Macisvenda. Más recientemente, deformaciones post-Miocenas y probablemente post-Pliocenas han afectado el territorio de Abanilla. Es esencial mencionar el yacimiento paleontológico descubierto en 1994 en el extremo oriental de la Sierra de Quibas, en una pequeña cantera abandonada. El yacimiento, que se encuentra en un relleno kárstico en las dolomías del Lías Inferior, es de los más importantes del Pleistoceno Inferior de España. Es de una extraordinaria riqueza paleontológica de vertebrados fósiles; se han hallado reptiles, aves, roedores, una especie de anfibio y varios macromamíferos. Según la clasificación de FAO-UNESCO (1974), son tres los tipos de suelos que dominan en el territorio de Abanilla: Litosoles, Regosoles y Xerosoles. 012

Clima El municipio de Abanilla, situado en el Sureste de España, posee un clima semiárido o árido de tipo mediterráneo. Se caracteriza por unas precipitaciones escasas, irregulares y, a veces, torrenciales y temperaturas elevadas. Su consecuencia es un importante déficit hídrico. Todo el territorio no presenta idénticas características climáticas. Pero su escasa superficie y la inexistencia de estaciones climáticas en el sector septentrional llevan a considerar los datos de la estación de análisis como generalizables a todo el término municipal. También, la orientación de las sierras, NE-SW, marca una importante disimetría entre solanas y umbrías, e influye directamente en las variaciones climáticas entre ambas orientaciones. Ello se refleja en la densa vegetación de las laderas orientadas al Norte y su escasez en las laderas de orientación sur. Otra observación que reseñar es que los periodos húmedos duran menos años que los secos. Abanilla posee un clima muy caluroso en verano, con valores medios de las máximas entre junio y septiembre cercanos o superiores a los 30°C, y cálido en invierno, con valores medios de las mínimas en diciembre, enero y febrero, no inferiores a los 8°C. Abanilla destaca como la estación más cálida de toda la Región de Murcia. La razón se debe principalmente a su situación: se encuentra topográficamente en una cuenca, rodeada por relieves que la resguardan en invierno de los vientos fríos del Norte; pero, al ubicarse la población en el extremo suroeste de la Sierra de Abanilla, queda a sotavento de los vientos frescos y húmedos de levante, en verano.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. El agua. Las aguas superficiales en el municipio de Abanilla son escasas. El Chícamo es el único río que surca el municipio con un escaso caudal permanente en cerca de un tercio de su recorrido. En su parte alta como en el tramo final, se comporta como una rambla típica mediterránea; es decir, caudales ocasionales dependientes de las precipitaciones si son de cierta intensidad. La mayoría del término se sitúa entre las zonas más áridas de la Región. Este exiguo caudal, no obstante, ha valido para el riego de la huerta tradicional desarrollada en sus márgenes que, aunque en vías de desaparición, aún produce sus frutos. También se aprovechó como energía hidráulica en cinco molinos harineros localizados a lo largo de su curso entre La Umbría y Abanilla (Castillo, Meseguer et alii, 1995). El resto de la red de drenaje lo forman cauces con régimen pluvial por donde pasan caudales esporádicos vinculados a lluvias ocasionales de mucha intensidad y volumen. Éstas provocan que los cauces, a veces secos gran parte del año o incluso años, adquieran proporciones considerables. Son las típicas ramblas mediterráneas que se encuentran a lo largo de su territorio como en el resto de la Región. Son cauces con fondo plano que ancestralmente servían de vías de comunicación en zonas con topografía accidentada y de difícil acceso. Las ramblas más destacadas son la de Cutillas, prolongación natural del río Chícamo, que atraviesa las pedanías de El Cantón y La Umbría; la de Canelas y del Agudo, que pasan por La Umbría también y drena las escorrentías de la zona noreste de la Sierra de Abanilla y el Cerro de El Agudo; la de Mascosa, que recorre las poblaciones de Ricabacica, El Partidor, El Salado, El Tollé y Macisvenda; la del Zurca, que pasa por Ricabacica, El Salado, Barinas, El Algarrobo, Balonga y La Cañada de la Leña; la de Balonga, que discurre por las poblaciones de Mahoya, Campules y Balonga; la de La Parra, que recorre las pedanías de Balonga, Campules, Mahoya y Mafraque y la del Font que pasa por Mahoya y Los Baños. Son todas tributarias de la margen derecha del río Chícamo.

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También sobresale la Rambla del Ajauque, que arranca en Los Baños y señala en una pequeña porción de su recorrido el límite oeste con el municipio de Fortuna. En cuanto a los barrancos cabe resaltar que los más importantes son el Barranco de las Morachuelas, que recorre La Cañada Leña y El Cantón; el del Infierno, en Balonga; el de la Artesica, en Los Baños; y el de La Rauda, en Balonga. La mitad norte del municipio se integra en el sistema acuífero de Quibas. Se trata de un sistema acuífero kárstico sobreexplotado, que ha llegado a provocar su escisión en dos compartimentos hidrogeológicos (Rodríguez Estrella, 2005). La mitad sur está afectada por el sistema acuífero Subbético de la cuenca Mula-Fortuna, de la unidad hidrogeológica del Subbético. Es una unidad hidrogeotérmica con aguas que afloran a temperaturas entre 35 y 50°C.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. El agua.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. En el inventario de puntos de agua mineral del Instituto Geológico y Minero de España, se fijan tres puntos de estas características en el municipio: la Fuente de Abanilla, la Fuente de El Algarrobo y la Fuente de La Higuera. La Fuente de Abanilla se localiza en la Plaza de las Cortes, en el centro de la población. Es un manantial del sistema acuífero Subbético de la cuenca Mula-Fortuna, captado mediante una galería de 300 m de longitud y rumbo NE, emboquillado en la base de la Sierra de Abanilla. La Fuente de El Algarrobo se sitúa al pie de la vertiente oeste de la Sierra de Barinas. Es un manantial del sistema acuífero de Quibas cuya surgencia no está a la vista. El agua es conducida por una tubería de PVC de unos 20 m a una fuente de piedra colocada junto a la carretera. Fue acondicionada por el Ayuntamiento. Su agua es potable y abastece a las "Casas de El Algarrobo" y las sobrantes se aprovechan para regar una pequeña huerta. La Fuente de La Higuera, localizada en el paraje "Casa de La Higuera", es una captación de aguas minerales mediante el sistema de mina y no pertenece a ningún acuífero. Es particular y se halla encerrada en una caseta próxima a la rambla. Su uso es exclusivo para riego. Otras fuentes o manantiales son la Fuente de La Zarza, situada en el límite nororiental de la Sierra de La Pila y el nacimiento del río Chícamo, asociado al acuífero de Quibas. Debido a los exiguos caudales de ríos y fuentes del municipio, desde 1965 el suministro de agua potable se realiza bombeo de agua desde el último tramo del Canal del Segura, uno de los Canales del Taibilla que abastece el Sur de la provincia de Alicante. Para el regadío, las escasas aguas del río Chícamo son utilizadas para el riego de la huerta tradicional de Abanilla, mediante pequeñas acequias y canales. Los regadíos modernos del Sur del término son abastecidos, desde principios de los ochenta, por aguas del Trasvase Tajo-Segura, uno de cuyos ramales, el Canal de Crevillente, atraviesa por el Sur el término de Abanilla, en el paraje denominado de Mafraque.

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Hay que añadir que el agua procedente de pozos, de otros municipios limítrofes, es aprovechada en los nuevos regadíos, localizados en la zona norte de la depresión margosa. Las formas de modelado, topográficamente, más bajas del municipio las configuran las terrazas fluviales. Son plataformas escalonadas en los valles de los cursos de agua relevantes; el estudio de las alturas, estructura y composición de estos depósitos sedimentarios contribuye a la comprensión geomorfológica y paleoclimática del territorio. Los cauces fluviales del municipio son mayoritariamente ramblas y el río Chícamo que tiene también un carácter de rambla. En las ramblas mayores (Balonga, Font, La Parra) y en el río Chícamo, se hallan depósitos fluviales adosados a los cauces actuales o colgados sobre ellos. Eso indica la incisión que estos cursos han experimentado recientemente. Los tipos de depósitos, según granulometría y características, explican la mayor o menor torrencialidad que han experimentado a lo largo de su historia.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Abanilla se integra siempre junto con Fortuna en la denominada "Cuenca de Fortuna-Abanilla", caracterizada básicamente por la presencia de paisajes de cárcavas y barrancos, los "badland" o "tierras malas". Sin embargo, aunque el adjetivo pueda ser peyorativo, aquí algunos paisajes son tan extraordinariamente bellos que deberían ser reconocidos con alguna figura de protección. También hay que reivindicar el nombre de la depresión, que debería llamarse "Cuenca de Abanilla-Fortuna", ya que la superficie mayor la aporta el municipio de Abanilla. El modelado, en general, está regido por la litología, la estructura, la topografía y el clima. Así, los sistemas morfoclimáticos y los procesos morfogenéticos ocurridos, desde el Neógeno y Cuaternario hasta ahora, configuran los diferentes paisajes geomorfológicos de Abanilla. Aun cuando el término no sea muy extenso, en él se encuentran junto a los paisajes de "badland" distintas formas geomorfológicas de gran interés paisajístico. Cabe mencionar, principalmente, las formas de modelado labradas en diferentes litologías: calizas, conglomerados, margas y arcillas; y otras formas geomorfológicas ligadas a depósitos de piedemonte o la acción de las aguas superficiales. Desde la perspectiva geomorfológica, el territorio de Abanilla se podría distribuir siguiendo la topografía. Primero y ocupando las zonas más elevadas, se hallarían las sierras, seguidas en altitud por los piedemontes, los paisajes de "badlands" y las morfologías asociadas a los cauces fluviales, que ocuparían las posiciones topográficas más bajas. 016

Las sierras Las sierras constituyen los relieves más importantes y presentan, en algunas áreas, formas abruptas, escarpadas y con fuertes pendientes. Al ser las calizas y dolomías los materiales que configuran los relieves predominantes en el territorio de Abanilla, es natural pensar que el modelado kárstico está presente. Sin embargo, la morfología kárstica superficial es muy escasa, sólo podemos referir lapiaces incipientes en las cimas de los principales relieves, de depósitos de arcillas de descalcificación (restos de la disolución de la caliza): los hallados en el yacimiento paleontológico de la Sierra de Quibas, y en algunas oquedades o abrigos calizos (la cima de la Sierra de El Cantón). La morfología kárstica subterránea, sin duda presente, aún no se ha puesto totalmente al descubierto. Prueba de su existencia es la salida natural de agua de las distintas sierras calizas: Fuente de El Algarrobo al SW de la Sierra de Barinas o el manantial del río Chícamo; o la presencia de simas, en la Sierra de Quibas. De gran interés paisajístico, cabe mencionar el paraje de El Cajer, localizado al Este de Macisvenda, en el nacimiento del río Chícamo. Ahí, el Chícamo discurre encajado entre paredes rocosas, casi verticales, de altura considerable, que junto con las aguas limpias y casi continuas ofrecen al visitante un sitio muy atractivo y sorprendente en relación con el paisaje circundante.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. El Cajer, desde un enfoque geomorfológico, es una garganta "seudokárstica", ya que está entallada en conglomerados neógenos (Tortoniense superior), pero con una matriz carbonatada. En las partes culminantes la erosión diferencial de los conglomerados ha labrado unas oquedades, con forma de nichos o nidos de abeja, llamados "taffoni". De tipología similar a la garganta de El Cajer, es la de El Zurca, excavada igualmente en los mismos conglomerados, pero de dimensiones más reducidas. Se localiza al Este de la Sierra del Puerto de Barinas y discurre por ella la Rambla de El Zurca, que le da nombre.

Los piedemontes En la zona norte del municipio, entre las sierras de Quibas y Barinas, se localizan unas superficies parecidas a "altiplanos", por su llana topografía y por encontrarse rodeadas de relieves, constituyendo glacis de acumulación. Algunos ejemplos se hallan entre la vertiente norte de la Sierra de Quibas y la Sierra de La Espada, en el paraje de Cañada de la Leña. Forman suaves formas de piedemonte que descienden de los relieves montañosos y que se dedican a cultivos extensivos de cereal y viñedo. Los paisajes unidos a estas formas de modelado, en la zona septentrional del término, contrastan con los observados en el centro y Sur del territorio. Otras morfologías de glacis son las labradas, que predominan en el límite norte de la depresión neógena-cuaternaria y constituyen extensos y suaves planos inclinados. La erosión ha formado topografías alomadas, como la loma de Campules o la Loma Llana en el paraje de Cantaelgallo.

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En la parte superior de estos glacis se observa el glacis de acumulación que, como una costra, sirve de protección frente a la erosión. Por contra, las margas recubiertas están afectadas por procesos de erosión hídrica. Estas superficies de erosión se han datado de Edad Villafranquiense. Los glacis de acumulación constituyen el primer nivel de glacis, los de erosión son niveles encajados en los anteriores y labrados por la erosión y la adaptación de la topografía a los diferentes niveles marinos que el nivel de base alcanzó en las distintas glaciaciones. El glacis de acumulación es de un rojizo más oscuro que las margas a las que recubre y protege. Otras formas de piedemonte, presentes en el territorio de Abanilla, son los conos de derrubios o abanicos detríticos, que constituyen formaciones ligadas a las acciones torrenciales y mecanismos morfogenéticos pluviales. Se observan varias y complejas fases de acarreo, depósito y disección que incluyen materiales de diferente granulometría, desigualmente sellados por cementos carbonatados. Ejemplo de ellos son el piedemonte sur de la Sierra de El Cantón y Sierra de Barinas. A veces, los conos se unen por coalescencia, originando también el inicio de glacis.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Los paisajes de "badland". El modelado en "badland" o abarrancamiento es el proceso de erosión hídrica más importante en las depresiones y cuencas sedimentarias, rellenas de materiales blandos y poco resistentes. Es el proceso de erosión dominante en áreas semiáridas, donde regatos, surcos, cárcavas, barrancos y ramblas, entallan y desmantelan fuertemente los suelos y formaciones detríticas de las laderas despobladas de vegetación. Su incremento se ha visto favorecido por el rápido encajamiento de la red de drenaje actual en los potentes rellenos neógenos y cuaternarios. Las causas de su formación pueden ser la erosión por lluvias, las elevadas pendientes del terreno, la erodabilidad de los materiales acumulados, la escasa o nula cubierta vegetal y la acción humana. El abarrancamiento o paisaje de "badland" está muy presente en el término de Abanilla y representa uno de sus signos de identidad. Se extiende sobre el centro del territorio y se ha labrado en los depósitos margosos que rellenaron la cuenca neógena-cuaternaria de Abanilla. De un interés especial es el paraje de "Los Barrancos", donde las formas redondeadas de las cárcavas le confieren una belleza singular y muy diferente de otros paisajes de cárcavas de la Región. Asociado a la formación de cárcavas y barrancos es el proceso de "piping" (tubificación) o sufusión. Se observa en cabeceras de barrancos y en áreas aterrazadas de margas, con alta cantidad de sodio, antes cultivadas y hoy abandonadas. El paisaje resultante, después de 40-50 años de abandono, es el de un "badland", pero constituido por causas antrópicas. 018

Las antiguas parcelas de cultivo se comunican unas con otras de forma subsuperficial, hasta que las cavidades son tan grandes que se desploman los techos, se colapsan y aparecen en superficie. En la cuenca de Abanilla las hay en lugares, entre otros, el área de Cantaelgallo, Ricabacica o el sector norte de La Serretilla.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Vegetación. Vegetación El Norte del municipio se encuadra en la provincia biogeográfica Castellano-Maestrazgo-Manchega y, concretamente, en el subsector Manchego-Murciano. La mitad sur del municipio se sitúa en la provincia Murciano-Almeriense y, en ella, en el subsector alicantino, que llega hasta el borde sur de la Sierra de La Pila y las sierras de El Cantón y de Barinas, dominando el ombrotipo semiárido. Este territorio está bastante degradado y abundan los matorrales y tomillares dominados por el cantueso murciano o tomillo alicantino (Thymus moroderi). Aquí se encuentran especies como el astrágalo (Astragalus hispanicus), el rabogato o cañamillo (Sideritis Leucantha) y el molero (Nepeta amethystina microglandulosa) (Sánchez Gómez et alii, 1998). Hoy, la vegetación potencial se encuentra, como en el resto de la Región, en una situación de degradación casi absoluta. El permanente déficit hídrico que afecta a gran parte de la Región desde el final de la última glaciación y, a pesar de la alternancia de épocas frías y cálidas, húmedas y secas de los últimos milenios, ha llevado al desarrollo de una vegetación esteparia, adaptada a medios áridos y, a veces, emparentada con la norteafricana. En época romana se conocía a esta región como Campus Spartarius. Es, precisamente con la colonización romana, cuando comienza la degradación de la vegetación potencial que conduce a la situación actual. El imperio romano provocó la roturación de las mejores tierras de labor. La dominación musulmana amplió enormemente los regadíos y las tierras de labor. Los bosques se mantenían bastante bien conservados. Tras la Reconquista, se aumenta la tala de árboles y la zona norte del Reino de Murcia se transforma profundamente.

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Es cuando desaparecen numerosos bosques de coscojas (Quercus coccifera) y el pino carrasco (Pinus halepensis) (Sánchez Gómez et alii, 1998). Finalmente, las leyes desamortizadoras del siglo XIX acabaron con casi la totalidad de los últimos carrascales, robledales, sabinares y lentiscares y, por ende, de gran parte de la fauna salvaje (ciervos, lobos, cabras montesas, etc.). En la actualidad, desde el punto de vista bioclimático, la mayoría del municipio de Abanilla se encuadra en el piso mesomediterráneo, aunque en el extremo sur, se localiza también el piso termomediterráneo. Dentro del piso mesomediterráneo se distinguen dos subtipos, uno cálido y otro frío. Abanilla se sitúa el primer subtipo, con la presencia de especies termófilas: la adelfa (Nerium oleander), mirto (Myrtus communis), lentisco (Pistacia lentisco), jaguarzo (Cistus mospeliensis), zarzaparrilla (Smilax aspera),… que no suelen sobrepasar los 700-800 m de altitud (Sánchez Gómez et alii, 1998). Este subtipo se corresponde con el sector de la provincia biogeográfica Castellano-Maestrazgo-Manchega en la que se encuadra la mayor parte del municipio. El piso termomediterráneo en su horizonte superior afecta al extremo sur del municipio, donde se dan heladas débiles de diciembre a febrero. Aparecen especies termófilas: la esparraguera (Asparagus albus), Aristida coerulenses, Eragrostris papposa, rabiacana o candiles (Arisarum simorrhinum). Tienen su óptimo especies cultivadas (cítricos), o ligadas a ellas (vinagrillo) (Oxalis pes-caprae) (Sánchez Gómez et alii, 1998).

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Explotación agrícola. Monte leñoso (22%)

Espartizal (8%)

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Terreno no explotado (12%)

Cultivos (58%)

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco geográfico. Catálogo de vegetación.

Astragalus hispanicus

Sideritis Leucantha

Nepeta amethystina microglandulosa

Quercus coccifera

Pinus halepensis

Fot. Enric Martí

Fot. A. Ivorra

Fot. www.floraprotegida.es

Fot. www.quercus-collserola.galeon.com

Fot. www.floradeiberia.com

021

Nerium oleander

Myrtus communis

Pistacia lentisco

Cistus mospeliensis

Smilax aspera

Fot. www.floramu.com

Fot. Yonatan Matalon

Fot. www.forocartagena.com

Fot. Santiago Gonzalez Torregrosa

Fot. www.stridvall.se

Asparagus albus

Aristida coerulenses

Eragrostris papposa

Arisarum simorrhinum

Oxalis pes-caprae

Fot. www.botanicayjardines.com

Fot. www.kyffhauser.co.za

Fot. www.luirig.altervista.org

Fot. www.asturnatura.com

Fot. www.permian.wordpress.com

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Toponimia. En el término municipal de Abanilla se localizan diversos caseríos, aldeas y pedanías y de prácticamente todos ellos se ha podido hallar el origen de su topónimo. Sin embargo, de algunos aún se desconoce su procedencia o hay dudas sobre cuál es. Al realizar este trabajo, se planteó recabar información sobre el paraje de Mafraque y uno de los puntos a tener en cuenta era, justamente, describir las razones de su topónimo. Pero tras varias e infructuosas búsquedas, se llegó a la conclusión de que, Mafraque era uno de esos caseríos de Abanilla del que se desconoce cuál es el origen de su nombre. No hay nada escrito sobre su posible origen toponímico. Así pues, hubo que buscar en numerosos documentos para poder intentar dar con el origen del mismo. En un principio, se hizo una primera aproximación estableciendo una lista de las pedanías, aldeas y caseríos de Abanilla e intentando identificar su origen toponímico. El resultado fue el siguiente:

Abanilla: El origen de su nombre no está claro. Para algunos, es árabe Al-Banyala y significa “paisaje agreste”. Sin embargo otros opinan que puede provenir del árabe pero como “prefijo “bani” más el antropónimo”, pero no queda resuelto el diminutivo en “baniella”. Otros piensan que el nombre podría provenir del río Abana, en Siria, hoy llamado Barada ya que tropas siriacas se establecieron en Murcia y algunos en Abanilla, dando el nombre de a su río. -En la comarca del río Chícamo, aparecen: 022

Macisvenda: Según cuenta el Dr. José Riquelme Salar en su libro “Historia de Abanilla”: “D. Ramón Cabrera, rico y hacendado, con importantes posesiones en Chinchilla, La Roda y Abanilla, tenía un criado, originario de La Mancha, llamado Marco Benda, que acompañaba a su señor en temporadas a estos parajes de Abanilla […] Este tal Marco adquirió con el paso de los años, en subasta en 1820, unas hectáreas de terreno en el paraje que hoy ocupa la actual población de Macisvenda”. El nombre y apellidos del manchego pueden ser el origen del nombre de la pedanía. En algunos textos y hasta finales del siglo XIX, la pedanía se nombra como “Macirbenda” El Chícamo: El nombre del caserío se debe a que muy cerca se halla el nacimiento del río Chícamo. La Umbría: Su topónimo se debe a que la pedanía está situada en la parte sombría que forman los montes Agudo, Picacho de San Cayetano, el Salto del Gato y el Pico del Zulúm El Tollé: Según los ancianos del lugar, el nombre se le dio por ser esta tierra seca y tosca, llena de tollos donde las aguas de lluvia son absorbidas con mucha facilidad forman “ratoneras” que arrastran tierra y cultivos , debido a la mala calidad de la tierra suelta y poco consistente. De la palabra “tollo” tal vez provenga el topónimo “Tollé” El Partidor: Se llama así porque es donde se parten las aguas del río Chícamo y se canalizan a través de las acequias para regar la huerta de Mahoya (cuatro ojos o chorros) o de Sahués (un ojo o chorro)

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Toponimia. El Sahués: Los más ancianos del lugar aseguran haber oído de sus antepasados que este nombre era árabe. Quizás su origen árabe sea “Sahel” que significa “ribera” pues está situado en la margen izquierda del río Chícamo. Por transmisión oral se transformara en Sahués. En el Diccionario Geográfico de España de 1956, al hablar del Heredamiento, lo señala como “Xauex” y Madoz nombra “La acequia de Saqués”. En el libro “Los regadíos medievales” de Eugenio Marco Tristán y otros se explica que Sagués o Sahués, deriva del beréber Xauen, que se traduce por “los dos cuernos” por las dos crestas montañosas similares a las que encajonan la medina medieval del norte de Marruecos que tiene su mismo topónimo,…. Ricabacica: Su origen es incierto. Al parecer los ancianos dicen que sus antepasados se referían a que su nombre era árabe. Cuando se produjo la expulsión de los moriscos (años 1609 y 1613), al marcharse se despidieron diciendo: “Adiós, aquí dejamos nuestro tesoro, aquí te dejamos Ricabacica”. Se referían quizás a “Rica y Vacía” Mahoya (la Huerta): Su origen es desconocido. Probablemente fuera “hoya”, es decir depresión del terreno labrado por la erosión y la acción del hombre. Su nombre primitivo era “La Huerta”, así consta en los legajos del siglo XVI. La primera vez que aparece el nombre de Mahoya es en el Diccionario Geográfico De España de Pascual Madoz, en 1950. Alude al llano existen delante de la Ermita y lo señala como “Sitio de Maoya” (sin hache). En el libro “Los regadíos medievales”, se lee que Mahoya o Maoya deriva del árabe Mahura que quiere decir “regado, labrado”, topónimo localizado en otras alquerías andalusíes como Mahora, aldea actual en el término de Jorquera (AB), -En la comarca norte de Abanilla se encuentran:

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La Zarza: Su origen es incierto pero, quizás, tenga relación con la planta arbustiva espinosa, que es una vegetación invasora de estos terrenos. Collado de los Gabrieles: El caserío está formado por dos núcleos de viviendas. En el primero, más cercano a la carretera, vivió la familia de alguien llamado Gabriel y en el otro la familia de “Quito El Gordo”, cuyo grupo de casas desapareció hace unos setenta años, con lo que todo el caserío quedó bajo el nombre de “Los Gabrieles”. Ése parece ser el origen del topónimo. Cañada de la Leña o Los Martínez: Su nombre proviene de una deformación fonética de “Cañada de la Alheña”. La alheña (del árabe Al-hinna) es un arbusto silvestre oleáceo perteneciente a la especie del Aligustre, cuyos frutos son bayas negras y de sus hojas se obtiene un tinte natural muy utilizado en la Antigüedad. Esta planta abunda en estos parajes. La pedanía se encuentra en una cañada. Se le conoce también como “Los Martínez” ya que, al parecer, ése fue el apellido de los primeros pobladores -leñadores- que se instalaron en el paraje El Cantón: Su nombre se debe, quizás, a su situación con respecto al término municipal: un “cantón” es la extremidad de un sitio o de una cosa. La pedanía se halla al borde de la línea divisoria con Alicante

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Toponimia. -En la zona del Noroeste está: Balonga: El caserío se denomina así por estar en la sierra de Balonga. -En el área del río Zurca se hallan:

Campules: Se caracteriza por tener una población muy dispersa y aislada ya que cada vecino ubica su vivienda en sus tierras. El origen se desconoce. El Salado: Se encuentra en una zona donde la humedad es escasa y abunda el tipo de vegetación halófila, plantas barrilleras como el Salado negro, el blanco y el común. Éstas proliferan en las ramblas desnudas y las visten de algo de verde. El nombre del lugar puede provenir de esa planta. Barinas: En “Historia de Abanilla”, D. José Riquelme Salar refiere que un hombre de apellido Alvarado llega a España después de residir en Venezuela entre los años 1810 y 1820. Adquiere mediante subasta adquiere unas tierras de Realengo. Rotura el terreno y edifica un caserío en dicho paraje. Se asienta con su familia en é y pone encima de la puerta, en el alféizar, un nombre: “Barinas”. Éste es el de la ciudad y del estado venezolanos en el que él vivió. 024

El Algarrobo: Se encuentra próximo a Barinas. Desde tiempo inmemorial existe una fuente natural cuyas aguas contienen muy pocas sales. Dicha fuente es un abrevadero de las Cañadas Reales y así consta en un legajo de la Orden de Calatrava. Su nombre podría provenir de que la aguas de la fuente nacen en la Sierra del Algarrobo que linda por la parte norte con la Cañada de la Leña y forma parte de la Sierra de Barinas. -En la zona de los Baños encontramos:

Los Baños: Su nombre se debe a la existencia de un balneario, con termas famosas desde antes de Cristo. En la misma pedanía se juntan los municipios de Abanilla y Fortuna. Cantaelgallo: En algunos textos aparece como “Cantalgallo” o “Canta el gallo”. Se encuentra en los límites entre Fortuna y Abanilla. No se sabe el origen del nombre.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Toponimia. -En la comarca sur de Abanilla se localizan: Los Carrillos: El nombre de la pedanía proviene, quizás, del patronímico de las primeras familias que habitaron esa zona. La Tierra Colorada: El nombre de esta pedanía proviene del color de la tierra de la zona que se caracteriza por un color rojizo que indica la presencia de óxido de hierro. Cerca de ahí se halla la Peña Roja (332 m.) El Paúl: Se desconoce el origen del nombre. La Casa Cabrera: Esta pedanía recibe el nombre del patronímico de los propietarios de la finca sobre la que se han edificado los edificios principales y la ermita, dedicada a San Juan Bautista, y cuyo nombre es finca “La Casa Cabrera”. Los terrenos pertenecieron a “Los Cabrera” descendientes de don Ramón de Rocafull. Miguel de la Torre Cabrera fue el último de los Cabrera propietario de la ermita. Mafraque: Es la última de la pedanías de la zona sur de Abanilla. En dos aspectos fundamentales, la historia y la geografía, la experiencia viene a demostrar que la mayoría de los topónimos tiene su origen en la descripción del terreno, accidentes geográfico, en plantas autóctonas… Así se comprueba que Abanilla recibe su nombre del árabe Al-Banyala y significa “paisaje agreste”, Mahoya o Maoya, del árabe Mahura, que significa “regado, labrado”, también, Sagués o Sahués, que deriva del beréber Xauen, que se traduce por “los dos cuernos”, La Tierra Colorada, Balonga, El Salado, La Umbría, El Cantón, La Zarza…

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Y por otra parte, en su historia, ya sea por el nombre de sus pobladores por ejemplo Benferri, -localidad alicantina cercana a Mafraque- se ha considerado como un gentilicio familiar árabe compuesto por el prefijo “Beni”, que significa “los hijos de” y en segunda parte por el nombre del lugar firrih, o por el patronímico: Los Carrillos, Los Gabrieles, La Casa Cabrera, Macisvenda, Barinas -el recuerdo de un lugar en que vivió su primer poblador-,… También se ha podido comprobar que algunas teorías apuntan a que Abanilla tendría un origen patronímico. Así pues se decide centrar las líneas de investigación en esos dos aspectos. Revisando los hechos históricos que marcaron la población de Abanilla, destacan la época romana y la dominación árabe. Se descartó desde un principio el posible nombre de origen ibérico, ya que, a pesar de que la presencia de los Íberos quedó acreditada en varios parajes del municipio de Abanilla y, muy en concreto, en Mafraque, la subsistencia de los topónimos de origen ibéricos es extremadamente escasa, ya que aunque existieron, éstos fueron sustituidos por los nombres romanos y algunos siglos más tarde, por los árabes. En la época romana, el paraje denominado de Mafraque, parece haber sido un lugar relevante para los romano; sin embargo no se han hallado restos o vestigios de su asentamiento, por lo menos en nuestra población. Otros lugares en los que se concentraron son en zonas más elevadas y con posibilidad de aguas continuas como los parajes de Mahoya y sobre todo de Sahués. De hecho allí se han encontrado los restos más numeroso de dicha presencia. Por tanto, se apartó, de momento, que el nombre fuera de origen latino. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Toponimia. Eso nos hizo pensar que quizás el topónimo pudiera proceder de los árabes. Sin embargo, a primera vista el nombre no nos induce a pensar que sea así ya que mucho topónimo de origen árabe cercanos a la población llevan el artículo “al” o el prefijo “ben(i)” que significa “hijo de”. Preguntando a los habitantes más ancianos de la pedanía de Mafraque y a otros de Abanilla relacionados con el lugar, éstos dicen que oyeron a sus antepasados referirse a Mafraque con el nombre de “El Mafraque”. Investigando sobre esa posibilidad, cabía la relación con una ciudad en el norte de Jordania denominada Al Mafraq, Mafrag o Mafrá (‫ )ﺍﻝﻡﻑﺭﻕ ﻡﺩﻱﻥﺓ‬y cuyo significado es “el cruce de caminos, encrucijada o bifurcación de caminos”. Esta ciudad se denomina justamente así porque es la ciudad principal del norte de Jordanía, en medio del desierto y se encuentra en un importante cruce de vías de comunicación. Partiendo de esa posibilidad se empezó a plantear si el paraje de Mafraque, en Abanilla, podría haber sido también algún cruce de caminos en la época árabe y que en él confluyeran las rutas o caminos que unían entre sí las distintas localidades cercanas como Fortuna, Abanilla, Benferri La Matanza, Orihuela… En el libro “La historia de Abanilla” Tomo I editado por la Asociación Cultural Musá Ben Nusayr se lee que “Sahués y las villae estuvieron situados en torno a un camino que unía las tierras del valle del Segura, en las proximidades de Orihuela, con las del altiplano y la meseta manchega, así como las de la actual Cieza”. Es probable que dicho camino entre Cieza, Jumilla y Orihuela pasara por o cerca de lo que hoy es Mafraque. 026

Contando con la cooperación de E. Marco, éste me refirió cuáles eran los antiguos caminos que cruzaban por dicho paraje y me señaló por dónde discurrían. Cabe aclarar que las actuales vías de comunicación que unen las poblaciones circundantes de Abanilla, no han tenido siempre el trazado que conocemos en la actualidad. En un plano de Murcia del año 1840, en la zona que nos interesa, es decir, Abanilla y las localidades circundantes, se puede apreciar que de Abanilla parte una carretera que lleva a Fortuna; también arranca un camino que se dirige hacia el Sur, siguiendo, quizás, lo que hoy se llama “Camino de los Pereteros” alcanza el hoy llamado “Camino de Mafraque” y llega a las Casas de Las Motas, siempre en dirección Sur. Ahí gira hacia la Casa Cabrera, en dirección oeste, y se dirige hacia el Sur, hacia La Finca del Reloj. De nuevo, toma sentido oeste y llega hasta Rambla Salada para, de nuevo en dirección Sur llegar hasta Murcia. Este era, al parecer, el camino que llevaba a los abanilleros a Murcia. Por otra parte, el mapa también señala que por Mafraque pasaba el llamado “Camino Viejo de Orihuela” que unía esta población con Fortuna. En cuanto al camino que unía Abanilla con Benferri, es probable que parte de su trazado fuera parecido al actual aunque se cree que debía pasar por Los Carrillos y llegar hasta cerca de Los Vives y descender en dirección Sur hasta Los Vicentes, La Murada y Benferri. Por último, se aprecia que en la zona este de Mafraque, el Camino viejo de Orihuela” bifurcaba y un ramal se dirigía al camino que unía Orihuela con Benferri y el otro llevaba a Orihuela. Se sabe que la carretera de Abanilla a Santomera, la MU-412 no se construyó hasta 1917 y la carretera a Benferri no discurría por la actual MU-413. Por tanto es de suponer que antes de que se realizaran dichas vías de comunicación, los habitantes de las zonas circundantes u otros venidos de lugares más lejanos tendrían que haber tomado algún camino que pasara por Mafraque para llegar a Abanilla o para poder haber salido de ella.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Toponimia. Un testimonio de lo anterior es el que aparece en la “Historia de Abanilla”. El Dr. José Riquelme Salar escribe que el propio rey Pedro IV, en 1364, relata en su crónica que pernoctó con su tropa en Abanilla antes de dirigirse a Orihuela para cercarla y entrar en ella. Cuenta la noche de su llegada a la huerta de Fabanella -Abanilla- y de cómo, al día siguiente, parte en dirección al Campo de la Matanza. En su crónica el Rey acusa la presencia de una cuesta pronunciada hasta llegar a la Matanza. No se puede apreciar ahora, a 800 años de distancia del manuscrito, las peculiaridades de esa gran cuesta. […] El camino, seguido por los aragoneses, pensamos que fue el de “los negros”, en dirección a Mafraque y las Anguilas. Más adelante, en la propia crónica, de nuevo el Rey escribe: “Conversamos con ellos -se refiere a Miró y a otros tres hombres de la villa de Orihuela - y no fue poco lo que sus palabras nos pluguieron también y agradaron, cuando nos dieron a entender que dicho Rey de Castilla nos presentaría batalla al norte de Orihuela, en el campo de La Matanza, por donde teníamos que pasar.” Estos testimonios vienen a corroborar que debió de existir un camino o senda que uniera las poblaciones de Abanilla y Orihuela atravesando el Campo de La Matanza e inevitablemente esa ruta debía pasar por Mafraque. Así se sabe que el paraje de Mafraque fue el centro neurálgico de las vías de comunicación entre las poblaciones que se hallan alrededor de Abanilla. Por tanto podemos sospechar que los árabes llamarían a este paraje “el cruce de caminos”, Al Mafraq, que luego derivaría en El Mafraque y por último en Mafraque. 027

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de evolución 1945-2015.

1945

1956

1981

2003

2004

2005

2007

2009

2011

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. Según nos refiere el libro “Los regadíos medievales y su evolución histórica en el Bajo Segura”, se tiene constancia de que nuestra zona muestra una importante presencia antrópica desde la Antigüedad. En ella es indiscutible que se asentaron pobladores primitivos. El suelo, aunque no muy fértil, ha sido capaz de aprovechar la confluencia de los colectores principales de la zona. El riego característico de boquera o escorrentía concentrada, propio del paisaje propio del territorio, se relaciona con la pendiente y los conos de deyección de las ramblas próximas. Por tanto, también en dicha zona se podría incluir el paraje de Mafraque. Se ha sacado a la luz un yacimiento, el de Quibas, localizado en una cantera abandonada en la ladera sureste del extremo oriental de la Sierra de Quibas, en la pedanía de Barinas Ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC 01040), por su elevado interés paleontológico por su abundante y variada fauna (unas cincuenta y tres especies de reptiles, mamíferos, anfibios, aves, etc.), por la edad del yacimiento (finales del Pleistoceno Inferior, de 1,3 a 1 millón de años) y por la posibilidad de encontrar restos humanos. D. José Riquelme Salar, en su obra “Historia de Abanilla” señala que ya en el Neolítico, se destaca la presencia de pobladores en La Umbría, el Partidor y, muy especialmente, en Mafraque, por los hallazgos encontrados. Se trata, por ejemplo, de piedras talladas y pulimentadas, de diorita; pequeños objetos de sílex, de bronce u otro metal. La cerámica ya se encuentra entre los restos descubiertos. Ésta se caracteriza por ser de paredes gruesas en las que aparecen dibujos apenas esbozados. Las piezas se hallan expuestas en el Museo Arqueológico de Murcia (Sala IV).

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De nuevo en “Los regadíos medievales y su evolución histórica en el Bajo Segura”, se apunta que en la Edad del Bronce (entre 2250 y 1900 a.C.), el hombre busca las laderas de las colinas para establecer sus moradas. Se ha hallado un yacimiento, el de "El Morterico", cercano al Lugar Alto donde se encontraron fragmentos cerámicos, varios molinos barquiformes y fragmentos de hachas pulimentadas en porfirio y diorita que vinculan a esta zona con la cultura argárica caracterizada por el uso pleno del metal, el asentamiento de poblados en alturas naturales y el dominio de la metalurgia de fundición. En Mafraque se tiene constancia de la existencia de numerosas cuevas. Las mayorías de ellas se encontraban concentradas en un paraje denominado precisamente “El Cerrillo de las Cuevas”. Aún hace unas dos décadas éstas seguían muchas de ellas en pie. Pero, desgraciadamente, la práctica totalidad de las cuevas de la zona han sido destruidas cuando las maquinarias pesadas desmontaron las lomas en las que se encontraban para roturar el terreno para cultivo o construyeron en ellas balsas de almacenamiento de aguas para los regadíos de los nuevos cultivos. En el libro del doctor Riquelme Salar se afirma que los pobladores vivían en cuevas u oquedades cercanas a los cursos de agua, - se sobreentiende que se trataría en este caso el río-rambla Chícamo -. Continúa testificando que se han recogido punzones y espátulas de hueso, puntas de flecha, dardos, restos de lanzas,… A pesar del número importante de restos hallados en diversos parajes del municipio de Abanilla, entre ellos el de Mafraque, mucho de estos materiales se han perdido, quizás habría que añadir “o han sido expoliados por buscadores desaprensivos”, y muy pocos se pueden todavía examinar en el Museo Arqueológico de Murcia, en la Sala IV.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. En cuanto a la cultura ibérica (siglos V y VI a.C.), el Dr. José Riquelme Salar, en su libro “Historia de Abanilla”, nos refiere que se sabe a ciencia cierta de “la presencia de varios poblados que se asentaban, generalmente, sobre otros anteriores de origen calcolítico y argárico”. Seguramente estas áreas estarían ocupadas “por una familia y sus descendientes formando así una tribu que vivía en cordialidad con otros clanes de poblados próximos”. En estos lugares, Mafraque, Lugar Alto, El Morterico, Santa Ana, Sahués, Mascosa, La Umbría, El Jarea,… por ejemplo, desde hace 2300 años, se tiene constancia de la existencia de moradores. Sin embargo la zona de Abanilla donde más restos de esta cultura se han encontrado es la de Sahués, quizás por ser hasta entonces la parte del territorio más fértil, por la presencia de un curso de agua, más o menos caudaloso pero continuo y apropiado al desarrollo tribal. De acuerdo con lo expuesto en el libro “Los regadíos medievales” de Eugenio Marco Tristán y otros, “estos poblados ibéricos acostumbraban a situarse en cerros, al pie de sierras o en pequeños asentamientos campesinos semidispersos en las áreas aluviales y almarjaleñas: zonas que se inundaba periódicamente por las crecidas de las ramblas, sobre todo la escorrentía de Abanilla-Benferri”. En la época romana, sobreviene un gran desarrollo agrícola y social. Se introducen en Abanilla mejoras en las herramientas agrícolas, por ejemplo el arado, en las técnicas de cultivo y en los sistemas de irrigación y en nuevas variedades. 030

Abanilla, como los pueblos vecinos, dependió administrativamente de la provincia Citerior hasta el 27 a.C., de la Tarraconense hasta el 286 d.C. y de la Carthaginense hasta la reorganización visigodaPor otra parte, se cita en “La historia de Abanilla” que se sabe que muy cerca del término de Abanilla tenía que pasar una de las calzadas romanas más importantes -la Vía Pretoria- que enlazaba cerca de Montealegre del Castillo (AB) con la Vía Augusta, que llegaba hasta Tarragona. La Vía Pretoria conectaba Yecla y Pinoso con Cartagena, pasando por La Romana, Aspe y Elche (Illice). “Esta vía, como todas, estaba magníficamente cimentada, cubierta de losas de piedra, pero trabadas admirablemente, de tal suerte, que aún hay vestigios que denotan la solidez de estas obras.” Pero se supone que debió de haber una ramificación que enlazara ésta con las termas de Fortuna y de Archena. De haber existido dicha vía, debería de cruzar de Norte a Suroeste el término por la parte occidental del término de Abanilla -aproximadamente lo que hoy correspondería a la carretera C3223-, pero también es probablemente que lo cruzara de Oeste a Este, por la parte sur de Abanilla y, por ende, por Mafraque ya que, se supone, que ésta era el denominado “Camino de Orihuela” que parte de Fortuna y alcanza la localidad vecina alicantina y que pasa por la zona más meridional de Mafraque. Sin embargo, no se han hallados muestras de la presencia romana en Mafraque, aunque sí en otras zonas de Abanilla, principalmente en el Lugar Alto, Santa Ana y Sahués. Las razones que podrían explicar la ausencia de restos evidentes de la presencia romana en Mafraque pueden ser varias.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. Conforme nos refiere el Dr. Riquelme Salar, por un lado, “los asentamientos romanos buscaban terrenos elevados, colinas, “los castillejos” No es casualidad que algunos de los parajes se denominen así: el promontorio de Sahués o “Castillejos de Sahués”, o el Lugar Alto, ya en el núcleo de Abanilla, o el montículo de Santa Ana, cercano a lo población de Abanilla. En ellos se situaban los castros romanos que “eran recintos amurallados, con fortificaciones, que servían de vigilancia defensa y alojamiento”. Otro modelo de pequeña explotación agraria eran las villae, que se establecían junto al río Chícamo, y que, al parecer, permanecieron activas entre los siglo I d.C y el V d.C. con lo que se llegó a construir un proyecto de urbanización en la zona. El Dr. Riquelme señala que cabe destacar “el descubrimiento en 1957 de una villa rural romana en la pedanía de Sahués. En la Sala V, vitrina 6, del Museo Arqueológico de Murcia se puede admirar la base de una columna de piedra caliza, color crema, descubierta en la citada villa. Se hallaron dos basas de areniscas crema, doble toro y múltiples sillares. En la misma sala se puede admirar cinco monedas de cobre, una lucerna, de “tierra sigilatta” y un broche de adorno, que tiene una inscripción, con el texto: “Bacchus”. Por tanto, los romanos se asentaban muy cerca de cursos fluviales continuos. De éstos surgían canalizaciones (acequias y acueductos, como el de Sahués) para llevar el agua a sus huertas o para almacenarla en balsas o grandes cisternas para su posterior empleo. También usaban el agua como fuerza motriz para sus molinos harineros. En el curso del río Chícamo hay cinco de ellos. Es cierto que son de época más tardías, pero probablemente se hayan construido sobre restos de molinos romanos. Mucho más que la presencia romana va a ser la dominación musulmana la que va a marcar profundamente todo el territorio de Abanilla y, por consiguiente, el de Mafraque, especialmente en cuanto a su topónimo.

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En el siglo V, tras la caída del Imperio Romano de Occidente, los visigodos se hacen con el control de Hispania. Durante esta época, las tierras pertenecientes a la actual Abanilla dependerán del condado de Oróspeda, después 'Aurariola' cuya capital era Oriola (actual Orihuela). En 713, dos años después de la invasión árabe de la península ibérica, el conde visigodo Teodomiro firma con Abdelaziz un pacto por el que reconocía la soberanía islámica y se convertía en administrador del territorio comprendido entre las cuencas de los ríos Segura y Vinalopó a cambio del pago de ciertos tributos. Dicho territorio pasaría a denominarse "Cora de Tudmir". El califa Abderraman I conquista la zona definitivamente para los musulmanes en el año 779 instaurando una provincia con los términos actuales de Murcia y Alicante, cuya capital sería Aurariola -Orihuela- y que se mantendrá así hasta el año 1031. La principal referencia escrita de la época musulmana a Abanilla data del siglo XII y se debe al geógrafo Al-Idrisi, quien menciona las maravillas textiles que se fabrican en Albanyala, Albayada o Banyaliya, que eran las distintas denominaciones de Abanilla durante la dominación musulmana. De la época medieval musulmana es la "alcazaba" o castillo, construido en el denominado “Lugar Alto” probablemente sobre restos romanos. Al parecer debía de haber ocupado toda la parte alta del sector oriental del montículo. Era de planta ovalada y debió tener una longitud máxima aproximadamente de 100 m en sentido E-W y una anchura de 75 m en sentido N-S, con una superficie que rondaría los 6.000 m². Sus restos arqueológicos fueron catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC 01035) por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en 1997. A final del periodo musulmán, fuentes cristianas mencionan nuestra población como una aldea dependiente de Orihuela con su "castiello de Hauaniella" o "castro de Fabanella".

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. La llegada sustancial de grupos de campesinos musulmanes que van acondicionando su espacio rural supone el cambio más relevante que va a experimentar el territorio de Al-Banyala ya que se acondicionan nuevas tierras, se extienden los regadíos, articulando un sistema de irrigación genuino fruto de su experiencia en sus lugares de origen o procedencia. Las evidencias arqueológicas y documentales señalan la construcción de una verdadera red andalusí de la “huerta abanillera” desde la cabecera del río Chícamo, irrigada permanentemente hasta las zonas en las que el río pierde su caudal continuo y se transforma en rambla. Es probable que el área de Mafraque estuviera también incluida. En estas parcelas de Mafraque, los asentamientos de campesinos musulmanes no fueron, seguramente, tan importantes como en los otros lugares ya fuertemente poblados por los romanos de Al-Banyala, como Sahués o La Huerta. Sin embargo, se tiene sospecha de que en dicho paraje tuvo que haber población musulmana ya que, debajo de lo que hoy es el núcleo urbano de Al-Banyala cuando el río Chícamo se transforma en rambla, se sabe de la existencia de amplios espacios cultivados regados únicamente por las aguas eventuales llamadas “turbias” de las avenidas. El momento en que Mafraque, al igual que las otras áreas pobladas del término, se va a consolidar como enclave poblacional es a partir de mediados del siglo XI y sobre todo el siglo XII. Se producen entonces un masivo asentamiento clánico y tribal, tras la llegada de amplios grupos de inmigrantes, principalmente de bereberes, desde la etapa final del Califato y, sobre todo, a partir de la dominación Almohade. 032

De la importancia del poblamiento en la cuenca del río Chícamo y en sus espacios irrigados por la red de acequias y canalizaciones, lo demuestra las numerosas alquerías que jalonan los aledaños del valle del Chícamo, según evidencian los vestigios arqueológicos. Se ha descubierto cómo aprovechaban las aguas “turbias” acondicionando sistema de boqueras o escorrentías concentradas en los espacios irrigados de secano preparado para un cultivo de regadío de circunstancia. Las zonas que se podían regar se cultivaban; las de secano, apenas. En el libro “Los regadíos medievales” se reconoce que de los espacios antiguos irrigados por boqueras y fuentes, apenas si quedan exiguos restos. Únicamente se han preservado del impacto de la nueva agricultura la huerta de Abanilla. Un dato que podría confirmar la existencia de terrenos de cultivos en el área de Mafraque como en otras zonas hasta ahora bastante despobladas, es que cuando “los primeros colonos cristianos toman posesión, por repoblamiento de las tierras conquistadas o entregadas, éstas no son ni vírgenes ni improductivas. Se entiende que se van a asentar en un espacio rural ya organizado y con una agricultura irrigada. Los nuevos pobladores ocupan y construyen sus casas en las alquerías en torno a la cuenca del río Chícamo ya que existe la disponibilidad hídrica, la posibilidad de irrigación de esas tierras y la disposición de un hábitat preestablecido”, según se afirma en el libro “Los regadíos medievales y su evolución histórica en el Bajo Segura” En el siglo XIII, las tropas castellanoleonesas ocupan Murcia y su territorio (1243), en virtud del acuerdo firmado entre el príncipe Alfonso y el rey moro Mohamed ibn Alí, por el que el reino se entregaba en régimen de sumisión a Fernando III el Santo. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. En 1264 Alfonso X concede al noble aragonés Guillén de Rocafull el señorío de Abanilla en agradecimiento por su colaboración en las campañas para sofocar la rebelión de los mudéjares -musulmanes sometidos al dominio cristiano- en tierras castellanas. Esta donación no se hizo efectiva hasta el año 1304. En cuanto a lo que pudiera afectar al territorio de Mafraque, en el libro “Los regadíos medievales” se dice que “ya en el siglo XIII, según consta en el Libro del Repartimiento de Orihuela, en la 2º partición (año 1268), aparecen las cuadrillas en torno a Benferri-La Matanza, zona en la, con toda probabilidad, estaría incluido parte del área de Mafraque: En ellas, se menciona la cuadrilla de 1700 tahúllas (190,06 ha) desde el camino de Abanilla hasta la rambla y el término de Abanilla -esta zona mencionada se refiere, con seguridad, a Mafraque- y contaba con 90 pobladores; la cuadrilla de 450 tahúllas (50,31 ha), entre el camino de Abanilla hasta el Aljibe de la Torre de Benferri y término de Abanilla - aquí una parte de este territorio se enmarca en Mafraque- tiene 23 pobladores; una cuadrilla de 600 tahúllas (67,08 ha) al lado de la rambla de que viene de Fortuna hasta el Cabezo de la Matanza (Cabezo Gordo) - una parte de esta área pertenece a Mafraque y refiere que contaba con 35 pobladores”. En resumen, se hace referencia a que dicho territorio estaría cultivado -se habla de 2750 tahúllas (307,45 ha) de tierra de cultivo regables - y contaría con una población relativamente importante para la época ya que se cita que eran 148 habitantes. El siglo XIV supuso una continua disputa por las tierras de Abanilla entre las coronas de Castilla y la de Aragón. De nuevo, en “Los regadíos medievales…” se cita que “en el Libro del Repartimiento de Orihuela del año 1330, se hace referencia, en la séptima partición, a que el nuevo documento trata de reorganizar el reparto de tierras debido a que se había producido un desajuste y una fraudulenta ocupación de las tierras anteriormente adjudicadas con lo que se veían afectadas las propiedades de Abanilla, Benferri, el Campo de la Matanza” y no se cita pero se sobrentiende de Mafraque, también.

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En este Libro se describe la estructura técnica del sistema de “aguas turbias” o de escorrentía concentrada andalusí del río-rambla Chícamo y se reconoce como una red hidráulica que posibilidad la agricultura de regadío. Se crea en ese territorio, que en gran parte corresponde a Mafraque, un espacio irrigado en los que los azudes o rafas se van a fijar según las pendientes topográficas que recogían parte del caudal fluvial, configurando pequeñas huertas ordenadas en función de parcelas que siguen las curvas de nivel, en el entorno de los territorios de las alquerías. Otra peculiaridad de estas tierras regadas de esta forma era que el ritmo de aprovechamiento agrícola dependía del agua aportada por las crecidas y el grado de renovación de la fertilidad del suelo por la aportación de sedimentos tras cada inundación. En el siglo XV, el señorío de Abanilla se convierte en propiedad de la Orden de Calatrava cuya posesión hace efectiva en 1462. Durante los siglos XIV y XV, en el territorio de Mafraque, el sistema de presas de derivación-boqueras andalusí se complementa con el aprovechamiento de un sistema de fuentes denominadas de “Las Anguilas”, muy próximas al Cerrillo de las Cuevas, y situadas, en concreto, en la zona central del campo de Mafraque, apenas un kilómetro del caserío principal del mismo nombre y lindando con el término de Benferri y de Orihuela. Dicho sistema tuvo que perdurar durante muchos años ya que aún en 1968 se ha tenido constancia de que conservaba su antigua topografía y trazado.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. De acuerdo con el libro “Los regadíos medievales…” se refiere que “en las “Fuentes de las Anguilas”, el manantial desembocaba en un embalse artificial a partir de una presa, de piedra irregular y mortero de cal. El área de embalse era alargada y de 150 m². Regulaba el caudal de agua hasta canalizarlo a un perímetro de riego bastante regular y de poca pendiente, de 60 tahúllas (6,7 ha) de regadío permanente. Estas tierras beneficiadas por estos riegos tenían mayor valoración que las de un regadíos pluvial ocasional y estacional. Esto explicaría que el núcleo de población principal del territorio de Mafraque se encuentre justamente a tan solo un kilómetro de las “Fuentes de las Anguilas”. Los Reyes Católicos, en 1501, con motivo de la conversión en masa al catolicismo de los mudéjares, elevaron el rango de Abanilla de aldea a villa. Las consecuencias fueron la sustitución de la Aljama por un Concejo municipal. Sobre la antigua mezquita se consagró la iglesia de San Benito de estilo gótico. En documentos de los siglos XV y XVI, se hace referencia a que la integración y ampliación de los nuevos sistemas y de las áreas individualizadas de riego dieron como consecuencia el desplazamiento progresivo de una parte de los habitantes del núcleo urbano de Abanilla hacia la zona de Mafraque.

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En los perímetros irrigados de Mafraque, el agua se captaba mediante barreras de deriva lateral, llamadas también azudes o rafas. En el libro “Los regadíos medievales…” se explica que “éstas se debieron construir con materiales no permanentes. Según documentos medievales eran diques de tierra y piedra sobre armazón de ramas o vigas de madera. Los azudes conservados hasta ahora en el río-rambla del Chícamo están construidos de obra con mortero de cal y piedra irregular o de sillares y no aparecen hasta el siglo XV y XVI cuando se produce la privatización y la señorialización del sistema hidráulico. En este momento se origina un mayor crecimiento demográfico y de la zona irrigada” No es descabellado suponer que Mafraque, entonces, comenzara a convertirse en el asentamiento más poblado de la zona sur del actual término de Abanilla. La expulsión de los moriscos -los antiguos mudéjares bautizados- decretada por Felipe III a principios del siglo XVII supuso un gran descenso demográfico en nuestro municipio que tuvo graves consecuencias económicas de las cuales tardaría en recuperarse. Esta situación cercenará el desarrollo del núcleo principal y de todas las áreas pobladas del municipio, incluida Mafraque. A partir de entonces, esa zona sufrirá, como el resto del término, un espectacular descenso demográfico y un irrecuperable retraso cuyas consecuencias, quizás, todavía perduran. La expulsión morisca trae consecuencias desastrosas para Abanilla y el valle del río Chícamo. Poco a poco se irá reestructurando. La población del núcleo se redujo a 180 cristianos. A partir de entonces se buscará atraer a repobladores ofreciéndoles incentivos. Pero la recuperación será muy lenta. El siglo XVIII es trascendental para la historia de Abanilla. Urbanísticamente se supera el trazado medieval, se rebasan los límites impuestos por la antigua muralla y se construyen nuevos edificios. En 1709 se consagra la iglesia parroquial de San José y en 1762 se termina el Ayuntamiento. De esta época son también las Casas señoriales Pintada y Cabrera.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. A partir de este siglo, se amplía el dominio agrario de Abanilla. La disponibilidad de nuevas tierras como consecuencia de las desamortizaciones comienza a atraer a una población forastera. Este nuevo espacio corresponde a las nuevas realidades agrarias y poblacionales al sur del núcleo urbano de Abanilla. El territorio regado se sigue extendiendo mediante la construcción de un nuevo sistema de captaciones o azudes, cauce arriba del río y de la Huerta de Mahoya. En “Los regadíos medievales…” se apunta que “a la altura del lugar llamado Mardí de Mahoya (actual Madriles) y Muzarra, de Sahués, se construye un azud de sillería cuyos restos todavía subsisten. Las aguas captadas por él se conducían por un extenso sistema de acequias, acueductos y minas, por la margen izquierda, hasta los parajes de Santa Ana, la Cruz, Campillo alto y bajo, Maeque, Charco, Mafraque y Binaranja, donde regaban las fincas propiedad de los hacendados que financiaron la construcción de dicha infraestructura”. Continúa el libro explicando que “las aguas que captaba este azud eran las escorrentías de las ramblas de Balonga, El Zurca, Mascosa y las filtraciones de drenaje del río Chícamo. Según las investigaciones de José Tenza Lajara y Patricio Marín Aniorte, las obras comenzaron en 1788 a cargo del arquitecto Benito Bolarín. Sin embargo, un siglo más tarde, unas fuertes lluvias torrenciales destruyeron considerablemente parte de las conducciones. Al no llegarse a un acuerdo para su reconstrucción, sólo funcionó parcialmente. Este azud estuvo en funcionamiento hasta la década de los ochenta cuando se abandona definitivamente. El agua se destinaba principalmente a regar palmeras y alfalfa. A partir de este momento las aguas que servirán para regar la zona de Mafraque serán las aguas del trasvase Tajo-Segura.

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En cuanto a los cultivos que se dieron en la zona de ámbito de regadíos y de secano mejorado, tras la conquista cristiana debemos destacar los policultivos de cereales -trigo, cebada, centeno, alcandía… a los que se suma la ampliación de la viña y bancales plantados de oliveras e higueras ya que se podían aprovisionar de aguas irrigadas en la época andalusí por la red de boqueras derivadas del Chícamo. En otras zonas de menor aprovechamiento hídrico, se utiliza el agua para poner en cultivo tierras que serán apropiadas y explotadas por familias que forman una alquería. Un aspecto importante que se da en el territorio de Mafraque es la ganadería, sobre todo después de la conquista cristiana. En el libro “Los regadíos medievales…” se cita que en el Libro del repartimiento de Orihuela, se marca la presencia de la ganadería y de su aprovechamiento y del control de los pastos silvestres. Esa es la razón por la que desde el principio se marcan los límites y pasos de las cañadas ganaderas y se establecen como zonas de pastos áreas especiales como las dehesas y herbajes comunes. Y en el mismo libro más adelante se especifica que “por otra parte, los rebaños eran muy numerosos y extensa la superficie de pastos: montes, ramblas, cauces… El estiércol es un subproducto ganadero importantísimo, pues es considerado una fuente de abono natural, de materia orgánica, para las tierras hasta que se descubre los abonos minerales”.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. En este siglo XVIII se produce el resurgir económico de Abanilla. Las razones son el carbón, la madera de sus montes y las manufacturas del esparto y, por supuesto, la barrilla, para la obtención de la sosa, y los productos hortofrutícolas de su huerta. Las piedras de sus canteras abastecen importantes obras, como la Catedral de Murcia, de Orihuela… De sus montes cubiertos de árboles, llega la madera y el carbón al Arsenal de Cartagena y la sosa de la barrilla se llevaba a exportar al puerto de Alicante. Todo ello trajo como consecuencia una sustancial mejora en los caminos y vías de comunicación que posibilitaron su transporte. La industria del esparto, que se dedicaba especialmente a la confección de “cofines” para las almazaras, alcanzó su época de esplendor desde mediados del siglo XIX hasta la década de los setenta del siglo XX, cuando se derrumbó al ser sustituido el sistema de prensado por el de centrifugado, en la obtención del aceite. En 1820 se inician en España las desamortizaciones, proceso por el cual la acción estatal convirtió en bienes nacionales las propiedades y derechos que hasta entonces habían constituido patrimonio de diversas entidades civiles y eclesiásticas. Enmarcado en este proceso se produjo definitivamente el desligamiento de Abanilla de la Orden de Calatrava en 1856 lo que supuso su integración plena en la vida nacional.

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A finales del siglo XIX Abanilla superaba los 7.000 habitantes. Su actividad económica principal ha sido tradicionalmente la agricultura, complementada con la fabricación de productos elaborados a partir del esparto, aquí llamado "cofín", como prensas para molinos aceiteros, cestos, esteras, garbillos, cordelería, etc. normalmente realizados por mujeres. Esta industria artesanal, que se remonta a época morisca, tuvo gran importancia hasta la segunda mitad de siglo XX cuando, con el auge de las nuevas tecnologías del plástico, prácticamente desapareció. En la década de 1930 Abanilla se mantenía con una población de 7.000 hab. Llegó a tener 8.500 hab. en la década de 1960. Actualmente roza los 6.800 hab. debido a la decadencia de la industria del esparto, la emigración exterior a Francia, sobre todo, pero también interior, como a diversas zonas del litoral mediterráneo (Barcelona, Valencia, Alicante…). Entre los siglos XIX y mediados del XX, se produce una emigración temporera a Argelia y a países de América del Sur. Esos movimientos migratorios no son exclusivos del núcleo urbano de Abanilla. Otras zonas del municipio, incluida Mafraque, sufrieron, si cabe más, los procesos de pérdida de población. A estas causas ya citadas, habría que añadir en lo concerniente a Mafraque que la falta de un caudal regular de agua que asegure cosechas suficientes, los tipos de terrenos pocos productivos que obligan al agricultor a abonar sus tierras con productos cada vez más costosos, las escasas y deterioradas vías de comunicación que unen, en esa época y hasta hace bien poco tiempo, Mafraque con los núcleos circundantes más importantes y sobre todo con Abanilla, la existencia de necesidades de nuevos servicios que no se pueden encontrar en la pedanía, como por ejemplo, los sanitarios: un centro de salud, una farmacia,…; educativos, como una escuela -aunque había una en Mafraque, pero sólo alcanzaba un nivel educativo básico-, biblioteca, librerías,…; comerciales: como tiendas de cualquier género o servicios lúdicos…va a desembocar en la paulatina pero constante disminución de la población de Mafraque.

Hoy todavía quedan algunos habitantes en Mafraque. Según el Diccionario Geográfico de España de 1956, de Pascual Madoz, Mafraque tenía 198 habitantes y 69 edificaciones. De acuerdo con el Padrón Municipal de Habitantes a 1 de enero de 2005, en Mafraque se contabilizaba 31 habitantes de un total de 6.265 del municipio. Es el 0'5 % de la población total. Todavía quedan algunos habitantes en Mafraque, según el Padrón Municipal de Habitantes de 2014, la pedanía contaba con 69 habitantes lo que supone el 1'5% del total de la población que ascendía a 6435 hab. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. La Cruz de Calatrava. La Orden Militar de la Caballería de Calatrava tuvo su origen en el castillo de Calatrava la Vieja, a orillas del Guadiana, cerca de Carrión de Calatrava (Ciudad Real) en 1158. En 1217 pasó al castillo de Calatrava la Nueva en las estribaciones de Sierra Morena, cerca de Aldea del Rey (Ciudad Real). De las cuatro principales órdenes militares -Alcántara, Calatrava, Montesa y Santiago-, es la primera que se fundó creadas para ayudar a los reyes cristianos en la Reconquista. Fue fundada en 1158 por Raimundo Serrat, abad de Santa María de Fitero (Navarra) y por fray Diego Velázquez, con el fin de recuperar y defender el castillo de Qal' at Rabah, en la frontera con Al Andalus, a orillas del río Guadiana, en el camino de Córdoba a Toledo (cerca de Carrión de Calatrava). Este lugar había sido defendido por los Templarios y abandonado en un ataque de los sarracenos. Obtuvo la aprobación del Papa en 1164 y la Bula de confirmación en 1187. En lo que respecta a Abanilla y su término, éste fue entregado por el infante don Alfonso a la Orden de Santiago; La Orden de Calatrava no intervino en la reconquista de Murcia, sus principales encomiendas estaban en La Mancha y Andalucía. Abanilla pasó bajo jurisdicción de la Orden de Calatrava no por conquista sino por permuta. Don Guillén de Rocafull y Gil, señor de Abanilla, hace testamento en 1318 y dona todos sus bienes a la Orden de Calatrava. Antes de su muerte hace un nuevo testamento a favor de su hijo e invalida la donación a la Orden. En 1357, don Ramón de Rocafull, IV señor de Abanilla, al no tener hijos varones dona todos sus bienes a la Orden de Calatrava. Dicha donación no se hace efectiva ya que Abanilla pasa, entonces, a depender de la Corona de Aragón (1365).

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En 1380, Leonor de Rocafull, hija de Guillén de Rocafull y esposa de Juan González de Avellaneda, pleitea y consigue invalidar la donación de su padre a la Orden. Recupera el señorío y Abanilla vuelve a depender de Castilla. Los caballeros de Calatrava, debajo de la túnica y como hábito religioso llevaban un escapulario. El maestre don Gonzalo Núñez creyó que aquello no diferenciaba bastante a los caballeros de los seglares y obtuvo del pontífice Benedicto XIII que, en su lugar, ostentaran una cruz colocada sobre las vestiduras, cruz emblemática que se pusieron todos por primera vez el 1 de noviembre de 1397, solemnidad de Todos los Santos. Se adoptó como insignia la cruz griega flordelisada en gules (rojo). Los Reyes Católicos efectuaron su incorporación a la corona de Castilla en 1487 y, a partir de entonces, el Rey fue el gran maestre de la Orden. Actualmente tiene carácter honorífico. En 1433, Rodrigo de Avellaneda y Rocafull vende al doctor Diego González de Toledo el señorío de Abanilla, pero éste efectúa un cambio de posesiones con la Orden de Calatrava, en la que le permuta Abanilla. Pero ésta es ocupada por Diego Fajardo, mayordomo de Juan II (rey de Aragón y Navarra). En 1462, el maestre de la Orden, don Pedro Girón Pacheco, reivindica Abanilla para la Orden. Obtiene el permiso y la ocupa por la fuerza. En 1501, los Reyes Católicos conceden a Abanilla el rango de villa. Todas las órdenes militares dependían de Roma. Así quedaban exentas de la jurisdicción ordinaria. El 14 de julio de 1873, por la Bula “Quo gravius”, queda suprimida la jurisdicción eclesiástica especial. Con las desamortizaciones del siglo XIX, las órdenes militares quedan reducidas a corporaciones honoríficas. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. La Cruz de Calatrava. La impronta que ha dejado la presencia de la Orden de Calatrava en el municipio de Abanilla se ve reflejada en numerosos edificios, pinturas, en la propia bandera del municipio y en otros elementos. Estos símbolos de identidad sirven para recordar que el territorio perteneció a la Orden de Calatrava que imponía su sello recordándolo en cualquier lugar. La cruz de Calatrava aparece en algunos edificios religiosos del núcleo principal y de las pedanías. Se hallan omnipresentes en el templo parroquial de San José, en Abanilla, que contiene numerosas iconos que recuerdan bajo qué Orden militar estuvo la villa durante varios siglos: en la portada, en las columnas interiores, en las pechinas, en el rosetón, en el altar mayor… Otro edificio religioso en el que se aprecia claramente su presencia es en la iglesia de La Cañada de la Leña, por ejemplo en la cruz que corona el campanario. También aparecen variantes de esa misma cruz de la Orden de Calatrava pero más estilizadas en las ermitas de la Casa Cabrera, en la de San Pascual y en la de El Tollé. Aunque muchas de ellas ya han desaparecido, las cruces que coronan los edificios religiosos, en sus campanarios, estarían también presentes en la propia parroquia de San José, y en las ermitas que se hallan en las distintas pedanías. Sólo se conservan las ya citadas de La Cañada de la Leña y San Pascual

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Por otra parte, dicha cruz también solía colocarse encima de algunas construcciones muy significativas para las gentes de antaño. Por ejemplo, la cubierta de los aljibes y de los pozos solían tener encima una cruz, en este caso de la Orden de Calatrava. Así lo refiere, por ejemplo, Antonio Tristán, antiguo morador de Mafraque que reside en Abanilla, quien entre sus explicaciones sobre dicho paraje, comenta que el aljibe del caserío de Mafraque estaba coronado con una cruz de hierro cuyas aspas, según describió, correspondería exactamente a la de Calatrava, “igual que la de San Pascual” dijo él. Desgraciadamente muchas han desaparecido. “Se lo han llevado todo” comentó él en tono resignado. En un recorrido por las distintas pedanías de Abanilla, en las que se fotografiaron numerosos aljibes y pozos no se ha descubierto ninguno con su cruz, ya sea la original -muy improbable que se mantuviera- o una sustitución de la misma. Todas las pedanías y caseríos recorridos contaban con pozos y aljibes. Todos ellos tendrían una cruz, probablemente de Calatrava, unas de hierro y otras de obra- coronando la construcción. Sin embargo sólo se aprecia, en numerosos pozos y aljibes la presencia de la huella, la hendidura de lo que debió de ser el brazo de una cruz.

Croquis de aproximación según testimonio de Antonio Tristán Cutillas. Víctor Martínez Pacheco.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Marco histórico. La Cruz de Calatrava. Catálogo.

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El Tollé.

La Cañada de la Leña.

Ermita de San Pascual

Ermita de Santa Ana

Fot. Víctor Martínez Pacheco

Fot. Víctor Martínez Pacheco

Fot. Víctor Martínez Pacheco

Fot. Víctor Martínez Pacheco

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. La era de trillar. Según la Real Academia Española de la Lengua, la era, del latín área, es el espacio de tierra limpia y firme, algunas veces empedrado, donde se trillan las mieses. En otro diccionario, podemos leer, además, que es un lugar en el que se realizan diversas funciones. En un municipio eminentemente agrícola como Abanilla, con numerosas pedanías e incontables caseríos desperdigados por su término era evidente la presencia de eras en los mismos. Sin embargo, en las visitas a las distintas pedanías y caseríos, se ha verificado que las eras han desaparecido prácticamente. Apenas si se vislumbra que en tal o cual caserío se debió de ubicar una era que fue durante años el centro de la vida del mismo. En algunos casos se han perdido completamente, apenas si se puede sospechar que allí hubo una. Han sido sustituidas por un aparcamiento, por una zona de recreo, por un pequeño jardín o parte de ellas ha sido incorporada a la vivienda anexa. En otros casos, aún se advierte su presencia y sus contornos pero ha sido invadida por la maleza, se ha convertido en escombrera o una buena parte de su superficie se ha dedicado a cultivos o al arbolado. La era de trilla, como se le conoce, era un terreno generalmente circular. Sus dimensiones eran variables pero su forma convenía que fuera circular ya que, como mínimo debía tener la anchura suficiente como para que un trillo tirado por una mula pudiese girar, dando vueltas sobre su superficie, durante horas, sin forzar demasiado en las curvas para que el animal trabajase cómodamente.

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En su mayoría, solían estar empedradas con cantos rodados del tamaño de un puño o aprovechando una roca que aflorara y firmemente compactada y regada muy a menudo, donde se trillaban los cereales y después se aventaban para obtener el grano. Estas eras se encontraban situadas muy cerca de los caseríos y en lugares accesibles desde las distintas zonas de cultivo. Se construían con una ligera pendiente con el fin de evitar que se encharcaran con las lluvias. Para evitar los desniveles y evitar que se inundara por las escorrentías que pudieran formarse con la lluvia, se solían construir rodeándolas de un murete, que además ayudaba a su conservación. Su construcción se solía realizar en lugares altos, cuando era posible. De este modo se aprovechaban los vientos suaves y constantes que iban a facilitar la labor de aventar y separar el grano de la paja, una vez que había terminado el trabajo de la trilla. Para guardar el grano ya en sus sacos se disponía de una cambra o habitación amplia y diáfana en la planta primera de la vivienda abierta para poder permitir la circulación del aire y mantener fresco los alimentos pero tapadas las ventanas con tela metálica que evitara las alimañas y los roedores. Junto a la era solía construirse un cobertizo anexo a la vivienda cuyo cometido era para guardar el trillo o máquina de trillar. Trilladoras Fot. www.monografias.com

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. La era de trillar. En el artículo “Mahoya y su historia” publicado en el libro de la Asociación Musa Ben Nusayr, Antonio Martínez Ramírez señala que “Entre los meses de junio y julio llegaba el tiempo de la siega […] Trabajo duro bajo el sol implacable. A la sombra, la cántara de agua ofrecía el único refresco a kilómetros. Sobre las espigas el monótono sonido de la hoz marcaba el ritmo de las horas […] La trilla era un trabajo más descansado, pero al final, el calor resultaba asfixiante. En las eras los trillos danzaban en círculo al ritmo de las canciones reposadas y temblorosas, por el vaivén, de quienes trillaban. Los niños, subidos en el trillo en pequeñas sillas, disfrutaban como si de una atracción ferial se tratase. El cantar trillando, cobijados bajo un sombrero de palma, ayudaba de alguna manera a aliviar el calor y las penas. Con el paso de los años, del trillo se pasó a las trilladoras movidas por la acción de una polea acoplada a un tractor o mediante otros motores.” Pero también se seguía realizando esta tarea en las eras. La era, en Abanilla, igualmente está muy vinculada no sólo al trigo y los cereales en general, sino también al esparto. La historia reciente de Abanilla no se puede comprender sin reconocer lo que supuso en su día la industria del esparto. Ésta creó la base de un trabajo colectivo ya que prácticamente todas las familias tenían uno o varios de sus miembros trabajando en el esparto en cualquiera de su fase. Esta industria atrajo también a otras personas de las localidades circunvecinas, para trabajar o aprender de sus técnicas y modelos de fabricación. Abanilla se convirtió entonces en un referente a nivel regional y nacional. Se llegaron a exportar a países sudamericanos algunos de sus productos, por ejemplo, las esteras. El paisaje más frecuente en esta zona lo componen lomas soleadas y desprovistas de árboles. En estos suelos, que suelen ser margosos y arcillosos, predomina el esparto (Stipa Tenacissima). En algunas ocasiones es un vestigio de las plantaciones realizadas cuando configuraba la materia prima imprescindible para la fabricación de calzado, tejidos, cestos, serones, etc. Una planta similar, sustitutiva del esparto, fue el abardín (Lygeum spartum).

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La industria del esparto fue la principal actividad económica de Abanilla hasta la primera mitad del siglo XX. Se elaboraban, como se ha citado utensilios domésticos, pero, en su mayoría, los productos eran destinados a las prensas para hacer aceite de oliva en las almazaras. A eso se le conocía con el nombre de capacho o cofín, términos que derivan del latín. La tradición de trabajar esa planta proviene de los moriscos, quienes elaboraban las suelas de sus esparteñas o calzado de este material. Según datos estadísticos, hasta 60.000 cofines se hacían al año en Abanilla. La industria empleaba a más de 1.500 mujeres, que sufrían unas durísimas condicionales laborales, y que trabajaban en los 22 talleres y almacenes que existieron en todo el término municipal. En el libro de Fiestas de Abanilla de 2014, José Miguel Martínez en su artículo “La cofineras y capacheros” refiere los siguiente: “La labor empezaba en la penosa y agotadora arrancada de la materia prima en los montes del antiguo Campo Espartario [de los romanos], al que pertenece nuestro pueblo, Tras el cual se hacían las tendías al sol [en las eras] durante un tiempo para su blanqueo y curado, atándolos luego en galbones de nueve manojos para transportarlos a los depósitos y almacenes. Allí eran distribuidos `por los patronos e Mujer intermediarios a los que acudían las cofineras a retirar el esparto que calculaban podían necesitar para trabajando el esparto la semana…”). Fot. Libro Historia de Abanilla

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. La era de trillar. Catálogo en los caseríos de Abanilla. Balonga

Casa de El Fraile

La Cañada de la Leña

Mafraque

El Tollé

El Algarrobo

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El Cantón

El Chícamo

El Partidor

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Láminas FEUE. (anexo I)

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría.

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Sección horizontal. Cota + 1.00m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría.

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Sección horizontal. Cota + 1.50m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría.

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Sección horizontal. Cota + 4.50m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría.

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Sección horizontal. Cota + 6.50m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría.

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Planta de cubiertas. Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría. C

C´ E

B

D A´

Alzado sur-este. Sección A-A´. Escala1:200

A

Alzado sur-este. Sección B-B´. Escala1:200

Sección patio. Sección E-E´. Escala1:200

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Alzado sur-este. Sección C-C´. Escala1:200

Alzado sur-este. Sección D-D´. Escala1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Definición gráfica. Planimetría.

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Aproximación al conjunto construído. Planta de cubiertas. Escala 1:200 Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis patológico.

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Planta de cubiertas. Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de vistas. Visibilidad en el acercamiento al Caserío.

1945

1956

1981

2003

2004

2005

2007

2009

2011

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de lo intangible.

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Saura Mira, "Lo Fantasmal", Viajes por las pedanías de Abanilla.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de lo intangible.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de lo intangible.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Catálogo de caseríos en Abanilla. Balonga

Cantaelgallo

Casa Cabrera

Casa de El Fraile

Collado de Los Gabrieles

El Algarrobo

El Cantón

El Chícamo

El Partidor

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Catálogo de caseríos en Abanilla. El Salado Bajo

El Tollé

La Cañada de la Leña

La Umbría

La Umbría de la Zarza

Llano de Sahués

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Macisvenda

Ricabacica

Salado Alto

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Catálogo de caseríos en Abanilla.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. El aljibe. Las infraestructuras destinadas a almacenar agua de lluvia para el abastecimiento de las personas y del ganado forman uno de los elementos del paisaje semiárido de sureste español. El interés por la acumulación artificial de agua aparece ya en la época romana y se desarrolla durante la árabe. Los primeros le llaman piscina o cisterna, si se cubría; los árabes, alberca o aljibe respectivamente. El aljibe, que procede del árabe al-yubb, es un recipiente excavado total o parcialmente, donde se almacenan las aguas y que generalmente aparece cubierto por una bóveda. La escasez de recursos hídricos en las tierras de Abanilla, con cursos prácticamente secos o con caudales muy reducidos obliga a aprovechar al máximo cualquier volumen para el suministro de la población. Así los caudales de fuentes y manantiales o los obtenidos de las lluvias torrenciales son hábilmente conducidos hasta los aljibes. Los aljibes, alimentados por las aguas de escorrentías procedentes de las laderas de las sierras de Abanilla tejen una red hidráulica a lo largo de todo el territorio municipal. Además de vaso de almacenamiento -el aljibe- también necesita de otros elementos necesarios para su correcto funcionamiento: alterar el espacio para poder recoger el agua de la lluvia, en las vertientes de alimentación con conducciones (boqueras, agüeras o acequias) que llevarán el agua hasta el depósito: Pero además es imprescindible la poceta de decantación de los materiales sólidos y, por último, el brocal para acceder al agua del aljibe. Aparecen entonces elementos como la pileta, el abrevadero,… El aprovisionamiento se realiza mediante la captación de agua de lluvia. En el medio rural, en las casas de labor o los caseríos aislados, el aljibe se encuentra adosado a uno de los muros de la vivienda principal.

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El decantador o depósito para arrastres sólidos es una especie de balsa pequeña, situadas anexa al aljibe y por la que tienen que discurrir las aguas para penetrar en él. En Murcia se le llama “recibidor”. Su cometido es el de llevar a cabo la decantación de la carga sólida, tanto de arrastre como de suspensión. Que lleva el agua, ya que la base del recibidor se encuentra a un nivel inferior al del orificio de entrada de aguas al aljibe. A veces se utiliza vegetación natural como filtro. Se colocan plantas leñosas que retienen la carga sólida arrastrada por la escorrentía. La mayor parte de los aljibes suelen presentar una segunda abertura que funciona como aliviadero o rebosadero. Las aguas sobrantes son llevadas a un pequeño embalse artificial que sirve para abrevadero a los ganados o hacia los campos de cultivo más cercanos. Existen tres tipos de aljibes. Los aljibes de jarra o de botella, los de pozo y los de cisterna. Su construcción depende del emplazamiento, de las necesidades de los usuarios y de las posibilidades de alimentarlo.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. El aljibe. Los aljibes de jarra y los de pozo aparecen normalmente en las casas de labor para el abastecimiento de sus habitantes y de los animales. Su capacidad oscila entre los 15 y 20 m³. Los aljibes de cisterna presentan vaso en forma de paralelepípedo rectangular o cuadrado y se hallan tanto en caseríos como aislados en el campo. El cubrimiento del vaso descubre una gran diversidad, desde cubrimientos planos hasta cerramientos abovedados. En los primeros, los muros del aljibe sobresalen del nivel natural del terreno; la techumbre puede ser plana o inclinada. Los abovedados son más frecuentes. Se trata de una bóveda de cañon. La superficie abovedada puede arrancar del nivel natural del suelo o, como en los aljibes de cubierta plana, descansar sobre la prolongación de los muros del vaso. Los aljibes de cisterna `presentan su fondo plano, pero es muy habitual un cierto declive hacia el brocal o un pequeño escalón en esta zona, para aprovechar al máximo el agua almacenada. Los aljibes de cisterna han sido, tradicionalmente, aljibes ganaderos, vinculados a rutas y caminos pastorales. Eso ha motivado más de una disputa entre agricultores, pastores y arrieros.

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Los aljibes se construyen con obras de fábrica de características diferentes, sobre todo mampostería con mortero de argamasa, tanto en los muros como en las bóvedas. La impermeabilización interior como exterior se consigue con un jaharrado a base de arenas o arcillas muy finas, que como pátinas recubren las diferentes superficies. La extracción del agua del aljibe se realiza mediante el brocal que pueden estar cubiertos o no con obras de fábrica. Los aljibes suelen disponer de brocales en forma de caseta de base cuadrada, con una portezuela y con cubierta a dos o a cuatro aguas o con forma de cúpula. En el interior, se sitúa un travesaño del que pende una cuerda y en uno de cuyos extremos se sujeta el cubo. En ocasiones se sitúa también una polea para facilitar la extracción del agua. Algunas casetas disponen en su interior de una especie de pila con un orificio de salida al exterior que descarga en un pequeño recipiente o en un abrevadero. En el aljibe de cisterna, los brocales se suelen situar en uno de los lados más pequeños del paralelepípedo. Hay aljibes cuyos brocales son simplemente una abertura o vano con una portezuela en el lateral de la bóveda, en cuya parte superior se sitúa el travesaño del que pende el cubo. Junto a los aljibes aparecen: piletas, para el lavado de los utensilios caseros, pilas para lavar la ropa y casi siempre abrevaderos para el ganado.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. El aljibe. Catálogo de aljibes en Abanilla. Balonga.

La Cañada de la Leña.

Collado de Los Gabrieles.

Casa Cabrera.

Los Carrillos.

La Umbría.

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Ricabacica.

El Tollé.

La Umbría de la Zarza.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Catálogo de bienes inventariados de Abanilla.

Castillo de Abanilla. Protección BIC

Castillo de Santa Ana. Protección BIC

Iglesia de San José. Protección BIC

Anexo de la Encomienda. Protección 2

Fot. www.abanilla.net

Fot. www.descubriendomurcia.com

Fot. Dirección General de Bienes Culturales

Fot. Dirección General de Bienes Culturales

Ayuntamiento. Protección 2

Capilla Casa Cabrera. Protección 2

Casa Cabrera. Protección BIC, 2

Casa frente ayuntamiento. Protección 3

Fot. Dirección General de Bienes Culturales

Fot. Víctor Martínez Pacheco

Fot. www.regmurcia.com

Fot. Víctor Martínez Pacheco

Casa frente parroquia. Protección 3

Casa Pintada. Protección BIC, 2

Escalinata Corazón de Jesus. Protección 3

Palacio de la Encomienda. Protección 2

Fot. Dirección General de Bienes Culturales

Fot. Dirección General de Bienes Culturales

Fot. Víctor Martínez Pacheco

Fot. www.regmurcia.com

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Rehabilitación S(ch)austall, Alemania | 2008 | Naumann.architektur El proyecto interviene en una antigua pocilga construída en 1780 parcialmente destruida durante la Segunda Guerra Mundial, reconstruido y reutilizado con el paso del tiempo. Se plantea un programa de una sala de exposición. La propuesta se trata de una caja dentro de una caja. La primigenia, de piedra, y la nueva, idéntica de madera, en su interior.

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Naumann.architektur. (2008). "Rehabilitación S(ch)austall, Alemania". Disponible en: http://www.tectonicablog.com/docs/tectonica_fnp_rehab%20red.pdf [Accesado el día 15 de marzo de 2015] Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Hotel en las ruinas de la Cartuja de Valldecrist, Castellón | 2012 | José García Soriano Con la desamortización de Mendizábal la Cartuja fue cambiando de manos, convertida en cantera y sometida a un expolio constante, encontrándose en ruina desde el siglo XIX. Se plantea un programa de hotel con habitaciones en torno al claustro, un restaurante en la hospedería, salones en las dos iglesias y campos de cultivo. La intervención parte del estado continuado de ruina del edificio: no queda nadie que pueda recordar cómo fue, para la gente son sólo restos. Por tanto el proyecto no busca la recuperación de la volumetría ni su uso, utilizándose la madera para integrarse en los restos de forma visual pero no formal. 068

Se sigue un nuevo trazado poliédrico que contrasta con la irregularidad del edificio preexistente. Como testimonio, una de las celdas se deja en ruinas y otra se reconstruye.

García Soriano, Jose. (2012). "Hotel en las ruinas de la Cartuja de Valldecrist, Castellón". Disponible en: http://hicarquitectura.com/2013/06/jose-garcia-soriano/ [Accesado el día 10 de mayo de 2015] Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Centro social-deportivo y alojamiento en Jánovas, Huesca | 2013 | Carlos Pacheco El pueblo de Jánovas es abandonado por la inminente construcción de una presa. Se plantea un programa en la zona a restaurar de: taller, almacén de canoas, salas de exposición, saunas; y de nueva planta de: instalaciones, comedor cocinas, salones sociales y habitaciones. La propuesta se fundamenta en la forma vernácula, que se busca recuperar, y la potenciación del particular contexto paisajístico que ha surgido con el abandono del pueblo.

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Pacheco, Carlos. (2013). "Centro social-deportivo y alojamiento en Jánovas, Huesca". Disponible en: http://hicarquitectura.com/2013/10/carlos-pacheco-centro-social-deportivo-y-alojamiento-en-janovas-huesca/ [Accesado el día 8 de abril de 2015] Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Centro de Interpretación de la Resina, Valladolid | 2014 | Óscar Miguel Ares

Se plantea un programa de edificio polivalente, almacén de aperos, espacio de formación, talleres, instalaciones y oficinas. Se busca la recuperación formal del edificio mediante referencias a elementos como la cubierta a dos aguas.

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Miguel Ares, Oscar. (2014). "Centro de Interpretación de la Resina, Valladolid". Disponible en: http://www.metalocus.es/content/es/blog/centro-de-interpretaci%C3%B3n-de-la-resina-por-%C3%B3scar-miguel-ares [Accesado el día 8 de abril de 2015] Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Masía de la Artejuela, Castellón | 2006 | Carla Mata Amigó

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Masía de la Artejuela, Castellón. Estado inicial.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Masía de la Artejuela, Castellón. Programa.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Masía de la Artejuela, Castellón. Propuesta.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis de intervenciones. Masía de la Artejuela, Castellón. Propuesta.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Análisis DAFO.

DEBILIDADES

AMENAZAS

Acceso por caminos secundarios

Alto grado de deterioro general

Desconocimiento de la importancia de este paraje

Pérdida inminente de un referente fundamental de la memoria

Mucho tiempo en estado de abandono

histórica de Abanilla

Cambio de estilo de vida que hace incompatible su rehabilitación con el programa original

Varios herederos diferentes, lo que dificulta el sentimiento de valor propio

FORTALEZAS

OPORTUNIDADES

Excepcional interés etnológico

Posibilidad de rutas de senderismo

Contenido de elementos decorativos de elevado interés

Su conservación ayudaría a transmitir gran cantidad de valores

Se conserva gran cantidad de la complejidad volumétrica

tradicionales

Protección visual

Nuevos programas que permitan comprender el entorno de Abanilla

Entorno inalterado

Acercamiento a los más jóvenes de los oficios tradicionales

Pluralidad volumétrica que facilita la adaptación a nuevos programas

Puesta en valor del patrimonio local

hacia la edificación

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Criterios. Bases. A modo de síntesis de lo anteriormente expuesto, se destacan, principalmente, una serie de valores del conjunto:

El valor documental. Como se ha expuesto, Mafraque ha adquirido una relevancia histórica muy significativa en la historia y en el desarrollo tanto de Abanilla como de Fortuna, de Orihuela y, en general, de las áreas circunvecinas. Por otra parte, el conjunto corresponde a la tipología propia del caserío mediterráneo, no tratándose de un elemento aislado sino de un conjunto disperso que se constituyó como un sistema organizado de agrupación característico de esta zona. El valor significativo. Probablemente puede tratarse de un aspecto eminentemente subjetivo, pero este enfoquees, quizás, el más determinante en este conjunto. El caserío de Mafraque albergó y ocupó durante generaciones familias enteras. No consistió sólo en una vivienda, sino que el caserío fue la vida misma de sus moradores. Vivieron, convivieron, trabajaron, disfrutaron -incluso de sus propias fiestas-, sufrieron, lloraron y murieron en ese caserío. En definitiva, ha albergado la vida de muchos que, aún hoy, más de 50 años después, lo recuerdan con la añoranza de los duros y laboriosos aunque hermosos días de su juventud. Y, todavía, recomponen en su memoria, algo ajada por el paso del tiempo, los cantos estridentes de las eras, los "juegos de cintas", las carreras en torno a la vivienda, los patios, los trabajos duros, la tradición... Mas, cuando se acercan al caserío, ahora desvencijado y abierto a la intemperie, desmoronados sus muros, desplomadas sus techumbres, un amargo regusto les recuerda una vida de tradiciones, hoy olvidadas, perdidas, dejadas desaparecer a su suerte. Objetivos. El objetivo de la intervención es conservar la memoria que posee y a la vez poner el valor la carga sentimental que posee. Para ello se estima oportuno restaurar. Para preservar el valor documental en primer lugar se debe consolidar el edificio y así evitar que se pierda. Por una parte, todo el valor intangible, sentimental que atesora - por esos ancianos, antes niños, que lo recuerdan aún-, se configura como el fundamento de recuperación. Por otra parte, el valor y respeto que esa gente le ha dado a la tierra que los rodeaba y de la que vivía merece ser otra de las premisas de recuperación. Por ello, se plantea la recuperación del Caserío de Mafraque como uso para granja-escuela y taller de interpretación del medio ambiente. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Criterios. Autenticidad. Se buscará la máxima comprensión volumétrica posible de la edificación (artículo 40.3-b ley 4/2007 de 16 de marzo).

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En paramentos verticales que requieran consolidación media -donde su integridad a medio plazo no se vea comprometida- se realizará consolidación mediante materiales compatibles como mortero de cal. En paramentos verticales con estado crítico -donde su integridad a corto plazo se vea comprometida- se realizará una actuación de refuerzo lateral mediante mortero de cal y entramado de vigas de madera complementado con sistemas de atirantado en madera donde se precise para garantizar la estabilidad y siempre cosido a otro elemento de la estructura primigenia. En paramentos verticales donde sólo se conserve la base de la ruina se garantizará su conservación siempre y cuando colabore con la comprensión general y volumétrica, así como la adecuación al nuevo uso programado (artículo 40.3-b ley 4/2007 de 16 de marzo), siendo por tanto el método de actuación preferente la continuación muraria prescindiendo del uso estructural de estos elementos, concluyendo así que toda la estructura de la nueva actuación quedará independizada de la construcción prístina evitando de toda forma el trabajo estructural solidario entre la edificación original y la prevista. (Capitel, Antón (2009) "Reconstrucción de nueva planta", Metamorfosis de monumentos y teorías de la restauración, pp 79 - 81). En el caso de las cubiertas parcialmente deterioradas, se consolidarán las existentes manteniendo su transmisión gravitatoria a los muros primigenios que en caso de requerir la adición de un elemento murario bajo ésta, en ningún momento tendrán conexión estructural la cubierta a conservar y el nuevo muro, pudiendo emplearse vigasde apoyo para dicha cubierta que transmitan las cargas a los muros originales, facilitando el funcionamiento de las cubiertas como elemento arriostrante . Se buscará continuar su geometría mediante materiales compatibles en tonos no disonantes para garantizar la comprensión pero dejando clara diferenciación de la preexistencia y la aportación (carta del Restauro 1972, anexo B, párrafo 7). Será preferente el empleo de colores terrosos ya que el valor de integración en el paisaje es uno de los elementos más característicos. En el caso de cubiertas de nueva construcción tendrán, junto a la totalidad de la estructura de éstas, plena independencia estructural de cualquier elemento original, salvo determinadas cubiertas de disposición "a la molinera" de nueva obra donde el apoyo garantice una compensación de fuerzas horizontales, en cuyo caso se realizarán en materiales compatibles con los existentes y se evitarán en todo caso apoyos de fuerzas puntuales.

Los nuevos elementos de los que no se disponga suficiente información más allá de su disposición en planta se realizarán con materiales diferenciadores y se conservarán los criterios generales de comprensión espacial y sensorial del conjunto actual. Teoría del patrimonio arquitectónico | Tutor Juan Carlos Molina Gaitán | Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Cartagena ||||| Víctor Martínez Pacheco


El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Planimetría. ZONA A 1-Acceso 2-Recepción 3-Comedor 4-Cocinas 5-Almacén 6-Instalaciones 7-Cámara 8-Despacho 9-Aseos 10-Patio interior 11-Zona de exposición 12-Terraza

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ZONA B 13-Dormitorios 14-Aseos 15-Lavandería 16-Enfermería 17-Espacio para ganado ovino 18-Gallinero 19-Conejeras 20-Almacenaje de herramientas ZONA C 21-Dormitorios monitores 22-Sala Monitores 22-Aseos 23-Sala polivalente

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Sección horizontal. Cota + 1.50m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Planimetría. ZONA A 1-Acceso 2-Recepción 3-Comedor 4-Cocinas 5-Almacén 6-Instalaciones 7-Cámara 8-Despacho 9-Aseos 10-Patio 11-Zona de exposición 12-Terraza

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ZONA B 13-Dormitorios 14-Aseos 15-Lavandería 16-Enfermería 17-Espacio para ganado ovino 18-Gallinero 19-Conejeras 20-Almacenaje de herramientas ZONA C 21-Dormitorios monitores 22-Aseos 23-Sala polivalente

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Sección horizontal. Cota + 4.50m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Planimetría. ZONA A 1-Acceso 2-Recepción 3-Comedor 4-Cocinas 5-Almacén 6-Instalaciones 7-Cámara 8-Despacho 9-Aseos 10-Patio 11-Zona de exposición 12-Terraza 083

ZONA B 13-Dormitorios 14-Aseos 15-Lavandería 16-Enfermería 17-Espacio para ganado ovino 18-Gallinero 19-Conejeras 20-Almacenaje de herramientas

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ZONA C 21-Dormitorios monitores 22-Aseos 23-Sala polivalente

Sección horizontal. Cota + 6.50m Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Planimetría. ZONA A 1-Acceso 2-Recepción 3-Comedor 4-Cocinas 5-Almacén 6-Instalaciones 7-Cámara 8-Despacho 9-Aseos 10-Patio 11-Zona de exposición 12-Terraza 084

ZONA B 13-Dormitorios 14-Aseos 15-Lavandería 16-Enfermería 17-Espacio para ganado ovino 18-Gallinero 19-Conejeras 20-Almacenaje de herramientas ZONA C 21-Dormitorios monitores 22-Aseos 23-Sala polivalente

Planta de cubiertas. Escala 1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Propuesta de actuación. Planimetría. C

C´ B D A´

Alzado sur-este. Sección A-A´. Escala1:200

A

Alzado sur-este. Sección B-B´. Escala1:200

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Alzado sur-este. Sección C-C´. Escala1:200

Alzado sur-este. Sección D-D´. Escala1:200

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Marco geográfico. De Gea Calatayud, Manuel; Moñino Pérez, Rafael; Marín Aniorte, Patricio; Marco Tristán, Eugenio. “Los regadíos medievales y su evolución histórica en el Bajo Segura” Nº 4-5. DL A-45-2009 ISSN 2340-874-X Dr. José Riquelme Salar. (1978) "Historia de Abanilla" del. Editorial Villa, C/ Catral, 16 Alicante Primera edición. Torres Fontes, Juan. (1962). "El señorío de Abanilla". Patronato de Cultura de la Excma. Diputación de Murcia, Murcia. Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio, “2011), ”Catálogo de buenas prácticas para el paisaje”. Edición, Dirección General de Territorio y Vivienda, Servicio de Ordenación del Territorio, ISBN 978-84-87138-65-2. Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio de la Región de Murcia, (2009), “cuenca de fortuna-abanilla” pp. 106-107 Atlas de los Paisajes de la Región de Murcia, ISBN 978-84-87138-54-6. 086

CARM, (2015,03,10) “Áreas temáticas”, http://www.sitmurcia.es/visor/, Sistema de Información Territorial de la Región de Murcia. CARM, (2015,03,10) “Cartografía”, http://www.sitmurcia.es/visor/, Sistema de Información Territorial de la Región de Murcia. Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio, (2015,04,20), “Imágenes, ortofotos 2D”, http://cartomur.imida.es/visorcartoteca/, Infraestructura de Datos Espaciales de Referencia de la Región de Murcia.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Marco histórico. De Gea Calatayud, Manuel; Moñino Pérez, Rafael; Marín Aniorte, Patricio; Marco Tristán, Eugenio. “Los regadíos medievales y su evolución histórica en el Bajo Segura” Nº 4-5. DL A-45-2009 ISSN 2340-874-X Mancheño Jiménez, Miguel Ángel. “El yacimiento paleontológico de la Sierra de Quibas: uno de los más importantes del Pleistoceno Inferior de España y primer caso de geoconservación en la Región de Murcia". Dpto. de Química Agrícola, Geología y Edafología. Universidad de Murcia. Manzano Martínez, José Antonio. "Arquitectura defensiva: delimitación de entornos y documentación histórica de 20 torres y castillos". Revista Memorias de Arqueología, nº 10. Murcia, 1995. Antonio Martínez Ramírez (Al-Rhamiz), Eugenio Marco Tristán (E. Marco), (2001) "Páginas especiales: Aldeas, caseríos y pedanías de Abanilla", Revista de la Asociación Cultural y Festera de Moros y Cristianos de Abanilla: Kábila Musá Ben Nusayr Año IV - Nº 3 de Mayo de 2001. Dr. José Riquelme Salar. (1978) "Historia de Abanilla" del. Editorial Villa, C/ Catral, 16 Alicante Primera edición. Torres Fontes, Juan. (1962)El señorío de Abanilla. Patronato de Cultura de la Excma. Diputación de Murcia, Murcia.

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Gil M., Manuel; Gaona R., P. L.; Marco T., E.; Martínez R., A.; Riquelme S., S. y San Nicolás S., J. M., (2003), Abanilla historia de su parroquia. ISBN 84-607-7349-3 Fulgencio Saura Mira, (2002) "Viajes a las pedanías de Abanilla" Capítulo 13 "Mafraque y El Paúl: Lo fantasmal" pág 145-149 Archivo Privado. Actas 1659-1780. Flores Arroyuelo, Francisco J. (1983) "El fin del caserío", Artes y Costumbres Populares de la Región de Murcia, pag 51. Edición a cargo de Mediterraneo. ISBN 84-85856-34-1

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Toponimia. De Gea Calatayud, Manuel; Moñino Pérez, Rafael; Marín Aniorte, Patricio; Marco Tristán, Eugenio. “Los regadíos medievales y su evolución histórica en el Bajo Segura” Nº 4-5. DL A-45-2009 ISSN 2340-874-X Dr. José Riquelme Salar. (1978) "Historia de Abanilla" del. Editorial Villa, C/ Catral, 16 Alicante Primera edición. Torres Fontes, Juan. (1962). "El señorío de Abanilla". Patronato de Cultura de la Excma. Diputación de Murcia, Murcia. Gil M., Manuel; Gaona R., P. L.; Marco T., E.; Martínez R., A.; Riquelme S., S. y San Nicolás S., J. M., (2003). "Abanilla historia de su parroquia". ISBN 84-607-7349-3 Revista de la Asociación Cultural y Festera de Moros y Cristianos: Kábila Musá Ben Nusayr, Año IV - Nº 3 - Abanilla (Murcia) - Mayo 2001

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Aljibes y pozos. Box Amorós, Margarita. (2001) “Un aprovisionamiento tradicional de agua en el sureste ibérico: los aljibes. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante. Marco Tristán, Eugenio. (2012) “El castillo de Santa Ana y su ermita” Libro de Fiestas de Mahoya. Fernández Casado. (1985) "Ingeniería hidráulica romana", Edit Col. De Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Madrid, p. 181 Pavón Maldonado, B. (1990) "Tratado de arquitectura hispono-musulmana" I. Agua. CSIC, Madrid, p 13.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Cruz de Calatrava. Marco Tristán, Eugenio. (2006) “El Escuadrón de Caballería de Calatrava” Libro de las Fiestas de Abanilla. San Nicolás Sánchez, Juan M. (2006) “La opresión de la Orden de Calatrava en Abanilla” Libro de las Fiestas de Abanilla. Gil M., Manuel; Gaona R., P. L.; Marco T., E.; Martínez R., A.; Riquelme S., S. y San Nicolás S., J. M., (2003), Abanilla historia de su parroquia. ISBN 84-607-7349-3

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. La era de trillar. Martínez Ramírez, José Miguel. (2014) “Las cofineras y capacheros” Libro de Fiestas de Abanilla *Por su parte, Antonio Martínez Ramírez en su artículo “Mahoya y su historia” señala que “los capachos y capachetas de esparto cocido e hilado se ataban por docenas y se apilaban en gigantescas pilas. Cuando había grandes cantidades se extendían en las afueras, generalmente en las lomas o en las eras con el fin de que recibieran los rayos del sol para su blanqueo completo”. Martínez Ramírez, Antonio. (2002) “Mahoya y su historia” Libro de la Asociación Musa Ben Nusayr

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Fuentes Orales. D. Antonio Tristán Cutillas, vecino de Abanilla nacido en Mafraque. D. Eugenio Marco Tristán, vecino de Abanilla investigador. Dña. Mari Carmen Cartagena Lledó vecina de Abanilla nacida en Mafraque. Dña. Angelita Cartagena Lledó vecina de Abanilla nacida en Mafraque. Dña. Concepción Sánchez, vecina de Abanilla profesora en Mafraque.

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Análisis Masía de la Artejuela. Mata Amigó, Carla. (2013). "Progreso al pasado: la Masía de Artejuela en Castellón. Aproximación a los principios de actuación para el reciclaje y la revitalización de núcleos rurales abandonados". Disponible en: http://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/foro/documentos/fichas/PROGRESO_AL_PASADO_arquitectura_viva.pdf http://hicarquitectura.com/2013/05/carla-mata-progreso-al-pasado http://issuu.com/carlamata84/docs/progreso_al_pasado_la_artejuela http://www.stepienybarno.es/blog/2013/07/21/progreso-al-pasado http://landarchitecturedesign.blogspot.com.es/2013/02/reciclaje-y-revitalizacion-de-la-masia.html

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Bibliografía. Actuación. Vera Boti, A., (2003) “La Conservación del Patrimonio Arquitectónico, Técnicas”. Edición a cargo de Diego Marín. Murcia. ISBN 84-8425-317-1 Luna, M; Lucas, M (2007) "Comarcas Tierra de Adentro", Arquitectura Tradicional y entorno construído, pp. 515-563. Edición a cargo de Quaderna Editorial. ISBN 978-84-611-5733-4 Ley 4/2007, de 16 de marzo, de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de murcia, Título Preliminar: Artículo 3.3, 3.4.b, 3.4.g Artículo 4, Artículo 5, Artículo 6.4, Artículo 8.1c, Artículo 9.4; Título II: Artículo 39, Artículo 40.1, 40.3, 40.5. Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, Título IV: Artículo 46, Artículo 47. Brandi, Cesare. (2012) "Principios para la restauración de monumentos arquitectónicos", pp. 77-80, Teoría del restauro. Edición a cargo de Alianza Editorial. Madrid. ISBN 978-84-206-4138-6 094

Esteras, J. Á.; Martín, R.; Melián, G. y Sánchez, E., (2006), “Zona Septentrional Puerta del Vado, Puertas y Murallas de Toledo”. XIV Master en restauración arquitectónica, memoria del curso 2004, pp. 63-66. Edición a cargo Rosa Bustamante Montoro. Madrid, Universidad Politécnica de Madrid. ISBN 84-8915-074-5 Hervás A., J. M., (2001), Restauración de la Casa Pintada. Edición a cargo Instituto de Vivienda y Suelo de la Región de Murcia. ISBN 84-87138-43-8 González Capitel, Antón. (2009), Metamorfosis de monumentos y teorías de la restauración. Edición a cargo de Alianza Forma, Madrid. ISBN 978-84-206-5360-0

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El Caserío de Mafraque. La recuperación de la vivienda rural agrupada. Proyecto de intervención para granja-escuela y taller de interpretación del medio natural. Anexo I. Láminas FEUE [Fichas de Estudio de Unidades Estratigráficas].

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