Sin rueditas / Sofi Grows but her Fear Not

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… tiene un miedo enorme que la está apretando por dentro.

Es que le pasó algo en la escuela. Algo que no sabe resolver. Algo tremendo.

Apenas llegan a casa, Sofi se mete en el baño para que mamá no le hable. Quiere un poquito de tiempo para pensar.

Sofi ahí sola en el baño, mientras se mira los cordones de las zapatillas y siente los retorcijones en la panza, piensa en lo que le pasó hace solo un par de horas.

¿Solo hace un par de horas?

¡Adentro de ella ya pasaron como mil horas!

¿Cómo

puede ser que el miedo haya crecido tan rápido?

Ella estaba en la escuela, distraída como siempre, en una tarde que venía siendo igual a todas, hasta que…

2 … apareció la profesora de Educación Física.

Había unas oraciones escritas en el pizarrón y entraban hilos de sol por la ventana. Su cuaderno se veía blanquísimo.

Tanto que no distinguía los renglones. Eso estaba mirando Sofi: los hilos de sol que se desparramaban en las hojas blancas apenas las tocaban.

La voz de la maestra se escuchaba como si estuviera muuuuuy lejos y las palabras no le decían nada. Tenía sueño y el sol era más interesante: ¿cómo hace la luz del sol para viajar por todo el espacio y seguir siendo tan brillante?

Y de pronto:

—¡SOFÍA! ¿ESTÁS ESCUCHANDO?

Ella se puso colorada. Sintió que todas las cabezas giraban para verla. ¿Cuánto tiempo había pasado? Miró a su maestra.

—Sofía, la profesora Silvia decía que vos podrías participar en la carrera de bicicletas o jugar al delegado. ¿Qué preferís?

¿Cuándo había entrado la profesora Silvia? ¿De qué le hablaban? ¿Qué carrera? ¿Qué bicicletas? ¿Qué delegado?

A Sofi le dio vergüenza preguntar; así que pensó que cualquier cosa era mejor que el delegado. En el delegado era la peor, no la elegían, quedaba siempre para el final, y el equipo que la recibía se quejaba. Escuchar las quejas de sus compañeros era horrible. Así que dijo “carrera de bicicletas” y volvió a su cuaderno.

“Carrera de bicicletas”…

Se sintió cayendo por un agujero negro. En qué lío se había metido… ¿Y si decía que mejor carrera de bicicletas no? ¿Que se había equivocado? Sí, mejor decir que no, decir que en realidad no quería hacer nada.

Juntó aire y juntó fuerza para decir eso, pero cuando abrió la boca la maestra exclamó:

—¡Perfecto! Qué bueno que Sofi eligió la carrera, ¿no, chicos? Así todos participamos en alguna actividad.

Todos respondieron “sííííííííííí”. Y el sonido finito del “sííííííííííí” le entró a Sofi por el oído y le hizo un nudo en la panza. Ya no pudo volver a hablar. Se le fueron las fuerzas por el agujero negro. Su mano agarró fuerte el lápiz, clavó la punta en la hoja. Se sintió mareada y debe haber puesto cara extraña.

—Sofía, ¿te sentís bien? —le preguntó la profe de Educación Física mientras se acercaba a su mesa con un papel en la mano.

Sofi hizo un “sí” con la cabeza. La profe miró un momento la mano dura, el lápiz clavado, sus nervios. La miró con pregunta en los ojos, pero ella… ella miró al resto del grado y los ojos de nuevo la miraban, enormes, como girasoles.

—¿Segura?

Hizo muchos “sí” con la cabeza, seguidos, rápidos. Quería sacarse esos ojos de encima de una vez.

—Perfecto, entonces… Pegá esta nota en el cuaderno de comunicaciones. No te olvides —dijo la profe dejando un papel en la mesa.

Sofi metió la nota en el cuaderno rojo. Por el resto del día…

3 … no pudo copiar nada más.

Ni las cuentas, ni las oraciones, ni el saludito de Inglés, ni la tarea. Nada.

La maestra había festejado la elección de Sofi. Eso hizo que a ella le corriera un frío raro por la espalda. Un frío que ya no la dejó pensar, que la dejó como a oscuras.

Ella ya sabe, ya le pasó antes: se siente con frío y cayendo por un agujero negro cuando tiene miedo. Sí, los miedos la hacen temblar parecido a cuando hace mucho frío, los miedos la dejan oscura. Por eso el sol le encanta, es luz y calor al mismo tiempo. Para Sofi, el sol es todo lo contrario al miedo.

Pero esta tarde no hay sol ni abrazo que la entibie.

“Sacarle las rueditas a la bici todavía me da miedo”, piensa Sofi sentada en el inodoro.

Hacía rato que tenía ese miedo; era un miedo viejo, y ella creyó que se estaba yendo. Como aquel otro que tenía cuando era chiquita y de noche había que esconder sus muñecos porque la asustaban. Ese no volvió más. Pero este…

Sacarle las rueditas a su bici le sigue dando miedo.

Sale del baño con ganas de ir a mirar tele al sillón y ve que mamá hojea su cuaderno.

—¿Qué pasó hoy, Sofi? ¡No copiaste nada! ¿Y qué es este agujero negro en la hoja?

Sofi no contesta.

Mamá no entiende. Entonces Sofi agarra de la mochila el cuaderno de comunicaciones y lo abre. Ella ya leyó la nota. Leyó que habrá un festival en la escuela. Un sábado. Y que en el festival participarán los chicos de primero a sexto, que los de séptimo harán un baile a la noche, que

pronto enviarán otra notificación. Y luego, en una parte para completar, dice su nombre, y en el renglón “Actividad elegida” dice “Carrera de bicicletas”.

Mira las caras que pone mamá cuando lee.

Y ve que se ilumina. ¿Por qué se ilumina?

—¡Pero Sofi! ¡Qué divertido! —dice mamá.

Sofi piensa que mamá no entiende nada.

¿Será que…

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