Las dos caras de Sofía - Cecilia Curbelo

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LAS DOS caras de

Cecilia Curbelo

Las dos caras de Sofía Autora, Cecilia Curbelo ©Cecilia Curbelo por el texto, a través de VLP Agency Primera Edición, 2012

© Enlace Editorial, por esta edición realizada con el permiso de VLP Agency, Chile 2023 Colección El Tren Dorado, Quinta estación Enlace Editorial. Bogotá — Colombia www.enlaceeditorial.com www.eltrendorado.co

Dirección general, Luis Alfonso Rubiano Dirección global, Alejandra Ramos Henao Dirección editorial, Nathalia Castañeda Aponte Edición, Aura Garnica y Germán Sánchez Diagramación, Zulay Urrego Jiménez Diseño de cubierta, Zulay Urrego y Julio Higuera

Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso escrito de la Editorial.

ISBN: 978-628-7593-53-4 ISBN digital: 978-628-7593-55-8

Contenido

Biografía

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

¿Sofi o Soff?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 La más popular. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 ¡Él o yo!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Lo quiero, lo tengo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Contra la traidora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Cuando era feliz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 Mi mundo estalla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 Puras mentiras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 New York, New York . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Cruda realidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

Mi papá, el ejecutivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 Armando una rutina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 El chico de mis sueños. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Yo, la reina Sofía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 Un beso inolvidable. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 Te estoy esperando. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 Ciega, sorda y algo muda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116 Ni blanco, ni negro: gris. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122

Mala compañía

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

El peor engaño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128

El nacimiento de Soff. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132

Soy una star . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136 ¡Ay, paisito! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142 Sofi quiere volver . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148 El secreto del altillo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Rayo de luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158

Otro milagro para mí. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 Sofi se cuela en Soff . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174 Esperanza para tres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180

¡Aquí hay amor! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 Venganza espantosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 El vacío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 ¡Todo es un enredo!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205 Mundo patas p'arriba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 Solo una vez... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215 Una decisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221

¡El final depende de ti! ...................................223 Nuevo lugar, ¿nueva vida? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224 Apostar por mí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230

Cecilia Curbelo

Nació el 23 de enero de 1975 en Montevideo, Uruguay, pero se mudó con su familia a Punta del Este, una pequeña ciudad balnearia en la costa este, buscando una vida más tranquila. Comenzó a escribir relatos cortos a los 6 años. Se casó con Diego a los 22 años y es madre de Rocío, quien ama la música y no tanto los libros.

Se graduó de Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Católica del Uruguay a los 23 años. También estudió Guiones Literarios para Cinematografía en la Escuela de Cine.

Tras vender más de 150 mil ejemplares de sus obras, Cecilia Curbelo se ha convertido en la escritora de literatura infantil y juvenil más exitosa de Uruguay. Su primera obra que obtuvo gran acogida entre los lectores adolescentes fue La decisión de Camila , que conformó la serie Decisiones, compuesta por cinco obras sobre el universo adolescente.

Sus libros han creado una legión de fieles lectores, extendida por 20 países, incluidos Francia y España. Varias de sus historias han sido traducidas al inglés y al francés, y adaptadas para teatro.

Además de escritora, es guionista, editora y comunicadora. Recibió el premio Revelación Bartolomé Hidalgo (2012), el Libro de Oro al libro más vendido en su categoría (2012, 2013, 2014 y 2015), Florencio al Mejor Guion de Autor Nacional (2018, junto a Álvaro Ahunchain) y “Mujer del Año rubro Literatura” a votación del público (2014, 2017 y 2019).

A Diego, el mejor copiloto en mi ruta de vida.

¿Sofi oSoff?

Algunas veces me odio. Odio mi manera de ser, en quién me convierto cuando quiero agradar, las cosas que hago, digo y cómo las digo. Odio mi manera de moverme, mis gestos y hasta mi apellido. ¿Por qué no pude haber tenido un apellido más común, al que nadie le cueste pronunciar?

No, claro. Lo mío siempre tiene que ser complicado, difícil, extraño, o llamar la atención por algo. Cuando, en la clase, el profe de Matemáticas pasa la lista y llegaamiapellido,Vukovarsko,segurísimoseletrabarálalengua ydirácualquiercosa.Comounoqueunavezdijo«Buscovaso» y se reía él mismo. Yo, para peor, tuve que levantar la mano.

Y, como ya es rutina, los chicos de la clase se van a reír y sucederá lo mismo en cada una de las clases nuevas, con cada uno de los profes con los que me toque. Sí, okey, es gracioso. Puede ser motivo de risa, qué bien. Pero a mí eso me tiene cansada. Además que risa, lo que se dice risa, no me provoca. No se me mueve un músculo del rostro. No entiendo la gente que se ríe de cualquier estupidez. Me enferma ir por la vida riéndome de chistes idiotas solo para quedar bien.

Si tuviera que describirme, diría que soy un poco ácida y —debo reconocerlo— presumida y altanera cuando soy Soff. Así que volviendo al temita este de mi apellido, que se sumaaotrosasuntosquemedificultanlaexistencia,ninguno me creería si digo que por momentos yo, en serio, quisiera pasar desapercibida. Encima que detesto andar dando información, mi apellido genera algo más: que la gente pregunte, y que yo tenga que responder, como un loro:

—Pero ¿de qué origen es tu apellido? ¿Ruso?

—No. Croata —y por las dudas de que no sepan qué es ser croata, aclaro—: Es de Croacia.

—¡Ah, qué interesante, de la ex Yugoslavia!

(¡Pfffff! Ya se quiere hacer el que sabe de historia, ¡OMG!).

—Sí y no. Croacia ahora es un país libre, independiente de Yugoslavia. Igual, hace mucho que mis bisabuelos, o sea, los abuelos de mi padre vinieron a este país, así que no me pregunte más porque no sé.

Mentira, sé, pero no me voy a poner a explicar cosas que para los demás son un aburrimiento absoluto. Toda la historia de cómo los serbios y los croatas estuvieron en guerra

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hasta hace relativamente poco, y cómo la gente sufrió verdaderas pesadillas.

Perookey,loquequierodeciresqueunsimpleapellidotraeun torbellino de diálogos que no me interesan en lo más mínimo, ymecansatenerquehablarconprofesoresogentesabihonda con respecto a la historia mundial.

También, puede resultar difícil de creer que con los más de diez mil seguidores que tengo en Instagram, más todas esas chicas del instituto que me imitan y me persiguen por todas partes como un fiel séquito, en realidad esté más sola que un perro. Porque hasta los perros están acompañados y son queridos, pero sacando a Lele, es decir, a mi abuela Celeste, ¿con quién cuento, en realidad? ¿A quién le puedo confesar todo esto que me pasa? ¿Quién —de mi edad— me conoce de verdad-verdad como para ser mi soporte? ¿En el hombro de quién puedo llorar tranquila sin que me dé vergüenza de que se me desfigure la cara o de que las lágrimas me corran el rímel que a veces me pongo para parecer mayor? Y, por sobre todas las cosas, ¿quién podría entender, sin juzgar, el secreto que guardo en mi casa y en el fondo de mi corazón, que además me lo va destruyendo de a poquito cada día que pasa? Ese secreto que solo Lele y yo conocemos. Que para Lele tal vez sea más fácil de digerir, pero que para mí es todo, conmayúsculas,TODO.Esesecretoqueesesapuertacerrada del altillo donde se esconde lo que necesito y no puedo tener.

No. No cuento con nadie que sea capaz de comprender lo que siento… Mis compañeros me ven y piensan en mi vida perfecta,porque,claro,porfuerasoytanimpecable,tan«diosa», «tan segura de ella misma», como dicen… Me envidian el cabello largo, castaño, y de rulos que me llegan como resortes mágicos hasta la cintura. Los labios carnosos, los ojos rasgadosdeunverdeprofundo,lanarizrespingonayelcuerpodelgado,musculosoyágil,queeninviernoescondobajo prendas

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de las mejores marcas. Mi imagen es parte de lo que soy, de lo que creé y de lo que me protege del mundo exterior. No la puedo descuidar. Envidian mi manera de caminar, de ser, de hablar por mi iPhone (el último modelo que salió al mercado).

En el fondo, me gusta, bah, me gustaba. Me hacía sentir que era importante, que era famosa, que era una diva, que era un ejemplo a seguir… Pero ¿cuándo es que me di cuenta de que todo eso no era más que una farsa? ¿Que en realidad estoy completamente sola, que me carcome mi vida maltrecha, mi familia desintegrada, mi secreto del altillo y mi falta de respeto hacia mí misma, que me llevó a estar con algunos chicos por el simple hecho de mostrarme capaz de conquistarlos?

A veces pienso si fue cuando me hice «amiga» de Elena, la mejor amiga de Camila, esa que se las da de sencilla. Ajjj, ¡la odio! ¡Esa chica tiene todo en la vida! Un hermano, amigas que le son superfieles como Paola, Elena o Florencia, y por sobre todo, tiene a su madre. Una vez la escuché hablar de ella con tanto orgullo que casi se me atragantó el corazón. Estábamos en las gradas del club, esperando que terminase un partido de vóley. Yo había llegado tarde y ni Florencia ni ella me vieron cuando me senté justo detrás de ambas.

«Se lo conté todo a mi mamá —decía Camila—, que Ele y yo nos habíamos distanciado… Pero a pesar de que llegaba de trabajar diez horas, se sentó conmigo en la cocina y me contó sobre un caso parecido que tuvo ella cuando tenía mi edad. La adoro, mi madre es lo máximo».

Tuve que salir para el corredor e irme derechito al baño, trancar la puerta y sentarme a respirar profundo. No lloré, pero hice un esfuerzo enorme. Odio llorar, porque me hace sentir que soy débil, que no tengo control sobre mí misma, y no lo aguanto. ¡Mi abuela Lele es una mujer tan fuerte! Ella

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dice: «Llorar es para los débiles, hay que actuar». A veces me pregunto si salí a ella o más bien a mi mamá. Me resistí sin soltarunalágrima,sinembargo,avecesdeverdadquisieradecirle a Lele: «¡Necesito llorar, necesito que me escuches llorar y me consueles!». Igual sería como hablarle a una pared, idéntico-idéntico. Ella es una mujer criada de otra manera, en la que los sentimientos tienen que esconderse, taparse o ignorarse… Así fue con mi abuelo, así fue con mi madre y, obviamente, así es conmigo. A esta altura de su vida, cambiarla sería como la película Misiónimposible que le gusta a mi padre. ¡Uf! También esas pelis de acción le gustan a John… ¡y yo las detesto!

John… ¿por qué lo traigo a mi memoria? ¿Acaso no me juré olvidarlo de una vez y para siempre, después de todo lo que me hizo sufrir? ¿Después de creer que yo era el gran amor de suvida,dequeíbamosatenerunarelaciónenserio?¿Después de lo que me denigró como persona? Pero no logro olvidarlo. Me enamoré como una tonta por primera vez en mi vida. Recuerdo el momento exacto en el que lo vi entrar al instituto. Y aunque me juré olvidar todo lo que pasó con él, que fue mucho, John sigue colándose en mis pensamientos, haciéndose un hueco en mi cabeza y atornillándose en mi cerebro. Encima, a lo que está lejos, peor. Más cerca lo siento, o sea, es un disparate, parece que está más al lado mío ahora que cuando de verdad estábamos juntos, en Estados Unidos…

¡Basta! Tengo tanto en que pensar y estoy tan cansada… Pero la mente me divaga. Viaja, viaja, viaja en avión hasta esa ciudad en la que vive mi papá, viaja hasta Brooklyn, Nueva York. Y me obligo a parar. Tengo que dormir, mañana hay prueba de Biología y tengo que estar descansada.

Miro en la semioscuridad y aunque veo poco, conozco cada detalle y cada mueble. Mi cama es estrecha pero cómoda. La camadeLeleeslaqueestámáscercadelapuerta,yenmedio de ambas tenemos una mesita de noche que compartimos.

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Ella apoya sus libros de cocina, y yo mis esmaltes de uñas y mi iPod. Delante, tenemos un ropero bien grandote, y como Lele no tiene mucha ropa, es casi todo mío, lo mismo que el espejo que cuelga en la pared con la cómoda debajo, que está frente a la ventana. El dormitorio es antiguo, de techos altos, como toda la casa… Mis abuelos lo habían pintado de verde agua, un color que se usaba antes, y todavía sigue así, con varias manchas de humedad aquí y allá. Mi cama está debajo de la ventana que da a la calle, y tengo un pedacito de pared en el que colgué un póster de Miley Cyrus, porque me sirve de inspiración. De una u otra forma, la serie que hizo durante años —Hannah Montana— se parece bastante a lo que es mi vida: dos personalidades y una misma persona. Sofi en casa y Soff en el instituto. Cuando soy Sofi, detesto a Soff, y si soy Soff ni siquiera me acuerdo de quién es Sofi.

Esa mezcla soy yo.

Y me odio por eso.

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La más popular

En puntitas de pie, para no hacer ruido, saqué el uniformealestaryfuialbaño,queestápegadoanuestrodormitorio. Del otro lado del baño está el cuarto de mamá. Pero ese no se toca. Solo lo abrimos para ventilar, para que noquedeoloraencierro.PrefierodormirconLele,aunqueno tenga intimidad, porque me siento acompañada, que alguien está conmigo y me cuida.

Estuve tan sola en la vida, excepto por la presencia de mi abuela, que supongo que es normal elegir estar con ella en el cuarto en vez de tener uno solo para mí. Y a Lele le da lo mismo, de hecho prefiere que duerma con ella porque no quiere tocar el cuarto de mamá. Dice que es de mamá y mío. Pero yo lo siento como de mi mamá, para nada mío, así que me quedo donde estoy y punto.

Como todas las mañanas, fui a la cocina, hice un café con leche y me lo tomé rápido. Iba a prepararme dos tostadas, pero no sentí hambre. Si Lele se entera, me mata. ¡Vive repitiendo que el desayuno es la comida más importante del día! Hace un tiempo le pedí que no se levantase tan temprano. Me costó convencerla y tuve que decirle que con sus desayunos majestuosos siempre llegaba tarde al instituto, y que además yo necesitaba aprender a ser independiente. Al principio se ofendió, pero logré que se quedara un rato más en la cama… Yo sé que necesita descansar, porque está todo el día haciendo las cosas de la casa. Levanté la mochila de la sala-comedor, donde la dejo siempre, al lado de la puerta, y salí disparada para el instituto,quequedaadoceminutoscaminandoapasorápido. En el camino, suelo seguir mi rutina de belleza: me suelto el cabello, me enrollo la falda hasta transformarla en una mini faldita tableada, me suelto la camisa para que tape el rollo que se forma del doblez, y estoy pronta. Rímel incoloro ya me pasé en casa, y por supuesto que no me olvido de la base, una que me deja la piel pareja durante todo el día. La gente cree que tengo una piel perfecta, pero no, sin la base, mmm… Este proceso lo tengo que hacer así porque si no tendría problemas con Lele: ella asegura que no estoy en edad de maquillarme. ¡Pobre Lele! ¡Es de otra generación!

Hoy no estoy en mi mejor día. Antes de salir de casa, había visto que la puerta del altillo seguía cerrada, como hace una semana, y eso siempre me pone, no sé cómo describirlo…, mal. Me angustia y hace que me transforme más en Soff.

—¡Sooooff!, ¡Sooooff! —escucho que grita una chica a mis espaldas.

Me doy vuelta con el ceño fruncido. Me molesta mucho, muchísimo, que me llamen Soff con O, como hace esta chica,

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cuando les tengo advertido que es Soff pero pronunciado como si fuese en inglés, o sea «Saaaff», con A.

Veoalachicacorrerhaciamí,agitandolosbrazoscomoloca.Es Antonella,laquemeatomizatodoeltiempoenInstagram.Me escribe cosas como «Soy tu fan número 1» o «Quiero ser como tú». ¡Ay, mírate un poco!, le diría yo. Bajita, de lentes grandes, peinada con prolijidad… Toda una «señorita», dirían las viejas. ¡Uf! A esta le falta vida, rubor en las mejillas, una rizadora, ¡yo qué sé! Además, lo más grave es esa postura encorvada que tiene, como si cargase con una joroba en la espalda, y para mí que es porque se siente menos que los demás. ¿Viste cuando tesientesinferiorycomoqueteachicasfrentealresto?Bueno, ella es así. O sea, alguien tendría que avisarle: «Hellooo! ¡A ver si entiendes que la actitud es todo en esta vida!». Pero ¿quién? Yo se lo podría decir, por supuesto, pero no pienso perder mi tiempoconella,quelaverdadpocomeimportadesuvidayde loquevayaahacerensufuturo.Ah,ydepaso,conmuchísimo gusto le diría: «Nenita, para fan estás bien; ahora, si quieres parecerte en algo a mí, empieza por cambiar esa actitud de perrito faldero porque das asco».

Ya me malhumoré. Así que me paro en seco y la miro fijo a los ojos. La atravieso con la mirada, cosa que le quede bien clarito lo que le voy a decir.

Dear, ¿todavía no aprendiste cómo se pronuncia mi nombre? ¿Qué te dije? ¿O es que tanto estudio te está comiendo las neuronas y no retienes más información? Te advierto una cosa: donde me vuelvas a llamar Soooff, no te dirijo más la palabra, ¿okey? Y sabes perfectamente bien que eso significa que medio instituto te deje de hablar también, así que, ojito. Quiero que repitas hasta que te entre en ese cerebro que mi nombre se pronuncia Saaaafff, ¿captaste? —le digo, con mi voz más grave.

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Antonella mira para abajo, desorientada y avergonzada. Es muy consciente de la diferencia que existe entre ella y yo. Estamos a una cuadra del instituto y los autos tocan sus bocinas. A mi lado, ella parece una niñita de escuela, le falta una piruleta y listo.

—Yo… yo… —empieza a tartamudear.

—¿Queeé? Si quieres decir algo, dilo, pero no des vueltas con «Yo… yo…». La gente como tú tendría que hacer de forma obligatoria un curso de autoestima, darling —exclamo, harta. Aparte, admito que cuanto más sumisa se muestra, más ganas me dan de que sufra—. ¡Basta con tanta estupidez! Estoy cansada de repetir lo mismo. ¿Qué quieres ahora?

Antonella dudó.

—Bueno, yo…, eh…, yo…

—¿Qué, nena? —y miro el reloj, como para que se apure a hablar.

—Solo quería que llegáramos juntas al instituto.

Me muerdo el labio inferior y miro al cielo, fastidiada.

—Ah, era eso. ¿Y por eso gritabas como demente por la calle? Vamos, entonces, porque hoy hay examen de Biología y sería el colmo que llegara tarde porque alguien me grita como desaforada y encima pronunciando mal my name! —le dije, retomando la caminata.

—Yo…, perdón.

Okey, okey, listo, pero ya sabes para la próxima —le digo, suavizando la voz y pasándole un brazo por los hombros.

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La desgraciada queda feliz con ese simple gesto, ¡qué poca autoestima! Y es que tampoco me sirve tenerla en contra, porque es de las que siempre me pasan los apuntes. Tiene las mejores calificaciones de la clase. Y como yo no soy reeeedestacada en los estudios, digamos que me va bien, y punto, tampoco puedo desperdiciar a gente como Antonella, que me brinda todo en bandeja, ¿no? Mi padre me recontrola con las notas, y Lele también. Por suerte, tengo un carisma especial y los profes me aman; ¡me han salvado de cada una! Pero también hay otros a los que les choca que vaya arreglada al instituto. Me acuerdo, hace poco, de la tonta de la profe de Literatura, que me hizo pasar a dar un oral, así como así, y yo no había estudiado. Y delante de toda la clase, conmigo parada frente al pizarrón, dijo:

—Mucho tiempo para tener las uñitas pintadas y poco para leer un libro, ¿no, querida?

Me dejó pegada feo. Pero como para el escrito me estudié todo, no pudo ponerme una mala calificación. Incluso me fui hasta lo de Antonella para que me ayudase. Por eso digo, en contra, ¡no! Será pesada pero la soporto igual. Me conviene.

Apenas llegamos, sonó el timbre y fue un caos, como todas las mañanas a las 8 a. m. en punto. Mi grupo de seguidoras me espera fielmente, como corresponde. Solo faltaban Fefe y Martu, que siempre llegan tarde. También veo al grupito de varones que se babean conmigo. Porque no voy a andar haciéndome la humilde: sé que soy linda y sé que mueren por mí. Decir lo contrario sería fingir.

Hay uno que no está nada mal, Pablo, pero es muy chico. Tiene catorce años igual que yo, pero en los varones la madurez viene después, así que para mí es apenas un niñito. Ya estoy para chicos más maduros.

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Y los de sexto, porque estoy en tercero, no están ni ahí, o sea, ellos conmigo me siguen como si fuese la abeja reina. Hay uno que no para de mandarme mensajitos y lo tuve que bloquear en las redes porque era insoportable, tenía mil ochocientas notificaciones, todas de él. ¡Un pesado mal!

Pero bueno, por lo general esta es una llegada habitual al instituto, soy así, soy popular, y se supone que no me puedo quejar porque yo misma formé y fomenté esto cuando volví del extranjero. Quería que me aceptaran, y no solo lo logré sino que, además, me transformé en la líder absoluta e indiscutida.

Y eso en muy poquito tiempo porque volví de estar con mi papá en Estados Unidos a fines de año y comencé en este institutoenmarzo,asíqueahoraqueestamos a mediados de año, es como si viniera acá desde chiquita: no hay quien no me conozca.

Todos me dicen que soy una líder nata, hasta la adscripta me mira con cierto dejo de envidia y admiración, cada mañana me pasa algún datito, así como quien no quiere la cosa…, información que a mí me sirve, por supuesto, como cuando me contó que el director ese día había decidido supervisar todos los uniformes y que iba a pasar clase por clase sin avisar. Ahí lesdijeamisseguidorasynossalvamosdeunaamonestación. Ellas saben que yo tengo poder y que lo sé usar. Que soy realmente cool

Además, creen que porque viví en Estados Unidos y hablo inglés soy mejor que el resto. ¡Qué ignorantes! ¡Parecen bebés! ¡Son tan, pero tan fáciles de manejar! En fin, mientras a mí me beneficie, ¿qué más da? Cada persona puede darte algo. Lo inteligente es averiguar qué y sacarle jugo.

—¡Al fin llegaste, Soff! ¿Dónde estabas? —me pregunta Carmela, que viene corriendo a darme un beso.

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—Ni me lo preguntes, ya tengo un malhumor que no estoy para aguantar a nadie —le contesto, mientras sigo caminando a mi clase, como si nada.

—¡Ay, Soff! Bueno, pero sabes que cuentas conmigo, si quieres no te pregunto nada pero te acompaño, ¿okey? —Y me toca el cabello. Le encanta mi cabello—. ¡Estás tan linda! ¡Te juro que no sé cómo haces para estar así, como una estrella, a las ocho de la mañana!

Le sonrío apenas y le digo, medio en broma, medio en serio:

—Carmu, las divas somos así. Carmela es otra de las chicas que no se despega de mí y es una con la que mejor me llevo. ¡Bah!, ella se lleva conmigo, porque me copia en todo, hasta imita mis gestos frente al espejo del baño. ¡No miento! Ella mismita fue quien me lo contó. Está obsesionada con parecerse a mí. Además, hizo terrible transformación desde que me conoció, por eso me debe mucho. Le enseñé unos cuantos trucos de belleza y por supuesto le sugerí que se lleve el maquillaje en la mochila y se produjese en el baño del instituto, para que los padres no se enterasen, porque son muy controladores.

En eso no tengo drama, porque cuando me voy al cole, Lele duerme,esdecir,quehagoloquequiero.Ycomoencimanunca me revisa ni la cartera ni la mochila porque «respeta mi intimidad», no corro ningún peligro. Carmela, por su parte, me idolatra porque Arón, el gran amor de su vida, empezó a fijarse en ella desde que se hizo el cambio de look, que fue total: se dejó crecer el cabello, convenció a los padres para hacerse mechitas rubias —no sé cómo, porque son ridículamente estrictos— y se maquilla en el baño bajo mi supervisión, tiene que ser un maquillaje sutil, que diga «estoy maquillada pero no se nota», y eso no lo logra cualquiera.

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Arón es de esos chicos que, sin ser líderes, tienen un no sé qué que los hace diferentes y que provoca que los quieran. De alguna forma, lo que él dice es respetado y tomado por verdadero. Tal vez porque no es de esos que se hacen los lindos y porque es alguien que nunca te va a mentir. Siempre es como remedido en su forma de expresarse, de hablar, de ser. Todo el instituto sabe cómo es y los amigos con los que se junta son muy parecidos. A mí no me parecía ni lindo ni feo, pero para CarmelaeralomáximosobrelafazdelaTierra.Asíquecuando él se fijó en ella, ¡zaz!, ¡los pajaritos le empezaron a volar! Eso sí, yo no la dejé seguir adelante, porque ahora que había llegado a la cima conmigo, tirar todo por la borda por un chico,¿aquiénseleocurre?¿Ydejarmesola?¿Borrarseparapasar rato con él? No, no. Las cosas claras desde el arranque. O me es fiel, o que se atenga a las consecuencias. En esto no transo. Es blanco o es negro. Punto.

Si la hubieran visto antes, Carmela era una cosita de nada…, hasta se la podía comparar a Antonella, sin lentes. Ahora, sin embargo, tiene presencia, cabello largo, rubio, lacio, flequillo, maquillaje suave, labios apenas delineados. Sí, sí, esta chica aprendió y mucho. Lo que también me da para pensar que no se pase y me quite el lugar. Mmm…, la voy a tener más vigilada, por las dudas. No sea cosa que se transforme en una rival en potencia. A veces, estas mosquitas muertas que pasan al estrellato de golpe se vuelven en tu contra.

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¡Él o yo!

El día que le prohibí estar con Arón no fue fácil, pero le dejé saber que la cosa era tajante. El instituto estaba prácticamente vacío. Carmela y yo nos habíamos quedado para terminar un trabajo especial que hacía el instituto: una exposición con lo más importante sobre la historia de Francia, y que se iba a exponer durante unos días en el salóndeactos.Todoslosmeseselegíamosunpaísdistinto.En fin, como necesitábamos unas ilustraciones a color, tuvimos que quedarnos allí hasta que los de la biblioteca volvieran a abrir y nos prestasen los libros donde estaban las benditas imágenes de Napoleón Bonaparte y la Toma de la Bastilla. ¡Uf! La tarada de Camila y sus amigas se morían de risa con un varón de la clase que preguntaba si era «La toma de la pastilla». ¡Qué inmaduros, por favor!

El hecho es que estábamos esperando para que la biblioteca abriese, sentadas en la escalera, que es de mármol, o sea, teníamos las colas heladas, y le dije:

—Atitetienequequedarclarísimoalgo,honey.Lacosaesmuy sencilla. Si vas a estar coqueteando como una tarada atrás de Arón, olvídate de mí. Yo no estoy para estupideces con niñitos, Arón es un kid y tú una chica superada, estás por encima del resto, así que si vas a andar con bebitos, getout

—¿Qué dices, Soff? Sabes de sobra que toda, toda, toda mi vida estuve enamorada de Arón y nunca me dijiste que él era un bebito. Al contrario, me impulsaste, me guiaste en el cambio de look para que él se fije en mí, o sea, me ayudaste, y ahora… —me contestó con su timbre de voz irritantemente agudo. Es raro, pero desde que se cambió la apariencia, ¡la voz le sale bien de hueca!

—Ahora nada, honey. Ahora lo que veo es que tú misma te cavas tu propia tumba. No puedes rebajarte por el amor de un chico. Pensé que eras más inteligente; se ve que me equivoqué.

—¡Pero tú me apoyaste!

—Te apoyé porque estaba segura de que, una vez que se te dieran las cosas, ibas a saber responder bien, ibas a fijarte en alguien de tu misma onda, no en un chiquillo de mamá. Pero… los hechos hablan por sí mismos —le dije, mientras me descascaraba distraídamente la pintura negra de la uña de midedomeñique.Carmelanoterminabadereaccionar,estaba confusa. Percibí que todavía faltaba un empujón, así que arremetí:

Dear, esto es muy sencillito. Si eres inmadura, está bien que estés con Arón, serían tal para cual. Pero conmigo, lejos, far away. Es él o yo.

26 Cecilia Curbelo

—No me hagas esto, Soff… —me rogó. Y vi cómo se le iban llenando los ojos de lágrimas. La miré con desprecio.

—Sabes que detesto la gente que anda moqueando por ahí, así que corta ya con el llantito, que me da vómito. Si quieres afrontar algo, hazlo pero con dignidad. Ya te dije cuál es mi postura, ahora te toca a ti elegir —hice una pausa, para darle más dramatismo al asunto y ponerla un poco peor, aunque su estado era deprimente.

—Eso sí, cuidado con lo que eliges, porque te puede salir mal. Puedes confiar mucho en alguien y llevarte una desilusión grande después. Y por supuesto, si eso pasa, forgetit, olvídalo, acá no me vengas con moquitos y arrepentimientos.

A esa altura, ya el llanto de Carmela era patético, hasta hipaba, la muy tonta. Toda producida como la gran diva e hipando. No, no, no, si a mí me tocan todas las losers juntas. Todavía faltaban dos minutos para que abriese la biblioteca así que saqué el esmalte negro y comencé, tranquila, a pintarme la uña. Me dio el tiempo perfecto porque hasta se me secó cuando abrieron la puerta y nos invitaron a entrar.

Me levanté y le dije, mirándola desde arriba:

—Tienes hasta mañana para contestar.

Carmela quedó ahí, en la escalera fría, llorando bajito mientras le saltaba el pecho con cada hipo. ¡Patético!

Al día siguiente, me estaba esperando en la puerta del instituto, como cada mañana. Tenía la cara desencajada y no se animaba a saludarme. Así que me la vi venir. Ya me sabía su respuesta, su decisión. La miré fijo y después le di vuelta la cara, ignorándola por completo, caminando sin prestarle

27 Las
Sofía
dos caras de

atención. Ella vino corriendo y me tocó el hombro. Primero miré la mano y luego a ella.

—¿Qué haces? —le dije, quitándole la mano, haciendo como una pinza con mi dedo pulgar e índice.

—Soff… Soff…, estoy re mal, te juro que anoche no pegué un ojo y me siento…

La miré de arriba abajo.

—Ya veo cómo te sientes. O sea, si te sientes igual a como luce tu rostro, te sientes muy, muy mal. Estás hecha un mamarracho, nada digno de alguien como tú, pero… por lo que pude escuchar ayer, no me extraña demasiado.

—Déjame explicarte, te juro que para mí… —decía con su timbrecito de voz agudo. La corté en seco.

—Aparte, ¿te tragaste una flauta, que hablas con esa voz?

Ella pestañeó, confusa, entre sus lágrimas.

—No eres la persona que creía —continué—. Es evidente que te falta crecer, madurar, y capaz nunca vas a lograr ser alguien en esta vida, porque no tienes liderazgo; te arrastras por un chico, pero, bueno, allá tú.

—Todavía no te dije la respuesta…

—Ni falta que hace, mi amor. Elegiste al bebé. Pero ¿sabes qué? Te vas a llevar una desilusión grande y con eso aprenderás mucho.

—¿Por qué lo dices? —me contestó, temblando—. ¿Acaso sabes algo que yo no?

28 Cecilia Curbelo

Levanté las cejas y le puse cara de agotamiento.

—Él siempre fue divino conmigo —parloteaba Carmela—, solo que no se fijaba en mí. Y las dos novias que le conocí eran bien, o sea, tuvo relaciones serias, no es que andaba con una y conotra,noesesetipodechico.Además,esremaduroparasu edad, y…

—Ay, dear —y le imité la voz—: «Además es remaduro para su edad». ¡Por favor! ¡Sal de mi camino! Ve con tu chiquito, tómense de las manos y salgan a saltar por las praderas como un par de tarados. Falta que los filmen en cámara lenta, con una música romántica y hagan una de esas películas empalagosas de amor. ¡Qué deprimente de tu parte! ¡No sé cómo pude pensar que eras de las mías! ¡Estás muy lejos, muy lejos! ¡No me llegas ni a los talones! —le zampé.

—Soff, escúchame… Él me dijo que me amaba, estuvimos hablando un montón el otro día. Me confesó que gustaba de mí hace mucho tiempo, pero no me lo dijo a causa de su timidez… Y que cuando cambié mi aspecto, más tímido se volvió… Él no podía creer que yo también lo quería desde hace tanto y que tampoco me había animado a…

—¡Ya córtala, please! Tanto romanticismo me enferma. Que disfrutes tu vida y seas feliz. Pero te vuelvo a advertir: si te desilusionas, manéjate —le dije, y con eso me alejé, furiosa por dentro porque la muy boba había elegido a ese nenito. ¡No lo podía creer! Pero ya iba a saber cómo son las cosas en el mundo real. Yo me iba a encargar de abrirle los ojos.

29 Las
dos caras de Sofía

Lo quiero, lo tengo

Tenía que poner en práctica un plan. Era uno que ya había hecho antes y que, aunque falló con esa Camilita y el novio santurrón de Vartán, esta vez iba a funcionar. ¡Estaba segura!

Por lo tanto, puse manos a la obra, dejé pasar un par de días y luego comencé a actuar. Busqué a Arón en las redes, porque obvio que lo tengo como amigo, y empecé a chatear con él.

El primer chat fue raro, él no se esperaba que yo me fijase ni un poquito en su vida, por supuesto, pero sinceramente tampoco me esperaba que fuera tan tarado como para creerse que de verdad andaba muertita con él:

Las dos caras de Sofía

Soff: q haces

Arón: hola, q raro hablar contigo

Soff: x?

Arón: nada, no hablamos en el insti y…

Soff: ya, pero esto es distinto, como que x acá te animas a decir cosas que cara a cara no

Arón: *_*

Soff: q te sorprende tanto?

Arón: lo q dices, o sea, es cierto pero no sé…

Soff: quieres q te diga algo q no me animo a decirte en persona?

Arón: obvio

Soff: me pareces relindo

Arón: no te creo

Soff: x?

Arón: xq no te creo, tú eres increíble y…

Soff: y qué? Acaso tú no?

Arón: jaja, no es eso, es que… Soff: vamos a jugar a un juego?

31

Arón: okey

Soff: cada uno tiene q decir algo q no se anime a decir en la cara

Arón: *_*

Soff: yo ya dije una cosa, ahora te toca a ti

Arón: tú me pareces una diosa

Soff: ♥ no seas crazy

Arón: te juro Soff: sabes qué? ya no quiero jugar +

Arón: lo q digas

Soff: me voy a dormir. Sueña conmigo

Arón: después de esta charla, no voy a poder pensar en nada que no sea en ti! ♥ te veo mañana entonces

Soff: sale, pero esto es entre nosotros, sweety

Arón: dulce eres tú

Soff: tú +

Arón: secreto, entonces? Soff: secretísimo, no me falles

Arón: ni loco, te lo juro

32 Cecilia Curbelo

Soff: confío en ti. Bss!

Arón: + xa ti

Pasamos como una semana entre chats y miraditas en los recreos. Veía que Carmela estaba angustiada, pero como ya no le hablaba, quedaba apartada en el recreo y yo rodeada de gente, como siempre. Conmigo por lo menos tenía a seis chicas: Loli, Fefe, Martu, Guillermina, Vane y Lau, que no me dejaban ni a sol ni a sombra y a las que les había prohibido dirigirle la palabra a la traidora.

Obvio que también nos rodeaban las losers como Antonella, de esas siempre tenemos siete u ocho dando vueltas a ver si las aceptamos en el grupo… A veces las dejamos entrar en alguna charla, pero para poder reírnos después. ¡Son tan patéticas! ¡Hacen comentarios tan bobos! Hay una, a la que le dicen Kiki, que lo único que dice es «Justin Bieber». Me parece que no sabe decir más que esas dos palabras. Un día le hice creer que estando en Estados Unidos, mi novio John, que tenía los padres productores de cine, me lo habían presentado, y la muy tonta se lo creyó. Era de lo único que habló durante un mes entero, haciéndome preguntas constantemente, que silevantabalascejascuandosereía,quequéolortenía,quesi tenía un corte de pelo nuevo cuando lo vi, que si el acento era raro porque él es canadiense…, hasta que le dije:

—Nena, ¡eres pa-té-ti-caaaaa! ¡No vi a JuBi, como le llamas tú! ¡Ni me interesa! Te creíste todo porque estás obsesionada. ¡Cómprate una vida, dear!

¡No, no, no! ¡El llanto de Kiki se escuchó en toda la manzana! ¡Mis amigas y yo llorábamos de risa!

En fin, volviendo a Carmela, quedó relegada a un rincón, a algo que jamás estuvo acostumbrada. Ni amigas, ni amor.

33 Las
dos caras de Sofía

Nada. Y eso era solo el principio. Iba a pagar muy cara su traición.

Seguí adelante con el plan ¡Arón era taaaaaan fácil!

No tardó en mandarme un mensaje superromántico que demoré en contestar, de hecho le contesté dos líneas, como restándole importancia, y en dos ocasiones le dije por chat que no tenía tiempo y corté. Eso lo volvió loco, así que cayó en la trampa: ¡me invitó a salir! Y aunque me hice la difícil, terminé aceptando, obviamente haciéndome la víctima primero:

Arón: Soff, cómo vas?

Soff: bien

Arón: no sé, tas medio seca, pasó algo?

Soff: no

Arón: pero viste, contestas así

Soff: así cómo? Dije no, contesté a tu pregunta

Arón: ya, pero no me hablas o me hablas lo mínimo y…

Soff: es q creo que esto no va a ningún lado

Arón: tú y yo?

Soff: seee, quiénes más, sweety?

Arón: ya, pero estuve pensando mucho y… quiero invitarte a salir.

34 Cecilia Curbelo

Las dos caras de Sofía

Soff: en una cita, dices? No te das cuenta, acaso? Ese es el problema!

Arón: no entiendo, x q problema?

Soff: tú sabes que Carmu muere contigo

Arón: pero a mí me gustas tú!

Soff: no es lo q ella me dijo, ella me dijo q tú le dijiste q la amabas

Arón: es cierto q le dije eso, pero fue antes de q tú y yo nos conociéramos así

Soff: o sea que ahora no la amas?

Arón: ahora solo pienso en ti, ocupas el 100% de mi cabeza, eres divina

Soff: entiéndeme, a mí me encantaría salir contigo, pero me siento mal x ella

Arón: te entiendo, ok, pero no es justo

Soff: Carmu es mi amiga, y yo soy releal con esas cosas. Nunca me metería en medio

Arón: eres tan dulce! ♥Ya te lo dije antes pero te lo repito xq me encanta como eres

Soff: thanks

Arón: aparte q me encantan tus palabras en inglés

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Soff: ♥

Arón: mira, hagamos algo, salimos pero en plan amigos, solo xa vernos fuera del insti a ver q onda

Soff: pero me juras q no va a pasar nada?

Arón: obvio, nada q tú no quieras

Soff: ok, estaría cool sentarnos a hablar, así me siento menos culpable…

Arón: nos encontramos el sábado en el mall, a las 3 de la tarde?

Soff: a esa hora no puedo, pero a las 7 sí

Arón: ok, 7 de la tarde, el sábado

Soff: encontrémonos afuera, frente a la entrada principal

Arón: Lo q digas! Ya cuento los días. Faltan 2.

Soff: ♥

Arón: bss y no seas malita conmigo

Soff: dale, me va a costar ir, pero tú lo vales

Arón: divina

Soff: tú +

36 Cecilia
Curbelo

Hora de poner en práctica el siguiente paso. Apenas me despedí de Arón, busqué a Carmela en el chat:

Soff: tas ahí?

Carmu: Soff! Q divina sorpresa! No quiero sonar pesada pero te estoy recontra extrañando

Soff: ok, sé que estás pasando resola y nada, obvio q no soy tan h de p como piensas, así que…

Carmu: es q no sé qué le sucede a Arón, cambió de un día xa el otro, y entre eso y + q nada lo q pasó contigo… todo mal

Soff: Mira, lo he pensado. Te voy a dar otra oportunidad. Te espero este sábado en el mall. A las 7:15 p. m. en la puerta principal.

Carmu: En serio? Ay, Soff, gracias de corazón!

Soff: Hablaremos cara a cara, tranquilas, porque en el insti no se puede, con tanta gente alrededor…

Carmu: ok, gracias, gracias, gracias, eres una gran amiga!

Soff: Estate puntual a las 7:15

Carmu: Por supuesto. Creo q me equivoqué en elegir a Arón… es q te juro que mi amor x él es tan grande… Lloro todas las noches como una tarada, lo miro y no me mira, y para mí se termina el mundo…

37 Las

Soff: estás reenamorada

Carmu: es todo, siempre fue todo xa mí, siempre lo quise y haberlo tenido casi y perderlo así, sin saber q pasó… No aguanto más, y no sé q hacer para recuperarlo xq…

Soff: bno, si vas a empezar con todo eso… olvídate

Carmu: no, perdón, fui re desubicada. Gracias por levantarme el ánimo con el encuentro, gracias por darme otra oportunidad. Perder a mi bff te juro que fue…

Soff: ya lo hablaremos el sábado, see u!

¡Listo! ¡Qué fácil! El sábado, el gran encuentro y la gran desilusión se van a dar. Así Carmela abre los ojos de una vez. No hay que ser taaaaan confiada. Los chicos son todos iguales, son fáciles y manipuladores. No puedes dejar que te cieguen, y ella está cometiendo el peor error.

Pero de eso ya se iba a dar cuenta en menos de dos días.

38 Cecilia Curbelo

5ta estación A partir de

12 años

LAS DOS caras de

En esta ocasión, la autora uruguaya nos presenta a Sofía, la chica más popular y admirada del colegio. Hermosa, carismática, líder, egocéntrica, se hace llamar Soff. Su vida parece perfecta. Sin embargo, en la intimidad de su casa, simplemente es Sofi. Las cosas no son lo que parecen. ¿Cuál es la verdadera Sofía? ¿Qué terrible secreto esconde en el altillo de su casa? Conoce todo sobre Sofía, la archienemiga de Camila, y atrévete a tomar una decisión que llevará a la protagonista a tener un final ique dependerá de tu elección! www.enlaceeditorial.com www.eltrendorado.co

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