Página 4 La Esperanza LA VOZ DE LA AGRUPACIÓN
D. Francisco Varela Figueroa
LA ESPERANZA SEMANARIO INFORMATIVO DE LA AGRUPACIÓN PARROQUIAL DE LA CORONACIÓN VILLAMARTÍN (CÁDIZ) ‐ 15 DE FEBRERO DE 2014 ‐ AÑO 0 Nº 14
Vicario Parroquial y Director Espiritual de la Agrupación Una Iglesia joven y de jóvenes.- Hoy, aprovechando esta oportunidad, voy a desvelar mi opinión y cariño a esta Agrupación juvenil de nuestra Parroquia. Mi unión con esta Agrupación no puede dejar de ser muy especial dada su forma de comenzar a la vez que mi trabajo pastoral en Villamartín. Al comienzo de mi llegada como vicario a este pueblo, me marché un fin de semana a Roma para comenzar a los pies del Apóstol mi sacerdocio diocesano y, a su vez, llevaba en mi corazón una intención que poner a los pies del ahora Beato Juan Pablo II. Le encomendé que me guiara en la forma de poder trabajar con los jóvenes de esta parroquia. Cual es mi sorpresa al llegar que D. José Manuel me dice que un grupo de jóvenes quiere comenzar esta nueva empresa dentro de la Iglesia: una nueva agrupación. Es en ese momento cuando empezamos a dar forma a lo que, ya hoy, es una realidad cada día más emergente. Desde el comienzo se han ido dando pasos y es muy especial ver como los jóvenes van uniéndose y apoyándose en este camino de locos, pero locos por Cristo. Ya al comienzo, yo les decía que no era un camino fácil, pero que si lo vivían de verdad, sería un camino apasionante. Caminan, van creciendo y alimentándose de la Palabra, de la Eucaristía y eso los va haciendo crecer. Ciertamente, queda mucho por andar, como a cada una de las realidades de la Iglesia, pues nunca se termina de aprender, pero se va viendo la profundidad que van adquiriendo. Desde la primera reunión y desde ese primer viaje a Burgos, se percibe un cambio sustancial, se ve un mayor compromiso, siempre en lucha con su propio ser joven, pero va avanzando en el camino la entrega gratuita de lo que gratis han recibido. Obviamente, estoy muy orgulloso de ellos, de su capacidad de entrega y de su caminar silente pero serio. Muchas veces, como padre que me siento, intento enseñar lo poco que puedo dar como cura joven y siempre salgo enriquecido. Para el futuro solo puedo repetirles las palabras que me dijo un santo sacerdote: “Eucaristía y amor a María”. Ellos son el centro de toda su vida, todo el edificio que están levantando en la Agrupación solo saldrá adelante si tienen esos pilares. Así, siendo una realidad de Cristo, Él la sostendrá. Edita: Agrupación Parroquial de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia en su Prendimiento, María Santísima de la Esperanza, San Juan Evangelista y Santa Ángela de la Cruz. Dirección y maquetación: D. Isaac Fuentes Melgar. Agradecimientos: D. José Manuel Álvarez Benítez, D. Francisco Varela Figueroa, D. Francisco Gil Solano, D. Juan Azcárate Casanova. D. Juan Villar Fuentes. Dña. María José García Sierra.
LÍNEA EDITORIAL
Misterio del Prendimiento de Jesús Historia de una de las advocaciones tomadas por nuestra Agrupación Parroquial Todas las hermandades o cofradías de fieles reúnen a sus integrantes alrededor de una determinada advocación. En nuestro caso, el nombre de nuestra agrupación nos muestra las distintas advocaciones que tomamos en su momento: Agrupación Parroquial de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia en su Prendimiento, María Santísima de la Esperanza, San Juan Evangelista y Santa Ángela de la Cruz. En esta edición, nos centraremos en la advocación de un misterio de la Pasión: el Prendimiento o Arresto de Jesús. Se acercaba la fiesta de Pascua, y Jesús mandó a Pedro y a Juan a que prepararan la cena para los doce. Mientras tanto, los sumos sacerdotes planeaban cómo acabar con el Hijo del hombre. Judas Iscariote, conducido por Satanás, aceptó entregarlo por 30 monedas. La Cena transcurrió entre gestos de humildad por parte de Jesús. Lavó los pies de todos y bendijo las especies, el pan y el vino, mediante las cuáles se sella el nuevo pacto de alianza con el Padre. Más tarde, dijo a Judas: “Lo que hagas, hazlo pronto”. Terminada la Última Cena con los apóstoles y habiendo preparado a los once para Su partida, tomaron camino hacia el monte de los Olivos. En el jardín de Getsemaní, lugar entre Betania y Jerusalén, Jesús guió consigo a Pedro, Santiago y Juan. Yendo un poco más adelante, se postró en el suelo y oró así: “Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Dice esto no por miedo a morir, sino porque no quiere que su muerte traiga oprobio al Padre. Rezó y volvió con sus discípulos. Éstos dormían cansados y Él les recriminó: “Está cerca la hora en que este Hombre será entregado en poder de los pecadores. Levantaos, vamos; se acerca el traidor”. Aún hablaba cuando se acercó el hijo de destrucción, Judas, acompañado de una gran multitud. Al ser de noche, Judas suministró una señal a los soldados: “Al que bese, ese es; deténganlo y llévenselo con seguridad”. Así fue, Judas se acercó y besó tiernamente a Jesús. Él le dijo: “Amigo, ¿con qué propósito estás presente?” Y contestando a su propia pregunta: “Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?” Al mismo tiempo dio un paso hacia delante y preguntó: “¿A quién buscan?” “A Jesús el Nazareno”, fue la respuesta. “SOY YO”, contestó. Sorprendidos por su denuedo caen al suelo. Los soldados recobran la compostura y atan al Señor. Pedro, sin escuchar al Maestro, ataca a Malco, esclavo del sumo sacerdote. Curando la herida dice a Simón: “Quien empuña la espada, a espada morirá”. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron, y al Hijo del hombre lo prendieron.
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