Lectura Semanal - Semana 48
Día 330 - Lunes 15.02.16: 1 Pedro 2 / Jeremías 33-34 / Salmos 135 Día 331- Martes 16.02.16: 1 Pedro 3 / Jeremías 35-36 / Salmos 136 Día 332 - Miércoles 17.02.16: 1 Pedro 4 / Jeremías 37-38 / Salmos 137 Día 333 - Jueves 18.02.16: 1 Pedro 5 / Jeremías 39-40 / Salmos 138 Día 334 - Viernes 19.02.16: 2 Pedro 1 / Jeremías 41-42 / Salmos 139 Día 335 - Sábado 20.02.16: 2 Pedro 2 / Jeremías 43-44 / Salmos 140 Día 336 - Domingo 21.02.16: 2 Pedro 3 / Jeremías 45-46 / Salmos 141
Día 330 - Lunes 15.02.16:
1 Pedro 2 (NVI) 1Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia, 2deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, 3ahora que han probado lo bueno que es el Señor. La piedra viva y su pueblo escogido 4 Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercarse a él, 5también ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo. 6Así dice la Escritura: «Miren que pongo en Sión una piedra principal escogida y preciosa, y el que confíe en ella no será jamás defraudado.» 7Para ustedes los creyentes, esta piedra es preciosa; pero para los incrédulos, «la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular», 8y también: «una piedra de tropiezo y una roca que hace caer.» Tropiezan al desobedecer la palabra, para lo cual estaban destinados. 9Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. 10Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido. 11Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. 12Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de
hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. Sumisión a los gobernantes y a los superiores 13Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad, 14o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. 15Porque ésta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la ignorancia de los insensatos. 16Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. 17Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a Dios, respeten al rey. 18Criados, sométanse con todo respeto a sus amos, no sólo a los buenos y comprensivos sino también a los insoportables. 19Porque es digno de elogio que, por sentido de responsabilidad delante de Dios, se soporten las penalidades, aun sufriendo injustamente. 20Pero ¿cómo pueden ustedes atribuirse mérito alguno si soportan que los maltraten por hacer el mal? En cambio, si sufren por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios. 21Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos. 22«Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca.» 23Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. 24Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. 25Antes eran ustedes como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al Pastor
que cuida de sus vidas.
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Jeremías 33-34 (NVI) Promesas de restauración 1La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, cuando éste aún se hallaba preso en el patio de la guardia: 2«Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza: 3“Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes.” 4Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, que van a ser derribados para levantar defensas contra la espada y contra las rampas de asalto: 5“Los babilonios vienen para atacar la ciudad y llenarla de cadáveres. En mi ira y furor he ocultado mi rostro de esta ciudad; la heriré de muerte a causa de todas sus maldades. 6»”Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. 7Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio. 8Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. 9Jerusalén será para mí motivo de gozo, y de alabanza y de gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo le ofrezco.” 10»Así dice el Señor: “Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo 11el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, y la voz de los que traen a la casa del Señor ofrendas de acción de
gracias y cantan: »”‘Den gracias al SeñorTodopoderoso, porque el Señor es bueno, porque su amor es eterno.’ Yo cambiaré la suerte de este país —afirma el Señor—, y volverá a ser como al principio.” 12»Así dice el Señor Todopoderoso: “En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños. 13En las ciudades de la región montañosa, de la llanura, y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores —dice el Señor—. 14»”Llegarán días —afirma el Señor—, en que cumpliré la promesa de bendición que hice al pueblo de Israel y a la tribu de Judá. 15»”En aquellos días, y en aquel tiempo, haré que brote de David un renuevo justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país. 16En aquellos días Judá estará a salvo, y Jerusalén morará segura. Y será llamada así: ‘El Señor es nuestra justicia.’” 17Porque así dice el Señor: “Nunca le faltará a David un descendiente que ocupe el trono del pueblo de Israel. 18Tampoco a los sacerdotes levitas les faltará un descendiente que en mi presencia ofrezca holocausto, queme ofrendas de grano, y presente sacrificios todos los días.”» 19La palabra del Señor vino a Jeremías: 20«Así dice el Señor: “Si ustedes pudieran romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo, 21también podrían romper mi pacto con mi siervo David, que no tendría un sucesor que ocupara su trono, y con los sacerdotes levitas, que son mis ministros. 22Yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David, y la de los levitas, mis ministros, como
las incontables estrellas del cielo y los granos de arena del mar.”» 23La palabra del Señor vino a Jeremías: 24«¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el Señor, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo, y ya no lo consideran una nación. 25Así dice el Señor: “Si yo no hubiera establecido mi pacto con el día ni con la noche, ni hubiera fijado las leyes que rigen el cielo y la tierra, 26entonces habría rechazado a los descendientes de Jacob y de mi siervo David, y no habría escogido a uno de su estirpe para gobernar sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¡Pero yo cambiaré su suerte y les tendré compasión!”» Advertencia al rey Sedequías 1La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, estaba atacando a Jerusalén y a sus ciudades vecinas con todo su ejército y con todos los reinos y pueblos de la tierra regidos por él: 2«Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el Señor: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará. 3Y tú no te escaparás de su poder, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara, y serás llevado a Babilonia.’ 4»”No obstante, Sedequías, rey de Judá, escucha la promesa del Señor para ti. Así dice el Señor: ‘Tú no morirás a filo de espada 5sino en paz.’ También afirma el Señor: ‘Yo te prometo que, así como los reyes de antaño que te precedieron quemaron especias por tus antepasados, así también lo harán en tu funeral, lamentándose por ti y clamando: ¡Ay, señor!’”» 6El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey
de Judá, en Jerusalén. 7Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba combatiendo contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que aún quedaban, es decir, Laquis y Azeca, que eran las únicas ciudades fortificadas. Liberación para los esclavos 8La palabra del Señor vino a Jeremías después de que el rey Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dejar libres a los esclavos. 9El acuerdo estipulaba que cada israelita debía dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos, y que nadie debía esclavizar a un compatriota judío. 10Todo el pueblo y los jefes que habían hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos. 11Pero después se retractaron y volvieron a someter a esclavitud a los que habían liberado. 12Una vez más la palabra del Señor vino a Jeremías: 13«Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo hice un pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Les ordené 14que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sí mismo con ellos. Después de haber servido como esclavo durante seis años, debía ser liberado. Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso. 15Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prójimo, se habían convertido y habían hecho lo que yo apruebo. Además, se habían comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi nombre. 16Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que había liberado a someterse de nuevo a la esclavitud.” 17»Por tanto, así dice el Señor: “No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por tanto, yo
proclamo contra ustedes una liberación —afirma el Señor—: dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre, para que lo que les pase a ustedes sirva de escarmiento para todos los reinos de la tierra. 18Puesto que han violado mi pacto, y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al novillo que cortaron en dos, y entre cuyos pedazos pasaron para rubricar el pacto. 19A los jefes de Judá y de Jerusalén, y a los oficiales de la corte y a los sacerdotes, y a todos los que pasaron entre los pedazos del novillo, 20los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra su vida, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo. 21»”A Sedequías, rey de Judá, y a sus jefes, los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejército del rey de Babilonia, que por el momento se ha replegado. 22Voy a dar una orden —afirma el Señor—, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total desolación, sin habitantes.”»
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Salmos 135 (NVI) 135.15-20 – Sal 115.4-11 1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! ¡Alaben el nombre del Señor! ¡Siervos del Señor, alábenlo! 2Ustedes, que permanecen en la casa del Señor, en los atrios de la casa del Dios nuestro. 3Alaben al Señor, porque el Señor es bueno; canten salmos a su nombre, porque eso es agradable. 4El Señor escogió a Jacob como su propiedad, a Israel como su posesión. 5Yo sé que el Señor, nuestro Soberano, es más grande que todos los dioses. 6El Señor hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los
mares y en todos sus abismos. 7Levanta las nubes desde los confines de la tierra; envía relámpagos con la lluvia y saca de sus depósitos a los vientos. 8A los primogénitos de Egipto hirió de muerte, tanto a hombres como a animales. 9En tu corazón mismo, oh Egipto, Dios envió señales y maravillas contra el faraón y todos sus siervos. 10A muchas naciones las hirió de muerte; a reyes poderosos les quitó la vida: 11a Sijón, el rey amorreo; a Og, el rey de Basán, y a todos los reyes de Canaán. 12Entregó sus tierras como herencia, ¡como herencia para su pueblo Israel! 13Tu nombre, Señor, es eterno; tu renombre, por todas las generaciones. 14Ciertamente el Señor juzgará a su pueblo, y de sus siervos tendrá compasión. 15Los ídolos de los paganos son de oro y plata, producto de manos humanas. 16Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; 17tienen oídos, pero no pueden oír; ¡ni siquiera hay aliento en su boca! 18Semejantes a ellos son sus hacedores y todos los que confían en ellos. 19Pueblo de Israel, bendice al Señor; descendientes de Aarón, bendigan al Señor; 20descendientes de Leví, bendigan al Señor; los que temen al Señor, bendíganlo. 21Desde Sión sea bendito el Señor, el que habita en Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!