Premio investigación trabajo completo

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Categoría: B. Jóvenes Investigadores. LA CONSTRUCCIÓN SOCIOPOLITICA DE LA PERIFERIA COMO BORDE URBANO RURAL EN BOGOTÁ (COLOMBIA). 1990-2013. Eje temático análisis de casos.

Autor: Laura Milena Ballén Velásquez. Estudiante VII Semestre del Programa de Doctorado en Estudios Urbanos y Ambientales, Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales CEDUA. El Colegio de México. A.C. Ciudad de México. D.F, México. C.P. 10740. www.colmex.mx Camino al Ajusco No. 20, Col. Pedregal de Sta. Teresa.Avenida Universidad 1900, Edificio 12, No 304. Colonia Altillo, Oxtopulco universidad. Delegación Coyoacán. C.P 04310. Teléfono: 052 1 5548218095. Correos electrónicos de contacto: lballen@colmex.mx, arualnellab@gmail.com.

Palabras Clave: BORDES URBANO-RURALES, ACTORES, CONSTRUCCION SOCIAL DEL TERRITORIO. RESUMEN. El documento da a conocer los componentes y resultados de una propuesta de investigación doctoral en proceso de culminación; realizada con el propósito de comprender los procesos de producción social de la urbanización periférica, particularmente de las áreas de Borde urbano-rural, y el papel que cumplen en su constitución los actores y sus discursos sobre estos espacios. El referente para este estudio es el caso de la ciudad de Bogotá (Colombia), durante el periodo 1990-2013, donde se adoptó incrementalmente el concepto de “Borde”, en el marco de ejercicios de planificación territorial, como parte de las estrategias de contención de la expansión urbana sobre el entorno natural regional circundante. Allí se delimitaron como tal cuatro zonas, de las cuales se examinaron solo dos, los Bordes Norte y Suroriental. La propuesta conceptual sugerida por la investigación es concebir a los Bordes urbano rurales como ámbitos territoriales específicos, con sus propias dinámicas y procesos, y como actantes, resultado de la conjunción de múltiples discursos, utilizados por los actores como recurso de poder, y que se desenvuelven en las tres dimensiones que los estructuran, siendo estas: las prácticas espaciales, las apuestas gubernamentales y las vivencias y propuestas alternativas de quienes los habitan. OBJETIVOS GENERALES. El objetivo de la investigación es explicar cómo se produce la urbanización periférica, particularmente las áreas de Borde Urbano rural a partir de la intervención e interacción de los distintos actores que confluyen en dichos espacios, sus narrativas, y las tensiones que se presentan entre estos. Para ello se toma como referente de estudio el caso de dos zonas de Borde urbano rural de la Ciudad de Bogotá, Colombia, los Bordes Norte y Suroriental, durante el periodo 1990-2013. Mediante este caso se pretendió establecer cómo se construyen socialmente en el contexto latinoamericano los territorios periféricos resultantes las dinámicas contemporáneas de


crecimiento acelerado y disperso de la urbanización, donde confluyen y entran en contacto dinámicas de conservación ambiental, difusión de usos urbanos sobre territorios agrícolas y procesos de transformación de la ruralidad, y que son delimitados como áreas de borde o bordes urbano-rurales. Se planteó así comprender la configuración de los Bordes como ámbito territorial no solo en su dimensión física sino también como categoría para delimitar la periferia urbano-rural, problematizada e incorporada por distintos actores, y como propuesta gubernamental para ordenar el territorio periférico. Con ello se busca identificar el papel que cumple lo simbólico y los proyectos políticos en la producción de la urbanización así establecer las oportunidades y limitantes que ofrece la adopción de la categoría de Borde para la delimitación y gestión de estos espacios, así como su incorporación en las propuestas gubernamentales de control a la expansión urbana, tal como sucede en el caso seleccionado y los aportes que pueden derivarse de esta experiencia.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS -

Identificar la emergencia y desarrollo de la noción de borde en el marco de las dinámicas territoriales que experimentó Bogotá durante el periodo de estudio, y su correspondencia con las situaciones que se presentaron en los territorios periféricos estudiados en el periodo 1990-2013.

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Establecer las prácticas de uso y apropiación del espacio que se presentaron durante el periodo de estudio en los Bordes Norte y Suroriental de la ciudad de Bogotá, así como la configuración territorial derivada de ellas, y las particularidades y semejanzas entre lo ocurrido en ambos territorios.

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Revisar y contrastar las propuestas gubernamentales de ordenamiento territorial definidas para las áreas de borde urbano rural, que se encuentran tanto en las directrices de política pública definidas específicamente para estos espacios, como en otros instrumentos de política de carácter territorial y sectorial; y las representaciones que subyacen en ellos sobre estos territorios y la forma como deben estructurarse.

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Identificar y caracterizar los distintos actores presentes en las áreas de Borde urbano rural, así como los recursos de poder con los que cuentan, las propuestas de ordenamiento territorial que plantean para estos espacios como alterativa a las apuestas gubernamentales, y las redes que establecen entre sí para la promoción de sus intereses.

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Caracterizar los conflictos territoriales presentes en los territorios de Borde Urbano rural y las redes de actores que intervienen en ellos durante el periodo 1990-2013, así como su evolución y los efectos producidos por ellos en la configuración de los territorios estudiados.

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Determinar la correlación entre las prácticas espaciales, las propuestas gubernamentales de ordenamiento territorial y las vivencias e iniciativas de los actores presentes en las áreas de borde urbano rural con la morfología adoptada por


estos territorios en el periodo de estudio, y establecer a partir de ella qué actores, propuestas de ordenamiento y procesos tuvieron una mayor incidencia en la morfología adquirida por estos en sus dimensiones física, política y sociocultural. -

Explicar el papel jugado por lo simbólico y los proyectos políticos en la producción de la urbanización así establecer las oportunidades y limitantes que ofrece la adopción de la categoría de Borde para la delimitación y gestión de estos espacios

PROBLEMA Durante las últimas dos décadas, a escala planetaria, se experimentó una intensificación de la urbanización, caracterizada por el uso discontinuo y no planificado del espacio, así como por el incremento de la expansión física de las ciudades sin un correspondiente crecimiento demográfico elevado (Beuf, 2012), asociada con las innovaciones producidas en los sistemas productivos y que facilitaron la dinámica contemporánea de globalización económica. Esta situación, coincidente con la incorporación de la preocupación por la protección del medio ambiente y la sustentabilidad del desarrollo en las agendas de los organismos multilaterales y de los gobiernos nacionales y locales, se relaciona a su vez con la difusión de nuevos estilos de vida que revalorizan el contacto con la naturaleza y el retorno al campo, el incremento de los precios del suelo en las áreas centrales de las ciudades que dificultan el desarrollo de vivienda para población de bajos ingresos, la desconcentración industrial y la existencia de vacíos normativos en las regulaciones sobre el uso del suelo, entre otros aspectos. Todos estos factores condujeron a la transformación de pequeñas localidades rurales y su incorporación como sub-centros de las ciudades, emergiendo como consecuencia espacios híbridos entre lo urbano y lo rural en los que se entremezclan de forma conflictiva diversos modos de vida, prácticas sociales y formas de subsistencia, que hacen imposible su clasificación bajo estas categorías, al tiempo que se manifiestan alteraciones irreversibles de ecosistemas fundamentales para el sostenimiento de las propias ciudades. La identificación de la variedad de mutaciones ocurridas en estos espacios, en términos ambientales, físicos, socioculturales y económicos, han suscitado en los ámbitos académico técnico y político, un renovado interés por comprender la forma cómo se configuran las áreas periféricas de las ciudades y las dinámicas y procesos que le son propios. Tal parte de la observación de diferentes fenómenos y realidades en dichos espacios que llevan cuestionar la forma como se les ha entendido tradicionalmente; y a indagar por los factores que inciden en su producción y en la gestación de las distintas formas que han adquirido. En correspondencia surgieron distintas aproximaciones para designar a las áreas periféricas y dar cuenta de su naturaleza y de los fenómenos que experimentan, así como algunos interrogantes sobre la pertinencia y validez misma de la noción de “periferia” como categoría científica (Beuf & Duque Franco, 2012, pág. 335). Algunas de las denominaciones planteadas hasta el momento para las áreas de hibridación urbano-rural-ambiental son las de Interface o franja urbano-rural (Yadav, 1987), Borde o Bordes urbano-rurales (Bozzano, 2000; Ramírez, 2003), Interfaz Periurbana (Allen, 2001, 2006), Urban Fringe (Qvistron 2005; Gallent 2006, 2010), Ecological Boundaires (Cadenasso, Pickett et al, 2003), entre otras. Cada una de las diversas nociones sugeridas hasta el momento lleva implícita una perspectiva particular sobre la escala territorial a la que pertenecen estos territorios y una


propuesta teórico-metodológica para su delimitación y abordaje, relacionada con los debates de la disciplina desde donde se plantea. Algunas de ellas los ubican en la escala metropolitana, mientras que otras lo hacen en la escala regional. Precisamente este criterio de la escala territorial ha sido usado junto con otros, tales como las temáticas que examinan y los ámbitos geográficos donde se originaron, para clasificar las distintas propuestas desarrolladas sobre las áreas de hibridación urbano-rural. De este modo existen diversas propuestas de clasificación de la multiplicidad de trabajos, entre las que se destacan los trabajos de Ávila1 (Ávila, 2009), González (González Urruela, 1987), Allen (Allen , 2001), Bernal y Rosales (Bernal Paniagua & Rosales Ortega, 2009) y Ramírez (Ramírez , 2007) entre otras. Con estos elementos se distingue en la literatura el desarrollo de enfoques centrados en el estudio de: la dimensión morfológica de los territorios de hibridación urbano-rural; las condiciones socioeconómicas de sus habitantes, asociándolos principalmente con población en situación de marginalidad o suburbana; y las dinámicas ecosistémicas propias de estas áreas y sus interacciones con otros espacios rurales y urbanos (Allen, 2001). De este modo se han estudiado transformaciones en materia de uso del suelo, cambios en la composición de la población y sus modos de vida, la crisis y transformación de la ruralidad, la emergencia de conflictos territoriales y la conexión existente entre las transformaciones de las zonas periurbanas con los procesos de cambio económico estructural acontecidos al interior de los países y que se vinculan con el proceso de globalización y los nuevos órdenes territoriales que esta genera. Con estos elementos se ha aportado a la comprensión de la complejidad que presentan los espacios periféricos y a su caracterización como escenarios de confluencia de diversos procesos territoriales y conflictos socio-ambientales que ponen en entre dicho la conceptualización tradicional de la relación campo ciudad a partir de sus antagonismos. Al mismo tiempo a través de ellas se ha tenido mayor conocimiento sobre aspectos como: las transacciones realizadas para el tránsito de la tierra rural a urbana, la forma como se desenvuelve la agricultura periurbana, la incursión de otras actividades no agrícolas ligadas la producción de bienes y servicios en los ámbitos rurales, las estrategias de adaptación de las poblaciones rurales ante los cambios, los procesos de deterioro ambiental que genera la urbanización y la emergencia de expresiones residenciales diferenciadas en las periferias, entre otras. Pese a estos hallazgos se mantienen algunos vacíos de conocimiento relacionados con el papel que cumplen las propuestas de delimitación y gestión de las áreas de borde urbano rural, y los conflictos que se generan en torno a estas, en su configuración; lo cual remite al papel de los discursos, como sistemas de acción que se personifican, en la producción de la urbanización periférica. Al mismo tiempo se hace necesario revisar las posibilidades y limitantes que ofrece el uso de la categoría de Borde urbano rural para dar cuenta de las dinámicas de los territorios periféricos de integración de la cuidad con su entorno natural y regional; y estructurar propuestas de ordenamiento territorial, teniendo en cuenta que esta ha sido adoptada en algunos contextos a nivel gubernamental para delimitar dichos territorios e intervenir en ellos. 1

En la propuesta de Ávila se distinguen dos grandes tradiciones, atendiendo al lugar geográfico de su producción, la anglosajona y la francesa, y se indica la evolución temporal de los distintos aportes desde la década de los setentas del S XX hasta inicios del siglo XXI, llamando la atención sobre la necesidad de desarrollar una propuesta propia para el estudio de las ciudades latinoamericanas.


Uno de estos escenarios es el caso de la ciudad de Bogotá, Colombia, donde se ha adoptado la noción de borde urbano rural en distintos instrumentos de política pública inspirados en los principios del desarrollo sustentable y orientados a controlar la expansión de la ciudad sobre su entorno, particularmente los desarrollos de tipo ilegal e informal sobre zonas de conservación ambiental, que históricamente han actuado como barreras al crecimiento de la ciudad. A partir de este caso resulta interesante identificar el proceso de configuración de las áreas de Borde como un ámbito de intervención estatal y las interpretaciones que se tienen sobre las mismas y los desafíos que enfrentan. Es decir la forma como estos espacios son visibilizados y problematizados por los distintos actores allí presentes hasta convertirlos en áreas socialmente relevantes objeto de la acción pública, y el efecto que tienen en su constitución las narrativas que se estructuran alrededor de ellos durante dicho proceso. En la situación concreta de Bogotá durante los últimos quince años se ha manifestado recurrentemente el interés de consolidar los Bordes de ciudad y de establecer una franja de transición entre lo urbano y lo rural, preservando las áreas naturales que rodean a la ciudad, a fin de frenar la urbanización ilegal y la conurbación con el territorio regional circundante. Lo cual convirtió a las periferias simultáneamente en objeto de grandes operaciones urbanísticas y de tratamientos como áreas de preservación y conservación ambiental, sin que hasta el momento hayan logrado consolidarse las apuestas definidas para estos territorios. Contrariamente a los objetivos propuestos, los territorios periféricos han experimentado distintos procesos de transformación durante este periodo configurándose como escenarios de múltiples conflictos socio-ambientales, en los que se presentan dinámicas de degradación ambiental y vulneración de derechos de distintas poblaciones, que a su vez demandan su inclusión y reconocimiento como habitantes de la ciudad y la injerencia en la toma de decisiones frente al territorio que habitan, incorporando y re significando en su discurso y en sus prácticas la propuesta gubernamental de comprender las periferias como áreas de Borde. Aspectos como la morfología adquirida por las periferias de la ciudad de Bogotá en los últimos años, la identificación de un distanciamiento entre esta y los objetivos trazados en los proyectos gubernamentales implementados para guiar su ordenamiento; así como la profundización de la segregación al interior de estos espacios y la proliferación de distintos conflictos entre distintas formas de vida, en los que se hacen visibles nuevos actores y un renovado interés en las mismas por parte de constructores privados y no solo de urbanizadores “piratas”; son elementos que dan origen a un conjunto de interrogantes que invitan a estudiar los procesos que ocurren en estos espacios e interfieren en su configuración. El primero de ellos es cómo se produce contemporáneamente la urbanización periférica y qué factores determinan su configuración en el caso bogotano. Esto plantea así mismo el interés por establecer qué actores inciden a partir de sus prácticas y discursos, en la configuración de las periferias tanto en términos físico-espaciales como a nivel simbólico, es decir tanto en su morfología física como en la formación de la percepción y conceptualización que se tiene de estos espacios y se acepta socialmente, y en su consideración como ámbito de intervención estatal. Entre los actores que intervienen en la producción de estos espacios se encuentran planificadores, pertenecientes a distintas niveles y sectores de la administración pública, propietarios de la tierra, comunidades campesinas, organizaciones sociales de carácter comunitario y ambientalista, autoridades ambientales, empresas constructoras y sus agremiaciones, promotores inmobiliarios y desarrolladores legales e ilegales, entre otros. De


este conjunto llaman especialmente la atención aquellos que han adquirido una mayor visibilidad o han incursionado recientemente en dichas áreas tales como las organizaciones campesinas de resistencia a la urbanización, los desarrolladores formales que se han interesado por los territorios periféricos, y las organizaciones ambientalistas y a favor del hábitat digno constituidas por los “nuevos pobladores urbanos”. Lo anterior se debe a que es necesario ampliar el conocimiento que se tiene frente a los mismos y sus intervenciones, y a que alrededor de sus prácticas e intereses se desenvuelven una serie de conflictos que son propios de los espacios periféricos, siendo igualmente relevante entender el peso de estos últimos y de su desenvolvimiento en la construcción de los territorios, debido a que en ellos se identifican los discursos, posturas, recursos de poder e intervenciones que se despliegan por parte de los actores. Una tercera preocupación que suscita el caso de Bogotá es qué consecuencias tiene la utilización de un enfoque conceptual particular para delimitar las áreas periféricas de integración entre lo ambiental, lo rural y lo urbano, como es el de Borde urbano-rural, en la gestión y en el ordenamiento territorial de estos espacios. Es decir que oportunidades y limitantes ofrece para la identificación de los fenómenos que allí se presentan y para el planteamiento de intervenciones gubernamentales. Teniendo en cuenta que la noción de Borde se ha planteado en el marco de estrategias de contención de la urbanización, especialmente de origen ilegal, surge como pregunta adicional, qué efectos generan las políticas públicas de contención de la urbanización, en la producción de las periferias, especialmente en las prácticas e interacciones de los actores allí presentes y en la forma que toma el crecimiento y el ordenamiento territorial de la ciudad en general. Con estas preocupaciones en mente se planteó el desarrollo de una investigación doctoral orientada a comprender, a partir del estudio de caso de Bogotá, cómo se producen socialmente las periferias en donde confluye una ruralidad remanente, ecosistemas naturales delimitados como áreas de protección y dinámicas de expansión de usos y actividades “urbanas”, adoptando para su abordaje la noción de bordes urbano-rurales; a fin de identificar tanto las posibilidades como las limitantes que ofrece esta categoría analítica para entender las transformaciones y dinámicas que son propias de estas áreas, como el papel que cumple lo discursivo y lo simbólico en la construcción de la ciudad. Se busca explicar la configuración territorial de las áreas de Borde Urbano rural de Bogotá durante el periodo 1990-2013 a partir de las interacciones que se dieron entre los distintos actores presentes en estos espacios, principalmente de las dinámicas de conflicto, adoptando una comprensión de estos espacios como ámbitos territoriales específicos que en términos analíticos puede ser descompuestos en tres dimensiones articuladas: como espacio físico, propuesta gubernamental para el ordenamiento territorial de las áreas de integración de las áreas de interacción entre lo urbano, lo ambiental y lo rural; y como lugar, es decir como espacio vivido por los diferentes actores, frente al cual se crean distintos significados, identidades y discursos que a su vez son resultado de la apropiación y re significación del discurso gubernamental. Dada la complejidad que revisten los cuatro territorios delimitados como Bordes se seleccionaron dos casos: el Borde suroriental ubicado en la localidad de Usme y el Borde Norte que se encuentra en la Localidad Suba. El interés es contrastar las dinámicas presentes en estos espacios e identificar las conexiones existentes entre ellos teniendo en cuenta que son la manifestación de un mismo fenómeno territorial. Pese a sus particularidades, la elección de Bogotá como referente de estudio se tomó considerando que es un prototipo de las dinámicas que se presentan en las ciudades


latinoamericanas (acentuada segregación socio espacial, elevado déficit habitacional de la población de bajos recursos, papel predominante de la urbanización popular en la construcción de la ciudad, entre otras), por lo cual mediante su análisis pueden identificarse algunos aspectos para la discusión frente a cómo se produce la urbanización en este contexto en los comienzos del siglo XXI. Por medio de este ejercicio investigativo se pretendió demostrar que los Bordes Urbano Rurales son un espacio social concreto, resultado de la articulación entre múltiples discursos frente a la sustentabilidad y el ordenamiento territorial periférico que son desplegados como recursos de poder por los actores que lo integran, en el marco de conflictos suscitados por el desenvolvimiento de dinámicas de política pública territorial; y que dan forma tanto a prácticas concretas como a una interpretación particular sobre dichos ámbitos, sus procesos, la forma como deben regularse y lo que significan para sus habitantes y para la ciudad en su conjunto, la cual se convierte a su vez en un discurso que se personifica y detona nuevos cursos de acción para los distintos actores, que terminan por recrearlo y reconfigurarlo. Se busca así argumentar que los bordes urbano-rurales no son solamente un espacio integrado por una dimensión física, cognitiva y simbólica, escenario de múltiples conflictos sino un actante que interviene en su propia producción al estimular el accionar de los distintos actores y modificar sus cursos de acción; siendo estos últimos, particularmente los que disponen de mayor capital económico y simbólico, los que definen la configuración y las categorías a partir de las cuales se delimitan y gestionan dichos espacios nivel gubernamental. Por último y frente a la pertinencia de la categoría de Borde para estudiar las periferias urbanas y las transformaciones que han acontecido en ellas, esta investigación sostiene su validez, e invita a “desbordar” los planteamientos que se han construido al respecto hasta el momento, es decir a reestructurar esta propuesta desligándola de la idea de límite. METODOLOGÍA El diseño metodológico de esta investigación se estructuró a partir de un enfoque cualitativo interpretativo, adoptándose como estrategia metodológica el estudio de caso. Tal se diseñó en cinco fases, en cada una de las cuales se implementación de distintas técnicas de recolección, procesamiento y análisis de la información orientadas a dar respuesta a las preguntas de investigación en las cuales se desagregó la inquietud principal. Los resultados fruto de estas actividades fueron el insumo para la construcción de cada uno de los cinco capítulos en los cuales se estructura la tesis. Cabe aclarar que el desenvolvimiento de estas etapas no fue lineal, por el contrario se efectuó un permanente ejercicio de reflexividad en el que se fueron revisando y retroalimentando las diversas actividades investigativas a medida en que se avanzaba en su ejecución, ajustándose constantemente el abordaje y la comprensión del problema, e identificándose nuevas vetas de análisis y fuentes de información. La primera etapa de la investigación consistió en el desarrollo de una revisión bibliográfica y documental a partir de la cual se delimitaron las áreas de estudio y se estructuro la segunda fase consistente en el desarrollo de un trabajo de campo donde se implementaron técnicas como observación directa, entrevistas semi-estructuradas y análisis de contenido documental. Con estos elementos en las fases siguientes se desarrollaron las técnicas de procesamiento y análisis de la información, y se estructuró el documento final de investigación, el cual se encuentra en este momento en construcción, existiendo un primer borrador del mismo.


RESULTADOS La principal conclusión de la investigación es que la urbanización periférica contemporánea se produce no solo por efecto de dinámicas económicas y demográficas, sino que en ella también juega un papel relevante lo simbólico, particularmente la difusión y consolidación de discursos que traen implícitos imaginarios sobre estilos de vida, formas de habitar y un “deber ser” de la urbe y su relación con su entorno. Estos elementos propician un uso y apropiación diferencial de las áreas periféricas de la ciudad contribuyendo a la sobrevaloración de ciertos entornos en detrimento de otros de igual o incluso mayor interés ambiental, y a la profundización de dinámicas previas de segregación socio-espacial existentes en las ciudades. La ciudad, particularmente sus periferias son producidas a través de la circulación e interacción entre distintos discursos, concebidos, defendidos e instrumentalizados como recurso de poder por actores específicos, que entran en dinámicas conflicto y negociación, dando lugar a emblemas que luego son tomados como referenciales de política pública y que actúan alterando la intervención y los cursos de acción seguidos por los actores, sus prácticas en el espacio, y con ello la configuración que va tomando el mismo. El caso bogotano muestra como el discurso del desarrollo urbano sustentable en los instrumentos de política pública de ordenamiento territorial han jugado un rol importante en la incorporación de las áreas de borde como ámbito de intervención gubernamental, y en la transformación misma de dicha noción como un discurso que encierra múltiples significados contradictorios y que detona el accionar de distintos actores y cambios en su curso de acción. De este modo los bordes, como confluencia de representaciones y prácticas sociales, se han convertido en actantes, particularmente para el caso de Borde Suroriental, que llevaron a la organización de varias comunidades y al desarrollo por parte de estas de diferentes propuestas de ordenamiento territorial (tales como los “Pactos de Borde” y el “modelo de ocupación”) en las que se emplea el emblema de la sustentabilidad como elemento para legitimar la intervención y presencia de estos actores en el territorio y sus propuestas. Algunas de estas se desarrollaron con el apoyo de entidades gubernamentales del orden distrital, particularmente la autoridad ambiental, y de otras organizaciones no gubernamentales externas al territorio mediante ejercicios de consultoría contratados por entidades gubernamentales. La incorporación del discurso del Borde en las reivindicaciones de ciertos sectores sociales organizados y la pugna por establecer una figura particular de ordenamiento territorial para estas áreas ha sido diferencial en los casos estudiados, presentándose una apropiación del mismo en el caso del Borde Suroriental, dónde el Estado ha planteado intervenciones más concretas y de mayor envergadura orientadas a construir un borde urbano rural definitivo tales como la Operación Urbanística Nuevo Usme, que incluye el propósito de desarrollar un área de Borde Urbano-rural definitiva para la contención de la expansión urbana, en el último de los cuatro polígonos que integra, reubicando allí a la población rural proveniente de los predios afectados y declarados como áreas de expansión urbana de los polígonos 1 y 2. En contraste, en el Borde norte los actores allí presentes contribuyeron a su construcción a partir del planteamiento de propuestas de ordenamiento y del desarrollo de intervenciones sin recurrir a la noción de Borde. Sus mediaciones alrededor de la formulación del Plan de Ordenamiento territorial y de los instrumentos normativos que de él se desprenden, tales como la Unidad de Planeamiento Rural del Norte (UPR) y el Plan de Ordenamiento Zonal del Norte, así como frente a la declaratoria de esta área como Reserva Forestal Regional y la protección del humedal Torca-Guaymaral generaron la visibilización y problematización de


este territorio y de sus dinámicas a partir de la discusión sobre el direccionamiento de la expansión urbana y no sobre el discurso de Borde, el cual estuvo ausente. Lo anterior desencadenó varios procesos que incidieron en la producción del territorio Borde Norte siendo el más relevante la configuración de un conflicto de competencias intergubernamentales frente a la orientación de la expansión urbana, cuya indefinición prolongada en el tiempo, por efecto de la polarización inducida por los actores y sus recursos de poder, significó un vacío normativo que facilitó el desarrollo ilegal del territorio por parte de constructores, entidades educativas, dueños de floricultivos y jornaleros; y el reconocimiento social de este espacio como “borde norte”, sin que se enunciara por parte del estado el interés de establecer un modelo de ocupación o pactos de borde de forma directa como sí ocurrió en Usme. En este último caso las comunidades rurales y los habitantes organizados de la zona urbanizada se reapropiaron de la categoría de borde y de este discurso empleándolo con un sentido diferente, como recurso de poder para legitimar y promover su presencia e intereses de preservar la ruralidad como forma de vida, haciendo de esta una alternativa de ingresos económicos, ligada a la conservación del entorno natural, y una forma más de habitar la ciudad. Lo mismo ocurre con los habitantes recién llegados de las ciudadelas desarrolladas en el marco de la Operación Nuevo Usme, quienes adoptan la noción de borde desde otro sentido igualmente ligado a la protección ambiental para reclamar el desarrollo de equipamientos y el mejoramiento de las condiciones de habitabilidad de la zona. Esta situación, así como la desarticulación de las entidades gubernamentales distritales y la no apropiación como prioridad de la temática en sus agendas, permite explicar la distancia existente entre los propósitos gubernamentales de desarrollar las últimas áreas de expansión de la ciudad de forma controlada generando un borde urbano rural definitivo y la situación que se presenta efectivamente en el territorio de Usme donde no se pudo frenar la expansión urbana ilegal, mezclándose la ruralidad y el avance de la urbanización de forma conflictiva, afectando a ecosistemas amortiguadores de una de las principales reservas de agua de la ciudad, frente a las cuales hay poca apropiación social por parte de los habitantes de otras zonas de la ciudad que desconocen los valores paisajísticos de este territorio por su localización al sur, área tradicionalmente segregada y depreciada. En el caso analizado, el Estado ha sido uno de los mayores promotores de la ilegalidad y de la consolidación de estados de excepción que han contribuido al reforzamiento y consolidación de la segmentación de la ciudad y por ende de la segregación socio-espacial. A través de su omisión, de la falta de coordinación interinstitucional, y del diseño de propuestas e instrumentos para el desarrollo de las directrices en materia de borde, que no son vinculantes para los demás actores sobre los cuales quiere intervenir, el estado ha permitido que los territorios se configuren de acuerdo a los intereses de especuladores y desarrollos inmobiliarios, contrariamente a los principios de desarrollo urbano sustentable que declara defender, y contribuyó a exponer a mayores condiciones de vulnerabilidad y negación del derecho a la ciudad a las poblaciones de menores ingresos. Esto sucedió particularmente con los habitantes rurales y de las nuevas urbanizaciones edificadas en Usme, carentes de equipamientos y con restricciones en materia de movilidad y calidad de vida, entre quienes se han multiplicado los conflictos por el uso del espacio, existiendo tensiones no solamente entre habitantes tradicionales y recién llegados o urbanos, sino al interior de este segundo grupo. Entre ellos se encuentran tanto la población reasentada por dinámicas de riesgo físico, proveniente de otras zonas periféricas de la ciudad, como familias con un pasado rural instaladas en la ciudad por su condición de desplazados por el conflicto armado.


Para el caso del Norte, habitado principalmente por población de mayores ingresos bajo modalidades de vivienda campestre y equipamientos educativos y recreativos, y por un pequeño centro poblado rural (Chorrillos), no reconocido por las instancias de población, la indefinición de la intervención gubernamental ha significado igualmente vulneraciones para estas poblaciones en cuanto a su calidad de vida y patrimonio, que son sorteadas de acuerdo a la capacidad económica de estas comunidades, siendo critica la problemática en materia de servicios públicos, incidiendo negativamente en el entorno natural, que enfrenta progresivas dinámicas de deterioro pese a su condición de protección ambiental. Dados estos elementos se concluye que las intervenciones para consolidar un borde urbano y un desarrollo urbano sustentable, terminaron generando una situación contraria tanto en el Borde Norte como en el Suroriental, existiendo una conexión entre lo ocurrido en ambas zonas, ya que indefinición y omisiones frente al sector norte, fortalecieron la especulación con el valor del suelo y con ello la asignación al territorio sur de atender las necesidades al respecto de la población de bajos ingresos. Por último esta investigación muestra como lo no humano también es un actor que juega un papel importante en la producción del espacio y como la noción de Borde es una categoría válida para estudiar las recomposiciones territoriales que han ocurrido en las periferias urbanas latinoamericanas en los últimos veinte años. Adicionalmente se concluye que adoptar el concepto como base para la gestión del territorio periférico resulta pertinente siempre y cuando se le aparte de la idea de límite y se le conciba a estos territorios como ejes de integración y como escalas particulares que deben recibir un tratamiento diferencial, teniendo en cuenta que estas zonas cumplen un papel fundamental en la estructuración futura de la ciudad y su calidad de vida, son territorios de oportunidades y desafíos.

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