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HISTÒRIES MÍNIMES Jaume Volandovoy
Rajadell – Sant Joan de Vilatorrada 2009 -2013
SENTICIONS
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Cena
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piel standby Madurez
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SV
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100 cosas1
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100 cosas2
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Nudo
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manada de nubes ausencia y escarcha nit d’espectacle
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Gozo
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Purpurines Resiliencia
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Oración
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cena
Sentado, a media luz frente a una buena botella de vino tinto, compartiendo plato, sabores y conversación con un buen amigo. Intercambio de palabras y gestos, algunas risas con un pellizco de ,más querida que acaso real, complicidad. Así deviene, aparentemente agradable, la noche. Disfruto del momento... Pero a poco, más pronto que temprano, me sorprendo del súbito silencio que me envuelve, a pesar del bullicio a mi alrededor. Me sorprendo de mis gestos acompañando una conversación que ya no escucho, acompasando movimientos que no comparto, degustando sabores que me alejan y me sustraen de allí. Bajo los ojos. Y al volverlos a subir, las manos de Miquel se me acontecen las tuyas, sincronizando gestos y sabores con mis ganas de ti. El vino que cuidadosamente sorbo despliega aromas y encuentros que me hablan también de ti. Y veo tu silueta, acogedora, el pelo recogido, tu ancha espalda suavemente erguida, elegante, desplegando movimientos lentos y precisos con el acento y el pellizco de deseo de tus labios carmesí. Y mientras mi amigo sigue hablando, yo, sordo y absorto de todo menos de ti, sigo asintiendo y buscando en tus rotundos ojos una mirada, una sonrisa, un manojito de palabras de que me hagan olvidar que no estás aquí.
piel
La piel no puede ser transacción, cataplasma de descarga ni aspirina. Maldita sea... La piel es lenguaje (puta vaina de plástico jodón), expresión de búsqueda, conversación entrelazada, lucha de realidades, temores y convicciones de esperanza. La piel es íntimo acto de creación, aún sin ser todos maestros en la técnica y definición. Maldita sea... Es encuentro de uno mismo en la búsqueda del otro, encuentro del otro en la búsqueda de uno mismo. Es el gozo (con sus miedos incluidos) de la desnudez, del a pecho descubierto. El regalo y el sabor de un dios sin duda generoso y alegre... Que hoy se olvidó de reír...
Stand-by
Arde el silencio en espera, cien enloquecidos besos mueren sin llegar a nacer. El aire huele a ceniza, se amordaza la noche en febril y yermo sentir. Enmudece ,frágil, la piel, bajo encendida brasa de hiel, se revuelve un latido carmín.
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madurez Y así sentado, como tantas veces, en el rellano de su ambivalente pero soleada soledad, sigue entablando conversación con el paso del tiempo, con su lento y sabroso cocinar, a cerca de ella. Y el tiempo le habla de lo que le gusta, de lo bien que se siente en ella. Y a él le nace un nudo en las tripas y una ancha sonrisa. Él también le cuenta sin pudor ni orgullo cuánto le gusta. Y le habla de su hambre y desarticulado deseo de ella. Le cuenta como le gustó verla trabajar los otros días, saber d ella, de sus aparatosas botas antifrío, sus dedos y gestos interesados y vivos en actividad, verla ilusionada, atenta, ligeramente efervescente, activa, con la mirada y la voz burbujeantes. Le cuenta como, a estas alturas del campeonato, a pesar y gracias a su paso, sólo una desgastada camiseta vieja de cuello triangular de un celeste un chin descolorido, dejando entrever la palidez de su piel moteada de un batiburrillo de contrastadas pecas color tostado, enciende y devora sus ojos. Como esa camiseta (y alguna otra), abriendo el camino de sus maduros y vacilantes pechos sometidos ya al peso y paso de los años, todavía bailando bajo la ropa y mostrando el preciso dibujo de sus pezones como golosos bocados enciende su boca y despereza sus manos. Como su rostro, al que han visto crecer día a día, mes a mes, año a año, liberado ya de la tensión y tersura de la juventud, surco a surco muestra la generosidad, calidez y sabrosura de lo vivido, lo por vivir y altera sin remedio las yemas de sus dedos, sus labios y la contraída expresión de su “pasiónternura” encerrada en sus besos sin dueño. Como sus ojos, embajadores de su frondoso, suculento, fértil silencio, conservan intactos en él la ambición de caricias, los caminos, los horizontes y encienden, renacen su pensamiento y alimentan, en su ausencia, su gran extrañeza y soledad de ella. Como sus nalgas, benditas sean, siempre generosas y “Lunallenas”, siguen sosegando su mano en el preciso pliegue con sus muslos cuando anda, socavan aún más su todo yo y desorganizan la contradicción y voluptuosidad de todas sus grandes y pequeñas ambiciones y extremidades. Como su vientre, visible, generosamente suave y curvo, enciende sus sueños, el reposo de sus mejillas, la nostalgia del abrazo de sus “buenosdías”. Como el dibujo del gesto de su espalda y sus muslos dispuestos a dormir sigue encajando, preciso, en la melancolía de sus cotidianas noches en cama. Como sus labios, los de arriba, alimentosos, con su sabroso abrazo de aliento, ternura y deseo y los de abajo, siempre anhelado, recordado y gustoso hogar, encienden sus sabores, su olfato, su gusto, su tacto, su sentir todo avivando la certeza del mejor perfume que anheló oler: el de su piel desnuda. Como su cuerpo y ser todo, preñado de paso del tiempo, de guiso reposado, de sabrosa fruta y sosegada madurez, muestra el encuadre preciso y querido del pedacito de mundo donde sus ojos sienten el gozo de mirar y vivir, encendiendo cada día un chin más el deseo y necesidad de refrescar el alma no más allá de su sombra, de recorrerlo entero para fijar con exactitud el contorno de los paisajes donde su corazón, todavía henchido, siente la necesidad y las ganas de devorarla, lamerla, manosearla, morderla, amasarla, empaparla, vivirla un chin más allá de las palabras y del carmín reflejo de unas copas de vino sin Luna que ahora, con gesto distraído, saborea y extraña...
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100 cosas Esa mañana, abrió los ojos con la mesa del día ya dispuesta: El Sol – bien sentado ya en su pequeño trono invernal bregando con un puñado de azarosas nubes alternando sombras y luces. Movimiento de fregona en su escalera. Ropas de colores tendidas en los balcones. El pequeño y amable batiburrillo del barrio cantando por alegrías. El perfume de un café con leche caliente esperándolo paciente en la intención....
En un instante, desperezándose, el silencio se llenó de sabores y sabrosuras revoloteando en sus ganas y sentires, concretando un preciso dibujo de 100 colores y texturas... Y es que había 100 cosas...100 cosas que le bailaban y embellecían el sentir, 100 cosas que le gustaban: sus ojos al amanecer. El encuentro con su mirada. El fresco de los riachuelos que nacian alrededor de su boca cuando reía. Sus manos grandes con sus dedos gruesos y elegantes. Andar con ella. Sentirla viva y efervescente. Sus dedos de mil colores. Encajar la mano en el preciso pliegue entre sus nalgas y sus muslos al caminar. Conducir a su lado. Sus manos en movimiento, ajetreadas. Su generoso y maduro vientre. Su aliento ( mmm...). Besarla. Que le besara. Su "paramojarpán" y Lunallena culo. Las pecas en su espalda. Ir de hipermercados con ella. Su ilusión. La cotidiana palidez de su piel moteada de pecas encendiendo su deseo. El profundo y sabroso valle del ecuador de sus nalgas. Sus silencios: los buenos y los mejores. Sus manías. Sus piernas apuntando al cielo. Sus pies y sus dedos de colores. El sonrojo de sus mejillas cuando regresaba...Su sonrisa. Su risa. Sus muecas (herencia y patrimonio familiar). Sus grandes dientes blancos. El olor a pan caliente de su piel al amanecer. Tocarla. Que le tocara. Achucharla. Que lo achuchara. Verla comer con las manos. Su rostro limpio sin maquillar. Mirar a través de la soleada ventana de sus ojos. El sabor de sus besos con lengua. Su firmeza. Su fiereza. Todas sus sandalias. Pasear sin rumbo a su lado. Sus pechos bailando o envueltos en sus manos. Sus abrazos. Sus lametones. Su enojosa impuntualidad. Pensar en ella. Pensar con ella. Buscarla. Sus enfados abiertos. El sabor y verdad de sus labios de abajo. Su letra. Morder, recrearse y amasar sus nalgas. Su niña. Sus buenos días. El sabor y textura de sus pezones. Conversar guerras y verdades con ella. El gesto juguetón de sus manos apretando sus nalgas. Su mano en su mejilla. La invitación de su perfume en su cuello. Sus amigos. Su ternura. Sus holgados abuelopijamas. Sus risas. Su paciencia. Sus impaciencias. Comer con ella. Aprenderse. Sus pies desnudos en el salpicadero del coche en ruta. Sus amaneceres. Decidir cosas con ella. Su silencio por las mañanas. Sus ojos durmiendo. Su pequeño rugido de hembra satisfecha. Apretarle y palmearle el culo con la mano abierta y sonriente. Mirarla. Observarla. Desmenuzar sus gestos uno a uno. Su espalda ancha. Sus tobillos casigruesos .Conversar con ella. Descubrir los colores en su voz. Sonreírla. Sentirla. Reírse con ella. El sabor de su piel a cualquier hora. El complejo encender de su sentir. Jugar con su niña. Su lengua buscando, húmeda, la suya. Hacer cosas juntos. Pensar posibilidades. Ir con ella y su niña a cualquier lado. La caricia de su discreto y amable vello púbico. Sus aceites, perfumes y olores. Su gusto por las flores. La verruga escondida bajo su pelo. Su bendita menstruación. Sus libros. Su sabrosura al comer. Sus mordiscos (aunque a veces dolieran un chin...) Cocinar con ella. Cocinar para ella. Que le cocinara. Escucharla. Hablarle. El olor que dejaba en su casa y en su ropa. Su pelo tostado y suelto. El inicio de su “clatell”.
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100 cosas (continuació) Sus preocupaciones. Su vehemente complejidad. Sus pechos ya maduros bailando detrás de una camiseta descolorida. Intuir su desnudez. Verla desnuda. Reconocerla en un bienestar, en un pliegue de luz, de azul, de verde nuevo, de renovado vuelo de golondrina, en un sabor, en un hermoso anochecer, en una sonrisa de niño, en la primera luz del día... Los paseos andando. Pasar horas de reloj de niño con ella. Su cepillo de dientes coqueteando con el suyo. Su cabeza sobre su hombro. Su mejilla reposando sobre su vientre. Su voz gruesa y suave. Su escribir. Sus discretos y ponderados hablares. Sus andares. Su buen y sabroso beber. El rastro de sus labios carmesí en su copa vacía. Sus pequeñas libretas repletas de notas. Su cuerpo al sol. Los bañadores de punto. Los chales de colores. Participar en sus cosas. Pensar con ella. Su inevitable presencia en la conversación con otros ojos, con otras pieles, con otros gestos. Sus camisas blancas de hilo. El hueco y calor de su entrenalgas. Sus eternas ausencias. Sus "comisinada" regresos. Sus hogareñas bragas de los chinos asomando bajo el pantalón mostrando la frontera del valle de sus nalgas. Su lengua paseándole el cuerpo. Su obsesión de “manitas limpias”. Sus grandes, frondosos y encendidos "pieldenaranja" muslos y piernas (mmmm...). Hacerla reír. Su corazón cuando, distraído y silbando despreocupado, salía a pasear. Sus huracanados enfados. Su gesto al pensar. Sus horas quietas. Su gusto por los mejores precios. Su austeridad. Sus siestas. Su orgánico y fluido orden sobre las cosas. Sus contradicciones. Conversar con su piel. Su rotunda y apasionada maternidad. Su masculina feminidad. Su profundo sentido familiar (aunque él no lo tuviera). Escuchar y descubrir músicas con ella. Sus jarrones de papel de seda y colores ( que bonitos eran...) repletos de flores. El increíble beso de la yema de sus dedos. Sus maletas por ahí. El aparente desorden de papelitos en su bolso. Su castellano sabrosón. El silencio de sus zapatillas al andar por las mañanas. Que se preocupara por él. Su hondura. Su contradictorio amor. Sus ojos habladores. Su nido de palabras. Los momentos de “entigo”. Desearla. Sus pausas. Su horizonte. Su irritante independencia. Sus silenciosas cobardías. Su sabor de barrio. La ropa tendida al sol de su sonrisa. El subir las escaleras de su casa. Sus libritos de lomo y queso. El cilantro de sus comidas. Su conversación. Su reverso de la Luna. Sus lágrimas. Toda entera ella. Su manera de tender la ropa. El peso y paso de los años en su cuerpo y alma. Su sosegada alegría. Su vivir. Vacillenarse en ella. Sentirla sin pasados ni futuros... Y, sobre todo, las otras casi cien, apenas mil, cosas que no cabían ya en su pensamiento, tan lleno y habitado de senticiones en esa primera mañana de contradictorios sentires, sonrisas, incomprensiones y estrenadas vacaciones...
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nudo Hoy el horizonte, a la luz del atardecer, parecía un mar. Un maldito y enorme mar lejano, silencioso, a penas inodoro e inaccesible. Un maldito mar que agudizaba sus oídos en busca del eco de una ola, una sola ola que, ni que fuera de lejos y en susurros me hablara de ella, de ellas, de alguno de sus gestos, de sus pesares, de sus pecas en la desesperante y hermosa madurez de su espalda, de sus manos como hogares, de su imposible presencia sosegando esta hermosa pero jodona tarde. Y hoy odiaba el mar y esa por momentos abrumante distancia de cielos y aguas que le impedían acercarse a ella para abrazarla, acompañarla, hablar guerras y silencios con ella y, como por instinto animal, olerla, lamerla, sentirla y pegarse a su vera. Y , en un rato, desnudo sobre la cama, en la oscuridad de las ventanas abiertas de par en par sin Luna, aulló como un lobo en celo el secreto del nudo de su nombre en su erizada y extrañada piel.
manada de nubes Por entre el cielo ya de opaco azul marino, exhalando sus últimos suspiros de luz, navegan, despacito y como de puntillas, una pequeña manada de cansadas y moradas nubes acompañando el final del día de hoy. El silencio, cada día más hermoso lenguaje, acompaña su sosegado paso y, de a poco, deshace las burbujas del todavía ajeno ajetreo de estos primeros días de horario y trabajo. Y, volviendo a ser tiempo, se reencuentra otra vez, solo pero consigo, mirándola, pero no hacia el oeste, sino ensigo.
ausencia y escarcha Escarcha en los tejados... Apastelada luz tiznando la niebla... Promesa de azules y soles en el cielo... Abrazo de manos al calorcillo de un sorbo de silencioso café con leche... Pequeña conversación de canario y precoz alboroto de perros reclamando caricias y juegos... Ganas de buenos días, de beso en la espalda, de roce en la piel, de cortito hasta luego y día común... Y, sin embargo, ella tan lejos... durmiendo en otras noches, amaneciendo otros soles, viviendo en otros días, dibujando meriendas de corazones y besos a través de una digital e intangible ventana... Y dándose prisa, se vistió otra vez de colores, sacudiéndose las ganas, los desconciertos y los malohumores. Miró su nuevo día. Guiñó un ojo al sol que hoy quería acompañarle y guardando cuidadosamente en un bolsillo del pijama sus pensamientos, se pintó un colorete de sonrisa en las mejillas, se puso el sombrero y salió a la calle corriendo, contento, silbando la canción de su nuevo día.
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nit d’espectacle Ahir, vista l'esplèndida ovació oferta pel públic manresà, va ser una fantàstica nit. Tothom va disfrutar de Maria Pagés, aquesta dona alta, gran, present, de braços i mans infinites que semblen ales alçant el vol, d’invertides arrels creixent cap un cel de peculiar sensibilitat i emoció. Tothom devia sentir un xic enganxada a la pell la música, les intenses guitarres i el pulcre i matisat violí, el cante, l'esplèndida cantaora de veu fonda, gruixuda, terrosa i potent. Tothom deuria sentir pessigolles als peus i a l'ànim seguint el repiquetejar de talons a l'escenari dels magnífics balladors. Tothom es devia vestir els ulls de poètica mirada amb els suggerents matisos de llum ocultant o descobrint gestos i moviments a l'escenari. Vista la resposta del públic ( sempre sorprenent des d'un punt de vista manresà), tothom devia sentir el barboteig a la sang en el "jolgorio" del desordenat i festiu ball final. Inclús, pot ser, també algú es va adonar que la veu de cantaora era torrada i fonda com els ulls d’una mirada apuntant a l'horitzó volgut, que el vol i els gestos dels braços de Maria feien néixer engabiats petons emprenent el vol des de l'estómac per escampar-se per totes les ganes. Pot ser algú inclús es va adonar que les llums inventant matisos i fils d’ombres i colors amb els gestos i moviments feien olor ( no de lleixiu com les seves mans - havia tocat fer dissabte a casa -) sinó de suau perfum concretant la maduresa del contorn d'un rostre, desesperadament bell i llunyà; que l'intens taconeig no era sinó l'embogit batec de la pell en sentir la conclusió d'una proximitat imaginant petits llaços de certeses i tendreses. En fi, pot ser va ser per això que, malgrat sentir-se encès de vida i de moment, no es va aixecar per aplaudir... Estava massa distret, massa ocupat assaborint silencis, desconcerts i intentant descobrir un camí on canalitzar aquell petit regalet de senticions amb continguda alegria cercant un mapa on dibuixar un camí, un destí. Carambes, el que dóna de sí una petita nit d'esplèndid espectacle....
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purpurinas
gozo
Aquell dia havia sortit al carrer amb la casa, el cap i el somriure desendreçats. El llit per fer, els plats per rentar, els mals humors per escombrar i tot plegat, amb una capa de desmenjada pols que en desdibuixava el color... Després del jorn, vist amb la mirada desenfocada i mal graduada, un suau perfum encuriosia de sorpresa la cansada ( l’edat, a vegades, començava a ser l’edat...) entrada a casa: sobre la taula del menjador, un inesperat ram de flors de voral d’un esplèndid i cridaner violeta, li petonejava la mirada dins d’un casolà i reciclat recipient curosament vestit de colors de paper de seda i somriures de purpurina. I a l’habitació, vora el llit, un altre petit ram d’intensa i refrescant olor de repòs, atenció i primavera li picava l’ullet... ...El llit seguia queixós i mandrós per fer, els plats carabruts, avorrits dins de l’aigüera i els estris casolans, desubicats i desenfeinats... ...Però ja no veia la pols i la casa i el seu humor havien recuperat un poc l’amabilitat i el color. I malgrat sentir-se cansat, aquell dia aniria a dormir content, amb el trosset de vida gairebé endreçat, amb un perfum de somrís fent-li pessigolles a la butxaca del pijama i amb un somni de dia nou sota el coixí.” Dec ser un home afortunat jo...” – Va pensar abans de cloure els ulls i abocar-se al descans de la nit oferint un petó i una tendresa d’agraïment.
Después de un espléndido día, un magnífico anochecer. Encaramado a un soplo de verde nuevo, se subió a una isla de nube y anduvo solo y descalzo hasta su cola de tirabuzón. El sol, debajo, bostezaba desparramando un colchón de incandescente luz. Y ya vestido de su desnudez, abrazado desesperadamente de dulce brisa, silencio y anochecer se tiró, se dejó caer peinado de sonrisa y gozo, los ojos cerrados de par en par, para bañarse de azules y luz. Y nadó y buceó sin dirección ni intención en un cielo henchido de ola y deseo.
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resiliencia
Hoy la vida le pareció un enloquecido latido atrapado y ahogado en un imposible nudo, un sediento beso “sinpapeles” , “espaldamojada”, amordazado y retenido en la frontera de una soñada patria carmesí. Hoy la vida era una enfurecida ola golpeando las rocas, desquiciada de no saber, de no poderlas abrazar ni acariciar. Hoy la vida era una extraviada e indiferente sonrisa sin el fresco y el sosiego de sus riachuelos, el rugido de la rebelión de cien latidos, ternuras y besos destilando gotas de ausencia en un coartado desvelo. Hoy la vida era la punzante tortura del tiempo encarcelado, del tiempo oprimido sin juegos ni niños. Hoy el azul del cielo y el sol dolían como una hiriente mentira. Hoy la vida era un luto incompleto e incomprendido, la descortesía y tristeza de un desquiciado y malhumorado reproche. Hoy la vida olía a desencajado olvido, a llaves encima la mesa, a reloj sin manecillas, a traicionera primavera. Y al mismo tiempo, en ese preciso instante, la vida, en pellizco de rebeldía, era un soplo de sosegadora brisa, de punzante y agridulce deseo inconcluso; un pertinaz pajarillo con las ventanas de su jaula abierta; la belleza de unos hermosos ojos sin maquillar a la primera luz de la mañana, unos labios recorriendo el sabor del mundo de una espalda, los valles de unas hogareñas nalgas, el guiño de un impaciente sol desanudando un manojo de nubes. Al mismo tiempo, en ese preciso instante, la vida era el juguetón y apasionado borboteo de un riachuelo viejo pero siempre nuevo y presente, un beso viajero buscando en el horizonte robar y morder un instante de sentir. Hoy la vida era un andar a oscuras, sin reglas ni mapas, siguiendo el pulso del pálpito de un azaroso latir. Y hoy la vida era la dolorosa generosidad de una mano abierta ofreciendo con una sonrisa las llaves del olvido. Y así, hoy, transcurrían los momentos, así discutían los días, así iban pasando los meses, inventando sonrisas, con el sentir permanentemente en obras y un siete en el sombrero por donde escapaban, irredentos, un manojo de soles y deseos, de rebrotantes encuentros y resilientes ausencias.
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oración Que la vida te ría a carcajadas, que te bese sin compasión ni prudencia, que se relama de sabores en ti, que salga a pasear a tu vera vestida de domingo todos y cada uno de tus lunes, que te achuche cómplice y sabrosona, que te baile por rumbas y alegrías, que vibre su alegre taconeo en tu piel. Que la salud y el bienestar se queden para siempre a vivir contigo. Que los hijos crezcan sanos y aprendan a vivir. Que nuestros mayores no se sientan solos. Que la fruta sea dulce, jugosa y sabrosee tu paladar. Que el vino, frío y fresco, baile por tus venas, refresque y embellezca tu paladar. Que los arroces te siembren de sabores y enciendan de colores tus ganas. Que no le falte a la salsita un buen pedazo de pan para mojar. Que las manos y los tactos te vistan de ternuras, pasiones y gozosas erecciones. Que los labios y las lenguas te dibujen corazones de encendidos colores y aviven tus mejillas de sonrosado y satisfecho deseo. Que se ofrezcan y se fundan de gozosos y abiertos poros las pieles, que sigan inventando hermosas palabras los sentires y que alumbren los caminos de intenso presente y esperanzado horizonte las senticiones. Que las canciones te besen y alimenten. Que los silencios no te sean mentirosos y que amables, fértiles y generosos, te naveguen hacia buen puerto. Que en los mapas crezcan posibilidades y lluevan vivos corazones. Que los Til·lers y los jazmines brisen de perfumes tus andares. Que las olas sosieguen tus calores, que sientas el fresco de la hierba bajo tus desnudos y de colores pies. Que te olvide el olvido. Que la soledad, cuando te visite, venga siempre elegante, acogedora y destile hermosas conversaciones. Que los necios se confundan, que cambien de acera los mezquinos al verte pasar, que tropiecen y se caigan los reproches en el lodo del olvido. Que te salude la buena gente con una sonrisa al verte pasar. Que pierdan la razón las mentiras, que a los corazones no les falten nunca razones y que a las razones les palpite el corazón. Que las puertas no necesiten llaves, que las ventanas respiren siempre abiertas, que nunca tengas que bajar las escaleras. Que sigan creciendo hermosas, las plantas en tus macetas. Que las lágrimas, cuando las hubiera, diluyan tus tristezas y rieguen , renaciéndolos, los corazones. Que el tiempo, generoso, se olvide en ti de los relojes. Que otros ojos y miradas te descubran pedacitos de insospechada y sabrosa belleza. Que las esquinas te ofrezcan hermosas sorpresas. Que llueva, que llueva la Virgen de la Cueva! Que te lluevan a cántaros amores, besos y esperanzas. Que sepan sonreír y bailar las rutinas, que nunca te falte el arropo y felicidad de un ofrecido y cotidiano gesto. Que el desamparo y la ausencia se prohíban en tus diccionarios. Y que amar no parezca tan caro, que el amor definitivamente prefiera ofrecerse y enseñar, que únicamente a doler....
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