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Introducción, Lucina Jiménez, Imanol Aguirre y Lucia G. Pimentel

Introducción

Lucina Jiménez, Imanol Aguirre y Lucia G. Pimentel

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La educación artística, o arte-educación, como se denomina en Brasil, ha cobrado importancia en la agenda educativa iberoamericana después de que los sistemas educativos de la modernidad hayan puesto en entredicho sus fundamentos pedagógicos y filosóficos frente a la crisis de la escuela como institución de formación para la vida, y ante los signos de deterioro de la vida urbana.

Entre estos signos cabe destacar la violencia, la desintegración del tejido social, la fragmentación, el deterioro de las relaciones entre personas, movimientos juveniles de rechazo a sus escuelas, así como múltiples tensiones en las relaciones interculturales entre migrantes, pero también entre ciudadanos que viven complejas tramas de diversidad cultural, aunque pertenezcan a culturas cercanas.

La educación se convierte en uno de los sectores de mayor importancia en la posibilidad de crear valores, habilidades y competencias para la autoexpresión y la comunicación, para fomentar nuevas formas de convivencia en contextos de diversidad y desigualdad cultural. Por ello, necesitamos equilibrar las formaciones que reciben millones de niños y adolescentes en nuestros países, a fin de generar nuevas formas de autoconocimiento, convivencia, cohesión social, construcción y ejercicio de ciudadanía.

En ese sentido, la educación artística, sin que se ofrezca como fórmula garantizada, se convierte en un campo de reflexión y práctica educativa emergente ante el cada vez mayor reconocimiento de que sin el arte es difícil ensanchar la comprensión y la construcción del mundo, y de que, asumido como experiencia y práctica transformadora, permite a las personas cambiar su entorno individual, social y comunitario a partir de explorar y asumir diversas prácticas éticas y estéticas.

A pesar de los avances, la educación artística se mantiene todavía en los márgenes de los sistemas educativos y en las periferias de las formaciones no escolarizadas. Los analfabetismos estéticos se suman a los analfabetismos digitales, marcando una situación de exclusión para millones de ciudadanos.

La comprensión de la importancia del arte en la escuela no es todavía suficiente. En ciertos medios, cuando se insiste en la necesidad de la formación artística, se requiere de argumentación y de justificación, a diferencia de otros conocimientos que se han legitimado. Nadie duda de la importancia de las matemáticas, pero las opiniones se dividen cuando se refieren a la formación visual, auditiva, cinestésica, dramática o narrativa. El arte es un campo de conocimiento que se conecta con otras áreas dentro del currículo y que requiere de docentes con nuevos perfiles.

Las limitaciones de cobertura de la educación artística en la mayoría de los sistemas educativos y en los espacios no formales se ven incrementadas por la debilidad de los programas de forma-

ción docente, la falta de investigación educativa ligada a las artes y a la complejidad que adquiere el diseño curricular, y la conformación de visiones integradoras y transversales de la educación artística, lo que supone también asumir perspectivas cada vez más interdisciplinarias.

Los países iberoamericanos necesitan impulsar la investigación en educación artística, sistematizar experiencias, desarrollar y compartir metodologías y didácticas, elementos que sin duda constituyen campos abiertos, de cuyo avance depende la posibilidad de la comprensión, sistematización y proyección de sus posibilidades dentro de los sistemas educativos en los niveles básico, medio superior y superior, aun para quienes no van a ser profesionales de las artes.

Este libro, editado dentro de la colección Metas Educativas 2021, reúne las reflexiones de varios especialistas en educación artística, la mayoría integrantes del grupo de expertos del programa de Educación Artística, Cultura y Ciudadanía de la OEI, para asumir el reto de abrir la discusión en torno a un campo cada vez más complejo y especializado, que requiere de un replanteamiento y de estrategias más contundentes en las iniciativas públicas, civiles y privadas de muchos países.

Para abordar los diversos ángulos de reflexión, Lucina Jiménez, Imanol Aguirre, Lucia G. Pimentel, Clarisa Ruiz, Javier Abad, Andrea Giráldez, Maria M. Santos y Ana Mae Barbosa discutimos su mapa y su trayectoria a través de medios electrónicos y también en nuestros encuentros internacionales. El libro quedó dividido en dos grandes apartados. El primero analiza los fundamentos conceptuales de la educación artística y ha sido coordinado por Imanol Aguirre, y el segundo, que aborda las políticas educativas, los procesos y las perspectivas de la educación artística, ha estado a cargo de Lucia G. Piementel, siempre en diálogo triangular con Lucina Jiménez.

Un primer bloque del capítulo conceptual se refiere a los usos y funciones de la educación artística. En él Javier Abad explora los diferentes ámbitos sociales, educativos y culturales en los que las artes juegan cada vez un papel más relevante como experiencia transformadora, y Forisabel Rodríguez, de Costa Rica, contribuye a analizar las posibilidades de la educación artística en la construcción de ciudadanía, a partir de las experiencias de varios países y, especialmente, de la reflexión que ha sido soporte de la experiencia puesta en marcha por el Ministerio de Educación de ese país centroamericano.

La educación artística ha de establecerse en un ámbito de diversidad cultural, frente a comunidades escolares portadoras de culturas juveniles radicalmente diferentes a las que conocieron sus maestros y padres, debido a la revolución tecnológica, a las culturas urbanas y a los cambios en la vida familiar. Imanol Aguirre y Lucina Jiménez abordan los nuevos contextos de diversidad cultural en los que se mueve la educación artística desde la perspectiva curricular, así como los enfoques de la educación artística multiculturalidad o interculturalidad, pero sobre todo apuntando la necesidad de construir un nuevo concepto de diversidad, que no reduzca su análisis al “otro”, en su dimensión étnica, sino que aborde la “otredad” como parte del propio yo.

Aguirre analiza también las confrontaciones de los ambientes escolares con las culturas juveniles en el marco de la cultura visual, y la influencia de la música y lo híbrido, para subrayar la necesidad de crear puentes de comunicación y diálogo entre esas culturas en la escuela.

En otro ensayo, Lucina Jiménez explora los vínculos entre arte y tecnología y su mutua transformación. Las formas en que el arte contemporáneo avanza en la investigación y la experimentación pueden incluso adelantarse a la ciencia o se prestan a debatir desde la ética el uso de la nano o la

biotecnología. Igualmente, se alude a cómo la revolución tecnológica ha creado nuevas estrategias y modos de percepción de acercamiento a la lectura y la escritura, que ponen en entredicho los enfoques educativos tradicionales, y cómo la educación artística puede influir en esos contextos.

Andrea Giráldez aborda la trayectoria que han seguido los enfoques más destacados en la educación artística, desde la educación por el arte o la educación para el arte, pasando por los de la libre expresión y los disciplinares, hasta llegar a los cognitivos y posteriormente los más eclécticos e interdisciplinarios. Igualmente, respecto a los aspectos metodológicos específicos del campo, se pregunta si necesitamos artistas educadores o educadores artísticos, al tiempo que analiza los límites de las visiones disciplinares y el auge del currículo integrado. Imanol Aguirre y Andrea Giráldez exploran los fundamentos curriculares de la educación artística, sobre todo en artes visuales y música, y profundizan en los retos que supone el diseño curricular, uno de los temas de mayor relevancia en las actuales reformas educativas puestas en marcha en diferentes países.

El segundo apartado enfoca la educación artística desde el punto de vista de las políticas públicas, sus avances y sus retos en Iberoamérica, y aporta un recuento de los itinerarios internacionales donde se construye el debate como marco para la cooperación.

La educación artística en Iberoamérica carece de una visión integral y actualizada de sus propios avances, dentro y fuera de los sistemas educativos. Lucina Jiménez bosqueja un panorama que motive a realizar un estado del arte, dada la falta de diagnósticos y de sistemas de información compatibles o interconectables especializados en los diferentes países.

Los principales retos de las políticas educativas para el siglo xxi forman parte de un ensayo en el que Lucina Jiménez confronta las contradicciones de los sistemas educativos con las prácticas y percepciones de los jóvenes en la escuela actual, y analiza cómo influyen en la creación de las competencias ciudadanas que se exigen hoy, y cómo puede contribuir la educación artística a la formación de nuevas formas de pensamiento y actuación.

Una de las tareas que deben realizarse a corto y medio plazo es atender a la formación de docentes desde la dimensión inicial hasta la educación continua, de tal forma que sea posible la construcción colectiva del conocimiento en el aula y en los espacios de la educación no formal (no escolarizada), a fin de dar a la educación el enfoque, la metodología y las didácticas más apropiadas a los contextos, necesidades y posibilidades de transformación que el arte puede aportar desde una perspectiva formativa y transformadora de la experiencia individual, social, escolar y comunitaria. Lucia G. Pimentel, Rejane G. Coutinho y Leda Guimarães analizan la práctica docente como mediación cultural.

Ana Mae Barbosa reflexiona sobre otro de los aspectos de la educación artística todavía en construcción, el de la investigación. Brasil es uno de los países donde más se ha avanzado, una vez creados los programas de maestría y doctorado en educación artística.

Lucia G. Pimentel analiza también uno de los aspectos más problemáticos de la educación artística, la evaluación, dada la complejidad de procesos, experiencias, niveles y enfoques en los que esta se desarrolla.

Este libro da cuenta de los cruces de la educación artística con otros campos dinámicos y de innovación tecnológica, en el ámbito de los materiales y soportes y en el de la creación, la divulgación y la promoción a través de las llamadas tecnologías digitales. La educación artística se abre a In-

ternet y a la convergencia de medios en la educación a distancia. Andrea Giráldez y Javier Abad contribuyen con una reflexión al respecto.

La educación artística se ramifica hacia nuevos ámbitos del desarrollo humano, como la medicina, la psicología, la fisioterapia, la patología del habla e incluso el deporte. Se la valora en la innovación económica o en el diseño y la economía creativa, pero también en la dinamización del patrimonio cultural y el ocio. Ivana de Siqueira recoge estos nuevos campos a los que la educación artística se abre, desde el arte terapia hasta los enfoques sociopolíticos, donde esta juega un papel fundamental para la integración social y la educación para la paz, o bien en la rehabilitación social en las prisiones.

La cooperación en materia de educación artística avanza a través de una agenda mundial, en la que cada país participa con diferente intensidad. La perspectiva de trabajar en red y de dar relevancia a los avances de cada uno, en el marco de los itinerarios internacionales del debate, podrá fomentar la cooperación iberoamericana que propone el programa de Educación Artística, Cultura y Ciudadanía de la OEI en los ámbitos de las políticas públicas y de la participación de la sociedad civil.

El reconocimiento de los enfoques y las contradicciones en las que aún se mueve la educación artística en nuestra región será sin duda un punto de partida para puntualizar una agenda común que acompañe los procesos nacionales. La socialización de los saberes y las experiencias iberoamericanas hasta ahora desarrolladas es parte de las aspiraciones de este libro.

Buscamos que esta publicación, aun cuando refleje posturas paralelas, complementarias o incluso divergentes, pueda convertirse en fuente de consulta para quienes toman decisiones en los sistemas educativos y culturales, para educadores, investigadores y artistas interesados en la formación. Si este libro logra llamar la atención sobre las agendas de las políticas públicas de los Ministerios de Educación y Cultura y las iniciativas civiles que trabajan en este campo, y fortalecer la cooperación iberoamericana, habrá cumplido su cometido.

Esta obra constituye una magnífica oportunidad para contribuir con los Ministerios de Educación y Cultura de nuestros países a puntualizar el itinerario que han de seguir las políticas públicas para la educación artística, dentro y fuera de las aulas de los sistemas educativos, como posibilidad de afirmación de la persona.

Estamos ante un tema crucial en términos de derechos culturales, equidad, inclusión social y creación de una nueva ciudadanía, que además fortalezca el conocimiento y aprecio de las culturas de la región en el ámbito educativo. La educación para la vida significa también la reconstitución del tejido social, el reconocimiento de la afectividad y los sentimientos. El arte como experiencia liberadora ha de contribuir a canalizar la energía social y a crear nuevas formas de comunicación intercultural, de convivencia y de cambio social. Es decir, debe apoyar nuestro derecho a ser felices.

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