CAMINO DE SANTIAGO Sin conocernos muchos, sin hablarnos entre nosotros, emprendimos el viaje a Sarria, para poder hacer juntos el Camino de Santiago. En el tren de camino a Sarria, no fue nada fácil conciliar el sueño. El partido, el importante partido del Real Madrid contra el Bayer de Munich nos tuvo a unos cuantos atentos a los cascos, sufriendo como si estuviéramos en el campo. Al fin y al cabo, prácticamente todo el vagón se contagió de nuestra euforia. Viajamos a Sarria buscando el balón de Sergio Ramos. Al partido le siguieron las innumerables peleas por los asientos y las posturas al dormir, las idas y venidas al bar, al baño…, las partidas de cartas, con algunos tirados en el pasillo…. A las dos menos cuarto, cuando la mayoría estaba durmiendo, algunos no podíamos y simplemente nos dedicamos a hablar y a reír. El primer día, Sarria-Portomarín, fue uno de los peores que recuerdo en mi vida. El paisaje por el que empezamos era muy bonito, lleno de arroyos y agua. Pero la primera cuesta grande, y según los que habían hecho ya el Camino, la única cuesta, nos dejó un poco exhaustos. Seguimos andando y andando, sin mayores incidentes. Al ser el primer día, cansados y más aún sin saber calcular aún los kilómetros y creyéndonos todo lo que decían los demás. Nos quedaban apenas 10km. cuando la lluvia vino a acompañarnos. Todos estábamos auténticos con nuestros ponchos enormes o con nuestros chubasqueros. La lluvia nos dio una tregua, y tras un momento de duda, seguimos el camino a Portomarín. Los últimos 6km. se hicieron eternos. Habíamos llegado a una cima y se divisaba perfectamente el pueblo, pero parecía que no iba a llegar nunca. Unos apenas habíamos bajado las interminables cuestas, cuando otros ya habían cruzado el Miño y esperaban en Portomarín. Para colmo, ese último tramo lleno de bajadas también estuvo lleno de lluvia, y con algún que otro incidente con el saco de dormir y con dolores musculares. Todos los rezagados habíamos tirado prácticamente la toalla y ese fragmento lo pasamos despotricando contra todo. Pero para llegar al albergue, aún tenias que subir una cuesta que desde abajo parecía infinita. Una vez en el albergue, vino la devastación: ampollas en la mayoría de los pies, dolores en las piernas… Simplemente cansancio, mucho cansancio. Ese cansancio se arregló con una siestecilla, y cuando todos estuvimos despiertos, hicimos una visita por Portomarín. Esa noche la mayoría dormimos como benditos, y tanto, que alguna que otra se cayó de la cama y ni se enteró. El segundo día Portomarín-Palas de Rei, las cosas tampoco salieron muy bien del todo. El grupo se dividió en tres y cada uno fue a su ritmo, esperándonos en cualquier parte para ir todos juntos. Algunos nos perdimos en mitad del camino, y después de llamar a unos cuantos móviles, tiramos de orientación. Hubo una cuesta… puff, qué cuesta. Asfalto, aproximadamente un kilómetro de subida. Cuando llegamos arriba, sólo querías mirar atrás y reír por no llorar. Nos llovió un poco, y el viento también acompaño a la lluvia para ponernos las cosa más difíciles. Pero se nos dio mejor que el primer día. Al final terminamos cantando todo tipo de canciones, desde pop hasta canciones de Misa. Las agujetas y los dolores volvieron a invadirnos en el albergue, pero nada que no se pudiera resolver con nuestro querido enfermero jefe. Este enfermero jefe tuvo que echar mano del centro de salud de Palas de Rei en dos casos. Entre partidas de cartas y risas,
nuestro masajista profesional hizo gala de sus grandiosas manos. Cenamos y tuvimos que saltar la valla para poder entrar en el albergue y dormir a pierna suelta toda la noche. Palas de Rei-Ribadiso, tercer día. Fue el más duro, aunque no muy cansado para mí. Dividimos la etapa de 26km. en dos. El sol nos acompañó durante toda la mañana entre preciosos parajes de árboles y muchas praderas. De nuevo las canciones nos acompañaron la mayoría del tiempo. Paramos en una pulpería de Melide a comer un pulpo exquisito. “Los profes” lo acompañaron con un poco de ribeiro, un poco fuerte para algunas, y dejaron tocado a uno de los caminantes, que luego echó a andar como si la mochila no pesase nada y de lo más alegre y gracioso que podía estar. La etapa de la tarde fue dura. Las repetidas subidas y bajadas estuvieron regadas por una abundante lluvia. Fue pasar a la provincia de A Coruña y prácticamente ponerse a llover a cántaros. Una de nuestras chicas del “comando Numancia de intervención rápida” tuvo que coger un taxi hasta el albergue de Ribadiso, y los demás llegamos peleándonos con la lluvia, el frio y el viento. El albergue era muy bonito, pero no pudimos disfrutarlo por culpa de la dichosa lluvia. Hasta incluso tuvimos que ir a ducharnos con chubasquero y chanclas, ya que las duchas no estaban cerca de nuestra cabaña. Por la noche, una cena no demasiado abundante, que más que nada te calentara el cuerpo, un par de curas para todos nuestros pies y demás cosas, y una partida de cartas para terminar un sábado de los pocos que no te quedan fuerzas ni para salir de fiesta. De Ribadiso a Arca do Pino. Cuarto día. Empezamos la etapa con una gran cuesta, y la seguimos entre árboles y caminos escondidos entre ellos, en fin, como si fueran paisajes de película. Los ánimos iban decayendo mientas que la etapa iba avanzando, y otra vez nos volvimos a dividir en pequeños grupos. Dos personas se perdieron e hicieron un kilómetro más, los que hizo a unos cuantos tener que parar a esperarles. Las que los dejamos atrás no pudimos seguir el ritmo la una de la otra y yo acabé haciendo aproximadamente dos kilómetros sola, guiándome por las flechas y por las demás personas que hacían el Camino. Caminar solo, lo peor que podías hacer en el Camino. Te deprimías, no hablabas… Y de repente un compañero me sacó de mi ensimismamiento. No me alegré más de verlo. Paramos a comer a unos pocos kilómetros de Arca do Pino, y terminamos la comida con una buena ración de motos para unos y una buena ración de billar para otros. Cuando llegamos al albergue, se nos cayó el alma a los pies cuando descubrimos que el agua estaba fría… ¡estaba helada! Nos duchamos como pudimos. No nos podíamos quejar, a dos de nuestros compañeros aún les quedaban dos horas para llegar. Como era domingo, fuimos a la parroquia de Santa Eulalia de Arca do Pino. Creo que a todos nos hizo un poco de gracia ver a nuestro profesor por fin vestido de cura. Unos a pie y otros a caballito, fuimos a cenar. Después de pedir de todo y no comer de casi nada, nos fuimos también rendidos a la cama, no sin antes echar una partidita a las cartas. Último día. Última etapa. Arca do Pino-Santiago. Santiago. Nuestro ansiado destino, nuestra ansiada ciudad, nuestro fin del camino. “El comando Numancia de intervención rápida” salió dos horas antes para poder llegar todos al tiempo. Pero a pesar de que estuvimos haciendo tiempo desayunando, algunos de invite, y recibiendo una charla de nuestro comandante en jefe, les cogimos y pasamos. Esta última etapa la hicimos más juntos, de nuevo cantado, de bromas y riendo, y cómo no, regados por una lluvia intermitente. A pesar de que fue la etapa más corta, las ansias por llegar a Santiago y no ver los resultados tan rápido como esperábamos, nos desmoronaron un poquito. Paramos a comer a apenas un kilómetro del Monte do Gozo, comimos rápido y
subimos corriendo a él. Precioso. Simplemente precioso. Tanto el monte como las vistas, como la sensación de estar a nada de la Catedral. A casi nada. Bajamos hacia la gran ciudad cantando, como no, nuestro himno tan ensayado tantas veces, y haciendo un poco más el paria. Anduvimos por Santiago un poco para poder llegar a la Catedral. El Obradoiro. La hermosa y gran plaza del Obradoiro. Abrazos, besos, llantos, alegría, satisfacción… Algunos encontraron lo que llevaban buscando desde el primer día del Camino: el preciado balón de Sergio Ramos. Tirados en el suelo, mirando felices la Catedral, 15 peregrinos que llegaron a su destino. Cogimos todos los achiperres y entramos en la Catedral. Hicimos la visita a Santiago, rezamos… dimos la bienvenida a nuestros tres compañeros rezagados, y entramos a la Misa con el Botafumeiro. Arriba y abajo, casi rozando con la pared del techo, soltando ese aroma, ese precioso aroma a incienso. Llegamos al albergue tarde, nos duchamos y arreglamos para salir a disfrutar de una noche en Santiago. Cenamos unas tapitas en un bar al lado del Obradoio y fuimos a La Quintana para echarnos unos bailecitos. Pero gracias a nuestra inteligencia, y queriendo hacer entrar de nuevo a los chicos, el puerta nos pidió la documentación y nos tuvimos que ir. A las dos, llegada al albergue. Algunos, muertos, nos fuimos a acostar, y otros se fueron a echar su partidita y a escuchar las historia de Perú. Nos levantamos relativamente tarde, disfrutamos de las sábanas que teníamos. Desayunamos, dimos una vuelta y entramos a la Misa del Peregrino. Alucinante, simplemente alucinante que tu instituto resuene en la Catedral de Santiago, que tú resuenes con ese nombre. Un ratito libre antes de comer en Casa Manolo. Al principio nadie quería sentarse a su lado, pero el último día todos nos queríamos sentar al lado de los graciosísimos “profes”. Les regalamos unas camisetas que les venían al pelo, y para uno de ellos nunca mejor dicho. Tarde libre llena de compras: tartas, pulseras, conchitas… Llena de partidas al billar y al futbolín, llena de risas y juerga. Regresamos al albergue para poder coger nuestras mochilas y emprendimos el último trayecto juntos andando con nuestra mochila. Cenamos como pudimos en la estación y montamos en el tren. El tren que nos devolvería a casa… Creo que todos nos planteamos quedarnos pidiendo suplementos de queso para que esto no se terminara, para poder vivirlo otra vez. En el tren al principio no paramos quietos: de aquí para allá, jugando al póker con ositos de goma chupados, tirados por el vagón otra vez… Pero caímos rendidos antes que la primera vez. Viaje en AVE. El último de esta gran aventura. Llegada Toledo. Mamás abrazándonos y dándonos besos, mujeres, hermanos, hermanas…. “ESTAMOS AQUÍ, YA HEMOS LLEGADO, SOMOS LOS DE TOLEDO. DE LO MEJOR, DE
LO PEOR, SIEMPRE DE BUEN HUMOR. ¡EH!”
Clara, Laura, Gonzalo, Rafa, Valentina, Celia, Álvaro Escalante, Dani, Bertolín, Estela, Blanca, Irene, Elena, Carlos, Miguel, Álvaro, Luis.
GRACIAS POR ESTE CAMINO. María Morales
HUELE A INCIENSO ¿Y QUÉ? Desde que Melchor, Gaspar y Baltasar viajaran hace más de 2000 años al encuentro de Jesús y le llevaran, entre otras cosas, incienso, hasta la contemplación del “botafumeiro” en la Catedral de Santiago de Compostela el pasado 30 de abril, el número de hombres y mujeres que han quemado incienso ante el Dios del Evangelio ha sido incontable; el humo y el aroma del incienso han ido subiendo a Dios como una ofrenda de sus vidas, que al mismo tiempo que se consume inunda con su buen olor el ambiente. No es sólo una tradición religiosa, ni siquiera católica; son muchas las personas y culturas que han empleado y emplean, por diversos motivos, el incienso. Pero sí es cierto, al menos eso me parece a mí, que cuando se trata del incienso de la iglesia o en la iglesia, produce en algunos sarpullido, una reacción alérgica tan absurda que sólo puede provenir del prejuicio y, por lo tanto, de la ignorancia. El área de Religión y Moral Católica, al igual que otros Departamentos, organiza, conforme a lo acordado y regulado, las actividades extraescolares que considera convenientes, para realizarlas con los alumnos que libremente, curso tras curso, optan por esta materia. Sin lugar a dudas el Viaje – Peregrinación a Santiago de Compostela con los alumnos de primero de Bachillerato, que en el presente año va ya por su tercera edición, es una de las actividades que presenta mayor expectativa. Indudablemente el viaje – peregrinación tiene contenido religioso, propio de la materia que los alumnos cursan, pero además los valores humanos que se viven y aprehenden en estos días forman parte del proceso educativo del alumnado y serán, sin ningún género de dudas, una herramienta útil en su desarrollo futuro. La obligación de vivir con lo puesto (nunca mejor dicho), la solidaridad, el compañerismo, la capacidad de sacrificio y superación… Son valores humanos que forman parte de la tarea educativa y del proceso de aprendizaje de los años de formación. Más aun, el Camino de Santiago atesora en sí mismo un caudal de riqueza histórica, cultural y religiosa reconocido mundialmente por instituciones de prestigio como UNESCO, la Unión Europea y la Fundación Príncipe de Asturias. Hacer el Camino, los últimos 112 km., ha supuesto para quienes hemos participado una aventura, un reto y un encuentro.
Una aventura en la que tan pronto te encuentras con los 300 espartanos en las Termópilas, capitaneados por Leónidas, que caminando hacia Moria con Gabinete Caligari, o cazando a Moby Dick que todas las noches aparece en la litera de al lado soplando y resoplando; otras veces es el hombre de negro (que siempre tiene razón), o conquistar Portugal, bien por la fuerza, bien con el encanto de unos ojos y una sonrisa; de todos modos, siempre la realidad supera a la ficción, y el viento, la lluvia o el granizo hacen de cada camino una verdadera aventura. Un reto porque cuando crees que ya has pasado lo peor y estás llegando a Portomarín el horizonte se aleja más rápido de lo que tú caminas; porque vas bien de piernas, pero los pies los tienes hechos una ampolla o en tu espalda descubres músculos y dolores que ignorabas, incluso si eres del BI; un reto porque sabes que no caminas solo, aunque no seas del Liverpool, y tienes que acompasar tu ritmo al de los demás, vencer la ansiedad por llegar a la meta y dar rienda suelta al compañerismo. Un encuentro con los compañeros de camino, los que empiezan contigo y los que te vas a ir encontrando. Los que permanecieron en el anonimato y aquellos cuyos nombres están escritos en nuestros corazones: Vir, Teresa, Álvaro y Carlos. Encuentro con el silencio, con la reflexión, con uno mismo. La posibilidad de encontrarse con la trascendencia, con lo Absoluto, con Dios. Alguno hasta ha encontrado el balón de Sergio Ramos. Se trata, por lo tanto, de una actividad valiosa para los alumnos; y eso es lo que cuenta. Los padres inscriben a sus hijos, los alumnos se apuntan y al regreso confiesan que lo harían (lo harán) otra vez, el profesor está disponible. ¿Por qué tantas dificultades, tantas pegas, tantas trabas, tantas objeciones y críticas? ¿por el bien de los alumnos? ¿por interés educativo? Me temo que no; es que huele a incienso, al de Belén o al de Santiago, pero incienso al fin y al cabo y surgen entonces las alergias, los prejuicios y los perjuicios. En definitiva se perjudica a los alumnos que participan en esta actividad porque tiene sentido religioso, porque la organiza la asignatura de religión y su profesor es cura, porque van a Santiago en lugar de a la Alcarria. Sin embargo, a pesar de las dificultades del camino merece la pena vivir esta aventura, asumir este reto y propiciar tantos encuentros que enriquecen la vida. ¡Buen Camino! Miguel Andrés
Día 1: Miércoles - jueves (25-26 de Abril) Comenzamos nuestro viaje desde la preciosa estación de tren de Toledo a eso de las 19:00 h de la tarde del miércoles 25 de Abril, en la que nos reunimos todos para coger el Ave de las 19:30 dirección Atocha- Madrid-Chamartín. En Chamartín parada larga, hasta las 22:15 que salió el tren; menos mal que teníamos las buenísimas bromas de Álvaro y Carlos para reírnos….ah! y el partido de fútbol del Madrid. Con los ánimos subidos, por la mañana a las 6:30 llegamos a Sarria, después de un desayuno, nos pusimos a caminar dirección Portomarín, pese ha haber mal dormido en el tren que es bastante incómodo . Echamos a andar cerca de las 7:30 de la mañana con la fresca. Cogimos buen ritmo aunque nos fuimos separando por grupos, pero no con mucha distancia. Y es que la primera cuesta fue dura para algunos. Paramos a descansar a las 9:30 y hasta entonces nos había hecho un tiempo perfecto, pues hacía sol en Galicia. Pero al ponernos a andar de nuevo, a eso de las 11:30 , nos llovió y la llegada al alberge estuvo marcada por la lluvia y el cansancio general. En los últimos kilómetros los ánimos andaban por los suelos, pues la mayoría íbamos arrastrándonos… y era el primer día. Se veía Portomarín desde lejos y todos pensábamos que estábamos más cerca de lo que parecía. Pese a todo llegamos todos bien a eso de las 12:45; sin embargo el alberge no abría a la 13:00, así que estuvimos esperando a los que venían rezagados y ya cogimos habitación para los 18. Después de comer en el mesón “Rodríguez” hubo siesta general hasta las 19:00h de la tarde. Con las pilas cargadas salimos a ver el pueblo que es pequeño pero bonito y su gente es amable. Acabó el día con una cena en el mirador, restaurante con vistas al río, al bosque… bonito y
perfecto para descansar. Llegamos al alberge y después de un último cola-cao nos fuimos a dormir todos, con la idea en la cabeza de los kilómetros que nos esperaban al día siguiente. Día 2: viernes 27 de Abril Emprendimos camino rumbo a Palas de Rei a eso de las 8:50 después de un buen desayuno en Portomarín . No sin antes enterarnos de que una de las compañeras (Estela) del cansancio, se cayó mientras dormía desde la cama sin recordar nada a la mañana siguiente. Atravesamos laderas muy bonitas y abundantes de prado que daban ganas de tirarse en él, anduvimos por el barro, nos llovió un poco, y el ritmo estuvo marcado por la rapidez de algunos (Dani, Gonzalo, Rafa, Laura y Clara), subimos cuestas de la carretera y largas rectas de campo y asfalto. Algunos, por los problemas en los pies y demás (Valentina, Celia) llegaron rezagados… Al llegar al kilómetro 77 nos paramos a reponer fuerzas y a esperar a los demás pues iban media hora por detrás. Seguimos caminando dejando atrás los kilómetros pero decidimos parar a comer antes de llegar al alberge y estuvimos una hora en un restaurante. Ponerse a andar después de comer no siempre es fácil puesto que aún nos quedaban unos 4 ó 5 kilómetros, los ánimos estaban un poco decaídos, pues todos queríamos llegar ya, para colmo, la lluvia hizo acto de presencia aunque sin abundancia. Palas de Rei, se encuentra en el kilómetro 66, llegamos por la tarde sobre las 17:00, aunque una compañera (Celia) iba por detrás con Álvaro, un monitor amigo del profesor Don Miguel. La llegada al albergue subió los ánimos y nos ayudó a reponer fuerzas, ducharnos con tranquilidad y descansar debidamente. No sin antes llegar destrozados algunos compañeros/as (Irene). La tarde se marcó por el descanso general, la limpieza de varias prendas de ropa en las lavadoras con risas entre los compañeros. Como llovió por la tarde no se pudo salir mucho del alberge pero hubo un rato para el puraco de Álvaro. Por otro lado hubo gente que tuvo que ir a curarse alguna que otra ampolla al centro de salud sin mayor importancia. Cenamos en un restaurante-bar que estaba al ladito del alberge, pues solo estábamos rodeados de un bar y un campo de fútbol en el cual se disputaba un entrenamiento de categorías inferiores. No queríamos movernos mucho ya que el albergue se encontraba a un kilómetro del pueblo. ¿¿¿Íbamos a recorrer otro kilómetro más??? Después de la cena nos fuimos a la cama a descansar para el duro día que nos esperaba mañana sábado. Día 3: sábado 28 de Abril Nos despertamos a la hora que canta el gallo, las 7:30h con rumbo a Melide, lugar de parada obligatoria, ¿por qué? Porque a la hora de comer hay que parar en “casa Ezequiel” pues el pulpo está muy bueno. Pasamos por sitios muy bonitos como el puente que hay antes de llegar a una aldea (como diría Elena: “ las granjas que están llenas de animales y huelen mal”) en fin que continuamos, con la diferencia de los grupos más rápidos y más retrasados pues algunos llegamos a la 13:30h a Melide y otros a las 15:00, con lo cual eso hizo que echáramos a andar a eso de las cuatro de la tarde, después de comer.
Lo mejor de la llegada a Melide fue la carrera de Gonzalo con dos chicos que estaban haciendo atletismo, además de las batallitas que se contaban durante la caminata. A la hora de comer no todos comimos pulpo, pero todos estábamos cansados después de comer como para andar aun 12 km hasta Ribadiso, pero sacamos fuerza para recorrerlos. Una de las chicas del grupo (Celia), tuvo que coger un taxi dejándola en Ribadiso horas antes de la llegada del resto del grupo. Para colmo empezó a llover toda la tarde y con engaños a los compañeros en los kilómetros que quedaban “vamos que queda poco…2 km”, fuimos llegando todos al alberge. Lo peor fueron las cuestas lloviendo y la que al parecer era la más pronunciada, al final resultó que para la mayoría, era la más normalita (km 42). De todos modos, al grupo ya se le notaba el cansancio pues algunos compañeros empezaron a delirar (como Clara, la chica de los charquitos en plan anuncio de colonia…I´m siiiiinging in the raiiiiin…); el graciosillo del grupo que iba en medio de los tres grupos, Escalante, que afectado por el vinillo de la comida, anduvo como si nada, cantando, y así pasó, que la lluvia no cesó. Pero bueno ese día llegamos tocados al alberge físicamente y empapados, y para colmo tuvimos que ducharnos en el alberge más bonito del camino, en duchas que están fuera, al aire libre, con un tejado que nos cubría de la lluvia, pero dejaba pasar el frio y el viento que hacía. Más tarde cenamos todos en el restaurante-bar que había justo a dos pasos del alberge, en el cual nos pasaron un par de cosas graciosas como: que separados en dos mesas por grupos, a una ya le habían servido cuando la otra estaba esperando a ser atendida. La segunda es que el plato esperado por algunos compañeros, era la sopa, pues caliente y apetecible era lo que pedía el cuerpo, pese a esas ganas, la ilusión de la sopa se desvaneció al probarla, obteniendo un sabor amargo, insípido…, una sopa aguada que no gustó a ninguno. Nos echamos a dormir después de unas cartas, con risas varias por el juego y el pique entre los compañeros. Y a descansar para el siguiente día, pese al frio que algunos pasamos durante la noche. Día 4: domingo 29 de Abril Al despedirnos del albergue, después de desayunar en el mismo bar de anoche, comenzó la etapa con inesperadas cuestas, que bajaban los ánimos. Aún así volvimos a separarnos en grupos, aunque esta vez reducidos, es decir, de una, dos o más personas por grupo. Pasadas dos horas, llegamos a un bar, donde esperamos al resto de compañeros, para descansar todos juntos, mientras almorzábamos. Un grupo salió siguiendo su camino antes que los demás, pues eran las compañeras que más despacio caminaban. Continuamos hacia Arca do Pino, con ánimos, aunque la lluvia hizo acto de presencia, cosa que no se esperaba. Llegamos al albergue después de parar a comer en bares de carretera, dividiéndose los grupos en distintos bares-restaurantes…pues el que quería menú iba con el profesor y los demás con el compañero (Rafa), a comer bocatas. Mientras esperábamos a estar todos listos, unos jugaron al billar, y otros simplemente veían la tele. Una vez que continuamos el camino todos juntos, a falta de unos kilómetros para Arca, de nuevo, empezó a llover. Pero una vez que llevabas el chubasquero puesto ya te daba igual mojarte. Llegamos al albergue, unos pocos, a falta de dos compañeras y Carlos que por molestias en los pies, espalda y cansancio en general… llegaron algo más tarde. Mientras en el albergue, nos dedicábamos a las duchas diarias y a la organización de mochilas. Lo malo es que las duchas de las chicas, no eran aptas para cardiacos, pues el agua estaba helada, y se escuchaban gritos de fondo
de desesperación entre las compañeras. A eso de las 18:30 salimos en busca de la parroquia de Santa Eulalia de Arca do Pino. Fuimos a la Eucaristía, que oficio Miguel Andrés, acompañado del cura de la parroquia. Al finalizar la Eucaristía, nos dirigimos a cenar en un restaurante. A todo esto una compañera (Blanca), subida a lomos de su hermano (Rafa), por problemas en el tobillo, iba cómodamente mientras le sujetaba el cigarrillo a su querido hermano que más chulo que un ocho iba sí…fumando con su hermana a cuestas. La cena, fue sobre las 20:30 de la tarde, en la cual ya se encontraban nuestros compañeros (Carlos y Celia), a pesar de que la otra compañera (Valentina) se quedó reposando en el albergue. La cena fue un lio, pues nos dieron el librito de tomar nota a los chicos del grupo, para que fuéramos apuntando lo que íbamos a cenar (tarea de la cual se encargaba Estela). Esto produjo un descontrol total al camarero y a todo el grupo porque, no había todo lo que la gente había pedido en el menú, lo cual decepcionó un poco al grupo (en especial a Laura y Dani que se quedaron sin tarta de chocolate). Aún así la cena estuvo bien, y marcada por las bromas dirigidas a una compañera (Elena o Almendrita) por su tardanza a la hora de desayunar, comer o cenar, a manos de los compañeros (Álvaro y Rafa), lo cual entretuvo la cena. Además se sacaron fotos de incógnito que molestó a los compañeros, pero no causó problemas, simplemente risas. Acabada la cena, nos dirigimos de vuelta al albergue, con la compañera (Blanca) a lomos de su hermano. Los chicos, se entretuvieron antes de irse a dormir, con las cartas, mientras otros curaban sus heridas. Así acabó el domingo, dando lugar al descanso para el posterior día, echar a andar con ánimos, ya que se iba a producir la llegada a Santiago. Día 5: lunes-martes-miércoles 30 de Abril y 1-2 de Mayo Último día en nuestro camino…pues llegábamos a Santiago con ansia. Un grupo (Valentina, Celia, Blanca, Carlos y Rafa), salieron del albergue dos horas antes que los demás, pues íbamos a menor ritmo, y queríamos llegar juntos a Santiago. Así que después del desayuno, los demás anduvieron hasta que cogieron al grupo, está vez adelantado. La lluvia no cesaba, y decidimos parar todos a comer apenas 5 kilómetros antes de Santiago, pues íbamos en grupos…algunos muy por delante y otros más retrasados. Al terminar de comer, un grupo dirigido por un Álvaro, se adelantó llegando antes a la zona de las afueras de Santiago, deteniéndose a esperar al resto. No sin antes pararnos en distintos grupos, en el Monte do Gozo… lugar muy bonito y desde el cual se divisa Santiago de Compostela. Una vez llegamos a la ciudad de Santiago de Compostela los ánimos y las ganas de llegar afloraban según pasaban los minutos, aunque la desesperación de no saber a cuanto estaba la catedral, tenía a algunos compañeros preocupados. La llegada a la plaza del Obradoiro, fue la locura, al fin llegamos a nuestro destino después de recorrer los 112 km. En dicha plaza es donde se encuentra la catedral de Santiago, que cumple este año, ochocientos años…y que es meta de todo peregrino que llega a su encuentro con ella en dicha plaza. Unos compañeros iban más retrasados y llegaron más tarde que los demás pero con alegría y buen humor. A todo esto, todos conseguimos nuestra “Compostela”, que con tanto sufrimiento y disfrute nos ganamos. Dadas las 19:30 hicimos acto de presencia en la Eucaristía, que se
celebraba en la catedral, con el botafumeiro. El cual da alegría, ya que es bonito y conmemorativo para todos los peregrinos. Llegamos al albergue, a las 21:00 horas después de la Eucaristía y dejamos nuestras pertenencias, nos duchamos y salimos a cenar horas más tarde de nuestra llegada (23:00). Después de la cena, disfrutamos de tiempo libre por Santiago, y llegadas la 1:30 nos volvimos al albergue para descansar y jugar un rato con los compañeros/as. A la mañana siguiente disponíamos de todo el día libre para ir de compras, pasear por Santiago y descansar. Hasta la hora de coger el tren de vuelta. Fuimos a la misa del peregrino, donde se nombró a todos los peregrinos, incluidos nosotros y nuestro instituto. Comimos todos juntos en “casa Manolo”, menús bastante buenos. Le regalamos a los monitores (Álvaro y Carlos), unas camisetas que llamaron su atención. Al terminar de comer, nos dirigimos a echar unas partidas de billar, mientras otros paseaban y compraban. Llegadas las 19:00 horas, nos fuimos al albergue, a por nuestras cosas, dirección…estación de tren de Santiago, para posteriormente coger el tren de vuelta a Madrid. Cenamos en la estación de tren, nos despedimos de Santiago, y nos subimos al tren…no sin antes llenarnos de chuches las mochilas para el regreso. La noche empezó con distintos juegos de cartas, chuches tiradas y repartidas entre los compañeros y risas en general. Y aunque la vuelta fue mejor que la ida, a la hora de dormir, ninguno descansamos lo suficiente. Al despertar, a la mañana siguiente, llegamos a Madrid dispuestos a coger el Ave de regreso a Toledo, desayunando antes en Chamartín y rencontrándonos con nuestros familiares y amigos en la estación de Toledo. COMPAÑEROS DEL CAMINO Clara, Laura, Luis, Gonzalo, Rafa, Valentina, Estela, Blanca, Celia, Álvaro Escalante, Dani, Bertolín, Estela, Blanca, Irene, Elena, Carlos, Miguel, Álvaro,
A PESAR DE LO DURO QUE PUEDE PARECER EL CAMINO HACIA SANTIAGO…NOS HACE VER EL CAMINO QUE DIARIAMENTE VIVIMOS CADA UNO DE NOSOTROS, EL QUE DE VERDAD IMPORTA Y CUESTA. A LA VEZ QUE NOS HACE VER EL DE LOS DEMÁS, COMO ES MI CASO… MI CAMINO EMPEZO SIENDO SOLO MIO…Y ACABO POR NO QUERER SEPARARME DE ESAS 17 PERSONAS QUE ME ACOMPAÑARON… ¡BUEN CAMINO! Rafael Rodríguez Quintana