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El mar en Manuela

Andrés Kalawski

Ilustraciones de Andrea Ugarte

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Le gustaba la ventana del baño porque estaba llena de mar.

Se veía tan bonito el mar.

El

Tomó el vaso que había en el baño, lo acercó a la ventana y lo llenó de mar.

Manuela tenía el mar para ella sola.

La playa había quedado seca.

Manuela se asustó. ¿Qué harían sus papás si descubrían que se había robado el mar?

Entonces decidió hacer algo no muy inteligente.

Se tragó todo el mar que tenía en su vaso.

Era muy salado, no tenía buen gusto y Manuela quedó tiritando.

Su mamá y su papá le hacían tantas preguntas, y ella tiritaba tanto. Se sentía mal, pero le daba miedo contarles que se había tragado el mar.

Tampoco le gustaba cómo se veía la playa ahora.

Era como una gran sábana amarilla y caliente, con muchas arrugas. No se veía bonita.

Entonces a

Las gotitas caían y formaban un charco.

Pronto esas gotitas de lágrimas fueron goterones y después chorros.

Manuela ya estaba cansada de llorar. Quería parar, pero no podía. Todo el mar se le iba saliendo por los ojos. Por fin, cuando el mar estuvo lleno de nuevo, Manuela dejó de llorar.

El sol brillaba, las gaviotas daban grititos, las olas iban y venían rugiendo. Manuela pensó que iban a retarla por haberse robado el mar, pero todos estaban tan felices de tenerlo de vuelta, que lo único que hicieron fue invitarla a la playa.

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