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HISTORIA MUSICAL

Dámaso Figueredo: Voz de Barranco y Sabana El tono de los arrieros: la quejumbre de la tarde de potros cerreros, amadrinados por la mirada de ese llano que se pierde a cada rato, es la señal de Dámaso Figueredo más allá de todos los intentos por amistarse con las sombras.

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VENEZUELA EN CRIOLLO NOVIEMBRE 2010

esde Guardatinajas, en las caramas del río Tiznados, se siente la voz de quien regresa a diario a sus calles y solares. En Maracay, mientras tanto, soñó la semblanza de la eternidad. Seguramente cantaba algún pájaro sabanero en el momento del alumbramiento de María Nicomedes, allá en el hato “Merecurito” en 1939, y de seguro fue así porque la criatura – pocos años después- comenzó a imitar el canto, los tañíos y las distintas voces del monte, ese tan amado y tomado de sorpresa por el niño Dámaso Figueredo, hijo de José Antonio Robles. En las luces de adentro, en los rastrojos y apagados fogones de la sabana. En la marca del oso hormiguero, o en la mirada del cunaguaro, en la niebla del miedo, donde la cacería y el arreo imperan, Dámaso advirtió la danza de la canoa y la fiebre nerviosa de su río Tiznados, una mancha serpentina –casi detenida- que el llano atajó en Guardatinajas.

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MÁS CAMINOS. A la señal de la mirada, majado el becerro: la voz en falsete por ser muchacho “sin garganta aún”, Dámaso pasó alambres por lo bajo y supo de los atascos de animales en los barrizales del Tiznados, por los lados de “las Ventanas”, llamado sitio de Pueblo Nuevo, por ese afán de aventura pionera. La copla y la fiesta en los patios tenían en este hijo del campo terreno abonado para el desafío del verso

improvisado. Cómo lo miraría la madre o el viejo Robles al entonar con voz recia la rutina de la faena, o los sinsabores de una dolencia, en medio de los caminos solitarios, llenos de sol o luna, señales para el largo trecho del silencio. Cómo se descubriría él mismo sacando el grito, la voz que corre sobre la piel del caballo, o sobre los saltos de la canoa que cruza sigilosa el lomo pesado de esa culebra amarilla, o los barrancos de La Atahona. El diablo de Florentino lo retó varias veces. Dicen que Agapito Medina podía dar fe de este asunto. RIO ADENTRO. Dice mucho el río. Y éste lo nombra desde adentro. Dámaso lleva los pies cubiertos del barro de las orillas, la mirada como de paisaje lejano en una tonada ronca, conversadita, que está a punto de reventar mientras mira a lo lejos a Agapito, canoero equilibrista, de piernas cambas, arqueadas para el reto del agua y sus bestias, hundiendo en el cieno del coporo y la palometa el silencio de su travesía. Lleva los ojos puestos en la tarde que se agacha detrás de los

chaparros. La mano derecha espanta los insectos del aire. Ha cachilapeado en San Antonio, fundo de Pedro Sosa. Supo de Andrés Delgado Jiménez y Gregoria Orozco en la bondad de sus palabras, en Santa Bárbara. Madrugó la leche y la natilla, el cincho y el canto de ordeño en las empalizadas de Corralito y en Los Araguaneyes, donde Nicolás Llovera comenzó a perder la vista mientras las garzas aturdidas se enlazaban en el cielo. Y el río siempre allí, en el mismo sitio, de frente: de un lado, la sabana acostada entre caños y rozas; del otro, Guardatinajas con Agustín Linares y Ángel López, entre amanecidas y versos improvisados. Dámaso se traía el río en los oídos, con todo su silencio. Por eso cuando cantaba la corriente viajaba en la conversación de sus canciones. Lento, revelado en las caramas, en los descansos del babo. VIENE CAYENDO LA TARDE. Dámaso pudo decir –como lo dijo- que era hijo de la tarde, porque de ella venía, como en el poema de Vicente Gerbasi, venido de la noche. Viene desde La Atahona, con la fresca conversa de Gregorio Jiménez, Ignacio Parra y otros agricultores que hicieron horas sobre el surco, bajo sol inclemente de Guárico. Pero faltaba mucha historia para encontrarlo en Aragua. Faltaba mucho oírlo cantar con ese dejo mesurado, alejado de abusos contra su campesina tenencia, para decir desde la desnudez de su origen: “Viene cayendo la tarde en Guardatinajas”, y despedirse y hacerse leyenda en esquinas y madrugadas, en su veguera insistencia. Fuente: www.llanofolkloreytalento.com


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