Piropos Los piropos, casi en desuso social, han sido dichos tradicionalmente por los hombres para halagar a las mujeres y provocar en ellas una actitud o comportamiento determinados. Aunque en ocasiones, por el tono en que son emitidos, por su propio contenido lingüístico o intención, no siempre resultan agradables para sus receptoras. ¿Qué opinión os merecen los piropos? ¿Los habéis recibido alguna vez? ¿Los habéis dicho? ¿Son machistas? ¿Gustan o desagradan? ¿Qué es lo que reflejan los piropos? ¿Los dicen más los hombres o las mujeres? Los piropos se pueden lanzar a un hecho, a una acción, a un gesto. Al fin y al cabo, piropear a alguien es reconocerle algún valor. No sólo la apariencia externa de la belleza es objeto de los piropos. La inteligencia, la verdad, la amabilidad, lo bien dicho, lo bien pensado, también son dignos de recibir sentidas y metafóricas alabanzas. Hay piropos más o menos explícitos. Algunos se resumen en una simple interjección, la cual, a pesar de su brevedad, encierra un resumen de los deseos del autor y de su capacidad de verbalizarlos con más o menos ingenio. Parece ser que los piropos breves actualizan una impresión determinada, mientras que los más extensos expresan un deseo o posibilidad.
Aquí tienes las estructuras más habituales de los piropos: Entre los piropos breves se encuentran los formados por una interjección, interjección “¡Ay, mi madre!”; por un nombre “¡bollito!”; por un nombre más un adjetivo “¡tía buena!”, “¡tío macizo!”. Los piropos extensos implican una elaboración metafórica mayor: “eres como…”; “si fuera…”; “por ti…”; “te diría…”. Para realizar esta actividad, lo que más interesa es captar bien la forma de componer piropos. La mayoría de ellos se basan en la apariencia total o parcial de las personas o de los objetos y realidades.