Educación en Japón semana 7 viviana fernández hernández

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LA EDUCACIÓN EN JAPÓN

La educación en Japón es un tema digno de análisis, ya que es clara demostración del impacto y la superación de un país en la mayoría de aspectos que incluyen lo cotidiano, social, económico, familiar y otros. Para tener una idea más clara al respecto procederé a realizar un trabajo de investigación sobre la educación en Japón, su historia, sus etapas, sujetos que se involucran en ella, metodologías, entre otros. Los padres japoneses siguen la tradición de tratar de darles a sus hijos la mejor educación posible, aun cuando ello les cause dificultades económicas, pues creen que una buena educación es una garantía para la carrera del futuro. Esta aspiración de los padres se ha convertido en la fuerza motriz de la expansión de la educación en Japón. Historia Educación en la época feudal El año en el que se estableció el sistema de educación nacional en el Japón fue 1.872, cinco años después de la Restauración de Meiji, la cual puso punto final a la época feudal en la historia del Japón. No obstante, antes de la introducción de ese sistema de educación nacional, ya existía en la sociedad japonesa un gran entusiasmo por la educación. Durante la larga época feudal que precedió a la Restauración de Meiji, se establecieron varios centros educativos para satisfacer las necesidades de las distintas clases sociales. Antes de la Restauración de 1867, dominó al Japón el Shogunato de Tokugawa durante 267 años (de 1.600 a 1.867). Esa época se denomina Época de Edo, porque la capital tenía su sede en Edo, antiguo nombre de Tokio. En aquel tiempo, la clase samurai o guerrera no solo se encargó de asuntos militares, sino que también asumió la responsabilidad en los asuntos políticos. El Shogunato ejercía en Edo el gobierno central con su jefe, el Shogun; y cada dominio feudal denominado Han, que era dirigido por el Daimyo o gobernador. Aunque existía una fuerte relación de señor y vasallo entre el Shogun y el Daimyo, cada Han tenía su autonomía en temas de política, justicia, y cobro de impuestos. Por ende, se establecieron en muchos Hans las escuelas oficiales de Han -denominadas Hanko- para enseñar a los hijos de familias de samurais asignaturas culturales, morales y marciales, las cuales eran necesarias para cumplir con sus deberes. Al terminar la época Edo, existían en Japón casi 260 Hanes, de los cuales más de 250 tenían su propia escuela Hanko. El primer Hanko fue establecido en el año 1.641 en el Han de Okayama, y a lo largo de esa época continuaron surgiendo en otros Hanes, hasta totalizar la cifra mencionada. Aparte de la clase samurai, entre los ciudadanos y agricultores también existía la necesidad de instrucción. Para satisfacer ese requerimiento, a partir del siglo XV empezaron a aparecer TERAKOYAS. La traducción literal de TERAKOYA es "escuela del Templo", aunque en general no estaban manejadas por los templos, en la Terakoya enseñaban lectura, escritura y aritmética a los hijos de los ciudadanos comunes, principalmente en las zonas urbanas. En cuanto a la aritmética,


se usaban los ábacos, famoso instrumento de cálculo en Japón y China. Mientras tanto, en las comunidades rurales existían escuelas para los hijos de los miembros ricos de la clase comerciante y de los agricultores. Al final de la época de Edo, existían aproximadamente 50.000 Terakoyas. En ellas, no existía límite de edad ni de duración de la instrucción, no obstante, se dice que asistían principalmente los niños de 6 a 13 años, y que los estudios se extendían por 4 o 5 años. Cada Terakoya se componía de una clase y un maestro, y acudían de 20 a 30 alumnos. En contraste con los Hankos, donde se enseñaba el confucionismo (que era la filosofía oficial de los samurais) y las artes marciales, en las Terakoyas se enseñaba primero la escritura para aprender a leer, y luego usaban los textos de geografía e historia. El sistema educativo japonés El sistema educativo actualmente en vigor en Japón se creó poco después de acabar la segunda guerra mundial, entre 1947 y 1950, y se inspiró en el sistema educativo de Estados Unidos. Como todo sistema educativo, el japonés se levanta sobre los principios de igualdad de oportunidades educativas, de formar ciudadanos pacíficos y democráticos, y en una Educación libre de vinculaciones políticas y religiosas. Una característica del sistema japonés es el papel primordial que detenta el Estado desde siempre en todo el sistema educativo, eso sí, en un diálogo intenso con docentes, centros y especialistas. Por último, antes de pasar a hablar del sistema en sí mismo, debemos comprender que los japoneses entienden la educación como una garantía de futuro y de éxito socioeconómico, de ahí se deriva la entrega total de la familia en la Educación de sus miembros, y la enorme presión social ejercida sobre los estudiantes para la consecución del mejor expediente académico. Respecto al calendario y al horario escolar existen dos modalidades, aunque predomina el modelo trimestral, algunos centros siguen un programa semestral. Existe un mayor debate en torno a la semana lectiva, ya que tradicionalmente era de seis días (de lunes a sábado), pero en 2002 un decreto del gobierno permitió reducirla a cinco. El cambio fue aceptado por la escuela pública, mientras que las privadas siguieron con el modelo tradicional, aunque es cierto que en los últimos años algunos centros públicos vuelven al sistema anterior con un permiso especial del gobierno, con el fin de tener más tiempo para cubrir el temario y las asignaturas necesarias para el “éxito” de sus alumnos. Todo ello en un horario que, por norma general, comienza a las 08:00 y termina a las 16:00, que además se ve completado por actividades de refuerzo en los estudios, como escuelas de tutoría y preparación de exámenes. Como vemos, se trata de un horario largo e intensivo, que se inicia con una sesión de gimnasia y en él entran también horas de servicio, alimentación y limpieza, de tal manera que en la escuela no sólo se enseña, sino que también se educa y forma a los buenos ciudadanos.


La Educación preescolar (0-6 años) no es obligatoria, de ahí que el sector esté dominado por el ámbito privado (lo mismo que ocurre con las universidades), frente al absoluto predomino de lo público en el resto del sistema educativo. La diferencia entre la guardería y el jardín de infancia radica en la instrucción impartida al niño, bien centrada en juegos, o ya en un plano más mental y cognitivo. En la escuela primaria comienza la educación obligatoria, y se hace hincapié en los conocimientos considerados fundamentales, como son la lengua (japonesa), las matemáticas, y en tercer curso las ciencias, junto a tareas del hogar y de educación moral. Además, a partir de un porcentaje variable de alumnos que dictamina el centro con aprobación ministerial, podrán segregarse grupos de competencia, es decir, con ello se prima a los alumnos más aventajados. Ya en secundaria, el sistema se divide en dos ciclos de tres años, elemental y superior, al final de los cuales el alumno deberá superar un examen. En el primer nivel destacamos que los jóvenes japoneses se instruyen ya en artes industriales y en el trabajo del hogar, mientras que en el segundo lo hacen en economía doméstica, en este nivel también existen unos cursos vocacionales, para alumnos más competentes, que dependen de cada centro. Además, en la superior el curso no se rige por años académicos, sino por créditos. Hay nueve años de educación obligatoria, seis de primaria y otros tres en la escuela media inferior. Luego hay otros tres años de escuela media superior y cuatro de Universidad. Durante estos nueve años de educación obligatoria un 99,9 por ciento de los niños de Japón en esos grupos de edad asisten a escuelas públicas o privadas. Además actualmente un 94 por ciento de los que acaban los estudios obligatorios pasan a las escuelas medias superiores. Esta cifra ha permanecido sin cambios notables durante los últimos 10 años. El examen final de secundaria es fundamental para cada estudiante, es la meta del alumno, sacar una nota brillante que le permita ingresar en la universidad más prestigiosa posible, lo cual es sinónimo de éxito social y triunfo vital garantizado. Debido a que el esfuerzo se realiza en los niveles previos, la universidad japonesa es bastante liviana.


La estructura y principios básicos del actual sistema educativo están trazados en dos leyes aprobadas en 1947: la Ley Fundamental de Educación y la Ley de Educación Escolar. La igualdad de oportunidades educativas para todos es un principio básico enunciado en la Ley Fundamental. La ley prohíbe la discriminación por motivos de razas, religión, sexo, condición social, situación económica y origen familiar. Un objetivo primordial del sistema educativo es la formación de ciudadanos seguros de sí mismos, en una nación pacífica y democrática, que respeten los derechos humanos y sean amantes de la paz y la verdad. La ley hace hincapié en la importancia de la madurez política y la tolerancia religiosa en la formación de buenos ciudadanos, pero prohíbe expresamente toda vinculación de la educación con políticos u organizaciones religiosas. Los estudios sociales constituyen un elemento principal de los planes de estudios de los colegios públicos, en consonancia con la Ley Fundamental de Educación, que también apela al establecimiento de instituciones tales como bibliotecas, museos y centros cívicos por parte de las autoridades estatales y locales. Para comprender el sistema educativo nipón nos faltan dos aspectos a tratar. Por un lado la evaluación, que se basa en el trabajo autónomo (razonamientos, competencias…) y colectivo (parejas y equipos), con lo que se busca formar a ciudadanos críticos, colaborativos y disciplinados. Y por otro lado, el papel del docente, pues es la profesión que más respeto tiene en el país, se les considera la columna vertebral de la sociedad, y por ello están sometidos a un riguroso proceso de selección y de capacitación a los cinco, diez y quince años de servicio. Visten de una manera formal, lo que se compagina con el uniforme obligatorio del alumnado en todos los niveles. En cuanto a su cometido, se centra en fomentar la participación del alumnado, nunca dice


al alumno que lo realizado es incorrecto, sino que debe fomentar la investigación y el autodidactismo. El sistema educativo japonés se sustenta en tres pilares fundamentales: “CHI-TAC-TAI” conocimiento, moral y cuerpo. En el colegio se fortalece la moral de los estudiantes, el código de la buena conducta japonesa es transmitido de generación en generación no solo por la escuela, sino también por la familia. El código Japonés de la moral es preciso, en él se enseña sobre todo el respeto a los antepasados y el respeto a la Jerarquía, el padre es el padre y no un amigo, el profesor es el profesor y no un amigo y siempre deben respetarse. Por ejemplo en las escuelas siempre se saluda al profesor al inicio de la lección y al finalizar la misma con una reverencia inclinando un poco la cabeza y los hombros. Dichas enseñanzas vienen no solo de las escuelas sino también de la familia durante toda la formación de los japoneses. En aspectos como este notamos diferencias significativas desde todo punto con el sistema educativo costarricense, donde ciertas costumbres y filosofías son parte de la cultura de una sociedad. Regulación de la Educación. Garantía de oportunidades Educativas iguales en la escolaridad obligatoria. El gobierno de Japón es muy severo en cuanto a obligatoriedad de la asistencia a clase durante los años de educación obligatoria. El país está dividido en distritos escolares, y en cada uno de ellos hay sólo una escuela pública en cada nivel. Eso quiere decir que todos los niños que no asisten a escuelas privadas deben asistir a la escuela oficial del distrito educativo en donde viven. Los niños no pueden elegir la escuela oficial donde estudiar, pero los maestros son trasladados libremente de una escuela a otra durante su carrera. Demás, es frecuente que el profesor se encargue de cursos diferentes cada año. Los gobiernos locales son los encargados de reclutar a los profesores que enseñarán en los distritos escolares de su incumbencia, pero el título de maestro o profesor es válido para todo el país. El reclutamiento de maestros y profesores se hace en grandes grupos, generalmente para toda una prefectura, de manera que la calidad del profesorado es muy homogénea en todas las escuelas del país. De esta forma el gobierno de Japón trata de garantizar la igualdad de oportunidades a todos los niños, tanto a los que viven en las ciudades como a los que asisten a escuelas situadas en áreas rurales. La mitad del salario de los profesores y maestros se cubre con dinero del presupuesto nacional. Además los gobiernos locales reciben otras muchas subvenciones para fines educativos, de manera que todos los niños puedan recibir educación obligatoria oficial de maestros igualmente calificados en escuelas igualmente bien equipadas. Certificación y nombramiento Todo ciudadano de Japón que desee hacerse profesor o maestro de las escuelas públicas del país, ante todo debe tener un certificado de enseñanza, y luego debe aprobar un examen que generalmente organiza el comité de educación de la prefectura. El examen escrito, muy


competitivo, mide la capacidad del candidato en temas generales, profesionales y educativos. Luego el candidato es examinado oralmente, y finalmente debe demostrar su capacidad en otros temas prácticos, como educación física o artes. El comité de educación de la prefectura es el que nombra a los nuevos profesores y maestros con base principalmente en los resultados de los exámenes y de las calificaciones obtenidas por el candidato de sus estudios universitarios. Durante su carrera el profesor o el maestro es trasladado repetidas veces de una escuela a otra, pero generalmente dentro de los límites de la municipalidad en el caso de los maestros de la enseñanza obligatoria, o dentro de los límites de la prefectura en el caso de los profesores de la enseñanza secundaria superior. Hay dos certificados de enseñanza, de primero y de segundo grado. Ambos son válidos en todo el territorio de Japón para el ejercicio de la profesión en escuelas públicas, nacionales o privadas. Actualmente el certificado tiene validez durante toda la vida del que lo ostenta, no se necesita ningún otro certificado para los que ejercen los cargos administrativos, como directores o jefes de estudio en las escuelas, o superintendentes de los comités de educación. Proporción de mujeres en la enseñanza En mayo de 1987 la proporción de mujeres entre el profesorado era la siguiente: 56,6 por ciento en las escuelas primarias, 34,7 por ciento en las escuelas secundarias inferiores, y el 19,2 por ciento en las escuelas secundarias superiores. Esta proporción ha venido aumentando gradualmente, especialmente en los cursos más bajos, ya que hay más mujeres que consiguen el certificado de enseñanza al acabar su educación universitaria. Currículos y libros de texto El Ministro de Educación fija el plan de estudios, el currículo, de manera que en casi todas las escuelas primarias y secundarias inferiores del país se organiza la enseñanza de acuerdo con el plan de estudios nacional. Hay pocas variantes en cuanto al contenido de lo que se enseña, sin embargo, hay una gran variedad en la cantidad de alumnos que hay en cada clase, cosa que depende del lugar donde se sitúa la escuela. La media nacional de alumnos por clase es de 31,5 alumnos en las escuelas primarias y 38,1 alumnos en las secundarias inferiores. El máximo autorizado en las escuelas públicas, dentro del período de escolaridad obligatoria es de 45 alumnos por clase. DIEZ CLAVES DE LA EDUCACIÓN EN JAPÓN El modelo educativo de Japón se caracteriza por su eficiencia y está estrechamente relacionado con las características culturales y sociales del país asiático, que mezcla el trabajo en equipo y la meritocracia. Además de alcanzar muy buenos resultados en pruebas internacionales, los expertos destacan la disciplina y la formación de alta calidad que logran sus estudiantes. Te explicamos cómo funciona la educación en Japón y qué características se encuentran detrás de su éxito.


1. El currículo se establece a nivel nacional. El Ministerio de Educación, Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología (con la colaboración de profesores universitarios y el Consejo Central de Educación) fija las líneas básicas de todas las materias que se enseñan en los colegios japoneses, sus objetivos y contenidos. Salvo que se detecte alguna necesidad importante, estas directrices que deben seguir todas las escuelas del país se revisan cada diez años. 2. La legislación educativa es muy estable y duradera. La Ley Fundamental de Educación que está vigente en el país data de 1947. La primera revisión se realizó en 2006, con el objetivo de incorporar disposiciones que promovieran el civismo, el respeto por la tradición y la cultura y el amor a la patria. Para adaptarse a las nuevas necesidades educativas se ponen en marcha Planes para la Promoción de la Educación, el último de ellos en 2013. 3. La educación obligatoria es mayoritariamente pública y gratuita. Los niños comienzan el colegio a los 6 años de edad y la educación es obligatoria hasta los 15 años, aunque prácticamente el 95 por ciento continúa hasta los 18. Hay cuatro niveles educativos fundamentales: primaria (elementary, de los 6 a los 12 años), secundaria inferior (lower secondary, hasta los 15), secundaria superior (upper secondary, hasta los 18 años) y universitaria. El 99 por ciento de los centros de educación primaria son públicos, al igual que el 90 por ciento de los centros de secundaria inferior y el 74 por ciento de los de secundaria superior. El Ministerio de Educación decide qué libros de texto se aprueban para cada nivel y, desde 1963, se distribuyen a los colegios gratuitamente. 4. Hay asignaturas y también formación en valores. Además de las asignaturas básicas que se estudian en cada nivel educativo, los alumnos cuentan con materias como economía doméstica, en la que aprenden a cocinar o a coser, artes tradicionales japonesas, como la caligrafía (shodo) o la poesía (haiku), y cursos de educación moral. Se considera esencial que los alumnos desarrollen una conducta cooperativa, disciplina de grupo y respeto a las normas. 5. El esfuerzo es esencial y la competitividad es alta. La sociedad japonesa considera que el éxito no depende de las habilidades o la inteligencia, sino que se consigue con esfuerzo. Esto se aplica también al ámbito escolar y los estudiantes trabajan ya desde niños en este sistema de meritocracia, con dos objetivos: lograr buenos resultados para tener mejores oportunidades de formación y empleo en el futuro, y ganar la aprobación del grupo y de su propia familia. La competitividad es alta, especialmente en los exámenes que permiten acceder a las mejores escuelas de secundaria superior y a las universidades más prestigiosas. 6. Se prima la habilidad para resolver problemas. El currículo educativo japonés es muy completo y exigente en cuanto a contenidos, pero además tiene como base fundamental que los alumnos dominen la resolución de problemas y situaciones por sí mismos. Con independencia de la materia o asignatura, se busca que el estudiante no se limite a seguir un procedimiento o memorizar información, sino que comprenda cómo y por qué suceden las cosas. De este modo


será capaz de aplicar el conocimiento en cualquier contexto. Esto mismo se defiende también en las empresas: para contratar valoran más las destrezas generales que el conocimiento o la experiencia en ese trabajo concreto, para el que ofrecen al trabajador la formación necesaria. 7. En el colegio no solo se estudia. Además de asistir a las clases, los alumnos tienen que colaborar en diversas tareas como limpiar el centro o servir las comidas, que se toman en la propia clase. Para ello los estudiantes se dividen en grupos y trabajan juntos. El colegio también organiza multitud de actividades complementarias, como torneos deportivos, excursiones o salidas culturales, y clubes de actividades extraescolares muy variadas: deporte, música, arte, ciencia etc. Se considera que este tipo de actividades contribuyen a desarrollar la capacidad de resolver problemas, trabajar en equipo y colaborar por un fin común. 8. Se estudia muchas horas y los deberes son habituales. Tanto los alumnos de la escuela primaria como los de secundaria inferior y superior tienen que hacer tareas a diario. Entre otros temas, deben practicar los kanji, los caracteres que integran el complejo sistema de escritura japonés. También hacen deberes durante las vacaciones de invierno y de verano, que suelen consistir en algún proyecto de su elección. El número de horas de clase es similar al de otros países, pero se invierten muchas horas en actividades extraescolares, clases de refuerzo y horas de estudio. Además, las vacaciones son más cortas: del 20 de julio al 31 de agosto en verano, diez días entre diciembre y enero y otros diez entre marzo y abril. 9. Los maestros son muy respetados y están muy preparados. Históricamente, los profesores en Japón procedían de la clase Samurai y tenían una alta consideración en la sociedad. Aunque la profesión ya no es elitista, el respeto hacia los maestros se mantiene intacto. Además, es una de las profesiones mejor pagadas del país, por lo que hay muchos solicitantes para cada puesto, que gana el mejor. Por eso, los profesores suelen estar muy preparados y desde el Ministerio se exige la formación continua de los docentes, que deben renovar su certificado educativo cada diez años. 10. Educar es trabajo de todos. El trabajo en equipo se premia en el aula, donde los alumnos que destacan ayudan a aquellos con más dificultades, y el profesor tiene a su alcance diferentes herramientas y posibilidades para apoyar a los estudiantes con problemas de aprendizaje (desde atención personalizada en el aula hasta clases extraescolares). Pero, además, esta implicación del grupo trasciende las paredes del aula, ya que los padres tienen la responsabilidad y el deber social de apoyar la educación de sus hijos en casa y recurrir a ayuda profesional cuando sea necesario. De hecho, el fracaso del niño en el ámbito escolar se considera también un fracaso de su entorno familiar. La comunicación entre docentes y padres es constante e individualizada. El sistema educativo ha sido fundamental para el Japón moderno. El gobierno desde el inicio puso énfasis en la importancia de fortalecer la educación elemental de la población como base para el éxito de la nación y el desarrollo de la educación superior. Desde


principios del siglo XX Japón logró que prácticamente todos los niños asistieran a la escuela y los seis años de primaria fueron obligatorios. Hoy las escuelas de todo el país tienen niveles de excelencia excepcionalmente uniformes y existen pocas diferencias en calidad entre las escuelas rurales, urbanas y suburbanas. El sistema de evaluación en los primeros niveles de educación es bastante laxo, el índice de reprobación es mínimo pero la instrucción es estricta y la presión social rigurosa. Es tal la exigencia social que desde temprana edad obliga a las personas a esforzarse al máximo para mantenerse en el mismo nivel que los demás, se creen que así lograrán, entre otras cosas, el respeto de los demás, quizá el valor más importante en Japón. Cuando un niño japonés egresa de primaria debe reconocer y escribir aproximadamente 881 símbolos chinos, y al salir de educación media tendrá que haber memorizado cerca de 1,850 símbolos o Jóyó Kanji (símbolos de mayor uso). Esta cantidad de símbolos son los que reconoce el gobierno federal para su uso en las publicaciones en general. Cada Kanji puede tener más de dos pronunciaciones, existen algunos hasta con ocho diferentes. Además de los símbolos, desde preprimaria los niños aprenden los dos sistemas fonéticos japoneses: el Hiragana, para palabras japonesas, y el Katakana, utilizado para la escritura de palabras extranjeras; cada uno de estos “abecedarios” se conforma de 46 símbolos que representan sílabas. Los tres sistemas de escritura se utilizan por igual en la vida cotidiana. La mayoría de los niños japoneses cursan preprimaria y desde pequeños reciben clases extraescolares por las tardes o reciben tutoría privada. Los días regulares de instrucción son de lunes a sábado (los sábados generalmente se dedican a clases de arte, educación física o idiomas). Pero el mayor estrés educativo se presenta cuando llega el momento de los exámenes de admisión a preparatorias o universidades, esta tensión es causa hasta de suicidios juveniles en Japón. Muchos estudiantes retrasan su ingreso a la universidad un año o más para dedicar este tiempo a prepararse para el examen de admisión. Esta exigencia se debe en parte a que la entrada a una universidad de prestigio es determinante para el futuro de las personas, ya que al egresar seguramente serán contratadas y es muy probable que mantengan al mismo empleo durante toda su vida laboral por agradecimiento y fidelidad a la empresa. Japón dedica en promedio el mismo porcentaje de su presupuesto nacional a educación primaria y secundaria que los demás países más avanzados, pero dedica mucho menos a educación superior. Puesto que las universidades públicas son insuficientes, 80% de los estudiantes asisten a escuelas privadas que cobran colegiaturas altas pero mucho menores que las que se pagan en Estados Unidos o Europa. Aun así hay cerca de dos millones de estudiantes en educación superior sólo en el área de Tokio.


Los cuatro años de estudios universitarios se viven como un respiro para los estudiantes, quienes por lo general dedican gran parte de este tiempo a actividades culturales y deportivas, un merecido descanso después de largos años de trabajo arduo y memorización, y previo a lo que será su vida adulta después de graduación, la vida ajetreada de la oficina. Los posgrados y doctorados no tienen mayor relevancia en Japón. Tanto las empresas como el gobierno emplean a jóvenes recién graduados de la universidad y dan mayor preferencia a la experiencia adquirida en la práctica que a la enseñanza en la escuela. Es común que las empresas financien los estudios de posgrado de sus empleados, por lo general en el extranjero. El estudio de un posgrado en el país significa casi siempre que se prepararán para formar parte de la vida académica. Que Japón mantenga el nivel socioeconómico actual pese a que tiene un sistema universitario debilitado puede parecer extraño; probablemente la falta de interés en mejorar la educación superior se deba a la importancia y la excelencia que se logra en el nivel preuniversitario y al peso que las empresas dan al sistema de entrenamiento laboral. Para ingresar a la universidad, hay que pasar un examen muy duro y competitivo. El examen de ingreso a la universidad influye notablemente en la vida escolar y privada. Las universidades del Japón son muy exigentes con sus candidatos. Por eso, los exámenes de ingreso en las universidades adquieren gran importancia. En consecuencia, y dado el peso que se le da al examen de ingreso a la universidad para el futuro de cada uno, los estudiantes de escuela secundaria superior se ven sometidos a presiones para entrar en las universidades mejor calificadas. Son muchos los que repiten los exámenes de ingreso una y otra vez hasta que pueden ingresar en la universidad deseada; por ejemplo, más del 50% de los que ingresan a la Universidad de Tokio, han tenido que presentar su examen más de una vez. Los exámenes de ingreso de muchas universidades privadas exigen inglés, japonés, y estudios sociales como geografía, historia del Japón o del mundo para los que pretenden entrar en alguna facultad o ciencias sociales. Los que aspiran en facultades de física y ciencias tienen que aprobar los exámenes de inglés, matemática, y ciencias naturales (física o química). Pero las universidades nacionales mantienen un sistema diferente. Los exámenes para esas universidades se dividen en dos partes. El primer examen, que se tiene a principios de enero, es una especie de prueba general para todos los aspirantes. Hay que rendir inglés, matemática y japonés, más otras dos asignaturas de ciencia, como física, química, geología o biología, y otras dos de letras, como geografía, historia del Japón o del mundo. Es decir, siete asignaturas en total. Luego, a principio de marzo, se tiene la segunda vuelta de exámenes, que hace cada universidad por separado. Sólo los que han conseguido una puntuación por encima de un cierto nivel, están calificados para examinarse en la segunda vuelta.


Los estudiantes se las han arreglado para adaptarse a ese sistema tan duro. En Japón a nivel social hay la gran ventaja de que no existe una clase privilegiada hereditaria, y hay mucha movilidad social, de manera que cualquier muchacho de familia pobre puede tener éxitos si tiene inteligencia y trabaja duro. En cierto sentido, la dureza de los exámenes de ingreso en Japón es un síntoma de la igualdad social que prevalece en el país, porque ni siquiera el hijo del primer ministro o del presidente de una gran compañía puede entrar en una de las mejores universidades sin estudiar mucho y trabajar muy en firme. Es inevitable el sufrir un poco en una sociedad que premia el esfuerzo personal." El estudio en la universidad dura generalmente 4 años y 6 años para las carreras de Medicina y Odontología, se divide en dos cursos, curso general y curso especial. Los primeros dos años estudian en el curso general para conseguir conocimientos amplios, y los últimos dos años, se dedican en profundidad a su especialidad. El objeto de la educación universitaria es desarrollar en los estudiantes tanto conocimientos y carácter, como capacidad práctica. En otras palabras, la universidad es una organización educativa, y a la vez, es una institución de investigación académica. El futuro Las reformas introducidas a partir de la Restauración de Meiji y la Segunda Guerra Mundial allanaron el camino para la difusión de la educación en Japón. Sin embargo, en los últimos años han surgido numerosos problemas en los centros docentes del país, entre los que se incluyen la violencia, la intimidación y la feroz competencia por conseguir una plaza en los mejores colegios. Además, cada vez se hace más evidente que el sistema necesita transformarse en otro más apropiado para la sociedad japonesa en la presente etapa de reestructuración industrial, desarrollo tecnológico e internacionalización. Conclusión Una vez realizado el presente análisis del sistema educativo japonés podemos concluir que es un país que ha forjado su éxito y desarrollo de la mano de una educación que busca la excelencia en todos sus aspectos para lograr ser competitiva a nivel global, donde no se basan únicamente en su filosofía de conocimiento, moral y cuerpo; sino que también se le da atención a temas como civismo, matemáticas, lenguaje, artes, y otros, pero con especial relevancia se pondera la disciplina, el esfuerzo y el respeto tanto en plano colectivo como individual, donde la meritocracia se convierte en una arma de gran poder social para cada ciudadano. Esta educación de la que hablamos se manifiesta de sobra en la capacidad de resurgimiento que tiene el pueblo japonés ante las adversidades y catástrofes como su recuperación posterior a la segunda guerra mundial, y a múltiples desastres naturales como terremotos, tsunamis, entre otros. Estos ejemplos mencionados se superan tan exitosamente con una sociedad que goza un alto grado de


educación y se manifiesta en todos los aspectos de la misma, sea social, familiar, económico, cívico, político entre otros.

Bibliografía “Hacia el fortalecimiento de la relación México - Japón”, en Economic Trend, Nipón Keidanren, abril de 2003. www.iri.edu.ar/revistas/revista_dvd/revistas/Revista de Relaciones Internacionales Nro. 4 2015/09/29/noticias-sobre-educacion/las-diez-claves-de-la-educacion-en-japon-infografia/ sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/.../Documento_completo.pdf? revistacultural.ecosdeasia.com/la-educacion-en-japon-una-aproximacioneducacion/las-diez-claves-de-la-educacion-en-ja


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