La Mujer Supersonica

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La mujer supersónica

La subteniente Diana Ruiz Solís pasó a la historia de la aviación de Ecuador por haber sido la primera a bordo de un avión cuya velocidad rompe la barrera del sonido.

Melisa Miranda Castro / mmiranda@vistazo.com

Hay una fecha que la subteniente Diana Ruiz Solís no olvidará nunca. Así como el primer día que tomó el mando de una aeronave, el 13 de marzo de 2014 también quedó marcado en su vida y en la historia de la Fuerza Aérea Ecuatoriana. No fue un día más, fue el día en que por primera vez una mujer fue parte de la tripulación que cumplió la misión a bordo del avión supersónico ‘Cheetah’. El destino estaba marcado, tenía que ser ella la primera en romper la barrera del sonido en los cielos ecuatorianos. Ese día, cuando se asignó la misión le tocó el turno a la subteniente porque su compañero, que era el más antiguo de la promoción, no se encontraba en la base. Así que quien era la segunda en antigüedad tomó el puesto dentro del Cheetah. “Ese día fue muy hermoso para mí porque me encanta volar, vivo para volar. Cada vez que me subo a un avión me encanta”, recuerda la subteniente, todavía entusiasmada por su hazaña en los aires.

Con sus 22 años recién cumplidos, haber estado en ese vuelo de combate que se realizó a 30 mil pies de altura sobre la base aérea de Taura, fue uno de los sueños cumplidos para esta joven subteniente que se apasiona cuando habla de volar, y más si es a altas

Fotos: FAE.
DIANA RUIZ SOLÍS nació en Píllaro, provincia del Tungurahua, el 7 de abril de 1992.

Mujeres del aire

Mancha.

rededor del mundo. Su avión desapareció sobre el Pacífico cerca de la isla Howland.

tes, de los cuales 27 eran hombres. Tuvo las notas más altas de su promoción. velocidades y desa ando la gravedad. “Amo la velocidad”, dice una y otra vez, cuando se re ere a su trabajo. El día de la misión las emociones también rompieron la barrera del sonido, porque no solo fue la oportunidad de experimentar por primera vez este tipo de vuelos, sino que Ruiz pudo compartir la experiencia aérea con pilotos muy preparados y experimentados; algo que no deja de agradecer. “Estábamos altísimo, súper rápido, y en seguida aterrizamos y estaba feliz. Poca gente lo vuela en la FAE, fue una bendición haber compartido ese viaje”, confía. El vuelo inaugural fue una marca importante, pero por suerte, tuvo la posibilidad de seguir viviendo la experiencia de subirse al Cheetah y aprender más sobre él, que es diferente a las otras naves en las que pudo pilotar o hacer misiones. “Es diferente porque graba velocidad, graba gravedad, los sistemas son más complejos, es un avión de combate”, explica. Da la sensación de que la subteniente no es del todo consciente sobre haber sido la primera mujer a bordo de un su-

piloto de combate. Voló también bombarderos. Alcanzó ocho mil horas en el aire.

persónico, quizás es porque está muy enfocada en su labor y en volar, más que en leer noticias o repercusiones de su experiencia. “Nosotros no tenemos acceso a la prensa y en donde volamos no puede haber Internet ni señal de teléfonos”, relata y dice que el momento de enterarse de lo que pasó es a la noche cuando recibe llamados de su familia que le cuentan lo que pasó en el día y compran los diarios o revistas en donde se hable de ella.

“Mi sueño es llegar lo más alto que se pueda, volar los aviones que la FAE me disponga y llegar a ser una buena piloto”,

subteniente

Diana Ruiz Solís.

Su voz se acelera y deja transparentar su emoción al hablar de sus sensaciones cuando se encuentra en el aire. No hace falta preguntar demasiado para evidenciar que toda su pasión está puesta en ser piloto. Cuando Diana era chica, formar parte de la Fuerza Aérea Ecuatoriana no era un sueño posible, porque todavía las mujeres no integraban el ámbito militar, así que ni siquiera se le había ocurrido pensarlo. Cuando estaba en cuarto año del colegio, el panorama fue diferente. Desde 2000lasmujeresyaeranparte de las instituciones militares y en 2007 la Escuela Superior Militar de Aviación Cosme Renella decidió comenzar a

formar cadetes femeninas. Así que en 2009, Ruiz tomó la decisión y se inscribió. Se graduó tres promociones después de aquellas pioneras. Recuerda que el 20 de septiembre comenzó su formación. Ruiz también tiene registro de la fecha de su primer vuelo pilotando sola. “Siempre recordamos la primera vez que volamos solos porque es como que culminamos una etapa”, asegura. Fue el 10 de febrero de 2010, a bordo de una avioneta y desde entonces lleva acumuladas unas 125 horas. “No es mucho, hay pilotos que tienen 1.000 o 2.000”, dice.

“Mi sueño es llegar lo más alto que se pueda, volar los aviones que la FAE me disponga y llegar a ser una buena piloto”, aclara sobre sus metas y cuenta que tiene un modelo que la inspira. “Hay una piloto estadounidense que compartí con ella una comisión en el exterior. Vuela transporte y combate. Simplemente me dijo que sea muy perseverante. En cualquier rato las mujeres podemos estar como ella volando varios equipos”, asegura. Para eso, la subteniente toma su formación y experiencia muy en serio y con mucha responsabilidad, durante las mañanas aprende sobre aerodinámica y defensa aérea, entre otros temas; y por las tardes sale a volar en misión. Todos los días puede llegar al cielo y eso es lo que la hace feliz. v

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