DATOS Y FOTOGRAFIAS EXTRAÍDOS DEL ARTÍCULODE D. RAFAEL DE MADARIAGA FERNANDEZ publicados en la revista ICARO, nº 23 del año 2005.
Algo más sobre los Natachas Entre los tipos de aviones soviéticos que hemos conocido en entregas anteriores y que arribaron a nuestras tierras manchegas en aquellos pasados años, además de los Chatos (Polikarpov I-15), los Mosca (Polikarpov I-16) y los Katiuska (Tupolev SB-2), conviene saber que también volaron los Polikarpov R-5, conocidos como “Rasantes”, avión biplano de cabina abierta, con un potente motor en "V", dotado con un par de ametralladoras rápidas y capaz de portar una carga de bombas regular para la época. En esta fotografía podemos ver un Rasante con sus dos tripulantes
Este avión, el Rasante, del que no tenemos constancia que actuará desde Tembleque, fue el precursor de otro de nuestros conocidos, un avión muy similar y algo más avanzado que el Rasante pero sacado de la misma idea táctica; un resistente avión de apoyo táctico, muy duro en su resistencia al deterioro y capaz de aguantar mucha brega en su utilización contra objetivos en el frente de batalla. Este sucesor seria nuestro amigo el Polikarpov R-Z Natacha.
LA LLEGADA DE LOS R-Z NATACHAS Los R-Z Natachas hacen su aparición en España en febrero del 37, era el resultado de los intentos de mejorar la resistencia y las prestaciones de los Rasantes. Si comparamos esta fotografía con la anterior apenas se aprecian diferencias. Por lo que no es de extrañar que fueran confundidos en numerosas ocasiones (si viendo las fotos se pueden confundir, más difícil sería diferenciarlos en vuelo)
Llegaron desmontados y en barco, 31 aviones que se montaron en La Rabasa, Alicante, y con ellos se creó el Grupo 20 sus primeros pilotos y tripulantes procedían de la Aeronáutica Naval, que ya tenían mucha experiencia con aviones de asalto. Se entrenaron y familiarizaron con el nuevo avión en El Carmolí, cercano a Los Alcázares (Murcia), al mando del que iba a ser su jefe de grupo, el mayor Abelardo Moreno Miró con el Capitán José Antonio López Garro como jefe de Estado Mayor. Los jefes de las escuadrillas, inicialmente dos de doce aviones cada una de ellas, fueron Crescencio Ramos y Luis Alonso Vega comenzando a actuar entre marzo y abril de 1937, creándose poco después una tercera escuadrilla independiente, la número 50. La 1ª escuadrilla operó en marzo, abril y mayo del 37 por los frentes del sur y la segunda y tercera lo hicieron en Guadalajara, Aragón y frente central. La 2ª Escuadrilla (según J. Salas) estaba formada por: Luis Alonso Vega (Jefe de Escuadrilla) y por los pilotos Capitán Mateo León, Sargento Miguel Badía Ródenas, Sargento José Antonio Ramos Romero, Teniente Santiago Capillas, Alférez Jenaro Camacho González, Sargento Teresa, Alférez Francisco Hernández Chacón, Sargento Antonio Corral Jordá y Sargento José Gómez Baños. Entre los tripulantes se contaba tan solo cuatro observadores, Federico Gonzalo, Patricio, Alférez Ocaña y Sargento Monzón y
además estaban los ametralladores-bombarderos entre los cuales estaban los Sargentos Frías, Jesús Hernando, García y los Cabos Moretones, del Río y Manrique. No podemos asegurar que los de la foto coincidan plenamente con los citados en los párrafos anteriores, pero según la fuente de origen son Tripulantes (¿pilotos y/o ametralladores?) de la 2ª Escuadrilla de Natachas, si bien no dice donde y cuando fue tomada.
Su primera actuación de conjunto fue en la batalla de Guadalajara y en ella se demostraron más rápidos y mejores que los Rasantes. Las dos escuadrillas estuvieron en esa fase estacionadas en Madridejos u Ocaña y Tembleque, lugar este último donde el Capitán Pereira (viejo conocido nuestro del que ya supimos en entregas anteriores), entonces jefe de la Segunda Escuadrilla de Katiuskas, coincidiría por pocas horas con su amigo José María del Romero, activo jefe de Natachas durante el resto de la guerra. La segunda como hemos visto actúa en la batalla de Guadalajara desde los campos citados al igual que la tercera, que hacia el final de esta acción estaba mandada por el capitán Juan Vargas. Los párrafos anteriores nos permiten confirmar lo ya aventurado en las primeras entregas, es decir la operación de los aviones RZ Natachas desde Tembleque y no solo eso sino que además sabemos que fueron la 2ª y 3ª Escuadrillas e incluso los nombres de algunos de sus integrantes. Tripulantes de la 2ª Escuadrilla de RZ
Tripulantes de la 3ª Escuadrilla de RZ
El día 27 de mayo actúan sobre Segovia, en la denominada Batalla de La Granja, junto a los Rasantes de Vóchev, 28 Natachas de las tres escuadrillas del grupo mandado por el mayor Abelardo Moreno Miró en el cual se alineaban las escuadrillas mandadas por José María del Romero, Luis Alonso Vega y Antonio Salueña. En el mes de junio operan sobre La Granja y Guadarrama, siendo el día 11 de ese mes derribados dos R-Z pilotados por Alonso Vega y Mateo, del Grupo 20. Fotografías de Natachas en formación
El 21 de mayo del año 1937 llegó otra remesa de 31 Natachas y se procede a una reorganización. Con los nuevos aviones llegados el Mando de Aviación decide la creación del Grupo 30. Para la jefatura del mismo se elige al Mayor Andrés Villa Cañizares, pero los asesores rusos deciden el cambio para el también Mayor Abelardo Moreno Miró, aunque al poco tiempo se sustituyó por Luis Alonso Vega cuando este se recupero de las heridas producidas en su reciente derribo. Piloto y observador/ametrallador en sus puestos. Podemos apreciar el COLIMADOR y el afuste (montaje) de la ametralladora del puesto trasero
Algo más sobre el NATACHA y sus tácticas de empleo El Natacha R-Z, como hemos dicho, variante mejorada del rasante R-5 tenía un fuselaje (cuerpo del avión) de madera y aluminio, recubierto con tela en algunas partes, contaba con una cabina acristalada de corredera. El motor era un M-34 de 820 caballos con 12 cilindros en «V». Las alas (como se ve en las fotos era un avión biplano, es decir con dobles alas unas superiores y otras inferiores) eran de madera recubiertas con tela y alerones sólo en planos superiores. La ametralladora lateral izquierda era la misma PV-1 de 7,62 milímetros, que montaba el R-5 Rasante, sincronizada con la hélice y la de atrás era una Shkas con torreta eléctrica. Esta última era un arma temible bien manejada, ofreciendo una cadencia
próxima a los 1800 disparos por minuto que la convertía en un instrumento mortífero en manos expertas, sobre todo si convergían varias bocas de fuego hacia arriba y hacia atrás. Cargaba ocho bombas de 50 kilogramos bajo las alas o cuatro de 50 y cuatro de 25 kilogramos.
Para su defensa ante ataques de aviones enemigos empleaban una táctica de fuego cruzado entre los ametralladores de cada patrulla, formada por tres o cuatro aviones, consiguiendo ofrecer una barrera muy peligrosa que obligaba a los aviones de caza enemigos a no poder permanecer mucho tiempo a su alcance, con lo que conseguían igualmente que estos no pudieran afinar su puntería al tener que abrir fuego desde lejos. Por otro lado procuraban, en los trayectos de ida y regreso al objetivo, volar a muy baja cota, lo que impedía que el atacante no pudiera acercarse e iniciar el ataque por debajo de la formación, el resultado defensivo de estas tácticas fue, para los Natachas, muy aceptable. El documento clave para analizar la buena actuación de los Natacha durante el periodo más relevante de la guerra aérea, es sin duda el que J. Salas titula en su artículo USO OPERATIVO DE LOS NATACHAS. En él está analizada la filosofía de aplicación de estos aviones con sus mejores tácticas de empleo y actuaciones. Trata con precisión cuales eran las técnicas de bombardeo y de apoyo al suelo, así como las evasivas para conseguir una defensa eficaz cuando los Natachas eran atacados por la retaguardia. Es especialmente significativo la peligrosidad o índice de supervivencia de los biplanos en función de la altura de operación; los derribos e impactos de la antiaérea van decreciendo de forma constante a medida que disminuye la altura, hasta que se entra en el dominio del alcance de las armas cortas de la infantería, a partir de las cuales volverían a aumentar hasta llegar al suelo. Es decir si volaban altos, por encima de los 2000 metros, la antiaérea se mostraba ciertamente eficaz, reduciendo esta altura y procurando volar por debajo de los
700 metros su efectividad se veía muy reducida, pero si continuaban bajando y se colocaban a tiro de la infantería el riesgo volvía a aumentar. No debemos olvidar que si bien era un avión robusto y fiable, su velocidad de crucero era muy baja, lo que permitía efectuar una buena puntería.
La táctica de operación comúnmente empleada y que, al parecer dio buenos resultados era la siguiente: La aproximación al objetivo se realizaba entre 700 y 800 metros sobre el terreno (como hemos visto anteriormente por encima estaban más expuestos al acierto de la antiaérea y por debajo al fuego de fusilería), lo que en muchas ocasiones permitía que no fueran divisados por la caza enemiga (que normalmente estaba patrullando a mucha mayor altura esperando a los Chatos y Katiuskas) y así lograban alcanzar la posición adecuada para el bombardeo del objetivo. Cuando alcanzaban la posición comenzaba la acción de la antiaérea y el propio bombardeo en sí, el humo de lo uno y lo otro alertaba a los cazas, que en ese momento descubrían a las formaciones de Natachas e inmediatamente se lanzaban desde su posición predominante para intentar repeler el ataque y derribar a los Bombarderos.
Los Natachas, una vez cubierto el objetivo y lanzadas sus bombas (lo que aligeraba su peso) iniciaban un fuerte picado a la vertical (poner el avión vertical con respecto al suelo y con el morro apuntando a tierra) y metiendo gases a fondo (máxima potencia), con lo cual lograban dos acciones para intentar salir airosos del trance; alcanzar una velocidad próxima a los 400 Km/h (para poner tierra de por medio) y pegarse lo más posible al terreno (sin
perder la formación) para que los cazas no pudieran atacarlos desde abajo (zona ciega para el fuego de las ametralladoras), esto unido a la citada táctica de fuego cruzado evitaba o al menos reducía la acción de la caza enemiga sobre ellos. En la foto por supuesto no podemos apreciar el tipo de avión, pero según el autor del libro, de donde está sacada, dice ser una formación de Natachas en un ataque en la batalla de Guadalajara
Terminaremos con una bonita foto que nos demuestra que no solo los I-16 “Mosca” podían hacer “el caballito”.