Presenté este microrrelato al segundo concurso Teseo, y tuvo más bien poquita suerte. Tampoco es de extrañar, porque no es más que una escenita sin muchas pretensiones. Eso sí, espero que los fans de Les Luthiers sepan perdonarme la osadía… Es un homenaje, nada más ;)
EN EL AIRE EN CINCO, CUATRO…
La mano del regidor, que brotaba de detrás de la enorme cámara de aspecto letal, unió el pulgar con el meñique, Tres, el pulgar, el meñique y el anular, Dos, el pulgar, el meñique, el anular, el corazón, y el solitario índice indicó, como era su obligación, Uno… La luz roja de la cámara se encendió al mismo tiempo que la mano señalaba Okay y el regidor salió de su escondite detrás del técnico, con cara de aburrimiento terminal, y se dirigió a paso lento hacia la Exit mientras rebuscaba en los bolsillos de los vaqueros un arrugado paquete de cigarrillos. Annie recompuso su sonrisa de Barbie Presentadora y sujetó con fuerza la tarjeta de cartón. —Aquí seguimos, en “Fronteras de lo Sobrenatural”… Damos la bienvenida a nuestro siguiente invitado de la tarde, eh… —Miró la tarjeta con disimulo— …Alejandro Ramíres, muy buenas tardes… —Buenas tardes —respondió el hombre, un enorme espécimen con aspecto de granjero recién salido de Oklahoma. —Bien, eh… El señor Ramíres asegura haber sido testigo de la presencia de vida extraterrestre en… —¡Yo he visto a los marcianos! —exclamó de repente Alejandro Ramíres,
poniéndose en pie. Su rostro rubicundo enrojeció todavía más, hasta adquirir el color de una manzana de cuento de hadas—. ¡He visto a los marcianos! —Ah, entonces… ¿Habló con ellos? ¿Le dijeron algo? —preguntó Annie, tratando de aparentar interés. —Sí —asintió enérgicamente Alejandro Ramíres—. Sí, sí me dijeron… Bien, me dijeron algo, pero… —Pareció confuso por un momento—. Lo cierto es que no lo entendí, yo… —Tuvo la decencia de avergonzarse. Annie esbozó una sonrisa sardónica. —¿Por qué? ¿Hablaban en enigmas? ¿Utilizaban telepatía? ¿Quizá un lenguaje oculto basado en sonidos guturales que sólo un científico estadounidense habría podido descifrar? Alejandro Ramíres se encogió de hombros. —Yo no lo entendí —repitió, tozudo—. Pero seguro que su mensaje era importante para toda la Raza Humana, señorita… Ellos parecían muy serios al comunicármelo, desde luego. Dijeron… Espere, lo apunté para no olvidarlo. —Se contorsionó en la silla para buscar en el bolsillo delantero de sus pantalones. Annie se obligó a no desviar la mirada mientras el granjero sacaba un papelito arrugado y sudado y lo desdoblaba ante sus ojos. Alejandro Ramíres carraspeó—. Dijeron: “Jei, diud, ama i gud dis güei tu Texas…?” Annie cerró los párpados con fuerza