Lectura Semanal - Semana 45
Día 309 - Lunes 07.12.15: 2 Tesalonicenses 3 / Isaías 29-30 / Salmos 119:1-32 Día 310 - Martes 08.12.15: 1 Timoteo 1 / Isaías 31-33 / Salmos 119:33-64 Día 311 - Miércoles 09.12.15: 1 Timoteo 2 / Isaías 34-35 / Salmos 119:65-96 Día 312 - Jueves 10.12.15: 1 Timoteo 3 / Isaías 36-37 / Salmos 119:97-120 Día 313 - Viernes 11.12.15: 1 Timoteo 4 / Isaías 38-39 / Salmos 119:121-144 Día 314 - Sábado 12.12.15: 1 Timoteo 5 / Jeremías 1-2 / Salmos 119:145-176 Día 315 - Domingo 13.12.15: 1 Timoteo 6 / Jeremías 3-4 / Salmos 120
Día 309 - Lunes 07.12.15:
1 Tesalonicenses 3 (NVI) Oración por la difusión del evangelio 1Por último, hermanos, oren por nosotros para que el mensaje del Señor se difunda rápidamente y se le reciba con honor, tal como sucedió entre ustedes. 2Oren además para que seamos librados de personas perversas y malvadas, porque no todos tienen fe. 3Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno. 4Confiamos en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo lo que les hemos enseñado. 5Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró. Exhortación al trabajo 6Hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se aparten de todo hermano que esté viviendo como un vago y no según las enseñanzas recibidas de nosotros. 7Ustedes mismos saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Nosotros no vivimos como ociosos entre ustedes, 8ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos arduamente y sin descanso para no ser una carga a ninguno de ustedes. 9Y lo hicimos así, no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo. 10Porque incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: «El que no quiera trabajar, que tampoco coma.» 11Nos hemos enterado de que entre ustedes hay algunos que andan de vagos, sin trabajar en nada, y que sólo se ocupan de lo que no les importa. 12A tales personas les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo que tranquilamente se pongan a trabajar para ganarse la vida. 13Ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien. 14Si alguno no obedece las instrucciones que
les damos en esta carta, denúncienlo públicamente y no se relacionen con él, para que se avergüence. 15Sin embargo, no lo tengan por enemigo, sino amonéstenlo como a hermano. Saludos finales 16Que el Señor de paz les conceda su paz siempre y en todas las circunstancias. El Señor sea con todos ustedes. 17Yo, Pablo, escribo este saludo de mi puño y letra. Ésta es la señal distintiva de todas mis cartas; así escribo yo. 18Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes.
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Isaías 29-30 (NVI) Ay de la Ciudad de David 1¡Ay, Ariel, Ariel, ciudad donde acampó David! Añadan a un año otro año más, y que prosiga el ciclo de las fiestas. 2Pero a Ariel la sitiaré; habrá llanto y lamento, y será para mí como un brasero del altar. 3Acamparé contra ti, y te rodearé; te cercaré con empalizadas, y levantaré contra ti torres de asalto. 4Humillada, desde el suelo elevarás tu voz; tu palabra apenas se levantará del polvo. Saldrá tu voz de la tierra como si fuera la de un fantasma; tu palabra, desde el polvo, apenas será un susurro. 5Pero la multitud de tus enemigos quedará hecha polvo fino, y la multitud de despiadados será como la paja que se lleva el viento. De repente, en un instante, 6vendrá contra ti el SeñorTodopoderoso; vendrá con truenos, terremotos y gran estruendo, vendrá con una violenta tormenta y con devoradoras llamas de fuego. 7La multitud de todas las naciones que batallan contra Ariel, todos los que luchan contra ella y contra su fortaleza, aquellos que la asedian, serán como un sueño, como una visión nocturna. 8Como el hambriento que sueña que está comiendo, pero despierta y aún tiene hambre;
como el sediento que sueña que está bebiendo, pero despierta y la sed le reseca la garganta. Así sucederá con la multitud de todas las naciones que luchan contra el monte Sión. 9Pierdan el juicio, quédense pasmados, pierdan la vista, quédense ciegos; embriáguense, pero no con vino; tambaléense, pero no por el licor. 10El Señor ha derramado sobre ustedes un espíritu de profundo sueño; a los profetas les cubrió los ojos, a los videntes les tapó la cara. 11Para ustedes, toda esta visión no es otra cosa que palabras en un rollo de pergamino sellado. Si le dan el rollo a alguien que sepa leer, y le dicen: «Lea esto, por favor», éste responderá: «No puedo hacerlo; está sellado.» 12Y si le dan el rollo a alguien que no sepa leer, y le dicen: «Lea esto, por favor», éste responderá: «No sé leer.» 13El Señor dice: «Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres. 14Por eso, una vez más asombraré a este pueblo con prodigios maravillosos; perecerá la sabiduría de sus sabios, y se esfumará la inteligencia de sus inteligentes.» 15¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades; cometen sus fechorías en la oscuridad, y piensan: «¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?»! 16¡Qué manera de falsear las cosas! ¿Acaso el alfarero es igual al barro? ¿Acaso le dirá el objeto al que lo modeló: «Él no me hizo»? ¿Puede la vasija decir del alfarero: «Él no entiende nada»? 17Muy pronto el Líbano se convertirá en campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque. 18En aquel día podrán los sordos oír la lectura del rollo, y los ojos de los ciegos podrán ver desde la oscuridad y la penumbra. 19Los
pobres volverán a alegrarse en el Señor, los más necesitados se regocijarán en el Santo de Israel. 20Se desvanecerán los despiadados, desaparecerán los insolentes, y todos los que no duermen para hacer el mal serán exterminados; 21los que con una palabra hacen culpable a una persona, los que en el tribunal ponen trampas al defensor y con engaños perjudican al indefenso. 22Por eso, el Señor, el redentor de Abraham, dice así a los descendientes de Jacob: «Jacob ya no será avergonzado, ni palidecerá su rostro. 23Cuando él vea a sus hijos, y la obra de mis manos en medio de él, todos ellos santificarán mi nombre; santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. 24Los de espíritu extraviado recibirán entendimiento; y los murmuradores aceptarán ser instruidos.» Ay de la nación obstinada 1El Señor ha dictado esta sentencia: «Ay de los hijos rebeldes que ejecutan planes que no son míos, que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu, que amontonan pecado sobre pecado, 2que bajan a Egipto sin consultarme, que se acogen a la protección de Faraón, y se refugian bajo la sombra de Egipto. 3¡La protección de Faraón será su vergüenza! ¡El refugiarse bajo la sombra de Egipto, su humillación! 4Aunque en Zoán tengan funcionarios, y a Janés hayan llegado sus mensajeros, 5todos quedarán avergonzados por culpa de un pueblo que les resulta inútil, que no les brinda ninguna ayuda ni provecho, sino sólo vergüenza y frustración.» 6Ésta es la sentencia que se ha dictado contra los animales del Néguev: Por tierra de dificultades y angustias, de leones y leonas, de víboras y serpientes voladoras, llevan ellos a lomo de burro las riquezas de esa nación inútil,
y sus tesoros, a lomo de camello. 7La ayuda de Egipto no sirve para nada; por eso la llamo: «Rahab, la inmóvil». 8Anda, pues, delante de ellos, y grábalo en una tablilla. Escríbelo en un rollo de cuero, para que en los días venideros quede como un testimonio eterno. 9Porque éste es un pueblo rebelde; son hijos engañosos, hijos que no quieren escuchar la enseñanza del Señor. 10A los videntes les dicen: «¡No tengan más visiones!», y a los profetas: «¡No nos sigan profetizando la verdad! Dígannos cosas agradables, profeticen ilusiones. 11¡Apártense del camino, retírense de esta senda, y dejen de enfrentarnos con el Santo de Israel!» 12Así dice el Santo de Israel: «Ustedes han rechazado esta palabra; han confiado en la opresión y en la perversidad, y se han apoyado en ellas. 13Por eso su iniquidad se alzará frente a ustedes como un muro alto y agrietado, a punto de derrumbarse: ¡de repente, en un instante, se desplomará! 14Su iniquidad quedará hecha pedazos, hecha añicos sin piedad, como vasija de barro: ni uno solo de sus pedazos servirá para sacar brasas del fuego ni agua de una cisterna.» 15Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel: «En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer! 16Se resisten y dicen: “Huiremos a caballo.” ¡Por eso, así tendrán que huir! Dicen: “Cabalgaremos sobre caballos veloces.” ¡Por eso, veloces serán sus perseguidores! 17Ante la amenaza de uno solo; mil de ustedes saldrán huyendo; ante la amenaza de cinco, huirán todos ustedes; hasta quedar abandonados como un mástil en la cima de una montaña, como una señal sobre una colina.» 18Por eso el Señor los espera, para tenerles pie-
dad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan! 19Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no llorarás más. ¡El Dios de piedad se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te responderá. 20Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás. 21Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: «Éste es el camino; síguelo.» 22Entonces profanarás tus ídolos enchapados en plata y tus imágenes revestidas de oro; los arrojarás como cosa impura, y les dirás: «¡Fuera de aquí!» 23El Señor te enviará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el alimento que produzca la tierra será suculento y abundante. En aquel día tu ganado pacerá en extensas praderas. 24Los bueyes y los burros que trabajan la tierra comerán el mejor forraje, aventado con bieldo y horquilla. 25En el día de la gran masacre, cuando caigan las torres, habrá arroyos y corrientes de agua en toda montaña alta y en toda colina elevada. 26Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros. 27¡Miren! El nombre del Señor viene de lejos, con ardiente ira y densa humareda. Sus labios están llenos de furor; su lengua es como un fuego consumidor. 28Su aliento es cual torrente desbordado que llega hasta el cuello, para zarandear a las naciones en la zaranda destructora. Pone en las quijadas de los pueblos un freno que los desvía. 29Ustedes cantarán como en noche de
fiesta solemne; su corazón se alegrará, como cuando uno sube con flautas a la montaña del Señor, a la Roca de Israel. 30El Señor hará oír su majestuosa voz, y descargará su brazo: con rugiente ira y llama de fuego consumidor, con aguacero, tormenta y granizo. 31La voz del Señor quebrantará a Asiria; la golpeará con su bastón. 32Cada golpe que el Señor descargue sobre ella con su vara de castigo será al son de panderos y de arpas; agitando su brazo, peleará contra ellos. 33Porque Tofet está preparada desde hace tiempo; está dispuesta incluso para el rey. Se ha hecho una pira de fuego profunda y ancha, con abundancia de fuego y leña; el soplo del Señor la encenderá como un torrente de azufre ardiente.
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Salmos 119:1-32 (NVI) Álef 1Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. 2Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. 3Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios. 4Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. 5¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos! 6No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos. 7Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios. 8Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo. Bet 9¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. 10Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. 11En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. 12¡Bendito seas, Señor! ¡Enséñame tus decre-
tos! 13Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido. 14Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas. 15En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas. 16En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. Guímel 17Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra. 18Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. 19En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos. 20A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios. 21Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos! 22Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos. 23Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos. 24Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros. Dálet 25Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra. 26Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos! 27Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas. 28De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. 29Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley. 30He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios. 31Yo, Señor, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza. 32Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar.
Día 310 - Martes 08.12.15:
1 Timoteo 1 (NVI) 1Pablo, apóstol de Cristo Jesús por
mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús nuestra esperanza, 2a Timoteo, mi verdadero hijo en la fe: Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor te concedan gracia, misericordia y paz. Advertencia contra los falsos maestros de la ley 3Al partir para Macedonia, te encargué que permanecieras en Éfeso y les ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas 4y de prestar atención a leyendas y genealogías interminables. Esas cosas provocan controversias en vez de llevar adelante la obra de Dios que es por la fe. 5Debes hacerlo así para que el amor brote de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera. 6Algunos se han desviado de esa línea de conducta y se han enredado en discusiones inútiles. 7Pretenden ser maestros de la ley, pero en realidad no saben de qué hablan ni entienden lo que con tanta seguridad afirman. 8Ahora bien, sabemos que la ley es buena, si se aplica como es debido. 9Tengamos en cuenta que la ley no se ha instituido para los justos sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos. La ley es para los que maltratan a sus propios padres, para los asesinos, 10para los adúlteros y los homosexuales, para los traficantes de esclavos, los embusteros y los que juran en falso. En fin, la ley es para todo lo que está en contra de la sana doctrina 11enseñada por el glorioso evangelio que el Dios bendito me ha confiado. La gracia que el Señor dio a Pablo 12Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio. 13Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí por-
que yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia. 14Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. 15Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna. 17Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. 18Timoteo, hijo mío, te doy este encargo porque tengo en cuenta las profecías que antes se hicieron acerca de ti. Deseo que, apoyado en ellas, pelees la buena batalla 19y mantengas la fe y una buena conciencia. Por no hacerle caso a su conciencia, algunos han naufragado en la fe. 20Entre ellos están Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar.
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Isaías 31-33 (NVI) Ay de los que confían en Egipto 1¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda, de los que se apoyan en la caballería, de los que confían en la multitud de sus carros de guerra y en la gran fuerza de sus jinetes, pero no toman en cuenta al Santo de Israel, ni buscan al Señor! 2Sin embargo, el Señor es también sabio, y traerá calamidad, y no se retractará de sus palabras. Se levantará contra la dinastía de los malvados, contra los que ayudan a los malhechores. 3Los egipcios, en cambio, son hombres y no dioses; sus caballos son carne y no espíritu. Cuando
el Señor extienda su mano, tropezará el que presta ayuda y caerá el que la recibe. ¡Todos juntos perecerán! 4Porque así me dice el Señor: «Como león que gruñe sobre la presa cuando contra él se reúne toda una cuadrilla de pastores; como cachorro de león que no se asusta por sus gritos ni se inquieta por su tumulto, así también el SeñorTodopoderoso descenderá para combatir sobre el monte Sión, sobre su cumbre. 5Como aves que revolotean sobre el nido, así también el Señor Todopoderoso protegerá a Jerusalén; la protegerá y la librará, la defenderá y la rescatará.» 6Israelitas, ¡vuélvanse a aquel contra quien ustedes se han rebelado tan abiertamente! 7Porque en aquel día cada uno de ustedes rechazará a los ídolos de plata y oro que sus propias manos pecadoras fabricaron. 8«Asiria caerá a espada, pero no de hombre; una espada, pero no de hombre, la consumirá. Huirá para escapar de la espada, y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados. 9A causa del terror caerá su fortaleza; ¡sus jefes dejarán abandonada su bandera!» Lo afirma el Señor, cuyo fuego está en Sión, y cuyo horno está en Jerusalén. El reino de justicia 1Miren, un rey reinará con rectitud y los gobernantes gobernarán con justicia. 2Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto. 3No se nublarán los ojos de los que ven; prestarán atención los oídos de los que oyen. 4La mente impulsiva comprenderá y entenderá, la lengua tartamuda hablará con fluidez y claridad. 5Ya no se llamará noble al necio ni será respetado el canalla. 6Porque el necio profiere necedades, y su mente maquina iniquidad; practica la
impiedad, y habla falsedades contra el Señor; deja con hambre al hambriento, y le niega el agua al sediento. 7El canalla recurre a artimañas malignas, y trama designios infames; destruye a los pobres con mentiras, aunque el necesitado reclama justicia. 8El noble, por el contrario, concibe nobles planes, y en sus nobles acciones se afirma. Las mujeres de Jerusalén 9Mujeres despreocupadas, ¡levántense y escúchenme! Hijas que se sienten tan confiadas, ¡presten atención a lo que voy a decirles! 10Ustedes, que se sienten tan confiadas, en poco más de un año temblarán; porque fallará la vendimia, y no llegará la cosecha. 11Mujeres despreocupadas, ¡estremézcanse! Ustedes, que se sienten tan confiadas, ¡pónganse a temblar! Desvístanse, desnúdense; pónganse ropa de luto. 12Golpéense el pecho, por los campos agradables, por los viñedos fértiles, 13por el suelo de mi pueblo cubierto de espinos y de zarzas, por todas las casas donde hay alegría y por esta ciudad donde hay diversión. 14La fortaleza será abandonada, y desamparada la ciudad populosa; para siempre convertidas en cuevas quedarán la ciudadela y la atalaya; convertidas en deleite de asnos, en pastizal de rebaños, 15hasta que desde lo alto el Espíritu sea derramado sobre nosotros. Entonces el desierto se volverá un campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque. 16La justicia morará en el desierto, y en el campo fértil habitará la rectitud. 17El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto. 18Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en serenos lugares de reposo. 19Aunque el granizo arrase con el bosque y la ciudad sea completamente allanada, 20¡dichosos ustedes, los que
siembran junto al agua, y dejan sueltos al buey y al asno! Angustia y auxilio 1¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido! ¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado! Cuando dejes de destruir, te destruirán; cuando dejes de traicionar, te traicionarán. 2 Señor, ten compasión de nosotros; pues en ti esperamos. Sé nuestra fortaleza cada mañana, nuestra salvación en tiempo de angustia. 3Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos; cuando te levantas, se dispersan las naciones. 4Los despojos de ustedes se recogen como si fueran devorados por orugas; sobre ellos se lanza el enemigo como una bandada de langostas. 5Exaltado es el Señor porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud. 6Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del Señor será tu tesoro. 7¡Miren cómo gritan sus valientes en las calles! ¡amargamente lloran los mensajeros de paz! 8Los caminos están desolados, nadie transita por los senderos. El pacto se ha quebrantado, se desprecia a los testigos, ¡a nadie se le respeta! 9La tierra está de luto y languidece; el Líbano se avergüenza y se marchita; Sarón es como un desierto; Basán y el Carmelo pierden su follaje. 10«Ahora me levantaré —dice el Señor—. Ahora seré exaltado, ahora seré ensalzado. 11Ustedes conciben cizaña y dan a luz paja; ¡pero el fuego de mi aliento los consumirá! 12Los pueblos serán calcinados, como espinos cortados arderán en el fuego.» 13Ustedes, que están lejos, oigan lo que he hecho; y ustedes, que están cerca, reconozcan mi poder. 14Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor?
¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?» 15Sólo el que procede con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra los ojos para no contemplar el mal. 16Ese tal morará en las alturas; tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan, y no le faltará el agua. 17Tus ojos verán al rey en su esplendor y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos. 18Dentro de ti meditarás acerca del terror, y dirás: «¿Dónde está el contador? ¿Dónde el recaudador de impuestos? ¿Dónde el que lleva el registro de las torres?» 19No verás más a ese pueblo insolente, a ese pueblo de idioma confuso, de lengua extraña e incomprensible. 20Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas; tus ojos verán a Jerusalén, morada apacible, campamento bien plantado; sus estacas jamás se arrancarán, ni se romperá ninguna de sus sogas. 21Allí el Señor nos mostrará su poder. Será como un lugar de anchos ríos y canales. Ningún barco de remos surcará sus aguas, ni barcos poderosos navegarán por ellas. 22Porque el Señor es nuestro guía; el Señor es nuestro gobernante. El Señor es nuestro rey: ¡Él nos salvará! 23Tus cuerdas se han aflojado: No sostienen el mástil con firmeza ni se despliegan las velas. Abundante botín habrá de repartirse, y aun los cojos se dedicarán al saqueo. 24Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo»; y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.
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Salmos 119:33-64 (NVI) He 33Enséñame, Señor, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. 34Dame
entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. 35Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. 36Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. 37Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. 38Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen. 39Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos. 40¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! Vav 41Envíame, Señor, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. 42Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra. 43No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza. 44Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley. 45Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. 46Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado, 47pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo. 48Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos! Zayin 49Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. 50Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. 51Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley. 52Me acuerdo, Señor, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos. 53Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley. 54Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro. 55 Señor, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley! 56Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos.
Jet 57¡Mi herencia eres tú, Señor! Prometo obedecer tus palabras. 58De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa. 59Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. 60Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos. 61Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. 62A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. 63Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos. 64Enséñame, Señor, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor!