Ser Scout Católico en Tiempos de Francisco

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“SER SCOUT CATÓLICO EN TIEMPOS DE FRANCISCO”

Informe de:



PRESENTACIÓ N El pasado mes de Julio del presente año de 2014, se celebró en Santiago de Chile, durante los días 18, 19 y 20, el SEMINARIO LATINOAMERICANO DE PASTORAL con el tema: “SER SCOUT CATOLICO EN TIEMPOS DE FRANCISCO” Convocado por la Secretaría para América Latina de la CONFERENCIA INTERNACIONAL CATOLICA DE ESCULTISMO (CICE – Región América) con sede en Cochabamba Bolivia y organizado por la Comisión de Pastoral de la Asociación de Guías y Scouts de Chile, con los siguientes objetivos: 1. Identificar los desafíos que enfrenta la Iglesia en un mundo en transformación. 2. Reflexionar sobre el mensaje de S.S. Francisco en los términos planteados en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. 3. Analizar el potencial misionero del Movimiento Scout y el rol de los scouts como discípulos misioneros. 4. Elevar el resultado de las reflexiones al Seminario de la CICE a nivel mundial, el que tuvo lugar en Pisa, Italia, en agosto de 2014. Por la trascendencia de los temas tratados y de las recomendaciones emanadas de este importante seminario, compartimos el informe de la Región América de la CONFERENCIA INTERNACIONAL CATOLICA DE ESCULTISMO con el propósito de contribuir a su difusión entre los Scouters y Scouts Católicos y de todas las denominaciones religiosas para relacionarlo con nuestra Ley y nuestra Promesa. Octubre de 2014



"SER SCOUT CATÓLICO EN TIEMPOS DE FRANCISCO" -Informe de CICE-América Contenido Pág. ANTECEDENTES GENERALES

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PARTICIPANTES

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MÉTODO DE TRABAJO

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LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “EVANGELII GAUDIUM”

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La exhortación a la alegría

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El sueño de la transformación misionera de la Iglesia

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Una impostergable renovación eclesial

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Los desafíos del mundo actual y el trabajo social

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LAS RECOMENDACIONES

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El impacto en la vida personal: la conversión

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Vivir la conversión de manera misionera

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El impacto en el método Scout

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El impacto en la estructura y en los procesos

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La dimensión social de la evangelización

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"SER SCOUT CATÓLICO EN TIEMPOS DE FRANCISCO" -Informe de CICE-América ANTECEDENTES GENERALES: El Seminario Latinoamericano de Pastoral fue convocado por la Secretaría Regional CICE-América y estuvo organizado por la Comisión de Pastoral Católica de la Asociación de Guías y Scouts de Chile, la que contó con el apoyo de su Asociación. Participó durante todo el Seminario el Secretario Regional de CICE Sr. Rolando Rocha; y la Presidenta Nacional de la asociación chilena, Srta. María Teresa Pierret, lo hizo durante todo el tercer día. El Seminario fu preparado especialmente por el P. Jacques Gagey, Capellán Mundial de la CICS, el Sr. Gerardo González, Director Ejecutivo de la asociación chilena y miembro de su Comisión de Pastoral, los sacerdotes Eduardo Winser, Capellán Nacional de Pastoral Católica y Héctor Gallardo, Vicario General de la Diócesis de Santiago y ex Capellán Nacional de Pastoral Católica de la asociación chilena. La reunión se desarrolló en un ambiente espiritual y de reflexión. Todos los días se celebró la Santa Misa, se realizaron detenidas oraciones de la mañana y de la noche conducidas por el seminarista Sr. Juan Pablo Donoso y, trabajando en equipos de a dos, los participantes leyeron en voz alta entre sí párrafos escogidos de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. PARTICIPANTES: Considerando los antes nombrados, asistieron en total 25 personas, 18 de las cuales lo hicieron en representación de Argentina (3), Bolivia (2), Brasil (1), Colombia (1), Chile (10) y Uruguay (1). De las 10 asociaciones sudamericanas miembros de la OMMS, 8 de ellas son miembros de la CICE, directamente o a través de su Comisión de Pastoral Católica; y de éstas últimas al Seminario asistieron 6, con una participación del 75% de las asociaciones de Sudamérica miembros de la CICE. No participaron las asociaciones de habla hispana de América Central y del Caribe. En consecuencia, más que latinoamericano, el Seminario tuvo un carácter sudamericano. MÉTODO DE TRABAJO: Junto con la lectura de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, ejercicio que actuó como marco de fondo de exposiciones y debates, se efectuaron dos presentaciones principales: 1. Desafíos de la Iglesia en la sociedad contemporánea, a cargo del profesor universitario Sr. Sergio Micco, abogado, Master en Ciencia Política y Doctor en Filosofía, miembro del directorio del Instituto Chileno de Derechos Humanos y ex dirigente scout. 2. La Iglesia en tiempos de Francisco, a cargo del profesor universitario Sr. Ronald Flores, sacerdote redentorista, Doctor en Misionología.

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A partir de dichas presentaciones, la primera mitad del Seminario estuvo centrada en el tema Iglesia y sociedad actual, para lo cual se trabajó organizando a los participantes en 4 grupos que recibían previamente una pauta motivacional y luego analizaban las presentaciones, las contrastaban con su realidad y experiencia, y obtenían recomendaciones que entregaban en plenario. La segunda parte del Seminario se concentró en el impacto de la Exhortación Apostólica en nuestro trabajo de líderes scouts, tratando de desentrañar el significado de ser scout en tiempos de Francisco. Mediante la presentación de diversos aspectos relevantes, los grupos de reflexión trabajaron activamente proponiendo al plenario la consideración de variados énfasis. LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM: Tanto las presentaciones como las motivaciones previas a los análisis, estuvieron centradas en 4 aspectos principales de la Exhortación Evangelii Gaudium:

La exhortación a la alegría cerrando el Año de la Fe y dirigiéndose a la Iglesia universal, el Papa Francisco reivindica su convicción de una Iglesia que más que estar preocupada de fortificar sus fronteras busca el encuentro que comunica la alegría del Evangelio. Así,Evangelii Gaudium se inicia desde lo que Paulo VI llamaba “la dulce y reconfortante alegría de evangelizar”. ¿Qué es la alegría de la que nos habla Francisco? Es la alegría del Evangelio, que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Es un fruto del Espíritu Santo que brota del corazón de Cristo resucitado. “No nos dejemos robar la alegría evangelizadora”, dice Francisco. (EG, 83) El llamado a la alegría emerge desde el documento de Aparecida (V Conferencia Episcopal del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 2007), que más de 60 veces resuena en él, respirando ahora en las páginas de Francisco, para quien la certeza fundamental son las palabras del Maestro, que son palabras de gozo y alegría.

El sueño de la transformación misionera de la Iglesia. Y nuestra alegría en Dios es misionera. Francisco nos dice que sueña “con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (EG 27). Es un dinamismo de “salida” que Dios quiere provocar en nosotros. “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). Toda la Iglesia es misionera porque el Evangelio es para todos y para cada uno: debe llegar a todos, porque “todos tienen el derecho de recibir

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el Evangelio” (EG 14); “donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (EG 114). Y, entonces, la alegría es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. Así se lo anuncia el ángel a los pastores de Belén: No temáis, porque os traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2, 10).

Una impostergable renovación eclesial. La Iglesia, por tanto, no debe perder el contacto inmediato con la gente, no debe seleccionar a sus destinatarios; debe permanecer “en contacto con los hogares y con la vida del pueblo” y no convertirse en “una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos” (EG 28). Esta es una constante en el pensamiento de Francisco, en el sentido de que la Iglesia no respira a través de pequeños grupos de personas seleccionadas, comunidades de élite que “se miran el ombligo”, como lo dice textualmente. Recordemos que en Río de Janeiro, en la Jornada Mundial de la Juventud, surgió el retrato de una iglesia samaritana, de la calle, de las encrucijadas y de las fronteras, lo opuesto a la Iglesia entendida como “una pequeña capilla que puede contener solo un grupito de personas”, como el Papa dijo a los jóvenes en la Vigilia en Copacabana. “Jesús -les expresó el Papa- nos pide que su Iglesia viva sea tan grande como para poder acoger a toda la humanidad, ¡que sea la casa para todos!” Por esa razón la actitud misionera implica también un desafío para nuestra Iglesia, una tensión entre la institución, por una parte, y el espíritu, por otra. El Papa habla de la Iglesia como “pueblo peregrino y evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión institucional” (EG 111). Francisco cita a Juan Pablo II en su mensaje a los Obispos de Oceanía en noviembre de 2011, “toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial” (EG 27). Y agrega, “la reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad” (EG 27). Y más adelante Francisco escribe: “No quiero una Iglesia preocupada de ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos” (EG 49).

Los desafíos del mundo actual y el trabajo social. La Exhortación recuerda que el anuncio cristiano tiene en su corazón un contenido ineludiblemente social: la vida comunitaria y el trabajo con otros. Por tanto, “una auténtica fe –que nunca es cómoda ni individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de trasmitir valores, de dejar algo mejor tras nuestro paso por la tierra” (EG 183). Sin embargo, la Exhortación no es un documento social, porque “ni el Papa ni la Iglesia tienen monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los

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problemas contemporáneos” (EG 184). Aunque no sea un documento social, la Exhortación se detiene en dos grandes cuestiones que le parecen fundamentales en este momento de la historia, pues “determinarán el futuro de la humanidad”: la primera es la inclusión social de los pobres; y la segunda, la paz y el diálogo social. Por tanto, estimula a las comunidades cristianas a “analizar con objetividad la situación propia de sus países” (EG 184). Francisco nos recuerda que no todo debe partir desde “el centro”, y que para aplicar la Exhortación las comunidades cristianas no deben “esperar del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo.” Por tanto, “no es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido percibo la necesidad de avanzar en una saludable ‘descentralización’ “(EG 16) Hay un estímulo dirigido a las comunidades cristianas a “analizar con objetividad la situación propia de su país” (EG 184), sobre el que Francisco vuelve insistentemente: “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están” (EG 25). Porque la misión “…no es una parte de mi vida o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser, si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás” (EG 273).

LAS RECOMENDACIONES Con base en las actividades realizadas durante el Seminario, los grupos de trabajo y el plenario de los participantes manifestaron su deseo de dejar constancia de sus aportes, considerados como recomendaciones, las que se agrupan de la forma que sigue:

El impacto en la vida personal: la conversión. El carácter fuertemente espiritual del Seminario y la lectura de la Exhortación, centrada en la persona de Jesús, hicieron que aflorara en el grupo la certeza de que la base de todo el proceso de conversión misionera es el encuentro personal con Jesús. Como ha señalado Benedicto XVI “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. A partir de esa convicción se formularon algunas orientaciones:

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Los líderes scouts deben vivir el discurso y ser testimonio. De esa manera los jóvenes scouts vivirán el acontecimiento de encontrar a Jesús en los hechos y en la conducta de sus líderes más que en su palabra. Debemos ser observadores pacientes y perseverantes de nuestros niños y jóvenes, haciendo nuestro trabajo con amor, sembrando la paz. Para eso se debe incentivar la formación de agentes pastorales que sean verdaderos líderes scouts, que no solo posean idoneidad técnica específica para motivar el programa de jóvenes, sino que que den cuenta en sus vidas de un desarrollo en todos los aspectos de su personalidad. Líderes que sean una presencia alegre de la verdad del Evangelio, con ideas claras y opiniones coherentes con nuestra fe, que además de dar testimonio hayan aprendido a presentar el mensaje en clave scout, a relacionarlo con nuestra Ley y nuestra Promesa.

Vivir la conversión de manera misionera, primero en nuestro entorno. En los grupos de reflexión se insistió en que hemos cultivado la idea de un misionero aventurero, cuya labor de misionar implica necesariamente ir a lo difícil, a lo riesgoso, a lo lejano. Con eso olvidamos que la labor de misionar debe partir en nuestro entorno cercano, en lo cotidiano, en lo habitual, en nuestra familia, en nuestro trabajo, con nuestros amigos, en nuestro Grupo Scout, encendiendo así una llama en el corazón de quienes nos rodean. En esta línea se dieron algunas orientaciones y se reiteraron otras: 

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Debemos esforzarnos por llegar a todas nuestras periferias “internas”, acercándonos más a aquellos niños y jóvenes más difíciles, a los más desordenados o rebeldes, o menos meticulosos, a quienes los demás hostilizan, a todos aquellos que nos cansan y tendemos a aislarlos. El desafío es acogerlos porque son los que más nos necesitan. Ellos y ellas están pidiendo que nos acerquemos, que confiemos en ellos, que les demos responsabilidades y que les ayudemos a crecer. Esa es también una manera de sembrar la paz. La conversión misionera supone vivir con el otro. Ser con Dios y con los demás. Avivar en nuestros jóvenes sin temor la llama de la fe, propiciando que sean misioneros en el entorno inmediato de nuestros Grupos. La pastoral en el Grupo es mucho más que repetir oraciones en momentos del día o al bendecir la mesa. Es hacer sentir la presencia de Jesús en medio de nosotros. Somos demasiado “funcionarios” del programa y, más aún, de la pastoral, cuando logramos tener un plan. Reconocemos que no estamos preparados para la misión y que tendremos que esforzarnos para lograr en nuestros dirigentes una conversión misionera.

El impacto en el método scout y en el programa de actividades guías y scouts. Desde distintos ángulos la idea más recurrente consistió en destacar que si no hay un buen programa scout es difícil desarrollar un plan pastoral misionero. Para que haya un buen programa es

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fundamental la participación de los jóvenes, desplegando el programa de actividades a partir de sus propuestas e inquietudes. Sólo así las cosas que ocurren serán relevantes para sus jóvenes vidas. Y sólo así el Movimiento les será atractivo: algo que vale la pena vivir. Jesús no habla ni se muestra en un programa mediocre, sólo habla cuando entramos en el juego, en los desafíos, en las grandes iniciativas, en la aventura de vivir plenamente. En base a esta idea central se destacó: 

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Propiciar a través de una atmósfera de amistad, confianza y creatividad, que nuestros niños y jóvenes tengan la experiencia de descubrir toda la riqueza de vivencias que les permite el Movimiento Scout. Procurar que nuestros Grupos sean comunidades innovadoras, de excelencia, en búsqueda constante de la mejora continua. Explorar conocimientos y recursos que nos ayuden a mejorar nuestro desempeño y nuestro programa. Que nuestras Unidades Scouts sean comunidades en que todos se respetan mutuamente y se sienten acogidos y seguros. Conformar entre jóvenes y líderes adultos comunidades de vida que propician el encuentro con Jesús, experiencia fundante de la vida cristiana. Estar preparados para actuar tanto en Grupos confesionales católicos como en Grupos pluriconfesionales, lo que requiere modos diferentes de presentar y vivir el mensaje de Jesús. Que nuestros jóvenes católicos vinculen la Ley y la Promesa con el Evangelio y que quienes no lo sean experimenten que gracias a su fe, o a través de la búsqueda sincera de Dios, los valores scouts les mostrarán la plenitud de su significado. Para lograr estas tareas la formación de los dirigentes no debe ser puramente intelectual, sino preferentemente vivencial, para que nutra la fe.

El impacto en la estructura y en los procesos. La experiencia central en este aspecto consistió en descubrir que ante la invitación misionera de Francisco nuestras estructuras y procesos pastorales se muestran frágiles, tanto a nivel de Grupo como en el ámbito local, nacional e internacional. A la debilidad de los agentes pastorales, que en potencia los hay, como lo demostraron las cifras entregadas en las presentaciones, se debe agregar la indiferencia relativamente generalizada de nuestras autoridades institucionales con relación a la dimensión religiosa. Sin perder la esperanza, el grupo de participantes dio variados testimonios de la forma en que se pone de moda relativizar los valores religiosos, especialmente cristianos, que el fundador le imprimió al Movimiento o, quizás aún peor, a mostrar indiferencia o desinterés. Esta tendencia afecta incluso a Grupos tradicionalmente católicos, quienes en muchos casos han perdido su carácter de fermento en la masa. Paralelamente, se destacó la manera favorable en que variadas comunidades en las que actúan Grupos Scouts, han reaccionado a las iniciativas tendientes a superar o contrarrestar esta tendencia. Imitando con respeto el lenguaje de Francisco, se podría decir que la fe del pueblo scout y del pueblo de la Iglesia se mantienen vivas esperando la acción misionera;

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mientras los scouts católicos, entre tanto, hemos ocupado demasiado tiempo en “mirarnos el ombligo”. Esta constatación llevó a varias consideraciones que los participantes destacaron:  

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Nuestros Grupos deben recibir el llamado a revitalizar su encuentro con Jesús. Los agentes pastorales -dirigentes, padres, autoridades de las instituciones que patrocinan Grupos- deben ser invitados a revitalizar su encuentro personal con Jesús y poner entusiasmo en su conversión. La conversión misionera de esos agentes debe llevarlos a asumir el don y la tarea de ser animadores de la fe en todas las estructuras asociativas. Se deberán generar comisiones de pastoral territoriales, idealmente en todas las diócesis, con un apoyo activo, consistente y perseverante desde el nivel nacional. Es urgente revitalizar la acción de nuestras Comisiones Nacionales de Pastoral: formación complementaria, visitas a terreno, edición de material educativo, realización de jornadas especializadas, seminarios, charlas, reflexiones, encuentros que denoten la alegría de la comunidad ante la Buena Nueva. Necesitamos una CICE América más activa en apoyo a las Comisiones Nacionales de Pastoral o a las asociaciones miembro. Necesitamos también una conversión misionera de la CICS a nivel mundial. Más mundial, más unida, más activa, más orientada a las periferias, más testimonial. Puesta en la cúspide, nos gustaría verla más cerca de Francisco y de su mensaje. También mejor parada ante la OMMS, en un momento difícil e interesante de nuestra organización mundial.

La dimensión social de la evangelización: La salida a las periferias. El tema relevante del Seminario en relación a la dimensión social de la evangelización, fue el servicio. Los scouts nacimos de una experiencia originaria de servicio y nuestro fundador lo inscribió para siempre en nuestra divisa, pero el servicio como actividad y componente del método ha perdido relevancia en nuestras Unidades. Los participantes en el Seminario destacaron que solemos hacer acciones de servicio una o dos veces al año y que somos solidarios cuando una catástrofe nos presenta la oportunidad. Los participantes en el Seminario consideran que el servicio y la solidaridad no pueden ocupar un espacio residual o simbólico en nuestra forma de ser. El servicio, que incluye el cuidado y la preservación de la naturaleza, debe ser parte integrante de nuestra acción y de nuestra vida. Podemos encontrar allí todo el gozo, la enseñanza y la satisfacción que muchas veces buscamos en otras actividades. No hay un punto de encuentro en que se hermanen mejor el Movimiento Scout y la “salida” a los demás y a las periferias que Francisco nos pide. A partir de esa constatación se hicieron las siguientes consideraciones:  

Abandonar la comodidad de la sede. Más que salir, estar fuera permanentemente.

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Convertir el servicio en una parte integrante de nuestra acción misionera, considerando que el encuentro con los más pobres y marginados debe ser parte integrante de nuestra definición como scouts católicos. Considerar el servicio y la solidaridad como uno de los ejes transversales de nuestro programa de jóvenes. Abrirnos a los ambientes y a las realidades pluriconfesionales. En la medida que seamos más abiertos a personas de una fe diferente, más católicos seremos. Son dos caras de una misma moneda. Podemos comenzar por ser más ecuménicos. Trabajar en ambientes pluriconfesionales o ecuménicos fortaleciendo nuestra fe y manteniendo nuestra identidad, sin dejar de proclamar la propia verdad, sin miedos ni sincretismos de ningún tipo. Profundizar en el cuidado de la naturaleza, pasando de lo simbólico a las acciones verdaderamente contribuyentes.

Santiago, Chile, Julio de 2014.

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