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VIOLENTAS IV EDICIÓN, 22 DICIEMBRE 2020
La competencia
LA COMPETENCIA Relatos de mujeres libres y corrientes que colaboran con la revista. Ediciones violentas. Ediciรณn y diagramaciรณn digital: Vivian Violenta. Gracias por leernos.
Este obra estรก bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Foto portada: Photo by Steven Lelham on Unsplash Foto contraportada Photo by Toa Heftiba on Unsplash
Compitiendo ¿no se sienten como una ardilla en la rueda? Quisimos indagar en eso que nos mantiene inmersas, que no vemos pero que hacemos o hemos hecho alguna vez en nuestras vidas: COMPETIR.
internamente nos proponemos ganar a toda costa. ¡Ser las mejores! Síiii... pero está el recordatorio de que solo una puede ser la mejor...OJO
La competencia (Disputa entre personas, animales o cosas que aspiran a un mismo objetivo o a la superioridad en algo.) sentimos que es un método para llenarte de energía y querer ir por un objetivo.
Una vez un jefe me dijo que para hacer carrera, era necesaria la competencia y yo no supe cómo rebatir esa sentencia. Me dediqué a observarlo y supe que su forma de originar competencia interna era generando cahuines entre las personas que trabajaban, de esa forma él esperaba que cada equipo se hiciera fuerte y creativo y que dieran lo mejor de cada uno. Al año lo despidieron.
Dicen que sin la competencia el mundo no existiría y estamos de acuerdo... no existiría tal como es ahora: tan destructivo, individualista y mercenario. Ser competitivo es una característica que por años fue catalogada de excelencia y exclusiva para hombres. Si una mujer era competitiva, pocas veces se referían a ella como si ese rasgo fuese algo positivo, más bien la llamaban puta o zorra. En los deportes vemos que la competencia se da hacia adentro, competir por avanzar día a día y ser mejor “en esto que amo” pero también se ha transformado en algo comercial; los ranking, las marcas, los campeonatos y el dinero. Será que la competencia tiene un lugar especial en el reino del capitalismo, será que ocupa un trono y nosotros le rendimos pleitesía cuando
Estamos en un momento clave para establecer nuevas formas de ganar, pero todos, no unos pocos porque cómo dice Jeese Ball, "necesitamos una nueva moral donde sea vergonzoso tener más de lo necesario" y también vergonzoso sentirse especial por ganar y haber dejado atrás a todas las compañeras. ¿Será posible que todas ganemos? ¿y si mejor perdemos y listo? En esta nueva era de Acuario se viene cargada de estas preguntas, de despertar hacio lo nuevo y lo creativo, de fluir en conjunto y quizás de una vez por todas, dejar atrás la competencia.
Sin título Por Andrea Hoces Maldonado
C: Hola. Y: Hola. C: Vengo a acompañarte. Y: ¿cómo así? C: ¿Realmente deseas lo que estás deseando? Y: Sí. C: Pues, vamos por ello. … C: ¿y? Y: Se sintió extraño... no sé si logré lo que deseaba. O quizás sí, pero no me siento satisfecha. C: ¿no? No dije que fuera fácil. Solo vengo acompañarte… Acaso ¿No te pareció orgánico nuestro equipo? Y: No sé, no entiendo esto. Cuando estás presente, me produces ansiedad. C: Lo siento, no siempre vengo sola. La ansiedad es otra acompañante, mejor no hablemos de ella. Le han hecho mala fama. Y: ¡No entiendo! ¿Te puedes ir por favor? C: De momento sí, pero volveré. Como te dije,
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vendré a hacerte compañía …y por mucho tiempo. Apareceré cuando desees, básicamente eso. Cuando desees algo que crees mejor para ti. Aunque en realidad puede ser algo peor…No lo sabrás siempre, pero lo desearás. Esa es la clave. Y entonces estaré. Estaré para darte un impulso, ¡seré una chispa! Estaré cuando desees superarte o cuando desees algo de otro, algo cómo otro, cuando desees un reconocimiento o incluso para regular tu vida en los mercados. Básicamente te ayudaré a sobrevivir. ¿cómo crees que sobreviven los otros terrícolas? Y: No te quiero, gracias. C: Pues entonces, tendrás que recorrer un gran camino y llegar al Nirvana. Y: Kieeeeeeeeeeeeeeeeeee. ¿Cómo? ¿Cómo hago eso? C: Bye, tengo una cita. Te veo pronto, cuando desees nuevamente un estado aparentemente “mejor” para ti. Insisto, eso no lo sabes.
La primera competencia Por Vivian Díaz Lobos
Un padre llevó a su hija de ocho años a un campo recreativo. Ocho años es una edad incierta, nadie si viera a una niña de ocho años podría decir “Sí, ella tiene ocho” Esa edad no se identifica por fuera, menos por dentro, es una etapa compleja donde no sabes cómo responder mientras se maquinan un sinfín de hormonas que de un momento a otro te hacen estallar y ser una adolescente.
social. Nada tenía que ver con haber perdido, ella no sabía distinguir esos logros pero sí las risas y las miradas sobre su cuerpo. Cuando llegó a su casa, saludó a su madre, se metió a la ducha, se enguajó para quitarse el cloro pero no supo como quitarse esos cientos de ojos de encima.
La chica pensó que iba a ser una tarde de piscina, helados y sol pero el padre le tenía una sorpresa, no ese tipo de sorpresas que podrían pensar sobre una tarde de verano entre un padre y una niña. El hombre la había inscrito sin su consentimiento para una competencia de niñas en un circuito que incluía nado, atletismo, y otros asuntos de esa índole. Para ser francos la niña jamás imaginó la magnitud de la situación, se lo tomó como algo ligero hasta que llegó al lugar y miró a los jueces y a las otras niñas preparándose. Quizás su padre tampoco dimensionó en lo que había metido a la pequeña. Muchos apoderados bordearon la piscina gritando por sus niñas y ahí estaba el padre con cara de nada, sin quitarle los ojos de encima a la pequeña como advirtiéndole que esa carrera la debía ganar porque habían mucho en juego, o eso sintió ella porque entró a la piscina tan nerviosa que no pudo entender las indicaciones y partió todo mal, sin respirar y nadando como perrito, cuando las otras rivales se habían transformado en delfines y hasta tiburones. La chica sí sabía nadar pero no lo hacía al ritmo de las demás y por más que se esforzara jamás iba a ganar esa competencia así que cuando miró la salida de la piscina decidió abandonar. Pero nuevamente interfirió el padre que la obligó a seguir corriendo y a terminar lo que había empezado...bajo su decisión. Sí, a veces los adultos pueden llegar a ser un desastre y otras veces seres insoportables. Esa tarde la niña sintió por primera vez verguenza
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Sin título Por Cristi Lavin
Desde chiques, sin querer o con querer nos enseñan a competir. Desde que a todes nos dicen que somos o tenemos que ser los más "algo" entendemos que hay categorías en “ser”, les más inteligentes, astutes, simpatiques, lindes etc. Me pasó que al salir de esa burbuja de puro amor y seguridad que te da la familia, al entrar al colegio, entendí de mala forma que no era todo lo que mi familia me dijo ser, que podía serlo, pero que no era tan fácil como solo existir. Me dio paja intentar ser todo lo que se esperaba de mí y no me esforcé, me quité un peso de encima, pero me comencé a sentir mediocre e insegura. Empecé a crecer con ese sentimiento de ser “del montón”, no ganaba ni destacaba en nada.
Siento que la competencia es tan masculina, tan patriarcal, Las guerras por ejemplo, es una competencia llevada al extremo en donde debe haber un ganador, pero a costa de qué? En Chile la educación es una competencia en donde además los participantes no compiten bajo las mismas condiciones, algunes ya la tienen ganada. Además me choca que se hable de competencia, al referirse a las capacidades de una persona. ¿Ganar te hace competente? ¿Solo ganar? Creo que no tengo nada bueno que decir de la competencia, sobre todo cuando vivo en un país en donde la mayoría de les ganadores, nacieron ganando.
Decidí que no me gusta competir, disfruto más cuando el fin es entretenerse, aprender, pasarlo bien, si le agrego el factor competencia, pierdo interés pronto. Y aunque siempre nos dicen que lo importante es participar, me he sentido presionada muchas veces a competir, porque la sociedad lo hace siempre en todos los niveles y situaciones. He ganado, y lo he disfrutado, he perdido, y no se siente tan bien, pero no le temo a perder. Dicen que la competencia sana es necesaria, pero yo creo que en ciertas personas alimenta sentimientos como la superioridad, envidia, el ego y más. Sin ir más lejos a nosotras nos enseñaron que la de al lado era competencia, y eso nos hizo sentír celos y envidia entre nosotras, alimentando los pelambres, cahuines y en definitiva la desunión.
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Amigas, perdón (por la competencia) Por Vivian Díaz
Estoy en una competencia constante con otras mujeres que jamás se han imaginado que van en competencia conmigo. Porque esto es una competencia mental, esa competencia que nos enseñaron desde chicas: ganarle a la otra, ser mejor que la otra, destacar más, ser más bonita, más inteligente, más cool, etc. Con eso me quedé y pocas veces me lo puedo sacar de encima. Qué complejo convivir con un ego que ataca. Muchas veces creo que mi ego está por el suelo, pero no…tengo un ego que me empuja a ser autodestructiva, a odiar a mis pares, a que me sienta con la obligación de superarme y eso conlleva a lastimarme, porque estoy en todo momento comparándome y nada hace más daño que querer ser otra.
distinta incluso aún cuando no estoy de acuerdo con lo que estoy diciendo y es lo más estúpido y ahora que lo escribo me avergüenzo. He mentido para salir de situaciones donde me siento una tonta, he hecho sentir tonta a mujeres hermosas y grandes, no he compartido tatuajes solo por ser egoísta y me arrepiento.
Me enseñaron a hacerlo así, de niña me comparaban con mi hermana, con mis primas, con mi mamá, con otras mujeres que ni conocía.
Las amo. Mucho más de lo que se los he dicho en la vida. Las amo porque las veo y siento que hay esperanza.
Quiero escribirme en la frente ¡PERDÓN! estoy aprendiendo esto de la sororidad, esto de amar a mi género, esto de ser una simple mujer que solo quiere sentir paz en su corazón, ayudar al resto, tener un propósito de vida que no solo me ayude a mí y dejar de competir de una vez por todas.
Crecí con esa soberbia de pensar que lo hacía bien. Desperté de esa pesadilla pero ahora vivo en otra, que no es una pesadilla, pero también está lejos de ser un sueño. Esta constante pelea con otras, tratar de ser diferente a otras, buscar la originalidad me agota. Quiero y necesito amar a mis amigas, quiero y necesito amarlas como son, no cuestionarlas, no odiarlas, no alejarlas. Quiero amarlas aunque alguna vez me hayan lastimado, aunque hayan dicho cosas que me hicieron mal, quiero amarlas porque de esa forma me voy amar yo también. Necesito destruir el ego que me hace ser esta persona perversa mentalmente. ¿Cómo amarlas? ¿Cómo perdonarlas? ¿Conversando? ¿diciéndoles lo que no me gusta? ¿Diciéndole lo que sí me gusta? ¿Lo que adoro de ellas, lo que me cuesta entender de ellas? ¿Qué mujeres aceptarán ser amiga de una mujer como yo? Muchas veces he dicho frases que lastiman, he discutido solo por hacer sentir mal a las personas, he dicho cosas para ser Photo by Annie Spratt on Unsplash