E100516 El nuevo faro de Galicia en el mundo

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GALICIA

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El perfil del proyecto de Eisenman se recorta en el compostelano Monte Gaiás

ABC

FOTOS: MANUEL G. VICENTE

CIUDAD DE LA CULTURA

El nuevo faro de Galicia en el mundo El arquitecto Peter Eisenman presenta en Berlín, en el prestigioso Foro de Arquitectura de Kristin Feireiss, su proyecto del Monte Gaiás compostelano š Pese a los desencuentros políticos, dice conservar el entusiasmo por unas instalaciones que se abrirán este año POR RAMIRO VILLAPADIERNA CORRESPONSAL

BERLIN. La singularidad del proyecto de la Ciudad de la Cultura, del monte Gaiás, hace que venga siendo objeto de discusión en los grandes foros de arquitectura, incluso antes de que alcance su destino en lo universal. En su paseíllo académico, y tras presentarse en dos bienales de Venecia y exposiciones en Viena y Módena, mide ahora su talla en Berlín, uno de los focos culturales ineludibles. El Foro de Arquitectura de Kristin Feireiss ha acogido el proyecto gallego y la presentación por su responsable, Peter Eisenman, el gran arquitecto neoyorquino que sorprendió a Berlín con su Monumento del Holocausto. Ejemplo único de una arquitectura paisajística, como lo ha reconocido el premio Pritzker Rafael Moneo, Eisenman cree que va a suponer para Galicia un foco icónico de atención mayor que el que en su día produjo el Gugenheim para Bilbao. El arquitecto ha explicado cómo en la Ciudad de la Cultura no ha «buscado perfilar mis edificios» para que emerjan y sobresalgan, sino «más que sobresalga el conjunto fundido»

del monte y la ciudad, «he buscado generar condiciones en que el fondo pueda elevarse y la ciudad se deje caer contra él». «Edificios que se funden con el fondo» en lugar de aplastarlo, «una nueva forma de tejido urbano», postula Eisenman de su trazado del complejo, en el monte Gaiás y «no contra el monte Gaiás». Un urbanismo en que «los edificios y la topografía se confunden». La ciudad concebida como un nuevo faro de Galicia para la comunidad cultural europea, se apoya sobre seis edificios principales, entre estos y además de un departamento de Servicios Centrales, la Biblioteca de Galicia, los Archivos de Galicia, el Museo de Galicia, el Centro para la Música y las Artes Escénicas y el Centro Internacional de las Artes, volúmenes concebidos como tres pareados. A ellos ha querido el arquitecto que se unan las Torres de Hejduk, como homenaje al fallecido arquitecto y uno de los célebres «New York Five». Y como resulta marca insoslayable de Galicia, al menos para el ojo foráneo, el conjunto se sumerge en la naturaleza del entorno a lo largo de 25 hectáreas de parque. En su in-

Una de las imágenes que componen la muestra fotográfica presentada en Berlín


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terior en cambio se enredan calles y columnatas, plazas y jardines. Como ha explicado en la sala Aedes am Pfefferberg, Eisenman ha querido plasmar en el concepto lo que llama «el código genético» de la cultura local, extraído en parte del mapa histórico de Santiago, su estructura quebrada por el tiempo y de elementos ambiguos como la carcasa de la vieira, de exterior rugoso a la vez que refugio acogedor, «sin base ni figura, sino ambas cosas según el momento y el ángulo». Después de «innecesarios tiras y aflojas» políticos entre partidos, que incluyeron la quasi paralización por el anterior gobierno de coalición de socialistas y nacionalistas, lo que sin embargo no ha podido con el entusiasmo de Eisenman, a finales de 2010 y como parte del Xacobeo se inaugurará ya la Biblioteca y los Archivos de Galicia. De la idea de la Ciudad se criticó inicialmente su «indefinición», lo que Eisenman ha reconocido: «todos éramos conscientes al principio de que plazos, coste y tamaño no estaban aún definidos», pero ve inexacta la especie difundida por los nacionalistas de que se le había dado «barra libre». «He tenido enfrente (en la Xunta) a gente muy exigente», ha dejado claro en la Comisión de Investigación y ante la Academia Gallega. Pero los responsables reconocen que la idea que ganó el

concurso de 1999 hubo de ser desarrollada, con la consiguiente ampliación de costes y superficies, «la obra fue creciendo fruto de un proceso creativo y de ajuste de superficies», incluyendo contratiempos de adaptación como que el Teatro de la Ópera fuese pequeño para los circuitos internacionales. El arquitecto reconoce que es el edificio que presenta mayor complejidad para su finalización. Si el anterior presidente de la Xunta, Manuel Fraga, quiso con con la idea «dejar una obra verdaderamente importante, como parte de esa gran arquitectura que queremos hacer de la Galicia del siglo XXI», luego el proyecto ha tenido que superar reduccionismos, como el del Bloque Nacionalista Galego, que insistía en que era la lengua el principal «faro de Galicia en el mundo del siglo XXI». También críticas al gigantismo proyecto, por historiadores de la arquitectura como William J. R. Curtis, por su «desproporción». Frente a ello, Rafael Moneo ha defendido «la obra más importante» de Eisenman, calificándolo como que «la persona que ha generado la mayor parte de la discusión intelectual en torno a la arquitectura reciente». La controversia se diluyó cuando el proyecto fue abrazado en Madrid por el propio presidente Rodríguez Zapatero, convencido ahora por el anterior presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, de

Imagen de una de las cubiertas del complejo

que debía ser un «proyecto de Estado» y convertirlo «puente, enlace cultural, entre Europa, España e Iberoamérica». El actual conselleiro de Cultura, Roberto Varela, reconoce a su paso por Berlín que todo ello ha producido en los gallegos «una falta de conexión con el proyecto». Y que su relanzamiento choca con el programa de máxima austeridad propugnado por la Xunta ante la crisis, forzando a «refrenar y reajustar» a los tiempos un proyecto que, en todo caso, «es símbolo de la modernidad de Galicia hacia el exterior». La exposición presentada en Berlín por la fundadora del Foro de Arquitectura, Kristin Feireiss, y la consejera de cultura de la embajada, Itziar Taboada, muestra 24 fotografías de Manuel G. Vicente, que ha acompañado y documentado el desarrollo del proyecto, con paciencia y lupa de entomólogo. La cámara recoge en plano una colección desestructurada de retazos, líneas y texturas, según la propia proposición fragmentaria que la filosofía arquitectónica de Eisenman ha heredado de Derrida. Es el ojo el que reordena como un caleidoscopio y obtiene la imagen completa de lo que quiere ser el nuevo icono de Galicia en el mundo: Si consigue ser faro que atraiga la excelencia, la reflexión y el debate cultural, Galicia puede haber cambiado definitivamente la aldea gala por la aldea global.

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