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MI ABUELA TUVO QUE ABANDONAR EN 2013 LA CASA DONDE HABÍA ESTADO VIVIENDO TODA SU VIDA DEBIDO A LA NECESIDAD DE ATENCIÓN ESPECIAL. DESDE ENTONCES, VIVE EN UNA RESIDENCIA DE ANCIANOS Y LA CASA ESTÁ ABANDONADA. A TRAVÉS DE LOS RECUERDOS DE MI PADRE, ESTE PROYECTO BUSCA HACER REFLEXIONAR SOBRE EL VALOR DEL TIEMPO.
En esta sala era donde mi padre trabajaba cada día como barbero. Yo, como siempre le ayudaba, recuerdo con claridad las charlas sobre fútbol y política y las jornadas interminables de trabajo. Además, como en aquella época no existían las máquinas de afeitar, afeitábamos con filármonicas y jabón, lo cual hacía más pesado el trabajo. También recuerdo con nostalgia que en Navidad decorábamos los cristales con albayarde para felicitar las fiestas, un detalle que en esos años era muy bonito, ya que las calles no estaban tan llenas de luces como hoy en día. La cama que se ve es donde dormíamos los fines de semana que teníamos que cuidar a la abuela.
El salón era donde nos reuníamos siempre toda la familia y donde de pequeños pasábamos noches enteras jugando al parchís o a la oca, que entonces era nuestra Play Station. Más tarde, el abuelo compró una televisión, una Inter, y aquello para el barrio fue una revolución. La casa se llenaba siempre de niños que se acercaban para ver la televisión y gracias a eso pudimos ver algo tan espectacular como la llegada del hombre a la luna, aunque la abuelo nunca se lo creyó.
La habitaciรณn de mi abuela.
Al principio, la abuela dormía en el piso de arriba en una habitación al lado de la nuestra, pero con el paso de los años tuvimos que acondicionar una habitación abajo porque ya no podía subir las escaleras. Muchas de sus cosas siguen igual que cuando ella vivía en la casa, de hecho, en esta foto se ve la la lintera que ella siempre tenía a mano por si se iba la luz en cualquier momento.
Su primera habitación enseguida la empezamos a utilizar como un trastero y a día de hoy sigue llena de trastos viejos. En la foto de la izquierda se ve el caramanchón, un hueco que antiguamente se quedaba al construir la escalera y que utilizábamos para guardar cosas.
La primera habitación de mi abuela.
D o r m i t o r i o d e m i p a d r e
Las habitaciones en invierno eran muy frías. En una cama dormía yo y en la otra el tío Jose Luis, y por las noches hacía tanto frío que al hablar llegaba a salir vaho. En verano, en cambio, el calor era tan sofocante que solía abrir la ventana del cuarto y me tumbaba en el suelo para disfrutar de la brisa de verano. Al final, siempre me quedaba dormido en el suelo. Es curioso como son estos pequeños detalles los que al final acabas recordando con más intensidad
El patio.
En estas paredes firmábamos con lápiz los días que queríamos recordar. Durante años escribimos muchos recuerdos, pero el boom de la construcción se lo llevó todo. Años más tarde creció, contra todo pronóstico, una planta. ¡ Todo un milagro! Me gusta pensar en ella como una forma que ha tenido la naturaleza de recordarnos