PROYECTO NUESTRA AMERICA
INDICE El contenido de este sexto Cuaderno para el Debate no tendrá ninguna trascendencia y será de poca utilidad, si no ocupa un lugar relevante en las reflexiones, discusiones y formulaciones políticas de los sectores, movimientos y colectivos populares. Este nuevo número tiene la especial finalidad de recuperar el debate teórico e incentivar la organización local, regional y nacional de quienes militamos por la transformación estructural de América Latina y particularmente de la sociedad venezolana. Conviértelo en un instrumento de diálogo, confrontación y consenso en los colectivos, en las asambleas locales y continuemos trabajando por la unificación continental y nacional de las fuerzas revolucionarias.
EDITORIAL I.- FUNDAMENTOS DEL PROYECTO NUESTRA AMERICA Introducción .............................................................. 1.- Fundamentos Ideológicos 1.1.- Respecto a la concepción ética y política del accionar Revolucionario.......................... 1.2.- Respecto al problema de las relaciones de poder en el mundo de hoy ....................................... 1.3.- Respecto a la lucha por la hegemonía.................. 1.4.- Respecto a la lucha por el poder popular............. 1.5.- Respecto a la corriente histórico social................ 2.- Fundamentos Programáticos 2.1.- Respecto a la lucha por el socialismo................. 2.2.- Respecto a la construcción de la democracia ........ 3.- Fundamentos Estratégicos y Metodológicos 3.1.- Respecto a la estrategia de articulación de fuerzas ................................................... 3.2.- Respecto a la estrategia global de acumulación de fuerzas .................................................. 4.- Fundamentos Organizativos 4.1.- Respecto a la organización del P.N.A........................... 4.2.- Respecto a la concepción organizativa del P.N.A. ........ 4.3.- Resp0ecto a las razones y pasiones en la organización .....................................................
EDITORIAL II.– UTOPÍA NUESTRA 1.- El Fin del Etapismo ................................................ 2.- El Nuevo estado y la Nueva Democracia ............... 3.- La Utopía de Nuestra América Frente al Proyecto Continental de Mercado ............................... 4.- El Proyecto Nuestra América como estímulo para la Reinversión de la Izquierda ....................... II.– EL DEBATE SOBRE LA CRISIS NACIONAL 1.- Los Enfoques Sobre la Crisis Económica y su Incidencia en los Programas de Ajuste .............. 2.- Reedición de la Ortodoxia de los Clásicos Liberales ....................................................... 3.- Carta de Intención y Desarrollo Hacia Afuera: Manifestaciones de la Globalización .................... 4.- Teoría de la Explotación o Crítica de la Economía Política .............................................. 5.- Propuesta ante la Crisis Orgánica de la Economía Venezolana .............................................. III.– UTOPÍA CONCRETA DE NUEVA SOCIEDAD 1.- Boceto para un Programa de Gobierno Revolucionario ........................................................... 2.- La Situación Actual y el Momento Político: Revalorización de la Táctica Revolucionaria ............ 3.- La Coyuntura Actual : de la Demagogia de “La Carta de Intención con el Pueblo” a la Reedición del Paquete de Pérez ...................................... 4.- Plataforma de Lucha para la Coyuntura ...................
La historia de Venezuela, pasada y presente, es la de un país entregado a la venta y al pillaje de los Estados y grupos económicos colonialistas que ejercen el control sobre la producción humana a nivel mundial. Nacida del sudor y la sangre de los pueblos indígenas, africanos y mestizos, ha sido escenario recurrente de la expoliación que, extraños y propios, han practicado de sus riquezas naturales para alimentar los grandes centros de producción económica y tecnológica, a expensas de un desarrollo estructuralmente endémico y subordinado a las decisiones de esos centros de poder y dominación. Pero esta expoliación no sólo ha sido geográfica o mineral. La historia de nuestro pueblo ha estado igualmente marcada por casi dos siglos de explotación de nuestra fuerza productiva, de apropiación de nuestra capacidad científica e intelectual, de depredación de nuestra autonomía y singularidad cultural de imposición de códigos valorativos y comunicacionales que han terminado por configurar una sociedad donde la opulencia, la libertad y el progreso de unos pocos se yergue sobre la miseria, la subordinación y la exclusión de más del 95% de los venezolanos y migrantes extranjeros que un día colocaron su esperanza en esta "tierra mágica", convertida hoy en nido de carroñas, donde se enseñorea la sobrevivencia entre espejismos y pesadillas. En los cuadernos para el Debate hablamos desde el encuentro y la construcción de sujetos, pensamientos y acciones que avanzan a contracorriente, a paso de marcha forzada en un contexto donde la explotación y la opresión de la oligarquía trasnacional y nacional;
con nuevo ropaje ideológico, se hace discurso en los labios de los otroras socialistas y comunistas y. cuándo menos, la complicidad de quienes, aún reconociendo que el actual "esquema civilizatorio" de la globalización neoliberal no es más que la nueva condición en que se reproducen las relaciones de acumulación capitalista y de dominación universal de las mayorías, prefieren guardar silencio e integrarse a lo que los zapatistas han acertadamente llamado: "las comunidades de la soledad y el miedo“ En este segundo gobierno de Rafael Caldera, si algo ha quedado en evidencia, ha sido la tradicional lógica de análisis de la reacción social en Venezuela, y ciertamente, a primera vista, lo que más asombra y llama la atención es el estoicismo con que el pueblo venezolano, el mismo de los saqueos de 27 de Febrero de 1989, el que coreó los golpes militares del 4 de Febrero y 27 de Noviembre de l992, soporte las políticas del ajuste fiscal del gobierno y de mayor enriquecimiento de los grupos económicos. mientras se adentra en la miseria extrema y sobrevive con la violencia y la criminalización oficial a cuestas. Para muchos y sobre todo para los diversos sectores de la oficialidad de la centro izquierda y de la izquierda moderada, la explicación de esta actitud de los sectores populares, está cuando menos en las lecciones de terror y de muerte dictadas por el gobierno en los saqueos e intentonas golpistas sin menospreciar la credibilidad que el pueblo aún tiene en Caldera y sin olvidar la tesis de que es mil veces mejor administrar la pobreza que lanzarse por los caminos de la sublevación popular. Y que mejor momento que este, cuando el proceso de ilegitimidad del régimen democrático representativo comienza a encontrarse con las voces del descontento popular respecto
a las políticas y decisiones del gobierno, para cerrar fila en tomo al pacto político económico entre empresarios y partidos sellado en los albores de la caída de Carlos Andrés Pérez, y que mejor táctica que la de avanzar en el camino de las reformas a la estructura administrativa del estado, al sistema fiscal, judicial, electoral, para asegurarse un lugar en el celestinaje político y un porcentaje de la torta monetaria mientras nada cambia; y que mejor pose que la del olvido, la de la ausencia y el desmontaje de una propuesta popular de cambio del modelo sociopolítico de producción y distribución de las riquezas en Venezuela. En estos hechos, terrenales y mundanos, en que se fundamenta la nueva deidad neoliberal del Plan de Ajuste calderista y ante el cual soltamos amarras y colocamos, para el debate directo y abierto en el seno del pueblo, nuestros análisis y propuestas programáticas del país, en franca búsqueda de las coincidencias políticas, organizativas y de la lucha en pro de un real proceso de transformación social, porque desde los Cuadernos para el Debate, seguiremos caminando con el Quijote por la vereda del sol.
I.- FUNDAMENTOS DEL PROYECTO NUESTRA AMERICA
Crece América y expande tu sangre libertaria hacia las entrañas del norte. Crece y amamanta a tus hijos Subversivos. Crece y préñate de millones de hijos con flechas para que combatan a los hambreadotes. Crece América, para que tus venas nos inunden y florezcan hombres nuevos. Crece, que tus volcanes suelten
Introducción. En América Latina, así como en el resto del mundo, desde finales de la década de los 60 comenzaron a desmoronarse los principios y métodos que inspiraron la lucha revolucionaria de tos pueblos del mundo a lo largo del siglo. Las ideologías que sacralizaron el pensamiento revolucionario universal fueron agotándose junto a los movimientos políticos y estructuras societarias que se inspiraban en ellas. Pero al mismo tiempo que se profundizaba esta crisis, el modelo de la democracia burguesa tradicional y su propia sustentación económica, se fue resquebrajando, viéndose forzado a sobrevivir mediante la imposición de relaciones de dominación de dimensiones planetarias que lo llevó a acabar con el conveniente pero ya insostenible juego de la guerra fría. A partir de entonces hemos constatado como se ha agigantado la capacidad de coerción que tienen las nuevas instancias planetarias de decisión que sustituyeron la balanza de poder sobre la cual se sostenía el mundo bipolar, y hasta qué punto esto ha traído como consecuencia el aumento de los problemas de hambre de destrucción
“Si soy un soñador. Por que solo un soñador es el que puede hallar su camino a la luz de la luna y que, en castigo de eso, ve la aurora antes que l t d l
desplazamiento del quehacer ttransformador de los pueblos hacia algunos movimientos de resistencia social que han venido planteando un modelo de lucha revolucionaria abiertamente contrario al que representaron las enormes estructuras burocráticas partidarias. Este desplazamiento, a nuestro parecer, constituye un salto cualitativo de una importancia primordial para la lucha de los pueblos del mundo. Gracias a él se han revitalizado las tesis originarias que entendieron el fenómeno revolucionario como un proceso permanente de liberación que no se agota con la eliminación o sustitución de los enemigos externos de los pueblos, sino en la realización histórica de las exigencias libertarias que cada pueblo se propone para sí. Hoy por hoy, la abierta diversidad de las luchas populares, y con ellas, los muchos sueños y formas en que ellas se manifiestan, son el punto desde el cual se retratan los nuevos horizontes de la lucha del proletariado mundial. Muertos los socialismos reales y los capitalismos nacionales que se impusieron como mediación del dominio en el siglo XX, pareciera entonces que la lucha entre los que tienen y los que nada les fue dejado, tiende a regresar a su punto original: el enfrentamiento directo entre el proyecto capitalista de
Cualquier sumisión es nuestra derrota... Solo la acción soberana del pueblo es libertad ( Manifiesto Desobediente)
En nuestra consideración, cualquier proyecto revolu-cionario que se proponga continuar la lucha de los desca-misados de la revolución francesa, los indios rebeldes de Tupac Amarú, las revueltas cimarronas de Falcón, los patriotas de Bolívar, los colectivistas de la Guerra Civil Española, la Intifada Palestina, las rebeliones obreras de Italia, las guerrillas de Vietnam, los estudiantes del 68, la iglesia popular latinoamericana, los encapuchados sin ros-tro de Chiapas, el grito de las cacerolas o las mujeres de los barrios, debe intentar responder a esta nueva e irreversible realidad en que discurre la confrontación de clases en el mundo. Nosotros, hombres y mujeres de este pueblo que hemos venido aportando a la construcción del Proyecto Nuestra América, queremos hacer parte de este intento, presentando al debate una propuesta para insurgir, alimentarse y multiplicarse en las semillas que hoy, con nuevos rostros y nuevos horizontes, continúan despertando en América y en el mundo.
1.- Fundamentos Ideológicos 1.1-. Respecto a la concepción ética y política del accionar revolucionario. La revolución es un problema de todos los que viven en carne propia la injusticia y la explotación, y por lo tanto sólo desde esa "razón de todos" ella podrá emprenderse y vencer. Afortunadamente, con el resquebrajamiento de la legitimidad de estas prácticas y verdades que crearon las ideologías oficiales de la revolución, se ha producido una apertura hacia.un principio ético-político de la acción revolucionaria que se valora y justifica a sí mismo sólo a partir de las razones concretas que existen en un pueblo para empujar la rebelión que crea necesaria y justa. Los nuevos movimientos revolucionarios han ido derrotando aquel maquiavelismo político donde cualquier medio justifica determinados fines, aunque los medios impliquen acabar con los principios de una ética liberadora; y los fines, por tanto, se diluyan entre palabras huecas que no tienen ninguna correspondencia con el quehacer revolucionario. Este renacer ético -político del quehacer transformador se fue manifestando paralelamente a la debacle del estalinismo. Junto a su progresivo entierro se rompieron las barreras del silencio dentro de los movimientos populares, haciendo posible la construcción de un ideario revolucionario cuya justeza no la da la verdad del realismo
"La revolución se lleva en el corazón para morir por ella, y no en los labios para vivir de ella" (Autor desconocido)
En tal sentido, las razones de la acción contestataria vuelven a estar en ella misma, en su capacidad de transparentar con sabiduría, creatividad y audacia el motivo material, el impulso, el sueño o el deseo de todos los que la emprendemos: quienes somos los hombres y mujeres de carne y hueso que vivimos la opresión, pero al mismo tiempo permitimos con nuestro esfuerzo el que sigamos siendo pueblo, sociedad, nación o simplemente humanidad. Y así como nos parece correcto confrontar la ética y la racionalidad que imperó en la historia reciente de la revolución, igualmente lo hacemos frente a las razones que ratifican la dominación conservadora de hoy y la permanencia que éstas poseen como principios absolutos de verdad y justicia en el mundo actual. Aquí también se ha puesto de relieve la imposibilidad que tienen todas estas razones de dominación de reproducirse contando con la pura obediencia de los pueblos al utilitarismo que los somete. Las justificaciones de la dominación capitalista que imperaron hasta finalizados los tiempos de la guerra fría, por todos lados estallan en la diáspora de las revueltas y guerras de orden civil o nacional que constituyen la mejor prueba del fracaso de toda la ética del utilitarismo y la razón política de Estado. En correspondencia con estos principios éticos, la acción política revolucionaria no la entendemos como una actividad colectiva dirigida al progresivo avance de un cuerpo único de organización que busca apoderarse del
poder político y dirigir el proceso de liberación. La entendemos como la ascendencia de múltiples espacios de lucha y organización del pueblo a través de los cuales vamos consolidando nuestra autonomía de pensamiento, de acción y de organización como clases oprimidas frente al dominio del Estado Capitalista. La acción revolucionaria, por lo tanto, sólo es posible desde contextos diversos y plurales que poseen ellos mismos una dinámica propia de desarrollo, determinada por la especificidad de las necesidades y objetivos de quienes los impulsen autónomamente. La unidad del proceso no sé expresa, entonces, de forma unipolar, engordando una sola organización que se alimenta del proceso general de acumulación de fuerzas, sino en la articulación de todos estos diversos espacios de. lucha, en base a los propósitos que definen al proyecto revolucionario. Este papel articulador que a su vez cualifica el proceso global de acumulación de fuerzas en cada uno de los escenarios en qué éste se ha consolidado, unificando estratégicamente la lucha del pueblo, es el que pretendemos jugar desde el PNA. "Pensar globalmente, actuar localmente“ (E. Morin). podría decirse que es el axioma que mejor identifica el sentido de la actividad revolucionaria en este Proyecto. Tal prefiguración de la acción revolucionaria deriva de una concepción básica respecto al hecho del poder, la revolución y la nueva sociedad a construir.
"Creóle Petroleum Corporation Mene Grande OH Company Shell, Cada de Rockefeller ¿What do you say Paraguaná? INOS, Paraguaná ¿What do you say Paraguaná? que buena verga y no digo más." (Alí Primera )
1.2-. Respecto al problema de las relaciones de poder en el mundo de hoy. Toda actividad revolucionaria va dirigida a transformar las relaciones sociales de poder que rigen en una sociedad. Hasta el día de hoy, en la mayoría de las sociedades estas relaciones han estado mediadas por el ejercicio directo de la dominación que ejercen ciertas clases sociales minoritarias sobre la mayoría no privilegiada, lo que ha convenido en equivalentes los significados de poder y dominación. Por ello la necesidad revolucionaria de transformación y liberación se ha mantenido en todas las sociedades donde las mayorías han tomado conciencia de este yugo que gira alrededor de! monopolio del poder. Es una característica muy propia de este último siglo el que, dada !a extensión e intensificación de las múltiples manifestaciones de la lucha revolucionaria, las clases dominantes se hayan visto en la imposibilidad de imponer su dominio recurriendo exclusivamente a la violencia de Estado, lo que las ha obligado a enmascarar y globalizar, en otras palabras, a despersonalizar y deslocalizar de una manera cada vez más sutil y engañosa el ejercicio de su propia dominación. A las clásicas máscaras del mercado o del fetichismo jurídico, donde supuestamente todos somos iguales, le han seguido mecanismos cada vez más depurados de coerción sobre la colectividad y el individuo. A pesar de todas estas sutilezas y engaños, la globalización del dominio no ha hecho más que sincerar en una alta medida el contexto real de la dinámica social donde se fragua el poder. E! poder propiamente político, aquél que en la democracia representativa supuestamente
emana de la decisión ciudadana, de acuerdo a una determinada legalidad y se ejerce a través de las instituciones del Estado, ha ido perdiendo representatividad y capacidad de dirección sobre las relaciones sociales específicas donde se gestan las relaciones de dominación de una clase sobre otra, de una nación sobre otras o de una cultura frente a otra. Esto no significa que el poder de los Estados Nacionales o de las instituciones políticas tradicionales hayan dejado de ser piezas claves en el ordenamiento del dominio, sino que éstas pierden cada vez más legitimidad, y por lo tanto poder, frente a las circunstancias donde no median los mecanismos formales del enfrentamiento político. Los gobiernos, los parlamentos, los sindicatos, los partidos políticos, los organismos tradicionales de participación civil, las elecciones, se han debilitado tremendamente en tanto instancias de intermediación en la lucha por el poder, la conflictividad social y la conformación de las estructuras directas de dominación. En estos casos, la institucionalidad establecida tiende a ser sustituida o utilizada como simple instrumento de legitimación u oficialización de decisiones preestablecidas por los bloques que no pertenecen a la institucionalidad política del poder. En los campos de la educación, las comunicaciones, la información, las relaciones comerciales, la planificación del desarrollo, la organización industrial, las iniciativas legislativas o contractuales, los créditos y acuerdos internacionales, e incluso en el campo del arte, ya es poco e! papel que juegan los "políticos" frente a las grandes maquinarias de concentración de riqueza y poder, ubicadas sin excepción en el seno de los Estados que se han beneficiado históricamente del colonialismo y la expansión imperialista del capital.
El FMI, el Banco Mundial, las transnacionales, los grandes consorcios militares, los centros de la información, la publicidad o la investigación, todos ellos están manejados por una tecnocracia a las órdenes del capital imperial, que se ha regado por todos, los hilos de las sociedades, apoyándose -precisamente- en los enormes sistemas comunicacionales, culturales, financieros y militares que están en sus manos. Este nuevo ordenamiento mundial del capital, en la medida en que ha ido afianzando su paralelismo frente a los Estados. nacionales lo obliga a oficializar las políticas neoliberales que en estos momentos se imponen como pautas inviolables del ordenamiento de los Estados y el desarrollo económico. De esta forma han decretado el funeral, no sólo, de los viejos modelos del centralismo y proteccionismo interno de los Estados, sino de la preponderancia que éstos tenían en el fomento de las políticas sociales. Estas últimas son planificadas y financiadas. por los entes supranacionales creados para delimitar las pautas del desarrollo social según la jerarquización previa que éstos hacen del papel que deben jugar las naciones del Norte y el Sur del planeta e, inclusive, su propia jerarquía interna en el lado norte y sur del mundo.
demócratas y stalinistas desde los cuales la 1.3.-Respecto a la lucha por la hegemonía. En el marco de la expansión de los mecanismos de la dominación, así como en las distintas formas de resistencia de los pueblos, estamos obligados a recuperar el sentido dela lucha por el poder empezando por el plano de la hegemonía. Tal y como lo adelantó Gramsci, el Estado capitalista no solo domina a través de la fuerza violenta que concentra, sino que dirige, es decir hegemoniza ideológicamente el proceso social. De allí su insistencia en que mientras esta dirección perdure, la revolución social será imposible, aún reconquistando las esferas institucionales del poder estatal. Se requiere por tanto la batalla de la hegemonía; en otras palabras, de los valores e ideales que rigen a la sociedad para pretender su verdadera transformación. Esta advertencia de Gramsci se ha hecho cada vez más cierta con el paso del tiempo, y mucho más cuando las instituciones del Estado capitalista –y con ellas los políticos y partidos que las acaparan- vuelven a ser el mismo enjambre parasitario que Marx vislumbró en ellas. A su vez Gramsci también actúa como profeta, echando por tierra los viejos esquemas social
“Nuestro problema es el de fundar la autonomía de lo político, no donde lo político se emancipa de lo social, sino donde lo político resume en sí lo social, por entero e independientemente... Lo político es la comunicación, lo político es lo simbólico, lo político es aquella materia que construye la cooperación social productiva y permite su reproducción, produciendo valor”. (Antonio Negri)
estrategia revolucionaria y el cambio social se reducen a una simple posesión de las estructuras del Estado, sustentándose en la burocracia partidista y los bloques elitescos del poder. El pragmatismo gerencial que terminó inundando a uno y otro, por su propia condición de cuerpos dominantes en la sociedad, los fue despojando de toda posibilidad para encarnar la autonomía que debe asumir el ideario proletario convirtiéndose más bien en los principales factores del estrangulamiento histórico del mismo. En el socialismo real, en la actuación mundial la socialdemocracia, en el populismo latinoamericano, ésta es una verdad que se confirma matemáticamente y' para ello sobran los testimonios de la historia. Pero aún más allá de Gramsci y de una concepción de la lucha por la hegemonía restringida únicamente, a la batalla por las ideas, nuestro tiempo nos exige confrontar la problemática del poder desde una perspectiva mucho más abarcante.
El poder y su derivación en un hecho de dominación, se ejerce siempre desde una relación social específica de amplias o pequeñas dimensiones, en la cual unos dominan por tener a su favor el monopolio 'de la fuerza, de la información, del saber oficial y de los medios de producción, mientras que la otra parte es dominada y explotada para reproducir y favorecer este monopolio. Como hemos visto con el desarrollo del capitalismo ese tipo de relaciones han roto todas las fronteras llevándolas hacia todos los rincones de la vida, lo que las ha convertido en una faena de expropiación constante de la libre productividad colectiva y la creatividad individual. Una connotación tan envolvente del poder, nos obliga a caracterizar el campo de la lucha contrahegemónica como una verdadera cruzada dirigida a romper ese mono-polio, en todos tos terrenos posibles, empezando por el de las ideas, la libertad y la democracia, los derechos y las reivindicaciones populares, el campo de la confrontación violenta de fuerzas, la lucha por construir alternativas de vidas que en lo local, lo regional y en las distintas comunidades sociales puedan ofrecernos experiencias concretas para la superación positiva del orden de dominación En síntesis, podemos concluir que sólo en forma muy periférica todavía es necesario hacer política en las instancias que la sociedad burguesa resguarda para los políticos o el ejercicio de la actividad política -los parlamentos, los concejos, los partidos, las tradicionales ONG, los gremios -y mil veces preferible el empeño en el quehacer más bien mundano de la revolución, allí donde se constituyen las verdaderas relaciones de dominación, cualquiera que sea el plano donde ellas se manifiestan: el conocimiento, la educación, el arte, la organización social, las iglesias, la producción fabril o artesanal, la actividad
comunicativa, la salud, la propiedad y planificación territorial, los derechos sociales e individuales, los planes de desarrollo, la interrelación entre naciones y Estados, etc. Se nos podría señalar que de esta forma no hay ninguna estrategia de poder posible, ya que no existe un sujeto revolucionario concreto, ni la visión de un centro de poder desde el cual el capital se organiza. Por el contrario, observamos que de esta manera se rescata la justa dimensión de la lucha revolucionaria. Ya no son el político o el funcionario de partido quienes la encarnan, sino el hombre y la mujer del pueblo que resiste, que enfrenta al orden allí donde desea y es su responsabilidad confrontarlo, asumiendo -y esta es su responsabilidad también una perspectiva universal del proceso donde nos entendamos como parte de una misma colectividad que a pesar de su diversidad, siempre tendrá ante sí el reto del resquebrajamiento del monopolio del poder por una clase y el saboteo de la hegemonía que ella ejerce sobre la sociedad, en particular, sobre los procesos sociales y políticos en que ella se va desarrollando.
"Esta nueva humanidad, para si y para las otras, no puede dejar de definir un nuevo humanismo. En los objetivos y los métodos de la lucha se prefigura ese nuevo humanismo. Una lucha que moviliza tudas las capas del pueblo, que expresa las intenciones y las impaciencias del pueblo, que no teme apoyarse casi exclusivamente en ese pueblo, es necesariamente victoriosa“ (Frantz Fanón)
1.4-. Respecto a la lucha por el poder popular. En consecuencia, aquí ya no estamos hablando de una estrategia unilateral de lucha por el poder, lo que deja de lado priorizar exclusivamente la acción política dirigida a la toma de! palacio de gobierno, o más claramente, a convertirnos en cuerpo dominante sobre las instituciones del Estado. La prioridad para nosotros descansa en la acción constructiva dirigida a la gestación y articulación del poder popular como poder constituyente del nuevo Estado. El poder del cual hablamos implica la gestación de espacios de lucha -y de alegría- donde emerge una nueva relación social que integra la lucha social, la producción colectiva y la solidaridad igualitaria desde lo cual deriva un nuevo ideal de sociedad y una nueva cultura política . No estamos hablando de paraísos apartados de felicidad, en cambio sí de experiencias colectivas que revitalicen el sentido mismo del compromiso libertario y permitan el surgimiento de movimientos populares que multipliquen todas las formas de la desobediencia social y superación del orden dominante.
En este sentido el poder popular sólo podemos definirlo positivamente como un poder constituyente, como el momento y el espacio colectivo en que el poder comienza a transformarse en una relación social donde la facultad de decisión la detentan efectivamente los individuos que hacen parte de las comunidades locales o de trabajadores. Por lo tanto, no podemos estar hablando de un modelo único del poder popular, ni de una esfera exclusiva de realización. La lucha de la clase trabajadora como tal, así como los sectores sociales oprimidos, las étnias o las naciones suponen, por su misma especificidad, fórmulas muy distintas de manifestación y organización del poder popular, las cuales adquieren entre sí importancia y supremacía de acuerdo al momento histórico que se vive y la importancia del contexto social en que se desarrollan. Tampoco hablamos de una expresión única de la lucha. Sabemos que el combate al final siempre se dará, esencialmente, por el triunfo de las ideas, los valores, el concepto mismo que tengamos de la vida social. Pero es bueno acotar que en una realidad donde las fronteras entre la guerra y la paz, entre la democracia y la represión, el único sitio donde persisten es en los papeles de la ley, evidentemente el poder popular tiene que aprender a desarrollarse en cualquier campo de lucha. Las prioridades las dará el momento que se viva, pero el horizonte sigue siendo el mismo, la lucha o se asume en todos los terrenos o la perdemos quedando arrinconados o eliminados a la mitad del camino. Tampoco hablamos de descartar la necesidad histórica de un gobierno revolucionario. El tendrá sentido en la medida en que facilite el desarrollo constitutivo del poder popular, ayude a reducir la cantidad de injusticias que nos oprimen, y al mismo tiempo se convierta en un instrumento para resistir mejor los yugos de la globalización del dominio. Su tarea será siempre parcial y su existencia probablemente muy frágil, en la medida en que sólo sea el gobierno de un Estado Nacional donde subsisten desigualdades abismales y relaciones económicas de dependencia que nadie puede acabar por decreto.
De allí la insistencia en aferramos a una idea constructiva, dialéctica y permanente de la revolución, necesitada -más no condicionadade! apoyo o la tola! identificación de parte de quienes gobiernen. Por ello mismo consideramos, hasta por experiencia, que la dinámica del proceso siempre estará oscilando entre los momentos de orden insurreccional, los intentos por desplazar las tradicionales élites que manejan los poderes sociales o locales, y e! esfuerzo continuo e insustituible de construcción y afianzamiento de nuevas relaciones de poder, desde los espacios más particulares que se puedan constituir hasta el Continente mismo. Es un esfuerzo sin tiempo ni fronteras predeterminadas Esta realidad nos reafirma la necesidad de concebir el Proyecto en el marco integral de lo que es el conjunto de Nuestra América, sin amarramos a ninguna frontera de Estado ni por principio, ni por conveniencia. Incluso, nos atrevemos a decir que el nuevo movimiento revolucionario o se bifurca entre todos los pueblos y naciones de esta América de una manera orgánica, o jamás podrá consolidar sus victorias. En este sentido, el legado bolivariano y guevarista recobran para nosotros una inmensa validez en tanto inspiradores fundamentales de la visión americanista de la revolución. Este último punto nos obliga a caracterizar mejor desde qué perspectiva nos asumimos como revoluciona-rios en Nuestra América, cualquiera que sea la nación, movimiento o localidad en que nos toque actuar. ¿ Quienes son entonces las vanguardias de nuestra revolución ?
1.5-. Respecto a la corriente histórico social. El sentido crítico, articulador y combativo desde el cual entendemos el PNA, puede adquirir una dimensión continental sólo en la medida en que haga suyos los postulados e idearios que identifican a las corrientes de lucha fundamentales que han, cruzado el proceso revolucionario en Nuestra América. Desde esta perspectiva, hablar de Continentalidad no es sólo una premisa estratégica que ubica la necesidad de expandir sobre el conjunto del continente la lucha revolucionaria. En lo que a este Proyecto concierne, el principio de la continentalidad es, ante todo, un elemento esencial de identidad política que nos permite entendernos, en la acción y el pensamiento, como una parte de la continuidad histórica en que se desenvuelven las distintas corrientes de lucha que le han dado una identidad creadora "original", al movimiento revolucionario latinoamericano. Aunque no todas ellas tienen la misma dimensión universal, ni han sido enarboladas por los mismos sujetos, ni hablan en el mismo lenguaje, ni han buscado exactamente lo mismo, sin embargo, en ellas descansa el acervo histórico e ideológico fundamental que ha inspirado las luchas de liberación de nuestros pueblos. Pero así mismo, cada una de ellas aporta un planteamiento para la nueva sociedad por construir. No nos referimos a una simple suma de utopías arbitrariamente escogidas, sino que ellas, en la medida en que encarnan el ideario más avanzado de los personajes históricos principales de la resistencia secular de nuestros pueblos -es decir, el indio, el negro, el patriota, el trabajador, el cristiano-, a su vez permiten
"La inquietud que hoy se registra es síntoma inequívoco de rebelión. Se aguan las entrañas de un continente que ha sido testigo de cuatro siglos de explotación esclava, semiesclava y feudal del hombre desde sus moradores aborígenes y los esclavos traídos de África hasta los núcleos nacionales que surgieron después: blancos, negros, mulatos, mestizos e indios, que hoy hermanan el desprecio, la humillación y el yugo yanqui, como hermana la esperanza de un mañana mejor." (Declaración de La Habana, 1961).
cohesionar el proceso político que nos llevará hacia la integración de toda esta diversidad de corrientes en base a un mismo ideario revolucionario, específico al pensamiento y la cultura emancipadora del pueblo latinoamericano. El PNA puede considerarse en este sentido un fruto y a la vez una búsqueda permanente de lo que significa, desde el punto de vista de la acción revolucionaria, la unidad de este conjunto diverso de experiencias, sujetos, culturas e historias de lucha. De allí el carácter "continentalista" que buscamos imprimirle y el modo en que nos asumimos militantes de un proyecto de y para el contexto de Nuestra América. El inventario de estas corrientes, hasta los momentos lo hemos hecho reapropiándonos de un término síntesis que dejaron entre sus papeles los combatientes que fueron masacrados en Yumare en 1987, el de "Corriente Histórico-Social". La fragua de esta CHS la vemos re-presentada en: 1.5.1-. Sus fuentes: a-. El Marxismo Crítico Latinoamericano. Esta es una comente que si bien tiene sus antecedentes en la formación de las primeras organizaciones obreras en el continente, influenciadas principalmente por el anarquismo, es sólo en los años veinte, a través del pensamiento de Mariátegui y la formación del primer Partido Socialista Peruano, que comienza a tener una personalidad propia. Desde esos tiempos para acá, y a pesar de la supremacía política de los movimientos stalinistas o prosoviéticos, ella fue afianzándose en los movimientos populares y en corrientes teóricas de la izquierda, logrando una importante
influencia en la rebelión obrera de 1952 en Bolivia, para luego, con la revolución cubana y el ejemplo y pensamiento del Che Guevara, lograr quizás su más alto desarrollo teórico y político. Sin embargo, incluso hasta el día de hoy, ella ha vivido con poca conciencia de sí misma y de su historia. Ya con Mariátegui esta corriente marxista pudo encontrar su primera definición programática, lo que el llamó el "Socialismo Indoamericano". Y en el Che la primera controversia respecto a la construcción del socialismo que se distanció abiertamente de los modelos burocráticos del mismo en pleno proceso revolucionario de orden socialista. Es imposible tocar aquí el fondo de este debate, de lo que no hay duda es que el socialismo, entendido bajo las premisas indoamericanas y antiburocráticas, abrió la posibilidad para una interpretación marxista de la realidad latinoamericana y una diferenciación teórica y práctica respecto a los caminos para la construcción de una nueva sociedad, que nos permiten, aún hoy, ver en ellas el soporte programático y científico más importante del pensamiento crítico latinoamericano.
“Profesamos abiertamente el concepto de que nos toca crear el Socialismo Indoamericano, de que nada es tan absurdo como copiar literalmente fórmulas europeas, de que nuestra praxis debe corresponder a la realidad que tenemos delante... No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América ni calco ni capia. DEBE SER CREACION HEROICA. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al Socialismo Indoamericano. He ahí una misión digna de una generación nueva”. (J.C. Mariátcgui)
b-. El Cristianismo Liberador. Por su dimensión religiosa, probablemente esta vertiente sea la expresión más significativa del conjunto de la CHS. Con los Concilios de Puebla y Medellín y el auge de las corrientes liberadoras dentro del protestantismo, terminó de abrirse en el conjunto del cristianismo latino-americano una fuerte tendencia de ruptura con la tradición complaciente y beneficiaria del orden de opresión que prevalecía casi sin oposición en las iglesias. La Teología de la Liberación, como una de las expresiones más acaba-das de esta corriente, ha sido la base para el desarrollo de un quehacer religioso donde la comunidad popular deja de ser un ser pasivo, sólo digno de misericordia, para transformarse en el sujeto profético de su propia liberación. Por la inmensa importancia del cristianismo en América, el testimonio de compromiso con las luchas populares que esta corriente ha demostrado, y sus aportes teóricos en campos como la teología, la educación o la organización popular, se hace obvio que a partir de ella el pueblo latinoamencano encontró una extraordinaria espiritualidad de vanguardia para sus luchas.
"El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza ha de ser pronto una realidad" (Monseñor Oscar Arnulfo Romero)
Probablemente no estamos viviendo la mejor época de esta corriente, que se ha visto frenada, entre otras razones, por el mismo estancamiento que vivió hasta hace poco el movimiento revolucionario en Nuestra América. Sin embargo, ella ha puesto una semilla de encuentro entre la fe y la liberación que en nuestro continente representa un eslabón primordial en favor de la revolución contra las culturas de opresión y el autocastigo que durante siglos nos han impuesto todas las formas del colonialismo. Es la lucha por un hombre nuevo y una sociedad emancipada que ella misma define como la opción por los pobres y la construcción del Reino de Dios. c-. El Bolivarianismo Revolucionario: Bolívar y la gesta continental independentista que ella encarna mejor que nadie, constituye el cemento más importante de identidad nacional entre los pueblos del continente. Bolívar, como figura libertadora y testimonio del sacrificio por nuestra libertad, es una especie de "cristo civil de Nuestra América , lo cual explica por qué en casi todo momento se ha convenido en la figura más representativa de los movimientos de liberación nacional. Por su fuerza legendaria y cohesionadora las cúpulas dominantes no tardaron en rescatarlo para sí, momificándolo entre
hombres de América a la vez. Surge Bolívar, con su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con estruendo lo aclaman y publican... ¡A caballo, la América entera! " (José Martí)
los bastidores y convirtiéndolo en un mero símbolo patrio. Sin embargo, la enormidad de la hazaña militar y política que Bolívar encabezó ha impedido que lo despojen de las características intrínsecamente libertarias en que él sobrevive dentro de la conciencia popular. Poetas nuestros como Martí, Neruda, Benedetti o Alí Primera, nos lo han confirmado, expresándolo en toda la dimensión que él contiene. Además, Bolívar es e! punto de partida de un sueño americanista que le ha permitido al movimiento revolucionario reencontrar la importancia de la lucha nacional entre nosotros, algo que los principios meramente "socialistas" o falsamente "internacionalistas" le habían impedido valorar. Hoy en día el bolivarianismo ha recuperado en algunos lugares su condición de corriente social de lucha, probablemente gracias al punto de desaparición en que se encuentra el derecho a nuestra soberanía nacional, y el vacío de referencia que dejaron la virtual desaparición de movimientos revolucionarios bolivarianos, como fue e! caso del M.19 en Colombia. Su curioso lugar de renacimiento a nivel de los ejércitos nacionales, como es el caso en nuestro país, tiene una importancia estratégica de primer orden para el proceso revolucionario, aún existiendo el riesgo de que estas nuevas corrientes cívico-militares también instrumentalicen la figura de Bolívar, hasta convertirla en un nuevo símbolo del conservadurismo nacionalista. Consideramos en todo caso
que los movimientos populares estamos en perfecta capacidad para revertir esta tendencia natural del mismo, en la medida en que reafirmemos nuestra propia condición bolivariana y sigamos enriqueciendo las lecturas de índole rodriguista,zamorana, martiana, andinista, zapatista, de la misma, que se han compenetrado en estas nuevas tendencias.
“Libres se declaran todos los hombres de América a la vez. Surge Bolívar, con su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con estruendo lo aclaman y publican... ¡A caballo, la América entera! " (José Martí )
primero en el Ecuador con las rebeliones del 91 y 94, y ahora en México No queremos con ello idealizar esta nueva rebelión, sabiendo que la inmensa mayoría de las etnias y naciones indígenas aún viven consumadas en la más aberrante opresión
d-. La Resistencia Indígena. En ella vale la pena reconocer una corriente madre que de alguna manera nos interpela a todos. Desde esta corriente podemos hacer lectura de al menos quinientos años de resistencia que ningún imperio han podido acabar, tan sólo silenciar. En todo caso, consideramos que el repunte actual del movimiento de resistencia indígena- "Por eso, miles de hambres ya fusil en mano como es el caso de con el rostro amordazado, Chiapas- nos permite, entre otras cosas, Indígenas en su inmensa Mayoría, levantamos esta ver cómo el famoso "indigenismo" ha torre, la torre de la esperanza comenzado a ser totalmente superado, eso dejamos a un lado, por un simplemente por que ya no hace falta. tiempo, nuestros fusiles, El indio ha empezado ha retomar su nuestro rencor, nuestro dolor condición de sujeto revolucionario, por los muertos nuestros, nuestra convicción guerrera, restableciendo un diálogo con la nuestro paso armado... Si esta diversidad de los movimientos sociales Convención fracasa nos que no solo lo ponen en igualdad de Obligará de nuevo a llevar condiciones frente a ellos, sino incluso adelante con fuego, el derecho en el papel de vanguardia política y de todos a un lugar en la historia" social del del más movimiento esta comente se haconjunto manifestado bien a través de (E.Z.L.N.) popular, como ha sido el caso formas de la las más inteligentes y agresivas resistencia cultural De hecho el cimarronismo fue quién permitió sembrar las primeras manifestaciones del ecumenismo popular entre nosotros, introduciéndose como cultura en toda la simbología religiosa católica, siendo ya hoy un hecho consumado dentro de los ritos y fiestas del catolicis-
1.5.2-. Sus consecuencias en el debate ideológico.
Si hemos podido recoger algo de la justa dimensión de estas comentes, que en suma las asumimos como Comente Histórica Social (ver CHS), podemos resaltar entonces que en el proceso de reconstrucción del movimiento revolucionario está presente la posibilidad de conquistar una conciencia de orden clasista y programática, de orden espiritual, de orden nacional, de orden étnico y ancestral, y de orden cultural, desde la cual podemos multiplicar enormemente su fuerza política. Lo afirmamos de esta manera, entendiendo que sólo desde un criterio integral de identidad puede emerger una "razón de todos" que se asuma conscientemente y perfile todo su potencial transformador. De hecho, el cruce permanente de todas estas comentes en las luchas concretas y los proyectos de liberación, testimonian el peso que ha venido adquiriendo este principio integral e integrador de identidad. Es la mejor prueba de justeza que tenemos respecto al PNA y la única forma en que entendemos cómo los principios de orden clasistas, étnicos, nacionales y raciales, constituyen un todo sin prelaciones del ideario de la revolución latinoamericana. También, en una buena medida, somos testigos de cómo en esta fragua integradora de la CHS, podemos dar un salto cualitativo a nivel ideológico muy importante, sobre todo si asumimos a plenitud la necesidad de interiorizar en todas sus consecuencias lo que ha sido el derrumbe de los grandes paradigmas ideológicos, políticos y del conocimiento, que ha atravesado el siglo XX.
"Al renovar las intenciones y la dinámica de la artesanía, de la danza y de la música, de la literatura y la epopeya oral, el colonizado reestructura su percepción. El mundo pierde su carácter maldito. Se dan las condiciones para la inevitable confrontación.” (Frantz Fanón)
Ese salto lo comprendemos como la búsqueda incesante por superar teórica y políticamente todos los esquemas ideológicos CUYOS postulados siguen anclados al sentido dogmático y unívoco de las verdades y razones que asumimos como correctas. En definitiva, las ideas que nos sirven de referencia para luchar, situándonos en un proyecto revolucionario como éste, ya no sólo se justifican por su coherencia racional, científica o moral, sino por los contenidos históricos, vitales, espirituales y simbólicos, que detentan "irracionalmente". Esto hace posible convertirlas en una suerte de síntesis de la conciencia viva de un pueblo y no de lo que una razón predetermine como conciencia verdadera. Por supuesto que entendemos que las ideas también claman por una utopía, por algo que todavía no está presente entre todos, y en momentos, ni siquiera ha sido sumido por la conciencia colectiva. Sin embargo, para nosotros el lugar de gestación de esa utopía ya no es sólo el atrevimiento por parte de una vanguardia, de luchar por alcanzarla por creerla justa, necesaria o deseable, sino también la medida en que ella es capaz de reivindicar al otro, la propia diversidad que nos conforma y llevamos en la piel y la conciencia, o de lo que ella misma significa como sueño de un pueblo. Frente a todo esto, seguro que las acusaciones de electisimo y de idealismo, etc., no faltarán. No vamos a adoptar la prepotencia de negar absolutamente la certeza de tales acusaciones; el problema es, en todo caso, desde que perspectiva se hace esa acusación. Ojalá existan revolucionarios que hayan podido profundizar mucho más esta problemática tan compleja y abarcante, y luego hacernos critica desde allí.
2. Fundamentos Programáticos. De todas formas, hay algo que sentimos plenamente, y es que el mestizo que tanto somos en estas tierras también necesita de un ideario mestizo y de una política mestiza para no volver a reproducir la misma mentalidad del sometimiento de origen blanco, dogmático, vertical y mercantilista que nos ha aplastado. Pero sigamos avanzando curándonos en salud de los idealismos estériles. Toda esta reflexión respecto a la continentalidad de la lucha y la manera en que entendemos ser militantes de y para Nuestra América, necesariamente tiene que ir acompañada de un horizonte general, desde el cual toda la diversidad de la CHS se define programáticamente ante el momento histórico que vivimos. Antes aclaramos que lo que hemos adelantado en este aspecto, lo consideramos parte de un proceso de discusión que debe enriquecerse cada día, con los nuevos aportes que aparezcan, a partir de la experiencia, la investigación y los encuentros de organización y debate que iremos haciendo.
2.1.- Respecto a la lucha por el socialismo.
La utopía no es vano juego de imaginaciones pueriles...Nuestro ideal no será obra de uno o de dos o de tres hombres de genio, sino de la cooperación sostenida, llena de fe de muchos, de innumerables hombres (y mujeres) honestos..." (Pedro Henríquez Ureña)
Entramos ahora en el asunto más importante pero a la vez mus bizantino del debate revolucionario, por tratarse de un terreno totalmente empañado por la acción corrosiva que ha generado el discurso político tradicional de izquierda y derecha sobre estos términos casi mágico de todas las utopías libertarias y justicieras: El Socialismo, El Comunismo, La Nueva Sociedad. En los escritos de Marx, el socialismo se concibe como una etapa histórica de transición, a través de la cual, el proletariado asume la conducción de la sociedad, rompiendo con los límites de la explotación propios del modo de producción capitalista y con la existencia del aparato de Estado. El proceso material y espiritual que desencadenaría esta revolución, debe permitir el surgimiento paulatino de un nuevo modo de producción de carácter comunista, el cual se caracteriza como una sociedad sin clases, organizada de acuerdo a la libre asociación de productores.
En nuestra consideración, esta definición genérica que hace Marx del socialismo es la única donde éste adopta la forma de una "utopía concreta". Lo afirmamos porque se trata de una definición donde se ubican, concretamente, cuáles son las determinantes históricas que podrían favorecer la eliminación de las formas de opresión y explotación que rigen sobre los pueblos en el capitalismo.
"La vida social, cuya base está formada por la producción material y las relaciones que ella determina, no podrá ser librada del halo místico que cubre sus diversos aspectos hasta que se manifieste como la obra de hombres libremente asociados, que actúan conscientemente y son dueños de su propio movimiento social". (Carlos Marx)
dogmáticamente Rechazamos, sí, las posturas meramente nihilistas porque simplemente no aportan nada \ hasta niegan el principio, para nosotros irreductible, que representa la reivindicación de la esperanza como posibilidad y no como idealismo Pero en realidad consideramos que el socialismo como propósito universal emancipatorio ha sido afectado mucho mas por el ejemplo nefasto que dejaron las experiencias históricas del socialismo real' Respecto a esta larga discusión, nos interesa en estos momentos puntualizar lo siguiente desde el momento en que la revolución socialista se ahogo en un modelo de "Estado socialista" conducido por burocracias parasitarias que intentaron autoperpetuarse imponiendo una estructura de dominio político e ideológico que pretendieron vender como si se tratara de un esquema de poder natural al "modo de producción socialista", sencillamente acabaron con el proceso revolucionario que estallo en 1917 hasta extenderse por el mundo entero Las razones de esta derrota son cada día más obvias, lo que ha debido “liberar las fuerzas productivas" no hizo sino subyugarlas, impidiéndoles cualquier desarrollo económico, social, cultural o político de carácter autónomo. Como dioses, el orden de todas las cosas. terminó comandado verticalmente por estas burocracias Por supuesto que este es un juicio global y genérico que no se ajusta a muchas etapas particulares de algunas experiencias nacionales que se han vivido y que nosotros reivindicamos (en la Revolución Sandinista, en la Revolución Cubana, en la Revolución Cultural China, por citar sólo algunas) Pero desafortunadamente, el hilo conductor de una enfermedad de nacimiento, se fue fortaleciendo cada vez más
' Estamos todos invitados al entierro mundial del socialismo Yo confieso que no me lo creo. Estos funerales se han equivocado de muerto" (Eduardo Galeano)
hasta de la manera más cruel e imperialista, la superestructura de los funcionarios se chupó la sociedad y quebranto toda posibilidad de surgimiento de nueras formas y estructuras de poder y producción que le hicieran evidente a los individuo'; que se estaba construyendo una nueva sociedad donde no se reproducen las leyes eternas de la opresión En todos los modelos del "Estado y modo de producción socialista" esto fue así. Y desde la masacre de los marineros de Crostat hasta la de los estudiantes de Tia-nan-men, ellos mismos probaron hasta que punto esto era efectivamente así. Hoy pareciera que con el fracaso total de este proceso, el marxismo y todas las utopías libertarias colectivistas han debido aceptar su inviabilidad histórica o hasta la estupidez de haber sido tan siquiera pensados o añorados los sueños que contienen En efecto, para el postmodernismo, el socialismo no es mas que la ultima tumba del mundo moderno, aquel que añoró inútil o hipócritamente la razón, la libertad individual y la felicidad colectiva. Hoy solo existe cada quién, diluido en un mundo bueno o malo según los gustos La historia, en todo caso, llegó a su fin y con ella todo proyecto colectivo que asuma la condición humana como totalidad Si estuviésemos todavía sumergidos dentro de los valores, estrategias y racionalidad que Justificaron los Estados socialistas, o incluso los modelos de la socialdemocracia avanzada, verdaderamente tendríamos que darle toda la razón a esta nueva vanguardia iluminada del patronato mundial. De hecho, una buena parte de la intelectualidad de izquierda y un sinfín de partidos o movimientos ligados a estas viejas tendencias ya lo han hecho así, hasta convertirse en los nuevos paladines del neoliberalismo.
Aunque todavía sobreviven muchos individuos o agrupaciones luchando, incluso dando la vida, sometidos a la lógica de estos proyectos que suponen el reforzamiento de las dictaduras de las élites burocráticas, para nosotros ya no tienen el más mínimo sentido, y aún más, reafirmamos que el destino de tales proyectos sigue siendo el mismo: desaparecer o terminar subsumidos en el mundo del dominio. Al fin y al cabo, sólo le pertenece a ese mundo la ética y la racionalidad que gobierna dichos proyectos. Ahora, si no es esta la lógica que nos encamina a seguir luchando por los objetivos básicos que inauguró la utopía socialista, justo es preguntarnos cuál es el sentido específico que cobra para nosotros esta lucha. La respuesta tiene primero un punto de partida; no vamos a caer nuevamente en la trampa de las redefiniciones y las reinterpretaciones. En otras palabras, nos parecen elucubraciones vacías aquellas que insisten en definir cuál es o fue el "verdadero socialismo" y cuál es el apellido que éste lleva. En todo caso, a partir del PNA, reconociendo como punto de partida los esfuerzos revolucionarios socialistas que hemos vivido en Latinoamérica, desde los más ancestrales comunitarismos indígenas, hasta las experiencias de la revolución cubana, chilena, sandinista y el planteamiento mariateguista referido al Socialismo Indoamericano, nos preguntamos: ¿Dónde está entonces el aquí y el ahora del socialismo como Proyecto Político ?
En estos momentos sólo podemos dar una respuesta que no es más que una aproximación conceptual que deja abierto todo el debate respecto a la construcción y desarrollo futuro del socialismo indoamericano. Sostenemos que el socialismo es, por encima de todo, un parámetro ideal de libertad, una utopía concreta que sirve para medir cualitativamente hasta qué punto los procesos de construcción del Poder Popular, las luchas de orden contracultural. la resistencia a la opresión v a ¡a explotación, lo que puede ser la eventual acción de un gobierno revolucionario, permiten el nacimiento de nuevas relaciones sociales de producción de bienes de consumo, de conocimiento, de poder y autoridad. De acuerdo a la verificación que podamos hacer del proceso transformador, nos será posible reconocer en qué medida la motivación de los individuos a organizarse socialmente ya no gira alrededor de la ganancia, la apropiación privada o el monopolio del poder y el conocimiento, o quizás al revés, de la mera sobre vivencia y la sumisión al poderoso, sino en función del desarrollo solidario de la sociedad y la plena realización personal. En este sentido lo que hacemos es identificar el socialismo con la germinación de nuevas formas y códigos de civilización. Si el socialismo se las Juega todas en el grado de solidaridad colectiva y felicidad personal que genera el cómo producimos y reproducimos nuestra propia condición humana, evidentemente que caeríamos en una utopía inútil si pretendemos que alguna sociedad delimitada políticamente dentro de un Estado inmerso en el mundo capitalista, pueda reconocerse enteramente socialista. Pero al mismo tiempo, lo que si nos parece bien sensato, sin la necesidad de atribuirnos la certidumbre de los dioses sagrados modernos o postmodernos, es poder prefigurar esta posibilidad en el amplio contexto de Nuestra América.
Y es aquí donde se abre el debate respecto al socialismo indoamericano, y donde sólo el proceso de la misma CHS podrá alimentarlo y evaluarlo a partir de sus victorias concretas. Pero así mismo, el aquí y el ahora del socialismo se encuentra dentro de las intenciones generales que inspiran la continuidad de los procesos revolucionarios Siendo un parámetro desde el cual se definen las finalidades de la lucha por la liberación, cualquiera que sea la modalidad que ellas adquieran en nuestra imaginación, ellas están condicionadas al carácter antisistema y anticapitalista que asuma el proceso revolucionario en su conjunto El socialismo también se la juega en esta negación permanente e integral del poder político y económico. Ahora, ¿cuáles la bandera política que se alza en este recorrido si ya sabemos que no hay gobierno, ni acto puntual que pueda atribuirse la competencia de decretar el paso al socialismo? Entramos aquí en una de las búsquedas mas insistentes y a veces hasta mas engorrosas que hemos compartido hasta esta primera sistematización del PNA Nos referimos a dos elementos primero, el problema de la democracia, y luego, los aspectos centrales del método, la estrategia y la organización revolucionaria 2.2-. Respecto a la construcción de la democracia. Al hablar de socialismo nos afincamos en la incompatibilidad de la utopía concreta que éste encarna con la existencia de "Estados socialistas" Conservaremos ahora la misma lógica de esta argumentación La figura de
El nuevo sujeto es la posibilidad del 'comunismo', a 'saber, la posibilidad de una 'democracia' organizada como poder constituyente" (Antonio Negri)
los 'Estados democráticos" es una mera ficción política que en igual forma ha servido para justificar en la historia todo tipo de barbaries y sometimiento de los pueblos en nombre de la libertad. Si por democracia entendemos los mismos sinónimos que se ajustan a su significado original “el autogobierno del pueblo”, la historia de los Estados que se han regido por los patrones generales de la democracia burguesa o representativa, e incluso socialista, no es más que el intento reiterado por parte de las clase'; v burocracia': dominantes de ordenara formalizar los limites legales de esta vieja añoranza para reducirla a su mínima expresión Al recoger estos argumentos nos ponemos al margen de muchas de las concepciones tradicionales respecto a la democracia Empezamos por apartamos de la visión evolucionista de la democracia en la cual habría que pasar por las etapas burguesas, populares y socialistas para llegar a su plena realización En nuestra consideración, esta visión no fue mas que otro de los Justificativos del que se sirvieron las burocracias socialistas para autolegitimarse e imponer sus dictaduras Pero así mismo, constatamos el fracaso del antiguo planteamiento rousseauniano, por medio del cual el Estado sustentado en el "contrato social" que lo constituye, viene siendo la instancia suprema de la sociedad que permite limitar las desigualdades que ha generado la historia social del hombre La democracia Rousseauniana es solo la utopía no viable de los honestos mercaderes que desearon hacer de las instituciones políticas la garantía de la libre competencia y la igualdad de las oportunidades. También nos apartamos de las concepciones liberales y conservadoras que reducen la democracia al "Estado de derecho", donde se concibe la ley como un dictamen racional e inequívoco que impide el desbordamiento de la naturaleza autodestructiva de los hombres y garantiza la
vida dentro de una libertad controlada. Hoy, esta es una ideología que renace en sus versiones neoliberales y/o neoconservadoras, anclada todavía en el señuelo legal del Estado de derecho, pero haciendo más énfasis en la necesidad de una educación y una organización de la .sociedad que forme sujetos sociales que lo personalicen. Para ello han utilizado la figura de un "ciudadano" que debe permitir, a través de su fiel e inteligente obediencia al Estado y a la ley, forjar una "sociedad civil" muy ordenada y permanentemente auto-represiva, donde todos participamos dentro de las instancias, al menos locales, del correaje de poder sobre el que se sustenta el dominio del Estado. Insistimos que al apartarnos de estas viejas o nuevas vertientes del "Estado democrático", es porque nada o demasiado poco ellas ofrecen para la realización de la máxima democrática del autogobierno del pueblo.
cual la interpretamos, desmoronándose los conceptos burocráticos, legalistas o evolucionistas de la misma. De esta forma la democracia que no sea un hecho vivo, arraigado efectivamente a la calle, pues sencillamente no es. Esto lo constatan las luchas y vivencias que han forjado las diversas corrientes de lucha latinoamericanas, siendo una de las herencias comunes más fuertes y cohesionadoras de la CHS. De todas formas, vale la pena preguntarnos, sobre todo en este plano respectivo a la democracia, ¿en qué momento se "formaliza " todo este proceso de construcción de la democracia?. Es quizás una necesidad heredada de la civilización occidental de la cual es muy difícil deslastrarnos, sobre todo cuando hablamos en los términos de un proyecto político.
El problema para nosotros recae en la necesidad de redefinir el espacio político y el proceso histórico que identifican a la democracia. Mientras ésta siga interpretándose desde las neblinas en que ha sido acorralada por los Estados capitalistas y otrora socialistas, sin duda que tendremos muchas dificultades para superar la visión "representativa" de la misma.
No redundaremos argumentando la imposibilidad de ver consumada la democracia bajo la figura única de la forma-Estado, y mil veces menos cuando vivimos los primeros síntomas del nacimiento del Estado trasnacional del capital. Pero también sería un retroceso refugiamos en el simple anarquismo, o tratar de revivir un sentido ancestral de la vida comunitaria que ya no nos pertenece a todos.
En otras palabras, de una democracia encarnada y dirigida por la clase política a quien el pueblo delega su poder. Si por el contrario, el espacio político social de la democracia lo visualizamos directamente en los campos, en la fábrica, en la escuela, en la organización sindical, podremos constatar su existencia más bien en el proceso Histórico de las luchas que giran alrededor de la conquista de los derechos, libertades y reivindicaciones que son, en definitiva, el principio de todo camino para la realización del autogobierno del pueblo. Al visualizar allí el espacio natural de la democracia, podemos transformar totalmente la perspectiva desde la
Consideramos que debe existir dentro del proyecto revolucionario una finalidad política formal, alrededor de la cual sea posible -a través de la profundización de la lucha democrática- el que podamos ir constituyendo las bases de un Estado que en su mismo perfil institucional lleve consigo las cualidades de un no-Estado: es decir, un aparato de poder que se disgregue paulatinamente en la sociedad civil, lo que le daría un verdadero sello democrático. Esto no tiene nada que ver con la ideología neoliberal de la descentralización políticoadministrativa del Estado y la "participación ciudadana", donde lo único que .se busca es reproducir y relegitimar el aparato de Estado en instancias más
más localizadas, de manera que pueda ser más efectiva su acción y, a su vez, aminorar el poder de las estructuras -militares y burocráticas- que ya le son molestas a la globalización neoliberal y hasta pueden ir en contra de ella, como se ha visto con el resurgimiento de los movimientos nacionalistas en el mundo. Nos referimos más bien a un Estado que pueda ser sustituido por la dinámica democrática y socializante que se va dando en la sociedad. En sus mismos soportes legales deben abrirse caminos para que los espacios del poder popular puedan transformarse en verdaderos poderes constituyentes: constituyentes de una legalidad local, regional o social que abarque todo lo que atañe a la organización, la planificación, los programas de desarrollo; en definitiva, de todo lo que circunda la vida social y el reforzamiento de los espacios concretos del autogobierno del pueblo. La forma estrictamente institucional de un Estado como éste, consideramos que no puede ser diseñada universalmente tal y como la burguesía formalizó su Estado dividiéndolo entre el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Es aquí realmente donde América debe ser "original" en todo el sentido de la palabra, y no es a nosotros a quien nos toca describir específicamente esa "originalidad". Reivindicaríamos, en todo caso, el que este proceso debe estar mediado por la vigencia generalizada de procedimientos propios de la democracia directa, donde se cumpla la delegación exclusivamente funcional del poder, la rotatividad y revocabilidad de los cargos, la decisión asamblearia, la democracia del saber y todo aquello que permita desintegrar la división entre el mundo de lo político y el mundo de lo social. A un anónimo poeta barquisimetano se le ocurrió un día llamar a esto "Democracia de la Calle ". De todas maneras, sean cuales sean las formas concretas que vaya adoptando el autogobierno del pueblo, el mismo está condicionado a un conjunto de determinantes históricas de orden 44
económico, político, cultural y militar que son imposibles de eludir y que, de hecho, son las que generan toda la dialéctica contradictoria entre la voluntad y la posibilidad, la realidad y los sueños, que siempre está presente en todo proceso emancipatorio. A nuestro parecer, en las actuales circunstancias, el determinante fundamental para que este proceso crezca e inunde a la sociedad, tiene que ver con la necesidad de derrotar los códigos y vicios de una vieja cultura política que nos ha expropiado de nuestra capacidad para autogestionar libre y efectivamente los espacios y procesos de la lucha popular. Toda la vieja cultura política no sólo nos ha hecho sumisos y cómplices, sino unos feroces buscadores del poder burocrático cualquiera que sea la maniobra oportunista que lo justifique. El pueblo en general y sus sectores de avanzada nos hemos desgastado terriblemente al no desobedecer estos códigos casi enfermizos del dominio, el sometimiento y la complicidad. Para ganar la batalla de la democracia nos toca comprometernos en seguir construyendo las bases de tina nueva cultura política que, en pocas palabras, reafirme nuestra disposición a romper definitivamente con la politiquería y reafirme nuestra autonomía v tajante rechazo a la corrupción, lu apatía y la irresponsabilidad total en que ha degenerado esta vieja cultura política. El que hayamos tomado este camino como una meta de lucha democrática de primer orden, nos ha obligado a ahondar todo lo posible respecto al cómo, qué métodos, sobre qué criterios es necesario actuar para concretar lo que debe ser la dinámica en vivo de una nueva cultura política, donde gobierne e! diálogo, la horizontalidad y el encuentro igualitario de toda la diversidad de tendencias, culturas, movimientos, etc. que viven en nuestra tierra.
ideológico que ha asfixiado al movimiento popular. En todo caso, aquí podemos pecar de teoricistas, además de ultrosos y soñadores; pero en nuestra consideración toda esta búsqueda es uno de los aportes más certeros que nosotros y muchos otros han hecho en favor de la consolidación de una nueva cultura política que lleve consigo la prefiguración de una nueva sociedad.
3-. Fundamentos Estratégicos Metodológicos. Entre las tantas cosas buenas que trajo consigo la debacle del estalinismo, estuvo la reconsideración de la importancia que tiene el "proceder revolucionario" y todo lo que gira alrededor de los métodos de lucha. Pero, al mismo tiempo, se fueron abriendo las compuertas del debate ideológico, hasta ese momento enclaustrado entre las polémicas teóricas e intereses geopolíticos del propio stalinismo (tendencias prosoviéticas, prochinas, iroalbanesas, procoreanas, eurocomunistas, socialdemocráticas, etc.). Dentro del PNA hemos querido atrapar este reto contemporáneo haciendo el intento por mantener tanto la coherencia global de los principios ideológicos y programáticos -lo que vendría siendo el eje vertical de explicación del proyecto- como también en la profundización de procedimientos metodológicos o metodologías que alimenten una estrategia general de acumulación de fuerzas, que a su vez garanticen la articulación entre los postulados, métodos y espacios de intervención políticos y sociales que se planteen. Esto lo interpretaríamos como la coherencia horizontal del Proyecto. Para nosotros este no ha sido ni será un debate fácil, puesto que nos interpela a todos, ya no sólo desde el punto de vista teórico, sino a nuestra propia cultura política más aún cuando sabemos que somos parte de un proceso que sigue todavía viciado por el desarme moral,
3.1-. Respecto a la estrategia de articulación de fuerzas. "...no lo que dices, sino cómo lo dices, no lo que pintas, sino cómo lo pintas, no lo que das, sino cómo lo das, no cuánto amas, sino cómo es tu amor, no cuánto vivirás, sino coma es tu vida..." (Constancio Vígil)
El hilo histórico de la civilización occidental burguesa se centra en el desarrollo vertiginoso de las fuerzas productivas y la imposición cada vez más totalitaria y mundializante de la división social del trabajo. En su curso se fueron gestando procesos de monopolización y globalización de las relaciones de poder a los cuales ya nos hemos referido. Pero así mismo, paralelamente se fueron incrustando tanto en el inconsciente colectivo como en la mentalidad que precede la producción del conocimiento propiamente científico, una división abismal entre el sujeto v el objeto de conocimiento, o entre quien conoce y lo que es conocido, entre quién detenta el saber y quién lo ignora, entre la mente y el cuerpo, entre el ser humano y la naturaleza. Son paradigmas del conocimiento que fueron adquiriendo el principio de status de civilización en la medida en que la lógica del aprovechamiento del trabajo y del saber del otro en función de la ganancia, iba abrazando a las sociedades y destruyendo los distintos ecosistemas dentro de los cuales se abrió paso la raza humana. Tal racionalidad, poco apoco, fué convirtiendo todo lo que no existe en el conocimiento y el imaginario del
"Lo que está muriendo en nosotros, lo que está muriendo en nuestros días no es la noción de hombre, sino el concepto insular del hombre, cercenado de la naturaleza, incluso de ia suya propia- Lo que debe morir es la idolatría del hambre que se admira en la ramplona imagen de su propia racionalidad" (Edgar Morin).
poderoso en un objeto a conocer, a instrumentar, a unificar, a manipular, a vender y comprar. En el llamado "positivismo" este proceso alienante ha tenido su más delirante respaldo ideológico. Se trata de un “que y cómo conocer”, es decir, de una epistemología que empezó por conducir el método de las ciencias naturales y sociales hasta imponerse, ya en el siglo XX. como premisa; intervención del poder en todo lo que atañe a las problemáticas humanas, como si fuese la única verdad que permite comprenderlas y resolverlas. De allí deriva el imperio actual de los supergerenies, de los saberes microespecializados, de las tecnologías hiperproductivas, de las estadísticas y los cálculos, y en fin, de la ilimitada fracturación del conocimiento humano que ello implica. Por cierto y entre paréntesis, el que hay los intelectuales europeos postmodernistas y sus agencias de moda en los círculos exquisitos latinoamericanos, constaten esta aberración de la "razón moderna" y sientan la culpa por haberla alimentado y la necesidad de esconderse en el escepticismo más reaccionario, para al menos no dejar de ser la élite privilegiada que son y quieren seguir siendo, reálmente nos interesa muy poco. En la indefinible "razón de todos" no hay pueblo vencido. Y que viva la desobediencia y la rebeldía, único corazón de la esperanza y el progreso humano, como diría Oscar Wilde. En síntesis, el positivismo ha terminado por convertirse en el postulado hegemónico más fuerte del dominio, estando presente incluso como principio del propio proceder revolucionario ligado al mito paralizante del Estado socialista y sus respectivas ideologías. Partiendo de este balance se deduce que al hablar de una nueva cultura política, y más allá, de una nueva
hegemonía, tenemos que centrar mucho de nuestro esfuerzo en el problema del método: en construir una metodología útil al proceso revolucionario que sepa negar y a la vez superar la fragmentación que nació con la división social del trabajo hasta terminar de instalarse en las mentes y razones de quienes pretenden dirigir el orden social. Para responder a este enemigo creemos que no es necesario recurrir nuevamente al llamado materialismo histórico-dialéctico. que tan tristemente terminó por convertirse en el positivismo enmascarado de la ideología del Estado socialista. Y mucho menos estar proclamando “nuevas epistemologías populares" como se llamen, porque ya es el colmo que las “descubramos” y a la vez las "definamos y las formalicemos", creyéndonos los "Kant" de la revolución popular. Este es el círculo vicioso de todos los verdaderos teoricismos: proclamar y definir la nueva razón o sinrazón, la nueva verdad o la nueva incertidumbre, para luego enterrarlas en los libros y vivir de ellas. Simplemente nos interesa el como proceder a la construcción efectiva y horizontal del conocimiento y cómo éste se articula con una práctica integral emancipadora. Nos interesa el camino andado en ello, y no las esencias o inecencias, nuevas o eternas. Nos interesa construir, al menos, una pequeña certidumbre libertaria que sirva en la práctica a los objetivos por los que nos toca hoy luchar. En tal sentido, tal y como fue apareciendo en el PNA un principio "mestizo” de identidad político ideológica, la identidad metodológica que hemos venido generando tiene una raíz mestiza. Se trata de una reinterpretación de distintas metodologías de intervención social, pero desde una perspectiva articuladora y contracultural de las mismas
intentando extraer de ellas todo el potencial que poseen a favor de una práctica emancipatoria que tienda a superar la visión social del trabajo, profundice la confrontación a la hegemonía positivista y facilite la generación de múltiples formas del protagonismo popular. Entre otras, la hermenéutica, el constructivismo metodológico y las metodologías cualitativas han aportado mucho a este fin. Nuestro propósito se centra en aumentar una estrategia de articulación de los ejes fundamentales sobre los que descansan los métodos de intervención social fomentados por estas diversas tendencias críticas de las ciencias sociales, las cuales por cierto han contado con una muy importante impronta por parte del pensamiento crítico latinoamericano. Hablamos de cuatro ejes principales: la pedagogía liberadora, la comunicación alternativa, la investigación-acción y la organización autogestionaria y antiburocrática del pueblo. Sobre todos estos esfuerzos metodológicos recae una triple exigencia que es necesario seguir trabajando: •
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La elaboración de programas y principios metodológicos alternativos a lo que es el desarrollo de políticas de dimensiones continentales y hasta mundiales, encauzadas por las principales agencias culturales de la globalización. El enriquecimiento de las metodologías específicas en cada uno de estos terrenos, de manera que ellas faciliten con mejor y mayor eficacia la participación popular y la calificación de los procesos y espacios de las luchas del pueblo. Y por último, el indispensable salto de la mera intervención de orden localista hacia la construcción de redes y movimientos sociales que empujen social y políticamente estas dos primeras exigencias del método, hasta hacerse capaces de
incidir, efectivamente, en los procesos reales de organización y desarrollo de la sociedad.
"Hay que relacionar :el descubrimiento y el reconocimiento de la realidad (investigación) con la apropiación y aprehensión, de la esencia de esa realidad descubierta (educación, pedagogía), y con la reproducción e intercambio con otros (comunicación) a través de procesos intencionados y lógicos, insertos dentro de las estrategias organizativas populares, ligados a lo cotidiano de la gente". ( Raúl Leis)
Como vemos, se trata de una metodología que apuntala hacia una estrategia de articulación de las fuentes claves de la lucha hegemónica -la educación, la investigación, la comunicación, y la organización- con el fin de generar un nuevo criterio de intervención social que sirva al enriquecimiento y diseminación de una nueva cultura política. A estos postulados metodológicos los hemos apodado "Método INVEDECOR" para poder particularizar su importancia dentro del proyecto estratégico general. Se nos preguntaría, ¿dónde se ubica ella en el débale contemporáneo de orden epistemológico? Si esto es necesario hacerlo, en lo que llaman el "paradigma ecológico", como principio de refundación de un nuevo código de civilización que nos permita abordar la realidad humana en toda su integridad biológica, social, cultural, etc., y el derecho que tenemos de asumir igualitariamente la armonía y la autogeneración de la totalidad de la realidad humana. 3.2-. Respecto a la estrategia global de acumulación de fuerzas. Con el desarrollo del Método INVEDECOR comienza a definirse una línea, como decíamos, "horizontal", de integración del PNA. Para un Proyecto de esta naturaleza, se trata de una necesidad fundamental a la hora de reconocer cuáles son los hilos estratégicos que unifican toda la diversidad de iniciativas que caben en él, para él y desde él.
Para fundamentar esta línea horizontal ya comamos con los elementos básicos de definición política y programática que hemos ido exponiendo como eje vertical del proyecto. A partir de allí se establece una conexión con lo que es, por un lado, un modelo general de acumulación, y por el otro, los proyectos específicos que habrán de desarrollarse a partir de un plan estratégico de trabajo dentro de tiempos y espacios sociales de intervención delimitados. En estos últimos termina de concretarse la direccionalidad horizontal del proyecto, acompañada de los criterios de organización, coordinación y evaluación que habrán de emplearse dentro de la organización del PNA.
históricos de nuestra revolución, muy recordados hoy por distintas corrientes del movimiento popular Venezolano.
"De pronto, entonces, todo fue posible: que las masas ocuparon las calles de la ciudad coma espacio propio; que las viejas formas de cortesía y respeto se vinieran al suelo; que la noción de la propiedad perdiera su aura; que los jóvenes más pobres imaginaran un futuro radicalmente distinto..." (José Joaquín Brunncr)
En lo que respecta al modelo general de acumulación de fuerzas, recapitulamos las ideas que se esbozaron desde el capítulo referido a la concepción del accionar revolucionario: no estamos para engordar un cuerpo único de organización, sino para favorecer la articulación, cualificación y desarrollo de los diversos espacios autónomos de la lucha popular, en función de la “ En los Bosques, los Árboles están construcción del Poder Popular, el socialismo abandonados a su instinto –en el desorden consiste su hermosura –el indoamerícano y la democracia de la calle. dueño no va a visitar su propiedad, sino Para ello, es necesario que definamos los con el hacha en la mano. Hacen otra espacios de acumulación que nos sirvan, más que cosa los Soberanos con sus Pueblos?”
para formalizarlos y separarlos, para poder distinguir las particularidades que cada uno de ellos implica tanto en la práctica, la organización, como en el mismo desarrollo del debate en que cada uno de ellos se da. Estas áreas son tres: cultural, política y de autodefensa. Para explicar mejor la idea cié acumulación tomaremos como referencia las características específicas del accionar revolucionario de Simón Rodríguez, Zamora y Bolívar, tres personajes
(Simón Rodríguez)
Primero tomemos a Simón Rodríguez.. En la práctica concreta de este "Robinsón de la revolución latinoamericana" se destaca algo muy curioso e importante: la construcción de una opción pedagógica para una república y un republicano "original", acorde al proceso libertario que comenzó a principios del siglo XIX Esta construcción se confunde con el proceso general revolucionario a partir de lo que ella misma le aporta como experiencia pedagógica y como teoría acerca de ella, lo que le permitió a Rodríguez generar toda una concepción de la libertad y de la formación de una sociedad facultada para garantizar y expandir esos principios de libertad y liberación. Lo que nos interesa destacar, en este caso, no es propiamente la teoría pedagógica robinsoniana -simplemente la asumimos como el punto de partida de la educación popular latinoamericana-, sino cómo ella fue construyéndose fuera del ámbito específicamente político o militar de la revolución latinoamericana. Ya sea en Caracas, Europa, Bolivia o Latacunga, Simón Rodrigue- perfiló los primeros cimientos para la destrucción definitiva de los pilares del conocimiento y la educación heredados de la Colonia, lo que nos sirve para ejemplificar, si se quiere en su forma más pura, las motivaciones intrínsecas de la ludia hegemónica y la dinámica de acumulación que ella implica como esfuerzo contracultural. Con el ejemplo de lucha de este soñador de América, podemos reconocer el rango particular que posee la cultura en la lucha
La importancia del guerrero que simboliza Zamora, la entendemos no sólo por lo que puede representar como héroe de un pueblo, sino por las características que éste le imprimió al ejercicio específico de la guerra. Zamora, en este sentido, es quién inaugura en nuestro país, la práctica misma de la guerra popular.
la cultura en la lucha revolucionaria. Ella no es un instrumento como tantas veces se le ha querido ver, sino un espacio donde se juntan y desarrollan, en su forma más creadora, las fuerzas revolucionarias de un pueblo. Muy distante del Marxismo, sin embargo en este campo Simón Rodríguez aparece como un precursor de Antonio Gramsci. Y así como Rodríguez nos da un ejemplo, tantos otros hombres y mujeres, sean ellos Paulo Freiré, Violeta Parra, Diego de Rivera, y pare de contar, son ejemplos de esta misma experiencia, al convertirse en inspiradores de verdaderos movimientos populares contraculturales que han marcado pauta dentro de la cultura latinoamericana. Definimos entonces el campo "robinsoniano" (Samuel Robinsón era el apodo de Simón Rodríguez) como un campo específico de acumulación, que podremos evaluar a partir del nivel de desarrollo autónomo que cobren estos movimientos de creación cultural que antagonizan de una manera creadora la cultura dominante en todas sus vertientes, y el aporte que desde el PNA podremos hacer a esta construcción. Otro personaje es Zamora. Al igual que Simón "Rodríguez, Ezequiel Zamora es un ejemplo de la determinación de avanzar la lucha revolucionaria en uno de sus espacios particulares. La guerra de la Federación hasta la muerte de este caudillo del pueblo, es quizás la primera guerra auténticamente popular que se desarrolló en todo el país, lo que le imprimió una inmensa dimensión política gracias a sus reivindicaciones fundamentales, libertarias y antioligárquicas.
Lo demuestra en sus campañas, en la organización de su ejército, en sus maniobras militares y, por supuesto, en quiénes eran los protagonistas y voceros de esa lucha. ...y no habrán ni pobres ni ricos, ni esclavos ni dueños, ni poderosos que sin descender la frente se tratarán de vis a vis, de quién a quién..." (Ezequiel Zamora)
Al igual que Rodríguez no pudo consumarla, pero dejó abierta una experiencia que se ha ido enriqueciendo en este siglo y todos los lugares de América, en muy distintas formas y propósitos y bajo la tutela de revoluciónanos Zapata, Sandíno, Farabundo Maní, Camilo Torres, Argimiro Gabaldón, hasta la emblemática figura del subcomandante Marcos Nos interesa en este caso, resaltar cómo la violencia entendida desde el terreno de lo popular, también deja de ser un simple instrumento de lucha para con venirse en una expresión de la revolución desde la cual los pueblos, además de combatir, logran redimirse corno tales. La violencia no es cualquier violencia, como no lo son ni sus armas, ni sus tácticas, ni su misma concepción ética. Ella se da desde la forma y el contenido en que los pueblos la legitimizan como propia.. Desde este punto de vista, la violencia, sin encerrarla ni ponerle fecha y forma de ejercicio, se traduce en nosotros como el campo "Zamorano" de acumulación de fuerzas.
siendo ella misma una práctica que ha de encontrar su propia autonomía relativa, no sólo técnica y organizativa, sino como movimiento de combatientes en el cual se funda la experiencia de la lucha guerrillera, de los militares patriotas y de los cuerpos de autodefensa del pueblo. Llegamos al tercer personaje; Bolívar. Es sin duda alguna el más complejo de los personajes y, en éste caso, el espacio de acumulación más difícil de particularizar. Bolívar, más allá de su trascendencia histórica y de la corriente de liberación que él simboliza, es una figura a través de la cual podemos encontrar el más alto grado de síntesis de la lucha revolucionaria. De Bolívar recogemos, en este caso, el cruce entre un pensamiento anticolonial, igualitarista y americanista, y un intento sin igual de su concreción en la formación política de los Estados del Continente. Probablemente de los planteamientos concretos que promovió Bolívar en función de la constitución de las Repúblicas soberanas no quede mucho por recoger hoy en día. Queda, no obstante, el sentido que éste le da a la lucha propiamente política o por el poder. A través de su ejemplo, percibimos la negación misma del concepto restringido, partidista y burocrático que la lucha por el poder torna en la sociedad burguesa, hasta afianzarse en la democracia representativa, para convertirse en una síntesis de los procesos de lucha real que transcurren alrededor de los movimientos sociales, las iniciativas de confrontación y las formas de lucha que han de escogerse en un momento determinado.
Es la política como hilvanación de un ideario con los procesos históricos sociales en que se desarrolla y no como ámbito particular que se autoconcede el privilegio de establecer los límites de la lucha institucional por el poder. "...nuestra misión solo se dirige a romper las cadenas dela servidumbre que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, o que el derecho de la guerra podría autorizarnos." (Simón Bolívar)
De hecho, el antagonismo frontal de Bolívar a la lógica de partidos y su llamado a la unidad desdeñando de iodos ellos, concentra la génesis de una concepción absolutamente alternativa de la política. Bolívar es por ello una ejemplificación clara de lo que desde el PNA entendemos como lucha política, o mejor, de la política como espacio particular de acumulación de fuerzas. Este espacio "bolivariano" de acumulación, al no seguir la lógica de partido, necesariamente tendrá que reconocerse desde las reivindicaciones políticas revolucionarias que nacen de las luchas populares y su necesaria transformación en Movimientos Autónomos de Base, en colectivos revolucionarios que asumen autónomamente el PNA. Es decir, de la lucha por y para la construcción de un poder revolucionario ligado a las luchas locales que se entroncan globalmente con las grandes vertientes que recoge la Corriente Histórica Social. El apoyo a la formación del Movimiento Autónomo de Base y la constitución de los colectivos ha de fomentarse por allí, no sólo en el ámbito de nuestro país, sino como posibilidad de gestar espacios políticos revolucionarios de orden local, nacional y continental tal y como lo asumió Bolívar, o más recientemente, de acuerdo a las pautas que se abrieron con
el Che y que han seguido los movimientos cristianos e indígenas. En lo que representan como símbolos y contenidos los espacios Robinsonianos, Zamoranos y Bolivarianos (el creador, el combatiente y el político que debemos ser), podemos entonces resumir el ámbito global de la acumulación de fuerzas en el PNA. De aquí podemos deducir cuál es entonces el proyecto político-estratégico del PNA: el fortalecimiento y articulación de estos espacios de acumulación en función de la construcción de una nueva sociedad nuestramericana, hegemonizada por los idearios libertarios, democráticos y socialistas por los que han luchado nuestros pueblos. Ahora: ¿dónde se precisa este proceso de construcción estratégica en la dinamia interna del PNA ? El proceso no puede regirse de acuerdo a una línea única que adecúa todas sus partes a una dinámica homogénea e inflexible. Precisamente, porque existen corrientes, sujetos y espacios sociales, metodologías y objetivos concretos que pueden legara ser muy di versos, no puede entonces existir una línea direccional que abrace en igual forma a todas sus partes. Por el contrario, el proceso de construcción estratégica del proyecto se genera a través de toda la gama de proyectos específicos que articulan y a la vez particularizan los diversos espacios de acumulación
La riqueza y la fuerza del Proyecto sólo podrá medirse de acuerdo a la cantidad y diversidad de proyectos autónomos de lucha que estemos en capacidad de inspirar o ayudar a desarrollar. A su vez, la historia que éstos recorran, sus luchas y debates, fracasos y victorias, debe permitirnos nutrir este proyecto de mayores experiencias y profundidad de contenidos ideológicos. Es bueno insistir que no estamos hablando de una suma arbitraria de proyectos a escoger e incentivar. Preferiríamos entendemos desde las prioridades de trabajo, de acuerdo a las posibilidades reales que existan y las exigencias del momento histórico que se viva. Más aún, necesitamos integrar los esfuerzos que se hagan partiendo de una planificación del proceso dentro de tiempos delimitados, teniendo en cuenta el carácter cambiante y contradictorio de la realidad. Es decir, que no se trata de darle una direccionalidad a la acción de una manera ciega y lineal, donde todo debe cumplirse exactamente de acuerdo a las intenciones que nos muevan en un momento dado, al establecer los planes de trabajo generales y particulares. Se requiere de una idea muy abierta y dinámica de la planificación, acorde a los elementos que aporta en este sentido la Planificación Estratégica. Incluso, a sabiendas de que estamos sumergidos dentro de una realidad tan crítica y explosiva, debemos estar preparados para cualquier cambio dramático de la realidad que no
realidad que no se atenga a ningún tipo de lógica o tendencia inmediata que hayamos previsto en ella. Esto nos obliga a incorporar en toda planificación de orden estratégico la importancia que tiene el estar alertas ante cualquier contingencia que exija un cambio completo de los rumbos y los planes concretos de trabajo. Ahora cabe hacernos una última pregunta respecto a los fundamentos del Proyecto Nuestra América. ¿Quién y cómo decide, coordina, planifica, evalúa y se compromete plenamente con este proceso? En otras palabras, cómo caracterizamos y qué forma debe adoptar el espacio organizativo interno del PNA.
IV-. Fundamentos Organizativos. 4.1-. Respecto a la organización del PNA. Al principió de este documento hablábamos de afianzamos en una ética y una comprensión de nuestro entorno y nuestra acción que se inspirara en una "razón de lodos" y no en la razón de Estado, o en la razón de partido, o en la razón de la explotación, o en "la razón de todas las razones", si así cabe decirlo. Al llegar a este punto pareciera que el mundo se nos volvió a cerrar y nuevamente nos toca hablar de un entorno sectario y exclusivo, sólo nuestro y, por tanto, potencialmente dispuesto a convertirse en un agente reproductor de todas aquellas razones de la dominación. Esta preocupación es tan cierta como la historia revolucionaria reciente lo demuestra. Pero a la vez. la necesidad de cohesionar y organizar las vanguardias de los pueblos, siempre será una condición para todos, mientras no se destruyan las estructuras de la opresión y desaparezca el miedo de los pueblos a conquistar su libertad. El dilema de la organización propia es por ello imposible de evadir; por el contrario, es necesario reivindicar el principio de la organización de la vanguardia. Lo afirmamos haciendo de ella un reto donde logremos hacer desaparecer el fantasma que actúa a la final
“...Sólida armazón de individualidades que caminan hacia un fin común; individuos que han alcanzado la conciencia de lo que es necesario hacer; hombres que luchan por salir del reino de la necesidad y entrar al reino de la libertad.” (Ernesto Che Guevara)
“He proclamado la libertad absoluta de los esclavos. ¡ La tiranía de los españoles les ha puesto en tal estado de estupidez e impreso en sus almas tan grande sentimiento de terror, que han perdido hasta el deseo de ser libres!.” (Simón Bolívar)
contra la justificación de la organización de las vanguardias de los pueblos, o al menos, contra la utopía que las convoca a fundarse originalmente. Debemos buscar cómo superar la imposibilidad de desligar la organización revolucionaria de las razones de la dominación; de la burocracia, el autoritarismo, la frustración del protagonismo individual y colectivo, etc. Para darnos una respuesta, comencemos por reconocer primero, que el problema organizativo descansa en la concepción ideológica con que se asume y no un mero escollo técnico-administrativo. Luego, que todas las contradicciones entre el hecho y el deseo que tienen que ver con la dinámica de organización no son superables por la buena voluntad, o porque decretemos esquemas más flexibles u horizontales. En realidad, las tensiones que genera la autoconservación de la organización revolucionaria son ineludibles y siempre existirán. No obstante, ellas tenderán a aumentar en la medida en que dentro de la propia organización no exista un "clima organizativo " desde el cual, el individuo que participa en ella tenga los canales para apropiarse de sus derechos de participación, libre debate y disidencia, garantizando su cualificación integral, práctica y teórica, corno militante y persona. Consideramos que sólo de esta forma, ya sea en los esquemas verticales u horizontales de organización, armados de acuerdo a las características de los espacios de lucha
a organizar, podremos superar progresivamente las barreras de la división social del trabajo que en ella se reproducen y causan la gran mayoría de los males burocráticos y hasta opresivos que tienden a reproducirse en forma natural en todo espacio orgánico y de una manera muy particular en la organización revolucionaria. El espacio organizativo básico debe ser entonces un centro, un colectivo autónomo articulado con otros, desde el cual se coordina y planifica la acción revolucionaria; pero a la vez, un centro de encuentro que cualifica integralmente al individuo, garantizándole las herramientas para el desarrollo de sus capacidades criticas de pensamiento y autónomas de acción. Por otra parte, la organización independientemente del esquema general orgánico con que se cuenta, la entendemos como una resultante del proceso de acumulación de fuerzas, y por lo tanto ella también es un camino que tiende a redefinirse y reestructurarse permanentemente. Somos contrarios a esas viejas concepciones que aún defienden el "centralismo democrático", ya que por lo general, a la final, lo único que garantizan es el estancamiento espiritual y político de la fuerza revolucionaria, independientemente de la aparente eficacia que representa el tener centro de mandos fijos que se reproducen según normas estatutarias igualmente fijas. La organización revolucionaria sólo es lo que puede ser según su fuerza, y lo que tiene que ser según sus ideales, el momento histórico y las metas que se fije. Para mantener esta filosofía, ella tendrá que conservar en su seno una verdadera y transparente cultura del debate que le permita
ajustarse desde una "razón de todos" y no "de pocos", a los deberes y posibilidades que de ella nacen. Su permanente reacomodo no podrá ejercerse de acuerdo a las arbitrariedades de nadie, sino en base de la necesidad que nace del consenso que genera el debate colectivo, tan continuo y abierto como su propia integración, sus recursos y límites de seguridad se lo permitan. En definitiva, la organización revolucionaria la entendemos como el espacio y el proceso más acabado del débale y el compromiso entre iguales.
4.2-. Respecto a la concepción organizativa del P.N.A. El carácter de la organización del PNA naturalmente tiene el sentido clásico de una organización de vanguardia. No es, ni debe ser, en sí misma, una organización de masas. No por prejuicio "antichusma" o "vanguardismo iluminado", sino por el contrario, porque toda la organización la entendemos como un sujeto colectivo que garantiza la coherencia y la unidad de acción entre aquellas que son los constructores reales de los espacias que multiplican y articulan la lucha revolucionaria. Es un proceso y un espacio diverso que sirve para cumplir finalidades, objetivos y metas, que en la medida en que se realicen permitirá que la organización pase a manos de nuevos sujetos y a nuevas colectividades de vanguardia.
Ahora bien, ¿se trata de una vanguardia monocromática y monolítica?. Por supuesto que no. La organización de vanguardia que asume el PNA tiene que entenderse desde las características de una vanguardia colectiva, una vanguardia donde se encuentren diversas colectividades revolucionarias que asumen integralmente el PNA. Esto nos lleva a definir su organización como un sistema multiplique que se coordina e integra permanentemente en y entre todas sus partes, pero sin atiborrarse en una enredadera de problemas internos que la convertirían en un organismo extraño al dinamismo y las contradicciones de la realidad. De allí la poca importancia que adquieren los tradicionales ritos internos, como son los Congresos, las reuniones de dirección, los informes, las normativas, y la preeminencia que cobran todas aquellas iniciativas tendientes a cohesionar la direccionalidad estratégica y las políticas de orden táctico de todos los colectivos que autónomamente asumen el PNA La organización no es, entonces, la locomotora que arrastra vagones sin empuje propio, sino un organismo vivo donde interactúan diversos sistemas ligados al empuje de la lucha popular. Es donde el amplio marco de articulación de los espacios de los campos de la lucha del pueblo debe lograr alcanzar su más alto nivel de concentración y coherencia, lo que convierte a la organización en un espacio que se
fortalece en la medida del alcance de las luchas populares y no al revés, como lo impone la exclusividad de la lógica de partido. De esta forma, tomando la fuerza potencial que hoy posee el PNA, su organización debe girar alrededor de los proyectos específicos que para esta etapa histórica el se trace. En Venezuela luego de haber vivido las iniciativas insurreccionales del año 92, estamos en una etapa en que ameritamos centrarnos en la acumulación orgánica de fuerzas; en la construcción más que la reconstrucción, de un movimiento que cubra las expectativas que quedaron abiertas desde el año 89 e impida la relegitimación del régimen de dominación.. Por ello es tan importante afianzar los trabajos concretos que se hagan en las distintas comunidades, culturales, sociales o locales que ya han sido sensibilizadas por la necesidad de transformación, y para ello necesitamos organizamos en función de los objetivos estratégicos que puedan ser planteados desde y para cada una de ellas, contando con cada uno de los que ya somos parte de tales comunidades. Pero al mismo tiempo, es indispensable generar las instancias de coordinación y debate de todos los que vayamos asumiendo el compromiso con el PNA. Ese encuentro regular de la "militancia", más que estar delimitado por un esquema fijo de organización, comienza, primero, por estar presente en los diseños de
planificación de las iniciativas específicas que se vayan emprendiendo, lo que supone establecer este objetivo dentro de las metas de trabajo que nos fijemos. En segundo lugar, tenemos que ir mejorando y profundizando permanentemente lo que podríamos llamar “los modelos organizativos de integración y articulación” dentro y entre cada uno de los espacios de acumulación de fuerza para hacer más eficientes los momentos y las actividades de encuentro. Desde una perspectiva amplia y general, esto significaría la integración de cada una y entre cada una de las esferas de acumulación de fuerzas en lanío objetivo estratégico del proyecto en esta etapa de lucha. Se necesita, por tanto, definir bien cuál es el objetivo político principal que lo acompaña para de esta forma generar alrededor de él modelos organizativos internos que nos permitan garantizar la integración de los sujetos que participen y a la vez prever los mecanismos de acompañamiento o continuidad que éstos tengan con otros campos de la acción revolucionaria. También pudiésemos hablar de "jerarquías organizativas internas", aunque en este caso ya no estamos hablando de jerarquías de mando, sino de su importancia integradora y articuladora. Primero están los colectivos que se organizan en forma natural y autónoma con sus respectivos proyectos de lucha. Luego están los espacios específicos de encuentro que organizativamente se regirán en base a los modelos organizativos de integración local o regional que se vayan consolidando y; por último, los encuentros generales de los mismos participantes del proyecto, ya sea como CHS, es decir, desde su identidad
político ideológica, o como militantes de un compromiso común de trabajo a nivel regional o nacional. Para decirlo en los términos del viejo léxico revolucionario: el máximo congreso del PNA es la "Asamblea General de la Corriente Histórica Social ", congregada en su primera oportunidad en Abril de 1987.
4.3-. Respecto a las razones y pasiones de la organización. Hasta aquí hemos abordado temas que atañen tanto los fundamentos como la organización del PNA, pero todavía hay aspectos de estas luchas que no integran los principios conceptuales que lo nutren, pero que sin duda han tenido una importancia relevante en toda la historia que precede a esta elaboración teórica. Nos referimos a los problemas que hacen parte de la identidad y subjetividad que surgen en la medida en que se multiplican los caminos, los dilemas y los retos dentro de esta compleja opción revolucionaria. Como Proyecto partimos de una triple identidad: de una identidad de clase (la lucha contra el capitalismo por la emancipación del trabajo), nacional (la visión de Nuestra América como una Nación de Naciones en proceso de liberación) y étnica (nuestra "originalidad" histórica, su resistencia y permanente crecimiento). Se trata de una identidad primigenia desde la cual nos situamos para mantener la consecuencia de nuestra lucha, pero que no
resuelve todas las interrogantes y contradicciones cada vez que optamos por reafirmarla.
“E1 derecho a la rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir. Rebeldía, grita la mariposa al romper el capullo que la aprisiona; rebeldía, grita la yema al desgarrar la corteza que le cierra el paso; .rebeldía grita el tierno ser humano al desgarrar las entrañas maternas; rebeldía, grita el pueblo cuando se pone de pie para aplastar a tiranos y explotadores" (Ricardo Febres Magón)
En e! recorrido de este camino, la identidad política e ideológica del colectivo , condicionada por la gravedad o complejidad de lo momentos coyunturales que se viven, permanentemente tiende a disolverse o comprimirse. La solidaridad, a la hora de confrontar un enemigo común que venga de! sistema o el propio Estado, fortalece el encuentro, mientras que la proyección de políticas, los lentes desde los cuales se interpreta, más bien produce un debilitamiento de las mismas y con ello, la dispersión de fuerzas y la pérdida de sus hilos orgánicos. Dentro de esta tensión intervienen elementos que tienen su raíz en la diferencia de sensibilidades y mentalidades entre generaciones. No son los mismos aquellos que han venido participando en esta lucha desde los años 60; una generación que apodaríamos “guevarista”, los que empezaron y crecieron en esa etapa "boba", de los finales de los 70 y los 80; la generación "sandinista" o aquellos que se han abierto paso, digamos, desde la Rebelión del 21-F; la generación "febrerista". Entre ellas se cruzan obsesiones, anhelos y experiencias muy distintas que en momentos enriquecen profundamente el encuentro, pero en otros son capaces de dificultarlo muchísimo. A esta diferencia se le juntan nuestras distintas raíces de clase, que sin duda siguen haciendo estragos a la hora de examinar la división entre el trabajo manual e intelectual que secuela a lo interno de la organización revolucionaria. Con ello se produce una continúa contradicción que se
refleja muy claramente en lo que llamaríamos "la pelea por las palabras". Los conceptos académicos, las síntesis teóricas, muy afines a la sensibilidad y al imaginario de quienes venimos o hemos participado del debate teórico que impregna a las universidades o los círculos políticos de izquierda, siempre han chocado con la percepción más vivencia! donde encuentran su identidad el común de los luchadores del pueblo. Es una doble alineación-intelectualista y marginalista- que no ha descubierto todavía un terreno fluido de diálogo y superarse a través de él. Sabemos que en aquella máxima del pensar globalmente y actuar localmente, es decir, en las luchas reales de los pueblos está el horizonte de superación y quizás el destape verbal y la poesía que cubre por momentos nuestros mensajes es prueba de que esto se está materializando.
"No bailan los sapos y culebras que pronuncian las bocas del albañal. Vómito de palabras, purgación del idioma infecto, comido y recomido por unos dientes cariados, busca donde nadan trozos de todos los alimentos que nos dieron en la escuela y de todos los que, solos o en compañía, hemos masticado desde hace siglos. Devuelva todas las palabras, todas las creencias, toda esa comida fría con que desde el principio nos atragantan." ' (Octavio Paz)
Pero también sabemos que hasta tanto no se sobreponga esta doble alienación, la manipulación intelectualísta del concepto, la escritura y la supuesta superioridad en la coherencia del lenguaje oral seguirán mediatizando el surgimiento de los verdaderos lenguajes de la liberación, y explotando el beneficio del liderazgo intelectual, el trabajo revolucionario concreto que otros hacen. Por ello agregamos que no habrá movimiento auténticamente revolucionario mientras éste no se asiente en la formación continua de luchadores que estén en capacidad y cuenten con la voluntad de asumir integralmente su compromiso de lucha.
Luego nos encontramos con otro tipo de tensiones, muy ligadas a los espacios sociales y regionales en los cual nos desenvolvemos. Ellas generan mentalidades y pasiones muy distintas que luego se expresan en todas las formas de regionalismo, localismo, conservadurismo o ultrismo que estamos acostumbrados a ver. Esto no quiere decir que mecánicamente se es ultrista si se es estudiante, conservador si se es un trabajador asalariado, localista si se es un luchador de barrio o regionalista si se es guaro u oriental. No es así. primero porque nadie es sólo lo uno o lo otro, pero sin duda esta condición social o geográfica de cada quien, tiende a generar tipologías de la acción militante que cuando se enclaustran en su propio mundo tienden a agrietar la coherencia general de la acción y el pensamiento revolucionario, hasta restarle mucha de su identidad conjunta y su coherencia láctica y estratégica. La verdad es que este tipo de contradicciones, que son muy naturales y hasta necesarias, por momentos se transforman en los muros de identidades cerradas, gracias al propio desarme ideológico del movimiento popular, el cual contrasta con su necesidad de actuar y responder casi desesperadamente a los problemas de miseria, injusticia y represión que son consecuencia de la crisis nacional en que nos encontramos Tal situación exacerba los contrastes hasta volverlos irritantes cuando no se palpa el avance o no se logran las victorias que necesitamos. En todo caso, se trata de un problema de madurez política que proyectos revolucionarios como el que enarbolamos no podrá alcanzar porque lo deseemos, sino en la medida en que amplíe y profundice su
experiencia, a sabiendas que en cada nuevo terreno que aborde nacerán otros contrastes que no tienen forma de ser resuellos con las herramientas del pasado. En efecto, podemos sumar ejemplos donde la confusión entre la razón y la pasión termina condicionando la identidad de un proyecto. Desde la misma incapacidad para establecer los límites entre un debate político y los antagonismos individuales, hasta la dificultad para mantener un diálogo constructivo entre las distintas expresiones de la Corriente Histórica Social, a quienes siempre les seduce encerrarse en sus propios fundamentalismos y mantener posiciones de negación principístas frente a otras. En todo caso lo importante está en el futuro del Proyecto Nuestra América, en lo que pueda ofrendar este ideario a la liberación de nuestros pueblos, en lo que él sume e integre y en esta misma medida, comprenda y describa mejor sus propios principios. Si es así, las nuevas reflexiones respecto a este hermoso andar las escribirán otros... que ellos digan...
Roland Denis
II-. UTOPIA NUESTRA
1-. El Fin del Etapismo Dentro de un mundo donde finalizan las mistificaciones y se desnudan nuevamente los intereses, los sueños o intenciones de ricos y pobres, se hace evidente que no podemos seguir enfrascados en la lógica de programas que adoptan como premisas los límites del Estado nacional. N i n g ún n e o est a tis m o o neokeynesianismo es aún posible, pero al mismo tiempo no podemos contemplar alternativa alguna que no se pasee por las realidades regionales y e! derecho a la autodeterminación de las naciones y los pueblos. En otras palabras, por las condiciones y aspiraciones específicas en que se desenvuelve la vida cotidiana del individuo y del colectivo ya sea como comunidad, clase, étnia o nación. Tampoco tiene sentido reproducir las distintas herencias mesiánicas y salvacionistas que absorbieron a muchos movimientos de liberación. Si la lucha por la emancipación del trabajo es también un medio eficiente de lucha, entonces la revolución es para ya, ella no espera por el acto de formalización de la toma del poder, ni siquiera se condiciona a ello, no está a la espera de la caída de los poderes nacionales y menos a un cataclismo final del capitalismo. El proceso revolucionario, siendo algo que vive permanente dentro de una lógica contradictoria, se infiltra dentro de la resquebrajada cohesión de los Estados y a la vez se realiza en el poder que logran generar las comunidades de cualquier forma, con o sin el Estado en las manos. Por razones que no sean otras que la necesidad de sobrevivir, él no necesita hacer caso alguno a la obediencia, a la
regularidad, a los límites, los tiempos y ritmos económicos o políticos en que se desenvuelve el proceso de reproducción del Estado burgués. Tengamos en cuenta que ante la sociedad a este último no le queda más que ofrecer cifras de equilibrio y crecimiento que pueden ser buenas o malas. Las políticas ya están preestablecidas mundialmente, por lo tanto no tiene otra opción que informar como le va en la administración de estas. A nosotros nos queda todo el resto, que ya no es el lugar marginal del sueño de los subordinados, es el trabajo creador mismo, es reconstruir y recrear las rafees de la sociedad en la medida en que se acrecienta la dinámica y capacidad de lucha.. Para lograr este nivel de autonomía frente al Estado necesitamos superar la movilidad del capital. Entendamos que en su movimiento de fugas y regresos ya no es sólo el peligro revolucionario lo que lo mueve de un lugar a otro, es la comparación diaria de los índices de interés económico, la variabilidad de las tasas de interés, los precios de las monedas, los impuestos internos de cada país, los mercados de inversión que se abran, hasta la salud del Presidente o la turbulencia del clima político. Por lo tanto no tiene ni siquiera sentido esperar que en medio de un proceso importante de cambio podrá quedarse algún capital que no fuese el de los últimos pequeños propietarios que no tuvieron la oportunidad de abrir una cuenta bancaria internacional. Nos quedaremos únicamente con lo que somos material e intelectualmente, y de eso dependerá todo. No hay entonces programas intermedios. No hay forma de romper por etapas. Tenemos que ayudar a impulsar la constitución al menos de las condiciones mínimas sociales en cuanto a organización, conciencia crítica, espacios comunicacionales, capacidad autogestionaria, resistencia a la violencia de Estado, que nos permita
avanzar en la construcción de una nueva sociedad. Y para ello es fundamental nuestra movilidad, nuestra capacidad de entrelazamiento, de cerrar y abrir nuevos espacios de lucha, generar nuevos procesos de resistencia donde le peleemos la hegemonía efectiva a las instituciones y valores del orden, y en todo esto privan los nuevos modos de producir conocimiento, comunicación, organización que logremos alcanzar.
2-. El Nuevo Democracia
Estado
y
la
Nueva
Los parámetros tradicionales de organización e institucionalización de la sociedad se han venido al piso. Al fin de los representantes y de sus Estados le acompaña una crisis generalizada de los centralismos en un mundo obligado a homogeneizarse económica y cultural mente. La confrontación a todo lo que es el representativismo se alarga entonces más allá de los modelos en sí del poder democrático, extendiéndose hacia lo que son los parámetros desde los cuales se han ido constituyendo los sistemas de organización y los sistemas de administración del poder en general. Queda abierta por lo tanto una lucha por la creación de nuevos criterios para la organización institucional de la sociedad, de instrumentos jurídicos e institucionales que conviertan en realidad el derecho a la información y la decisión. De hecho esto pone en tela de juicio la actualidad de cualquier justificación para la monopolización del poder, desde su dimensión política hasta los espacios sociales y productivos en que se estructura de la sociedad civil.
La democracia es cada vez menos libertad de elección y se entiende cada vez más como una libertad abierta de participación y decisión. Todo esto se ha ido convirtiendo en una necesidad social que crece sin detenimiento y que va rompiendo sus propios límites materiales y culturales en la medida en que nos vamos apropiando desde lo más sencillo hasta lo más complejo de las tecnologías. Es una dinámica independiente del capital donde al mismo tiempo en que rompernos las fronteras, se le devuelve a la colectividad y al individuo la posibilidad de controlar sus entornos inmediatos de vida y trabajo. En medio de este proceso va emergiendo una muy concreta demanda porque desaparezcan las distancias formales entre la sociedad política y la sociedad civil. De allí que la lucha por la autodeterminación de los pueblos deje de ser un combate circunscrito sólo a la dignidad y a la soberanía formal de las naciones, para transformarse en un hecho directamente entrelazado con el progreso de la revolución social. Por supuesto que todo esto deja pendiente el problema de los espacios y sobre qué dinámica termina de unificarse el poder En otras palabras, el problema del nuevo Estado. Por los momentos todo lo que podemos adelantar a este respecto es que dentro del dinamismo y la movilidad del mundo de hoy ese unidad tiende a ser cada vez más transitoria. Recurrir a los federalismos anarquistas, a los comunitarismos románticos o a los democratismos localistas, sin tomar en cuenta esa movilidad y al mismo tiempo la inmensa pobreza, la miseria y las falsas necesidades materiales que ha dejado como lastre el capitalismo, es regresar a una polémica completamente idealista cualquiera que sean las posiciones más o menos libertarias o autoritarias que se adopten. El socialismo revolucionario, el comunismo, o como quiera
entenderse la forjación de un nuevo poder, tendrá que buscare camino para resolver al menos tres grandes tensiones que se contraponen: primero, !a inmensa movilidad social, productiva, cultural, que genera todo proceso que vaya en función de la emancipación del trabajo; segundo, la demanda permanente de socialización del poder que esto implica y en tercer lugar, la pobreza y la devastación ecológica que nos viene dejando el capitalismo como herencia estructural. En tal sentido, lo único que podemos afirmar, apoyándonos en la tesis del poder constituyente del colectivo (la fuerza creadora y transformadora que este demuestre tener ante el bloqueo conservador de los poderes constituidos), es que en la medida en que este sea capaz de ir desmoronando la vigencia y legitimidad de los poderes constituidos, las sociedades estarán en capacidad de resolver el dilema de cómo unificar las decisiones dentro de un clima de gran demanda de libertad, y al mismo tiempo superar los desastres estructurales que deja el capitalismo. 3-. La Utopía de Nuestra América frente al Proyecto Continental de Mercado. Nuestra América es una realidad históricocultural y a la vez un propósito de liberación. Al menos así la entendió Martí a la hora de darle forma y nombrarla. Pues bien, ¿qué viene siendo para nosotros Nuestra América como utopía concreta hoy en día? La visualizamos en el sentido de que los pueblos de esta parte del mundo (nos referimos al pueblo latinoamericano, afroamericano y, agregamos, el pueblo oprimido angloamericano) podamos unirnos
definitivamente en un gran propósito de construcción que le de una perspectiva positiva a las luchas de resistencia. Si Nuestra América la entendemos como una inmensa "nación de naciones" que nos agrupa por una infinidad de razones y circunstancias del pasado y del presente, entonces vale la pena reunir un gran frente común en pro de hacer de ella una "gran asociación de naciones libres y liberadas" Es desde esta perspectiva que ubicamos el punto de partida de una utopía concreta que le de un sentido constituyente al sueño martiano de Nuestra América. Por lo tanto, no es ningún romanticismo americanista lo que nos inspira a hacer esta propuesta. Es más bien una realidad muy concreta que desde hace mucho tiempo hemos debido enfrentar en términos políticos. También aquel ciclón del neoliberalismo ha ido reventando los cimientos mínimos de soberanía en que se sostenían los Estados del continente. Desde todos sus puntos cardinales vienen conformándose asociaciones de mercado cuyo exclusivo propósito está en fortalecer los capitales comerciales industriales y financieros de la región. Destaca entre todos estos acuerdos la tripartita que se formó entre Canadá, Méjico y EEUU, la cual tiende a convertirse en un modelo hegemónico capaz de ir subsionando, a través de acuerdos de integración diferenciados, al conjunto de los mercados del continente. Además, ridiculamente se dice que de este forma estamos poniéndonos a la altura mundial de la economía. Incluso, algunos lo han querido interpretar como el pasaje directo a las esferas del primer mundo. El problema es que en la medida en que nos acercamos a tan esbeltas cumbres, las desigualdades sociales se hacen cada
vez más abísmales y la pobreza de ayer, bien establecida al menos a los niveles del tercer mundo, se hunde entre las fosas del cuarto. América Latina es un típico testimonio de las consecuencias que contrae el desencadenamiento de la libertad de movimiento para el capital sin condiciones de ninguna especie. Ella ha dejado de ser un territorio marginal para que los EEUU impongan su gendarmería y afirmen su presencia imperialista, para convertirse en un proyecto continental de mercado, susceptible a la inversión transnacional a través de la absorción de sus propios; capitales públicos, privados y provenientes del ahorro laboral, o para vender cualquier tipo de basura o exquisitez mercantil que quieran. Claro está, manteniendo el tradicional provecho de su mano de obra barata y sus riquezas naturales. Bajo esta nueva caracterización de nuestro papel económico en el mundo, América Latina es ya un nuevo proyecto de mercado asiático, sólo que ubicado en el extremo occidental del planeta. Este proyecto continental lo acompaña sin duda un proyecto nacional y cultural que será la única forma de garantizar la estabilidad del macromercado. No sería raro, si las cosas siguen por esta senda, que lo que es hoy el territorio que abarcan "los Estados Unidos de América", mañana termine de redondearse de Alaska a la Patagonia, quizás accediendo a trasladar la capital hacia algún lugar de Méjico, Guatemala o Panamá. Quién dice si pronto no nos obligan a ser sociedades bilingües, pero donde el único idioma que acompañe al materno sea el inglés y no el portugués o el quechua, o quién quiera el inglés o el Yanomami. Pero dejemos claro que el problema no debe estar en que se abran los mercados o que se derriben !as fronteras inútiles y en nuestro caso castrantes. El problema está en cual
está en cuál es el proyecto, cuál es el sujeto, cuál es el modelo societario que hegemoniza el proceso de integración. Al respecto ellos nos llevan más de diez años por delante con todas las consecuencias sociopolíticas que conocemos. Es por ello que tenemos que replicar con igual fuerza, moviéndonos con mayor velocidad, abarcando las mismas o mayores dimensiones en nuestro proyecto de integración, pero respondiendo a un objetivo que se inspira en la emancipación y no la conveniencia de los grandes propietarios. De ahí que aquella Nuestra América a la cual nos estamos refiriendo se corresponda con una necesidad política muy concreta; la de situarnos a nivel de la movilidad del capital, a la altura de su propio proceso. Nuestra América es un mito, sí, pero un mito creador como diría Mariátegui. 4-. Nuestra América como estímulo pura la Reinvención de la Izquierda. Ella, como propósito de construcción multinacional, como proyecto de lucha emancipatoria, necesita ser el manifiesto de muchos reunidos en un espacio común que lo discuta y lo difunda. Eso le dará su fuerza ética de partida, entre otras cosas por la legitimidad de quienes asumamos un compromiso con él. Ahora, como hecho político sería lo mejor que trascienda los limites de una actividad meramente frentista para transformarse en un criterio de lucha, en una herramienta para la acumulación de fuerzas, en un estímulo para nuestra propia acción local. En otras palabras, Nuestra América puede ser un proyecto de integración alternativa desde el cual podamos
unificar de una vez por todas los horizontes de lucha de nuestros pueblos, de manera que ella se constituya en una razón y un reto de todos. Es en este sentido que ella puede ser un planteamiento importantísimo que nos ayude a reinventarnos como izquierda. Desde ella está la posibilidad de poner toda la creatividad organizativa, técnica y cultural que podemos hacer despertar después de tantos años de resistencia, al servicio de las causas específicas y locales. La entendemos también como una buena excusa para romper con la enajenación ideológica frente a los modelos políticos dominantes. Con ella podemos dialogar de igual a igual todas las corrientes históricas y sociales que han germinado entre nuestros pueblos. Es una fuente para luchar cara a cara con un macroproyecto de dominación que viene ejecutándose frente a nuestras narices. Las formas de lucha sabemos que son todas, porque con todas ellas hoy luchamos. El problema está en su combinación inteligente, saber poner límites y ofrecer alternativas a las típicas estrategias de instrumentalización del movimiento de masas, o cualquiera de los oportunismos electoreros que tantas veces han sepultado los mejores sueños. En resumen, aspirarnos a que Nuestra América no solo sea un ideal a reivindicar. Quisiéramos, y así lo proponemos, que sea un gran motor que ayude a nuestro pueblos a multiplicar su fuerza y su movilidad continental y local, a romper su silencio y las distancias impuestas y autoimpuestas. Un poder constituyente en todo el sentido de la palabra. Roland Denis
III-. EL DEBATE SOBRE LA CRISIS NACIONAL
1-. Los Enfoques Sobre la Crisis Económica y su Incidencia en los Programas de Ajuste. Para tratar de explicar y comprender la actual coyuntura económico-social, se hace inexcusable remitirnos a las diferentes perspectivas teóricas que le sirven a los analistas como cánon interpretativo, lentes, visión, concepción, e te., que encuadran los datos e indicadores sobre la recesión -inflación (desempleo, elevación de precios, déficit fiscal). En términos muy puntuales podemos indicar 3 enfoques en torno a la crisis: 1. El Keynessiano. 2. El Neoliberal (Escuela de Chicago "Chicago Boys"). 3. La Teoría de la explotación o critica de la economía política de factura marxista. Durante la recesión de la década de los años 30, la política económica librecambista, basada en la Ley de Say que sostiene que el simple juego de la oferta y la demanda puede lograr el equilibrio económico, entró en bancarrota. En la literatura sobre el tema, en la óptica liberal, se habla de la libre competencia, mecanismos de mercado, mano invisible que regula todo el proceso de producción, circulación y consumo de bienes. El cuestionamiento a este presupuesto, bien caro al liberalismo desde la perspectiva burguesa, fue desarrollado por Keynes, quien formuló una teoría del ciclo económico donde sostiene que existe una tendencia secular de la demanda a declinar, no
coincidir con !a oferta, y es de allí donde provienen los desajustes. Para evitar la caída de la demanda (capacidad de compra de los sujetos económicos) debe entonces intervenir un sujeto extramercado que no puede ser otro que el Estado. De esta manera se puso en discusión la creencia, bien vieja y tradicional, de que el mercado regula el proceso económico. En tal sentido, Keynes se definió como partidario de una creciente intervención del Estado, como agente regulador. Particularmente sugirió una serie de medidas anticrísis que ponen el énfasis en la aplicación de la demanda agregada a través del gasto público, es decir, utilizar la intervención del Estado para garantizar inversiones, compras, créditos, en momentos en que los capitalistas se abstienen de hacerlo porque ha bajado la tasa de ganancia y viene el proceso donde la producción y el consumo caen de forma acelerada. El punto de partida de Keynes es que el ciclo económico y sus diversas fases: depresión, recesión, recuperación y auge, se origina por la disparidad entre el ahorro y la inversión. La recesión será entonces consecuencia de una propensión (deseo, inclinación, motivación al ahorro por parte de los capitalistas, lo cual desestímula la inversión y la producción). La propensión al ahorro está determinada por una serie de motivos: precaución, cálculos, avaricia, especulación. Para combatir tal tendencia de los capitalistas, el Estado debe estimular la propensión al consumo y a la inversión, contrarrestando de esta manera el estancamiento de la actividad económica.
En momentos de crisis existen mayores riesgos y crecen las mayores expectativas de fracaso, siendo lo más común la tendencia a esperar una mejor oportunidad y concentrarse en las especulaciones cambiarías donde se intentan aprovechar los diferencíales de las altas tasas de interés. En esas circunstancias, el Estado debe implementar un conjunto de medidas (lo que ahora se denomina Paquete de Ajuste) fiscales, financieras y monetarias, que estimulen el consumo y la inversión. Y para lograr tal propósito debe manipular la tasa de interés hacia abajo, para abaratar el dinero y facilitar los créditos, igualmente debe generar una demanda adicional con el gasto improductivo del gobierno. Este gasto del Estado posee tres fuentes: mayores impuestos internos, ingresos por exportación y las llamadas técnicas de endeudamiento. Dentro de estas últimas, se hizo muy común durante casi 40 años utilizar la técnica del "déficit expending", que consiste en inflar el presupuesto público (el manejo del déficit fiscal), desarrollar obras y otras actividades no necesariamente vinculadas a la producción de bienes. El Estado, para estimular !a inversión privada y crear un clima de expectativas, hace gastos en infraestructura, trata de garantizar facilidades crediticias, asume los gastos de reproducción de la mano de obra (educación, salud, vivienda, transporte, etc.). Pero cobra mucha importancia dentro de la óptica keynesiana, la aplicación de un conjunto de medidas que pueden reanimar el ciclo económico desde
un punto de vista coyuntura!; para ello dirigen el esfuerzo hacia las ramas de la actividad económica que son aceleradoras o multiplicadoras del estímulo productivo (el efecto expansivo de la inversión monetaria). Por ejemplo, si se estimula la construcción de obras públicas, carreteras, escuelas, viviendas, ello genera una demanda de la industria que produce insumos para la construcción: cemento, pintura, cabillas, etc. De allí se origina un alza en el nivel de empleo, y por ende, en la capacidad adquisitiva de quienes trabajan en dichas ramas. Al producirse este efecto expansivo las industrias producen bienes de consumo (para quienes trabajan produciendo cabillas, cemento, y otros insumos) elevando la producción para satisfacer dicha demanda. Este ese llamado efecto multiplicador de la inversión pública. Claro está que aquí se parte del presupuesto ideal de que al inyectar una mayor tasa monetaria se estimularán los sectores productivos que no estén usando su capacidad plena, o que ampliarán el plantel industrial o harán nuevas inversiones. Pero en la práctica suele ocurrir otra cosa: * Un mayor estímulo a la inflación. * Crecimiento de las importaciones. Esto fue lo que ocurrió exactamente durante el primer año de gobierno de CAP (1974), donde se obtuvo un volumen muy alto de divisas petroleras y se usaron las palancas de! endeudamiento público. A través de esta masa monetaria se financió el crecimiento de la demanda interna agregada, y se desarrollaron faraónicos programas de inversión en obras de infraestructura.
Esas estrategias de ampliación de la demanda y el encadenamiento del efecto expansivo multiplicador, fracasó por lo siguiente: * Se ignoró el rasgo esencial de la producción capitalista: el comportamiento de la tasa de ganancia y la acumulación como fin de la economía. * La rigidez estructural de la oferta para poder responder rápidamente a estímulos monetarios, ya que existen deformaciones sectoriales entre la agricultura-industria, servicio-comercio. * El carácter parasitario de nuestra burguesía. Por ello, el "Plan de la Gran Venezuela", lejos de estimular la producción y la productividad, lo que hizo fue multiplicar las importaciones para cubrir los déficit en los bienes de consumo y otros productos, generando un saldo negativo en la balanza comercial. Del mismo modo, una gran parte del gasto estatal fue utilizado en actividades terciarias: construcción de conjuntos residenciales y locales comerciales, desarrollo del comercio importador, expansión del sistema crediticio y financiero. De esta forma, el Estado subsidió la rentabilidad de grupos importadores, constructores y " banqueros (recordémonos de los 12 Apóstoles).
En el año 1978 la economía nacional ya presentaba los signos de agotamiento del modelo de acumulación (baja rentabilidad en
los sectores productivos, subutilización de la capacidad instalada, sobrediversificación de bienes, déficit en la balanza de pago, déficit fiscal, crecimiento de los precios, erogaciones muy altas por el servicio de la deuda, etc.) 2-. Reedición de la Ortodoxia de los Clásicos Liberales. Contemporáneamente, las teorizaciones en torno al neoliberalismo han sido hechas por la llamada "Escuela de Chicado", bajo la inspiración de los trabajos de Millón Friedman. Con una nueva jerga y un nuevo cliché, se repite la vieja creencia de la mano invisible del mercado como mecanismo para arreglar los desajustes y fluctuaciones temporales de la producción. En EEUU, en la década del 80, los alumnos de la Escuela de Chicago retomaron es la añeja propuesta de los economistas vulgares -al decir de Carlos Marx- con un nuevo nombre: "Economía de Oferta" (Supply Side), ubicando las causas de la crisis en los siguientes factores: * Un exceso de participación e intromisión del Estado. * El elevado gasto público. * El déficit fiscal. * La regulación de precios. * El proteccionismo estatal. En tal sentido, el recetario de esta tendencia para salir de la crisis prescribe las siguientes medidas:
* Limitar la participación estatal, estimular la competencia, reducir el déficit fiscal, racionalizar el gasto público.
* Contraer el crédito y la liquidez monetaria, estimulando altas tasas de interés, y la reducción del gasto público.
* Estimular la producción y la productividad.
Todo esto fue lo que se denominó "el enfriamiento de la economía". Pero en realidad los resultados en la aplicación del paquete neoliberal en e! gobierno de LHC, fueron los siguientes:
* La liberación de las barreras: bajar aranceles, eliminar los subsidios, atraer las inversiones extranjeras. Podemos observar que tales medidas han venido formando parte del "Paquete de Ajustes" que el FMI impone para negociar las deudas y nuevos empréstitos. Los técnicos del gobierno de Luis Herrera Campins en el año 1983, inspirados en los esquemas de la "Supply Side", aplicaron una política con líneas de acción de: liberación de la oferta y restricción de la demanda. Comúnmente se dice que el keynessianismo es inflacionista, y que el neoliberalismo es recesionista, porque uno manipula la inflación y el otro el desempleo y los bajos salarios. Concretando esta estrategia por el lado de la oferta, LHC aplicó este plan, el cual se basó en: * Liberar los precios, buscando elevar la oferta interna de los bienes. * Bajar los aranceles, eliminando las barreras proteccionistas, y por la vía de la competencia internacional, obtener una mayor eficiencia y calidad de la producción nacional, aprovechando las llamadas ventajas comparativas.
* La liberación de precios, que supuestamente estimularía la inversión en los sectores donde anteriormente existían precios regulados (aumentando la productividad y por tanto abaratando los precios) desconoció el comportamiento de la tasa de ganancia al igual que CAP, y desestimó la estructura monopolista en el mercado nacional. De hecho los sectores que producen bienes de consumo masivo fundamentalmente los bienes tradicionales: alimentos, vestidos, calzados- están signados por una baja rentabilidad y de suyo los capitalistas no tienen propensión hacia la inversión ya que no hay rentabilidad. Por ello la liberación de precios y los otros estímulos a la oferta no alcanzaron el objetivo de elevar la producción, sino que se tradujo en una elevación de precios de la escasa oferta interna, además de que los mismos productos que fueron liberados gozaron de las rebajas arancelarias, es decir, fueron importados y vendidos más caros aprovechando tal liberación, porque son los mismos grupos importadores los que tienen el control de la producción agrícola e industrial. * La contracción del crédito y de la liquidez monetaria, trajo como resultado la asfixia financiera de la pequeña y mediana industria. * La demora y la paralización de los pagos, el lento crecimiento de las ventas como producto del enfriamiento de la demanda, profundizó la contradicción del aparato productivo.
Aquí es importante puntualizar que la crisis que hemos venido padeciendo combina la recesión con la inflación simultáneamente, lo que obstaculiza la puesta en práctica de los paquetes de ajustes. De allí que hayan aparecido nuevos términos para describir dichos fenómenos: a-. Stagflación, que significa estancamiento de la producción con crecimiento de los precios. b-. Slumpflación, que señala un proceso de retroceso del aparato productivo, y al mismo tiempo crecimiento de los precios. Esto es los que se conoce como "pantano de la recesióninflación", que hasta ahora no ha podido ser superada, colocando a los paquetes de ajustes ante una paradoja: Sí bien se trata de reactivar el ciclo a través de la demanda agregada -vía gasto público-, tal como vimos en el enfoque keynessiano, ello se convierte en una propagación y multiplicación de la inflación porque aumenta el circulante, y se amplían los medios de pago, pero no la producción en forma simultánea, lo que conduce al encarecimiento de los pocos bienes y servicios que existen. Si por el contrario, se trata de reducir el gasto público (en un país donde el gasto público es el principal componente de la demanda) y restringir la liquidez (es el recetario de la Escuela de Chicago), ello tiene efectos anti-inflacionarios, pero al mismo tiempo genera contracción, lo que profundiza aún más el proceso recesivo. Por ello, después de haber aplicado estos lineamientos, LHC preparó el terreno para lo que más tarde sería el Viernes Negro, es decir, la devaluación del bolívar y el control de cambio.
De allí que podamos concluir que la administración de LHC aplicó un paquete de ajuste neoliberal, sin poder modificar la rigidez estructural del aparato productivo -a pesar de un incremento en los precios del petróleo y la consecución de nuevos empréstitos-, y al final de su gestión se agravaron los déficit, acompañados en ese momento con una fuga masiva de capital, quiebras y ruina de la pequeña y mediana industria, y el crecimiento del desempleo
3-. Carta de Intención y Desarrollo Hacia Afuera: Manifestaciones de la Globalización. Entre el Keynessianismo y la Escuela de Chicago existen variadas diferencias en cuanto a donde poner el acento al resolver los problemas de la economía. Estos son: * Para los keynessianos, lo principal es el mercado interno, concretando la política de sustitución de importaciones, lo cual hace obligante la aplicación de políticas de redistribución del ingreso, intentos de alcanzar el pleno empleo y una política salarial expansiva. Esto hace que tal política aparezca como progresista y sea avalada por los sectores de la izquierda reformista y socialdemócrata.
2-.Subir las tasas de interés para estimular el ahorro. * En cambio, la propuesta de Friedman y sus alumnos de la Escuela de Chicago se concentra en la promoción de las exportaciones no tradicionales, insertándose en el mercado mundial, reduciendo los costos de producción, lo que comúnmente se traduce en: desempleo, bajos salarios, eliminación de la seguridad social, nuevo régimen de prestaciones, nuevas normas de contratación.
3-. Liberar los precios. 4-. Eliminar los subsidios. 5-. Aplicar los impuestos a las ventas.
* Por lo general, en el plano político, la propuesta de Friedman requiere de un gobierno de fuerza que logre mantener el control social. Por ello se asocia a los sectores de derecha y reaccionarios.
6-. Aumentar los precios de la gasolina y de los servicios públicos.
Tanto en el gobierno de Lusinchi como en el segundo mandato de Pérez, se intentaron desarrollar los enfoques de la Escuela de Chicago, centrándose en:
8-. Privatizar empresas estadales y de servicios públicos.
* Promover la entrada de capital extranjero. * Estabilizar la economía a través de un proceso de ajuste y liberación que permitiese reducir los desequilibrios macroeconómicos y reforzar la estrategia de desarrollo hacia afuera. Ya en el gobierno de CAP se firmó una carta de intención con el FMI que pretendía combatir la inflación a través de la restricción fiscal y monetaria. Esta política se basó en: 1-. Crear un sistema de cambio único con el objeto de estimular las exportaciones no tradicionales.
7-.Congelar salarios.
Como ya habíamos reseñado con anterioridad, cuando vimos algunos aspectos del neoliberalismo, este no es más que un recetario superficial para salir de la crisis. Pero los obstáculos que tuvo que enfrentar la estrategia de desarrollo hacia fuera -conocida como globalización y estimulada mediante el desarrollo de las exportaciones no tradicionales- tienen que ver directamente con el esquema actual de la división internacional del trabajo, derivado de un nuevo modelo de acumulación mundial, donde los grupos monopolistas internacionales le asignan un rol a nuestra economía que supera la vieja experiencia de ser productores de materia prima y se comienza a producir manufactura de exportación. Para ver mejor este problema es importante retomar brevemente los mecanismos esenciales que tradicional mente sirvieron para la expansión capitalista mundial. Estos son: * La exportación del capital-dinero sobreacumulado.
* El ofrecimiento de capital ocioso a través de créditos fáciles o especulativos ante la caída de la rentabilidad de la inversión. Exportación del capital-mercancía. Los problemas de sobreproducción de mercancía, hacen que nuestros países sean centro de realización de las manufacturas que se quedan frías en los países industrializados. Sin embargo, existe un proceso poco examinado por los estudiosos de la internalización del capital; se trata de la exportación del capital productivo desvalorizado. Como consecuencia de las restricciones y bloqueos en la rentabilidad en los países imperialistas, ello precipita la obsolescencia tecnológica -la vejez prematura de maquinarias y equipos- siendo exportados donde todavía pueden ser rentables. Esta exportación del capital productivo desvalorizado es una de las fuerzas motrices de la reconversión industrial. Es obvio que tal proceso de industrialización no se da por igual en todas partes. Y en la relocalización de algunas ramas industriales, el capital internacional toma mucho en cuenta las ventajas comparativas que ofrece el Estado nacional:
a-. El poder de financiamiento de las importaciones del capital productivo desvalorizado. b-. La flexibilización del trabajo (nuevas formas de contratación y sindicalización: maquila) y la nueva política salarial y de segundad social. c-. El abastecimiento de materia prima y energía. Esta estrategia, que se centra en industrializar con capital productivo desvalorizado, está inspirada en el ejemplo exitoso de la llamada banda asiática de los cuatro: Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur. Ahora bien, llevar a cabo tal desarrollo exportador bajo este esquema supone compensar los desniveles de rentabilidad en relación a la banda de los cuatro, es decir, imponerle a los trabajadores venezolanos salarios de hambre mucho mas bajos de los que existen en Taiwan, bajar los costos en seguridad social: privatizar la educación, salud, vivienda, etc., incrementar la tasa de explotación del trabajo, flexibilizando la jornada laboral. Todo ello se traduce en un ataque al empleo, el salario social y las prestaciones. Vencer las barreras de entrada a algunos mercados es casi imposible ya que los grandes monopolios están desarrollando una verdadera guerra comercial para preservar franjas de mercado y otros. Sólo con la subordinación (hoy llamada asociación inteligente) se podrán hacer exportaciones en algunas ramas industriales donde se den las llamadas ventajas comparativas y la especialización productiva (nuevas formas de monoproducción).
El proceso de reestructuración de la oferta a través de la reconversión industrial pudo dar ciertos resultados en algunas ramas donde se pudieron incorporar nuevas tecnologías (obsoletas en los países industrializados, nuevas aquí"), contando con mercados externos sobre la base de la supeditación al capital monopolista internacional, pero ello no abarca al conjunto de la producción. De esta manera puede haber cierta reanimación sectorial en un contexto general recesivo.
4-. Teoría de la Explotación o Crítica de la Economía Política. Partiendo de la reivindicación del marxismo como teoría crítica(crítica de la economía, crítica de la epistemología, del Derecho y del Estado) hemos adoptado el enfoque de la explotación del trabajo como enfoque genético-estructural que permite explicar y comprender la crisis que confronta el sistema. Esta opción posee las siguientes implicaciones teórico-ideológicas: 1. Profundizar la crítica epistemológica, promover el debate y la investigación en un ambiente intelectual donde la moda neoliberal hace estrago y el pensamiento de lo que queda de la izquierda tradicional se refugia en el keynessianismo.
Trascender la apariencia, ir a la raíz de los problemas, hacer totalizaciones de la realidad concreta, caracterizar el problema de las contradicciones que están presentes. Todo ello es subversivo, ya que los apologistas y defensores del capital cuando formulan diagnósticos,
planes de acción y políticas de seguimiento frente a la crisis orgánica, encubren o escamotean sus aspectos genético-estructurales, surgiendo las siguientes distorsiones cognoscitivas: * El diagnóstico se remite a la esfera de circulación, distribución y consumo, sin profundizaren proceso inmediato de producción. De allí parte la superficialidad y el nivel descriptivo del análisis. * De esta manera se presentan agregados empíricos sin conexiones ni nexos causales. * Se asumen enfoques históricos, desconociendo la génesis y la evolución del proceso (profundización de la pérdida de la memoria colectiva). * La finalidad y los objetivos son vagos y contradictorios tal como ocurre comúnmente en los planes de la nación. 2.- Restituir el valor explicativo-comprensivo del proceso inmediato 'de producción (proceso donde gobierna la valorización de! trabajo: la extorsión del trabajo excedente como fin esencial y su conversión en ganancia} permite que la función de la crítica alcance la esfera de lo ético-político y social. Esto implica: * Desentrañar los mecanismos de la acumulación capitalista, lo que permite ilegitimar el origen de la riqueza burguesa (no surgió del ahorro del trabajo capitalista, sino de la apropiación del trabajo ajeno). * Fundar la autonomía de clase, ya no sólo en la esfera de la producción simbólica y de la representación social, sino en la producción material, en los procesos de trabajo.
* Responder desde esta óptica clasista a las políticas anti-crisis desarrolladas por el capital, colocando la lucha entre los trabajadores y el capital como el aspecto que modula el comportamiento de la tasa de ganancia, la superabundancia de mercancía o el subconsumo, es decir, asumir una concepción no economicista ni determinista de la crisis, sino que interpreta el proceso mediado por las relaciones de fuerzas y por la dinámica contradictoria propia del capital: • • • •
Producción colectiva-vs-apropiación y acumulación privada. Separación entre la producción y la compra (distorsión entre los valores de uso y los valores de cambio). Enajenación del trabajo concreto por el trabajo abstracto. Desproporción entre las ramas y sectores económicos.
A partir de este cúmulo de contradicciones la crisis deja de ser un accidente, por el contrario, ella es el proceso mismo de constitución del capital. Por ello hablamos de crisis orgánica, cuya separación sólo puede lograrse eliminando el conjunto de relaciones de producción capitalista: relaciones de propiedad, división del trabajo, etc. Esta perspectiva del análisis nos permite salimos de la trampa de concebir como inevitable la aplicación de los planes
de ajuste, hacerlo gradualmente , o con rostro humano, tal como lo asumen los reformistas de variados signos. Sostenemos que no somos salvadores del capitalismo sino sus sepulteros, de allí que no participamos en la administración de la crisis con políticas como las estrategias de sobrevivencia, el pacto para aceptar la flexibilización del trabajo o la liquidación de las prestaciones sociales. Con este enfoque, en consecuencia, se puede responder a los planes concretos que desarrollan los sectores dominantes, ofreciendo salidas revolucionarias, y elaborando plataformas de lucha en defensa de las condiciones de vida y de trabajo de los explotados y oprimidos. 3-. Partiendo de la extorsión del trabajo excedente (plusvalía. plustrabajo, trabajo sobrante, trabajo no pago, etc.) y su incidencia en la cuota de ganancia, podemos hacer una lectura sobre la naturaleza de la crisis, la cual se puede manifestar de diversos modos: * Sobreacumulación de capital * Sobreproducción de mercancías * Subconsumo * Desproporcionalidad entre sectores y ramas de la actividad económica, tal como suele ser en Venezuela la deformación sectorial: por un lado, la industria pesada procesa materia prima y elabora insumos materiales, la industria liviana ensambla, la agricultura no produce los bienes alimenticios, el servicio y el comercio están superdesarrollados en comparación con los otros sectores. * El comportamiento de la tasa de ganancia permite comprender entonces, por qué no hay propensión a invertir en la agricultura o en
algunas ramas de la industria (por la tendencia de la tasa de ganancia a bajar en tales sectores, y los capitalistas no producen para satisfacer necesidades colectivas, sino buscando el lucro personal). En consecuencia no hay inversión ni ampliación de la producción. De allí que los flujos de capitales se dirijan a la esfera especulativa: negocio inmobiliario, bolsa de valores, intermediación bancaria. Carlos Marx afirmaba que esta tendencia de los capitalistas de querer hacer dinero sin pasar por la producción no puede durar indefinidamente, so pena de un colapso total: de allí surge la necesidad de reiniciar o reanimar el ciclo productivo, por supuesto con una mayor concentración y centralización de la propiedad (propiedad de los medios de producción y de subsistencia en pocas manos), desarrollando una serie de contratendencias a la caída de la tasa de ganancia: En el tomo 3 de El Capital, Marx reseñó dichas tendencias: a-. La intensificación de la producción (ya sea aumentando la jornada de trabajo o acelerando el ritmo de la cadencia productiva). b-. La desvalorización del salario a través de las alzas de precios, eliminación de la seguridad social, tratando de abaratar los costos de la fuerza trabajo. c-. La desvalorización del capital constante (maquinaria, equipos), eliminando los materiales no competitivos, de tal manera que la quiebra o remate de las empresas permita transferir ganancia (tal como sucedió en nuestro caso con la renta petrolera y el endeudamiento público).
La crisis es, en consecuencia, la puesta en práctica de este proceso que empuja la ganancia hacia arriba, en este sentido todos los paquetes de ajuste (ya sean de factura keynessiana o neoliberal) lo que hacen es llevar a la práctica los mecanismos denunciados por el marxismo. Ahora bien, tanto en la caída de la tasa de ganancia como en la ejecución de las contratendencias, lo que se verifica es la lucha a muerte entre capital y trabajo, y eventualmente una lucha entre las diversas fracciones del capital. Es en este punto donde se politiza con más fuerza el análisis; los sujetos sociales entran en la escena como autores y actores del proceso. En tal sentido, no se trata de una tendencia mecánica y automática que conduciría al derrumbe del capitalismo, tal como se sostuvo en algunas posturas catastrofistas. El colapso del sistema tiene que ver con la lucha político-social, con las fuerzas que se confrontan en el escenario (militares, culturales. etc.). Por ejemplo: los patrones siempre han luchado por hacer más largas y extensas las jornadas de trabajo, y de igual manera para pagar un salario menor. Por supuesto, los trabajadores han hecho lo contrario, y en última instancia, el resultado lo ha determinado la capacidad de resistencia y de lucha de ambas partes. La clase en el poder posee los mecanismos de presión (desempleo, carestía) y extraeconómicos (represión policial, cohersión legal, domesticación cultural) para imponer las medidas de ajuste.
El cúmulo de contradicciones que se desatan por llevar a efecto las contratendencias a la caída de la ganancia (por ejemplo: incrementar la desvalorización del salario), estimula la resistencia y la lucha de los
trabajadores (movilizaciones, paros, huelgas), lo que lleva a los capitalistas a hacer esfuerzos de negociación y de conciliación para pactar la reanimación del ciclo económico. Pero no sólo están presentes estas contradicciones entre el capital y el trabajo, sino que las otras contratendencias -desvalorización del capital constante, gastos improductivostambién afectan algunas fracciones capitalistas. Por ello la puja y conflictos que se generan por las medidas gubernamentales que tienen que ver con:
De la misma manera, resulta importante puntualizar los riesgos políticos que están presentes cuando se exageran algunas de estas contradicciones, cuando en realidad entre los diversos sectores existen niveles de subordinación, cooperación, asociación, que no ponen en peligro la totalidad del sistema en su conjunto.
5. Propuesta ante la Crisis Orgánica de la Economía Venezolana.
* Política cambiaría fiscal. * Apertura y liberación del mercado. * Política salarial y régimen de prestaciones. Cada una de estas afectan de manera distinta a los diversos sectores, de tal manera que la asfixia financiera y crediticia, o la apertura fiscal por ejemplo, terminan arruinando a los pequeños y medianos productores de la ciudad y el campo. Pero no sólo se trata de este conflicto con los pequeños productores, sino también se dan una serie de contradicciones entre grupos monopolistas, quienes intentan acaparar el proceso de quiebra de las empresas(tanto públicas como privadas), y de igual manera salir bien paradas de la tasa de ganancia. Otros intentan sobrevenir evitando pérdidas, o que se paralicen o destruyan sus activos. Para ello acuden a las alianzas, asociaciones, fusiones. Es necesario indicar que estas contradicciones al interior de las fracciones del capital no son antagónicas, así como tampoco agrupan homogéneamente a todos los grupos.
Frente al proceso de deterioro de las condiciones de vida y trabajo de la población, existen un conjunto de planteamientos que responden a las diversas ópticas y a los intereses en pugna. De allí que podamos sintetizar las posturas en tomo a la crisis de la siguiente manera: 1. Respuestas que se orientan por los enfoques keynessianos o neoliberales, con ajustes inflacionistas o recesivos (o una combinación de ambos), buscando relanzar la tasa de ganancia hacia arriba, y haciendo caer sobre los .sectores populares el peso de la reanimación del aparato productivo: desempleo, carestía, impuestos, etc. 2. Propuestas reformistas que se apoyan en las ideas fatalistas de que no se puede hacer nada sino aceptar el ajuste; por ello lo que se plantea es administrar la crisis, buscando compensar el impacto de las medidas haciéndolas más graduales y protegiendo a los sectores vulnerables con estrategias de sobrevivencia: beca escolar, bonos de desempleo, hogares de cuidado, etc.
3. Propuestas también de corte reformista, pero con un acento más nacionalista y anti-imperialista. Se trata de la tesis de "salvación nacional" en el contexto del sistema capitalista. Se reviven las viejas consejas de los frentes populares y de las alianzas con la burguesía nacional, tal como lo postuló el stalinismo hace muchas décadas. La base material de este enfoque está en las contradicciones que confrontan algunos grupos y fracciones del capital, como son los pequeños productores y los sectores monopolistas conectados históricamente con la política de sustitución de importaciones, producción para el mercado interno. 4. Propuestas anti-sístema, las cuales parten ubicando las raíces genético-estructurales de la actual crisis, ofreciendo respuestas en tres dimensiones histórico-políticas: una utopía concreta para la nueva sociedad, un programa de gobierno revolucionario, y una plataforma de lucha para la coyuntura inmediata. 5. Utopía Concreta de Nueva Sociedad. El conjunto de análisis de los programas de ajuste, el contexto actual de sus indicadores estructurales (de formaciones sectoriales, rigidez del aparato productivo, subutilización de la capacidad instalada, sobrediversificación de bienes), y sus expresiones coyunturales (desempleo, inflación, pobreza crítica) nos están indicando que cada día tienen menos oxígeno las salidas reformistas, sobre todo si tomamos en cuenta la pérdida de dinamismo de la renta petrolera -la cual tratan de relanzar con !as políticas de apertura- y de los mecanismos del endeudamiento.
Cuando examinamos el keynessianismo y neoliberalismo, señalamos las razones que conducen a que tales programas de ajuste fracasen a la horade eliminar las causas estructurales de la crisis, pero esto no incapacita al bloque en el poder para equilibrar las cuentas nacionales o reactivar algún sector económico. Cuando decimos que no hay salida, queremos significar el hecho de que la solución de algunas de las dificultades macroeconómicas -por ejemplo el déficit fiscal- se va a lograr sobre la base de pechar más a la población, rebajar los costos salariales (lo que va a implicar la eliminación de la actual seguridad social y el régimen de prestaciones) utilizando nuevas formas de contratación como las que se vienen utilizando para que el trabajador no acumule las prestaciones, a través, por ejemplo, de una tasa de rotación en el empleo. Tal contexto ofrece, como nunca, condiciones para una impugnación a fondo de la dominación, y crea un cuadro favorable para la insurgencia de una opción anti-sisiema, la cual tiene como requisito inexcusable el no confundirse con las propuestas reformistas (programa de ajuste, pacto social, concertación nacional, salvación nacional). Tanto en el conjunto de la situación mundial como en nuestra sociedad particular, cada día cobra mayor vigencia el proyecto de emancipación del trabajo. Paradójicamente en un momento de desencanto, de desarme ideológico de quienes en el pasado asumieron poses vanguardistas. Veamos cuales son los fundamentos que subyacen a nuestro ideal de nueva sociedad:
Cualquier examen que se haga de la realidad social contemporánea encontrará los rasgos de las viejas relaciones de producción capitalistas que Marx denunció en su época:
* Separación del trabajador de los medios de producción y de subsistencia.
1. La superación de la escisión entre trabajadores y los medios de producción y de ganancia.
* Contradicción entre trabajo concreto y trabajo abstracto.
2. La abolición de la ganancia sobre el proceso de trabajo, eliminando la extorsión del trabajo, el lucro como meta de la producción, colocando en su lugar ¡as necesidades históricas y culturalmente determinadas por los pueblos.
* Dicotomía entre los valores de uso y los valores de cambio.
3.
El llamado desarrollo científico y tecnológico no ha podido rebasar las relaciones de producción, ni los nuevos productos que exacerban necesidades artificiales. Nada de esto ha podido abolir la alienación, mas bien ha profundizado sus rasgos inhumanos y castradores.
4. La cualificación de la soberanía política de los ciudadanos, a través del ejercicio de la democracia directa y la reabsorción de la sociedad política en la sociedad civil, minándole las bases a la política como actividad separada de la dinámica social cotidiana.
* Alienación del trabajo y sus productos.
La actual producción material sigue no estando al servicio de la comunidad, del hombre como ser genérico. El hombre en la producción de su existencia está mutilado, escindido, lo que ha creado: a. Insatisfacción de necesidades elementales.
las
Para el logro de tales objetivos de suyo se comprende que hace falta una revolución, donde los explotados y oprimidos conquisten y a la vez construyan un nuevo poder, a través del cual podamos transformar las actuales estructuras de dominación. Esta es la utopía concreta por la cual luchamos hoy, involucrando en nuestra perspectiva los siguientes proyectos político-culturales: •
b. Expropiación del saber-hacer. c. Bloqueo y castración de la sensibilidad. Frente a estas realidades es donde cobra mayor pertinencia la reactualización de los puntos básicos sobre los que se sustenta cualquier propuesta alternativa. Estos son:
La reducción de la jornada de trabajo y la extensión del tiempo libre.
•
La gestión directa del trabajo, articulada por el control directo de los trabajadores de la producción, la distribución, el consumo, y la autogestión de este proceso. El desarrollo de la multilateralidad del trabajo concreto como de los valores de uso, es decir, del trabajo directamente social sin la mediatización de
relaciones mercantiles, o de la estructura y los patrones de consumo, impulsando en su lugar necesidades mas radicales o auténticas. * La abolición de la racionalidad burocrática, construyendo un nuevo modo de producir conocimiento que ayude a eliminar la división social de! trabajo, la jerarquía y el monopolio del saber. * La emancipación de la sensibilidad, !o que nos conduce a la revalorización del afecto, el diálogo, la cooperación y la solidaridad, como principios humanistas. Estos proyectos se insertan en una línea de acción cotidiana y le dan sentido a una praxis que supera el pragmatismo político o dejar las cuestiones de fondo para un "después". Cuando nos referimos a una utopía concreta nos remitirnos entonces a un norte que puede construirse hoy, por ello la dialéctica de su construcción no comienza desde cero, sino que hemos delineado algunas metodologías que ayudan a sistematizar su desarrollo y transitando un conjunto de experiencias en el terreno nacional. Esto nos ha permitido resumir en diez puntos los contenidos fundamentales para una estrategia de acumulación de fuerzas. Estos son:
1. El desarrollo de un nuevo modo de producir conocimiento, defendiendo como paradigma la articulación de la investigaciónacción y los métodos cualitativos. 2. La radicaIización de la resistencia cultural, tanto en la escuela como en la comunidad. Hoy proponemos un proceso educativo liberador que se materializa en la formación permanente de los docentes, la reforma curricular en los centros de formación docente, el Proyecto Plantel, y el desarrollo de las experiencias de educación popular.
3-. La práctica de nuevas formas de intervención social y de organización que permitan construir una nueva cultura política donde se rompa la separación entre la sociedad política y la sociedad civil, se reduzca la distancia entre dirigentes y dirigidos, y se supere el divorcio entre gobernantes y gobernados. De allí las diversas iniciativas en las cuales trabajamos, inspiradas en los objetivos que giran alrededor del proceso popular constituyente, el desarrollo del movimiento autónomo de base, la democratización gremial y sindical. 4.- La redefinición del vínculo médico-paciente, la búsqueda y promoción de medicinas y terapias alternativas, como respuesta a los modelos capitalistas de industria de la enfermedad y reproducción de las relaciones de trabajo en el terreno de la salud. 5.- La preservación del medio ambiente y el desarrollo de tecnologías adecuadas a este fin. 6-. La cualificación del tiempo libre, el ocio creador y las actividades lúdicas, como combate al esquema de la industria cultural, sustentada en la mercantilización de actividades creativas, recreativas y deportivas que se generan en la sociedad. 7-. La promoción de un movimiento artístico que desarrolle el canto comprometido, e! teatro de la calle, las danzas, la poesía, y confronte la vanalización del arte. 8-. La lucha por la liberación de la mujer, el enfrentamiento al bloqueo de la sensibilidad, y la enajenación erótico-sexual.
9-.
La construcción de una nueva racionalidad comunicativa que rescate la palabra y nuestra capacidad expresiva, entre otros, a través de la promoción de una concepción artesanal y de base para la di fusión del conocimiento de variados instrumentos comunicativos: video, cine, fotografía, impresos, radio, etc.
10-. El desarrollo de experiencias cooperativas y de trabajo artesanal, entendidas como escuelas para la materialización de un proyecto de nueva sociedad.
Carlos Lanz Rodríguez
IV-. UTOPIA CONCRETA DE NUEVA SOCIEDAD
Gobierno
productiva, la distribución y el consumo, en particular la inducción de una demanda y el modelaje de patrones de consumo de las capas que poseen altos ingresos.
Teniendo como horizonte la utopía concreta de nueva sociedad y examinando el conjunto de deformaciones que padece nuestra actual estructura económica, nos planteamos que un gobierno revolucionario debe asumir un conjunto de tareas en este terreno, las cuales puntualizamos de la siguiente manera:
Al lado de estos desajustes estructurales, se presenta el fenómeno del subconsumo, proceso que hace que no se puedan realizar o vender las mercancías, las cuales se quedan frías por la baja capacidad adquisitiva de la población.
1-.
Boceto para un Revolucionario.
Programa
de
1. Uno de los problemas estructurales que padece nuestra sociedad está relacionado con e! fenómeno de la baja productividad social del aparato productivo (nos estamos refiriendo a una concepción de la productividad no centrada en la ganancia o en el afán de lucro sin que tiene como objetivo la satisfacción de las necesidades colectivas). Este problema de productividad se expresa en dos aspectos que están ubicados como puntos de estrangulamiento del actual modelo de industrialización: Subutilización de la capacidad instalada. Sobrediversificación de bienes y servicios Es decir, por un lado no se utilizan las maquinarias y equipos de una manera plena, y por el otro hay una exagerada variedad de productos que en verdad son las mismas cosas en su contenido, pero en su forma, se presentan con distintas apariencias, variados envases, rótulos y empaques diversos. La subutilización y sobrediversificación están relacionadas con el comportamiento de la rentabilidad, con el control que ejercen los grupos monopolistas sobre la actividad
Tal situación en la capacidad de compra real, ha obligado a los capitalistas a emplear variados mecanismos para vender las mercancías: • Expansión artificial de la demanda solvente, con las facilidades crediticias (tárjeteros, préstamos). • Ampliación del gasto público. • Campañas publicitarias que manipulan las necesidades y las expectativas de la gente, modelando de esta forma: gustos, modas y estereotipos en el consumo. De esta manera surgen las llamadas "necesidades artificiales”, que reflejan un cierto tipo de irracionalidad en la forma de alimentarse, vestirse, recrearse, etc. De allí que cualquier intento de superar estas trabas del aparato productivo chocará con serios obstáculos entre los que está la demanda previa generada por dicho patrón de consumo y por la referida estructura de las necesidades. Tenemos en este caso, una incidencia de la esfera de la distribución y el consumo sobre la producción, con mediaciones culturales muy complejas, por lo que resulta obvio que no es un problema tecno-económico, sino que involucra el modo de vida, los valores y actitudes. Ante ello nos hacemos la siguiente pregunta:
¿En el esfuerzo transformador vamos a dejar iguales los patrones de consumo y las estructuras de las necesidades tal como están configuradas? Consideramos necesario abrir un gran debate -antes y después de la conquista del poder- sobre la problemática del consumo y las necesidades, no tan solo dirigido a optimizar la utilización de los recursos sino a crecer como personas, sustituyendo el "tener" por el "ser". El gobierno revolucionario tomará urgentes medidas para darle una nueva dirección a la economía que heredemos, entre estas medidas podemos destacar: a. Producción masiva de bienes y servicios, empleando la llamada economía de escala donde las maquinarias y equipo trabajan intensamente. En este caso se trata de cubrir las necesidades básicas para el conjunto de la población. b. Reducción de la variedad de productos, que sin necesidad de llegar a una estandarización total o a una uniformación de los gustos -tal como resultó en algunas caricaturas de socialismo- permita economizar materia prima, horas hombre, depreciación de maquinarias y, al mismo tiempo, evite los gastos en promoción y venta. Estas medidas permitirán que tales ahorros, aparte de abaratar el costo de los productos, puedan servir para financiar otras actividades productivas, sociales y culturales, entre las que pueden estar: gastos en salud, educación, recreación, etc., igualmente pueden permitir una reducción progresiva de la jornada de trabajo ya que no se persigue la acumulación de capitales sino el logro del bienestar colectivo. En tal sentido es que concebimos la dirección consciente de la
actividad económica y la planificación democrática, contraria a la anarquía del mercado, el acaparamiento y la especulación. Por supuesto, no se trata de un ejercicio de especialistas y tecnócratas, sino una reflexión entre los miembros de la comunidad para construir un consenso en tomo a ¿qué producir, cómo distribuirlo?, etc. 2-. Para poder hacer los cambios requeridos en la economía nacional, en las perspectivas de las transformaciones anteriormente planteadas, se hace indispensable aplicar una política selectiva de expropiaciones de un conjunto de monopolios nacionales y extranjeros que están ubicados en la industria, la agricultura, la banca y el comercio, y entre los cuales destacan grupos como: Cisneros, Grupo Polar, Pnells, Provincial y otros amos del valle. 3-. Respetar y proteger a la pequeña producción del campo y la ciudad, considerando siempre el interés colectivo. 4-. Fortalecimiento del sistema cooperativo en función de establecer un marco para experiencias de economía solidaria. 5-. Relanzamiento del proceso de reforma agraria para garantizar el abastecimiento agro-alimentario. Esta política de apoyo a la reforma agraria, no se reduce tan solo al reparto de la tierra, sino que conlleva a la dotación de insumos, asistencia técnica, facilidades crediticias y políticas de precios remunerativos. De igual forma, implica dotar el campo de los servicios y la infraestructura que incentiven la permanencia de los habitantes y obstaculicen el éxodo a las grandes ciudades. 6-, Redimensionar la intervención estatal como clave en los sectores estratégicos, tales como: las finanzas públicas,
el sector petrolero y minero, las empresas básicas y los servicios esenciales, impidiendo de esta manera las tendencias privatizadoras, que sólo buscan apoderarse de los activos nacionales y obtener jugosas ganancias con el patrimonio colectivo. Sin embargo, creemos que la actividad del Estado debe estar supervisada y controlada por los sectores populares, estimulando experiencias de control obrero y autogestión en una serie de servicios como salud, educación, transporte, vivienda, o en las empresas estatales como CVG, PDVSA, etc. 7-. Particular atención hay que darle a las diversas experiencias que desde hace ya bastante tiempo se vienen desarrollando en todo el territorio nacional, en relación a la educación popular, las prácticas de salud comunitarias y las terapias alternativas, formas de producción como la artesanía, el cultivo con abono orgánico, la hidroponia, los inventos e innovaciones con tecnología popular. Todo ello forma parte del aprendizaje autogestionario y de la construcción del poder local, a partir de las dinámicas cotidianas de la gente. 8-. Estas propuestas en la esfera de la producción y el consumo, en su desarrollo plantean establecer una relación armónica con la naturaleza, preservando el ambiente. De igual manera, estas líneas de acción para la transformación requiere desarrollar la investigación y las innovaciones, adaptación y transferencia tecnológicas, tomando muy en cuenta nuestras condiciones concretas, lo que implica modificar el actual sistema educativo. 9-. No podemos desarrollar y profundizar el cambio social si no construimos un nuevo poder. ¿De qué poder se trata?.
Cuando se invoca la figura del poder popular, tal imagen se asocia a la fuerza que poseen los de abajo (refiriéndonos a los explotados y oprimidos que nunca han dirigido o controlado [os destinos de la sociedad) y este poder se distingue de las formas de dominio que han ejercido los cogollos, caudillos (sean estos de izquierda tradicional o de derecha). De allí que se asuma la construcción de nuevas instituciones. eliminando el régimen de partido, el parlamento y demás expresiones de la llamada democracia representativa. Para ello hay que desarrollar una nueva cultura política que permitiese la soberanía política del ciudadano común: movimiento autónomo de base, Consejos de Fábricas, Asambleas de Barrios y otros espacios donde se realiza el protagonismo del pueblo, teniendo como soportes la asamblea popular y el poder constituyente. 10-. El proceso de construcción de este poder popular, centrado en el protagonismo de masas y en la democracia directa, hace inexcusable la adopción de una estrategia integral que supere las limitaciones e insuficiencias teóricas y metodológicas de las concepciones que han predominado hasta ahora, y entre las que podemos destacar: El poder se remite a lo político-mi litar, a la esfera del aparato gubernamental. •
Se parte de una visión topográfica: tomar Miraflores, o se personifican las relaciones de poder: sacar al presidente.
•
Toda la acción transformadora posterior a la toma del poder.
•
El poder lo asume una minoría jacobina, que gobierna entonces en nombre de las masas.
Contra este enfoque, que forma parte de una cultura política que está muriendo, hemos insurgido, tomando en cuenta tanto la experiencia internacional como la nuestra
Desde esta óptica, la propuesta de gobierno revolucionario, la suscribimos dentro de una estrategia que posee como norte construir una nueva hegemonía social, partiendo de las siguientes definiciones puntuales de la concepción gramsciana de la hegemonía: a. El poder es una relación social, no una cosa que se toma o se deja, que posee elementos de coordinación y de consenso, es decir, abarca desde la represión policial-mi litar, hasta la función integradora de los aparatos ideológicos. b. La clase en el poder no sólo domina, además dirige (hegemonía), en consecuencia las clases subalternas antes de conquistar e! poder tienen que ser dirigentes, y seguir siéndolo después de tal conquista. Ello implica desarrollar un movimiento de reforma intelectual y moral, como movimiento cultural que pueda ser una verdadera contrahegemonía en las diversas casamatas y trincheras de la sociedad civil (escuela, medios informativos, gremios, etc.) c. El movimiento cultural contrahegemónico rebasa las simples demandas corporativas de los sectores populares (necesidad de ir más allá del pliego economista) planteándose objetivos de lucha en el terreno de ¡a subjetividad (representaciones, simbológicas, afectividad, voluntad colectiva). d. Siendo el poder dominante una relación universal ( en el espacio mundial, nacional o regional) y centralizada, en su desarrollo adopta diversas formas particulares, dándose una especie de desarrollo desigual y combinado entre lo localregional y lo nacional-mundial.
Gramsci en su ensayo sobre la Questión Meridional en Italia, examina el problema de la concreción del EstadoNación, el cual posee particularidades en las regiones y hace un llamado a evitar el iluminismo de los intelectuales que subestiman estas diferencias específicas en la constitución del poder (algo así como trazar políticas nacionales desde Caracas ), por ello hemos acuñado el slogan "pensar globalmente actuar localmente", evitando que [a simple generalización y las abstracciones pasen por encima de la diferencia especifica de lo local-regional. Obviamente, no estamos hablando del localismo que desconoce la inserción en la globalización del Estado, sino de la necesidad de regionalizar la política a través de diagnósticos y elaboración de propuestas que partan de los complejos étnico-culturales presentes en las regiones (ver la formulación Poder guaro, Poder del pueblo) reconociendo las diferencias entre lo andino y lo llanero, o entre la zulianidad y lo central. En cada región existen subregiones con sus matices diversos, de allí que podamos hablar del poder local como unidad básica del poder popular. e-. Desde el ángulo de la correlación de fuerzas presentes en la actual coyuntura histórica, entendemos que estamos en un período de acumulación de tuerzas donde predominan los aspectos de preservación y formación de las fuerzas, combinando acertadamente todas las formas de lucha y organización. 11-.La propuesta del gobierno revolucionario y la estrategia de construcción del poder popular, tal como lo hemos venido esbozando, requieren de nuevas formas de organización y de intervención. De allí la formulación en la cual destacamos que el problema organizativo en esta perspectiva, no puede reducirse a
lo técnico administrativo, sino que en ello se sintetizan las siguientes definiciones programáticas: • La óptica teórica presente en la utopía concreta: Lucha contra la división social del trabajo, cultural del debate, revalorización del afecto y de la sensibilidad, etc. • Metodología del trabajo popular: Nuevo modo de producir conocimiento, aprendizaje significativo, diálogo de saberes, etc. • Inserción en espacios sociales concretos y adecuación a la vida cotidiana. • Utilización racional de recursos, técnicas e instrumentos. Estos cuatro aspectos permiten la congruencia en el nexo Teoría , Método, Técnica, conjurando la amenaza que en el terreno organizativo se expresa cuando en nombre de los fines libertarios, se utilizan métodos opresivos y alienantes. De allí nuestra concepción en el terreno organizativo: •
La Organización no es un fin sino un medio.
•
No hay organización única, sino sistemas organizativos o redes: Asambleas populares, movimientos autónomos de base, vanguardias múltiples.
•
Profilaxis antiburocrática con la democracia directa.
En este aspecto también tenemos profundas diferencias con los enfoques que predominan en nuestro medio (concepción instrumental de la organización) donde resalta: * El apáralo, estructura, organigrama, dirección, como un fin en sí mismo.
* Organización única, estandarizada, topografía periferia.
centro-
* Organizaciones de masa concebidas como correas de transmisión, masa de maniobra del partido. *Verticalismo, jerarquías, burocracia. En consecuencia, creemos que en el modelo organizativo y en la forma de intervención en la lucha social están presentes, en nuestro . caso, los rasgos de una nueva cultura política o cultura política de base, lo que viene a ser hacer una respuesta muy precisa ante el cuadro de despolitización o de indiferencia relativo a lo político, traduciéndose igualmente en una propuesta para superar la crisis de participación que se confronta lanío en la sociedad política como en la sociedad civil. En esta cultura política de base son claves las mediaciones cognitivas, pedagógicas y comunicativas, tal como lo hemos propuesto en el método INVEDECOR. De allí que todo el acento de nuestra propuesta organizativa esté colocado en la construcción de espacios y prácticas emancipatorias: la organización como pre-figuración de la nueva sociedad, escuela y civilización. En tal sentido, el compromiso militante adquiere rasgos de una nueva existencia humana, donde los aspectos enajenadores que toda organización comporta, pueden ser controlados concientemente. Estos mecanismos de control forman parte de lo que denominamos "Democracia de la calle", (concreción de la democracia real, no formal), elección directa, rendición de cuenta, revocatoria del mandato, lucha de tendencias, rotación de los cargos, delegación funcional, democratización del saber.
Particular papel asume el referendum permanente para revocar la soberanía usurpada, corregir prácticas equivocadas y garantizar la participación.
valorando las relaciones de fuerzas, el ascenso o reflujo de la lucha social, tomando en cuenta del mismo modo e! momento político. Ahora bien, la articulación táctica-estrategia,
Creemos que estos criterios globales deben orientar la praxis organizativa en todos los terrenos: en las organizaciones gremiales, grupos revolucionarios, instancias del gobierno revolucionario.
exige:
2-, La Situación Actual y el Momento Político: Revalorización de la Táctica Revolucionaria.
* Las definiciones programáticas, el ideario político.
Antes de examinar !as principales determinaciones de la coyuntura actual, creemos conveniente establecer algunos lineamientos básicos del debate sobre la táctica política, que involucra un cuestionamiento al maquiavelismo (el fin justifica los medios) y a la concepción instrumental de la política (real politik, pragmatismo), igualmente marcar la distancia con el burocratismo y el sectarismo que concibe la acumulación de fuerzas como cooptación de puestos directivos, cuotas de poder para fortalecer e! aparato. Todo esto es lo que hemos denominado tacticismo. Por ello la superación de esta perversión teóricometodológica de la táctica, pasa por reconstruir el nexo entre táctica y estrategia. Veamos como conceptuamos la estrategia y lo que es la táctica. La estrategia es una totalidad histórico-concreta que resulta de combinar la utopía concreta, la propuesta de nueva sociedad, el diagnóstico de la sociedad actual y su transformación inmediata como se recoge en la propuesta de gobierno revolucionario, definiendo una visión del poder popular, formas de luchas y organización, etc. En cambio la táctica surge del diagnóstico de las coyunturas específicas,
* Tomaren cuenta la correlación de fuerzas en una coyuntura particular.
Tal como sostiene Luckas, táctica significa: a-. Aplicación práctica de principios planteados teóricamente, b-. Conjunción entre un programa y la realidad efectivamente dada Como lo reseñamos con anterioridad, poseemos un conjunto de orientaciones que le dan una direccionalidad estratégica al proyecto, las cuales se han venido traduciendo en un conjunto de claves teóricas: corriente histórico-social, democracia de la calle, emancipación de! trabajo, poder popular, desobediencia, cultura política de base. Estas teorizaciones, así como se proyectan en la concepción organizativa, también se concretan en la táctica, vista como el desarrollo metodológico del proyecto, el saber hacer: * Empalme con las dinámicas cotidianas de los sectores populares: dinámicas de sobrevivencia, de resistencia y alternativas. * Proceso de articulación con el Método INVEDECOR. como nueva manera de intervenir: conocer transformando, aprender investigando, nueva racionalidad comunicativa, etc.
Por ello nuestra táctica no es cualquier táctica, tal como se entiende desde la concepción instrumental y utilitaria. La anterior estrategia de articulación (combinación de las dinámicas cotidianas y el Método INVEDECOR) conjuran las amenazas que surgen cuando elaboramos teorías, programas y proyectos sin sujetos y sin tomar en cuenta el contexto, pero al mismo tiempo permiten evitar el simple lareismo y activismo sin direccionalidad estratégica. Estas prevenciones críticas están presentes .entonces en la formulación de las consignas transitorias, planteamientos que hacen puente o engarzan la táctica con la estrategia, conectan las luchas inmediatas con la propuesta de nueva sociedad. 3-. La Coyuntura Actual: de la Demagogia de "La Carta de Intención con el Pueblo" a la Reedición del Paquete de Pérez. En los dos años que ha cumplido la administración de Caldera hemos podido comprobar nuestra visión de la crisis orgánica que confronta el régimen capitalista y el conjunto de contradicciones político-sociales que genera. Las expectativas en tomo a la Carta de intención con el pueblo (programa de gobierno del chiripero) se agotaron rápidamente con la formulación de planes contradictorios (Plan Sosa, Plan Corrales, Plan Matos) al calor de las contradicciones fúndanles de este sistema: * Por un lado, debe aplicar las contratendencias a la caída de la tasa de ganancia (incrementar la explotación, desvalorizar el trabajo, desvalorizar el capital constante, manipular el gasto estatal) buscando elevar dicha cuota de ganancia.
La ejecución de esta política ha permitido que algunos monopolios bancarios (grupo Polar, Provincial) obtengan una mayor concentración y centralización de la propiedad, comprando empresas quebradas (desvalorización del capital constante), dirigiendo el loby bancario, colocándose en áreas susceptibles de privatización, fusionándose y haciendo alianzas con el capital transnacional para aprovechar la apertura. * Por el otro, debe cubrir, aunque sea parcialmente, algunas de las promesas electorales relativas al combate de la pobreza, el desempleo y la inflación. A Esta tensión contradictoria ha modelado la ejecutoria del gobierno de Caldera, siendo el marco explicativo que permite comprender lo que viene pasando desde hace años: posiciones que denotan vacilación por el conflicto de intereses, asumiendo una doble cara, que por su efecto publicitario y efectista logran generar confusión. Veamos esta dinámica contradictoria: 1. En el piano de lo político, Caldera llega al poder bajo el slogan de lucha contra los cogollos y la partidocracia, pero al poco tiempo revive el pacto de punto fijo chucuto, en una alianza con AD. Se plantea la modernización del Estado y hasta amenaza con el referéndum y la asamblea constituyente, pero al mismo tiempo se refuerzan las tendencias centralizadoras y anti-democráticas. 2. Predicó la justicia social y la solidaridad para con los pobres, pero lo que ha hecho es emplear el 15% del Producto Interno Bruto, con la astronómica cifra de 7.000 millones de Dólares, para respaldar a las mafias de los banqueros y especuladores financieros.
3-. Prometió eliminar el IVA y lo que hizo fue cambiarle de nombre, aplicar nuevos impuestos, incluido el aumento de la gasolina y de los combustibles.
* Mayor descrédito de los partidos y de la élite dirigente.
4-. Hizo alardes de la lucha contra la inflación, la especulación y el acaparamiento, pero devaluó el bolívar, excluyó 21 artículos de la cesta básica, elevó las tarifas de los servicios básicos: agua, luz, transporte, etc., autorizando nuevos precios en bienes alimenticios, colocando el crecimiento de los precios en un 70% en lo que va del año 1996.
* Fraudes y componendas del CSE.
5-. Se comprometió con la estabilidad laboral y el aumento del empleo, pero lo que ha hecho es desarrollar un incremento de los despidos y el sub-empleo, de la misma manera viene atacando la seguridad social y amenaza el régimen de prestaciones.
*Dejar las cosas como están, haciendo cambios formales en el régimen de partido, Ley del Sufragio, etc.
6-. Hizo denuncias contra el FMI, BM y sus recetas neoliberales, pero vergonzosamente se somete a sus designios. 7-, Finalmente, en nombre de la apertura, ha terminado por seguir pagando la deuda impagable y entregarles nuestro patrimonio nacional a los monopolios multinacionales. Este contexto contradictorio ha significado el derrumbe de las expectativas en torno a la posibilidad de que Caldera resolviera la crisis, sin hacer pagar el costo de la misma a los .sectores populares. La pérdida de popularidad y de prestigio de un gobernante solitario, ha conducido ha profundizar la crisis de legitimidad del sistema:
* Niveles altos de abstención electoral.
*Embotellamiento de los intentos de Reforma Constitucional. Ante esta crisis de legitimidad, vienen en emergencia variadas respuestas y salidas, estando entre ellas:
*Llamado a la constituyente, casi todas en la perspectiva de reproducir el régimen parlamentario (desde la derecha, pasando por los notables, hasta grupos autodefinidos como revolucionarios). * Propuesta de desarrollo del Proceso Popular Constituyente. Golpe de Estado. Además, desde el punto de vista de las condiciones de trabajo y de vida de la población se han incrementado los índices de pobreza (el 71% está dentro de los niveles de pobreza y el 24% de la cifra anterior está dentro de niveles de pobreza crítica) cuadro este que ha profundizado la conflictividad social, la movilización de los explotados y oprimidos en defensa de sus condiciones de vida. La combinación de la crisis política con la crisis económico-social, ha hecho colapsar los mecanismos de la negociación burocrática, estando presentes los rasgos de un permanente desacato y desobediencia al orden establecido. En el conjunto de las luchas sociales predomina la acción directa: tomas, trancas, ocupaciones, movilizaciones, marcadas por la dispersión y la fragmentación, tanto en su contenido (pliego reivindicativo) como en su forma y organización (corporativismo, localismo, sectarismo).
4-. Plataforma de Lucha Para la Coyuntura. Tomando en cuenta los criterios anteriormente esbozados en relación a la necesidad de establecer puentes y nexos entre las luchas inmediatas y las transformaciones futuras, hemos reivindicado el valor político pedagógico de las consignas transitorias, tales como Poder Constituyente, Todo el poder para el pueblo, Defensa de la soberanía popular. Control obrero popular de la producción, estando concientes que el actual esfuerzo que hace el bloque en el poder con la "Agenda Venezuela" busca relanzar la ganancia , con sus derivaciones en el deterioro de las condiciones de vida de nuestro pueblo, lo que implica de diversas formas una confrontación de fuerzas, cuyo resultado depende del tipo de resistencia que despleguemos. Es un hecho que los sectores dominantes trabajan para aplastar la resistencia por vía de la confrontación, del pacto social o a través de la represión policial-militar, y subordinarla, silenciarla o desvirtuarla desde el ángulo ideológico-cultural (legitimar la ética del trabajo, justificar los sacrificios y la austeridad, darle carta de naturalidad al ajuste, criminalizar las luchas). De allí que nuestra plataforma de lucha , más que un conjunto de peticiones sumadas sin conexiones o una simple lista de carencias, debe ser un eje de acción en lo inmediato, pero con una visión global de la situación y de la naturaleza de la confrontación que esta planteada. En tal sentido, proponemos los siguientes ejes tácticos:
1.- Impulso de la resistencia cultural al programa de ajuste. Enfrentar los esfuerzos de legitimar el paquete de medidas, sobretodo las consejas más utilizadas: "todos somos responsables, debemos compartir cargas y sacrificios, se trato de salvar al país ". Para tal efecto, proponer debates y reflexiones sobre el anclaje gene tico-estructural de la crisis, identificar sus raíces y responsables. En función de esto último, se hace indispensable hacer una verdadera campaña de denuncia de los eternos beneficiarios del actual modo de producción. Fundamentar estos señalamientos de investigaciones, reconstrucciones, indicadores empíricos, dirigidos a demostrar que: Los diversos grupos económicos agrupados en FEDECAMARAS, han acumulado una inmensa fortuna sobre la base de apropiarse del trabajo ajeno, trabajo no cancelado a los trabajadores venezolanos, igualmente se han enriquecido sobre la base de reprimir los salarios en sucesivas alzas de precios durante décadas, del mismo modo, durante años han usufructuado el patrimonio nacional con prácticas corruptas.
2-. Profundizar la ilegitimidad de! régimen. Impulsando los siguientes procesos: * Catalizando los factores de desencanto, rechazo, apatía, que existen en la población en relación a la partidocracia, desarrollando una línea de acción no parlamentaria, distanciada del legalismoelectoralismo. * Partir de la cotidianidad y de los niveles de conciencia existente para cualificar la soberanía política e impulsar el protagonismo de masas, con las tesis del poder constituyente.
Ambos aspectos se concretan en nuestras propuestas de Proceso popular constituyente, Movimiento autónomo de base y Democratización gremial-sindical.
3-. Defensa del salario social. Como propuesta global, que va mucho más allá de la cuestión salarial, involucrando otros aspectos tales como: * Defensa del empleo y la contratación colectiva. * Lucha por aumentos salariales, relacionando la escala móvil o indexación con la necesidad del control obrero-popular de la producción, la distribución y el consumo. * Preservación y mejoramiento de la seguridad social. * Defensa del régimen de prestaciones. Estos ejes tácticos y sus componentes específicos, sirven de marco para proponer en escenarios concretos (fábrica, barrio, escuela) líneas de acción muy puntuales, con planes y consignas adecuadas a dicho entorno. De igual manera, dichos ejes pueden articular los siguientes niveles de la unidad de acción; a-. Unidad estratégica con sectores afines b-. Alianzas puntuales con di versas fuerzas en aspectos parciales de estos ejes. c-. Acompañamientos en movilizaciones y luchas particulares.
Carlos Lanz Rodríguez