Universidad Autónoma del Estado de México Facultad de Artes
Encuentros con la Abuela: La Colección en la Mirada Melancólica Trabajo que para obtener el Título de Licenciada en Artes Plásticas presenta: Viridiana Vera Albarrán En Modalidad Obra Artística Directora M. en A.V. Betsabé Yolitzin Tirado Torres Revisores M. of A. Tatiana Litvinskaya Gladkova M. en D.E. Mario Caleb López Mota
Enero 2014
A mis padres que me apoyaron durante ésta incierta travesía, llena de infinitas rutas.
A mi abuela por permitirme reafirmar el lazo que nos une, que va más allá de lo consanguíneo.
A mis maestros por ayudarme a construir y reafirmar un mundo que necesitaba erigirse desde la palabra escrita —pues el mundo visual ya había sido creado.
Y a cada una de las personas que me han acompañado y tensaron la cuerda para que yo pudiera seguir manteniendo el equilibrio en cada uno de los ciclos de este proceso.
Introducción Recuerdo a la abuela sentada siempre en algún rincón, un punto fijo en el que,
Todo esto da
como el panóptico, podía observar silenciosamente todo lo que le rodeaba.
mente de la abuela, a tratar de desentrañar qué es lo que la lleva a acumular,
El control que ejercía, era de lo más sutil, dejaba ser a todos, cada uno
a buscar el trauma que ha provocado dichas acciones. Y eso no nos concierne,
se desenvolvía tal y como su personalidad lo dictaba. De vez en cuando
lo que intento es indagar en la colección desde los objetos, porque aunque la
intervenía ante alguna riña o alguna actitud irrespetuosa. O ante algún
colección se origine desde el sujeto, lo importante
accidente en el que el mágico ‘sana, sana colita de rana’ aliviaba cualquier
como un efecto donde se produce un intento por llenar vacíos, en el que la
dolor, al mismo tiempo que secaba las lágrimas que brotaban del accidentado.
causa queda como última opción de estudio.
pie a tratar de buscar, en este caso, en los repliegues de la
en los objetos es verlos
Así de mágica es la abuela, en un santiamén esas palabras, aparentemente dichas
para ser respiradas y proveer de
En todo caso, y como la bailarina y coreógrafa Isadora Duncan alguna vez
tranquilidad al afectado. Y así ha sido siempre. Cada dicho, cada historia,
sin
más,
flotaban
en
el
aire
expresó “Si yo pudiera explicarle a usted de qué se trata, no tendría sentido
cada palabra, cada manera de ser, despierta
ahora, la inquietud por dilucidar
que lo bailase” y con esto quiero decir que, si trato de explicar a la abuela,
quién es la abuela y la importancia que va adquiriendo su presencia conforme
entraría en un análisis de sus acciones, las causas de éstas, y más bien,
transcurre el tiempo, surgiendo a su vez un interés por los objetos que ella
hay una inquietud por (intentar) descubrir la manera en que sus vacíos, y la
atesora, pues, al parecer, ellos son su reflejo, su historia, son: La Abuela.
presencia de sus objetos, se van completando, dibujándose en mi cotidianeidad. Porque es desde los objetos que espacio se ve afectado y en consecuencia, es
Pero esto no quiere decir que mi argumento se desarrolle desde el ámbito del
por medio de la mirada que hay un intento por captar estos efectos.
psicoanálisis en donde se buscaría una (posible) explicación a cada una de sus acciones, desde los recovecos de su mente.
Porque al tratar los objetos
De modo que la reflexión sobre mi abuela se presenta como el medio perfecto
desde la colección podría interpretarse que al ser la colección una acumulación
para dirigir la mirada hacia la colección, donde también se
de objetos, ésta debería ser vista como un trastorno donde el individuo es
objetos pudieran decir de sí mismos. ¿Cómo es que puedo acercarme al objeto?
impulsado a reunir todo tipo de objetos sin poder deshacerse de ellos
¿Se puede establecer una mirada que me permita acceder a ellos desde su
debido a que deposita –y justifica el quedárselos- en los objetos un valor
materialidad e ir más allá de ésta? Entendiendo la materialidad como el estado
sentimental y económico.
natural del objeto, inserto en el espacio donde ha sido confinado, donde el
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busca lo que sus
objeto es sustancia y nada más. ¿Desde dónde debe de estudiarse un objeto si
no deja de ser objeto sólo porque para alguien tal o cual objeto no le signifique.
se quiere conjuntarlo con la mirada y con toda una serie de pérdidas que jamás tienen fin (la melancolía)?
Entonces, ¿lo que se intenta atrapar mediante la fotografía es: el objeto, el paso del tiempo, las historias, su importancia?
Para poder acceder al objeto, se vuelve necesario hacerlo desde su contexto, desde el espacio donde ha sido colocado. Con respecto a esto, se entiende que
De eso se trata esta obra: de hacer un recorrido
“un
espacio
dinámico
debe
de
ser
definido
desde
observador que está vinculado a este espacio”
el punto
(Deleuze,
vista
de
un
entender y/o crear el pretexto mediante el cual, los objetos adquieren su
103),
así
es
importancia,
desde
psicoanalítico
de
de
2005:
del objeto, comenzando por
que para tener la posibilidad de acceder al objeto desde la mirada es necesario
mi sus
abuela acciones
–sin o
recaer,
de
traumas
nueva
respecto
cuenta,
con
a
objetos.
los
lo
ser parte del espacio donde, de alguna manera, podría ponerme en el lugar del objeto y así no sólo acceder a su materialidad, sino también que a través del
De igual forma se busca dilucidar cómo es que la mirada melancólica va
contexto en particular, poder acceder a las sensaciones, las cuales surgirán
emergiendo conforme la colección y la repetición se hacen evidentes. Y
a partir del acercamiento que propicio.
además, cómo es que por medio de la fotografía se intenta concentrar todas estas acepciones con referencia al objeto en tanto es coleccionable y repetitivo,
Sólo desde lo íntimo, y particularmente en este caso, es que puedo acercarme
así como la capacidad de la mirada melancólica para formarse a través de la
a mi abuela, quien me permite entrever, a modo de indicios, lo que experimenta
imagen, dado que su papel aquí es el de intentar resignificarse a través de
a través del espacio y de sus objetos. Y si bien hay un espacio que nos une,
una
un espacio en común, son los objetos quienes establecen un puente y saltan a
–como se busca pase con los objetos de la colección.
la
vista,
buscando
esa
mirada
que,
en
definitiva,
pueda
atraparlos.
¿Realmente mi mirada capta a esos objetos? Es decir, ¿la significación de los objetos puede apreciarse en la fotografía? ¿Es necesario hablar desde el objeto mediante el uso del relato? ¿O las historias son las que hablan por el objeto?
El
objeto
tiene
una
significación
en
tanto
se
le
transfieren
cualidades, aunque no quiera decir que esto sea imprescindible, pues el objeto
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mirada
que
la
consolide y la
lleve
más
allá
de
su
materialidad
Encuentros con la Abuela La Colecci贸n en la Mirada Melanc贸lica
Lentamente el recuerdo se desvaneció hasta la incertidumbre: ¿en realidad existió? ¿En realidad vencí? ¿Cómo probarlo? Imposible estar seguro, la memoria fue el único testigo. El tiempo me arrebató la certeza: al gozo en que el instante se convierte sólo le sobrevive la sed que lo desea; ninguna otra cosa queda de él sino su ausencia, la bizarra voluntad de recobrar lo perdido. “A pesar del oscuro silencio”. Jorge Volpi.
1. Creando la mirada Encuentros con la abuela: la colección en la mirada melancólica La presente obra se construye a partir de los encuentros suscitados con mi
ella, más adentro penetrará.
abuela y con su casa, como del diálogo que se propicia entre nosotras a través de los objetos que ella colecciona.
Aplicando una solución de goma arábiga sobre las zonas que no han de ir dibujadas se evitará cualquier contacto con la grasa. La goma penetrará en los poros de la
En este caso el diálogo se formula a partir de los relatos verbales que
piedra sin dibujar y, en virtud de su naturaleza higroscópica, se hallará siempre
me proporciona mi abuela, por los recuerdos
dispuesta a adsober el agua.
y vivencias que tengo en torno
a ella y su casa, y por los objetos mismos que colecciona. Los relatos establecen el principio de la mirada melancólica donde el interés es provisto por las
[...] Cuando tanto la imagen dibujada como la goma se han secado, se puede
historias que nacen a partir del mismo, donde los objetos son entendidos
eliminar la goma sobrante lavándola con agua y limpiar la tinta que queda en la
desde el ámbito de la colección.
imagen
con
trementina
natural.
Sólo
una
vez
finalizada
esta
etapa
puede
apreciarse por completo la división entre las zonas impresas y las zonas sin De esto surgen, dos maneras de visualizar y crear lo anterior, la primera se
dibujo. [...]La zona de la imagen no sólo está seca, sino que además su textura
vislumbra como un apoyo a los relatos aquí escritos: imágenes impresas en
es grasienta, mientras que la zona sin dibujo está completamente húmeda. El agua
papel por medio de la técnica de poliéster –técnica que tiene un parecido
no permanecerá sobre la imagen y es imposible aplicar grasa sobre zonas húmedas”.
con la litografía. Dicha relación será descrita para clarificar las posibles
(Blume, 1986: 29-30)
similitudes que establezco entre los procesos y conocer cómo se llevan a cabo. En cuanto al proceso litografáfico encontramos que:
Ahora bien, en el caso de la placa de poliéster el dibujo se realiza sobre una placa de poliéster, empleando un material resistente al agua como un plumón o un
“Al realizar un dibujo crayón grueso
o
sobre una piedra litográfica (caliza),
una tinta compuesta principalmente
si se
de jabón,
las
emplea un grasas
bolígrafo. En ambas técnicas se aplica la goma arábiga y al momento de entintar
se
la matriz o la placa es necesario pasar una esponja humedecida con agua para
mezclan con la piedra y producen una imagen grasienta, insoluble en el agua, que
que la tinta sólo se aplique en las partes dibujadas y no en toda la placa.
sólo puede eliminarse por completo limando la superficie. Dada la porosidad de la piedra litográfica, cuanto más tiempo permanezca la grasa en contacto con
En cuanto a la razón por la cual escogí la ténica de poliéster radica en la
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fidelidad
de la imagen que se trabaja así como de la inmediatez de la técnica
y/o las propiedades de cada uno de los objetos en la colección como los-
para ser elaborada. En este caso, las imágenes obtenidas sirven de ilustración
burritos de barro (propios del día de los Manueles o el Corpus Christi), los
a los relatos, algunas de las representaciones que se pueden apreciar son el
zapatos de la abuela regados por toda la casa, las cazuelas y cacerolas que
mango de las diferentes cucharas, el retrato del bisabuelo (ausente), los primos
utiliza para preparar la comida, los tapices de las sillas.
que se sentaban
juntos a la mesa cuando la abuela nos llamaba a
comer o los fierros del taller de herrería con los que solían jugar los primos. La segunda parte se produce desde la toma fotográfica, la cual tiene por intención capturar la colección de objetos propiedad de mi abuela y algunos de
los
cuales,
tienen visible
el
paso
del
tiempo,
como
los
periódicos
amontonados del abuelo. Con ésta parte, se le permite al espectador consumar la mirada melancólica suscitada con la primer parte de la obra.
Los objetos
fotografiados son totalmente cotidianos, pero ellos llenan vacíos y suplantan las ausencias que la abuela experimenta día con día. Así, mi ‘Yo-observador’ se sumerge en un ‘Yo-coleccionista’, una transición posible debido a la proximidad al fenómeno y por las experiencias propias de lo que suscita mi abuela a través de la colección. De cierta manera, intento completar los vacíos y ausencias desde mi mirada, donde la fotografía sirve de apoyo para hacer surgir una mirada que ilumine y complete el panorama de la colección. ‘Encuentros con la abuela: la colección en la mirada melancólica’ es una serie fotográfica conformada por
imágenes tomadas en blanco y negro y en color,
esto debido a que cada una de las tomas intenta representar la singularidad
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía Digital.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía Digital.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía Digital.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía Digital.
1.1. Reconociendo la mirada “El trabajo de Álbum está construido sobre el eje de la relación entre mi abuela y yo, nuestro lazo a través de las fotos. La casa y el cuerpo son las coordenadas que lo estructuran, y la fotografía el medio que nos permite fijar la mirada, dejar a los demás entrar en él. A través de fotos y textos, aborda temas como la memoria, la herencia personal, cultural y la fotografía como forma de explorar la identidad”. Ana Casas Broda. Así como hay un espacio donde la mirada se origina y se crea, también lo hay desde donde la mirada –una perspectiva- se reconoce en la del otro. Es por ello que en este apartado presento el trabajo de la fotógrafa Ana Casas Broda, con quien establezco un especial punto de encuentro entre su trabajo fotográfico y la relación con su abuela. Ana Casas comienza el trabajo a partir de la atracción que tiene por las fotografías que su abuela tomó de ella durante su infancia en Viena. Con ello, comienza a realizar una serie de fotografías acerca de su infancia, la cual buscaba iniciar una reflexión en torno a la fotografía y su relación con la memoria y la identidad. Posteriormente, para estructurar la historia del libro y sobre todo, la narración del mismo, comienza a indagar en todos los álbumes familiares, búsqueda que la lleva a descubrir que la unión entre su abuela y ella se forma por la necesidad de capturar el
tiempo en palabras, fotos, grabaciones, películas, videos.
Ana Casas Broda. Álbum: Mi infancia, 44. Año 2000. Imagen tomada del sitio Ana Casas Broda: http://www.anacasasbroda.com/album.html
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Y así encuentra que, su abuela se conforma como el testigo de lo que la ha marcado en su vida. Su relación con su abuela y la fotografía le permiten entender la fotografía como un acto de atención y una manera de relacionarse con el mundo. En mi caso, y al igual que Ana Casas, la relación con mi abuela sirve como detonante. Aunque lo que me une a mi abuela es la colección, y es a través de la fotografía que fijo la mirada y le permito al otro establecer sus conexiones por medio de la imagen. No sin antes olvidar que el hilo conductor de todo esto se suscita a través de los relatos de mi abuela, ellos conforman la colección y la hacen significativa para mí en tanto yo también me encuentro en esos objetos que atesora. Además, como Ana Casas, hay un acercamiento de nuestras inquietudes desde la infancia y la casa de abuela. En mi obra, mi abuela muestra su afección por los objetos a través de sus relatos, y no es que hable de ellos específicamente, sino que, deja entrever la importancia de ellos
por
la
manera
en
que
se
expresa
de
lo
que
la
rodea.
Su casa es el espacio desde el que emergen sus historias y donde sus objetos –sus vacíos- pueden ser apreciados y entendidos en tanto hay un acercamiento y se recorren sus palabras.
Ana Casas Broda. Álbum: La casa, 05. Año 2000. Imagen tomada del sitio Ana Casas Broda: http://www. anacasasbroda.com/album.html
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2. Inventando la mirada Descubriendo la figura de la abuela Las abuelas son, sin duda, el pilar de la familia.
¿Por qué afirmo esto?
generaciones, son las tejedoras de historias. Y si bien son las madres de nuestros
¿Por qué no ‘pluralizarlo’ y decir ‘Los abuelos…’? ¿Se puede decir lo mismo
padres,
para
muchos,
como
para
mí,
representan
la
referencia
para
en el presente? Sin duda, las maneras de concebir a una familia se han
encontrarnos con el mundo de la infancia y con su mundo también.
modificado, sin embargo, creo que las abuelas que fungen como el pilar de una familia, son aquellas que transmiten su necesidad de unión –sin importar
Así, mientras las abuelas son el punto de referencia, a su vez nuestra
lo que pase- a su familia. Su rol en la familia es fundamental, pues ellas
niñez se convierte en el punto de partida de lo que fuimos. Pero aquí la
son las conciliadoras de cada uno de los temperamentos de los integrantes
niñez se desprende, como lo es en mi caso, desde las abuelas. Evocar lo que
de la familia.
fuimos
Las abuelas funcionan como el eje, ellas son quienes guían a los miembros
Durante la travesía del recuerdo infantil, las abuelas aparecen en la vida
de la familia para establecer relaciones a partir de su entendimiento, o más
de sus nietos, como el punto de referencia, en el que su sabiduría es
bien, de sus modos de proceder ante las situaciones que le han sido impuestas.
transmitida hacia los suyos a través de la palabra. Nos unimos y formamos
Este modo de proceder es lo que le permite a la familia mantenerse unida y
con ellas a través del relato. Es por medio de la palabra que recobramos el
seguir estrechando lazos, todos se manifiestan, se entienden, y son a través
tiempo y lo construimos junto con las abuelas, es aquí donde “la invocación
de la madre –de las abuelas.
nos lleva a nuestro destino de nostálgicos mediante un camino, que por medio del
no
lenguaje
puede
llevarse
pretende
a
conducirnos
cabo
a
la
–del
todo-
reconstrucción
sin
de
su
otro
presencia.
momento.
La
Entonces, en las abuelas se encierra la historia, la tradición y la cultura,
invocación nos lleva a él mediante el proferimiento de la palabra que –como en
son un referente familiar y por tanto, nos convertimos en un destello de
los
encantamientos-
encierran
la
clave
del
misterio”.
(Elizondo,
1994:
361).
ellas: son la unión del pasado que las constituye y el presente por el cual nos forman.
De esta forma, las abuelas representan el medio por el cual hemos de reconstruir nuestro mundo infantil, pero sobre todo, desde donde se forja lafigura de
Sin ellas los puntos de encuentro entre los integrantes serían nulos. Son,
las abuelas. Como nietos, recapturamos el tiempo desde su palabra, es decir,
en sí mismas, personajes atemporales: su influencia viaja a través de las
lo reconstruimos desde sus historias y sus comportamientos hacia nosotros.
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Así es como ellas tejen historias, y en sus nietos reside la capacidad de revivirlas, de invocarlas. En este punto es necesario aclarar, más que hablar de los recuerdos infantiles y/o de los nietos, se habla de cómo, en complicidad con el mundo de la niñez, podemos referirnos a las abuelas en tanto ellas establecen un puente en el que las entendemos a través de la experiencia que nos otorga convivir con ellas como
de
los
efectos
de
sus
palabras,
es
decir,
de
sus
historias.
Justamente, es a partir de esta complicidad que podemos vislumbrar a las abuelas, y especialmente a la mía, como una persona condicionada por un constante ir y venir entre el pasado que añora y el presente que la mantiene viva; es en ese andar donde establece puntos de encuentro entre la vida que tuvo y la vida que edifica conmigo, permitiéndome así ir descubriendo, uno a uno, los sucesos que han constituido –y aún constituyen- a mi abuela.
Título: ‘Fantasma’ de la serie Tejiendo Historias. Fecha: 2013. Técnica: Poliéster. Impresor: Viridiana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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El primer acercamiento a su mundo se produce en una ruta por el que las palabras se desvanecen y
traducen en sabores que penetrarán los sentidos
que permanecieron adormecidos, a la espera de que la abuela los alimentará de nuevo. La cocina se establece, sin duda, como el lugar idóneo para instaurar los lazos afectivos adecuados que habrían de acercarme a la abuela. La cocina, representa el sitio donde ella se muestra en su forma más
franca
y deliberada, ahí improvisa con los alimentos dispuestos para la comida deldía, y además, es el momento de la tarde en el que se puede entregar por completo y poder ser, ante la mirada ansiosa de sus utensilios culinarios. Dentro de este recinto se emiten olores así como sensaciones que crean un puente mediante el cual mi abuela y sus nietos, caminan por la ruta del sabor. En su cocina se detona la relación más intrínseca, espontánea y tangible que pueda establecerse, no hay condiciones ni reglas, en el espectáculo gastronómico sólo participan la comida, la cocinera y sus invitados. El proceso para cocinar comienza al momento en el que la abuela arremanga su suéter y procede a despojar a los alimentos de su confinamiento dentro de un oscuro rectángulo de metal llamado refrigerador. Cada uno de los ingredientes viaja en las manos de la abuela hasta la mesa del comedor donde una media luz envuelve el espacio, dotándolo de cierta solemnidad, propia de la circunstancia. Por instantes, los ingredientes se miran unos a otros, desconcertados ante la abrupta interrupción de su sueño. Su descanso, el de todos los ingredientes que forman parte del manjar, se verá interrumpido, inicialmente, por dos pequeños viajes, el primero del refrigerador a la mesa y el segundo de la mesa al
Raquel Díaz de Raquel Díaz
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Reguera. Abuela Cocinilla, 2012, Ilustración. Imagen Reguera, Abuelas de la A a la Z, Barcelona, Lumen, 2012,
tomadapágina 9.
fregadero de talavera, donde un baño de agua jabonosa fungirá como un fresco
En cualquiera de estas modalidades, inmediatamente los olores y sonidos
despertar
irrumpirán en la cocina y embriagarán a aquel que atraviese el umbral
junto con un zacate, aquel trozo verde, rectangular y fibroso,
que
disolverán todo residuo de suciedad y alguna que otra impresión causada por
separa el mundo cotidiano del mundo gastronómico ofrecido por la abuela -es
el súbito abandono de su lugar de descanso, todo lo que pudieran traer consigo
difícil olvidar el sonido de la cuchara danzando sobre olla o el olor de
se ira en un remolino por un abismo negro que reposa en el fondo del fregadero.
una salsa de tomate hirviendo. Por ello, cada pizca de sazón se completa con la contracción de sus labios, que se asemejan a la acción de moverlos
cuando
Enseguida, serán puestos a escurrir para secar los residuos de su batalla,
alguien está saboreándose algo. Ese movimiento remata de manera sublime la
pero ninguno de ellos podrá escaparse pues todos formarán parte, en un
jornada culinaria.
platillo o en otro, del manjar culinario de la tarde. Algunos de ellos seránviolentados por una cuchilla
filosa, gris y alargada que habrá de extenderlos
Durante cada una de las acciones implicadas al momento de cocinar, mi abuela
sobre una cama de madera en rebanadas o cuadros, según sea necesario. Aun-
vierte las sazones de su vida en los guisados. Situación en la cual, los
que también existe la posibilidad de que se vean implicados en un torbellino
alimentos, elegidos con meditación, sucumben ante sus caprichos. Pueden estar
con
al borde de la sartén o la olla, resistiéndose pero, paulatinamente, tendrán
aspas
afiladas,
donde
el
agua
y
la
sal
serán
sus
acompañantes.
que aceptar el calor del fuego; la sustancialidad de sus inertes cuerpos los Otros elementos culinarios, como la carne e incluso las mismas verduras, se
convertirá en víctimas de la cocción.
someterán a baños calientes en el cual serán rodeados por burbujas que se reventarán tan pronto los cuerpos flotantes lleguen a la superficie; otra
Cederán ante el encanto del movimiento, convulsionarán de arriba abajo, de
opción es un baño vapor en el que son atravesados por pequeñas partículas,
izquierda a derecha e incluso en círculos. Simultáneamente, se escuchará como
los cuerpos estarán
sus cadáveres comienzan a saltar en el burbujeante aceite: algunos
contenidos en un espacio donde el agua arremete contra
recibirán
ellos a través de explosiones que se transformarán en una caliente humareda
la sepultura por parte de una picante salsa o de un caldo de tomate
y harán que hasta el más sólido de los alimentos sea ablandado; o tal
enriquecido
vez,
su destino sea una cocción lenta, la cual requerirá de tiempo para que los
con
especias
y
sal,
ante
tal
festín,
flotarán
al
son
del
complemento que los acompaña.
alimentos asuman su cualidad de ser devorado, el tiempo sin vigilancia les permitirá
ser
despojados,
gradualmente,
de
lo
que
fueron.
Hasta ese momento, no sólo se ha emprendido la hazaña de cocinar sino también de aderezar
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las emociones acumuladas, donde las manos de la cocinera,
presurosas,
danzarán
sobre
las
cazuelas
en
las
que
vacía
silencios,
preocupaciones, anhelos. Pero no será hasta que los alimentos sean depositados en platos y dancen en conjunto hasta la mesa, que la cocinera verá terminada su relajante labor. Mientras, las cazuelas quedarán a la espera con deliciosos guisados listos para saborearse. Por unos instantes, la cocina y el comedor
estarán al
acecho, en penumbras, ansiosos ante la demora de los invitados cotidianos. Uno a uno comienzan a llegar, los espacios comenzarán a iluminarse con la presencia y el gusto de verse, cada uno va tomando lugar en la mesa adornada con el mismo mantel bordado que la abuela resguarda bajo una cubierta de plástico. Es el momento de compartir las alegrías y los sinsabores que la abuela ha preparado para sus comensales. Los platos, las cucharas, las jarras con agua y los vasos completan la armonía suscitada en el acto de sentarse a la mesa y disponer del cúmulo de emociones que la abuela ha depositado en los guisos que cada paladar presente ha de degustar. De igual modo, se produce un desfile de invitados, pues cada vez que uno termina, cede su lugar para que otro pueda deleitarse con la comida de abuela, y así pueda entregarse a los idilios vertidos en su comida.
Arman. Arteriosclerose, Accumulations of objects in boxes. 1961.
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Al término –y durante- del ritual, poco a poco, cada persona procederá a abandonar los trastes en el fregadero y retirarse de la mesa hacia otro lugar de la casa o, en dado caso, se despedirán de la abuela agradeciendo la suculenta comida que les ha ofrecido durante la tarde y partirán de su hogar. El fregadero ahora se encuentra abarrotado de historias, de la esencia de cada uno de los comensales; la abuela procederá a situarse frente al fregadero de talavera para darles un baño a todos aquellos trastes, vasos y cucharas para quitarles, no solamente la historia que ella misma y cada uno de los comensales ha vertido durante el acto de comer, sino también esa historia elaborada en conjunto y acontecida minutos antes de que fueran retirados de la mesa en donde descansaban. Así, la abuela comienza la tarea de vaciar los restos
de
comida
y
empezar
a
enjuagar
los
rastros
de
historia.
De nuevo, la penumbra se instaura entre la cocina y el comedor, éstos se miran satisfechos después de haber albergado no sólo el cuerpo de sus comensales sino todas las impresiones que les produjo la comida. Enseguida, la abuela deambula
en
éstos
espacios
que,
en
instantes
previos
se
llenaron
con
presencias y conversaciones, pero que, inevitablemente y paulatinamente, se diluyen en la soledad. Presurosa la abuela, procede a pasar un trapo sobre la mesa del comedor; aquel húmedo
dispositivo de limpieza le permitirá
deshacerse de los últimos
rastros de historia que pudieran haberse quedado durante la comida. Enseguida, llevará al trapo a lavarse y enjuagarse en el fregadero de talavera, todos los residuos acumulados se irán, definitivamente, por el desagüe. Finalmente,
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
a abuela extenderá de nuevo su trapo para que éste se seque y pueda volver a recoger historias. De nuevo, la penumbra se instaura entre la cocina y el comedor, éstos se miran satisfechos después de haber albergado no sólo el cuerpo de sus comensales sino todas las impresiones que les produjo la comida. Enseguida, la abuela deambula
en
éstos
espacios
que,
en
instantes
previos
se
llenaron
con
presencias y conversaciones, pero que, inevitablemente y paulatinamente, se diluyen en la soledad. Presurosa la abuela, procede a pasar un trapo sobre la mesa del comedor; aquel húmedo
dispositivo de limpieza le permitirá
deshacerse de los últimos
rastros de historia que pudieran haberse quedado durante la comida. Enseguida, llevará al trapo a lavarse y enjuagarse en el fregadero de talavera, todos los residuos acumulados se irán, definitivamente, por el desagüe. Finalmente, la abuela extenderá de nuevo su trapo para que éste se seque y pueda volver
a
recoger historias. Al terminar ésta labor, la abuela se despide de los espacios que estuvieron dispuestos a aceptar sus afecciones, cruza el comedor para dirigirse a la sala a descansar en el sillón de tela verde cubierto por su chal. Aquel cómodo soporte le permitirá reposar el ajetreo al que ha sometido su cuerpo y mente durante el acto de cocinar y servir a sus familiares. Nada mejor que un lugar en el que pueda darle desahogo a sus pensamientos y pueda extenderlos para después
irlos
entretejiendo
con
soluciones
improvisadas.
Viridiana Vera. La abuela, Año 2009. En Ixtapan del Oro, Cascada Salto de Chihuahua.
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Así obtiene un respiro del tiempo donde se le concede el permanecer inmóvil, dicha posición le permite contemplar los múltiples espacios donde apoyarásus pensamientos y en el que su mirada le auxiliará a fijarlos en algún punto cualquiera de esos lugares. Nunca se sabe lo que mira, o si es que mira. Podría pensarse que cada vez que se sienta, las palabras se vuelven inasibles
y se les
regresan en ecos, entretejiéndose en una madeja pensamientos y preocupaciones. Entonces mi abuela, y sobre todo en ese espacio de sigilo, divaga en los surcos de sus consanguíneos, en las ansiedades que les transmiten o en lo que sea que logre percibir que les aqueja. Así pasa un buen rato, saltando de un punto fijo a otro, internándose en la maraña de pensamientos evocados que le permiten instaurarse y cerciorarse de que aún puede darle sentido a la vida de sus familiares. Uno a uno les soluciona la vida, a su manera, pero les da una salida. Transcurrido su espacio de reflexión, de pronto, ya no queda nadie más en quién pensar, en quién preocuparse, a quién, a manera de ensayo, pueda resolverle la vida con sus conjeturas de experiencia y supuestos vivenciales. De pronto, un fragmento de realidad la sacude, alguien la llama o descubre que el tiempo se ha disuelto y aún cuenta
del
tiempo
reside en aquel recinto de reposo, al darse
transcurrido,
se
levanta
sacudiéndose
todos
aquellos
pensamientos, dejándolos regados, deambulando en quién sabe dónde. Su cuerpo, ahora, le pide descanso
el cual se le proveerá tan pronto llegue a su
habitación y repose en su cama. En ese momento, obliga a sus piernas a emprender el paso, se arrastran hasta llegar a las escaleras, ahí, pausadamente, suben los escalones como volviendo una y otra vez a reafirmar las huellas de
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
su pareja de toda la vida quien ha desaparecido, se ha evaporado, pero que es
incorpora. Sus pies, temerosos, reposan sobre el suelo desgastado de su
evocado durante el día, todos los días.
habitación.
Al llegar a su destino, un ventanal la recibe, mientras las luces exteriores
Comienza
alumbran a algunos de sus compañeros, llamados pesares. Entra a su habitación
encapsulan en cada uno de los objetos que la abuela guarda celosamente en los
y encierra a su soledad: la cuelga en su clóset, la guarda debajo de la cama,
rincones de su hogar. Inertes los objetos, conservan fragmentos de una historia
finalmente, es la única que le hace compañía durante las oscuridades del día.
desgastada, de voces que han quedado atrapadas y desean inundar la mañana con
Se sienta sobre su cama y mira con detenimiento todos los menjurjes que han de
recuerdos que auxilien a la abuela a soportar su día y así, posiblemente, se
darle alivio a los incidentes que los años han depositado en sus piernas, en su
acallen durante la noche.
otro día en el que
la casa rebosa en silencios y susurros,
que se
espalda, en sus brazos, zonas donde el tiempo ha mermado su cuerpo; se soba los años, los vacíos, el sufrimiento, la incertidumbre.
Algunas de éstas piezas conservan el tiempo a simple vista –el polvo delata las huellas del recelo con que han sido conservados-, otras tantas se pudren
Acto seguido, se pone un camisón que protege a sus recién aliviadas
de tristeza, se han rendido ante el oscuro lugar en el que han sido guardadas y
extremidades. Deshace la cama, quien se ofrece para atender las inquietudes
por lo tanto, devoradas. Y aunque la abuela pareciera olvidarse de ellos, de vez
acumuladas, se recuesta y extiende su brazo para apagar la luz y acallar una a
en cuando, durante alguno de sus recorridos, redescubre los objetos en los que
una sus tristezas.
deposita a todas esas personas que se han vuelto pérdida y se encuentran
Sus labios lanzan oraciones para evocar la figura de Dios
y así conseguir una audiencia nocturna, donde hablarán sobre las intermitencias
contenidas en el espacio de sus silencios.
de sus vidas. Pero la abuela hace trampa, porque entre cada plegaria intercambiada, ella ora para no abrir los ojos al siguiente día. Sólo así podrá volver a caminar junto con su compañero de vida. Pero el sol de la mañana la sigue acogiendo, sus ojos aún reciben la luz que el amanecer está dispuesto a compartir. Por un instante se pregunta por qué se le ha concedido despertar, no puede evitar que algunas lágrimas rueden por los surcos de las arrugas de su cara, enseguida, las diluye con sus manos: se
29
30
2.1. Tejiendo Historias La abuela encarna sus vacíos no sólo a través de los objetos que acumula, sino
recuerdos, con lo expresado por mi abuela y por posibles pizcas de imaginación.
también al sostener sus ausencias por medio de sus relatos, ellos son el puente hacia un mundo que construye, o más bien, afirma desde sus palabras.
Así,
los relatos se transforman en símbolos debido a que captan las diferentes
formas en que la colección se manifiesta, dándome la oportunidad de Cada palabra se confronta con el oyente, quien recoge cada fonema emitido.
estructurarlo desde mi reinterpretación de la realidad y de acceder desde un
Entre las palabras pronunciadas, el oyente comienza a escribir los relatos de
punto, no exterior, sino desde uno que se establece a partir del
la abuela desde los recovecos de sus experiencias, en conjunto se produce una
Situación que incluso podría apreciarse desde la deconstrucción, término que
simbiosis en la cual los participantes se completan a través de la palabra, en
se presenta como un abanico de posibilidades de entendimiento, en el que hay
ella se encuentran, el silencio que los separaba es roto por el relato mismo y
una búsqueda de sentidos infinita, es decir, la producción de un manojo
se consuma al momento en que el oyente es capaz de resignificar las palabras,
de significaciones.
vínculo.
de reescribirlas desde sí mismo. A partir de aquí se produce una intertextualidad, en la que mi abuela tiene Entonces, como ya he mencionado, es mediante el relato de la abuela que, de
una intención –oculta o no- de emitir un mensaje:
cierto modo, puedo reconstruir el tiempo y poder llegar, no sólo a su persona,
posición de ella ante el mundo que crea y en lo subsecuente, un deseo de cómo
sino a los sucesos ocurridos en tiempo presente, estando junto a ella. Es en
desea que su mensaje sea acogido por la persona quién lo recibe. De modo que,
el relato
donde “al final de cuentas no serán sino los nombres los que nos
la intertextualidad se produce al haber una relectura por parte del oyente, su
conduzcan
a
forma de acoger las palabras es determinada por el contexto en que se desarrolla;
la
recaptura
del
tiempo
perdido,
porque
en
ellos,
a
tra-
vés de la historia –es decir, a través del tiempo- hemos de llegar a la figuración
sus relatos, basados en la-
las cualidades que le confiere provocan la deconstrucción.
completa, a la reconstrucción perfecta, de lo ya perdido”. (Elizondo, 1994: 362). En consecuencia, a través del relato se manifiesta la colección la cual “[…] en Entendiendo aquí por nombres como la palabra, es decir, el relato que nos
su esencia es
permite acceder al tiempo a través de lo que se dice y que surge desde un
repetición”. (Deleuze, 2005: 84). Dicho en otras palabras, el relato representa
lugar específico, la casa de mi abuela; formándose en complicidad con mis
las diferentes realidades mediante las cuales se identifican,sutilmente, a los
31
simbólica,
el símbolo,
el simulacro,
es
el soporte
de
la propia
objetos, es decir, las colecciones objetuales que atesora la abuela. Y todo
Así, en cuanto a la manifestación de estas realidades, Imbert prosigue diciendo
esto, a su vez, se desarrolla, probablemente, desde fragmentos de mi imaginario.
“luego, aquella realidad concreta es tratada o elaborada mediante la imaginación en
un
proceso
gradual
que
se
a
desarrollando
hasta
alcanzar
el
nivel
de
En relación a esto, los relatos aquí escritos podrían interpretarse desde las
fantasía. De ese modo se termina por “crear” una nueva “realidad” del tipo fantástico
nociones del realismo mágico, los relatos podrían comprenderse mejor desde el
o
concepto de lo real-maravilloso que propone el novelista Alejo Carpentier.
naturales, la lógica, el pensamiento racional”. (Marquéz, 1984: 40).
Para entender la perspectiva expuesta,
En este punto es donde difiero de su definición. Si bien mis relatos son nuevas
describiré
ambos
términos y las
conclusiones que saco a partir de la descripción de los mismos.
mágico.
Es
decir,
una
nueva
“realidad”
estética,
que
contraría
las
leyes
creaciones y están formados desde mi abuela y mi experiencia, e incluso, como posible aglutinante, desde mi imaginación –como representación de lo real,
Para empezar, en cuanto al realismo mágico, emplearemos la concepción de Enrique
formada desde lo real-, en ningún punto los relatos o estas nuevas realidades
Anderson Imbert descrita en su ensayo ‘El realismo mágico en la ficción
van más allá, es decir, no se deforman los hechos hasta llevarlo a lo mágico
norteamericana’. Él nos propone que “el realismo mágico echa raíces en el Ser
o
pero
intervención de algo que desafíe las realidades planteadas, una total invención.
lo
hace
describiéndolo
como
problemático.
Las
cosas
existen,
sí,
y
que-
fantástico.
Si
bien
puede
haber tintes
de
imaginación,
no
hay una
placer nos da verlas emerger del fluir de la fantasía, pero ahora penetramos
Parten de la realidad, eso es indudable, pero en los relatos la realidad
en ellas y en sus fondos volvemos a tocar el enigma. Entre la disolución de la
deforma, en todo caso, puede haber duda de si ocurrió como se escribe o no, es
realidad (magia) y la copia de la realidad (realismo), el realismo mágico se
decir, puede que haya sucedido así o, por otra parte,
asombra
recordarlo de ese modo. Como sea, y en todo caso, podría sólo imaginar.
como
si
asistiera
al
espectáculo
de
una
nueva
Creación”.
no se
yo haya querido
(Márquez, 1982: 39). Ahora, y como indiqué al principio, al término que yo encuentro más afín a los De modo que, en los relatos las situaciones surgen en la casa de mi abuela,
a
relatos aquí presentados es el de lo real-maravilloso, del cual Alejo Carpentier
partir de su persona y de la mía, desde una perspectiva individual que termina
dice: “lo real-maravilloso que yo defiendo, y es lo real-maravilloso nuestro, es el
por fusionarse dando paso a una nueva representación creada desde el choque de
que encontramos al estado bruto, latente, omnipresente en todo lo latinoamerica-
realidades como de las impresiones de las mismas.
no. Aquí lo insólito es cotidiano, siempre fue cotidiano”. (Márquez, 1984: 45-46).
32
Los relatos y las experiencias están ahí, no hay que inventar o indagar en otros
como un recordatorio que establecía, que la abuela, de una forma u otra, te
lugares, externos al lugar del que ya están surgiendo las narraciones. Lo
tenia siempre en mente.
narrado es totalmente tangible, aunque bien pueda tener tintes de lo imaginario, lo real se percibe a través del sujeto, en este caso mi abuela y yo, en conjunto.
Por último, en ‘Magia’
habló de un acto cotidiano que se convierte en
Asimismo, lo real-maravilloso debe de concebirse desde perspectivas que van más
extraordinario por la habilidad de la abuela para acoplar la ciencia de la
allá de lo ordinario, no importando si son buenas (positivas) o malas
física a su favor. El desconocimiento del fenómeno produce en sus consanguíneos
(negativas) en su esencia.
el asombro ante su destreza, pero incluso, años después, cuando sabes por qué puede hacerlo, es placentero haberla visto desafiar las leyes de la física.
A continuación, se encuentran los relatos que, desde nuestra cotidianeidad se erigen para ser devorados por el lector y que, por ende, lo llevarán a entender, poco a poco, cómo es que la abuela se convierte en el eje y el hilo conductor de una nieta que la entiende a partir de la palabra y la construye a través de sus objetos. El primer relato ‘En torno a la mesa’ el momento de sentarse en la mesa supone el momento de convivencia familiar donde cada uno de los comensales comparte un fragmento de sí al otro, al igual que la abuela lo hace con su comida. Además de presuponer todo un ritual para poder sentarse a degustar los guisos de la abuela, significaba, en ese entonces, obtener la atención del abuelo cuando enfriaba nuestra sopa, que no sólo era una acción sino que se convertía hasta en un acto de amor. En ‘Los viernes’
habló, básicamente, de la emoción natural de un niño por los
acontecimientos más simples y sencillos, en los que un regalo –no importa su procedencia,
calidad, material- era la afirmación del cariño de la abuela, así
33
34
2.1.1. En torno a la mesa Recuerdo cuando era niña y la casa de mi abuela se convertía en el lugar de encuentros. Su casa, en ese entonces, parecía un mundo dentro de un universo, pues una de las extensiones de la casa de mi abuela estaba conformada por un taller de herrería en donde sus nietos jugaban largas horas –el taller se encuentra al cruzar un pasillo que divide el local de la casa de la abuela-, lugar que se llenaba de fantasías con fierros tomando la forma de alguna ciudad inventada o de algún fuerte; las voces de los niños retumbaban en el lugar, alguna que otra riña surgía y por supuesto, pantalones, playeras, blusas y vestidos se acompañaban de la mugre alojada en el taller. Mientras todos jugábamos, en algún espacio de la tarde, la abuela se asomaba y gritaba: ‘A comer niños’. Rápidamente todos dejábamos el suelo para correr y llegar a la mesa lo más pronto posible, no sin antes, habernos pasado a lavar las manos en el fregadero de la cocina. El ritual consistía en tomar un poco de jabón de polvo puesto en un recipiente de aluminio, después subir al pequeño escalón de madera instalado justo debajo del fregadero para que pudiéramos alcanzar las llaves. Entonces, procedíamos a abrirle a la llave, la cual, nos escupía agua, como si estuviera furiosa de que la tocáramos con manos jabonosas entintadas por un matiz gris, propio de la mugre que se disponía a abandonar nuestras manos. Al terminar de quitarnos la mugre y mojarnos la ropa debido a la furia de la llave del agua, nos secábamos con una toalla que estaba colgada detrás de la puerta de la cocina.
Título: ‘En torno a la mesa de la serie Tejiendo Historias. Fecha: 2013. Técnica: Poliéster. Impresor: Viridiana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Enseguida, el comedor se llenaba, mis primos y yo nos encontrábamos dispuestos
también eran diferentes y se adecuaban a la edad de los comensales: los de
a
plástico para los más pequeños, los de peltre para los de mediana edad y los de
llenar
nuestras
pancitas
con
la
deliciosa
que
la
abuela
nos
había
preparado para esa tarde.
vidrio para los mayores. Así, el bullicio comenzaba de nuevo, todos estaban hambrientos. Acto seguido, el abuelo se dedicaba a enfriar la sopa de cada uno.
—Abuela, ¿recuerdas cuando te sentabas en la silla solitaria ubicada junto a la mesa y mirabas al abuelo bajar las escaleras– quien había estado en su
Tomaba entre sus manos el plato y se los acercaba a su boca y soplaba fuerte
habitación para tener su dosis diaria de lectura periodística- listo para
mientras su bigote se meneaba al son y la cuchara se meneaba en círculos,
acompañarnos a la mesa?
danzando en el plato.
Mi abuelo se sentaba en la silla más grande, hecha de madera y con abrazaderas,
—Abuela, ¿recuerdas que el abuelo enfriaba la sopa al darle a la cuchara un
tenía un tapiz vino con un fondo color crema, me parecía elegante como el
paseo alrededor del plato, mientras con el aire que salía de su boca le daba
abuelo, quien solía vestir con una camisa, un suéter, un pantalón de vestir y
pizcas de amor?
zapatos formales, además de un porte que opacaba a cualquiera, él se ubicaba en la zona central de la mesa, junto a otras ocho sillas y ocho pequeños
Plato por plato, desfilaba por las manos del abuelo para ser enfriado. Después
acompañantes. Cada silla era diferente: una más alta, otra más pequeña, otra de
de ser atendida nuestra demanda, la abuela se encargaba del abuelo y le servía
madera, otra con un asiento más grande y acolchado, y finalmente quedaba un
en su plato de vidrio.
banco triste y de madera, que todos evitaban, pues no ofrecía nada más que su triste presencia.
Ella le ofrecía en cada plato una parte de sí. Se dedicaba un momento del día para estar
Parecía que cada silla reflejaba la personalidad de cada uno de los pequeños comensales, pero las sillas siempre eran motivo de peleas, pues cada uno buscaba experimentar qué se sentía sentarse en aquella silla, si algo cambiaba o qué era lo que pasaba al cambiar el lugar donde uno se sentaba habitualmente. Al terminar la disputa, la abuela nos hacía llegar los platos de sopa, los cuales
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con sus cacerolas, cucharas e ingredientes y por tanto, la sazón
de todas esas sensaciones que la habían aquejado durante el día, se vertían en su comida, no sin antes haber dialogado con ésta. Es por ello que algunas veces, el paladar del abuelo podría encontrarse violentado, por lo picante de algún guiso, o por la aparición de un gran intruso, como algún papa que no había sido bien picado.
enorme pedazo de
Enseguida,
los reclamos del abuelo
ante estos sucesos culinarios no se hacían
esperar, pero la abuela se protegía de ellos por medio del gran ventanal que separaba el comedor de la cocina. Ella sabía que la comida era la única que había atendido sus inquietudes y las disipaban cuando los alimentos se licuaban, se
Título: ‘Intercambiando historias’ de la serie Tejiendo Historias. Fecha: 2013. Técnica: Poliéster. Impresor: Viridiana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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cocían
en
la
sartén
y
entraban
en
la
boca
de
sus
comensales.
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2.1.2. Los viernes El día más esperado de toda la semana era, sin duda, el viernes. Su llegada auguraba los famosos ‘viernes de plaza’ de la abuela. Ella se preparaba con mandil, su monedero negro y sus bolsas del mandado para acudir a su cita semanal. Su llegada era anunciada por el motor de una camioneta chevrolet azul de los cincuentas, la parte trasera de la camioneta estaba atestada de costales de verdura, mientras que en la parte delantera, la abuela resguardaba el almuerzo del día y la ropa que había escogido para sus nietos. Por ello era de vital importancia el arribo a su casa, pues al ser de los primeros en llegar no sólo significaba disfrutar del ‘festín placero’: taco de plaza, charales, barbacoa y demás platillos que la abuela sólo obtenía en ese lugar. A su vez, también significaba obtener la mejor prenda de ropa que la abuela había adquirido –con toda la destreza que significaba escoger BUENA ropa- en los puestos de ropa usada de la plaza. La abuela se disponía a extender la ropa en el centro de la sala, como si pusiera un puesto, ropa de todos los colores, tamaños y texturas salían para ser escogidas. Aunque, nada aseguraba que el ser primero en llegar garantizaríala prenda deseada, ya que algunas veces dichas prendas se encontraban apartadas, pues
desde
su
origen
ya
estaban
escogidas
para
alguien
en
particular
[Como la cola de sirena que siempre quise y pedí, pero que mi abuela jamás pudo conseguir]
Título: ‘Quiero ser una sirena’ de la serie Tejiendo Historias. Fecha: 2013. Técnica: Poliéster. Impresor: Viridiana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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2.1.3. Magia Otra de las particularidades de los viernes era dada por la señora clara de huevo. De vez en cuando, alguna de las comidas de la abuela consistían en vestir a los ingredientes con las claras del huevo a punto de nieve. Para realizar dicha hazaña, mi abuela se situaba en una de las esquinas de la mesa donde comíamos, y se disponía a romper los huevos, después de partir la cáscara por la mitad, con la misma cáscara separaba la yema de la clara del huevo, haciéndola danzar de arriba a abajo y ésta, finalmente, escurría por sus manos al tazón de plástico rojo. Cuando acaba la coreografía, la abuela se ponía a
batir (a mano) la clara del
huevo. Durante el espectáculo, el batidor en forma de espiral, chocaba violentamente contra el tazón y transformaba al líquido semitransparente en una hermosa espuma blanca, mientras la abuela era interceptada por alguno de nosotros, y era entonces cuando podíamos ser testigos de cómo la clara se elevaba haciendo montañas blancas de espuma. Antes de que las montañas se formarán por completo, mi abuela preguntaba al curioso que estuviese con ella: – ¿Quieres ver magia? A lo que uno (siempre) respondía: – ¡Sí! Acto seguido, la abuela rápidamente volteaba el recipiente donde batía la clara, y las montañas blancas de espuma que uno había visto formarse, se mantenían en su lugar.
Título: ‘Haciendo montañas’ de la serie Tejiendo Historias. Fecha: 2013. Técnica: Poliéster. Impresor: Viridiana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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3. Reteniendo la mirada Sus objetos, mis objetos “Hay objetos que no viajan nunca. Permanecen así, inmunes al olvido y a las más
melancolía presupone. Además de que, en otros autores, por ejemplo Sigmund
arduas labores que imponen el uso y el tiempo. Se detienen en una eternidad
Freud en su escrito ‘Duelo y Melancolía’ (1917 [1915]), acceden a la melancolía
hecha de instantes paralelos que entretejen la nada y la costumbre. Esa
desde el sujeto, es decir, cómo le afecta anímicamente y las consecuencias con
condición singular los coloca al margen de la marea y la fiebre de la vida. No
su yo. Y no es pretenda quitarle importancia al sujeto pues desde él nace y se
los visita la duda ni el espanto y la vegetación que los vigila es apenas una
produce la melancolía, pero lo que busco es hablar, más bien, desde lo que la
tenue huella de su vana duración”. (Mutis, 1994: 25)
melancolía produce en el exterior, en el contexto del sujeto, desde los objetos y la forma en que se miran.
El ser humano es sometido durante cada viaje vivencial que emprende a buscar elementos de pertenencia que le proporcionen un recurso para volver en sí, es
Aclarado esto, a través de la melancolía el ser afectado busca acceder al objeto
decir, un anclaje espacio/temporal que lo haga retornar a un lugar o situación
perdido –o más bien, a la persona ausente- desde un conjunto de elementos
donde pueda reencontrarse, y le proporcione un sentido de pertenencia. Durante
afectivos acumulados por el melancólico los cuales se manifiestan en el objeto.
esta travesía aparecen elementos dotados de significado, es decir, relevantes
Este intermediario (el objeto) permite al sujeto revivir vínculos y sumergirse
para el sujeto, sin esta particularidad, simplemente carecerían de sentido.
en los mismos, sin ahogarse en ellos pero sí empapándose de lo irrecuperable (la persona ausente).
Durante estos (interminables) procesos el sujeto es confrontado con sus realidades, donde
es
inevitable
tropezar
con
aquellas
que
han
perecido,
con
las
De esta manera, el melancólico “se pone literalmente en el lugar de su objeto
que se ha perdido de cerca; la pérdida –o varias- resurgen porque no se han
perdido”
procesado y por tanto, se incrustan en su cotidianeidad.
reencontrándose con lo que, en definitiva, no ha de regresar. Por eso no es
(Leader,
2011:
52),
como
si
tratará
de
reafirmarse
en
él,
extraño que jamás se produzca una separación; se reconoce –de cierto modoEl conjunto de procesos inacabados se manifiestan en algo llamado melancolía,
la pérdida, pero se reprocha al mantener los objetos relacionados a la
término que aquí se definirá como “el inaplacable apego del sujeto a una pérdida
persona ausente.
cuyo duelo es inacabable” (Comay, 2003: 97). Cabe mencionar que la utilización de ésta definición en particular es debido a que resume y puntualiza lo que la
Por ello los objetos se convierten en sombras de lo que ha muerto, y reaparecen
43
a través –de la iluminación- de la mirada del melancólico: el objeto no emana por sí mismo afecciones, es objeto y nada más. Es el sujeto quien le proporciona un significado y lo lleva más allá de su materialidad. Por consiguiente, la melancolía no es un término para evidenciar las afecciones de la abuela y hacer un análisis psicológico minucioso, eso no interesa en este caso en particular. A partir de la melancolía se genera una mirada (melancólica) donde el objeto yace muerto –por decirlo de algún modo- y se vislumbra a través de
los
significados
que
el
sujeto
le
trasfiere,
pues
ello
significa
una
recuperación parcial de la persona ausente. La mirada melancólica, a su vez, se transforma en un conjunto de historias (de pérdida) que hablan, por sí mismas, de las realidades que genera la abuela por medio de los objetos y en conjunto, de sus relatos. De nuevo, no se trata de adentrarse en una psicología de la mirada melancólica en la abuela, sino de evocar por medio de la fotografía los vínculos que establece con los objetos. Vínculos que son invocados desde sus relatos –y los míos, también- y reafirman su materialidad a través de la imagen, donde la palabra se transforma. Para poder llegar a la palabra, antes que nada, la abuela se muestra como un ser enigmático, y en repetidas ocasiones, hasta hermética: por instantes, es impenetrable
dado
que
intercepta
las
palabras
del
otro
con
respuestas
monosílabas o silencios burdos. Pero uno logra ser partícipe de su vida en el momento en que ella permite, a través de la convivencia, revelarse por medio Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía sobre Madera.
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de sus relatos: ellos representan un momento de despojo personal donde te admite
para involucrarte en sus pérdidas. Justo en ese preciso instante puede materializar –de otra manera- sus pérdidas, como ya lo he mencionado, con la palabra hablada y en lo subsecuente, permite al oyente completar el panorama melancólico con los objetos que la abuela atesora. Por ende, “la pérdida es insertada ritos”
(Leader,
anteriormente-
2011:
15),
en la comunidad a través de un sistema de
viéndose
esto
reflejado
–como
ya
se
dijo
en tanto la abuela involucra la mirada de las personas que la
rodean al provocar que éstas vean la acumulación como parte de su forma de ser, todo un trampantojo –en este caso, un término empleado para concebir a los objetos como un medio de representación de alguien/algo que ya no existe, pero que mediante los mismos, se simula su existencia- donde se le permite a la abuela preservar sus pérdidas a través de la presencia latente de los objetos, ellos expresan la ansiedad de la abuela por evitar que las historias se diluyan,
pues
la
palabra
parece
no
ser
suficiente,
y
la
única
manera
–aparentemente- es preservar su presencia con la acumulación de afecciones en torno a la persona que ocupó un lugar en su vida, pues la abuela fue dejada con sus objetos y abandonada por aquella persona: “conservamos los recordatorios, los objetos y las posesiones de los muertos para recordar, para no permitirnos olvidar”. (Leader, 2011: 92). Y para hablar de la pérdida en la melancolía, es necesario retomar el lenguaje utilizado por la abuela reflejado en los objetos que acumula, ahí llega la Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía sobre Madera.
palabra (los relatos) y lo que la palabra conlleva –un sentir respecto a la
45
pérdida- se materializa, pues los relatos hablan al mismo tiempo por la abuela situando el contexto del objeto. La palabra se transforma, de cierto modo, en objeto y sujeto, formando el lenguaje de la abuela. Esto nos lleva a entender el objeto desde una perspectiva temporal, en la cual no significa que los objetos detengan el tiempo, más bien lo construyen a través de su presencia: “[…] Uno mira los objetos como testigos que, cada uno de ellos y en conjunto, susurran una historia al oído atento […] como una huella que trae consigo
el
recuerdo
de
su
tiempo,
de
todo
lo
que
vio,
conoció,
vivió”.
(Wajcman, 2010: 16) De esta manera,
se proyecta la pérdida a través del reflejo de las afecciones
del sujeto como complemento de la materialidad del objeto. El sujeto se ofrece enteramente al objeto, como dice Gérard Wacjman “[…] El coleccionista es un <<efecto>> de la colección, y no al revés”. En consecuencia, dicha acción es la prueba de que se ha intentado recuperar lo que el abandono de la persona evoca; la conservación del objeto se convierte en rastros de un intento por recobrar la pérdida. Por lo cual, la casa de abuela –y la abuela en sí- se mira a través de los objetos dispuestos para decorarla o llenarla. Son ellos quienes construyen el espacio y constituyen a mi abuela. Pero nada sería de estos objetos si no hubiera un observador que pueda revivirlos por medio de la mirada. El observador en esta historia –que soy yo y aquel otro que tenga acceso- colecciona relatos y los traduce en imágenes, colecciona memorias que se convierten en pensamientos,
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía sobre Madera.
en un tiempo que viene y va, no permanece estático: “el movimiento es acechar
por ello que Wacjman nos dice “la colección como tal, que se funda por oponerse
la verdad por el lado de los objetos visibles de la colección, más que buscarla
a
en
mismos-no-mismos, o sea, singularidades, reencuentra entonces la serie al formar
los
repliegues
del
cerebro
del
coleccionista”
(Wajcman,
2010:
12).
la
masa
de
los
objetos-mismos
poniendo
en
presencia
simultánea
objetos-
la clase paradójica de los objetos singulares. Lo que se da en llamar colección”. Con lo anterior quiero decir que, si bien la abuela colecciona historias,
(Wajcman, 2010: 57).
pérdidas, personas y yo colecciono sus afecciones –lo que sus relatos me evocan-, todo lo que se suscita en torno a esto lo revivo a través de los
Esto nos lleva a “la repetición como conducta y como punto de vista concierne
objetos, más no desde su psique. Entonces hay un intercambio de roles, pues yo
a
me colecciono, a su vez, a través de esa mirada melancólica que revive los
Evidentemente, la abuela asume la repetición como una forma de mantener a cierta
objetos y es mi abuela quien la mantiene operando.
persona presente, pues no hay manera de llenar su ausencia sino es a través
una
singularidad
incambiable
e
insustituible”.
(Deleuze,
2005:
50).
de sus objetos y cada objeto, aunque parezca ser el mismo, guarda en sí una Y se descubre un patrón en el que “repetir es una forma de comportarse, aunque
parte diferente de la persona ausente.
en relación con algo único o singular, que no tiene semejante o equivalente” (Deleuze, 2005: 50). Es decir, hay una transgresión mutua, en donde nos repetimos,
Por consiguiente, la abuela ya no se encuentra en un proceso de reconocimiento
por decirlo de alguna manera, en los sucesos o afecciones y la mirada. En
de la colección, más bien, su coleccionismo se convierte en un acto que
cualquier caso, se le transfiere a la colección las inquietudes: “la nove-
representa el vacío –desde todos los ángulos- o dicho en otras palabras:
dad pasa entonces al lado del espíritu que se presenta porque el espíritu posee una
“cuando falta la conciencia del saber o la elaboración del recuerdo, el saber
memoria, o toma hábitos, es capaz de formar conceptos en general, y de sacar
como tal es en sí ya no es más que la repetición de su objeto: está desempeñado,
algo nuevo, de sonsacar algo nuevo de la repetición que contempla”. (Deleuze,
es decir, repetido, transformado en actos en vez de ser conocido. La repetición
2005: 77).}
aparece entonces como el inconsciente de la representación” (Deleuze, 2005: 78)
De nuevo, no se trata de realizar un perfil psicológico del coleccionista, de la
Evidentemente, repito, lo que se mira a través de la colección, de los objetos
colección o del coleccionado, sino dejar vivo el misterio, el cual sólo se
dispuestos en el hogar de la abuela, me convierten en la repetición de lo
revelará a través de los objetos. Y esto es palpable por del interés que los
insustituible: “pensamos en el espacio escénico, en el vacío de este espacio, en
objetos suscitan, los objetos se repiten, las historias, tal vez no tanto. Es
la manera en cómo es llenado, determinado por signos y máscaras, a través de
47
los cuales el actor desempeña un papel que a su vez desempeña otros papeles, y pensamos
cómo
la
repetición
se
teje
desde
un
punto
relevante
a
otro,
comprendiendo en sí las diferencias”. (Deleuze, 2005: 69). Y no es que me convierta en mi abuela y tome su lugar, más bien me vuelvo coleccionista de lo que se muestra, o en tanto mi percepción se entreteje desde mi abuela, yo me vuelvo la extensión de lo que mira, soy la mirada en el espacio; ella es la actriz que se repite a través de los objetos, yo soy el espectador del escenario de sus interpretaciones (los objetos), lo que suscitan es lo que nos une: su mundo y el mío (creado a partir de ella), y el mediador, lo imaginario. Y lo imaginario comienza a partir de la interpretación lo que uno ve en el escenario y por tanto, lo que el escenario mismo provee (sentimientos, sensaciones, rememoraciones). Soy la coleccionista y/o percibo la repetición en tanto estoy vinculada al escenario, es decir, al espacio desde el cual se produce la colección, de cierto modo, ocupo el lugar de lo coleccionado: puedo ser coleccionista pero también estoy sujeta a ser coleccionada a través de mis propios actos. Esto nos lleva a deducir que “un espacio dinámico debe ser definido desde el punto de vista de un observador vinculado a este espacio, y no debe de serlo desde una posición exterior” (Deleuze, 2005: 103). Al estar inmersa y estrechamente vinculada con el espacio y con lo que encierra, puedo proveerle a la colección de notoriedad, o más bien, vuelvo Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía sobre Madera.
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visible la colección al darle voz por medio de lo que es totalmente impalpable,
de lo que no está más allí. Sin mi mirada, los objetos, la colección permanecería ahí, a la espera. Es más, tal vez ni siquiera pueda llamársele colección. Me convierto en la coleccionista de lo acontecido en casa de mi abuela, ella es el detonante: “Sin embargo […] lo que supondremos y que eventualmente experimentaremos ante cualquier sostiene
colección la
es
colección
que, al
a
través
margen
de
del todo,
coleccionista, es
un
lo
ansia,
que
funda,
aquella
que
une
y
habrá
simplemente suscitado el gesto de amontonar en el suelo ese bloque de pirita de hierro de forma caprichosa: un deseo”. (Wajcman, 2010: 31). Pretendo vislumbrar a los objetos a partir de los relatos, las narraciones, de las palabras de mi abuela. Colecciono sus historias de los objetos que acumula, para materializarlas en una imagen que complete la mirada, la imaginación complementará los silencios y puntos suspensivos, la mirada y la imagen intentarán recuperar lo fragmentario de sus pérdidas. Es por ello que como coleccionista, busco lo que no hay, lo impalpable. Y los objetos, la acumulación parecen proveerme, de alguna manera de lo faltante, ellos son los que me interpretan (así parece ser). Si la colección no me es relatada por la abuela, no habría manera de (intentar) completar las historias, pues indudablemente “[…] la mirada forma parte de la colección” (Wajcman, 2010: 39). La mirada reafirma la presencia de los objetos y por tanto, lo que la abuela cuenta de ellos –o más bien, lo que yo interpreto de ellos a través de su palabra-.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía sobre Madera.
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4. Coleccionando la mirada Es necesario desentrañar los procesos por los que he atravesado para llegar a ‘Encuentros con la abuela: la colección en la mirada melancólica’. Si bien pudieran
parecer
procesos
artísticos
aislados,
de
un
modo
u
otro,
establecen puentes:
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52
4.1. Reminiscencias El recuerdo es una parte esencial en la vida del ser humano, pues éste
lograr tener un recuerdo.
presupone el medio para establecer una significación en la que le otorga un sentido al entorno como a sí mismo. Y la manera en que establece dichos vínculos es a través de los objetos que dota de afectividad. El objeto le permite evocar sensaciones, pensamientos, acontecimientos, al mismo tiempo que se vuelve imprescindible para poder recordar. Sin el objeto, el recuerdo se pierde, no existe. Es a través del objeto que se puede volver una y otra vez al recuerdo, aunque siempre de diferentes maneras, nunca se recuerda o se evoca del mismo modo. Para ilustrar las variaciones del recuerdo, elegí la impresión por medio de la serigrafía porque el proceso de impresión implicaba repetir una acción que resultaría diferente debido a que nunca se imprime de igual manera, se aplica más o menos tinta, más o menos presión. Por esta razón, el tiraje de cada imagen resulta diferente. En este caso, a medida que se imprimía, lo que sucedió es que se iban perdiendo detalles en la imagen, al igual que con el recuerdo, convirtiéndose así en pequeños indicios de lo que el recuerdo fue o es. Se reprodujeron 4 imágenes con un tiraje de 16 piezas de cada. La imagen se obtenía de una fotografía la cual era modificada en Photoshop para obtener el contorno de la misma. Los objetos mostrados tenían una significación para mí y por tanto, tenían importancia debido a que ellos eran mi medio para poder
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
Título: Sin título, de la Serie Reminiscencias. Fecha: 2009. Técnica: Serigrafía. Impresor: Viridana Vera. Taller: Taller de Gráfica de la Facultad de Artes UAEMéx.
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4.2. Inventando Silencios Las vivencias de mi abuela materna sólo son palpables a través del álbum de fotografías que conserva sobre su pasado en el poblado de Angangeo en Michoacán. Si bien ella jamás habló de su vida allá, en la obra propongo una interpretación de los silencios de mi abuela materna –con los cuales tuve que lidiar siemprey los testimonios que mis familiares me relataron acerca de su vida, de manera que con esto me permito recrear no sólo las situaciones sino, también, los entimientos
que
(según
yo)
pudieran
acompañar
aquellas
vivencias.
Con esto realicé un diario escrito acerca de las vivencias de mi abuela materna las cuales se
construyen, como ya mencioné con anterioridad,
a través de las
fotografías de los álbumes familiares, y se redactan desde las percepciones que tengo de dichos acontecimientos. Cada una de las 10 fotografías está acompañada por un relato acerca de lo que, supuestamente, atravesó mi abuela. Las fotografías están intervenidas de manera digital –por medio del uso de filtros y modificación del color en el programa de Photoshop- y se encuentran compiladas en un formato impreso junto con los relatos en relación a la imagen. El relato está escrito como si fuera mi abuela quien narra los hechos, mi intención era darle una voz que no quería emitir pero que se concreta a través de mí.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Inventando Silencios. Año 2010. Imagen con intervención digital.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Inventando Silencios. Año 2010. Imagen con intervención digital.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Inventando Silencios. Año 2010. Imagen con intervención digital.
4.3. Imaginarios Compartidos La infancia es una etapa que, sin duda, define el porvenir de cada ser humano, porque
El hecho de utilizar diferentes técnicas reside en la versatilidad que un niño
encierra toda una serie de vivencias y experiencias donde uno puede desarrollarse
presenta durante su crecimiento, el juego y la interacción son elementos
y formarse. En mi caso implica una etapa que busco recuperar y construir,
importantes, pues le permiten al espectador vincularse e inmiscuirse con mi
pues no hay recuerdos que logren vislumbrar mis procesos durante la misma.
historia de infancia.
La alusión a mi infancia –etapa de la cual tengo vagos recuerdos- , la reconstruyo a través de las fotografías de otras personas –recolectadas en casas de antigüedades- y que, de una manera u otra, encajan con lo que imagino fue mi infancia. De igual manera incluyo fotografías de mi infancia, para completar la historia
que
estoy
reescribiendo
a
partir
de
lo
visto
y
lo
imaginado.
La obra consta de dos libros de artista; el primero –realizado a partir del juguete de madera llamado ‘tablitas mágicas’- está impreso en tablas de madera de 10x6 cm aproximadamente, pintadas con tinta para madera color verde e impresas en color dorado por medio de la técnica de serigrafía. Las imágenes impresas corresponden a fotografías de niñas que se encuentran sonriendo, refiriéndome a mí en (posibles) momentos de felicidad. El segundo libro de tamaño carta (21.6x27.9cm) está realizado con varias técnicas
como
el
transfer,
la
cianotipia,
la
acuarela,
la
serigrafía
y
fotografías intervenidas digitalmente, con algunos elementos pop-up (elementos interactivos como imágenes que emergen al cambiar la página del libro o elementos que
salen
de
algún
compartimento
construido
dentro
del
libro).
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Imaginarios Compartidos. Año 2011. Tablitas Mágicas impresas en serigrafía.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Imaginarios Compartidos. Año 2011. Tablitas Mágicas impresas en serigrafía.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Imaginarios Compartidos. Año 2011. Libro de Artista.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie Imaginarios Compartidos. Año 2011. Libro de Artista.
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4.4. Almacenando Ausencias Continuando con el tema de la infancia, en este proyecto busqué recrear, desde mi niñez, a mi abuela, a través de mi convivencia con ella y con los objetos se encontraban en su casa. Aunque este proyecto también es desarrollado en casa de mi abuela, aquí los objetos adquieren su significado o importancia a partir de
que reflejan para
mí la personalidad de mi abuela, o la manera en que yo la visualizaba cuando era niña. A su vez, algunos de los objetos muestran el paso del tiempo en tanto se muestra que han sido víctimas del polvo –como en el caso de los especieros. De igual manera, otros objetos son encontrados en lugares poco comunes, como la plancha que se encuentra en el barandal de la escalera de la casa de mi abuela. Y es desde ahí que la veo, desde mi infancia mi abuela se mueve entre lo sorpresivo, el inevitable paso del tiempo y su necesidad de atesorar todo lo que pueda. La obra consta de una serie de 10 fotografías digitales en blanco y negro, en las que este elemento monocromático alude a la nostalgia y al paso del tiempo.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Almacenando Ausencias’. Año 2012. Fotografía Digital.
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5. Fijando la mirada Desde la perspectiva fotográfica “Al oponer al que busca y al que encuentra respecto del objeto, se tendrá al artista por el que encuentra –el objeto- cuando todos los otros lo buscan. Él encuentra el objeto sin magia: el objeto que no-hay, él lo construye”. (Wajcman, 2010: 52) Es importante recalcar que, como se dijo en la última parte del anterior capítulo, sin la mirada la colección simplemente no existe. De manera que en la mirada melancólica yace un amor desmedido por los objetos a través de sus historias y por ende, lo que se transforma es la manera de concebirlos por parte del observador, del yo coleccionista. Así la mirada melancólica se somete a una transición, es decir, ésta fluctúa en el tiempo: es el pasado irrecuperable, el presente que los conserva y el futuro de la incertidumbre. De manera que dicha mirada melancólica y la interpretación de los objetos no sólo se propicia desde el lenguaje de mi abuela en torno a los objetos, sino desde una interpretación de mis propios recuerdos y mis maneras de mostrar aquello que mi abuela deja a la deriva de la mirada de quien convive con ella. Hay una necesidad propia de enaltecer los objetos que acumula la abuela, lo cual puede interpretarse desde una naturaleza alegórica, definida como la “capacidad
de
recuperar
del
olvido
histórico
aquello
que
amenaza
con
desaparecer” (Owens, 2001: 204). En dicha circunstancia, surge un espectador que aprehende las historias al mismo tiempo que se apropia de un significado manifestado en la imagen, así el significado se transforma durante el trayecto
Ana Casas Broda. Álbum: Las fotos de Ana, 83. Año 2000. Imagen tomada del sitio Ana Casas Broda: http://www.anacasasbroda.com/album.html
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de la interpretación, de la observación de la imagen. Entonces, los intentos de la abuela por recuperar a la persona ausente por medio de los objetos nos mostrará que “[…] toda relación con la historia es siempre, en alguna medida, una no-relación con otra historia –un encuentro fallido con la carencia del otro y una relación traumática con el trauma del otro- la propia historia
se
caracterizaría
por
una
oscilación
inherente,
nacida
de
la
presión
paradójica de una pérdida sólo reconocible en su propio desvanecimiento” (Comay, 2003: 99). Por lo tanto, la abuela te permite deambular entre sus historias para ofrecerlas y propiciar un encuentro donde lo ocurrido y lo que uno percibe, se entretejen
para
reconocerse
con
el
otro
a
través
de
las
pérdidas.
Por eso busco preservar el ‘yo histórico’ que la abuela ha creado para sí, un ‘yo histórico’ que nos ofrece una acumulación de objetos continuamente latente en la mirada del otro, pero es a través de mis tomas fotográficas que se propicia la abertura del tiempo, donde se captura
–en sentido figurado- a
la persona ausente; por medio de los objetos, las tomas fotográficas y mi reinterpretación de los propios objetos se genera una “[…] convicción de que el pasado es algo remoto junto con el deseo de rescatarlo para el presente” (Owens, 2001: 204). El objeto se presenta como testigo y no como un ente encapsulado en un solo momento del tiempo –dando como resultado un ente inamovible y de difícil apropiación-, el objeto se construye –la abuela, más propiamente- con las pérdidas que ha sufrido y se hacen palpables no sólo por medio de los relatos
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Viridiana Vera. Sin Título, de la Serie ‘Encuentros con la abuela’. Año 2013. Fotografía sobre Madera.
que surgen en torno a él sino por mis propias experiencias y acercamientos en
“Si el objeto se vuelve alegórico bajo la mirada de la melancolía y ésta hace
torno a los fenómenos suscitados.
que la vida lo desaloje hasta que queda como muerto, aunque seguro en la eternidad,
entonces
el
objeto
yace
frente
al
alegorista,
entregado
a
merced
Así yo duplico la realidad que nos otorga la colección de objetos, la duplico
suya. Lo cual quiere decir que a partir de ahora el objeto es totalmente incapaz
con la fotografía, con la imagen tomada de los objetos. De modo que con este
de
acto, estaría coleccionando, a su vez, las miradas que surgen a través de la
el que le presta el alegorista. Éste lo deposita en el objeto para echar luego
toma fotográfica, entonces “la fotografía representaría nuestro deseo de fijar lo
mano de él: un gesto al que no hay que atribuir un alcance psicológico, sino
transitorio,
ontológico”. (Owens, 2001: 205-206)
lo
efímero,
en
una
imagen
estable
y
estabilizadora”.
(Owens,
irradiar
un
significado,
un
sentido;
el
significado
que
le
corresponde,
es
2001: 207) El objeto trasciende al sujeto, y no porque el objeto así lo busque, sino porque Las fotografías muestran a
la colección dispuesta en un espacio al que han
es el propio sujeto quien le transmite las cualidades para significarse más
sido confinadas. Por consiguiente, aquí la alegoría se producirá al momento que
allá de su materialidad. La fotografía radica en eso, en trascender más allá de
el espectador observe las fotografías, ellos leerán las imágenes a través de sí
la imagen que provee, ya que no sólo es un recorte de una realidad, es la
mismos. Porque al enfrentarse con algo, si el fenómeno se comprende, se hace
contenedora de los afectos que nos constituyen en torno a lo que nos muestra:
por medio de la propia experiencia, entonces
“La colección realiza así un auténtico misterio: una elevación del objeto común,
el espectador “lo que hace es
añadir otro significado a la imagen. No obstante, si añade, lo hace sólo para
y
reemplazar:
transmutación
el
significado
alegórico
suplanta
otro
significado
antecedente;
es un suplemento”. (Owens, 2001: 205). La mirada puesta en la imagen fotográfica nos da la sensación de querer revelar un secreto, la fotografía produce una historia y se fija no sólo en su materialidad sino en la mirada misma, la cual nos comunica y establece un puente con las experiencias propias. Así
la mirada melancólica procede a ser
identificada y explicada por Walter Benjamin como un temperamento alegórico que describe:
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hasta
del
desecho,
a
alquímica.
ese
lugar
de
Sublimación
objeto del
infinitamente
objeto”.
valioso,
(Wajcman,
suerte 2010:
de 53)
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Conclusiones Nuestra vida está hecha de encuentros, en los que personas, lugares y tiempos
Y así, todo, inevitablemente se vuelca hacia la colección, desde los relatos,
se sincronizan para poder crear una historia que se erige desde nuestra realidad.
pasando por los objetos y terminando en la fotografía. Esta última permite a la imagen establecerse como el medio para recuperar lo ausente, por lo cual se
Parte de mis encuentros se entrelazan con mi abuela, con sus relatos y con sus
construye, desde esos recortes de realidad la colección. Porque la colección no
objetos. Nuestras perspectivas, nuestros vacíos, de alguna manera se reconocen
sólo es producida por medio de los objetos, sino también desde la interpretación
y se unifican por medio de la palabra. Reconstruimos espacios, personas,
que cada uno le confiere. Dicho de otro modo, la colección se produce primero
tiempos, la palabra nos permite capturar todo aquello que se ha vuelto inasible.
desde la acumulación de objetos existente, seguido por el momento en que son fijados en una imagen y por último cuando el espectador transmite sus vivencias
Desde las historias se erigen nuevas realidades donde lo imaginario se establece
y/o sensaciones a la imagen observada.
como el paliativo a lo que se ha perdido, pues el duelo nunca se va y se mantiene a través del recuerdo del ausente. Y la única manera en que se permite
La fotografía al igual que la colección nace por medio de la mirada. La mirada
asir todo esto, es por medio de los objetos pues ellos representan lo que ha
identifica a los elementos hacia los cuales hay que conferirle cualidades y en
muerto, pero que se recuperan por la mirada, dado que ésta permite revivir
consecuencia, lleva a los objetos más allá de su materialidad, produciendo
significados
que
llevan
a
recuperar
parcialmente
a
la
persona
ausente.
la significación pertinente.
Para poder acceder al objeto no sólo es necesario conocer la historia
desde la
Dicho todo
esto, se infiere que la mirada melancólica es posible en tanto
cual radica su importancia, sino también entender que los objetos que se miran
haya historias que la detonen. ‘Encuentros con la abuela: la colección en la mirada
son capaces de sobrevivir a su aparente abandono, son coleccionados por los
melancólica’ es una obra llena de miradas, las cuales son capaces de iluminar
vacíos que suscitan así como por
la colección de las miradas que le permiten
al objeto a través del significado. Asimismo, me parece que en esta obra he
la mirada de mi abuela, de la mía y la de otros tantos, sería
logrado, de cierta manera, capturar la colección –mostrada en las fotografías-
imposible sacarlos de las sombras, aquí es donde la mirada melancólica hace su
donde colecciono las miradas (melancólicas): la de mi abuela, la mía y la
aparición: es la que colecciona lo irrecuperable.
de los objetos.
revivir. Sin
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La obra me ha permitido entender que más que coleccionar objetos, se colecciona lo irrecuperable en el que la mirada permite atrapar aquello que se ha ido y que sólo se entiende a través de los vacíos, de las ausencias. Es por ello que las fotografías representan el medio para intentar recuperar lo que se ha perdido y ya no tiene remedio, se convierten
en la prueba de que algo ha
sucedido –de que alguien falta- aunque no se sepa qué o quién. La incertidumbre nos acompañará hasta el final, pero en el proceso, lo único certero es que aunque los vacíos sean un recordatorio constante, los objetos serán nuestro consuelo para darle el espacio en el que el ausente se ha perdido.
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Bibliografía Blume, Hermann. “Manual de Litografía”. Madrid: 1986. Editorial Graficinco. Comay, Rebecca. “Entre la melancolía y el fetichismo: las pérdidas de Walter Benjamin”. Cuaderno gris, Nº. 7, 2003, p.p 97-115. Elizondo, Salvador. “Obras Tomo Uno” en “La forma del secreto: invocación y evocación de la infancia”. México: 1994. Editorial El Colegio Nacional. Foucault, Michel. “Theatrum Philosophicum” en Deleuze, Gilles “Repetición y diferencia”. Barcelona: 2005. Editorial Anagrama. Leader, Darian. “La moda negra: duelo, melancolía y depresión”. España: 2011. Editorial Sexto Piso. Márquez Rodríguez, Alexis. “Lo barroco y lo real-maravilloso en la obra de Alejo Carpentier” en “Teoría carpenteriana de lo real-maravilloso”. México: 1982. Editorial Siglo XXI. Mutis, Álvaro. “Caravansary”. México: 1994. Editorial FCE. Owens, Craig. “El impulso alegórico: contribuciones a una teoría de la posmodernidad” en Wallis, Brian. “Arte después de la modernidad: nuevos planteamientos en torno a la representación”. España: 2001. Editorial Akal. Wajcman, Gérard. “Colección seguido de la avaricia”. Buenos Aires: 2010. Editorial Bordes Manantial.
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82
Mesografía Casas Broda, Ana. Álbum. [En línea]. Disponible en: http://www.anacasasbroda.com/album.html [2013, Mayo 29].
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Índice Introducción……………………………………………..…………………...7
1. Creando la mirada: Encuentros con la abuela, la colección en la mirada melancólica……………………………………………………………15 1.1. Reconociendo la mirada……………………………………………...19
2. Inventando la mirada: Descubriendo la figura de la abuela…….....21 2.1. Tejiendo historias: ……………………………………………..…….31
2.1.1. En torno a la mesa………………………………………………..35 2.1.2. Los viernes………………………………………………………….39 2.1.3. Magia…………………………………………………………………41
3. Reteniendo la mirada: Sus objetos, mis objetos……………………43
4. Coleccionando la mirada: ………………………………………………51
4.1. Reminiscencias…………………………………………………………53 4.2. Inventando Silencios…..……………………………………………..63 4.3. Imaginarios Compartidos…………………………………………….65 4.4. Almacenando Ausencias……………………………………………..69
5. Fijando la mirada: Desde la perspectiva fotográfica……………….73 Conclusiones…………………………………………………………………77 Bibliografía…………………………………………………………81 Mesografía……………………………………………………………….……83