JIMI HENDRIX ¿Quién diría que el niño de esta foto llegaría a ser el mejor guitarrista en la historia?. Se trata de Jimi Hendrix
Nació el 27 de Noviembre de 1942 en Seattle, en el estado de Washington. Su padre se llamaba James Allen Hendrix y su madre era una india Cherokee. En el registro civil fue inscrito como Jhonny Allen Hendrix, pero posteriormente su padre cambió su nombre por el de James Marshall Hendrix y, desde luego, Jimmi como diminutivo, aunque él adoptaría la grafía Jimi en 1966 cuando fundó en Londres el conjunto “The Jimi Hendrix Experience”. A los 11 años de edad aprendió a tocar la guitarra bajo la influencia de los discos de Robert Johnson y B.B. King a quienes idolatraba. Entre 1960-1961 sirvió en el ejército Norteamericano en un batallón de paracaidistas, y en 1962 fue liberado a causa de una invalidez temporal, entonces decidió establecerse en Nashville y junto con Billy Cox, antígüo compañero del servicio militar, formó el trío “The Casuals”, que realizó diversas actuaciones y logró un relativo éxito en la zona.
de Wilson Pickett, Isley Brothers, Solomon Burke y otros, incluyendo también el pintoresco grupo del conocido campeón de lucha libre Georgeous George, que dejó el ring para liderar, como cantante, una Banda de Rock & Roll. En aquella época, Jimi Hendrix grabó varios discos con diferentes conjuntos, aunque su presencia no fue tan relevante. En 1965, Jimi Hendrix abandonó definitivamente a Little Richard despúes de una amarga discusión por cuestiones salariales y de Royalties. Tuvo el mismo problema en relación a otros conjuntos con los que trabajó durante ese período, lo que llegó a ser una constante en su vida profesional. En realidad, Jimi siempre túvo la impresión de que sus jefes, empresarios y colaboradores vivían engañándolo respecto a esto, era muy desconfiado, y a pesar de ello, en 1965 firmó un contrato desfavorable con una pequeña empresa de discos por tres años y en condiciones de verdadera usura. Había sido su primer contrato discográfico y se lamentó toda su vida como una pesada cruz en su memoria.
Ese mismo año fue aplaudido como guitarrista del conjuto del cantor Curtis Knight y grabó discos del saxofonista Lennie Youngblood. Éstas son realmente las primeras grabaciones relevantes y claramente determinantes en la discográfia total de Jimi Hendrix. En el bienio 1965-66, Jimi Hendrix empezó a conocer la vorágine del exito, la fama, el fervor de los admiradores, las contínuas e ininterrumpidas actuaciones, sin tiempo para descansar. Sin la munición suficiente para hacer frente al Huracán, empezó a defenderse entregandose desenfrenadamente a las drogas, lo que terminó por influenciar su conducta dentro y fuera de los escenarios. Mientras tanto lo solicitaban constantemente como guitarrista, habiendo realizado notables actuaciones con los grupos de King Curtis, Chuck Jackson, Sam Cooke, Ike & Tina Turner y otros de la misma talla. Tras actuar en el café Wha, del Greenwich village de Nueva York, el bajista del grupo The Animals, Chas Chandler, lo reclamó para que lo
Precisamente debido a este éxito inicial, llamaron a Hendrix para incorporarse a la banda del célebre Little Richard, con el cual recorrió Estados Unidos durante casi dos años y de quien aprendió mucho. Alternativamente, realizó varias actuaciones durante un breve período como guitarrista en las Bandas 3
acompañara a Londres, donde había mucha adulación y grandes posibilidades de ganar mucho dinero. Aquella propuesta quedó grabada en la memoria de Jimi Hendrix, siempre desconfiado y sospenchando que los empresarios lo estafaban con los royalties. Por otra parte, el potencial artístico y escénico de Jimi Hendrix había alcanzado su completo desarrollo, y su desempeño era realmente espectacular y llamativo, tocando la guitarra por arriba y por detrás de la cabeza o tocando las cuerdas con los dientes, etc., y utilizando eficazmente la técnica del “feedback” y así como otros efectos sonoros, ya que a veces, al finalizar su espectáculo paroxístico, arrojaba la gasolina de su mechero en la guitarra, que prendía fuego en el escenario frente al delirio del público, cuya algarabía retumbaba entre silbidos y exaltaciones, mientras la guitarra del ídolo ardía en el escenario como el último tributo a la gloría del Rock.
Jimi Hendrix viajó a Londres con Chas Chandler (que fue su primer manager Inglés) en el mismo año de 1.966 y tras actuar en algunos clubs locales, fundó The Jimi Hendrix Experience con Noel Redding al Bajo y Mitch Mtchell a la Batería. El grupo realizó una gira por Europa, que fue filmada y en la que sobresalen los recitales del Tivoli, en Estocolmo, del Sport Arena, de Copenhague, y del Olymia de París. La filmación se completó en diversos clubs Londinenses antes de encerrarse en un estudio de grabación (previo contrato con la Polydor, una de las “majors” internacionales), coincidiendo la publicación del disco con la solémne actuación oficial en el Saville Theather de Londres. Los Hits discográficos no se hicieron esperar en Gran Bretaña y en toda Europa y, poco después en Estados unidos (con el sello Reprise) a rastras de los ecos del gran triunfo europeo. El primer L.P. “Are you experience”, supuso un éxito inmediato y también los singles “Purple Haze”, “The wind cries Mary”, “Burning of the midnight lamp”, etc. Como banda ya consagrada y la aureola de todos sus triunfos europeos a cuestas, The Jimi Hendrix Experience hizo su presentación americana en el Monterrey Pop festival de 1967, la cual se filmó para un largometraje de exhibición comercial, y a continuación hizo una serie de triunfantes actuaciones en el hollywood Bowl, el Fillmore west, de San Francisco, y realizó una corta gira por Estados Unidos con la 0The Monkees. En 1968 y 1969 cruzó en los dos sentidos el Atlántico varias veces para participar en espectacúlos estela-
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res, tanto en Estados Unidos como en Canadá y también en toda Europa Occidental. El Fillmore East, el Singer Bowl y el Fhilarmonic Hall de Nueva York fueron el marco elegido para memorables actuaciones, como también el Convention Hall de Anaheim, de California, o el Underground Pop Festival de Miami, o el Albert Hall de Londres y el Olympia de parís nuevamente. El grupo Experience se disolvío y Jimi Hendrix se presentó como solista en el Festival de Newport de 1969 y, en el mismo año, en el Woodstock Music & Art Fair (donde se filmo la película Woodstock). Para llenar nuevamente el legendario Fillmore East, formó la banda llamada The Band Of Gypsies, que también actúo en el Madison Square Garden, pero el grupo se separó en los primeros años setenta. De su filmografía cabe mencionar: “Experience”, “Sweet Toronto”, “Keep on Rocking”, “Jimi plays Berkeley” y “Rainbow Bridge”, filmada en Hawai. Tras un histórico recital en el festival de la isla de Wight (1970), actúo un breve período junto a Eric Burdon y el grupo War, además de varias actuaciones en clubs Londinenses. Jimi Hendrix sufrió un colapso mientras dormía en el Hotel Samarkand con su amiga Monika Danneman, debido a una mezcla exagerada de Barbitúricos, somniferos y alcohol se ahogó con su propio Vómito. Era el 18 de Septiembre de 1970 y faltaban dos meses para que Hendrix cumpliera 28 años. De su genialidad y del poderío de su guitarra queda el testimonio de sus canciones, tales como: “Angel”, “Can your hear me?”, “Castles 6
are made of sand”, “Crosstown traffic”, “Electric Church”, “First Look Around the corner”, “Foxi Lady”, “Love and Confusion”, “May This Be Love”, “I Don`t Live Today”, “Manic Depression”, “Purple Haze” , “Red House”, “Remenber”, “Third Stone From The Sun”, “Voodoo Child”, “Hey Joe”, etc., que siguen expresando su pasión de vivir y de triunfar en un mundo inhóspito y hostil. Con cada cambio generacional la figura de James Marshall Hendrix ha ido cobrando más y más dimensión. Desde su desaparicion, cada nueva andada de guitarristas le ha redescubierto y venerado por lo que tenía de único y genial. Hendrix es el guitarrista de rock por excelen-
cia. Tenía un Marshall y una Strato en el dormitorio, se preparaba el desayuno con la guitarra en ristre y era capaz de tocar y tocar, infatigablemente durante larguísimas sesiones de práctica sin desfallecer. Amaba profundamente la guitarra eléctrica. Hendrix se comprometió tanto con el instrumento y con su música, que su verdadero legado hay que buscarlo en ese punto, en esa actitud de utilizar todos los medios posibles para desarrollar la idea musical sin limites. Y en esa línea su mejor trabajo fue sin duda el doble Electric Laduland, un album imprescindible en la historia de la música de la segunda mitad del siglo XX.
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Una minuciosa biografía narra la azarosa trayectoria del mito del rock...
La cruda vida de Jimi Hendrix
Jimi Hendrix, guitarrista y cantante, fue la individualidad mas prodigiosa y original de la escena del Rock y del Rhythm & Blues. Era zurdo, pero curiosamente usaba guitarras normales con las cuerdas preparadas para los diestros colocadas en sentido contrario.
Todo lo relacionado con Jimi Hendrix (1942-1970) parece descomunal. Cualquier persona interesada por la música sabe que su discografía es oceánica: abarca centenares de lanzamientos, algo asombroso para alguien que apenas grabó -bajo su nombre- durante cinco años. La bibliografía sobre su persona también impresiona: músicos, amantes, productores han firmado libros hendrixianos. Una pila a la que ahora se suma Jimi Hendrix: la biografía (Robinbook), de Charles R. Cross.
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"Quiero hacer una música tan perfecta que se filtre a través del cuerpo y sea capaz de curar cualquier enfermedad". 9
Se trata de una biografía ortodoxa y minuciosa, escrita por un autor que no trató a Jimi pero que está especializado en el rock del noroeste de Estados Unidos (su anterior tomo estaba dedicado a Kurt Cobain). Cross argumenta que la obra de Hendrix adquiere sentido si se conoce su origen -Seattle, una ciudad multicultural- y sus primeros años de vida. Decir que la familia Hendrix era disfuncional parece un eufemismo: Al y Lucille, sus padres, pasaron más tiempo separados que juntos y aun así tuvieron seis hijos. Jimi nunca conoció un hogar convencional. Su madre, enferma de cirrosis, murió misteriosamente en 1958. Su padre nunca pudo mantener a su prole (tres de los críos fueron dados 10
en adopción) y Jimi pasó, literalmente, hambre y frío. Le salvó la informal red de solidaridad existente en la comunidad afroamericana. En tal abismo de pobreza, le costó conseguir una guitarra miserable. Y no llegó a hacer de la música su profesión. Cuando le arrestaron por segunda vez en un coche robado, le ofrecieron el trato habitual: cárcel o alistarse en el Ejército. En un rasgo de audacia, eligió apuntarse a la famosa División Aerotransportada 101. Pero Jimi no tenía madera de militar; Cross ha descubierto que consiguió la licencia declarándose homosexual. No es la única revelación que ha sentado como un tiro entre los viejos amigos de Hendrix: el libro describe la pe-
nosa existencia del guitarrista en Nueva York, cuando dependía de los ingresos de una prostituta menor de edad, a la que dejó embarazada. En Nueva York se forjó la alianza cultural de Hendrix, que se puede simplificar así: Harlem + Greenwich Village. Se había pateado el circuito negro tocando detrás de Little Richard, Solomon Burke o los Isley Brothers, pero también conectaba espiritualmente con el rock blanco; adoraba a Bob Dylan, incluso imitaba su peinado alborotado de Blonde on blonde. Dominaba el lenguaje de dos mundos, pero fue alguien del rock quien descubrió su excepcionalidad. Linda Keith, novia de Keith Richards,
difundió incansable las maravillas de aquel guitarrista zurdo de vestimenta extravagante. Finalmente, consiguió que Chas Chandler -antiguo bajista de los Animals, reconvertido en representante- se llevara a Hendrix a Londres. Llegaron el 24 de septiembre de 1966 y en menos de 24 horas ya tenía novia y era la comidilla del mundo pop tras participar en una jam session. La rapidez con que Jimi tomó por asalto el Reino Unido sugiere que apareció en el lugar justo y el momento exacto, cuando la pasión por el soul cedía ante el descubrimiento del blues. Tal vez encajaba en un estereotipo soñado por los públicos europeos: Johnny Hallyday le llevó de gira por Francia antes de que hubiera sacado un disco. Lo cierto es que mental y musicalmente estaba preparado para cabalgar sobre la ola de la naciente psicodelia. Él y la guitarra formaban un todo; disponía además de un creciente arsenal de efectos. Su capacidad de asimilación dejó boquiabiertos incluso a los Beatles: tres días después de su salida, tocaba ante ellos Sgt. Pepper en directo. Los cuatro años posteriores forman parte de la leyenda del rock. La ascensión de un músico prodigiosamente dotado y la caída de una estrella que se excedió en todo: grabaciones, drogas, giras. Sin repartir culpas, Cross pasa lista a los secundarios del drama: el representante que no le permitía parar, las concubinas que tampoco, los militantes negros que le recriminaban su éxito entre el público del rock. Inútil especular por su evolución musical: siempre complaciente, lo mismo prometía
grabar jazz que volver al rhythm and blues. Cuando Jimi fallece en Londres, de una forma particularmente estúpida, deja detrás un caos mayúsculo en lo personal y en lo profesional. Han seguido más de treinta años de litigios que han dejado montañas de amargura. No se han reconocido los al menos dos hijos que Jimi engendró, pero es que ni siquiera sus hermanos se beneficiaron demasiado de un legado cuyo valor ha crecido exponencialmente: a su muerte, en 2002, el padre
dejó la mayor parte de la herencia a una hijastra que ya antes exprimía al máximo la ubre de la sociedad Experience Hendrix, adjudicándose sueldos anuales de 800.000 dólares. A poca distancia del inmenso panteón que acoge los restos de Al y Jimi, ahora una de las atracciones turísticas de Seattle, está la tumba abandonada de Lucille, respectivamente su esposa y su madre. Ni siquiera tiene una lápida. Cross argumenta que la obra de Hendrix adquiere sentido si se conoce verdaderamente su origen.
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Estés donde estés Jimi, muchas gracias!
El hombre que salvO a Jimi Hendrix de la mafia La apasionante historia la narra el escritor Evan Wright en su reciente libro ‘American desperado’. Revelamos un extracto de la obra, en exclusiva para VINILO. Jon Roberts fue un importante traficante que controlaba el cartel de Medellín (Colombia) en los años 80. Llegó a distribuir 15 billones de dólares en cocaína. Roberts me reveló algunas historias de dudosa credibilidad cuando nos sentamos por primera vez con él para realizar las entrevistas de nuestro libro, American desperado (escrito por Evan Wright, y que se ha publicado recientemente en Estados Unidos). Roberts afirmó que cuando era un joven aspirante a la mafia de Nueva York, a finales de los 60 – casi una década antes de meterse en la “industria de la cocaína”, como él la denomina- rescató a Jimi Hendrix de un intento de secuestro. La historia parecía bastante absurda… hasta que empecé a investigar sobre qué pasaba en los oscuros clubes de Nueva York en esa época.
En otras investigaciones y entrevistas que yo mismo realicé descubrí algo aún más intrigante: no sólo la historia de Roberts tenía muchas probabilidades de ser cierta, además resuelve uno de los misterios que más intrigó a los biógrafos de Hendrix durante décadas. Esta es la historia. 12
Poco después de la muerte de Jimi Hendrix (el 18 de septiembre de 1970), su círculo de amigos más cercano hizo una extraña revelación: el virtuoso guitarrista fue secuestrado por varios hombres armados que pertenecían a la mafia. ¿La razón? Una disputa relacionada con un contrato discográfico. Fue, según estos amigos,
justo después de la celebración del festival de Woodstock, en 1969. Una de las versiones apuntaba a John Riccobono como posible secuestrador. Da la casualidad de que ese era el apodo de Jon Roberts en los años 60 (después de varios años se lo cambió para librarse de una acusación de asesinato).
Según algunas investigaciones, sabemos que John Riccobono fue uno de los mafiosos que llegó a controlar Salvation, un importante club de Manhattan (Nueva York). Y también que lejos de secuestrar a Hendrix, Roberts y su compañero de fechorías, el también mafioso Andy Benfante, fueron los que ayudaron a rescatar al músico hasta en dos ocasiones. Y no sólo del fallido intento de secuestro: también lo salvaron de un percance haciendo esquí acuático. Así lo cuenta el mismo Jon Roberts en el libro, American desperado: Cuando diriges un club nocturno siempre estás en el punto de mira de la policía. La licencia del licor les da motivos suficientes para irrumpir en tu local cuando ellos quieran. Después de un año en el negocio, Andy [Benfante] y yo comenzamos a llamar demasiado la atención: no de la policía de Nueva York, que siempre estaban comprados, sino del FBI. Dos incidentes hicieron que comenzaran a fisgonear. Primero fue el intento de secuestro de Jimi Hendrix. Jimi y yo nunca fuimos grandes amigos. No creo que él tuviera jamás un amigo de verdad. Jimi era un mal drogadicto, y además siempre tenía a gente dudosa alrededor. Eran parásitos que lo ahogaban. Después de conocernos en el club Salvation, se vino a mi casa en Fire Island (Nueva York), donde lo mantuvimos a salvo de toda esa gente. Nos aseguramos de que nadie lo pudiera molestar a excepción de sus verdaderos amigos. A Jimi le gustaba mucho el guitarrista de blues Leslie West. Recuerdo una noche que se quedaron los dos tocando durante horas en el salón. Hendrix tuvo que inyectarse speed (anfetaminas) en el brazo para estar
a la altura de su amigo. Así era el bueno de Leslie.
tos con Jimi, pero practicando esquí acuático era un auténtico desastre.
A veces llevábamos a Hendrix a hacer esquí acuático con mi lancha. Una vez casi se mata: iba sin chaleco salvavidas y se cayó de los esquís. Estaba en el agua dando tumbos. Giré el barco y le lancé una cuerda.
Me vi envuelto en el intento de secuestro de Jimi Hendrix porque justo fue raptado por unos tipos al salir del Salvation. Después, algunas personas me acusaron de ser el secuestrador. Decían que yo estaba relacionado con los tipos que ataron a Jimi a una silla y le obligaron a inyectarse heroína. Por favor. No hubiera hecho falta que nadie obligase a Jimi a inyectarse nada. Con haberle dado la heroína, él se la hubiera pinchado. Salir a buscar droga era lo que metía a Jimi en problemas. Andy y yo fuimos los únicos que le ayudamos a salir de ahí.
Cuando lo vi estaba moviendo los brazos como un loco y de repente me pregunté si sabía nadar. Andy tuvo que saltar al agua y liarle la cuerda al cuerpo. No queríamos que muriera con nosotros: eso nos habría traído muchos quebraderos de cabeza. Reconozco que pasé buenos momen-
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Hendrix tenía gente que normalmente le compraba droga. Pero algunas veces tenía tanto mono que venía a nuestro club en busca de ellas. Una noche dos chicos italianos –no eran mafiosos, pero aspiraban a serlo– vieron a Jimi en nuestro club. Y pensaron: “Ey, es Jimi Hendrix, vamos a raptarlo y ya veremos lo que hacemos”. Estos tipos eran idiotas. Prometieron a Jimi algo de droga y lo llevaron a una casa fuera de la ciudad. No sé si querían dinero o una parte de su contrato discográfico, pero llamaron a su mánager exigiendo algo. Lo siguiente que supe fue que el encargado del bar me llamó y me 14
dijo que Hendrix había sido secuestrado en nuestro club por unos italianos. Nos llevó dos o tres llamadas de teléfono averiguar los nombres de los chicos que se habían llevado a Jimi. Cuando los localizamos se lo dejamos claro: “O sueltan a Jimi o están muertos. Ni se les ocurra tocarle un pelo de su peinado afro”. Dejaron que Jimi se fuera. Todo esto duró en total dos días. Jimi estaba muy drogado y seguramente ni fue consciente de que había sido raptado. Andy y yo esperamos una semana y después fuimos en busca de los chicos italianos. Les dimos una pa-
liza que jamás olvidarán. Ese soy yo: el buen samaritano. Por desgracia, después del secuestro alguna de las personas que lo rodeaban se pusieron en contacto con el FBI y les largaron la historia. A partir de entonces el FBI comenzó a husmear en nuestro club. Hasta que un día Andy y yo fuimos acusados de asesinato, y tuvimos que salir de Nueva York e instalarnos en Miami. Quién sabe si no hubiera salvado a Jimi Hendrix probablemente nunca hubiera llegado a controlar el cartel de Medellín, ni tampoco hubiera dirigido un negocio de contrabando de cocaína. Estés dónde estés Jimi, muchas gracias.
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EL DIA QUE Jimi Hendrix SE QUEDO SIN CERVEZA
En 1967 Hendrix llegó a la capital británica. Rápidamente se adaptó al estilo de vida cosmopolita que se respiraba en la ciudad y comenzó a hacer buenos amigos como Paul McCartney y Noel Redding, el bajista de su grupo, con quienes solía compartir momentos de ocio y excentricidad. La prensa no tardó en calificarlo como el artista americano de mayor proyección, hasta el punto de empezar a ser conocido como el “Elvis negro”.
mejores galas; fiel a su extravagancia, Jimi llevaba puesta la llamativa chaqueta militar que pueden ver en la foto, una reliquia de la época del Imperio Británico conseguida a buen precio en un mercadillo.
Pero cuenta su biografía que, en una de las giras por distintas localidades de la gran isla, se encontraba en Liverpool y, entre concierto y concierto, decidió ir a tomar una cerveza con su compañero Noel en uno de los establecimientos de la zona. Ambos iban vestidos con sus
Aunque el racismo en tierras británicas no era tan habitual como en su originaria América, Hendrix pensó que se trataba de un caso de racismo y en lugar de identificarse como nueva estrella del rock, contestó enfadado, “¿No puedo entrar al Pub porque soy negro, verdad?”. El
El guitarrista se dirigió al camarero del bar para pedir dos cervezas pero obtuvo una respuesta inesperada: “Lo siento amigos, pero aquí no los podemos atender. Ya saben las normas del bar, disculpen.”
asustado barman le respondió enseguida: “¡No, por el amor de Dios! ¿No leyeron el letrero que está en la entrada?”. Inmediatamente Noel miró extrañado a su compañero y salió a la puerta del local para comprobar lo que rezaba aquel cartel: “Prohibida la entrada a los payasos del circo”. Una vez de vuelta, la explicación ampliada del camarero provocó un ataque de risa a ambos artistas que no olvidarían nunca la anécdota ocurrida en aquel pub de Liverpool: al otro extremo de la calle se había ubicado un circo cuyos maleducados payasos estaban provocando muchos problemas a los dueños del bar, que habían decidido no dejar pasar a ningún humano con indumentaria circense.
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