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Intento fallido de definir la paz

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Mothers’ Day

Mothers’ Day

By Juan Emilio Ríos Vera

La paz no es solo la ausencia de guerra. La paz es cada día más una utopía, una entelequia, una quimera. La paz se batalla en prácticamente todos los frentes de la sociedad: la política, la educación, los derechos del ciudadano, la religión, la cultura y tantos otros.

Es ahora más difícil que nunca conquistar la paz, dense cuenta, queridos lectores, de que para hablar de la paz no dejo de utilizar términos bélicos puesto que todos salimos de casa por la mañana con el cuchillo entre los dientes dispuestos a arremeter contra todo aquel que no piense como nosotros con rotundidad y alevosía.

Estamos por tanto en pie de guerra continua contra todos los adversarios que nos salgan al paso y no tenemos ya ni la paz del silencio ni de la tranquilidad, puesto que, nuestros móviles se encargan de sonar con distintas sirenas y alarmas cada pocos segundos para rompernos la calma y el sosiego. Si nosotros no gozamos de paz que no la goce nadie.

Hemos perdido la capacidad de discutir pacíficamente, de exponer nuestras ideas de forma mesurada y tranquila, de rivalizar con los que piensan diferente de manera constructiva y utilizando solo las armas de las palabras y de la inteligencia. Por ello hay que hacer unllamamiento por recuperar la paz perdida, ese estado de gozo y de descanso tan necesario para reinventarnos y hacer a nálisis de nuestra propia situación.

No podemos pretender buscar la paz del mundo si nosotros no estamos antes en paz con nosotros mismos. Luego iremos construyendo una paz con los más cercanos, para poco a poco ir intentando alcanzar la paz con los ajenos. Nuestra sociedad ha perdido la capacidad para la paz y no paremos de crear armas nuevas para destruirla, como es el caso de las redes sociales.

Desde ellas al minuto de producirse un acontecimiento ya estamos disparando a diestro y siniestro, sin pensar siquiera en lo que decimos. Lo importante es lanzar la primera granada a territorio enemigo para esperar ansioso la respuesta y volver a cargar las tintas.

Es el primer campo de batalla, inmediato, instantáneo, ineludible, irrenunciable y está haciendo tanto daño a los contrincantes como a los propios que escriben sus comentarios. En fin, que actualmente nos encargamos, con nuestras agrias polémicas, de que ni siquiera el que fallece descanse en paz.

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